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El derecho a la libertad de expresión e información se encuentra plenamente establecido en los distintos instrumentos
internacionales en materia de Derechos Humanos, siendo fundamental para la existencia de una sociedad plenamente
democrática. Sin embargo, se requiere no solo se reconozca este derecho sino las garantías para que efectivamente
Por ello los Estados deben acometer los mayores esfuerzos para que esto sea realidad. Es importante destacar que la
libertad de expresión e información no es asunto exclusivo del periodismo, por el contrario corresponde a la sociedad en
su conjunto. Esta debe estar debidamente informada, para ello debe existir no solo pluralidad sino garantías para su
ejercicio.
El derecho a la información está comprendido dentro del derecho a la libertad de expresión. En su artículo trece, la
Convención Americana de los Derechos Humanos, establece que este comprende la libertad de buscar, recibir y difundir
informaciones e ideas de toda índole. El derecho a la información comprende además facultades tanto para el informador
como para el informante, entre ellos derecho a no ser censurado, a investigar, a difundir opiniones e informaciones,
derecho de acceso a las fuentes, derecho a recibir opiniones, derecho a seleccionar los medios e información a recibir,
derecho a ser informado verazmente, derecho a preservar la honra y derecho a rectificación o respuesta.
Lamentablemente observamos como cada día es más difícil ejercer este derecho humano, ya que los gobiernos tratan de
evitar la auditoria pública a través de vías directas e indirectas, llegando al extremo de restringir los derechos sin cumplir
La desinformación es un grave peligro para la salud democrática, porque evita conocer la realidad de lo que acontece,
ajustándose en muchos casos a intereses de grupos que desde el poder imponen propaganda y no información.
Asimismo observamos cómo el tema del terrorismo muchas veces es manejado a la ligera, entendiendo que a efectos de
las audiencias es de sumo interés, sin embargo se requiere una actuación ética y responsable de medios y periodistas,
además de una sensibilización de las sociedades para el abordaje u manejos de estos temas. Sus efectos nocivos
pueden derivar no solo en desinformación sino en el fortalecimiento de ideas que promuevan una interpretación errada
protegidas por este derecho inalienable, así como las conductas que deben acoger los Estados , de acuerdo a lo
estrablecido en la Convención Americana. Sin Embargo, es importante destacar una importante debilidad que se
evidencia en lo que podemos definir como una excesiva burocracia para el tratamiento de las distintas denuncias en
No se trata de minimizar los protocolos y criterios para el abordaje de los casos sino hacerlos más expeditos. Por otro
lado tenemos el impacto o fuerza que causa en los Estados las decisiones de la propia corte. Observamos como los
gobiernos muchas veces desconocen los pronunciamientos de los organismos del sistema interamericano, con
argumentos que van desde la soberanía nacional , aspectos cullturales hasta invocar elementos relacionados con el
obligatoriedad por parte de los Estados. Es claro que estos al suscribir o ratificar los tratados internacionales, están
obligados a cumplir con dichos tratados, en lo que se ha denominado como un acto de buena fe.
Aunque los fallos de la Corte son inapelables, de acuerdo al Consejo Permanente de la OEA, igual hay un gran vacío en
lo que representa el real cumplimiento de las decisiones por parte de los Estados. Evidentemente es muy importante la
labor del sistema interamericano de Protección de DDHH, pero hay que sensibilizar a los los Estados sobre la necesidad
de acatar las decisiones ,opiniones y recomendaciones de la Corte y de la Comisión, que en definitiva fortalecen el
ejercicio del derecho a la libertad de expresión así como la democracia, y con ella sus principios y valores.