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DIOS ES UN TIRANO

3ra edición
Aumentada y corregida
DIOS ES UN TIRANO

3ra edición
Aumentada y corregida

JOSÉ HERMINIO
JASSO ÁLVAREZ
Primera edición, julio 2021

Reimpresión, octubre 2021

D.R. © 2021, José Herminio Jasso Álvarez


José Herminio Jasso Álvarez
@jjaasssoo
jjaasssoo44
jjaasssoo@megared.net.mx

ISBN: 978-84-18791-19-2

Hecho en México
Made in Mexico
En la foto podemos ver al Autor en las épocas en las
que escribía poemas. Muy bien acompañado, traba-
jando como gente decente y en plena acción dentro de
la Penitenciaría del Estado. Bien vestido, esbelto, abste-
mio 100%. Poniendo el ejemplo como servidor público
y como miembro de nuestra sociedad. Sin duda, eran
otras épocas. ¡¡Qué épocas!!

En la foto vemos al autor en


las épocas en las que se deci-
dió a publicar sus “inspiracio-
nes”. Totalmente protegido
contra cualquier tipo de con-
tagio o de reclamo. Además
está prohibido aparecer sin
cubrebocas y nariz. Hay que
poner el ejemplo. Que las nue-
vas generaciones sepan como
nos traían en 2021. Vestido de
rojo y negro. Abstemio 75%.
Ayer, domingo 25 de abril de 2021,
me puse a ver la ceremonia de los
Óscares y cual no va siendo mi sor-
presa de que me acordé de que a
veces se acostumbra agradecer al
estilo entrega premios de Hollywood,
en los que se dan gracias al que
conectó el switch cuando Dios dijo:
“Hágase la luz”, al Rey Salomón
por su inspiración en los Salmos y
así sucesivamente hasta llegar a la
señora que les vende las verduras y
al que les arregla la conexión al sis-
tema de cable o antena.
Yo debo agradecer a todos los
que me inspiraron las líneas que
escribí, a todos los que van a tener
la paciencia de leerlas y, muy en
especial, a quien haya tenido el
valor de apoyar la publicación de
esta humilde muestra de que es muy
cierto aquello de que todos tene-
mos algo de músicos (Estudié en la
Escuela de música de la U. de G.),
poetas (las páginas dirán si sí o no) y locos (esto no
necesita probarse, es un hecho real y visto por todos).
No puede faltar mi agradecimiento a Eugenio
Ruiz Orozco, amigo de toda la vida, leal, sincero,
honesto a carta cabal, quien me distingue con la
amistad más fraternal que se puede ofrecer y reci-
bir y que, como muestra de solidaridad, se atrevió
a ser el primero en leer el contenido de esta obra y,
además, se ofreció a escribir la presentación, que al
momento de escribir mi agradecimiento, no la he
visto, pero como siempre, confío en su talento para
decir la verdad, sin echarle a los tacos más crema de
lo debido y sin ofender, ni lastimar los sentimientos
de este humilde cristiano.
Estimado lector, en tus manos encomiendo mi
prestigio.
CONTENIDO

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17

Mis disculpas (prólogo). . . . . . . . . . . . 21

Mis disculpas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24

¿Soy Real? (prólogo) . . . . . . . . . . . . . . 27

¿Soy Real?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28

Abuelita (prólogo) . . . . . . . . . . . . . . . 30

Abuelita . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32

Papá, ¿cómo se apellida Dios? (Prólogo). . 42

Papá, ¿cómo se apellida Dios?. . . . . . . . . 44

Yo condeno el terrosimo (prólogo) . . . . . 55

Yo condeno el terrorismo . . . . . . . . . . . 58
¿Qué estamos haciendo aquí? (prólogo). . 71
¿Qué estamos haciendo aquí?. . . . . . . . . 75

Dios es un tirano (prólogo). . . . . . . . . . 97

Dios es un tirano. . . . . . . . . . . . . . . . 108

Deporte abominable (prólogo). . . . . . . 119

Deporte abominable . . . . . . . . . . . . . 123

Vida, me cobras lo que no te debo


(prólogo). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129

Vida, me cobras lo que no te debo. . . . . 132

¡Soy inocente! (prólogo). . . . . . . . . . . 142

¡Soy inocente! . . . . . . . . . . . . . . . . . 145

Consejo técnico (prólogo) . . . . . . . . . 154

Consejo técnico . . . . . . . . . . . . . . . . 156

Clásico en Oblatos (prólogo). . . . . . . . 159

Clásico en Oblatos . . . . . . . . . . . . . . 162


PRESENTACIÓN

José Herminio Jasso Álvarez es un personaje


singular. Tengo el privilegio de ser su amigo
desde hace más de medio siglo y, en ese cami-
nar juntos, hemos compartido horas enteras de
esa maravillosa experiencia que es la vida. Si
alguien me preguntara cómo lo describo, sin
duda le contestaría que no lo puedo imaginar
sin su andar lento, sin prisas, observando con
mirada atenta el entorno para congelar, en la
memoria de su imprescindible cámara fotográ-
fica, aquello que llame su atención: Pepe es un
extraordinario fotógrafo, es el cronista gráfico
de nuestra ciudad, de la que ha retratado, por
décadas, calles, cosas, lugares y personas. Por
ello, cuando me enteré de que estaba prepa-
rando la edición de un libro de poemas, no dejé
de sorprenderme. Es una vena de su polifacé-
tica existencia que desconocía, pero más aún,
me sorprendió el titulo: “Dios es un tirano”.
Puedo presumir que conozco al ser humano
13
que encierra en su temperamento, aparente-
mente tranquilo y bonachón, a un hombre
lleno de virtudes y ¡claro! algunos defectos,
pero adjetivar así un libro de poesías me pare-
ció, inicialmente, un atrevimiento. Ya superado
el sobresalto y después de algunas lecturas,
entendí el sentido de su mensaje. Educados
en la idea de la libertad como uno de los valo-
res superiores de la humanidad, poco a poco
hemos entendido que la famosa libertad es una
ilusión pues sus limites nos han sido impuestos
desde antes de nacer por la divinidad, regente
de la vida y de la muerte.
En doce poesías, escritas hace muchos años,
el Sr. Licenciado Jasso, a querer o no, va descu-
briendo, junto a temas aparentemente inco-
nexos, el hilo conductor de su vida, creencias
y valores; sus preocupaciones junto a sus irre-
ductibles afectos, sus cavilaciones para tratar
de entender el sentido de la existencia, la severa
critica a un mundo lleno de injusticias, cuestio-
nando, incluso, nuestra involuntaria presencia
en un escenario del que difícilmente tomamos
conciencia y en el que nuestras decisiones están
acotadas desde la cuna. En su poesía, nuestro
autor, en un lenguaje accesible, condena la vio-
lencia y exalta la conciliación como método
para lograr la armonía, rescata el valor de la leal-
tad, condena los abusos de poder, a los dema-
gogos y a los tiranos. Es la duda un recurso del
14
que se vale para tratar de desentrañar, dice, “el
gran secreto de la vida” y nos deja claro que el
maravilloso planeta que habitamos no puede
ser explicado a partir de hipótesis formuladas
con exclusión de unas sobre otras.
En espera de alguna otra sorpresa -puede
resultar que nuestro amigo haya cambiado la
pluma y la cámara fotográfica por los pinceles-,
te invito a que disfrutes la lectura de este poe-
mario que se inicia con una confesión sobre el
amor y la mujer amada.

Eugenio R. Ruiz Orozco,


Primavera del 2021

15
PRÓLOGO

Cuando uno llega a los 77 años de vida, como


que ya es tiempo de ponerse a considerar si el
tiempo vivido lo he aprovechado como Dios
manda, con estudio, trabajo, respeto y servicio
a los demás, o si lo he desperdiciado en las vani-
dades y placeres que el mundo y el demonio
nos ofrecen.
Nadie nos puede salvar de un juicio personal,
hecho con sinceridad y apegado a la verdad que
solo yo conozco completa.
Ese juicio me movió a revisar el pasado y los
documentos que he guardado para no olvidar
y, en algún caso necesario, confirmar ciertos
hechos que, para bien o para mal, quedaron
registrados en algún documento o, lo más trá-
gico, en la memoria y la conciencia personal, que
es el más severo juez individual de cada quien.
Repasando documentos me encontré con
una serie de poemas que en ciertas épocas de
mi vida me dio por escribir, sobre varios temas
17
que en momentos de repente se me venían a la
cabeza y en los que, sin falta, no estaba ocupado
con ninguna otra cosa en especial.
No pude evitar recordar que allá por el año
56, cuando estaba cursando por segunda vez el
sexto año de primaria en el Colegio Luis Silva,
nos convocaron a un concurso de composi-
ción para celebrar el cumpleaños de la direc-
tora, Doña Juanita, por lo que mi maestro, de
apellido Almanza, nos asesoró para entender
mejor eso de la composición.
Compuse entonces mi primer verso y
resultó triunfador ante todos los demás com-
pañeros que participaron. El premio fue la dis-
tinción de leerlo frente a todo el alumnado el
día del festejo.
Nunca supe si el texto quedó guardado en el
colegio o se lo llevó la directora a su casa, pero
de que gané, gané.
Me imagino que ese día empezó o descu-
brí mi afición por el micrófono, la poesía y la
oratoria.
En esa época nos enseñaron lo que es la
métrica, las estrofas, el verso, la ortografía, y
lo más importante, nos enseñaban a declamar,
aunque de chiquillos más bien solo recitába-
mos, porque no le dábamos a nada la entona-
ción para que la poesía tuviera el drama para el
que fue escrito.

18
Ya con el tiempo, las cosas fueron mejo-
rando y ya no escribí poemas de media carta,
sino de ocho o catorce cuartillas.
Se tarda uno su rato en escribirlos y más en
leerlos.
Pero al encontrarlos, a sabiendas de que
algunos tenían más de 50 años de haber sido
escritos, se me vino a la cabeza algo que me
pasó con mi afición a la fotografía, cuando
alguien me preguntó que qué hacía con tanta
foto y solo le contesté que guardarlas para ver
luego qué hacía con ellas.
Ese alguien me sugirió que las expusiera al
público y me gustó la idea, convirtiéndome en
un asiduo expositor de fotografías y triunfador
en más de un concurso de fotografía.
Así que sin necesitar que alguien me tenga
que preguntar que qué voy a hacer con tantos
poemas, me decidí a publicarlos para el disfrute
o disgusto de quienes tengan la buena o mala
fortuna de leerlos.
Por no ser un profesional de la composi-
ción, se me pasó ponerle fecha a cada una de
mis obras, pero algunas describen hechos que
por sí solos me ubican en el tiempo y lugar,
como los que escribí cuando era director de la
Penitenciaría del Estado.
Otros los escribí como estudiante de la
Facultad de Derecho y de la Facultad de Filo-
sofía de la Universidad de Guadalajara.
19
Terminé la carrera de Derecho, pero la de
Filosofía no, porque como estudiaba y traba-
jaba, no me ajustó el tiempo, la capacidad y la
paciencia para tanta carga de responsabilidad.
En fin, si tuviste la paciencia de leer este
prólogo, estoy seguro de que tendrás la pacien-
cia de leer lo que expresa mi estado de ánimo
mental en el momento en el que me sentaba a
escribir lo que ya tienes en la mano.
Y aprovecho para iniciar una campaña de
distribución de libros. Que no se queden guar-
dados en la biblioteca personal de nadie. Hay
que dar oportunidad para que más personas
lean lo que ya leíste.
Como decía aquel anuncio: “Si te gustó,
regálaselo a un amigo, pero si no te gustó, regá-
laselo a un enemigo”.
Sé que tengo otros temas sobre los cuales
escribir, pero ¿me quedará tiempo? Más vale que
aproveche la oportunidad que se me presentó y
no que deje lo escrito para que forme parte del
montón de cosas que van a pasar por la tritura-
dora cuando el Tirano me llame a cuentas.

José Herminio Jasso Álvarez,


desde 1944.

20
MIS DISCULPAS
(PRÓLOGO)

Hace 55 años, las relaciones entre muchachos


y muchachas era muy diferente a como son
ahora.
A veces nos encontrábamos muchachas a
las que su papá  no las dejaba ir al cine, al par-
que, a la nevería, y ni siquiera al pan y mucho
menos a bailar
Y a veces las muchachas tenían que trabajar
para ayudar a su pobre papá, pero al salir del
trabajo tenían que correr a su casa, porque el
papá, muy descuidado del gasto y muy cuidado
del honor, las mandaba a trabajar, pero no les
permitía tener amigos y mucho menos novios.
Las faldas eran largas y la castidad de las
muchachas no aceptaba insinuaciones de nin-
gún tipo, ya no digamos alguna caricia fuera de
orden.
A veces uno se conformaba con una aga-
rradita de la mano si bien nos iba y que no las
vieran sus papás y menos sus hermanos.
21
Recuerdo que en un baile tuve que decirle a
la muchacha con la que bailaba: “Señorita, ¿está
usted bailando conmigo o contra mí?”, porque
para evitar que se me ocurriera o me atreviera a
acercar su cuerpo al mío más de lo debido, tenía
su brazo puesto como palanca en mi hombro,
pero con tal rigidez y fuerza, que hasta me dolía
el hombro.
Por eso le tuve que decir lo que le dije.
No era como ahora, que se saluda de beso a
medio mundo, con todo y pandemia.
Hace 55 años no les dábamos besos ni a las
hermanas, primas, tías. Bueno, ni a la mamá, ni
a la abuelita.
Mucho menos a vecinas o compañeras de
grupo en clase o de trabajo.
Pero algún día me sentí con el valor de
intentar algo no autorizado con una hermosa
muchacha que me traía bien controlado.
Ni modo de pedir permiso, porque eso
estaba fuera de las reglas, y a cierta edad ya le
anda a uno por sentir alguna cercanía que hace
falta sentir y que a lo mejor no se ha sentido
antes.
Algo que en estas épocas ha de ser de lo más
común y corriente, además de inocente, pero
en aquellas épocas era un gran atrevimiento,
pero luego dicen que el que no arriesga no gana.

22
Me atreví a intentar poner una mano donde
no debía y la muchacha hasta lloró porque se
sintió vejada en su castidad e inocencia.
El llanto fue tan sincero que me llenó de
pena y de vergüenza por mi atrevimiento,
aunque yo creyera que era algo inocente, que
llegando a mi casa descargué mi necesidad de
pedir perdón en las líneas que vas a leer.
Me imagino que después de leer lo que
escribí, te va a interesar saber si sirvió de algo
el verso.
Pero esa ya es otra historia y no sé si me
anime a platicarla, pero lo único que puedo
decir es que…, es que…
No, mejor no te digo.

23
MIS DISCULPAS

Amor, estoy tan apenado,


esta noche te he hecho llorar,
solo por quererte amar
como nunca me han amado.

Ayer te puse a pensar,


platicamos largamente.
¿En qué estuve equivocado?
Yo solo te quise hablar
como nunca me han hablado.

Hoy yo te quise probar,


traté de acariciar tu cuerpo
y ¿en qué forma has reaccionado?
Yo solo te quería tocar
como nunca me han tocado.

Me pongo ahora a recordar:


hace solo dos, tres horas
¡en qué forma me he portado!
24
Amor, hoy te he visto llorar
como nunca habías llorado.

