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¿Qué es la Literatura griega?

La literatura griega es aquella literatura escrita en Grecia y empleando para ello su lengua, sus
tradiciones y sus formas de pensamiento.

Sin embargo, este término a menudo se utiliza como sinónimo de las formas de representación
poética de la antigüedad helénica, es decir, de la Antigua Grecia o Grecia Clásica (antes del año
300 a. C.), ya que éstas fueron muy influyentes en la formación del pensamiento artístico
occidental. Muchos de sus grandes nombres perduran y son leídos hoy en día.

Esta literatura antigua vendría a ser fundamento del concepto actual de literatura y bellas artes,
dado que sus obras y logros se transmitieron a la cultura latina y romana, y luego se
mantuvieron durante siglos como un referente importante en materia artística occidental, a pesar
de que sus motivos eran los propios de su religión y sus tradiciones específicas.

Características de la literatura griega:

1. Orígenes

Los orígenes de la literatura griega se remontan a, como mínimo, 300 años antes de Cristo, en
los albores de una de las civilizaciones más completas y admiradas de la historia humana: la
Grecia Antigua. Se ignora cuándo habría empezado a producirse esta cultura específica, y
muchas de sus primeras obras habrían sido de transmisión oral, al ser previas a la escritura como
soporte.

2. Poesía

La poesía épica contiene relatos de guerra o aventura en que se evocan los mitos.
Los géneros poéticos de la antigüedad prefiguraron los que hoy en día conocemos y fueron,
inicialmente, dos:

 Poesía épica. Aquellas representaciones literarias de índole narrativo, escritas en


verso y acompañadas a menudo con música, que eran denominadas epopeyas.
Solían contener relatos de guerra o de aventura, en que se evocaban los mitos y
relatos heroicos de la cultura.
 Poesía lírica. Aquellas representaciones literarias destinadas a ser cantadas e incluso
bailadas (“lírica” proviene de su acompañamiento con la lira, un instrumento
musical) y que podían ser populares o cultas, de acuerdo a la clase social a la que
estuvieran dirigidas.
Nótese que por “poesía” no se referían los antiguos griegos a la poesía moderna, sino al
quehacer literario todo.

3. Dramática

La sátira es una burla cómica hacia los poderes constituidos. 


En etapas posteriores se añadieron al quehacer poético los géneros dramáticos, es decir,
teatrales, que eran utilizados en la formación cívica de la polis, vale decir, de la ciudadanía
griega. Allí se transmitían valores y se educaba políticamente a las masas. Los géneros
dramáticos son:

 Tragedia. Según Aristóteles, consistía en la representación de los hombres mucho


más grandes y valiosos de lo que eran, para luego conmover al público con su
caída. Solían aprovechar los mitos heroicos y las leyendas conocidas por todos.
 Comedia. Según Aristóteles, en cambio, consistía en representar a los hombres
mucho más bajos de lo que son, para así poder ver su ascenso. Desafortunadamente
las consideraciones aristotélicas respecto a este género se han extraviado a lo largo
de los siglos.
 Sátira. Vendría a ser la representación humorística o burlesca, cuya intención es la
mofa y atenta contra los poderes constituidos.

4. Prosa

Muchos autores de prosa han dejado una extensa obra no ficcional en prosa. 
La literatura griega también contó con obras en prosa, derivadas de la oratoria política y del afán
por historiar, es decir, dejar registro de los eventos que ocurren. De hecho, pensadores
como Platón y Aristóteles, o historiadores como Herodoto, dejaron una extensa obra no
ficcional (por llamarlo de alguna forma) que influyó a las civilizaciones futuras.

5. Trasmisión oral

La poesía lírica y épica, al contrario de la dramática, acusan su origen oral, por lo que se hallan
a menudo en verso (como forma de memorización). Eran cantadas por recitadores que
componían sus propias canciones (aedas) o que memorizaban fragmentos de epopeyas y los
recitaban con la cítara (rapsodas).

