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Técnicas y recomendaciones actuales para la canalización

venosa periférica y el mantenimiento de los dispositivos

El proceso de colocación de un CVP consiste en una serie de cinco pasos que


combinan la evidencia científica con la experiencia del profesional y que
termina con la fijación de un catéter idóneo en la zona anatómica más
apropiada y de la forma más aséptica posible. Este proceso permite obtener un
acceso directo al sistema circulatorio de los pacientes con fines diagnóstico-
terapéuticos.

Los pasos a seguir son la selección del acceso vascular, la selección del
catéter, la higiene de manos y antisepsia cutánea, la inserción del catéter y la
correcta fijación del mismo. Además, es fundamental un mantenimiento
apropiado que permita prolongar la durabilidad del catéter, evitando la
repetición de la técnica y las molestias que esto originaría a los pacientes.

Selección del acceso vascular

A la hora de conseguir un correcto acceso vascular, deberán valorarse una


serie de factores individuales 5 que van desde la preferencia de unas zonas
anatómicas sobre otras hasta las condiciones y estado físico del paciente 5, el
uso que recibirá dicho acceso vascular o los antecedentes de canalizaciones
previas 5, entre otros. Además, se deben seguir ciertas pautas generales que
son aplicables a todos los pacientes, independientemente de su situación
clínica, necesidad o condiciones anatómicas.

En lo referente a los factores individuales, se deberán evaluar los antecedentes


de canalizaciones previas 5, la accesibilidad del vaso 5, la situación clínica en la
que se encuentre el paciente 5, las alergias conocidas 5y el tratamiento
prescrito 5.

Respecto a la localización anatómica de la inserción, es de preferencia la


utilización de los miembros superiores. En caso de no ser posible y teniéndose
que colocar en los miembros inferiores, se intentará reubicar el catéter lo más
pronto posible en uno de los brazos. Además, se deberán evitar las zonas de
flexión de articulaciones, como son la muñeca o la fosa antecubital 5, para
facilitar el correcto fluir de las soluciones administradas

Simultánea o posteriormente a la localización visual del vaso a utilizar, se


deberá facilitar la localización del mismo favoreciendo el llenado capilar.
Debemos instar al paciente a que realice movimientos de apertura y cierre del
puño 5mientras aplicamos un torniquete o compresor 5 en un punto situado
entre 10 a 15 centímetros por encima de la zona elegida para la
punción 5 colocando el brazo por debajo del nivel del corazón 5. También es
posible aplicar agua templada sobre la zona para favorecer la vasodilatación o,
directamente, sumergir el miembro en ésta 5. Algunos estudios 13 demuestran
que la aplicación de bolsas de calor sobre la extremidad a puncionar durante
periodos superiores a 5 minutos permite obtener una vasodilatación completa
sin necesidad de torniquete.

Selección del catéter

Una vez seleccionado el vaso a puncionar, se deberá adecuar el tamaño del


catéter a las necesidades de infusión, a la situación clínica del paciente y a la
anatomía de la propia vena 5. De forma estandarizada, en los hospitales
españoles se utilizan los tamaños de catéter que se recogen en la tabla Anexo
3. Además de los calibres, se recoge el uso protocolarizado para el que están
pensados y las velocidades de infusión de ciertos líquidos 5.

La selección del catéter debe realizarse atendiendo al tiempo de uso previsto 5,


al tamaño del vaso 5 y al tipo de líquidos que van a infundirse  5. Será preciso un
CVP siempre que el periodo de utilización previsto no supere los 6 días 5,
empleándose otro tipo de accesos de mayor duración como puedan ser líneas
medias, catéteres centrales de inserción periférica o, en su defecto, CVCs, si
se prevé que la infusión vaya a superar ese tiempo. 5. Se seleccionará el CVP
de menor calibre y longitud posible que permita la correcta administración de la
terapia prescrita pero que a la vez permita un buen flujo sanguíneo alrededor
del catéter 5. En lo relativo al tipo de solución, deberá valorarse el volumen a
infundir, la continuidad de la administración, el pH y las posibles
complicaciones que puedan devenir de su infusión 5. Por último, a la hora de la
elección del tamaño del catéter también entra en juego la experiencia de quien
realiza la técnica 5.