No me supe aguantar,
fue mucha la tentación,
yo estaba muy excitado.
¿Que no quieres tú pasar
por lo que nunca has pasado?

No quise hacerte llorar,


pero ya que ha sucedido,
quiero que quede asentado
que yo solo te quise amar
como nunca me han amado.

25
¿SOY REAL?
(PRÓLOGO)

En aquellos tiempos de estudiante, pasaba yo


por una etapa en la que de todo filosofaba y de
todo preguntaba.
Algún día, un maestro de la Facultad de
Derecho me preguntó: “Jasso, ¿hoy no va a
preguntar nada?”.
Le contesté: “No, maestro, hoy sí le entendí
todo”.
Eran las épocas en las que el maestro
hablaba y hablaba todo lo que duraba la clase
y los alumnos debíamos tomar apuntes a la
carrera y lo que se alcanzara.
Cuenta la leyenda que esa es la razón por
la cual los médicos deforman su escritura que
vemos en las recetas.
Solo ellos y los boticarios se entienden.
Después de alguna clase, si el siguiente
maestro no llegaba a cumplir con su deber,
algunos compañeros se iban a tomar un café,
y como yo no tomaba café, se me hacía fácil
26
sentarme en alguna de las barditas que bor-
deaban los pasillos y con vista a la Benemérita
y Centenaria Escuela Normal de Jalisco, y ahí
platicábamos algunos compañeros, pero algún
día me quedé solo y se me ocurrió pensar en si
realmente existe este mundo o solo es una reali-
dad virtual, como las que ahora están de moda.
Hace 50 años ni siquiera existía el término
de “realidad virtual” y a mí ya me preocupaba
que probablemente puede ocurrir que todos
traemos una visión muy especial de nuestro
propio mundo.
Sin duda, el Creador nos pone un chip con
un algoritmo que va definiendo lo que vemos,
sin que necesariamente sea lo mismo que ven
los que creemos que nos rodean.
Si en los juegos electrónicos que están de
moda en estos tiempos, controlamos al perso-
naje, y si le ordenamos que abra una puerta,
puede ocurrir que no era la correcta y se pierde
el juego, pero si en vez de abrir esa puerta lo
hacemos abrir otra, entonces el juego continúa
y sigue la aventura.
Y si eso pudo ser inventado por seres huma-
nos, quién dice que el Creador del Universo
no puede estar jugando con nosotros y que los
terrícolas solo somos personajes del divino
juego de la “Realidad Virtual Celestial”.

27
¿SOY REAL?

Frente a mí está el edificio,


frente a mí está el puente,
frente a mí están los prados,
pero ¿están realmente ahí
o solo son imaginados?

Veo enfrente a la normal,


veo ahí muchas mujeres,
veo unos hombres pintados,
pero, ¿están realmente ahí
o solo son imaginados?

Ahora estoy en el salón,


veo al maestro frente a mí,
y compañeros junto a mí sentados,
pero, ¿están realmente ahí
o solo son imaginados?

Ahora estoy en otra parte,


frente a mí está un cuerpo hermoso,
28
con ojos bien maquillados,
pero, ¿están realmente ahí
o solo son imaginados?

Yo veo al mundo de una forma,


no sé otros cómo lo vean,
pero esos otros mencionados,
¿estarán realmente ahí
o solo son imaginados?

Los que viven junto a mí,


¿cuántas cosas se dirán?
De mí, ¿qué estarán pensando?
¿En si estoy realmente ahí
o me están imaginando?

29
ABUELITA
(PRÓLOGO)

En la sufrida vida de la familia Jasso Elizondo,


engendrada por el matrimonio de Don Rafael
Jasso Arias y Doña María Guadalupe Elizondo
Jiménez, tuvieron nueve hijos: seis mujeres y
tres hombres.
Y en la sufrida vida de la familia Jasso Álva-
rez, engendrada por el matrimonio de Don
Ramón Jasso Elizondo y Doña María de la Luz
Álvarez Navarro, tuvieron también nueve hijos:
seis hombres y tres mujeres.
Los hijos de mis abuelitos fueron muy pró-
digos en eso de la reproducción y entre unos y
otros dieron a luz a casi 90 nietos. Ya ni hablar
de los bisnietos y tataranietos.
Éramos tantos, que nunca nos vieron juntos.
Pero a los que nos tocó ser de los primeros,
nos tocó vivir plenamente identificados con
mi Abuelita, quien reunía en ella todas las
cualidades humanas que casi la convierten en
un Ángel en este mundo.
30
Era llena de gracia, como el Ave María, y su
bondad y cariño nos inundaba a todos. Llena
de devoción por su religión, que nos legó e
inculcó, podemos decir que era una Santa.
Y en mi muy personal criterio, era la figura
que unía tanto a sus hijos, como a sus nietos.
La queríamos tanto, que no hubo quien no
llorara al despedir su alma que, si es que existe
el cielo, allá debe estar, consolando a los seis
hijos que ya están con ella. Pensando en ese
cariño, escribí estas líneas para intentar rendirle
un muy merecido homenaje por las enseñanzas
que nos dejó. La principal: el Amor a Dios y a
los demás.

31
ABUELITA

Mi pensamiento está vacío


porque
ya no tengo su rocío.
Mi inspiración ya no grita
porque
ya no tengo a mi Abuelita.

Y algo le quiero decir,


algo le quiero escribir,
aunque solo sea que,
con su desaparición,
se me partió el corazón.

¿Cómo reprimir el llanto,


si la queríamos tanto?

¿Cómo esperar que no duela,


cuando un amor como ese vuela?

32
Cuando un amor que cada día crece,
de pronto desaparece,
porque alguien llegó a morir,
se convierte en un sufrir
y es el alma la que grita,
aunque no sea en voz alta,
¡Abuelita! ¡Abuelita!
¡Cómo nos haces falta!

Pero,
como lo dijeron todos,
ya para qué lamentarnos,
más nos vale resignarnos,
ya se fue, de todos modos.

Te nos fuiste,
te nos moriste,
nos tomaste descuidados,
no estábamos preparados,
creíamos sinceramente
que vivirías eternamente,
hacíamos siempre a un lado,
dejamos siempre olvidado,
que la vida está prestada,
que la línea está trazada
y aunque a nadie le ha gustado,
nuestro día está señalado.

Tu día estaba asignado


y tú,
33
con tu seriedad,
con tu bondad,
con tu formalidad,
cumpliste con puntualidad.

Si nos enseñaste a bien vivir,


nos enseñaste a bien morir.

Mucho tiempo en tu existir,


lo pasaste en el Templo
y todo, en tu vivir,
fue dejar el buen ejemplo.

Tenías creencias muy fijas


que inculcaste en tus Hijas.

Tenías anhelos muy fijos,


la unidad entre tus Hijos.

Tú pedías la unidad,
tú buscabas comprensión
y no encontraste hermandad,
encontraste división,
y tuviste un sufrimiento,
que no paró ni un momento.
Para ti fue una pasión,
ver esa separación,
que por cosas terrenales
te causaban muchos males,
y por un maldito coraje,
34
nunca oyeron tu mensaje.
Unos,
sin estar peleados,
siempre viven apartados.

Siendo de las mismas Gentes,


creen que son diferentes.

Y unos,
en sus desatinos
creen que nacieron finos.

Otros,
sin ser malas Gentes,
se apartan por corrientes.

Tú señalaste un camino.
Tú nos guiabas con buen tino.
Con tu verticalidad,
nos pedías cordialidad.
Y nosotros, ¿qué te dimos?
Frialdad hasta entre primos.
Y alguna vez entre Hermanos,
llegamos hasta las manos.
Y otros,
con el alma herida,
peleados ya de por vida.

Algunos,
teniendo sus propias razones.
35
No veíamos tus emociones.
Algunos,
teniendo problemas tantos,
no veíamos tus llantos.

Algunos,
con gran ligereza
nunca vimos tu tristeza.

Algunos,
haciendo a un lado el amor,
nunca vimos tu dolor.

Algunos,
mientras decíamos amarte,
siempre vivimos aparte.

Algunos,
por su terquedad,
causamos tu ceguedad.

Algunos,
por su finura,
cavamos tu sepultura.

Inclusive en la ocasión,
de ser tu cuerpo velado,
nadie abrió su corazón,
y tu cuerpo amortajado
no vio esa sinrazón
36
de cada quien por su lado.
Y eso me puso a pensar,
y me puse a recordar
tu postura y entereza
que se afirmaba en los Años,
enfrentando tantos daños
que trae la naturaleza.

Fue, sí, tu alma muy pura,


y quiso madre natura
cultivar con tus simientes
ciento y tantos descendientes.

Fue, sí, tu alma magnífica


y tu familia prolífica.
Y aunque todos te han amado,
fue cada quién por su lado.

Tantos hijos, tantos nietos,


llegaste a ver tus bisnietos,
y tu cariño tan grande,
para todos, era uno.
Sí, tu cariño era muy grande
y para todos, era uno.

En cambio,
¡ah!, injusticias de este Mundo,
con nuestra falta de vista,
nuestro amor fue egoísta
aunque se sienta profundo.
37
Tu amor,
aunque ya no se sienta,
valía por ciento sesenta.

Tu afecto,
que bien prodigabas,
nunca lo dividías,
igual a todos tratabas,
lo pueden jurar mis tías.

Con tu corazón repleto,


dabas amor completo,
y mientras tu descendencia,
por egoísmo o pendencia,
sabiendo que te ha dolido,
te lo daba dividido
y haciendo muy malas artes,
te lo entregamos por partes.

Tus hijos,
lo sé muy bien,
pensarán esto también.
Tus hijos,
estoy seguro,
pensarán en el futuro.
Tus hijos
no han de querer
que les pueda suceder,
que en su propia casa
les pase lo que aquí pasa.
38
Porque
me pongo a pensar,
que
¿qué clase de afrenta
le pudo a un tío pasar
que a sus hijos no presenta?
Y así,
ya, ¿qué más decimos?

No conozco ni a mis primos.

¿Qué más te puedo decir?


Ya no estás para sufrir.

Te pregunto en tu partida:
¿Qué pesó más en tu vida?
¿Tus penas acumuladas?
¿Tus alegrías separadas?
¿Tantos felices momentos?
¿O los muchos sufrimientos?

Ahora frente a tu tumba,


con el alma afligida,
lo que no te dije en vida
en mi corazón retumba,
y por ello,
lo que es ahora mi sentir
te lo vengo a decir,
y es que,

39
el cariño que te tengo,
para siempre lo sostengo.

Pero pregunto con llanto,


y te pregunto ahorita;
faltándonos tú, Abuelita,
¿quién nos querrá ya tanto?

Faltándonos ya tu amor,
¿quién será el conciliador?

Al no existir ya tu ser,
¿nos volveremos a ver?

Sin ti,
ya nada es lo mismo.
Sin ti,
crece más el abismo
y nuestro único consuelo
es que ya estés en el Cielo.

Y pensar,
que tu cariño sería infinito
si no fuéramos mortales.
Solo nos queda desear
que estés ya con mi Abuelito
donde todos son iguales.

Si yo pidiera opiniones,
si yo buscara razones,
40
entre tus hijos,
y los hijos de tus hijos,
en tu familia que es tanta,
para todos fuiste santa
y no habrá a quien no le cuadre,
si te llamo, Santa Madre.

Por tus noches de desvelo,


por tus días de desconsuelo
ya solo puedo desear,
Abuelita,
si es que existe el cielo,
que ahí debes tú estar.

41
PAPÁ, ¿CÓMO SE APELLIDA
DIOS? (PRÓLOGO)

Con una pregunta así, ¿cuál sería la respuesta


adecuada?
Aquí es donde empiezan las dudas teológicas.
Aquí es donde el cerebro que Dios nos dio para
pensar, se pone a pensar y no atina a entender el
origen del Dios que nos han enseñado a adorar,
a amar sobre todas las cosas y a temer a la hora
del Juicio.
Nosotros estamos acostumbrados a que el ape-
llido de las personas nos revela el nombre de
los padres. Primero el del padre y segundo el
de la madre.
Por cierto, hay quienes ya quieren cambiar este
orden establecido desde hace siglos.
Y cuando es “padre desconocido”, la persona
recibe el apellido de la madre.
¿Y cuando es de padre y madre desconocidos?
En el hospicio alguien le pone apellido.
Nadie puede circular en este mundo sin apelli-
dos que lo identifiquen.
42
¿Y a Dios quién lo engendró?
¿Se creó Él solo?
Imposible.
Nada puede nacer de algo que no existe.
Entonces, ¿cuál es el origen de Dios?
Nadie lo sabe, ni lo va a saber.
Por eso no es fácil decir que tenga apellido.
Jesucristo era conocido como Jesús de Naza-
reth.
Los Navarro venían de Navarra y así se identi-
ficaban todos hace mucho tiempo.
Y cada que analizo el cómo y el dónde del ori-
gen de tan egregia y divina figura, termino pre-
guntándome: ¿Cómo se pudo crear Él solo?
Y luego tendría que seguirle con el asunto de la
Divina Providencia.
Tres personas distintas y un solo Dios verda-
dero.
Y resulta que los mismos que nos enseñan la
religión no entienden este misterio, y eso que
pasan varios años estudiando teología y otras
ciencias que deberían saber y explicar eso.
Y como según yo, no le encuentro explicación a
los dos misterios, por eso y muchas cosas más,
mejor hay que leer qué le contesté a mi hija.

43
PAPÁ, ¿CÓMO SE APELLIDA
DIOS?

Papá,
¿cómo se apellida Dios?
¿Pérez?
¿Márquez?
¿Gómez?
¿De las Altas Torres y de los Góngora?

Papá,
¿tiene apellido Dios?
¿Méndez?
¿López?
¿Núñez?
¿Conde de la Ínsula de Córdova?

Papá,
¿Cuántos nombres tiene Dios?
¿ José?
¿ Jesús?
¿Salvador?
¿ Juan, Carlos, Rodrigo, Luis?
44
Cuando menos lo esperaba,
cuando más tranquilo estaba,
llegó mi hija y me asustó
pues todo eso preguntó,
y para mal no quedar
esto pude contestar:

Escúchame bien, mi hija,


y ponme mucha atención.
Que yo también tengo esa idea fija,
desde que tengo uso de razón.

Mira, M’ija.
Todos los que aquí vivimos,
todos los que aquí nacimos,
de Padre y Madre venimos.
Y de todos es bien sabido,
que de ellos nos viene el apellido.

Aunque ahora preguntarás:


¿El apellido qué es?
¿Qué es lo que significa?
¿Para qué sirve?

Mira, M’ija.
En este Mundo tan grande
y tan pequeño a la vez,
antes que un niño ande,
ya debe saber quién es.

45
Somos tantos los humanos,
que por ahí alguien inventó,
la forma de distinguir
a uno de otro,
sin que existiera
para otros la manera,
de poderse confundir.

No lo hacemos numerando,
no lo hacemos marcando,
no lo hacemos clasificando.
Dentro del desorden
que implican tantos nacimientos
encontramos que hay orden
a la hora de irlos registrando.

No está bien que fueran Números.