6. Religiosidad

La literatura griega rendía culto a dioses y deidades que recreaba en sus obras. 
El contenido de la literatura griega solía ser religioso o místico, en la medida en
que aprovechaban los relatos y leyendas de su cultura, que rendía culto diario a sus diversos
dioses y deidades, para recrear sus obras. Así, los personajes icónicos de la literatura griega,
como Edipo, Aquiles o Perseo, pertenecen a la vez al imaginario popular de la época y a los
distintos relatos religiosos con que la tradición rendía culto a los dioses.

7. Catarsis

Un concepto central en la literatura griega y sobre todo en la dramática, era la  catarsis: la purga
de las pasiones humanas a través del sufrimiento, del padecimiento de las emociones en un
ambiente ficcional. Así, los ciudadanos griegos que asistían a la representación de una tragedia,
eran devueltos a sus casas mucho más en paz con sus emociones y pudiendo, así, responder
mejor a las mismas cuando la oportunidad en vida real se presentara.

8. Mitología

La mitología griega ha motivado cuadros, esculturas, relatos y obras artísticas.


La mitología griega, muy presente en sus obras literarias, es una de las más vastas y ricas de la
humanidad. Sus dioses, semidioses, deidades y monstruos han acompañado a Occidente a lo
largo de los siglos y han motivado cuadros, esculturas, relatos y numerosas obras artísticas en
las que cumplen con una función de arquetipo: símbolos muy centrales en nuestra cultura.

9. Obras más conocidas

Algunas de las obras más conocidas de la literatura griega de la época son:

 La Ilíada.
 La Odisea.
 El ciclo tebano: Edipo Rey, Edipo en Colono, Siete contra Tebas, Antígona, Las
suplicantes, Las fenicias.
 La orestíada: Agamenón, Las coeforas, Las euménides.
 Los Trabajos y días.
 La Teogonía.
 Los Himnos homéricos.

10. Grandes autores

Sófocles fue uno de los autores más importantes de la tragedia griega.


Los grandes representantes de la tradición griega son:
 Homero. Un rapsoda supuestamente ciego, a quien se atribuyen los poemas épicos
de la Ilíada, la Odisea y un extenso conjunto de Himnos (Homéricos).
 Hesíodo. Poeta y primer filósofo griego, autor de numerosos ensayos y obras de
inspiración mitológica.
 Herodoto. Historiador y autor de la cosmogonía griega, fue uno de los principales
autores de no ficción de su momento.
 Esquilo, Sófocles y Eurípides. Autores dramáticos más importantes de toda la
tragedia griega.
 Platón y Aristóteles. Los grandes filósofos griegos Platón y Aristóteles, creadores
de una obra que sostendrá en sus espaldas al pensamiento occidental venidero
durante siglos. Junto a ellos tendría que estar Sócrates, pero su pensamiento no fue
recogido por escrito.

Literatura del Siglo de Oro

La sátira y la burla al clasicismo solemne fueron centrales en el Siglo de Oro.


La literatura del Siglo de Oro alcanzó un esplendor único en la historia literaria universal,
gracias a diversas tendencias:

 La novela picaresca. Protagonizada por pícaros, es decir, jóvenes pobres y taimados


que hacían la vida aprovechándose de los demás y de su ingenio. Será un modelo
arquetípico importante en la literatura universal.
 La poesía ascética y mística. De raigambre católica, en la que los poetas exploraban
poéticamente su llamado religioso.
 La sátira. Tanto en poesía, narrativa como en dramaturgia, la sátira y la burla
al clasicismo solemne fue central en el imaginario literario del Siglo de Oro.
 La comedia. El teatro fue uno de los grandes ganadores del Siglo de Oro, con más
de 400 obras compuestas por grandes nombres que pasarían a la historia universal
de las letras.
El concepto de la literatura europea se aplica al conjunto de manifestaciones literarias de
carácter plurilingüe, orales y escritas, producidas en el ámbito geográfico de los países europeos
desde la desaparición del Imperio romano hasta la actualidad. De forma restrictiva delimita un
ámbito literario específico dentro del marco más amplio de la «literatura occidental», sobre todo
en lo que se refiere al desarrollo de esta última en los siglos XIX y XX, donde otras literaturas
occidentales como la estadounidense o la hispanoamericana han tenido un desarrollo
independiente. En otro sentido, ha de superponerse al de las literaturas nacionales europeas
tanto en su vertiente nacional-estatal, del tipo «literatura belga» o «literatura irlandesa» como en
su vertiente nacional-lingüística, del tipo «literatura inglesa» o «literatura castellana».