Higiene de manos y antisepsia cutánea

La prevención es la mejor manera de evitar las contaminaciones a la hora de


manipular un catéter, tanto en la inserción como en su mantenimiento 5. Las
manos de los profesionales en los medios sanitarios son el vehículo más
común en la transmisión de patógenos durante la asistencia 5. Realizar una
correcta higiene de manos es la medida más simple, económica y eficaz en la
prevención y control de las infecciones nosocomiales 5. Sin embargo, el
promedio de cumplimiento de esta medida no supera el 40% 5.

En lo referente a la inserción, manipulación y retirada de catéteres, o a la hora


de colocar, reemplazar o manipular el apósito, la limpieza puede limitarse a
lavarse las manos con agua y jabón cuando estén visiblemente sucias o
contaminadas con fluidos, o utilizar un preparado de base alcohólica cuando no
estén visiblemente sucias 5.

Posteriormente al lavado, y una vez las manos estén bien secas, la colocación
de guantes no estériles es fundamental, como protección para prevenir la
contaminación de las mismas al existir la posibilidad de entrar en contacto con
sangre, para no transmitir los microorganismos presentes en las manos a los
pacientes y para no propagar microorganismos de un paciente a otros 5.
La antisepsia cutánea, consistente en la eliminación de los microorganismos
que sean potencialmente patógenos y la inactivación de los virus que puedan
encontrarse en la piel, deberá realizarse acorde a las recomendaciones de
los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) del año 2011, donde se
especifica que el antiséptico ideal es el gluconato de clorhexidina con una
concentración superior al 0,5% 5. Su idoneidad deviene de su amplio espectro
de acción (Bacterias Gram+, incluidos los Staphylococcus Aureus Resistentes
a Meticilina (SARM); bacterias Gram -; hongos y virus),por su rápido inicio de
activación (entre 15 y 30 segundos), su actividad frente a la materia orgánica y
su prácticamente nula toxicidad 5. Sin embargo, hay que tener en cuenta que
algunas cepas de bacilos Gram – son menos sensibles a la acción de la
clorhexidina; su nula capacidad esporicida, aunque sí inhibe el crecimiento de
éstos; y que no parece tener efecto sobre los virus sin cubierta.

La única contraindicación a su uso es una posible hipersensibilidad del


paciente, en cuyo caso se utilizaría tintura de yodo, yodóforo o alcohol al 70% 5.

Se deberá tener en cuenta el tiempo de activación y las contraindicaciones de


cada antiséptico antes de proceder a la inserción del CVP, la necesidad de
retirar todo resto de materia orgánica que pueda haber antes de su aplicación,
de forma que no se inactiven ante su presencia y, una vez desinfectada la
zona, no volver a contaminarla mediante la palpación salvo que se estén
utilizando guantes estériles 5.

Inserción del catéter

Con los límites de la vena bien definidos mediante palpación, habiendo


aplicado el antiséptico pertinente y con el catéter adecuado en la mano
dominante, se deberá traccionar la piel del paciente con la no dominante,
facilitando así la fijación del vaso y reduciendo la posibilidad de que los
pliegues cutáneos compliquen la tarea 5. La aproximación a la superficie
cutánea deberá realizarse con un ángulo entre 15º y 30º y con el bisel del
catéter hacia arriba 5.

Los equipos actuales permiten confirmar la localización de la punta del catéter


en el vaso gracias a la cámara de la que disponen para el reflujo sanguíneo 14.
Será éste el momento de bajar el ángulo del catéter hasta prácticamente
dejarlo paralelo a la piel para, posteriormente, hacer avanzar el catéter por el
recorrido de la vena 14.

Antes de retirar completamente el fiador, deberá soltarse el compresor,


evitando así un reflujo sanguíneo incontrolable cuando éste abandone
finalmente el interior del catéter 5, 14. La aguja, pese a contar con sistemas de
protección que eviten pinchazos accidentales, deberá ser desechada
inmediatamente en un contenedor apto para este fin 5, 14.

El acceso que acabamos de generar se cerrará con un conector o sistema sin


aguja válvula split septum, con una llave de 3 pasos o con el dispositivo que
mejor se adapte al uso que vaya a dársele a ese CVP 1, 14. Se comprobará su
permeabilidad a través de la infusión de un bolo de Suero Salino Fisiológico
(SSF), preferentemente con jeringas precargadas 5, 14.