Imagínate que tu nombre fuera,
en vez del que ya todos conocen,
uno, dos, o mil doscientos,
o quinientos billones
novecientos millones
trescientos cuarenta y cinco mil
ciento veintitrés.

Sería tan frío,


tan despersonalizado,
tan problemático.
¿Cómo llamarte por número?
¿Cómo identificarte por marca?
46
Además,
tus compañeros,
tus amigos,
tus Maestros,
¿cómo identificarían tu origen?
¿Cómo sabrían de dónde vienes?
¿Cómo sabrían quiénes son tus Padres?
¿Cómo sabrían qué sangre tienes?

Entonces hay que agradecer,


a quien quiera que haya sido
que se inventó el apellido,
para podernos conocer.

El nombre te distingue
entre tus propios hermanos.
El nombre te diferencia
entre los de tu propia casa,
pero eso del apellido,
para tantos que han vivido,
siempre les ha servido
para que no los confundan,
para que no los revuelvan.

Tú eres una,
en número,
tú eres una,
como Persona,
tú eres una,
como individualidad,
47
tú eres una,
en el concepto de los demás,
tú eres una,
en el aprecio que te tienen,
tú eres una, entre todos,
tú eres única entre todos.

Tu cuerpo está creado,


según lo vemos formado,
a imagen y semejanza
de la que trae la balanza.

Todos somos imperfectos.


Todos tenemos defectos.
Tu cuerpo solo te distingue
por diferencia de sexo,
tu cuerpo, solo por eso
la confusión no extingue.

De ahí la importancia
de que todos tengan Nombre,
de que tengas Apellido.
¿Me has entendido?
En este Mundo de mortales
no es el rostro solamente,
ni la talla de la gente,
lo que nos quita lo iguales.

Que tú mides solo ochenta,


pues con esa estatura,
48
sin que sea la gran altura,
yo te presento noventa.

Que si son cafés tus ojos,


y muy bonitos por cierto,
sin que esto te cause enojos
yo te presento otro ciento.

Que si es claro tu pelo,


diferencia total no es, diles,
si lo elogian, ten recelo,
pelo claro tienen miles.

Que tu voz es melodiosa,


que tiene un timbre agradable,
no diferencia gran cosa
de cada humano que hable.

Mira, M’ija.
Los que este Mundo habitamos,
los que nos creemos humanos,
vemos que de todos modos,
somos Iguales todos.
No es la Carne la diferencia,
no es la ropa,
no es la estatura,
no es el color de tu piel,
no es el color de tus ojos,
no es lo que llevas en ti,
sino lo que va fuera de ti.
49
No eres tú,
no es tu persona,
lo que te hace ser distinta,
pues lo que te ha distinguido,
desde el día en que has nacido
son tu nombre y apellido.

Tú y Yo
los necesitamos
porque estamos entre iguales,
porque estamos entre hermanos,
porque estamos entre humanos.
Pero
Dios,
M’ija,
Él no es igual a nosotros,
Él no se compara a otros,
Él se encuentra en otra altura,
Él tiene otra estatura.

Es cierto que no lo vemos,


y casi puedo asegurarte,
sin que sea desorientarte,
que a Él, no lo conocemos.

Se ha estudiado con pasión,


entender su dimensión.
Se han hecho miles de esfuerzos,
entre los que están mis versos,

50
ya no digamos, por verlo,
tan solo por entenderlo.

Y te digo francamente,
reconozco mi impotencia,
aunque lleno de paciencia,
mi escasa y humana mente
no alcanza con su ciencia
a comprenderlo como ente.

Y si no lo puedo entender,
si no lo podemos ver,
si es imposible imaginarlo,
si es imposible comprenderlo,
déjame, hija, decirte,
que no puedo explicarte,
tal como tú quisieras,
o como tú lo entendieras,
porque es por todos aceptado
que Dios tiene su secreto
debidamente guardado,
y en eso, yo no me meto.

¿Que cuántos Nombres tiene?


Mira, M’ija.
Hay quien le dice “Jehová”,
hay quien lo llama “Alá”,
otros le dicen “Dios”,
otros lo llaman “Señor”,
hay quien le dice “Padre”,
51
inclusive hay una división
que aparece como misterio,
desde Roma, hasta Sión.

Se asegura,
se afirma,
jurando veracidad,
que allá,
donde quiera que esté Dios,
está la Santísima Trinidad.
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¿Que de dónde sale tanto?
No es solo uno, ni dos,
pero todos son un Dios.

¿No lo entiendes?
¿No lo entiendes un poco?
Yo tampoco.
Pero lo dicen en serio,
que esto es un misterio.
Y espero que tengan tino,
si es un misterio Divino.

Pero ya sean tres,


ya sean dos,
ya sea solo uno,
de que existe,
¡sí existe Dios!
No importa cómo le llamen,
no importa cómo lo conozcan,
52
de que existe, existe.
Te digo con convicción,
que yo no creo en la evolución.
Yo no creo en ese rollo
del natural desarrollo.
Para que estemos así,
no solo se usó paciencia,
sino una inteligencia,
que no entendemos aquí.

¿Que cómo se llama?


¿Que cuántos nombre tiene?
Eso te tiene absorta,
cuántos tiene, no importa,
porque será siempre el mismo.
Será siempre uno,
será solo uno.

Lo que sí importa ahorita,


para esa cabecita,
es que quede establecido
que los que estamos grandotes,
que los que ya están viejotes,
lo tienen por conocido
y lo callan por bien sabido,
que Dios no tiene apellido.

Él no tiene a quién llamar


que a su mismo nivel pueda estar.
A Él, no podemos decir
53
que lo pueden confundir.
Él no está como esta humana rama
necesitando de fama.
A Él no le llega como Pasión
necesitar distinción.
Como ya te dije antes,
Él no está a nuestra altura,
Él tiene otra estatura.
No quieras verlo en persona,
no quieras verlo a Él,
Él está a otro nivel.

Por eso,
ya me doy por complacido
si te ha quedado entendido,
que de todos es sabido
que Dios no tiene apellido.

54
YO CONDENO EL TERROSIMO
(PRÓLOGO)

Todo el mundo se asombró cuando empezaron


los secuestros de aviones.
¿A quién se le podría haber ocurrido tal bar-
baridad?
Poner en peligro vidas de pasajeros que no
tienen nada que ver con los problemas de cier-
tas partes del mundo.
El mundo subió su asombro cuando empe-
zaron a explotar bombas por todas partes, en
aeropuertos, en aviones, en trenes, en edificios
públicos y privados.
Y el mundo llegó al clímax del terror cuando
empezaron a verse terroristas dispuestos a
morir, a balazos o con secuestros, con tal de
ver muerto a su enemigo.
Las exigencias de los terroristas tenían que
ver con venganzas o reivindicaciones por ofen-
sas históricas o actuales.
Pero en que cabeza puede caber que para
vengarse de un vecino que me ofendió, yo
55
puedo ir al otro lado del mundo a matar a per-
sonas indefensas y totalmente ajenas a mi pro-
blema y con el crimen reclamar atención del
mundo para que se me haga justicia.
Para que yo quede como héroe o mártir
ante mis gentes, ante los mismos iguales a mí.
Cuántas matanzas hemos visto en esta
generación a la que pertenezco.
Los secuestros de los atletas en las olimpia-
das de Alemania.
El ataque a las Torres Gemelas en New
York.
En el Metro de Londres.
Las eternas peleas en oriente por territorio,
en Inglaterra por la independencia de algunos
territorios y hasta por la religión, en Estados
Unidos por la discriminación racial y la historia
de la esclavitud, en África por rencores entre
tribus y países y las guerras entre tanto país asiá-
tico contra Estados Unidos por agravios que
nunca se van a borrar, en fin, no hay límite de
tipo de lucha, ni de lugar geográfico, ni de raza,
ni de religión, ni de sexo que no tenga abande-
rados dispuestos a luchar y a matar y morir, por
esas causas que creen legítimas para justificar
los crímenes que van a cometer.
El terrorismo debe ser condenado en todo
el mundo.
No entendemos el porqué de ciertas cos-
tumbres en ciertos pueblos, que obligan a los
56
jóvenes a obedecer la instrucción de conver-
tirse en bombas humanas.
Y hacen eso con niños y niñas, con hombres
y mujeres.
Qué debe ocurrir en la mente de un ser
humano para estar dispuesto a destrozar su
cuerpo y el de muchos más, porque sus mayo-
res le dicen que entre más gente mate, mayor va
a ser su premio y reconocimiento en el más allá.
Donde quiera que pudiera ser ese más allá
que les prometen.
Por un principio de humanidad.
Porque a nadie se le puede desear una
muerte así.
Porque no es justo que millones de gente
tengan que huir de su propio país para sobre-
vivir en condiciones terribles de hacinamiento
como migrantes.
Porque no puedo aceptar que eso les pase
a mis hijos o nietos, a mis hermanos o sobri-
nos, a cualquier miembro de mi familia, de mis
amigos, de mis vecinos, de los que viven en la
misma colonia o ciudad, en el mismo estado, en
el mismo país y en el mismo mundo.
Por eso y por muchas cosas más, hay que
condenar el terrorismo.

57
YO CONDENO EL TERRORISMO

Planeta Tierra
Vas cayendo a un abismo,
a un abismo que aterra,
que es el del Terrorismo.

Una actividad muy cruel,


una actividad infame
que aquí en Occidente
reprobamos enérgicamente.

¿Qué clase de fanatismo


engendra al terrorismo?

¿Cuáles son los profetas


que ordenan así lavar afrentas?

¿Qué clase de mundo es este,


donde del este al oeste,
se reúnen donde mismo,
en busca de diplomacia,
58
los que piden democracia
y los que dan Terrorismo?

Ellos son muy insistentes,


y por su objetivo lograr,
no les arredra llegar
a matar a Presidentes.

¡Injusticia!,
claman.
¡Tierra!,
reclaman.
¡Religión!,
proclaman.

¿Acaso existe Justicia


cuando homicidio cometen?
¿Acaso existe Justicia
cuando a ciegas arremeten?

Esas luchas palaciegas,


que por siglos aún perduran,
se puede decir que duran,
porque se ven casi a ciegas.

Volteamos a todos lados


y vemos hombres armados.

El chico se enfrenta al grande,


el grande se enfrenta al chico,
59
el pobre se enfrenta al rico
y el rico se enfrenta al pobre,
dando solo lo que sobre
no importa que el pobre no ande.

¡Cierto es!
Algo existe de injusticia,
cuando hay pueblos hambreados,
cuando hay Pueblos Marginados.

Pero estas situaciones,


para qué pensarlo más,
a pesar de ambiciones,
vienen de siglos atrás.

La justicia es solo capa,


que cubre y que blanquea
a quien armado de tea
quiere matar al Papa.

No nos alcanza la vista


si en una fila ponemos
a todos los que conocemos,
y que al ver a un estadista,
aunque sea de sus hermanos,
siempre les tiemblan las manos.

¿Qué clase de mentalidad


puede fijarse las metas

60
de llegar a la barbaridad
secuestrando a unos Atletas?

¡ Justicia!
¿En el crimen?
¡ Justicia!
¿En el secuestro?
¡Tierra!
¿Matando niños?
¡Tierra!
¿Matando indefensos?
¡Religión!
¿Contra el derecho natural?
¡Religión!
¿Matando a sus hermanos?

A cada quien dar lo suyo,


reza un bíblico refrán,
que podríamos aplicar
a los que la muerte dan,
con ensoberbecido orgullo,
pero solo por matar.

¡Diálogo!,
pide el Mundo.
¡Al terror!,
un ¡No! rotundo.

¿Por qué no hay conciliación


entre tantos intereses?
61
Porque ya son muchas veces
en que vemos la traición,
y así, desgraciadamente,
no muere solo un presidente,
porque los que mueren más
son los que buscan la paz.

“¡Mataremos al traidor!,
buscando en eso la Gloria”,
olvidando que la historia
la escribe el vencedor.

En esta clase de actos


no se hacen claros los pactos,
pero hay que meditarlo
antes de traidor llamarlo.
¿Quién merece más el nombre?
Quien lo llama “Ejecución”,
o quien mata a traición,
olvidándose que es hombre.

Se aduce a favor de unos,


que son jefes de un Estado
que debe estar bien calmado,
aunque se mueran algunos.

Los otros, lo que pretextan


es que ya desesperados,
por ser siempre marginados,
“Con nosotros no se metan”.
62
Parecen no tener alma,
parecen ser la pared,
y es que tienen una sed
que solo la sangre calma.

“Nuestra justicia es Divina”,


claman a coro los dos,
“tengo órdenes de Dios”,
y su mente desatina.

Ya sea hombre de Estado,


ya sea de la paz amante,
por ellos está marcado
aunque solo sea un cantante.

¿Orgullo?
¿Fiereza?

Creo que solo un demente


en este país haría
lo que es pan de cada día
en los países de Oriente.

¿No tienen entendimiento?


¿Vale la afrenta una vida?
¿Que no tienen escarmiento?
¿No es una guerra perdida?

¿No ven que cada homicidio,


especialmente en su casa,
63
donde todo es una raza,
solo lleva al genocidio?

¿No ven que es incongruente


reclamar unos derechos
a través de tales hechos
y asustando a la gente?

¿Acaso es mejor solución


la de arriesgarse luchando,
aunque se vayan acabando
y afrontar la exterminación?

Qué contrariedad
para esta humanidad,
que pregona el humanismo
y fomenta el terrorismo.

Que la gente ya no hable,


que la gente no se mueva,
porque el terror se renueva
con cada gente notable.

Aunque viéndolo tranquilamente


llega uno a concluir,
quien aplica el terrorismo
sabiendo que va a morir,

¿lo hace por fanatismo


o está muy mal de la mente?
64
¿De dónde sale esta gente?
¿Cuáles son sus convicciones,
por las que con sus acciones
dejan al mundo impotente?

¿Qué arrendado fanatismo,


qué odio tan singular,
nos empuja al abismo
sin reparar en matar?

En este mundo, es probado


que países en pendencia
recuerdan su inteligencia
cuando los han acabado.

¿No es suficiente al hombre


el oír que en todo el mundo
los programas contra el hambre
son un fracaso rotundo?

Para el colmo de las cosas


y colmo de mala suerte,
por otros lados, la muerte
es por luchas religiosas.

Y si el arma no los mata,


ellos, por su convicción,
teniendo la frente alta
se mueren de inanición.

65
El mundo ya quedó loco,
quien no asesina, se suicida.
¿Para qué vale una vida?,
ya eso se estima muy poco.

“¡Queremos liberación!”
“¡No queremos opresión!”
“¡Dennos participación!”

La humanidad no es tan lista,


pues pierde su calidad
al querer que en cantidad
el mundo sea comunista.

¿De qué creencia tú eres?


Mas vale que seas afín,
o está muy cerca tu fin,
aquí, ¡o crees, o mueres!

Que es filosofía barata,


yo así no la llamara,
la afirmación sale cara,
el que la sigue nos mata.

Los que hablan de democracia,


los que hablan de diplomacia,
¡paren ya tanta desgracia!
Si tienen los ojos fijos
en un blanco que es humano,

66
recuerda que él es tu hermano
y hermano de tus hijos.

Y cuando ya el crimen viene,


quien resulta asesinado
no es el que estaba marcado,
sino el que menos culpa tiene.