«Literatura europea» delimita, por lo tanto, un ámbito cultural homogéneo, Europa, y un lapso


cronológico amplio, siglos VI al XX, en los que esquemas de pensamiento, modelos, temas,
formas e influencias mutuas se originan, desarrollan, modifican y desaparecen con una
continuidad fácilmente perceptible y clasificable. La perspectiva de una «literatura europea»,
más allá de lenguas o de estados, como expresión del desarrollo colectivo de una cultura común,
sin limitar los planteamientos anteriores, los unifica y generaliza y permite estudiarlos como un
conjunto fuertemente cohesionado.

Orígenes

El inicio de la literatura europea está ligado a un proceso histórico fundamental: la desaparición


del Imperio romano, que dio como resultado la creación de diversos reinos germanos en la
Europa suroccidental a lo largo de los siglos V y VI d. C.

La fragmentación del Imperio romano supuso el abandono definitivo de la cultura antigua y, por
lo tanto, en el ámbito literario que nos ocupa, la ruptura con la tradición grecorromana. En la
misma línea, la aparición de los estados «bárbaros» —visigodos, francos, sajones, lombardos…
—, con tradiciones literarias poco desarrolladas potenció junto con la fragmentación lingüística
de la Romania, la decadencia intelectual del Occidente europeo. Solo la pervivencia de
la Iglesia Romana funcionó como gozne entre el final del mundo antiguo y el inicio de la Edad
Media, sobre todo porque, al ser el latín la lengua de la Iglesia, la lengua de Roma seguirá
siendo un elemento unificador para la primera literatura que podemos llamar europea. Obras
como las Etimologías de San Isidoro, escritas en la Hispania visigoda o los poemas religiosos
de Venancio Fortunato, procedentes de la Galia franca, fueron leídos y difundidos por
toda Europa durante esos siglos oscuros. Sin embargo, precisamente esta preeminencia del
elemento religioso cristiano dentro de la cultura literaria de la Alta Edad Media, marcó una
diferencia sustancial en la literatura medieval europea en relación con la literatura clásica del
Imperio romano.
Desarrollo

Etapa constitutiva

La Edad Media literaria en Europa se caracterizó por la convivencia de una literatura


latina común, que recogió la mayor parte de la literatura culta, con una serie de literaturas
vernáculas de ámbito más local, ligadas en origen a la oralidad pero que ya en la Baja Edad
Media se convirtieron también en vehículos de cultura escrita.

En la Alta Edad Media la latinidad se había refugiado en la bibliotecas monacales. Ya hemos


mencionado la Etimologías de San Isidoro y el mismo origen tienen obras de tanta difusión
europea como el Liber Sancti Iacobi. Con la aparición de las Universidades a principios del
siglo XIII, concebidas desde el inicio como establecimientos educativos bajo la supervisión del
papado en Inglaterra (Oxford), Castilla (Salamanca), Francia (París) e Italia (Bolonia) pero
también, posteriormente, en Polonia (Cracovia) o Suecia (Upsala), el desarrollo del pensamiento
abstracto europeo quedó ligado durante siglos al latín de los Estudios. Pero también
encontramos manifestaciones literarias latinas medievales en otros géneros como la lírica
(poesía goliardesca), la historia más o menos legendaria (Historia Regum
Britanniae de Geoffrey de Monmouth) o el teatro para la lectura (Hroswitha de Gandersheim).

Pero a partir del siglo XI comienza a generalizarse en Europa la literatura en lenguas


vernáculas, relacionadas inicialmente con la lírica oral popular (jarchas mozárabes, chansons de
toile…) y, sobre todo, con las distintas tradiciones épicas germanas (Beowulf sajón, Chanson de
Roland francesa, Hildebrandslied ostrogodo o eslavas (Cantar de Igor ruso). En este ámbito
tienen especial valor las sagas medievales escandinavas, que llegaron a alcanzar en su limitado
ámbito de difusión un alto nivel de desarrollo literario (Snorri Sturluson) que, sin embargo,
quedó truncado tras la incorporación de esos países a la historia general de la cultura europea.

