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La literatura griega es aquella literatura escrita en Grecia y empleando para ello su lengua, sus
tradiciones y sus formas de pensamiento.
Sin embargo, este término a menudo se utiliza como sinónimo de las formas de representación
poética de la antigüedad helénica, es decir, de la Antigua Grecia o Grecia Clásica (antes del año
300 a. C.), ya que éstas fueron muy influyentes en la formación del pensamiento artístico
occidental. Muchos de sus grandes nombres perduran y son leídos hoy en día.
Esta literatura antigua vendría a ser fundamento del concepto actual de literatura y bellas artes,
dado que sus obras y logros se transmitieron a la cultura latina y romana, y luego se
mantuvieron durante siglos como un referente importante en materia artística occidental, a pesar
de que sus motivos eran los propios de su religión y sus tradiciones específicas.
1. Orígenes
Los orígenes de la literatura griega se remontan a, como mínimo, 300 años antes de Cristo, en
los albores de una de las civilizaciones más completas y admiradas de la historia humana: la
Grecia Antigua. Se ignora cuándo habría empezado a producirse esta cultura específica, y
muchas de sus primeras obras habrían sido de transmisión oral, al ser previas a la escritura como
soporte.
2. Poesía
La poesía épica contiene relatos de guerra o aventura en que se evocan los mitos.
Los géneros poéticos de la antigüedad prefiguraron los que hoy en día conocemos y fueron,
inicialmente, dos:
3. Dramática
4. Prosa
Muchos autores de prosa han dejado una extensa obra no ficcional en prosa.
La literatura griega también contó con obras en prosa, derivadas de la oratoria política y del afán
por historiar, es decir, dejar registro de los eventos que ocurren. De hecho, pensadores
como Platón y Aristóteles, o historiadores como Herodoto, dejaron una extensa obra no
ficcional (por llamarlo de alguna forma) que influyó a las civilizaciones futuras.
5. Trasmisión oral
La poesía lírica y épica, al contrario de la dramática, acusan su origen oral, por lo que se hallan
a menudo en verso (como forma de memorización). Eran cantadas por recitadores que
componían sus propias canciones (aedas) o que memorizaban fragmentos de epopeyas y los
recitaban con la cítara (rapsodas).
6. Religiosidad
La literatura griega rendía culto a dioses y deidades que recreaba en sus obras.
El contenido de la literatura griega solía ser religioso o místico, en la medida en
que aprovechaban los relatos y leyendas de su cultura, que rendía culto diario a sus diversos
dioses y deidades, para recrear sus obras. Así, los personajes icónicos de la literatura griega,
como Edipo, Aquiles o Perseo, pertenecen a la vez al imaginario popular de la época y a los
distintos relatos religiosos con que la tradición rendía culto a los dioses.
7. Catarsis
Un concepto central en la literatura griega y sobre todo en la dramática, era la catarsis: la purga
de las pasiones humanas a través del sufrimiento, del padecimiento de las emociones en un
ambiente ficcional. Así, los ciudadanos griegos que asistían a la representación de una tragedia,
eran devueltos a sus casas mucho más en paz con sus emociones y pudiendo, así, responder
mejor a las mismas cuando la oportunidad en vida real se presentara.
8. Mitología
La Ilíada.
La Odisea.
El ciclo tebano: Edipo Rey, Edipo en Colono, Siete contra Tebas, Antígona, Las
suplicantes, Las fenicias.
La orestíada: Agamenón, Las coeforas, Las euménides.
Los Trabajos y días.
La Teogonía.
Los Himnos homéricos.