Quienes saben lo que enfrentan


cuidan bien de sus personas,
traen vigilancia por zonas,
temiendo diario la afrenta.

Pero el infame criminal


siempre llevará ventaja,
aunque sabe por su mal
que el crimen es su mortaja.

Pero
mueren unos
y
surgen otros,
la pasión nunca termina,
vive siempre el fanatismo,
cuyo comando conmina
¡a sembrar el terrorismo!

Va de por medio su vida,


“Es la de otro por la mía”,

67
y aceptando su Filosofía
dan su vida por perdida.

¿Es valor?
¿Es locura?
¿Es temeridad?
¿Es insensatez?
¿Es arrojo?
¿Es demencia?

Ojo por ojo,


dientes por dientes.
La venganza con arrojo
la ejecutan los valientes.

Qué desperdicio de mente


que proclama la violencia,
más parece de demente
que de una inteligencia.

Pónganse a considerar
en dónde está la razón.
Pónganse a analizar
sin meter el corazón.

No hay que tener favorito


pues por razones de Estado,
porque soy maltratado,
el crimen, siempre es maldito.

68
Los crímenes son de ambos bandos,
los de arriba y los de abajo,
cada quien con su trabajo
creyendo en los resultados.

¡Ah! Planeta Tierra,


si tú vieres
cómo poco a poco mueres.

No acabes con tantas vidas,


no mates ya tantas gentes,
acaba, aunque revientes,
con las luchas fratricidas.

Termina ya la pendencia,
que dejen ya de matarse.
¿Que no pueden arreglarse
solo usando inteligencia?

¿Que no ven ellos bien,


que aunque truncan varias vidas,
dejando causas perdidas,
se acaban ellos también?

“No importa el exterminio,


no importa el genocidio,

aquí solo el homicidio


nos regresará el dominio”.

69
Una vida recibieron
y una vida que quitan,
y estoy seguro que gritan:
“¿Para qué, pues, me la dieron?”.

Algunos, razón tienen más,


y en este mundo de pasiones
viven siempre por la Paz
y mueren por sus convicciones.

Esperemos solamente
que no exporten magnicidios
y alejen sus homicidios
de nuestro presidente.

Ya la voz del mundo reclama,


ya la voz del mundo protesta,
y mi conciencia me llama,
y mi denuncia es esta:
ahora,
ahora mismo,
aquí,
desde aquí mismo,
YO CONDENO EL TERRORISMO.

70
¿QUÉ ESTAMOS HACIENDO
AQUÍ? (PRÓLOGO)

No solo por presentir ahora el fin de mi exis-


tencia, porque lo que escribí, lo pensé y puse en
verso hace 40 años, es que me inquieta enten-
der ¿qué estamos haciendo en este mundo?
En estas latitudes, hemisferios, meridia-
nos y paralelos del mundo que habitamos,
nos enseñaron desde niños que Dios nos hace
el favor de regalarnos la vida. Hasta ahí todo
parece un milagro de Dios que nazca una cria-
tura, y entonces, ¿cuál es el objetivo divino de
que crezcamos y nos reproduzcamos? Que pase
el tiempo, que lleguemos a la muerte ¿y luego?
Ante tanto consejo que recibimos de por-
tarnos bien, de ser útiles a la sociedad, de ser
ejemplo para nuestros hijos, a la larga ¿cuál es
el objetivo divino de todo esto? ¿irnos al cielo?
¿que nos manden al infierno? ¿habrá gente que
todavía crea en la existencia de un infierno? Y
en un infierno como nos lo han pintado desde

71
que a alguien se le ocurrió que era un horno de
llamas eternas.
¿Y el cielo dónde está? Los telescopios
modernos que están ubicados en el espacio,
toman fotos de galaxias ubicadas a millones de
kilómetros  o años luz de kilómetros y las fotos
están tomadas para todos lados en el espacio y
el universo parece no tener fin. No se ve nada
que pudiera ser “el cielo”.
Si lo analizamos con detenimiento,
haciendo a un lado los ritos y los dogmas,
sabiendo que en la tierra se quedan nuestros
ojos, ya sea porque los incineraron o porque se
los comieron los gusanos, ¿con qué ojos vamos
a ver a Dios?
Si creemos en que el alma se separa del
cuerpo y nadie la ve porque es algo insubstan-
cial, ¿el alma tendrá capacidad de viajar a donde
quiera que sea que deba viajar?
¿Todo es solo pura imaginación?
Es imposible creer que estemos aquí solo
porque una célula que alguien tuvo que crear,
evolucionó hasta crear un organismo tan per-
fecto, que nadie en el mundo es capaz de crearlo
por sus propios métodos. El método de repro-
ducción nos dice que aquí hay una inteligencia
y capacidad imposible de entender y de igualar.
Todo lo que vemos en el mundo, desde el reino
animal y vegetal, es algo maravilloso. Y el uni-
verso, el sistema solar, que tiene una función
72
que nadie en el mundo puede controlar, pero
que está hecho con una perfección asombrosa,
que nadie puede entender cómo es que fun-
ciona, porque nos pueden explicar los porqués
de las estaciones del año, pero nadie sabe cómo
se crearon o establecieron para que cada año
funcionen como reloj.
El sol, la luna, los demás planetas, la redon-
dez de cada objeto en el espacio, la rotación, la
traslación y algo muy importante ¿cómo es que
no se caen de donde están? ¿qué los sostiene?
La atracción solar y de un planeta entre
otro. ¿Por qué no chocan el uno contra el otro??
Estoy seguro de que sí hay un Dios o como
deba llamarse, que creó todo esto.
Yo no creo en la evolución. Creo firme-
mente en la mano y en la inteligencia y el poder
divinos.
Pero lo importante de mi pregunta es: ¿qué
estamos haciendo aquí?
La idea es tratar de entender a que está
jugando Dios con nosotros.
“Hagamos al hombre a nuestra imagen y
semejanza” quiere decir que Dios tiene manos,
ojos, piernas, corazón y, a lo mejor, hasta sis-
tema digestivo, con todo lo que esto significa.
La duda, siempre la duda.
¿Cómo fueron creados los primeros
hombre y mujer?

73
Porque si no creo en la evolución, ¿debo
creer en la historia de Adán y Eva?
Ya sé que muchos me dirán que cuando me
muera voy a ver todo eso. Y ahí regresamos a lo
mismo: ¿con que ojos voy a ver todo eso?
 

74
¿QUÉ ESTAMOS HACIENDO
AQUÍ?

Con todo respeto,


Señoras,
Señores,
meditar ahora quiero
y darle vueltas y vueltas
a lo que causa revueltas
cada vez que lo considero.
Y es que me intriga a mí,
¿qué estamos haciendo aquí?

Este mundo,
es un misterio rotundo.
¿Qué dio origen a la vida?
Es una verdad perdida.
¿Quién puede,
sin que su lengua ruede,
y sin orientarnos mal,
decir cuál es el objeto
de la vida terrenal?

75
Las subidas y bajadas,
los éxitos y fracasos,
las ilusiones soñadas
y todo ese frenesí.
¿Para eso estamos aquí?
Yo alzo al cielo los brazos
y sin esperar respuesta
reitero la cuestión esta:
¿Cómo caímos aquí?

Al tratar de nuestro origen,


surgen dos grandes teorías.
Destacan solamente dos.
La que dice que fue Dios
y la que con alegorías,
y apelando a la razón,
dice que fue: Evolución.

Dicen que Dios hizo al mundo


en nada más siete días.
Tiempo que a Él le bastó
para acomodar la tierra,
para iluminar el cielo,
para crear peces y aves,
y las aguas separar.
Y dicen que hay que creer
que con un solo soplido
creó al hombre y la mujer.
Y aquí, en la duda sumido,
trato de encontrar y ver
76
si esto verdad encierra,
aunque, dijeran mis tías:
“No pongas tú tanto celo
en tratar de investigar
algo que tú bien sabes
es un misterio profundo”.

Eso es lo que no me gusta,


o no sé si me asusta,
ver la vida tan repleta
de misterios insolubles,
por eso es que hoy mi meta
es tratar de cuestionar,
sin ofender a volubles,
y sin que a pleito mueva,
qué cosa tiene de cierto
la historia de Adán y Eva.

Pienso que en primer lugar


sería bueno meditar,
ahora que aún estamos vivos,
en qué clase de motivos
se origina la creación.
¿Estaba Dios aburrido?
¿En verdad nos quiere mucho?
Quien en este tema es ducho
afirma que hemos venido
porque Dios ha permitido
o mejor dicho, querido,

77
darnos la oportunidad
de gozar su majestad.

Pero, ¿qué necesidad había


de gozar en donde fuera?
Si la humanidad no existía,
¿cómo se iba a preocupar
de adónde iría a parar
el día en que se muera?

Además, donde hay aprecio


o algo de estimación,
no le dan a uno tan recio,
ni lo envían a la pasión,
pues aquí no hay momento
que no sea de sufrimiento.

Que si Adán dio la mordida


de la manzana prohibida.

Que si Caín por los celos


mandó a su hermano a los cielos.

Que si queremos creer


que el árbol del bien y el mal
nos dio a todos al nacer
el pecado original.

Que si un David dominante


le dio muerte al gigante.
78
Que si no ha habido en la historia
un ser más inteligente
de que tengamos memoria,
que Salomón el vidente.

El problema con la historia


del origen humano
es que:
Esta versión religiosa
que pasó de mano en mano
y las promesas de gloria,
parecen más bien cosa
de que la humanidad porfía
en forjar la fantasía,
ante la imposibilidad
de tener seguridad
acerca de su origen,
y al verse en este camino
se encomiendan a la virgen
por temor a su destino.

Soplo de vida,
Alma,
Entendimiento,
Capacidad de reproducción,
Inteligencia,
Movimiento,
todas estas características
que tiene la humanidad,
no las tiene por casualidad.
79
Y esto hay que afirmarlo
en contraposición
al cuento ese medio malo
de la evolución.

¿Quién puede creer con certeza,


que estamos en este mundo
debido al misterio profundo
que encierra la naturaleza?

¿Quién puede afirmar con verdad,


después de verse a sí mismo,
que tan perfecto organismo
salió por casualidad?

No faltan hombres de ciencia


que aseguran con firmeza
que esto es cosa de paciencia
que sobra a la naturaleza.

No fue cosa de uno a cien años,


dicen nuestros hombres sabios,
pronunciando de sus labios
las frases como santones.
Esto es cosa de millones,
de miles y miles de años.

Pero ¿cómo creer que de nada


aparezca la materia?
Viendo esto en forma seria
80
y creyendo que ganada,
concedamos que sea cierto
que donde estaba algo yerto,
como lo dice la ciencia,
nos surgió la inteligencia.

No es posible aceptar,
sin caer en algo vano,
que todo el género humano,
esta especie tan perfecta,
comenzó en su despertar
siguiendo la línea recta,
y aceptando en forma pura
lo que le ordena natura.

Tanto y tanto elemento,


agua, tierra, fuego y viento.
Tantas y tantas flores,
tantos y tantos olores.
La fuerza de los huracanes,
la potencia de volcanes.
La naturaleza hace derroche
de su fama bien ganada,
flores que abren de madrugada
y flores que abren en la noche.

Quiero saber quién sí puede


explicarme qué sucede.
¿Cómo es posible que ocurra
lo que a esta especie sostiene?
81
Este va y este viene,
que hace parecer sencilla
la función reproductora,
y que una simple semilla
se convierta en la rectora
de la vida en todos momentos,
y que el hombre dependa de ella
para tener alimentos.

¿Quién me puede convencer


de que la naturaleza
con todo y su sapiencia,
sin tener inteligencia
todo lo pudo prever?

La tierra, con su grandeza,


con sus mares y sus ríos,
sus montañas y desiertos
y su potencia,
en el núcleo escondida,
o sea, la naturaleza,
de por sí, no tiene bríos,
los elementos son muertos
pues ninguno tiene vida,
ni uno tiene inteligencia.

¿De dónde pues han sacado


que todo estaba planeado?

82
¿A quién se le habrá ocurrido,
que todos los que vivimos,
de casualidad salimos
por el tiempo transcurrido?

¿En dónde está la sapiencia


que la naturaleza encierra?

Porque aquí en esta tierra,


todo lo explica la ciencia,
menos cómo fue posible
que algo sin inteligencia
creara tantas figuras,
separara las criaturas,
dándole a cada una
su muy precisa función.

No somos aparición.
Todo esto debe ser resultado
de alguien que con un objeto,
que se tiene reservado,
nos tiene aquí trabajando,
atenidos a la suerte
y cada quien preguntando,
¿qué hay después de la muerte?

Si hablamos de evolución,
no nos queda más respuesta,
que toda la gente muerta
ya ha cumplido su función.
83
Se le incinera o entierra,
y ahí, abajo de todos,
en nuestro organismo ocurren
cambios de muchos modos.

Al pensar en el deceso
no podemos evitar
meditar y meditar,
¿venimos solo para eso?

El objeto de esta vida,


¿es tener conocimientos
y saber más que los otros?

¿Es tener dinero


y ser más rico que otros?

Hay que dejarlo muy claro,


en esto hay algo muy raro.
Porque desde que uno es niño,
le hablan mucho del cariño,
¿acaso nomás vinimos a querer
y querer más que los otros?

Nacen y mueren,
las flores,
los árboles,
los frutos,
el día,
la noche,
84
los hombres,
las mujeres,
los volcanes,
los ciclones.
No por sufrir de uno que otro mal,
sino por cumplir con el ciclo natural.

Todo lo que nace, muere.


Luego la tierra no nació,
ya que perdura y perdura
o, ¿acaso morirá?
¿Será cierto lo que dicen
que algún día, no muy lejano,
llegará el fin del mundo?
Y si llega,
¿cómo y cuándo?

Entre los orgullos varios


que existen entre las gentes,
está el de ser millonarios,
o el de ser revolucionarios.

Cada quien tiene su meta


según como haya nacido,
pues el que pobre ha salido,
de pobre quiere salir,
el que negro ha nacido,
como blanco quiere vivir.

85
No cualquiera está conforme
con aquello que el destino
ya le puso en el camino.
Aunque este se deforme,
por la búsqueda constante
de mejoría cada instante.

A qué se deberá entonces


tanta y tanta controversia
si el mundo vive de inercia,
nadie sabe de dónde salimos
y nadie sabe a dónde vamos.

Creer en una u otra teoría


nos sume en la fantasía.

¿Cómo puede alguien aferrarse


a lo que no puede comprobarse?

Aunque se oiga bonito,


¿quién nos puede asegurar
que el espacio es infinito?

Existen contradicciones
de quienes creen ver visiones,
unos dicen que es finito
otros dicen que infinito,
pero en lugar de alegar,
¿quién lo puede comprobar?

86
Así estamos con el hombre
y su origen desconocido,
pues quien lo dé por sabido
que explique por qué existe hambre.

Que diga por qué en la tierra


por todas partes hay guerra.

Que diga con precisión


por qué falta educación.

Que diga con prontitud


por qué nos falta salud.

Yo todavía pregunto,
a quien no se dé abasto,
¿Para qué es tanto gasto,
y tratar de ordenar los elementos,
si no tenemos alimentos?