Fijación del catéter

La fijación del catéter es un proceso que debe tener lugar inmediatamente


después de la comprobación de su correcto funcionamiento 5, 15, 16. Se limpiará la
zona de punción, arrastrando toda la materia orgánica que pueda haber
quedado sin movilizar bruscamente el catéter, dado que podría lesionarse la
vena 5, 15, 16.

La fijación ideal es aquella que asegura la estructura externa del catéter a la


piel periinsercional dejando a la vista el punto de inserción 5, 14, 15, 16, 17, 18. Para este
fin, se utilizarán los dispositivos estériles conformados, normalmente, por dos
tiras adhesivas, un apósito transparente semipermeable y una etiqueta
identificativa para inscribir en ella la fecha en la que se realiza la técnica 5, 14, 15, 16,
17, 18
. Con estos elementos, conseguimos las 3 funciones que se buscan en un
apósito de CVP: protección y visualización del punto de inserción y sujeción del
catéter 5, 15, 16. Se desaconseja por completo la técnica de “corbata” para realizar
la fijación del catéter a la piel dado que se rompe la técnica aséptica, así como
también se desaconseja la aplicación de las tiras adhesivas directamente sobre
el catéter por el mismo motivo 5. En caso de que el paciente presente sangrado
o excesiva sudoración, la recomendación será la de utilizar un apósito
absorbente mientras se mantuviese dicha situación, volviendo a utilizar los
apósitos transparentes semipermeables en cuanto fuera posible 5, 14, 15, 16, 17, 18.

Mención especial merece la complejidad intrínseca que ofrece la fijación de los


CVPs en pacientes pediátricos 18. En este tipo de población, podría ser más
interesante una combinación entre la técnica previamente descrita y la
aplicación de apósitos de gasa y esparadrapo con el objetivo de fijar mejor aún
el catéter, puesto que estudios como el realizado por el personal de Enfermería
del Hospital de Barbastro 18 han reflejado mayor incidencia de retirada
accidental por pérdida de adherencia de los apósitos transparentes. Otra
técnica utilizada para la fijación del catéter en la población pediátrica es la
aplicación de vendajes con venda de crepé o con férulas inmovilizadoras,
asegurando el catéter de mejor manera que con la simple aplicación del
apósito 18.

Nuevas investigaciones se están llevando a cabo, arrojando resultados muy


prometedores, con la inclusión de clorhexidina en los apósitos semipermeables,
de forma que la desinfección de la piel periincisional sea un proceso continuo 15,
19
. La introducción de este antiséptico impregnado en el apósito permite
observar una reducción sensible tanto de las Infecciones del Punto de Incisión
(IPI) como de las Infecciones del Torrente Sanguíneo Asociadas al uso de
Catéter Venoso Periférico (ITS-CVP) 15, 19.

Mantenimiento del catéter


Se debe valorar de forma diaria la necesidad del catéter venoso 5, 10, 20, 21. En caso
de que la medicación o terapia pueda ser administrada por otra vía, la
recomendación será retirar el acceso venoso lo antes posible, dado que es una
puerta abierta a infecciones y lesiones 5, 10, 21.

Una vez decretada la idoneidad de su mantenimiento, se valorará todos los


días el punto de inserción, así como la presencia o ausencia de restos
hemáticos, que de haberlos deberán ser retirados con SSF y posteriormente,
desinfectar de la zona con clorhexidina, para aplicar un apósito limpio 5, 21. La
valoración del punto de inserción se realizará mediante la Escala visual de
valoración o escala Maddox (Anexo 4) 5, documentando diariamente el grado
de flebitis detectado, así como cualquier otra circunstancia anómala  5, 22.

Los cambios protocolarizados se desaconsejan por debajo de los 7 días porque


la manipulación excesiva del catéter puede ocasionar una contaminación que
desemboque en infección 5, 20, 21. También se recomienda que en sueroterapias
prolongadas se sustituyan los sistemas de administración, conexiones,
alargaderas y resto de accesorios entre las 96 y las 168 horas transcurridas
desde su primera utilización, o siempre que se visualice suciedad o deterioro 5,
10
. Equipos utilizados para medicaciones concretas, concentrados de sangre o
hemoderivados deberán desecharse inmediatamente tras su uso 5.

