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respecto de cómo proceder en una de las acciones más elementales y frecuentes de nuestra
del proceso de comunicación que allí se establece: los componentes que intervienen, sus
adecuadamente los alcances específicos de dicha interacción, que implica a fenómenos tales
como el efecto placebo y/o la iatrogenia, entre otros no menos importantes. Aprendemos a
conocer algo más respecto del acto que necesariamente debe precederlos, el más elemental,
paciente.
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Debido al importante caudal vocacional que de por sí implica la profesión de Médico -por
escuchar y relacionarse de manera sabia con el paciente. Es fácil inscribir esta propiedad
dentro de los alcances de la ética del bonum facere o de la beneficencia. Y muchas veces
funciona. Pero también ocurre, y no con menor frecuencia, que tal proceder no resulta
suficiente, y que debe dedicarse tiempo y esfuerzo a enseñar la técnica de la entrevista, para
simplificar en exceso, urgidos por la prisa irrespetuosa de esta época, o por nuestra propia y
deshumanizante ignorancia.
en las que cada integrante de la ecuación implica la necesaria existencia del otro, como no
existe un maestro sin la presencia del alumno, o el hijo sin el padre. Lo mismo acontece con
el fenómeno que los une -el proceso de la Comunicación- que permite la transferencia de
detalles de este simple y habitual proceso, al que descuidamos, tal vez, porque nos resulta
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La relación médico-paciente se basa en un proceso de comunicación (1). Esta, como tal,
configura un proceso porque varía con el transcurrir del tiempo, constituyendo una
el instante en que nos detengamos a analizarla, variarán los integrantes y su relación. Así,
conocemos que, en todo proceso de Comunicación, deberán existir los siguientes elementos
participantes: 1) Fuente: lugar o ente en donde se origina la Idea que será comunicada; 2)
Emisor o Encodificador: lugar o ente en donde se encorceta a la Idea dentro de los límites
específicas, representan algo para alguien (el alfabeto; la escritura musical, etc.); 5)
para constituir una estructura significante (ordenamiento de las palabras para el discurso o
mensaje y que pueden ser de tipo físico, socio-culturales, idiomáticas, etc.; 7) Receptor o
pueden ser clasificados en Denotativos (el significado de los diccionarios, el que surge de
nombrar, de la simple relación entre el signo y el objeto al que designa); Estructurales (el
que otorgan los signos de puntuación); Contextuales (el que se desprende de la relación con
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los demás signos); y Connotativos. Estos últimos se encuentran influidos por el aprendizaje
subjetivos. Constituyen los que con más frecuencia manejaremos en la relación médico-
del Receptor, que es percibida por la Fuente. Este último procedimiento –el feedback- es el
que permite el ajuste y la precisión en la transmisión de una idea por parte de una fuente.
Por él sabemos qué es lo que en realidad ha recibido el receptor, de lo que deseamos enviar.
mensaje por parte de un receptor, pero si no existe una respuesta que nos permita conocer
completada.
Conociendo estos elementos, podemos colegir que, cuando una persona que se siente mal,
consulta con un médico, intentará en la entrevista que mantendrá con él, transmitir esas
pueda decirle respecto de su queja, el paciente –una persona con sentimientos, vivencias y
lo que constituiría una barrera comunicativa de tipo física; o podría provenir de otra zona
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del país en donde ciertas palabras tuvieran otro significado del habitual para nosotros, los
socio-culturales), o ser extranjero y hablar otro idioma (barrera idiomática). Podría padecer
síntomas que él interpretase como originados por una afección o situación vergonzante y no
lograr una adecuada expresión de los mismos (barrera socio-cultural y/o psicológica).
Como vemos, existen numerosas situaciones a las que el profesional de la salud deberá
afectos, las actitudes, los conflictos, las emociones, que conllevan ambos integrantes de esta
podemos detenerlo allí y considerar que, mientras el profesional cumple con los diferentes
desandado en varias ocasiones, el camino del ida y vuelta del proceso de comunicación.