Tantos que gastan en copas


y hay quien ni trae ropas.

Tantas máquinas que encierran


los conocimientos humanos,
mientras que seres sin manos
a esta vida se aferran.

Tantos seres afligidos,


tantos humanos tullidos,
87
tantas vidas frustradas,
por facultades mermadas.
Tanta distancia entre humanos
por no vernos como hermanos,
tantas guerras provocadas
por pasiones no controladas.

Aunque cuenta ya me he dado


que lo que busca la gente
al saborear lo que tienen
no es saber de dónde vienen,
por ellos, que eso reviente,
lo que sí les ha importado
y que los hace estreñirse,
es, ¿adónde van al morirse?

Yo no aseguro aquí
que exista otra vida,
que exista infierno y cielo,
aunque pongo mucho celo
en la cuestión repetida,
¿qué estamos haciendo aquí?

Lo que sí mucho ha cambiado


son los modos de vivir,
y lo que más ha progresado
y sí ha evolucionado,
es la moda de vestir
que los hombres tanto cuidan,
y por lo que todos esos seres
88
conocidos como mujeres
hasta el deber olvidan.

Muy difícil resultara


que en este tema abundara,
si no he dado solución
a mi primera cuestión.

Una célula sin trazos,


¿cómo imaginó los brazos?

¿Y una célula fue tan lista,


que se imaginó la vista?

¿Fue una sola o fueron diez


las que crearon los pies?

Células tales por cuales,


que sin vista, ni memoria,
nos pusieron en la gloria
con las funciones sexuales.

Células tan prodigiosas


que sin una orientación
idearon, entre otras cosas,
la de la reproducción.

Células encantadoras
que, no teniendo ni manos,

89
han producido hermanos,
y dan vida a todas horas.

Pero, ¿puede ser en realidad,


y pregunto ya con rabia?
¿Pudo existir, en verdad,
una célula tan sabia?

Célula tan canija,


que inventó la lagartija.

Lo pensaría muchas veces


para inventar los peces.

Hay quienes creen que la evolución


es nomás el resultado
de un gen equivocado
que en millones de años ha dado
muestras de su degeneración.

Yo leo esto con horror,


ya que me dan a entender
que si yo llegué a nacer,
eso ocurrió por error.

Pero al que en esto crea,


solo le puedo decir,
que piense y que luego vea,
antes de en error incurrir.

90
¿No es mucha casualidad
que por equivocaciones
toda esta humanidad
tiene fuertes corazones?

Yo replico a los santones


que con su verdad nos mienten,
que nos digan cómo sienten,
que nacieron los pulmones.

Ya para no ir más lejos,


yo pregunto de a de veras,
y sin que sea acelerarse;
digan, jóvenes y viejos,
¿acaso podrían sentarse,
si no tuvieran traseras?

La pregunta es cosa mía.


¿Fue algún ente superior,
o también fue un error
de quien distribuyó la anatomía?

Luego nuestros evolucionistas


con esas mentes tan listas
no dan una explicación
de nuestra vegetación.

Para ellos solo es cosa


de verlo color de rosa

91
y afirmar con frenesí
que ya todo estaba ahí.

Pero no atinan a explicarse


cómo llegó a acostumbrarse
nuestra tierra a hacer sencilla
la germinación de una semilla.

No se explican, ni poquito,
el origen del mosquito.

No aclaran, y no me extraña,
el origen de la araña.

Tienen dudas, y son tantas,


del origen de las plantas.

Todo dan por aclarado


al decir que un pescado,
por el agua ya enfadado,
quiso del mar salirse
y en humano convertirse,
sin aclarar ni una vez
el origen de ese pez.

¡Ah! Científicos maletas.


¡Ah! Científicos balazos,
que creen que de unas aletas
pudieron crecer los brazos.

92
¿Tenía el pez inteligencia?
¿Acaso cree en eso la Ciencia?

¿No tienen remordimiento


cuando con sus facultades
creen que dicen verdades
y olvidan su entendimiento?

Ya tenemos, y celebro,
lo que permite entender,
lo que nos permite ver,
lo que nos permite hablar,
y sin poder explicar
el origen del cerebro.

Insisto, e insisto en verdad,


que no es posible creer
que nuestro maravilloso ser
salió por casualidad.

Algunos en su terquedad
teorizan con ardor
que no fue casualidad,
solo fue casual error.

Con sus investigaciones


han logrado mutaciones,
dándose explicaciones
para apoyar sus razones.

93
Todo porque hicieron teatro
con razones que son malas.
Que a una mosca de dos alas,
con rayos, le hicieron cuatro.

Lo que para ellos quiere decir,


como gran descubrimiento,
que nuestro devenir,
según lo que ellos hallaron,
o sea, nuestro crecimiento,
fue porque nos la rayaron.

Qué pena me da ver esto


de utilizar tantas mentes
para salir raudo y presto
con soluciones corrientes.

Para qué pues tanta histeria,


para qué pues tanto grito,
si nadie puede, repito,
explicarse la materia
aunque traten de aclarar
que todos hemos venido
de una célula sin par,
sin saber cómo ha salido
tan increíble bacteria.

Definitivamente he resuelto,
después de eso que veo,

94
que hasta que me vean ya muerto,
si no lo veo, no lo creo.

Solo falta que sin juicio,


ya todos desesperados
digan, en su beneficio,
que son Misterios Sagrados.

Pobre de la humanidad
que aunque duro se le arrecie,
se cree reina de la especie
pero es pura vanidad.

Qué se puede ya decir,


con tantas dudas que tienen
y tantas muestras que dan
de no entender su existir.
No saben de dónde vienen,
ni saben a dónde van.

Pero lo peor de todo,


es que muestren su temor
a conocer la verdad
y afirmen, codo con codo,
que salimos por error,
o por la casualidad.

Ya vendrán tiempos mejores


ya habrá más descubrimientos,

95
ya vendrán hombres mejores,
con muchos más conocimientos.

Por ahorita, recomiendo


hacer a un lado el problema,
y ya escoger otro tema
pues nos estamos muriendo.

Al fin que hay que verlo así,


de que nací, ya nací.
Ese ya no es mi sufrir.
Lo que ahora más me inquieta,
otro asunto sin respuesta,
es ¿hay más después de morir?

Qué otro remedio me queda,


que el de seguir divagando,
de seguirme preguntando,
mientras el mundo rueda.

He llegado a comprobar
que lo que quiero saber
es difícil de probar,
imposible a mi entender.

Pero una cosa sí es clara,


lo digo dando la cara,
y lo digo sin pasión:
No creo en la evolución.
Aunque esto, cierto, me lleva
96
sin ser mi saber supremo,
a pensar en el otro extremo:
¿Creeré en lo de Adán y Eva?

Tranquilo yo me encontraba
con esta filosofía,
cuando sentí que me hablaba
una voz que me decía:

“Deja de filosofar,
deja ya de molestar,
que el pueblo crea lo que quiera,
aunque de dudas se muera.
Has de estar muy preocupado
sentadote en tu casa.
¿Y sabes qué es lo que pasa?
Es que estás desocupado”.

97
DIOS ES UN TIRANO
(PRÓLOGO)

Lo que van a leer lo escribí hace 30 o 40 años.


De repente se empezaron a morir las perso-
nas que me enseñaron a vivir y a quienes quise
con toda el alma y el corazón.
Primero fue mi abuelito, Luego mi hermano
mayor, luego siguió mi abuelita, luego mi papá,
luego mi mamá y mis tíos y tías.
Luego empezó a desmoronarse la mazorca
de amistades y se empezaron a morir aquellos a
quienes debo el impulso de mi vida profesional.
Gobernadores y otros funcionarios con
los que trabajé y respeté y a quienes les debo
enorme gratitud.
Y entonces es cuando empecé a filosofar al
respecto y llegué a la conclusión de que vivi-
mos en una tiranía.
Desde que nacimos en estas latitudes occi-
dentales del mundo y, en especial en México,
nos dicen que todo se lo debemos a un Dios

98
que nunca vamos a conocer en esta vida, pero
que vamos a verlo y gozarlo en la otra.
Aquí ya empieza el misterio.
Y si te atreves a dudar de esos misterios
celestiales e indescifrables de la vida, te expo-
nes a que te excomulguen.
O sea, que la tiranía en las creencias se
extiende hasta la tierra.
Imposible olvidar aquel sistema de aprendi-
zaje de la religión en nuestras tierras: “O crees
o mueres”
Pero uno se pone a pensar y a analizar, si
Dios me dio un cerebro para pensar ¿Por qué
va a estar prohibido pensar?
Si Dios nos dio uso de razón ¿Por qué va a
estar prohibido razonar?
Buscar la respuesta lógica y sencilla a los
misterios de la divinidad.
Desde la creación del universo y del ser
humano y los animales y los bienes de la natura-
leza: Oxígeno, agua, viento, Nubes y la riqueza
de la tierra que produce árboles y frutos y los
demás cultivos.
La reproducción humana y del reino animal
y vegetal.
Todos son misterios inescrutables para la
poca inteligencia del hombre ante tanta mara-
villa.

99
Todo eso obliga a tratar de imaginar cómo
puede ser quien quiera que sea que nosotros
identificamos como un Dios.
El único e indivisible Dios, aunque luego
nos dicen que son tres personas distintas y un
solo Dios verdadero.
Un Dios que sabe y conoce todo: Pasado,
presente y futuro de cada cosa y de cada persona.
Pero luego nos dicen que la humanidad
había ofendido gravemente la ley de Dios por
que se entregó al mal.
Al desorden moral y social.
Guerras por aquí y por allá.
Pero con todo y esas ofensas graves, que en
el caso de Sodoma y Gomorra fueron castiga-
das con fuego y azufre que cayó del cielo, Dios
decidió que en vez de aventarnos fuego y azu-
fre o alguna otra calamidad, como nos quiere
tanto a sus hijos humanos, en vez de castigar-
nos cruelmente, tal y como nos lo merecíamos,
mejor mandó a su hijo para que lo matáramos
y mediante ese sacrificio asumido por Jesucristo
para lograr el perdón de nuestros pecados, fue
como podemos estar en este mundo dos mil años
después como si no hubiéramos hecho nada.
Aquí es ineludible recordar el Evangelio
Según San Marcos 11:12, donde nos narra que
el mismo Jesucristo habló en parábolas a los
príncipes de los Sacerdotes, los escribas y a los
ancianos diciéndoles que un hombre plantó un
100
viñedo y lo dio a cultivar a unos campesinos y
cuando les mandó cobrar lo que correspondía
por el favor, los campesinos golpearon a cada
mensajero que el Señor les mandaba, hasta que
el Señor, pensando que a su hijo si lo respetarían,
lo mandó a cobrar y los campesinos lo mataron
creyendo que al quedarse el Señor sin heredero,
ellos se quedarían con las tierras prestadas.
El mismo Jesucristo, según lo narra San
Mateo, explicó que lo lógico es que el Señor
fuera a exterminar a esos campesinos mal agra-
decidos y malhechores, para dejar que otros
campesinos cultivaran la tierra a sabiendas de
lo que les podía pasar si repetían la conducta de
los recién exterminados.
Con esto surgen 2 preguntas ineludibles.
La primera es: Si Dios es tan sabio y tan
poderoso que conoce el pasado, el presente y el
futuro de todas las cosas y las personas, ¿Cómo
es posible que se enoje por la conducta de los
seres humanos, si el debió haber sabido cómo
se iban a comportar pasado el tiempo.
Y si ya sabía cómo íbamos a ser los humanos
de ingratos, ¿Para qué nos creó?
Y la segunda es: ¿Si es el ser más poderoso
que podamos imaginar ¿Porqué en vez de man-
dar otro tipo de señal que impactara a los huma-
nos, mandó a su hijo para que lo matáramos?

101
La historia sagrada nos da a entender que
Dios ya sabía el destino de Jesucristo y para eso
lo mandó.
Y Jesucristo ya sabía su destino, por eso
pidió -según San Marcos- que si fuera posi-
ble no le llegase aquella hora, que no le diera
a beber ese cáliz, “pero que no sea lo que yo
quiera, sino lo que tú quieras”.
San Mateo lo narra así: “Padre Mío, si este
cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, que se
haga tu voluntad”.
San Lucas lo narra así: “Padre, si quieres,
aparta de mi este cáliz, pero que no se haga mi
voluntad, sino la tuya.
Entonces solo podemos concluir que Dios,
en su sapiencia divina, mandó a su propio hijo
para que estos infieles y no merecedores de
compasión, lo mataran.
Qué clase de Padre se atrevería a hacer eso
en este mundo.
Nadie.
Solo los tiranos de la antigüedad se mata-
ban entre ellos mismos para quedarse con el
trono, el poder y las riquezas.
Si algo protegemos es a nuestros descen-
dientes.
Ese es un misterio histórico que he tratado
de desentrañar.
El gran secreto de la vida y la religión.

102
Aclaro que soy católico bautizado en Santa
Cruz de Juventino Rosas, Guanajuato.
Me confirmó el entonces Obispo Don José
Garibi Rivera en la Catedral de Guadalajara.
Hice mi primera comunión en el templo de
San Francisco de Sales de esta ciudad.
Recé miles de veces mis 3 Aves Marías antes
de dormirme.
Con mi abuelita y mi mamá he de haber
rezado mil veces el rosario.
Fui monaguillo.
Muchos años hice ejercicios espirituales.
Me casé por la Iglesia Católica.
Mis hijos están bautizados.
O mejor dicho, soy católico de a de veras.
No soy hereje, ni apóstata.
Pero como tenemos derecho al libre albe-
drío, ejerzo ese derecho queriendo encontrar
una explicación a por qué, si Dios nos quiere
tanto, permite tantas guerras, tantos males,
tanta injusticia, tanta pobreza, tantas catástro-
fes naturales y tantas diferencias extremas entre
los seres humanos.
Porqué nacen tantos niños con síndrome
de down, sordomudos, ciegos, con parálisis
cerebral y con tantas otras deficiencias natura-
les, que solo van a convertir su vida y la de sus
padres, en puro sufrimiento.
Porque se mueren tantos niños de cáncer,
de polio, de una simple caída, por ser atrope-
103
llados y ahora hasta por ser acribillados en una
de esas matanzas modernas.
Ya ni que decir de tanto adulto muerto en
el mundo por el famoso covid, ébola, tubercu-
losis, lepra, etc., etc.
Y para acabarla de amolar, todavía hay que
agradecerle a Dios que nos los quitó.
Ya no hablemos de uno mismo y los esfuer-
zos para crecer en edad y sabiduría.
En patrimonio y descendencia.
Tratando de hacer algo por los demás.
Y de repente, si tienes la suerte de “enfer-
marte”, la vida te da la oportunidad de despe-
dirte de tus seres queridos.
Pero de que te mueres, te mueres.
A pesar de cadenas de oraciones, misas
encomendando tu salud a Dios.
Porque otros caen fulminados por un ata-
que cardiaco, un derrame cerebral, un acci-
dente o un asesinato de los de ahora.
Ni tiempo de despedirse.
Ahí es donde me pregunto que tan válido
es que repitamos aquello de: “Hágase Señor tu
Voluntad”.
No nos pregunta si queremos nacer y
menos nos pregunta si nos queremos morir.
Realmente, viendo que las oraciones no tie-
nen respuesta, porque millones de Católicos se
unen al Papa para orar pidiendo que se acabe la

104
pandemia y resulta que si se acaba, va a ser por
las vacunas aplicadas.
No va a faltar quien diga que Dios permitió
que se crearan las vacunas.
Pero entonces las oraciones ¿Quién las
escucha? ¿Quién las atiende?
Lo importante es que creemos firmemente
en que aquí, en este mundo, en esta vida, solo
impera un voz y una voluntad.
La de Dios.
Y por eso me atrevo a decir que Dios es un
tirano.
No nos deja opinar en nada.
No podemos pedir que aleje de nosotros el
cáliz que vemos que nos va a dar a tomar.
Ni Jesucristo pudo, menos nosotros.
En nuestro calendario tenemos la fecha del
28 de diciembre, en la que con horror recor-
damos la masacre que el tirano de Herodes
mandó hacer al ordenar la muerte de todos los
niños menores de 2 años, para evitar el creci-
miento del que le dijeron que iba a ser el Rey
de los Judíos.
Dios permitió que para salvar a su hijo,
Herodes matara a una inimaginable cantidad
de niños, había menores de 2 años en esa época
en Judea.
¿Qué culpa tenían esos niños y sus almas?
Pero ¿A qué se atenía Herodes?