Orígenes
La fragmentación del Imperio romano supuso el abandono definitivo de la cultura antigua y, por
lo tanto, en el ámbito literario que nos ocupa, la ruptura con la tradición grecorromana. En la
misma línea, la aparición de los estados «bárbaros» —visigodos, francos, sajones, lombardos…
—, con tradiciones literarias poco desarrolladas potenció junto con la fragmentación lingüística
de la Romania, la decadencia intelectual del Occidente europeo. Solo la pervivencia de
la Iglesia Romana funcionó como gozne entre el final del mundo antiguo y el inicio de la Edad
Media, sobre todo porque, al ser el latín la lengua de la Iglesia, la lengua de Roma seguirá
siendo un elemento unificador para la primera literatura que podemos llamar europea. Obras
como las Etimologías de San Isidoro, escritas en la Hispania visigoda o los poemas religiosos
de Venancio Fortunato, procedentes de la Galia franca, fueron leídos y difundidos por
toda Europa durante esos siglos oscuros. Sin embargo, precisamente esta preeminencia del
elemento religioso cristiano dentro de la cultura literaria de la Alta Edad Media, marcó una
diferencia sustancial en la literatura medieval europea en relación con la literatura clásica del
Imperio romano.
Desarrollo
Etapa constitutiva
Ya en el siglo XIII estas dos líneas de creación literaria, en principio independientes, dieron
lugar al desarrollo de los primeros géneros literarios cultos en lengua romance, en donde una
lengua poética considerada especialmente apta para la expresión literaria era utilizada con un
prestigio cultural casi similar al latín. Ese fue el caso inicialmente del provenzal (Guillermo de
Aquitania) para la lírica o del francés para la narración épica (Chrétien de Troyes). A partir de
aquí se estandarizaron en toda Europa modelos de expresión cultos para la lírica amorosa
(cantigas de amor galaicoportuguesas, stilnovistas italianos, minnesänger alemanes…) y para
la narración de aventuras en verso y en prosa (cantares de gesta, Nibelungenlied, ciclo
artúrico…)
Mención aparte merece la literatura bizantina, en griego, única que mantuvo su propia tradición
literaria sin rupturas significativas y, por lo tanto, no se vio sometida a la crisis que dio origen a
la literatura europea. Se trata de una literatura compacta e independiente pero a la vez aislada, lo
cual hizo que se viera truncada definitivamente con la desaparición del Imperio bizantino en
1453.
Etapa clásica
A partir del siglo XV y tomando como punto de referencia modelos literarios italianos, se
extendió por Europa una concepción nueva de la literatura basada en la idea de que el verdadero
prestigio cultural solo podía ser otorgado por el respeto a las normas de la cultura grecolatina
antigua. A esta época se le conoce como Renacimiento y a partir de él, frutos directos de su
evolución en el tiempo, surgieron el Barroco y el Neoclasicismo.
Otros dos géneros, sin embargo, la narrativa y el teatro, desarrollaron modelos originales al
margen e incluso enfrentados a la tradición clásica. Así, en los siglos XVI y XVII nos
encontramos con narraciones en prosa tan inclasificables como el Gargantúa de Rabelais o,
sobre todo, el Quijote de Cervantes, que se convertirían posteriormente en el germen de
la novela europea moderna. Por lo que al teatro respecta, la recuperación de los modelos
antiguos fue lenta y poco fructífera en un primer momento, imponiéndose entretanto esquemas
dramáticos desarrollados a partir del teatro popular medieval como la Commedia dell
´arte italiana y, más significativamente, los teatros nacionales inglés (Shakespeare) y español
(Lope de Vega), de gran éxito en sus regiones de origen pero cuyas soluciones dramáticas solo
se generalizarían en Europa siglos más tarde.
Por lo que a la literatura de pensamiento se refiere, el latín siguió siendo la lengua de referencia
y la Universidad el ámbito de producción por excelencia. Desde el polaco Copérnico en
Cracovia (De Revolutionibus Orbium Coelestium, 1543), hasta el
inglés Newton en Cambridge (Principia mathematica, 1687), toda la nueva ciencia europea se
desarrolló de acuerdo con esos patrones comunes, aunque también debe anotarse aquí que la
publicación del Diálogo de Galileo en italiano en 1632 abrió las puertas de la literatura
científica a las lenguas vernáculas. De ahí la importancia de la aparición de
los Essais de Montaigne en 1580, que ofrecieron el modelo europeo para una literatura de
expresión libre del pensamiento personal que, aunque no se desarrolló hasta varias décadas
después, sigue siendo uno de los géneros fundamentales e identificativos de la literatura
europea.