intencionalmente, tratando de modificar la relación con nuestro medio ambiente (o, como
trascendente a los efectos de una comunicación más efectiva, utilizar las palabras
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respecto a aquellos a quienes dirigimos nuestros mensajes. Ello adquiere una dimensión
hayamos formado respecto de esa situación particular, de lo que inferimos que están
pensando y esperando los distintos receptores de nuestro próximo mensaje, del estado o del
nivel de la composición racional y afectiva que sospechamos poseen los que nos
escucharán, etc.; es decir, hablaremos o diremos lo que nuestra ciencia nos manda para esa
situación, pero habiendo elegido de entre varios mensajes posibles, el que más se acomode
establecer una comunicación basada en la Empatía. Este tipo de proceso implica la facultad
cual accedemos a las anticipaciones, a las predicciones de los estados psicológicos del
hombre. Inferimos los estados internos o “las personalidades” de quienes nos rodean para
Cuando nos comunicamos de esta manera, hemos superado el nivel de comunicación que
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la forma en que los otros reaccionarán o responderán a un mensaje. Nos ubicamos en la
imaginan que el otro está necesitando, espera o desea, se habrá arribado al último peldaño
través del desarrollo de hipótesis sobre el resultado de sus actos recíprocos, y de las
encuentran unidos por un proceso que implica el empleo de las habilidades empáticas
humana, dado que, al comunicarse, ambos individuos deben obtener una perfecta
Receptor, de quien decodifica el Mensaje. Quien nos escucha o nos lee es quien se queda
con la llave de lo que intentamos transmitir. Es lo que también nos enseña la Farmacología
manera, según cuál sea el receptor que la reciba y se active por su presencia.
en una buena parte de nuestro tiempo de comunicación, el Azar o Dios, “que son la misma
cosa” (3), logran que Emisor y Receptor signifiquen de manera muy aproximada. Ello
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Tipos de Entrevista.
la consulta por síntomas muy específicos: dolor de garganta, una mácula dérmica
localizada, etc. La segunda se utiliza con mayor frecuencia cuando el médico desea conocer
entrevista, utilizando primero una y luego la otra, o resaltando categóricamente a una por
entrevista directiva el médico realiza preguntas directas y establece una relación dominante,
platillo del médico tiene mucho más peso que el correspondiente al paciente. El médico
busca con sus preguntas, obtener datos para confirmar su hipótesis diagnóstica. Sumará los
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En el segundo tipo de entrevista, la cooperativa, la ecuación es la inversa de la que se
acaba de analizar. El médico otorga tiempo al paciente para que se explaye en sus
respuestas, estudia sus silencios y la modulación de su habla, los contenidos ostensibles del
discurso, así como los que se esconden detrás de él. El profesional busca obtener datos y
conocer el contexto de los mismos, en función de inteligir el sesgo que a los mismos otorga
la personalidad del enfermo. Realiza escasas intervenciones dentro del discurso del
comprensión y acercamiento vital evidenciado por el profesional, describa sus temores, sus
vivencias conflictivas, sus estados de ánimo. Todo ello debe ser realizado por el médico
dentro del marco ético y científico que le atañe, por lo que no corresponde pensar que
perderá objetividad en su tarea, en este estilo de entrevista. Por el contrario, esta forma de
conocimiento de la forma habitual de proceder y pensar del paciente, es decir, dentro del
A esta altura, aparece como conveniente, reiterar que ambos estilos de entrevista no son
médico utilizará una de ellas primero, y continuará luego con la otra, en la mayoría de sus
entrevistas con un paciente. Es posible que desarrolle un estilo directivo predominante ante
una consulta muy puntual, como un dolor específico, siguiendo las normas para tipificar
irradiación, mecanismos de alivio, etc. Pero deberá completar datos con un estilo
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sintomatología, o ante síntomas más inespecíficos. La subjetividad del terreno de la
entrevistador está entrenado para realizarla. Contrariamente, los datos que surgen de la
afirmar, como ya se ha sugerido, que cada paciente requerirá una ecuación diferente de
ambos tipos de entrevista y, también, que la entrevista cooperativa deberá ser desarrollada
con la sutileza suficiente como para que el enfermo no confunda la cercanía del profesional
consecuencias no controladas, situaciones que, si bien son conocidas por parte del
profesional, y hasta, en parte, previstas por él, aún se ignoran sus causas íntimas, y la
magnitud que desarrollarán en cada caso particular: los efectos placebo y iatrógeno .
crecimiento en los últimos dos siglos, no han logrado explicar con la precisión inherente a
primero, como así también, una serie de consideraciones para evitar al segundo.
