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Literatura Mesopotámica

Mesopotamia, “la tienda entre dos ríos”, es un concepto geográfico que designa el espacio
territorial situado en el Oriente Medio entre los ríos Tigris y Éufrates. Hoy día, este territorio está
ocupado por los estados de Irak y Siria, si bien el término “Mesopotamia” no hace referencia a la
actualidad, sino a la Edad Antigua y a la sucesión de imperios que conquistaron estos lugares y
prosperaron en ellos.

En Mesopotamia (territorio que coincide con lo que hoy es Irak), florecieron diversas culturas desde
el IV milenio a.C.: sumerios, acadios, babilonios, asirios, hititas… Estas culturas desarrollaron las
primeras formas de escritura conocidas (la escritura cuneiforme, hacia el año 3000 a.C.), dejando
un legado artístico y literario de enorme valor, a través de tablillas de arcilla, una literatura
compuesta fundamentalmente por textos e himnos religiosos y por poemas épicos sobre los
orígenes míticos del mundo, como el Gilgamésh, del II milenio a.C. Gilgamesh es un despótico rey
que gobierna la ciudad de Uruk. Los dioses escuchan las oraciones de sus desdichados súbditos y
envían a un hombre salvaje y brutal, Enkidu, que reta a Gilgamesh a una lucha sin tregua.
Concluida la batalla, sin que ninguno de los contendientes resulte victorioso, Gilgamesh y Enkidu
se hacen grandes amigos. Emprenden viaje juntos y comparten numerosas aventuras. En una de
ellas Enkidu pierde la vida, y Gilgamesh, desolado, dedica todos sus esfuerzos a la búsqueda de la
inmortalidad.

El “Poema de Gilgamesh” fue el primer ejemplo de literatura sumeria y uno de los más conocidos.
Se trata de una narración, de naturaleza épica, que entraría dentro de las alabanzas a los reyes.

El otro gran hito de la literatura mesopotámica es muy posterior y de distinta naturaleza: el “Código
de Hammurabi”, una extraordinaria recopilación legal de indiscutible valor jurídico e histórico, pero
también literario.;

En ella encontramos motivos comunes a otras civilizaciones, recogidos, por ejemplo, en la Biblia (el
episodio del Diluvio) o la epopeya de Hércules.

Todas estas culturas tuvieron bastantes aspectos en común (hasta tal punto que muchos
estudiosos las engloban dentro de una gran “civilización mesopotámica”), y por ello es posible
hablar de “literatura mesopotámica” sin caer en un error conceptual; aunque se ha de ser muy
preciso a la hora de esbozar sus características comunes.

Uno de los mayores intereses que presenta el estudio de la literatura mesopotámica es el hecho de
que partiera de cero. Durante esta larga época, los habitantes de estas tierras pasaron de utilizar la
escritura para objetivos puramente administrativos a empezar a emplearla con una visión proto-
literaria: fijar leyendas, explicar hechos, dar cuenta de noticias y cambios.

La literatura sumeria fue la primera, y de ella heredaron muchos temas sus sucesoras. El elemento
mitológico (o mejor religioso) estuvo siempre presente en ella, pues muchas obras trataban de
esbozar la personalidad de los dioses: Enli (el dios principal), Inanna (la diosa del amor y de la
guerra, la posterior Atenea griega), y Ninhursag (la diosa de las montañas) fueron los más “citados”
en la literatura.

Es difícil distinguir en géneros una literatura tan temprana, pero básicamente existieron himnos,
consistentes en alabanzas a dioses, reyes o ciudades; y lamentaciones, que relataban grandes
sucesos de índole catastrófica, como inundaciones, destrucciones de ciudades y abandonos de
templos.

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