105
Solo que hubiera un precedente similar
venido de más alto.
Y lo había.
La Biblia registra que Moises narra en el
libro de Éxodo, que Dios mandó a su legión de
Ángeles a matar a todos los primogénitos de la
tierra de Egipto, incluyendo al hijo del Faraón.
¿Dios ordenó una masacre de ese tamaño
para liberar al “pueblo escogido?
Si a Herodes lo calificamos como tirano
por atreverse a matar a miles de niños por una
causa política, ¿Qué podemos pensar de Dios
que mandó matar más niños que Herodes?
Esos niños, fueran de donde fueran, no
tenían la culpa de haber nacido donde nacie-
ron y menos culpa tenían de cualquier conflicto
entre un Faraón y Moises.
¿Por qué tenían que pagar los niños las cul-
pas de los padres?
¿Qué clase de gobernante, divino o humano,
puede tomar y ejecutar ese tipo de decisiones
de gobierno?
Solo un tirano.
Por eso y muchas cosas más, se me ocurre
pensar que en la Capilla Sixtina, en la escena
que casi todos interpretan como que Dios le está
pasando a Adán el soplo de la vida, yo me atrevo
a diferir y considero que el dedo flamígero que le
vemos a la figura de Dios, está dando a entender
que lo que Adán recibe no es el soplo de vida,
106
sino la advertencia de que “TE VAS A MORIR”
y no tienes para donde hacerte.
Aquí yo soy el único que manda.
Todo esto me hace pensar en que cuando,
según la Biblia, Dios dijo: “Hagamos al Hom-
bre a nuestra imagen, conforme a nuestra seme-
janza”, no lo dijo porque Dios tenga cabeza,
tronco y extremidades, sino porque el hombre
y la mujer iban a cumplir las actitudes de ejercer
dominio sobre los peces del mar, sobre las aves
del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra
y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
Creced y multiplicaos. Llenad la tierra y
sojuzgadla.
Y la descendencia de Adán y Eva tomó al pie
de la letra el encargo de sojuzgar la tierra y a sus
habitantes, porque de algún lado debe haber
surgido en el hombre la ambición de ser tirano.
¿Por qué tanto ser humano quiere ser el
que domine a sus semejantes en el territorio
en donde vive?
¿Por qué hay quienes extienden su tiranía
por 30 o 40 años dominando por la fuerza a
una población y eliminando al que se atreve a
oponerse o a simplemente opinar en contrario?
¿De dónde le viene al ser humano esa pre-
sunción de que son designados por Dios para
ser como son al gobernar un país?
Dicen que hijo de tigre, pintito.
Entonces, hijo de Dios, ¿tiranito?
107
DIOS ES UN TIRANO

No hay libertad,
¡no la hay!
Esto puede asegurarse
sin temor a equivocarse.

Nunca, por su voluntad


viene la gente al mundo
y es un error rotundo
afirmar que hay libertad.

Que la planificación
permite la concepción,
según el criterio de los padres.
Y aseguran los humanos
que eso hace niños más sanos.

Pero el problema es complejo,


ya que en esto lo importante
no es si mi padre me quiso
o mi madre me deseaba,
108
yo reclamo mi derecho
ya que soy el afectado,
¿por qué no fui consultado?

Este mundo es muy ingrato


y sus leyes especiales
anuncian libre albedrío,
pero cuando llega el crío
y aparece con sus males,
quisieran tener un rato
para considerar.
Piensan si fue para bien
y a veces desean la muerte
de quien solo con llorar
lamenta su mala suerte.

Que si primero fue Adán.


Que si fue la evolución.
Teorías, teorías,
que no dan a mi problema solución.

¿Por qué venimos a este mundo?


Hay tanto que arreglar,
hay tanto que hacer,
hay tanto que ver,
hay tanto que estudiar,
hay tantos que sufren,
hay tantos que ayudar,
hay tantos que vestir,
hay tantos que educar,
109
tantos que alimentar,
tantos que entretener,
hay tantos sin saber qué hacer,
habiendo tanto que trabajar
porque hay tanto que arreglar.

Pero ya estando en este mundo


no caben lamentaciones,
sigue habiendo concepciones.
Y el análisis profundo
no encuentra las soluciones.

Debemos, pues, aceptar


tal cual es la realidad.
Pero es una cualidad
la facultad de pensar
y el poder de cuestionar,
si en esto hay bien o maldad.

Aquí en esto hay un tirano,


aquí hay quien no consulta
y quien a nadie pregunta,
solo interviene su mano.

Porque entre más analizo,


¡porque entre más profundizo!,
sigo sin hallar respuesta
a mi cuestión consentida,
¿qué hago yo en esta vida?

110
Muchos años han pasado.
¿Errores?
Miles he cometido.
¿Aciertos?
No conté los que he tenido.
Pero sí estoy muy seguro
de que siempre he obrado
sin presumir de ser puro,
sí alejado del pecado.
De eso que alguien inventó
para alterar las conciencias,
levantando un gran muro
que separe el bien del mal.

El bien.
El mal.
¿Quién ha marcado la pauta?
¿De dónde nace ese afán
que tiene la gente cauta
de prevenir contra el mal,
o si no al infierno irán?

¿Quién dice que existe infierno?


¿Quién dice que hay más allá?
La fantasía del averno
fue inventada por acá.

Pero no me importa nada


si hay dos infiernos y un cielo,
quiero rasgar el velo,
111
utilizando la espada
que se llama inteligencia.
Quiero armarle una pendencia
a quien sea que corresponda,
¿o mi opinión vale nada?

¿De qué me sirvió crecer?


¿De qué me sirvió estudiar?
¿Para qué tanto trabajo?
¿Para qué tanto aprender?

¿Para qué tanto sufrir?


Son muchos años de vida,
son muchos años de esfuerzo.
¿Para qué?
¿Para venir a oír
que pronto voy a morir?
Siento un dolor profundo
y tengo que repetir,
¿para qué vine a este mundo?

Mi familia,
tanto que los quiero.
Mi casa,
tanto trabajo que me costó.
Mi prestigio,
tanto que luché por él.
Mis amigos,
tanto que los aprecio.

112
Todo lo que hice,
todo lo que conseguí,
todo por lo que luché,
¡todo!, ¿se va a acabar así?

Pido a quien sea responsable


que se muestre y hable.
Ya no tengo sentimiento
por lo de mi nacimiento.
Ya me acostumbré a vivir,
pero eso es lo peor de todo,
que no hay quien encuentre el modo
de que no tenga que morir.

Dicen quienes tienen fe


que en todo esto hay un amo,
todo dulzura y bondad,
que adora oír la verdad,
pues entonces, ¡a Él reclamo!

Nace uno y dicen, ¡estudie!


Crece uno y dicen, ¡trabaje!
Madura uno y se multiplica.
Pero cómo da coraje
ver que nada significa,
en un momento dado,
la experiencia adquirida
a través de una vida
que mucho trabajo ha costado.

113
¿Es esto un juego?
Si es, ¿quién mueve las piezas?
¿Quién da la vida?
¿Quién la quita?
Unos dicen que Dios,
otros que Alá,
allá le llaman Jehová.
Otros más materialistas,
sin comprender el origen,
sin tener un solo dato,
contando con mente aviesa,
dicen, ¡la naturaleza!

Yo no quiero ser problema.


¿Que si Dios o evolución?
Yo solo planteo un teorema,
y lo planteo aquí de hecho,
¿que nadie tiene derecho
de interponer apelación?

¿Que es su bondad infinita?


¿Que somos especie consentida?
¿Para qué pues me da vida,
si luego viene y la quita?

Tampoco creo que sea suerte


que uno o cien años dure.
De cualquier modo,
cuando lo necesito,
no se encuentra a quien cure
114
lo que ha de causar mi muerte.
Ya está perdido todo.

El mundo en sí, es un infierno.


Hay dolor, penas y llanto.
Y lo rige un gobierno
al que aborrecemos tanto.
No es democracia o marxismo,
no es reino, ni condado.
Hoy que me veo afectado,
expongo aquí mi teoría,
sea Alá, Jehová o Dios mismo,
preside una tiranía.

Yo capacité mi mente,
yo adiestré mis manos,
yo ayudé a mis hermanos,
todavía recientemente.

Pero lo que nace, muere,


es la decisión divina.
Pero, natural que fuere,
este fin me desatina.

Hay quienes pierden valor


y olvidan la integridad,
pues no tienen el calor
que nos da la sociedad.

115
Hice lo mejor que pude,
di lo que pude dar.
Amé como se debe amar
y todo aquí se sacude.
No quiero oír al doctor,
no quiero oírle que hable,
que no diga más, ¡por favor!,
que mi mal es incurable.

Terminante decisión,
la que alguien tomó por mí.
No importa el buen corazón,
tu vida se acaba aquí.

¿Qué otro remedio queda?


Debo pensar en morir,
debo actuar firmemente,
preparando ya mi mente
por todo el tiempo que pueda,
para convencerme
de que no estaré ya aquí.
Por fin pudieron vencerme.

Pero estoy en Occidente


y sería una locura
si no aclaro mi mente
y me adapto a mi cultura.

Por lo que a mí me han dicho,


aquí no hay Jehová, ni Alá.
116
Aquí no tenemos dos,
aquí hay un solo Dios,
que nos manda desde allá.

No es cierto que somos libres,


nuestra vida está marcada
y hay que entender la verdad.
Nos marcaron con crueldad.
Si traes otro cuento, ¡vete!,
solo somos un juguete,
pero a quien sea yo ruego,
¿por qué me puso en el juego?
Y grito a les cuatro vientos,
¿por qué me dio sentimientos?
No entiende que a un alma honrada,
que ha puesto empeño en todo,
no se le dice de ese modo,
¡ya no sirves para nada!

¡Me voy!
Está bien, ¡me voy!
Dejo todo lo que hice.
Dejo a todos los que quise,
pero grábense bien en la mente,
esto que digo muy sinceramente.
Dicho con el corazón,
dicho con sinceridad,
pongo en ello mi razón
y siento que es la verdad.
Levanto enérgica mi mano
117
ante el Dios de mis antepasados,
que deben sentirse honrados,
de escuchar que así reclamo:

“Abuelos y padres míos,


sé muy bien que no estoy sano
y que mi vida fue en vano,
por eso en esos momentos
expreso mis sentimientos
y no los sientan impíos.
¡Ese Dios, es un tirano!”.

118
DEPORTE ABOMINABLE
(PRÓLOGO)

Hay edades en la vida de los seres humanos en


las que estamos totalmente dispuestos a descu-
brir lo que han inventado para entretenernos.
Hay deportes que, como deporte en sí, no es
riesgoso para ninguno de los participantes.
El origen de ciertos deportes nos lleva a
los que son simple diversión y a los que son de
total agresión. Nos dicen que deportes como el
fútbol, el tenis, el beisbol, el básquetbol y otros
por el estilo, fueron creados para la diversión de
los niveles sociales pudientes.
En cambio, otros como el box, la lucha
libre y unos peores que se han inventado últi-
mamente, fueron creados para aprovechar la
necesidad de los que aceptaban practicarlos.
Los orígenes de los “grandes campeones de
box” siempre es la pobreza familiar.
Son tan pobres, que están dispuestos a que
los golpeen delante de la gente, con tal de llevar
algo de dinero a sus familias.
119
Y el ser humano, que algo tiene de malvado,
inventa la promoción de peleas de box.
Peleas en las que ahora va de por medio el
“prestigio y el honor nacional”, porque hay que
dejarse golpear, para probar que los de aquí y
los de allá no le tienen miedo a nada.
Y entonces convierten el box en deporte
olímpico.
Porque los que dirigen eso de las olimpia-
das, consideran que el box tiene valor artístico
y deportivo.
Nada como un nocaut fulminante para vito-
rear al ganador.
Pero el problema surge cuando entre el
público observador empieza a brotar el salva-
jismo que todos tenemos dentro y le gritan a su
favorito: “¡¡Pégale, Mátalo!!”.
Los boxeadores terminan la pelea con el
rostro cubierto de sangre, ya sea la propia o la
ajena. Y lo peor, a causa de los golpes recibi-
dos, ha habido boxeadores que mueren arriba
del ring. Otros alcanzan a llegar al hospital,
pero van tan lastimados, que de todos modos
fallecen. Otros tienen peor suerte y en vez de
fallecer andan por la vida “tocados”, como se
conoce cuando pierden la capacidad de pensar,
sin posibilidades de trabajar, porque no pueden
ser responsables de nada.
Viven en la miseria, porque por el nivel cul-
tural en el que crecieron, los empuja a tirar en la
120
cantina y otras distracciones, lo poco o mucho
que han ganado.
Conocemos la historia de grandes cam-
peones de peso completo que presumen haber
tirado a la calle millones de dólares que les
pagaron por pelear.
Como muchos, yo también tuve mi época
en la que por la juventud y por la necesidad de
entretenimiento iba a ver las peleas y me emo-
cionaba ver a los “ídolos” noquear al contrario.
Hasta nos enorgullece que nos haya tocado
ver a Cassius Clay pelear.
A Julio César Chavez.
Y más para atrás al “Ratón” Macías, al “Man-
tequilla” Nápoles, al “Toluco” López y tantos
más que llenaban las plazas donde se presen-
taban.
Y ahora ya se les ocurrió que las mujeres
también se suban al ring a pelear.
Pero así como un día dejamos de jugar con
cochecitos de madera y caballitos de cartón,
llega un día en el que la madurez nos aconseja
dejar de ver esos deportes que son crueles,
tanto para los que lo practican, como para los
que los presencian.
Ahora hay quienes pierden lo poco que
tienen, porque ya los invitan a apostar, con la
ilusión de que van a ganar miles de pesos, si le
atinan al ganador.