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Conocemos que existen mejorías que no pueden atribuirse a las medidas terapéuticas
verdad teórica, empíricamente se estima que una actitud cálida, comprensiva, asertiva,
ayuda al profesional en el logro de efectos placebo, más allá de otro sinnúmero de factores
que influirán del lado del paciente. No realizar aseveraciones o gestos excluyentes,
algunos de los hechos a evitar, entre otros muchos posibles, para disminuir los factores
médico-enfermo.
un diálogo que logre extraer datos de características psicosociales, respecto del paciente.
Ello resulta paradójico, dado el nivel de intimidad y confianza del que generalmente goza
en función de ser él quien conoce los datos de la salud de todos los integrantes de un núcleo
indaga sobre síntomas físicos, logra deshabituar al médico clínico respecto de sus
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habilidades para buscar síntomas o signos relacionados con las emociones, con sus
interrogatorio “psicológico” para con el enfermo. En función de ello, pospone las preguntas
para una próxima consulta, prescribiendo análisis u otros estudios, dándose más tiempo
para tal intervención. Borrell I Carrió (4) propone solicitar del paciente que se concentre
que se tocará un área diferente o especial dentro de la entrevista, que requiere del
le permita describir distintas zonas de su conducta, aunque sea en forma superficial, dado
que ello es más útil a los efectos buscados, que si profundiza exclusivamente en el análisis
preguntas “comodines” a los efectos de otorgar agilidad a la anamnesis, como así también,
seguir el rastro de los datos trascendentes sin perder de vista el plan de entrevista
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Propuesta de anamnesis. (Francesc Borrell I Carrió, 1999).
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Autoconocimiento del problema por parte del propio paciente:
-A qué lo atribuye?
-Con qué lo relaciona?
Creencias y expectativas:
-Piensa que le puede ir bien alguna cosa en concreto que yo debiera saber?
-Me gustaría saber su opinión respecto a si cree usted que tiene un problema de salud de los
que se resuelven deprisa, o de los complicados.
Entorno del paciente:
-Problemas en casa?
-Y en el trabajo?
-Cómo van las cosas con su…mujer, hijos, etc?
Acontecimientos vitales:
-Ultimamente o en el inicio del problema, ¿sucedieron cambios de cierta importancia en su
vida?...,ya sea a nivel familiar o laboral…
-Y problemas de otro tipo, como económicos, o de tipo legal?
Estrés y adaptación:
-Cree que los demás le exigen mucho?...Más incluso de lo que usted piensa que puede dar?
Afectividad y curso del pensamiento:
-Está pasando una mala temporada? Qué tal va de estado de ánimo?
-Hay algún tipo de pensamiento o idea que le de vueltas por la cabeza, hasta el punto de
molestarle?
Personalidad:
-Cómo se describiría usted: como una persona habitualmente nerviosa, depresiva, alegre,
irritable…?
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Estas preguntas pueden o deben ser modificadas por cada entrevistador para adaptarlas a
su estilo pero, indudablemente, cuando han sido incorporadas mnésicamente por parte del
“registro o línea biográfica” que atesore los datos más trascendentes de los períodos de
Esta representación gráfica puede ser complementada con la confección del árbol
genealógico del paciente, de suma utilidad para los diversos capítulos de la patología
interrogantes como, por ejemplo, si alguno de los síntomas observados es una forma de
“estar” en el mundo, o una manera de ser. Es decir, diferenciar entre un síntoma producto
de una situación puntual, de una “reacción” del paciente, y un síntoma que es consecuencia
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La palabra “persona” (de la que deriva “personalidad”) proviene del latín, y designaba en
la antigüedad, a la máscara con la que tapaban su rostro los actores de la comedia griega,
llegan a singularizarlo, a describirlo, a tipificarlo. Afirmar que una persona “es” ansiosa, no
nos dice lo mismo que la consideración de que “está” ansiosa. Determinar estas diferencias
entonces, realizar preguntas francas, claras, que posibiliten respuestas discernibles, netas,
que aporten información valedera sobre el proceder habitual del paciente; como así
también, repetirlas en otra instancia de la entrevista o en una nueva ocasión, a los efectos de
arte, las singularidades más notorias o relevantes del comportamiento del examinado, pero
deberá sortear permanentemente los peligros que encierra una evaluación apresurada, o
las patologías o las diferentes maneras del comportamiento del sujeto, dado que, en muchas
ocasiones, logrará comprobar, con sorpresa o sin ella, que eran producto de estímulos
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prudente, de una revisión periódica de nuestras convicciones más enraizadas respecto del
sujeto que tenemos delante y que nos ha confiado su vida, en la más completa acepción del
vocablo.
exagerados por una situación estresante, por la pérdida de un ser querido, o un quebranto
que tal vez hayan desaparecido del presente del examinado, ciertas situaciones
entrevistado a familiares o personas ligadas al paciente, que puedan acercar otras versiones
ejercicio de rever sus observaciones y juicios, sus actitudes, y sus hipótesis. Alguien que
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durante la entrevista. Un médico bien informado que, en fin, profese un adecuado código de
ética.