Ya en el siglo XIII estas dos líneas de creación literaria, en principio independientes, dieron
lugar al desarrollo de los primeros géneros literarios cultos en lengua romance, en donde una
lengua poética considerada especialmente apta para la expresión literaria era utilizada con un
prestigio cultural casi similar al latín. Ese fue el caso inicialmente del provenzal (Guillermo de
Aquitania) para la lírica o del francés para la narración épica (Chrétien de Troyes). A partir de
aquí se estandarizaron en toda Europa modelos de expresión cultos para la lírica amorosa
(cantigas de amor galaicoportuguesas, stilnovistas italianos, minnesänger alemanes…) y para
la narración de aventuras en verso y en prosa (cantares de gesta, Nibelungenlied, ciclo
artúrico…)

Mención aparte merece la literatura bizantina, en griego, única que mantuvo su propia tradición
literaria sin rupturas significativas y, por lo tanto, no se vio sometida a la crisis que dio origen a
la literatura europea. Se trata de una literatura compacta e independiente pero a la vez aislada, lo
cual hizo que se viera truncada definitivamente con la desaparición del Imperio bizantino en
1453.

Etapa clásica

A partir del siglo XV y tomando como punto de referencia modelos literarios italianos, se
extendió por Europa una concepción nueva de la literatura basada en la idea de que el verdadero
prestigio cultural solo podía ser otorgado por el respeto a las normas de la cultura grecolatina
antigua. A esta época se le conoce como Renacimiento y a partir de él, frutos directos de su
evolución en el tiempo, surgieron el Barroco y el Neoclasicismo.

El Renacimiento se originó en la península itálica en torno al siglo XV gracias a la labor de los


humanistas que, en su empeño por recuperar el esplendor del Imperio romano rescataron sobre
todo la lengua y las artes, entre ellas la literatura, de la Antigüedad. Tuvieron un papel especial
en este campo tres escritores italianos: Dante, Petrarca y Boccaccio que mientras con sus obras
latinas se convertían en paradigmas de escritores cultos —De vulgari
eloquentia, África y Genealogía deorum, respectivamente—, con sus obras en lengua
romance sentaron las bases de la literatura culta europea de los siglos siguientes en el campo de
la épica —Divina Comedia de Dante—, la lírica —Vita nuova de Dante y Canzoniere de
Petrarca— y la narrativa — Decamerón de Boccaccio. Estos modelos literarios se extendieron
por Europa a lo largo del siglo XV –Laberinto de Fortuna de Juan de Mena en Castilla sobre el
modelo de la Divina Comedia, Canterbury Tales de Chaucer en Inglaterra sobre el de
Boccaccio- y se generalizaron en el XVI, sobre todo con el triunfo absoluto de la lírica de
origen petrarquista: Garcilaso en España, Ronsard en Francia, Sidney en Inglaterra, Camôes en
Portugal…

Otros dos géneros, sin embargo, la narrativa y el teatro, desarrollaron modelos originales al
margen e incluso enfrentados a la tradición clásica. Así, en los siglos XVI y XVII nos
encontramos con narraciones en prosa tan inclasificables como el Gargantúa de Rabelais o,
sobre todo, el Quijote de Cervantes, que se convertirían posteriormente en el germen de
la novela europea moderna. Por lo que al teatro respecta, la recuperación de los modelos
antiguos fue lenta y poco fructífera en un primer momento, imponiéndose entretanto esquemas
dramáticos desarrollados a partir del teatro popular medieval como la Commedia dell
´arte italiana y, más significativamente, los teatros nacionales inglés (Shakespeare) y español
(Lope de Vega), de gran éxito en sus regiones de origen pero cuyas soluciones dramáticas solo
se generalizarían en Europa siglos más tarde.

En el siglo XVII el Barroco impuso una mayor complejidad en las formas y un cambio de


perspectiva sobre determinados temas renacentistas pero no modificó su punto de partida
original, referido a la excelencia de la cultura antigua como modelo a seguir. El Neoclasicismo,
a su vez, iniciado en Francia en el siglo XVII y generalizado en toda Europa en el XVIII,
insistió más aún en esa concepción vicaria de la literatura europea en relación con la
grecolatina. Especial importancia tuvo esta dependencia en el ámbito del teatro: los modelos
impuestos en Francia por el teatro de Racine y de Molière se expandieron durante todo el siglo
siguiente modelando desde el teatro italiano de amplia tradición anterior (Goldoni) hasta los
orígenes del teatro ruso (Lomonosov).