121
Ya no es necesario salir de la casa para apos-
tar, porque ya se puede hacer desde la propia
computadora o desde el propio teléfono celular.
Se juntan miles o millones de personas a
vitorear al “Canelo” y se enojan si no ven sangre
en los guantes o en los rostros.
Si no hay sangre, no sirvió la película.
Para presumir que vi una pelea digna de mi
atención, se necesita ver los rostros y los ojos y
pómulos hinchados por los golpes.
Solo nos falta regresar al Coliseo Romano,
para divertirnos viendo a los leones destro-
zando a los cristianos o ver a los gladiadores
matando al contrario.
¿A dónde vamos? Cada día hay deportes
más crueles.
Las películas y los juegos virtuales están lle-
nos de muertos.
El crimen organizado ya no se tienta el cora-
zón para destrozar cuerpos y tirarlos en plena
calle de cualquier ciudad o llegan armados para
matar a todo el que se les atraviese por enfrente
en eventos sociales y hasta en velorios.
Estamos perdiendo nuestra capacidad de
asombro en las masacres que nos está tocando
ver y los asesinos están perdiendo el límite que la
humanidad ponía para no agraviar a tanta gente.
El deporte abominable se ha extendido a
todas las actividades, en todo el mundo.
¡Dios nos agarre confesados!
122
DEPORTE ABOMINABLE

No es que yo me asombre,
ni digo que sea mala suerte,
el que sean causa de muerte
los solos puños de un hombre.

No es posible aclarar
quién es culpable primero,
el que mata por matar
o el que mata por dinero,

y el que mata por la paga,


siempre causará la muerte
aunque solamente lo haga
porque lo pide la gente.

La gente quiere que mate


y se enardece gritando,
que a fuerza de irlo golpeando
ponga al otro fuera de combate.

123
Si de peleas se trata,
no importa si nadie mata,
sangre queremos ver,
gritan a más no poder,
sangre queremos que salga
para que esto la pena valga.

Dicen las religiones


que debemos creer
que el hombre es el único ser
que sin creer en visiones
presume de inteligencia,
presume de su creencia.
Es rey de los seres vivos.
Yo diría, primitivos.

En el mundo conocemos
hombres que son toda bondad,
y en el mundo conocemos
quienes son toda maldad.

Hay deportes excitantes,


deportes emocionantes,
deportes que entusiasman.

Pero al hablar de boxeo,


lo digo porque lo veo,
la sangre es de buena suerte,
y hay buena suerte si hay muerte.

124
No solo es competencia,
no es solamente vigor,
en esto lo que da calor
es solamente violencia.

No es combate por honor,


es combate pendenciero,
no importa causar dolor
mientras nos paguen dinero.

Me avergüenza lo que veo,


me avergüenza este deporte,
que alguien, ¡ya!, esto corte,
que alguien pare el boxeo.

Dicen que es todo un arte,


que es defensa personal,
pero solo causa un mal,
los golpes son para matarte.

No, no es que a mí me asombre,


ya hemos visto las guerras,
he visto muerte por tierras,
sé de qué es capaz el hombre.

Da golpes por su crueldad,


que él llama virilidad,
da golpes por el placer
de ver al otro caer.

125
Yo me atrevo a asegurar
que lo que él llama crueldad,
es solo debilidad
que no puede superar.

No falta quien, con descaro,


dice que hay que humanizar
este deporte tan raro,
que a muchos llega a excitar.

Pero la humanización
no consiste en dejar de golpear
ni consiste en dejar de gritar,
no se hace por compasión.
Solo de pretexto sirve
para quien del boxeo vive.

Si hablan de humanizar,
no es por humanidad,
es fingir una humildad
por no dejar de ganar.

Yo lo único que sé,


es que por lo que se ve,
se han de seguir matando
los que han de seguir boxeando.

De qué sirve la Religión,


para qué sirven las leyes,

126
el box, deporte de reyes,
se disfruta con pasión.

Si el boxeo es calificado
por el éxtasis que crea,
no existe mejor pelea
que en donde hay un noqueado.

Y si es pelea encomiable
cuando la sangre aparece,
es pelea inolvidable
cuando un boxeador perece.

Si hay sangre o hay muerte,


si hay un hombre noqueado,
diremos que hubo buena suerte,
desquitamos lo pagado.

Es de creer eso de antes,


que la gente tenga gustos de esos,
que pague miles de pesos
por ver morir semejantes.

Esto no parece humano,


esto no parece de hombres,
si te gusta, no te asombres,
te invito al circo Romano.

¿Que es un arte el boxeo?


¿Que es deporte el boxeo?
127
Si hay que matar a un vivo
es un arte primitivo.

Si el arte está en noquear,


si el arte está en matar,
es un crimen permitido,
nos permiten lo prohibido.

Aunque no trato de probar


si es legal o ilegal,
su atención quiero llamar,
si hay muertes, algo anda mal.

En fin, no pretendo discutir


ni pretendo reclamar,
solo quiero solicitar
que ya los dejen vivir,

además, quiero dejar aclarado,


quiero que quede asentado,
que por nada del mundo creo
que sea deporte el boxeo.

128
VIDA, ME COBRAS LO
QUE NO TE DEBO
(PRÓLOGO)

Dicen los Sabios que “origen es destino”.


Entonces, quién es el encargado de decidir
si yo, sí, yo individuo, ser humano, igual que
todos, estoy destinado a nacer en cierta parte
del mundo, voy a hablar el idioma oficial de ese
lugar.
Voy a crecer aprendiendo la cultura propia
del rumbo, pero además, hasta la calle en donde
voy a nacer y los padres que me engendraron
deciden parte de lo que va a ser mi futuro, mi
destino. Si de pura casualidad nací en México,
hay que ver en qué ciudad, pueblo o rancho.
En qué estado, porque la geografía tiene
que ver mucho en la cultura y en la formación.
No es lo mismo nacer en donde todo parece
indicar que voy a terminar de charro, a nacer en
donde todo dice que voy a ser pescador, agri-
cultor, comerciante o lo que mis papás hayan
preparado para mí.

129
¿Tendré la oportunidad de ir a la escuela?
¿Tendré la oportunidad de ir a la Univer-
sidad?
¿Habrá comida en mi casa para no tener que
ir a buscarla en la calle?
¿Habrá casa para mí y mis hermanos?
¿Quién decide en el cielo a quién le toca
sufrir desde el nacimiento y a quién no?
Nos enseñan que desde el nacimiento ya
venimos marcados para lo que nos espera y va
a ser de cada uno de nosotros en el futuro.
Bien hecho para aquellos que nacen entre
pañales de seda y desde niños no les falta nada.
Pero, ¿qué podemos decir de aquellos que
nacen en la indigencia y desde que nacen les
hace falta todo?
Desde que nacen la vida les empieza a
cobrar el haber nacido.
¿Y el niño qué culpa tiene?
¿Por qué no todos nacemos con las mismas
oportunidades ante la vida?
¿Por qué parece que yo estoy pagando por
los pecados de otros?
El puro color de la piel ya es una distinción
que nadie se merece.
Si alguien tuvo la mala suerte de nacer en un
ambiente no propicio para el buen desarrollo
cultural y moral, lo más seguro es que va a ter-
minar en alguna prisión.

130
O sea, a muchos, la vida les cobra algo que
ellos no deben.
Lo viví cuando fui director de la Peniten-
ciaría del Estado.
Por eso se me ocurrió escribir al respecto.
En esa época -1980- publicaron este texto
en el suplemento cultural dominical de EL
INFORMADOR de Guadalajara y en un perió-
dico que se llamaba testimonio.
Debo imaginar que mucha gente lo leyó.
Y ahí permaneció guardado.
Hasta ahora que se me ocurrió ponerlo a la
consideración de las nuevas generaciones y de
las no tan nuevas que no leían los medios en los
que se publicó.
A lo mejor la vida les cobró algo que no
debían y por eso no tuvieron la oportunidad
de leerlo antes, pero ahora la vida les vuelve a
cobrar y en castigo me van a tener que leer.

131
VIDA, ME COBRAS
LO QUE NO TE DEBO

Nadie pide llegar a este mundo.


Nadie tiene vida por su voluntad.
Nadie dice a la vida un ¡no! rotundo.
Nadie, hasta que se pierde la libertad.

Vida,
apareces en forma subrepticia,
escondida,
y a veces no traes más que injusticia.

Cuán difícil me ha sido aceptar


que aquel que dicen que es todo bondad
y cuya figura he visto sobre el altar,
me tenga a mí privado de libertad.

Vida,
¿por qué me has tratado en esa forma?
Naturaleza,
¿quién decide cuál vida se deforma?

132
Me han condenado y llenado de tristeza,
y reclamo a quien me dio esta mala suerte,
pues me juzgan e imponen un castigo fuerte,
no sé si por delito o por pobreza.

Vida,
tratan de decirnos que nos tienes amor.
Sociedad,
te encargas de transformar todo en dolor.

¿Por qué, Sociedad, juzgas mi maldad


si no me diste más oportunidad?
¿Por qué, Sociedad, nos impones estas penas,
si desde la cuna nos atas con cadenas?

Felicidad,
si todos tenemos derecho a una porción,
¿por qué no existes para los que estamos en
prisión?

Vida,
¿por qué nos haces todavía pagar con sangre,
los siglos y siglos que hemos sufrido hambre?

¿Por qué mi hermano es más inteligente?


¿Quién da las cualidades a la gente?
¿Por qué aquel tuvo mucha educación
y yo no he tenido ni alimentación?

133
No sé qué pecados cometió mi Madre,
ni tampoco los que cometió mi Padre.
¿Por qué imponerme a mí la maldición
de castigo hasta la quinta generación?

Vida,
¿por qué me infliges este tormento,
si ya toda mi vida ha sido sufrimiento?

Vida,
¿por qué te ensañas con nosotros tanto
y sumes a nuestra familia en llanto?

¿A dónde puedo ir si mi único amigo


lo he encontrado aquí en el castigo?
¿Cómo exiges que no perdamos el juicio,
si al nacer nos sumes en el vicio?

¿Cómo puedo creer en la equidad,


si quien debía ser mi figura de bondad,
antes de comprarme ropa
gastaba todo en una copa?

Vida,
¿por qué todos me ven como un maldito,
solo porque cometí un delito?

¿Cómo puedo ser un hombre probo


si por mi aspecto me acusan de robo?

134
¿Cómo puedo llegar a la readaptación
cuando sin causa me acusan de violación?

¿Cómo puedo en mi esfuerzo hallar constancia


si por mi pobreza me encierran por vagancia?

¿Cómo puedo alejarme de la prisión


si me hostigan las fuerzas de represión?

¿Cómo esperan encontrar en mí bondad


si todo me ha negado la Sociedad?

Vida,
¿cómo esperas que te tenga yo paciencia
si todos me agreden con violencia?

¿Cómo esperas que acepte yo tu mano


si mi primer enemigo es mi hermano?

¿Cómo esperas mi dignidad recuperar


si nunca he tenido aunque sea un hogar?

¿Cómo puedo esperar algo de ti, vida,


si he tenido que mendigar hasta por comida?

¿Por qué tantos disfrutan de sus excesos,


mientras nosotros estamos aquí presos?
¿Por qué en nuestra vida hay solo carencias
y las de otros están llenas de suficiencias?

135
Vida,
me revelo a ti con ardor
porque aún desconozco el amor.
Me alzo contra lo establecido
después de tanto que he sufrido.

Me levanto encolerizado
porque ya estoy desesperado.

Mi abuelo, mi padre y este hijo


hemos tenido un destino fijo.

Vida,
te hago la reclamación,
¿por qué todos vivimos en prisión?

Mi odio ha ido en incremento


porque solo conozco el sufrimiento.

No recuerdo, desde que era niño,


haber recibido muestras de cariño.

Vida,
por eso te reclamo.
¿No hay nadie que me diga “Te amo”?

Ahora encuentro comprensión


en quienes buscan mi readaptación.
Estas gentes se ganan mi confianza
al momento que me infunden esperanza.
136
Me hablan de lo que parece ficción
aunque sea a través de la religión.
Pero no puedo evitar el mal semblante
porque mi situación es desesperante.

Me hablan de readaptación
y me ofrecen educación.
A mí, que caí tan bajo,
me están ofreciendo trabajo.

Recibo constantes servicios


para alejarme de los vicios.
Soy objeto de atención
y me dan buena alimentación.

Pero qué terrible es el pasado,


no creo haberlo superado.
Lo que siguió a haber nacido
no creo haberlo merecido.

Treinta años de crueldad


no los borra uno de bondad.

Por eso dice mi amigo


que paga un delito comprobado:
Después de tantos años de castigo,
quién me quita lo golpeado.

Acaso todo este sufrimiento,


por algo que hice sin razón,
137
se borra con mi arrepentimiento
aunque salga del corazón.

Hay que ver la realidad,


y aceptar con resignación
que un acto de contrición
no devuelve la libertad.

Se acaba en mí la pendencia,
cumplo con mi penitencia.
Me han hecho entrar en razón
por mi socialización.

Me fue negada riqueza.


Me fue negado el amor.
No me asusta mi pobreza,
saldré al frente por mi honor.

Si otros pelean por mí


en este lugar de penas,
yo romperé las cadenas
y saldré otro de aquí.

Yo creo que la providencia


en su infinita sapiencia
siente llegado el momento
de mi arrepentimiento.

Y aunque aborrezco mi suerte,


tengo el presentimiento fuerte
138
de que aun estando aquí,
Dios se acuerda de mí.

Ya la vida no es igual,
hay trabajo y diversión,
y con un esfuerzo real
se acaba la corrupción.

Creo que bien se podría,


afirmando con certeza,
donde solo había tristeza
ahora es casa de alegría.

Pero estando aquí en Oblatos,


y aunque la imaginación vuele,
solo sabe dónde duele
al que le aprietan los zapatos.

Por eso con desesperación


todos gritamos a coro,
que aunque la jaula sea de oro,
no deja de ser prisión.

139
140
141
¡SOY INOCENTE!
(PRÓLOGO)

Cuando uno trabaja en una cárcel o un hospital,


siempre ve casos dramáticos en los que no sabe
uno para dónde hacerse.
Si es en un hospital, el médico o enfermera,
no quieren que se muera el paciente. Lo toman
como un fracaso personal, si es que los cuida-
dos y medicinas no salvan al paciente de la
muerte.
En una cárcel, prisión, reclusorio o centro
de readaptación social, como ahora les lla-
man, quienes no tienen la preparación debida,
sucumben a la tentación de compadecerse de
algunos casos, porque no han comprendido
que en esos lugares, lo que más se desarrolla en
los internos, es el sentido de la manipulación.
Platicar de sus desgracias, es lo más común
en ese ambiente.
Hay profesionistas que se dejan convencer
y terminan hasta casándose con el interno. Por

142
supuesto, pierden el trabajo. No se puede repi-
car y andar en la procesión.
Dicen que la cárcel está llena de inocentes.
Tal vez sí, tal vez no.
Pero los que tenemos el encargo de cuidar-
los, no somos los que los juzgamos.
Por la razón que sea que están ahí no es
nuestra responsabilidad.
Nuestro trabajo es procurar que los que han
perdido la libertad, vean y reconozcan que si
existen seres humanos dispuestos a trabajar
honestamente para ayudarles en el proceso de
readaptación.
Y hay muchos casos en los que, abusando
de la manipulación, quieren obtener privilegios
derivados de la compasión.
Un día un interno me pidió ciertos favores
clamando que a él lo habían detenido por que
llevaba una poquita de mariguana para los reu-
mas de su abuelita.
Se me ocurrió revisar su expediente para ver
que había de cierto y descubrí que, si llevaba
mariguana, pero llevaba una troca entera.
Así ha de haberle dolido el reuma a la abue-
lita.
Los estudios te previenen para evitar con-
tagiarte de la compasión.
Pero un día de esos tranquilos, en el que no
había visita y ya estaban cerrados los juzgados,

143
se me ocurrió pensar en la posibilidad de que
en un caso si hubiera sido injusta la justicia.
Y me imaginé lo que pensaría el que fue
acusado equivocadamente.
Pensé en un posible caso, no en todos, por-
que ¿qué dicen todos los privados de la liber-
tad? ¡soy inocente!