En cuanto a los conectores sin aguja, las recomendaciones de los CDC de


2011 sostienen que lo idóneo son canales de paso recto que permitan un flujo
laminar sin restricciones 5, que carezcan de mecanismos internos 5, que tengan
una carcasa externa trasparente que permita la visualización del paso de
líquidos 5 y cuya membrana de acceso sea lisa y sin recovecos, facilitando así
una correcta desinfección 5.

Quedan, por tanto, desaconsejadas las llaves de 3 pasos, procurando su


retirada y sustitución por sistema válvula splitseptum a la mayor brevedad
posible 1, 5, 14. Éstos también deberán ser sustituidos si se desconectan por
cualquier razón 5, si se observase sangre o restos en el interior del conector 5 o
en caso de contaminación 5. Además, todos los cambios se deberán realizar
teniendo en cuenta las políticas institucionales y las recomendaciones del
fabricante 5.

La permeabilización del catéter es el último apartado a tener en cuenta en el


mantenimiento del mismo. Se realiza mediante bolos de SSF estéril,
permitiéndonos comprobar la correcta colocación en el interior de la vena 5.
Además, estos bolos nos sirven para asegurarnos de que se administra la
totalidad de la medicación a la vez que se limpia el interior del catéter 5,
evitando así la incompatibilidad entre medios 5. De esta manera se reduce el
riesgo de flebitis de origen químico 5 y la formación de trombos, minimizando el
riesgo de septicemia 5.

Las recomendaciones actuales sugieren el uso de jeringas precargadas


desechables 5 o, en su defecto, viales monodosis que se desecharían tras un
único uso 5. Deberá infundirse una cantidad mínima de 2ml de SSF para
asegurar el lavado completo de la luz del catéter 5, utilizándose una jeringa de
10mls para evitar daños en el catéter durante su lavado 5. No deberá utilizarse
heparina dado que podría provocar trombocitopenias 5.

Recambio del catéter

La recomendación actual desaconseja el recambio sistemático del catéter dado


que aumenta el riesgo de infección mediante la manipulación 4, 5, 9, 10, 20. Sin
embargo, sí debe retirarse en cuanto se objetiven signos clínicos de flebitis
(calor, sensibilidad, eritema, cordón venoso palpable,…), mal funcionamiento
del catéter con extravasación, reflujo del punto de inserción, signos de irritación
local o sospecha de infección y/o trombosis venosa 5, 10, 20.

En éste caso, se retirará ese catéter y se procederá, de persistir la necesidad


de contar con un acceso venoso, a repetir el proceso desde el inicio en otro
punto anatómico que, de coincidir en la misma extremidad, deberá situarse
más proximal que el actual, evitando la utilización de las zonas lesionadas 5.

Quedan, por tanto, desterradas las bases clínicas pretéritas que sostenían un
cambio sistemático del catéter transcurridas 72-96 horas desde la inserción del
mismo 1, 4, 9, 10, 20, prefiriéndose ahora un mantenimiento del catéter siempre que
funcione y no presente ninguna características de las arriba descritas 1, 20.

Estrategias de mejora en la canalización venosa periférica

Son numerosos los estudios 3, 23 enfocados a mejorar las capacidades de los


profesionales a la hora de la canalización de CVPs. A través de instrumentos
de medida, como cuestionarios para pacientes y check-lists con marcadores de
calidad, se busca la recuperación de datos que emitan una imagen de las
capacidades de quienes insertan los catéteres.

Especial mención merece un proyecto sueco del 2013 en el que se


confeccionaron dos check-lists para valorar las venopunciones del alumnado
de Enfermería durante las prácticas clínicas 23. Su implementación consistió en
la supervisión del alumno por parte de un profesional mientras realizaba la
técnica valorando su desempeño. Se obtenía así una nota final que
cuantificaba la estandarización de su actuación  23.

Métodos de evaluación y seguimiento tan pormenorizados consiguen una


apropiada adhesión a las mejores prácticas basadas en evidencias, eliminando
la transmisión de errores o costumbres adquiridas por parte de los
profesionales 23.