Por lo que a la literatura de pensamiento se refiere, el latín siguió siendo la lengua de referencia
y la Universidad el ámbito de producción por excelencia. Desde el polaco Copérnico en
Cracovia (De Revolutionibus Orbium Coelestium, 1543), hasta el
inglés Newton en Cambridge (Principia mathematica, 1687), toda la nueva ciencia europea se
desarrolló de acuerdo con esos patrones comunes, aunque también debe anotarse aquí que la
publicación del Diálogo de Galileo en italiano en 1632 abrió las puertas de la literatura
científica a las lenguas vernáculas. De ahí la importancia de la aparición de
los Essais de Montaigne en 1580, que ofrecieron el modelo europeo para una literatura de
expresión libre del pensamiento personal que, aunque no se desarrolló hasta varias décadas
después, sigue siendo uno de los géneros fundamentales e identificativos de la literatura
europea.

Etapa disolvente

A principios del siglo XIX, durante las Guerras Napoleónicas, se generalizó en Europa un deseo
de renovación social, artística y específicamente literaria cuya plasmación más evidente fue el
desarrollo de una gran cantidad de literaturas «nacionales» en lenguas hasta entonces de escaso
prestigio cultural y circunscritas al ámbito del folclore local. Así, con diferentes logros pero un
mismo denominador común, se van a desarrollar las literaturas
rusa, húngara, danesa, polaca, finesa… En todas ellas los modelos se repiten, dando lugar al
movimiento literario conocido como Romanticismo: la lírica, siguiendo el modelo de Lord
Byron, se centra en la expresión egolátrica de los sentimiento personales, a lo que se añade la
exacerbación de los sentimientos patrióticos; la narrativa busca, a la manera de Walter Scott, la
reconstrucción del pasado glorioso de la propia nación, y el teatro, siguiendo a Victor Hugo,
recupera las propuestas anticlasicistas de los teatros inglés y español del siglo XVII. Por otra
parte, las influencias mutuas entre las distintas regiones europeas se multiplican: Si la figura
de Pushkin, en Rusia, no sería comprensible sin la existencia previa de Lord Byron, a finales del
siglo XIX, autores rusos como Tolstoi fijarán las pautas para una renovación de la novela
europea que tendrán influencia en toda Europa. Igualmente, el teatro escandinavo
(Ibsen y Strindberg) va a ser el principal reformador de la escena europea a principios del siglo
XX. Por ello, en la segunda mitad del siglo siguen sucediéndose movimientos literarios globales
tanto en la novela (Realismo de Balzac, Galdós o Dostoievski) como en la lírica, aunque con
nombres diferentes según el ámbito lingüístico de
redacción: Simbolismo francés, Modernismo hispano, Prerrafaelitas ingleses.

Caligrama.

En cualquier caso, la principal consecuencia del movimiento romántico para la evolución de la


literatura europea fue la pérdida definitiva del prestigio de los modelos grecolatinos. Esto
favoreció un mayor grado de libertad creativa, objetivo principal de los románticos, pero
también el descrédito de los que habían sido los principales referentes de la literatura europea
durante más de diez siglos. De ahí que el último gran momento cultural propiamente europeo
fueran las Vanguardias a principios del siglo XX. Así, las Vanguardias deben ser entendidas
como el punto de llegada de ese proceso de desvinculación de los orígenes y de predicación de
la libertad absoluta que se había iniciado con el Romanticismo. También pueden considerarse
como el canto del cisne de la cultura europea: la última y la más importante de sus aportaciones
a la cultura mundial en la época contemporánea, justo antes de la destrucción de Europa en las
dos Guerras Mundiales. Las Vanguardias, por otra parte, presentan el modelo perfecto de
movimiento literario europeo: autores de todas las regiones de Europa
(Maiakovski ruso, Marinetti italiano, Joyce irlandés, Breton francés, Tzara rumano…) que
comparten proyectos culturales más allá de su lengua de expresión y de las tradiciones
puntuales de sus países de origen. E igualmente, un lugar de origen para los conceptos creativos
(París), que se difunden rápidamente a los más alejados centros de creación artística europea.