144
¡SOY INOCENTE!

¡Soy inocente!
Le reclamé al Agente,
quien me dijo con enfado:
¡Quedas bien arrestado!

¡Soy inocente!
No me traten mal,
así le grité al Agente,
al que le dicen Fiscal.

¡Yo no he hecho nada!


¿Por qué me detienen?
¿Que no ven que tienen
a mi familia angustiada?

¿Por qué me persiguen?


¿Que no ven que siguen
teniéndome marginado
solo por estar fichado?

145
Esta vez no he hecho nada,
lo juro mil y una veces;
verán que queda aclarada
mi conducta, ante los Jueces.

A la Autoridad apelo,
que cuide de mí con celo,
ya que soy un convencido
y mi actuar he corregido.

Insisto, ¡soy inocente!


Pregúnteselo a la gente
que me conoce en mi calle.
Pregunte a cualquiera que halle.

Sí, había caído muy bajo


por gustarme las pendencias,
pero ahora pida referencias
en donde estudio y trabajo.

Pero ahora estoy cambiado,


ya tengo esposa e hijos,
con buenos ingresos fijos.
Créame. Estoy readaptado.

De mi familia, las quejas


llegan a oídos cerrados.
Se sienten desamparados
viéndome tras las rejas.

146
Pero, eso sí, les juro
que no me han de doblegar.
Y si van a investigar
verán un pasado puro.

Si esos antecedentes
que guardan en el archivo
me persiguen mientras vivo,
así, nunca habrá inocentes.

Yo le juro, Señor Juez,


que no tengo culpa esta vez,
y puede ver que me hallo
confiado en su justo fallo.

Comprenda mi situación
y ayúdeme, por favor.
Se lo pido con ardor,
evite mi perdición.

Vea la angustia de mi esposa,


que enfrenta el deshonor,
que en este caso es cosa
que ella vence con amor.

Lo pido como primicia


y apelo a su rectitud.
Resuelva con prontitud
y acabe esta injusticia.

147
Yo, que he sido condenado,
veo el futuro contrahecho.
¿Que la justicia no se ha hecho
para el hombre que es honrado?

¿No ponen de condición


que cuide el comportamiento,
que se vea arrepentimiento
y buena readaptación?

¿Ya olvidaron que al soltarme


dijeron tener ya visto
que yo ya estaba listo
para a la vida enfrentarme?

¿Ya olvidaron que al salir


los técnicos me dijeron
que lo que conmigo hicieron
me quitaría de sufrir?

He aceptado sus normas,


vivo tranquilo y en paz,
pero existen ciertas formas
que no entendemos jamás.

Yo me siento readaptado
y me acojo a su bondad.
Que cambié, lo he demostrado
incorporado a la Sociedad.

148
No me juzgue por mis yerros,
o problemas del pasado.
No me diga mata perros
por uno que haya matado.

Le digo aquí entre nosotros,


seguro de mi inocencia,
que aplique en mí la clemencia
que usted esperaría de otros.

Pues suficiente castigo


han aplicado conmigo,
y aunque yo sepa que es yerro
sufro mucho en el encierro.

Claro que nadie quita


las afrentas que en la escuela,
por mi aprehensión, secuela,
echan en cara a mi hijita.

Y aunque lo haya hecho tarde,


he enderezado mis pasos.
Este es uno de esos casos,
se lo juro por mi madre.

Tengo estudio y tengo oficio,


gracias a que en la prisión
trabajaron con pasión
buscando mi beneficio.

149
Para curar todos mis males
ocupé de la bondad
y la generosidad
de las Trabajadoras Sociales.

Pues la mejor medicina


para curar aprisa
es una bella sonrisa
y una mano fina.

Y aunque mucho ya he jurado,


se lo vuelvo a repetir,
ya no vuelvo a delinquir,
ya me siento bien curado.

Aquí me tiene ante Usted,


agotando su paciencia,
acogido a su clemencia,
y mi vida a su merced.

Pero no temo a su juicio


y confío en su seriedad,
tráteme con piedad,
no me mande otra vez al vicio.

Aquí estoy pues, Señor Juez,


de nuevo ante su presencia,
esperando que otra vez
usted me dicte sentencia.

150
De su juicio sabio y probo
depende ya mi destino,
que su conciencia y su tino
me liberen de ese robo.

Son adversas las condiciones


en que expongo mi verdad.
Señor, tú sabes tus razones.
¡Hágase tu voluntad!

Qué satisfacción se siente


de estar en tan justas manos.
Tengan confianza, hermanos,
ya verán. ¡Soy inocente!

Aunque por dentro reviente


después de tanto esperar,
vamos, Juez, a demostrar
que este humano es inocente.

Mire Usted bien cuánta gente,


mire qué desesperación.
Venga ya su decisión
y diga: ¡Es inocente!

Se lo digo a mi ciudad,
mientras valgan mis derechos;
creo en esta Sociedad
que castiga por los hechos.

151
Gracias a Usted, Señor Juez,
demostramos a la gente
lo que ya dije otra vez.
Gracias. ¡Soy Inocente!

152
153
CONSEJO TÉCNICO
(PRÓLOGO)

En la Penitenciaría del Estado de Jalisco, allá


por 1979, se integró un Consejo Técnico que
tenía como finalidad analizar los expedientes
de cada uno de los internos que ya habían cum-
plido con el porcentaje de sus sentencias que
les concedía derecho a una preliberación.
Lo integraban todos los sectores que participa-
ban en la administración de la Penal.
Médicos, trabajadores sociales, enfermeras,
seguridad, educación y hasta el director, leían
los expedientes para entender las causas que
llevaron a la cárcel a cada interno.
Se analizaba su conducta en las diferentes
áreas de convivencia social interna.
Si se consideraba que daba muestras y prue-
bas de su readaptación, entonces se merecía la
preliberación.
No era nada fácil.
Desde la lectura del expediente daba pro-
blemas.

154
Si le tocaba leer a una trabajadora social, de
repente se encontraba con textos y palabras que
no acostumbraba usar en ninguna situación.
Pero como era parte de nuestro desempeño
profesional, teníamos que escuchar exacta-
mente lo escrito en el expediente, para poder
estimar la peligrosidad del interno y las causas
por las que fue juzgado.
Todo tenía que ver con el funcionamiento
del aparato administrativo que sostenía la vida
interna de esa ciudad dentro de la ciudad.
Describir y mostrar la vida dentro de “Obla-
tos”, debe ser objeto de una presentación dife-
rente y lo más completa posible.
Por hoy, nomás hablamos del Consejo Téc-
nico y de su función.

155
CONSEJO TÉCNICO

Qué triste se me hace ver


que aquí sentados juzguemos
a quienes no conocemos
ni vamos a conocer.

Qué triste se me hace ver


que juzgamos al juzgado,
no muy libres de pecado
por cumplir con un deber.

Qué triste se me hace ver


que transformados en Jueces
somos injustos a veces
sin evitarlo poder.

Yo a veces pregunto al cielo


si tenemos la verdad,
cuidando a la sociedad
poniéndole tanto celo.

Que el señor se quede preso,


decimos con o sin tino,
decidiendo su destino
en menos que dura un rezo.
156
Les damos la libertad
esperando que prometan
que en líos ya no se metan,
confiando en su seriedad.

¿Cómo es posible, pregunto,


que podamos decidir
cómo es que ha de vivir
un bueno o malo presunto?

Que la Justicia es Divina,


dicen quienes de eso viven,
cuando inspiración reciben
y luz que los ilumina.

Pero aquí no se confía


en la inspiración celeste,
ya que sea aquel o sea este
lo ven los de psiquiatría.

Quien asista a una sesión


de este nuestro Consejo,
si quiere llegar a viejo
debe usar la razón.

No vale aquí la amistad,


ni se aceptan las influencias,
que no evitan las pendencias
de quien queda en libertad.

157
Veo con desesperación
con qué frecuencia se usa,
o mejor dicho, se abusa
del término manipulación.

Veo con desesperación


que es con mucha ligereza
que con supuesta certeza
aplicamos más prisión.

Pasando estos malos ratos


es imposible pedir
que a todos pueda rendir
siempre los mismos datos.

158
CLÁSICO EN OBLATOS
(PRÓLOGO)

Como resultado de haber hecho el sacrificio


de irme a México a estudiar algo de Ciencias
Penitenciarias, estudios que me llevaron hasta
las famosas islas Marías, allá por 1978 me ofre-
cieron y acepté un trabajo de esos difíciles.
Subdirector de la Penitenciaría del Estado.
Y ocurrió que al Papa Juan Pablo II se le
antojó venir de visita a Guadalajara a fines de
enero del 79 y, como casualidad, el helicóp-
tero del Papa aterrizó en la Plaza 18 de Marzo,
enfrente de mi oficina.
Lo vi todo desde una de las torres que
enmarcaban el ingreso a la Penal.
Se puede decir que tuve palco especial.
Estaba yo solo y mi alma.
Lo vi bajar del helicóptero, saludar a la
gente que llenaba la plaza y lo vitoreaba, y vol-
teó hacia donde yo estaba y hasta creo que me
mandó su bendición.

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Ante el privilegio de verlo tan cerquita, me
encomendé a sus virtudes y a su santidad y creo
que ahí se concretó y autorizó en el cielo el pri-
mer milagro que hizo en vida quien después
llegó a Santo.
Gracias a su visita y a su bendición, a los dos
días fui nombrado director de la Penitenciaría.
Con ese milagro entendí que la encomienda
era trabajar con una honestidad a prueba de todo
y en beneficio de los internos y la sociedad.
Ahí fue donde se me ocurrió el lema de
nuestro trabajo:
“Servir para readaptar.
Readaptar para servir”.
Y como los deportes eran y siguen siendo
un factor muy importante en la vida interna de
un reclusorio, me gustaba acompañar de vez en
cuando a los internos en la práctica de alguno
de esos deportes que no implicaran lastimar
al prójimo, como el box, ya que de lo que se
trataba era de fomentar la práctica sana de acti-
vidades físicas que evitasen el deterioro de la
salud que causa el sedentarismo.
Y como los internos se enteraron de que
yo jugaba fútbol, todos los domingos con un
grupo de amigos, en forma de solicitud atenta
y respetuosa, me retaron a jugar contra ellos.
Lo platiqué con los amigos y estuvieron de
acuerdo.

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Para darle emoción al trato, quedamos en
que yo jugaría el primer tiempo con el equipo de
mis amigos y el segundo con el de los internos.
De ahí viene el título de “Clásico”.
El marcador quedó 1-0.
¿Quién ganó?

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CLÁSICO EN OBLATOS

Pongan atención, hermanos,


que aunque no querían creer,
hoy vamos a poder ver
un clásico de veteranos.

Viene un equipo de afuera,


y de que es bueno, es un hecho.
O por lo menos que era,
pues viene al frente Morquecho.

Entre otros jugadores,


vienen el Barco y el Delegado.
Uno de los dos, fichado.
Y dicen que son de los peores.

Traen un jugador viejo


que es Arturo Lomelí.
Sabemos que juega, sí,
pero ya está muy añejo.

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Jorge Maigre es el defensa
y Matus es el extremo.
La cosa se pone tensa,
es equipo sin un remo.

La defensa de ellos tiene fama


de que en el juego es muy dura.
Pero aquí eso no perdura
pues no estamos en la cama.

Hablando a lo muy derecho,


la media es buena, decías.
Por un lado viene Morquecho,
con José Luis Macías.

Lo que sí es de primera,
con puro jugadorazo,
es toda la delantera
en donde viene al centro Jasso.

Aunque viéndolo en la mesa,


y con esa papeleta,
nos fijamos como meta
darles una sorpresa.

Pues sabemos que infiltrados,


y escondidos en mochila,
traen como enmascarados
a Somoza y al Gorila.

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La esperanza de la falla
que ellos cometerán
en Luis Maigre se halla,
y si no, en Ricardo Herrán.

Aunque aún les queda el tino


con que asesore a lo sabio,
el técnico Luis Albino
y su ayudante Héctor Favio.

Jaime es hoy el cubetero


y Chavo cubre el masaje.
Y está duro el tonelaje,
a ver quién se cae primero.

Ya está empezando el partido,


el pueblo llena las gradas,
las porras están siendo echadas
y desde aquí el tiempo mido.

Los veteranos locales


no lo están haciendo mal.
Está Pedro de central
y trae buenos laterales.

En la media el profesor
y en el extremo Carmelo,
reflejan un solo anhelo,
ganar en el marcador.

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¡Ya verás cuando salgas!
Al árbitro le gritaron,
pero no asustan al barbas,
por valiente lo encerraron.

El primer tiempo termina


con marcador empatado.
El público emocionado
y con Cristi de madrina.

La cosa se pone padre,


y como dicen los Veracruzanos,
en este juego de veteranos,
“Va la buena, compadre”.

Los visitantes ven asombrados


lo que se había prometido;
que Jasso en este partido
jugaría en los dos lados.

El Pueblo aquí no creía


que tenían un Director
que es buen jugador
y que hasta esto haría.

Porque esto de jugar


en un solo partido
como solo Pelé ha podido
es cosa de admirar.

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Y con nuestra camiseta
el Dire grita a la porra:
Hoy solo tengo una meta,
o anoto gol o a la gorra.

El árbitro da el pitazo
y el segundo tiempo empieza.
Hay que admirar la limpieza,
no se han dado ni un trancazo.

Pero no hay que hablar de más,


Jorge Maigre es un terror;
ya tumbó al Director
y hasta acá oímos ¡zaz!

Pero no se desalientan
los equipos y esto sube.
No hay en el cielo nube
y las porras los avientan.

Ahora gritó hasta el sol


y el pueblo brinca de gusto
reponiéndose del susto:
el Dire anotó su gol.

Después de a unos driblar


y de aguantar un trancazo
le salió un buen tirazo
y así pudo anotar.

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El gol fue definitivo,
y el pueblo dice por dentro
al término del encuentro:
¡No se fue el equipo vivo!

Gracias les damos, Señores,


por animarse a jugar.
Los volvemos a invitar
y estimamos sus favores.

Su visita nos ha dado


no solo la diversión,
pues no llega la readaptación
si uno no es ayudado.

Y para de aquí salir,


de los mejores resortes
es practicar deportes.
Muchas gracias por venir.

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Dios es un tirano
se terminó de imprimir en octubre de 2021
en los talleres de Ediciones de la Noche

El tiraje fue de 36 ejemplares.

www.edicionesdelanoche.com

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