Etapa disolvente
A principios del siglo XIX, durante las Guerras Napoleónicas, se generalizó en Europa un deseo
de renovación social, artística y específicamente literaria cuya plasmación más evidente fue el
desarrollo de una gran cantidad de literaturas «nacionales» en lenguas hasta entonces de escaso
prestigio cultural y circunscritas al ámbito del folclore local. Así, con diferentes logros pero un
mismo denominador común, se van a desarrollar las literaturas
rusa, húngara, danesa, polaca, finesa… En todas ellas los modelos se repiten, dando lugar al
movimiento literario conocido como Romanticismo: la lírica, siguiendo el modelo de Lord
Byron, se centra en la expresión egolátrica de los sentimiento personales, a lo que se añade la
exacerbación de los sentimientos patrióticos; la narrativa busca, a la manera de Walter Scott, la
reconstrucción del pasado glorioso de la propia nación, y el teatro, siguiendo a Victor Hugo,
recupera las propuestas anticlasicistas de los teatros inglés y español del siglo XVII. Por otra
parte, las influencias mutuas entre las distintas regiones europeas se multiplican: Si la figura
de Pushkin, en Rusia, no sería comprensible sin la existencia previa de Lord Byron, a finales del
siglo XIX, autores rusos como Tolstoi fijarán las pautas para una renovación de la novela
europea que tendrán influencia en toda Europa. Igualmente, el teatro escandinavo
(Ibsen y Strindberg) va a ser el principal reformador de la escena europea a principios del siglo
XX. Por ello, en la segunda mitad del siglo siguen sucediéndose movimientos literarios globales
tanto en la novela (Realismo de Balzac, Galdós o Dostoievski) como en la lírica, aunque con
nombres diferentes según el ámbito lingüístico de
redacción: Simbolismo francés, Modernismo hispano, Prerrafaelitas ingleses.
Caligrama.
La situación actual
A principios del siglo XXI no hay ninguna razón para pensar que este esquema cultural vaya a
cambiar. Por un lado la debilidad política de la Unión Europea, mayor aún si cabe en el ámbito
cultural donde, por ejemplo, aún no se ha comenzado siquiera a dar los primeros pasos para la
redacción de una historia de la literatura europea, y el cada vez mayor peso en todos los órdenes
de la lengua inglesa, vehículo básico de la cultura estadounidense, permiten suponer que cada
vez será más difícil que algún día Europa pueda volver a desarrollar algún movimiento cultural
—y por lo tanto literario— propio.
Etapa constitutiva
San Isidoro, Etimologías
Poesía goliárdica
Guillermo de Aquitania
Chrétien de Troyes, Perceval o el cuento del Grial
Cantar de los nibelungos
Beowulf
Chanson de Roland
Walther von der Vogelweide
Snorri Sturluson, Edda
Cantar de mio Cid
Don Juan Manuel, El conde Lucanor
Juan Ruiz, Libro de buen amor
Dante Alighieri, La divina comedia
Etapa clásica
Francesco Petrarca, Cancionero
Giovanni Boccaccio, Decamerón
Geoffrey Chaucer, Los cuentos de Canterbury
Fernando de Rojas, La Celestina
Garcilaso de la Vega. Églogas, canciones, sonetos.
Pierre de Ronsard, La Francíada
Michel de Montaigne, Essais
William Shakespeare, El rey Lear
Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha
Lope de Vega, Fuenteovejuna
Calderón de la Barca, La vida es sueño
Baltasar Gracián, El Criticón
Tirso de Molina, "El burlador de Sevilla y convidado de piedra
Johann Wolfgang von Goethe, Fausto
Molière, El avaro
Jean Racine, Fedra
Etapa disolvente