Factores de riesgo asociados y problemas devenidos de la


inserción, mantenimiento y utilización de los catéteres venosos
periféricos
Existen cinco situaciones que conducen a que un CVP satisfactoriamente
colocado y plenamente funcional sea retirado antes de tiempo: flebitis 1,
extravasación 1, fallo mecánico por oclusión 1, retirada accidental 1e infección
del lugar de inserción o del flujo sanguíneo 1.

Flebitis

Se puede definir la flebitis como la inflamación de la pared venosa debida a una


alteración del endotelio y caracterizada por la presencia de signos y síntomas
tales como dolor, eritema, sensibilidad, calor, hinchazón, induración, purulencia
o cordón venoso palpable 2, 5, 6. Esta inflamación suele deberse a una
combinación de situaciones concretas, como características propias del
paciente, situaciones que hayan acontecido durante la preparación de la piel, la
existencia de traumatismos en la vena durante la inserción, el tipo de material
del catéter utilizado, la infusión de determinados fluidos, el tiempo de
permanencia en el interior de la vena, la estabilización del catéter a piel y/o la
frecuencia en el cambio de apósitos 1, 2, 5, 14,18.

No se sabe con exactitud su incidencia dado que la definición ha sido objeto de


constantes revisiones durante los años y la atención que recibe en la actualidad
nada tiene que ver con la que se le prestaba en el pasado 1, 2. Por estos motivos
se han objetivado incidencias de flebitis que, en función de la minuciosidad y
año de los estudios, varían entre el 1% y el 75% de todos los catéteres que han
tenido que ser retirados 1, 2, 7. También hay que tener en cuenta la tendencia
natural a la coexistencia temporal de varias situaciones que motiven la retirada
del catéter: no suele presentarse flebitis aislada, sino que suele ir acompañada
de oclusión, extravasación o incluso estadios tempranos de infección, con lo
que objetivar su presencia se vuelve más complejo aún si cabe 1, 2.

En la actualidad, los estudios más rigurosos han reportado una incidencia de


entre el 14,7% y el 16,1% de todos los catéteres retirados antes de tiempo 1, 2.
De todas formas y aceptándose cualquiera de las definiciones, los mejores
estudios 24 reflejan que los hospitales de referencia españoles superan la tasa
de incidencia de flebitis teóricamente aceptable.

Se pueden distinguir tres tipos de flebitis diferentes atendiendo a su etiología:

Flebitis mecánica o traumática

La aparición de éste tipo de flebitis estará relacionada con la experiencia y


habilidad del profesional que inserta el catéter, la correlación entre el tamaño
del catéter y el lumen de la vena, la ubicación del catéter en zonas corporales
de flexión y una deficiente fijación y estabilización cutáneas del catéter 1, 5, 6, 1418.

Para diagnosticarla, según el grupo Flebitis-Zero, es necesario objetivar un


Grado 2 en la Escala Visual de la Valoración de la Flebitis (Anexo 4), junto con
un tiempo de permanencia del catéter superior a 24 horas y carecer de una
fijación cutánea del catéter, excluyendo el apósito 1, 5, 6, 14, 18.
Flebitis química o por infusión

Se entiende por flebitis química aquella reacción irritativa o inflamatoria de la


capa íntima de la vena como respuesta a la administración de ciertos líquidos,
soluciones o medicamentos 1, 5, 6, 14. Las infusiones más agresivas con esta capa
son las que cuentan con una mayor osmolaridad y una acidez superior a la
media. También contribuyen a la generación de este tipo de flebitis una
velocidad elevada de infusión, la composición del catéter y el tiempo de
permanencia del catéter 1, 5, 6, 7, 14.

Los signos que indican una flebitis química son un Grado 2 en la Escala Visual
de la Valoración de la Flebitis (Anexo 4), un tiempo de permanencia del catéter
inferior a 48 horas y un historial de infusión de antibióticos irritantes 1, 5, 6, 7, 14.