La derivación al Psiquiatra.
cuanto a su quehacer terapéutico-; temor del enfermo a cambiar y a “ser cambiado”; miedo
al estigma.
Analicemos una a una las situaciones enunciadas. En principio, el médico puede dudar
actual que vive el paciente, constituye el momento ideal para establecer el cambio que su
vida viene necesitando, o si debe esperar a que dicha crisis amengüe. Se preguntará si el
como médico, si renunciará a tratarse con él, etc. Entretanto, el paciente se preocupará
porque no desea relatar nuevamente sus padecimientos, o porque no le agrada pensar que
deberá hacerlo frente a otro profesional a quien desconoce y sobre quien imagina que lo
indagará de una manera exhaustiva, “más profunda”, más íntima, y a quien tal vez deba
revelarle sus pensamientos y sentimientos más recónditos, y -por qué no- aquellos a los que
su propia censura torna “prohibidos”. Ocurrirá también que el abatimiento que el propio
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ha tomado ya tal profundidad, que entorpece la obediencia; y la inercia e inhibición, propias
del estado depresivo o de un shock traumático, impiden la consulta. Por otro lado: ¿deberá
relatar que a veces toma más de lo debido, o que no se lleva del todo bien con su mujer?.
familia?”. “Si me da una licencia, ¿qué pensarán en mi trabajo?”. “¿Me dará pastillas que
mente del paciente, a la hora de la consulta psiquiátrica. El médico general debe estar
preparado para aventar tales dudas y ser efectivo en la derivación que, en muchos casos, se
demasiado abiertos, o de que todo lo sabe, o de que da consejos que él no practica, todavía
de ésta en los últimos tiempos, así como el conocimiento masivo de los avances en las áreas
respecto, que todo médico clínico tenga un contacto fluido con un psiquiatra de su
terapéuticos.
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A esta altura, también es procedente recordar que no es infrecuente la reacción de alivio
por parte del paciente, ante la derivación al especialista. Considera que ha llegado el
momento de hablar de ciertos temas que no se había animado a tratar antes con nadie; que
lo hará frente al psiquiatra “que es el profesional idóneo, que sabrá entender esto que siento
o que pienso…”. Admite para sí, y por ello se alivia, que no podría tratar ciertos temas con
su médico de cabecera, que es el médico de casi toda la familia, o “que me conoce de toda
la vida y ni se imagina que me puedan pasar estas cosas…”. Ahora sí lo hará con el
psiquiatra.
Algunos pacientes se resisten a la consulta con el psiquiatra porque consideran que son
“incorregibles”, que no podrán cambiar, “que no tienen arreglo”. En variadas ocasiones, esa
cambio. Son, precisamente, aquellos pacientes que más se oponen a la derivación, quienes,
precisamente por ello, debemos asumir que, aún hoy, es necesario ser sutiles al momento
de la derivación al especialista “de los nervios”. Hablar con claridad y sin rodeos
eufemísticos, didácticamente y con precisión, parece constituir una buena fórmula para el
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éxito final. No es de mala técnica evitar que el paciente piense que se lo envía al psiquiatra
derivación es el producto del desconcierto del clínico, o que el psiquiatra es la ruta final de
la desesperanza.
Llevar a buen puerto a cada una de nuestras decisiones como profesionales de la salud
implica, generalmente, un largo y fascinante camino del que ya nos avisaba Hipócrates en
su primer Aforismo: ars longa,vita brevis (5). Se sustenta en una concienzuda formación,
el genuino deseo de ayudar, de colaborar, con humildad pero con eficacia, a mitigar los
dolores o los inconvenientes del prójimo. Cumplir con ello es nuestro desafío, y nuestro
tesoro.
BIBLIOGRAFÍA.
1.- Berlo, David K.; “El proceso de la Comunicación”. Editorial Librería El Ateneo; 9ª
Edición, 1978.
3.- Borges, Jorge L. (1899-1986). La cita se encuentra en uno de los infinitos párrafos de la
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