La situación actual

El estallido de la Primera Guerra Mundial marcó el inicio del fin de la situación de privilegio


que Europa había tenido en el mundo desde el siglo XVI. A su vez, la gran catástrofe
humanitaria que supuso la Segunda Guerra Mundial, junto con la debacle moral causada por los
triunfos del fascismo y del comunismo en casi toda Europa provocaron el fin de la continuidad
cultural europea y, por lo tanto, de su expresión literaria. De hecho, a lo largo del siglo XX solo
el existencialismo francés o el realismo soviético tuvieron una mínima amplitud literaria, si bien
limitada a los países de la órbita capitalista o comunista, respectivamente, durante un espacio de
tiempo inusualmente breve. En realidad, a lo largo de la segunda mitad del siglo la cultura
popular anglosajona, principalmente estadounidense, ha ido ocupando todo el espacio cultural
de Occidente, convirtiendo a Europa en una especie de apéndice relativamente marginal de su
cultura. Así, la lírica popular vinculada a las canciones comerciales, el desarrollo de la «prosa
espontánea» de la Generación Beat y hasta el triunfo del teatro musical en las últimas décadas
del siglo XX en Europa son importaciones literarias cuyo epicentro se halla fuera de nuestro
continente, en Nueva York o California.

A principios del siglo XXI no hay ninguna razón para pensar que este esquema cultural vaya a
cambiar. Por un lado la debilidad política de la Unión Europea, mayor aún si cabe en el ámbito
cultural donde, por ejemplo, aún no se ha comenzado siquiera a dar los primeros pasos para la
redacción de una historia de la literatura europea, y el cada vez mayor peso en todos los órdenes
de la lengua inglesa, vehículo básico de la cultura estadounidense, permiten suponer que cada
vez será más difícil que algún día Europa pueda volver a desarrollar algún movimiento cultural
—y por lo tanto literario— propio.

Grandes autores y obras

Etapa constitutiva

 San Isidoro, Etimologías
 Poesía goliárdica
 Guillermo de Aquitania
 Chrétien de Troyes, Perceval o el cuento del Grial
 Cantar de los nibelungos
 Beowulf
 Chanson de Roland
 Walther von der Vogelweide
 Snorri Sturluson, Edda
 Cantar de mio Cid
 Don Juan Manuel, El conde Lucanor
 Juan Ruiz, Libro de buen amor
 Dante Alighieri, La divina comedia

Etapa clásica

 Francesco Petrarca, Cancionero
 Giovanni Boccaccio, Decamerón
 Geoffrey Chaucer, Los cuentos de Canterbury
 Fernando de Rojas, La Celestina
 Garcilaso de la Vega. Églogas, canciones, sonetos.
 Pierre de Ronsard, La Francíada
 Michel de Montaigne, Essais
 William Shakespeare, El rey Lear
 Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha
 Lope de Vega, Fuenteovejuna
 Calderón de la Barca, La vida es sueño
 Baltasar Gracián, El Criticón
 Tirso de Molina, "El burlador de Sevilla y convidado de piedra
 Johann Wolfgang von Goethe, Fausto
 Molière, El avaro
 Jean Racine, Fedra

Etapa disolvente

 Lord Byron, Las peregrinaciones de Childe Harold


 Víctor Hugo, Hernani
 Charles Dickens, "Oliver Twist"
 Aleksandr Pushkin, Eugenio Oneguin
 Ján Kollár, Slávy dcera (La hija de Sláva)
 Adam Mickiewicz, Pan Tadeusz (El señor Tadeus)
 Sándor Petöfi, Janos el héroe
 Honoré de Balzac, La comedia humana
 Lev Tolstoi, Guerra y paz
 Fedor Dostoievski, Los hermanos Karamázov
 Benito Pérez Galdós, Fortunata y Jacinta
 Apollinaire, Calligrames
 Fernando Pessoa, Odas de Ricardo Reis
 James Joyce, Ulysses

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