Flebitis infecciosa o bacteriana

Se define la flebitis infecciosa como aquella asociada a una inflamación de la


vena íntima en presencia de una infección, generalmente bacteriana 1, 5, 6, 14. Es el
tipo menos frecuente de flebitis y, a su vez, el que más gravedad puede
representar, predisponiendo a complicaciones sistemáticas 1, 5, 6, 14, como
bacteriemias o sepsis generalizadas 1,5, 9, 14. Una pobre higiene de manos previa
a la inserción del CVP, una técnica aséptica inapropiada, una vigilancia
insuficiente del sitio de inserción, un exceso en la manipulación del equipo, la
duración excesiva de la terapia intravenosa o la deficiente fijación y
estabilización del catéter son los factores que contribuyen a este tipo de
flebitis 1, 5, 6, 14.

Para su diagnosis, se requiere de un Grado 2 o superior en la Escala Visual de


la Valoración de la Flebitis (Anexo 4), una permanencia del catéter superior a
las 48 horas y la ausencia de tratamiento antibiótico endovenoso en el
momento de la retirada del catéter 1, 5, 14. Otros autores indican que no se puede
hablar de flebitis infecciosas en ausencia de un cultivo positivo de la punta del
catéter 1.

Extravasación

Con una incidencia media del 23,9%, la extravasación es la forma más


frecuente de observar un fallo en un CVP 1. Se considera que un catéter está
extravasado cuando el líquido que se infunde acaba entrando en contacto con
los tejidos blandos que rodean a los vasos sanguíneos 1, 6.

Los motivos de la extravasación pueden ser la erosión de la pared de la vena o


la pérdida de la integridad estructural que rodea al vaso, que puede ser debida
a procesos inflamatorios, a traumatismos al movilizar el catéter, a daños
provocados durante la inserción del mismo con la aguja o como consecuencia
de la erosión previa por la infusión de ciertos líquidos 1, 6.
En función del tipo de líquido extravasado pueden provocarse lesiones de
extensa superficie que resulten en la pérdida de grandes cantidades de tejido 1.
Entre los agentes que pueden causar este tipo de daños se encuentran los
vesicantes y los cáusticos 1, 6.

Los CVPs situados en articulaciones son especialmente susceptibles de


producir extravasaciones como fruto del daño traumatológico que provoca el
movimiento del catéter 1, 6. También, aquellos catéteres pobremente fijados que
promueven una mayor oscilación en el interior de la vena y, por tanto, mayor
erosión, aumentan la probabilidad de que se acabe produciendo una
extravasación 1, 6.

Fallo mecánico por oclusión

Se considera ocluido aquel catéter que deja de ser permeable e impide el libre
flujo de líquidos cuando previamente sí lo hacía 1, 6. Puede suceder como
resultado de una obstrucción mecánica (que el catéter presente dobleces o
torceduras), por movimiento de la punta del catéter hacía una posición en la
que ésta impacte contra alguna estructura que impida el libre flujo del líquido a
su través o como consecuencia de una trombosis dentro del propio canal el
catéter o en sus inmediaciones 1, 6. No es una situación que suela aparecer de
forma aislada, sino que la patología relacionada con los CVPs suele responder
a causas multimodales 1, 6.

Algunos de los factores predisponentes para que sucedan fallos mecánicos en


los catéteres son las localizaciones en articulaciones, la inflamación que pueda
producir la infusión de líquidos hacia zonas de extravasación y la integridad
estructural de la piel, venas y tejidos adyacentes 1, 6.

Retirada accidental

La retirada accidental del catéter es uno de los problemas más comunes que
puede presentar cualquier CVP1. Desde fallos en la fijación cutánea hasta
pacientes que provoquen la propia retirada en momentos de desorientación, los
motivos son múltiples y variados, pudiendo deberse a fallos en el cuidado, mala
protección o mal cuidado del CVP por parte del paciente 1.

La facilidad para sufrir enganchones en la ropa o en el medio que rodea al


paciente varía en función de la localización anatómica del catéter, siendo la
mano y la fosa antecubital los dos lugares con mayor incidencia por la alta
manipulación de ambas zonas 1.

Infección

Las infecciones relacionadas con la utilización de CVPs se pueden dividir en


dos tipos diferentes atendiendo a qué tejido afecten, a saber: ITS-CVP e IPI 1.
Ambos tipos de infección se fundamentan en la presencia de cultivos positivos
que se puedan relacionar directamente con la utilización de un CVP,
excluyendo cualquier otro tipo de desencadenante posible 1.

