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La psicoterapia es un procedimiento que busca promover procesos de cambio en

pacientes que experimentan sufrimiento, y sus resultados dependen de dos tipos de


factores: los específicos y los inespecíficos. Los específicos son las técnicas
empleadas por el terapeuta, mientras que los inespecíficos son los fenómenos
asociados con las condiciones interpersonales y contextuales en la terapia. El “estilo
personal del terapeuta” (EPT) se refiere a las características habituales que cada
terapeuta impone a su tarea como resultado de su manera de ser, y depende de su
posición socioprofesional, situación vital y los modos de comunicación que emplea.
El EPT es un fenómeno que ha sido estudiado desde el comienzo de la práctica de
la psicoterapia, aunque ha habido periodos de descuido. Actualmente, es un tema
de gran interés y se ha abordado desde la perspectiva global de la persona del
terapeuta y como parte de la relación terapéutica. Los factores inespecíficos son tan
específicos como los factores específicos.

Por otro lado, la lectura nombra los modos de comunicación en el ejercicio de la


psicoterapia, y cómo los terapeutas emplean diferentes formas de comunicación
para cumplir con sus funciones. Se describen seis funciones primordiales del
terapeuta: instruccional, evaluativa, atencional, expresiva, operativa y de
compromiso vincular. Cada función se puede manifestar en varias dimensiones. La
función instruccional se refiere a cómo el terapeuta transmite las normas y
prescripciones que rigen durante el tratamiento, y las dos dimensiones más
relevantes de esta función son la rigidez y la asimetría. La rigidez se refiere a la
inclinación del terapeuta a establecer límites muy rígidos en relación con el
cumplimiento de las tareas y a los intercambios dentro del vínculo terapéutico. La
asimetría se refiere a la diferencia en el poder de decisión entre terapeuta y
paciente. Algunos terapeutas manejan esa diferencia de modo acentuado, mientras
que otros la suavizan.

De la misma forma, se trata la temática de las diferentes tendencias y enfoques de


los terapeutas en la psicoterapia. La tendencia optimista puede ser perjudicial si se
subestiman los problemas del paciente y se le genera una exigencia negativa.
Además, se discute la evaluación de los medios comparada con la evaluación de los
efectos, y cómo esto puede afectar la atención del terapeuta a las situaciones
particulares del paciente. También se explica la función atencional del terapeuta en
la búsqueda de información y el reconocimiento del universo significativo del
paciente, y se destacan dos dimensiones principales de la función atencional:
actividad versus receptividad y concentración versus apertura.

Después, se explican las diferentes funciones como lo son las siguientes:

La función expresiva es una de las funciones más importantes en los estudios


sobre la incidencia del factor personal del terapeuta. Esta función se refiere a la
capacidad del terapeuta para comunicarse con el paciente de manera cálida y
comprensiva, transmitiendo confianza y seguridad. Aunque los terapeutas varían en
su modo de comunicación expresiva, esta función es fundamental en los momentos
iniciales y en las fases críticas del tratamiento.

La función expresiva puede ser ejemplificada por dos dimensiones primordiales:


baja tonalidad emocional y alta tonalidad corporal en comparación con la
comunicación verbal. Aunque el equilibrio y la moderación pueden parecer ideales,
en algunas ocasiones se pueden requerir modalidades de baja o alta intensidad
emocional. La expresión corporal ha sido incluida como un recurso terapéutico
importante, y algunos terapeutas utilizan gestos, ademanes, miradas, tonos de voz y
movimientos corporales, mientras que otros utilizan modulaciones verbales.

La función de compromiso vincular se refiere al involucramiento con el que se


cumplen todas las modalidades de comunicación durante el acto terapéutico. Esta
función se manifiesta en el nivel de compromiso interpersonal (involucramiento del
terapeuta ante el paciente) y en el nivel de compromiso intrapersonal
(involucramiento del terapeuta ante sí mismo). En la práctica, los terapeutas se
alejan del punto medio ideal, lo que ha permitido descubrir algunos fenómenos
interesantes en la práctica.

En resumen, la pregunta sobre si existe un estilo personal de terapia (EPT)


característico de quienes trabajan con un modelo integrativo de psicoterapia tiene
una respuesta ambigua. No hay un modelo integrativo de psicoterapia único, sino
una tendencia necesaria para facilitar la transferencia intermodelística y la discusión
sobre los aportes y resultados de las diversas propuestas terapéuticas. La
integración en psicoterapia supone una actitud integrativa capaz de promover la
gestación de alternativas posibles. Aunque no existe un EPT unificado y totalizador,
es posible afirmar que existe un perfil de terapeuta que facilite la actitud integrativa.
Este terapeuta será capaz de moldear sus intervenciones de acuerdo con cada
situación concreta y presentará características como alta flexibilidad y función
atencional abierta. En resumen, el terapeuta integrativo tendrá un estilo definido en
algunas dimensiones pero podrá variar en muchas otras debido al carácter
integrativo de su práctica.

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