Si bien los criterios para la diagnosis de ITS-CVP o IPI están claramente


delimitados por las ordenanzas de los CDC, no debemos olvidar que las cifras
que éstas recogen sólo certifican una infección activa 1, 8. Cargas bacterianas
inferiores son precursoras de futuras infecciones con mayor severidad y no
debería desatenderse su presencia, puesto que habitualmente desembocan en
la retirada anticipada de un catéter o en problemas sistémicos de mayor
índole 1, 8. El cultivo de la punta del catéter ante el más mínimo signo de
infección debería convertirse en una práctica común para la atención temprana
ante posibles infecciones de mayor relevancia 1, 8. Otra división posible es la que
se realiza atendiendo a qué parte del catéter resulta contaminada 1.

Extraluminal

La infección extraluminal es aquella que sucede por la contaminación de la


superficie externa del catéter 1. De aparición e instauración más rápida, la
infección extraluminal suele deberse a una preparación insuficiente de la piel
periincisional, a una brecha en la técnica aséptica o a contagios con la flora
natural de la piel del paciente 1. También una fijación deficiente o un
mantenimiento poco cuidadoso de la piel periincisional pueden conducir a una
infección de ésta superficie del catéter 1.

Intraluminal

La contaminación de la cara interna del catéter se conoce como infección


Intraluminal 1. También, brechas en la técnica aséptica durante la colocación
del catéter, déficit de cuidados en su mantenimiento y una mala conservación
de la permeabilidad del catéter desembocan en este tipo de infecciones 1.

Ambos tipos de infección conducen a una sucesión de eventos de los cuales, la


formación de biofilm, un revestimiento biológicamente activo que funciona
como medio nutritivo para las bacterias, es el factor central 1, 8. Este biofilm se
ha podido hallar en prácticamente todos los catéteres instaurados
independientemente del tipo al que pertenezcan, lo cual genera una matriz para
que las bacterias contaminantes puedan crecer y acantonarse, aumentando la
resistencia tanto a las defensas naturales del organismo como a cualquier
esfuerzo antibioterapéutico posible 1, 8.

Úlceras por presión

Poco recogidas en la bibliografía, si bien altamente preocupantes, son las


úlceras producidas por la presión que el catéter pueda generar sobre la piel
periincisional 6.
Prevención de problemas producidos por la inserción,
mantenimiento y utilización de los catéteres venosos periféricos

Una de las principales inversiones en cuanto al tiempo dedicado debería


realizarse a la hora de elegir el acceso venoso más idóneo 25. Inspeccionar bien
la anatomía del paciente para localizar la vena que, potencialmente, menos
problemas pueda presentar repercute significativamente en la disminución de la
aparición de toda la patología previamente mencionada 25.

Flebitis

La utilización de catéteres con el lumen más estrecho posible permite un flujo


sanguíneo alrededor del CVP suficiente como para reducir el impacto
traumático en la capa íntima de la vena, así como para permitir una mayor
velocidad de transporte en las sustancias infundidas 1, 5, 9, 24. Del mismo modo,
una mayor longitud del catéter consigue una reducción en la incidencia de
flebitis debido a la mejor estabilización de la punta del CVP, la cual reposaría
en vasos de mayor grosor 1, 9.

Una composición más blanda del catéter, así como una reducción en la
porosidad de su superficie, ha demostrado ofrecer rendimientos mejorados a la
vez que una reducción de la incidencia de flebitis y otros eventos que obligasen
a la retirada del catéter 1. Materiales como el poliuretano cumplen con estas
condiciones, a diferencia de otros plásticos utilizados en la actualidad 1. Otra
modificación que se está incorporando a la fabricación reciente de catéteres es
la introducción de aletas que permiten una fijación más segura y eficaz,
reduciendo así el riesgo de flebitis mecánicas al minimizar la posibilidad de
movilización 6.

La correcta implantación y fijación del catéter respetando la asepsia pertinente


reduce la aparición de flebitis infecciosas 1, 6, 9. También, unos cuidados
cutáneos adecuados previenen la aparición de fibrina, trombos y desarrollo de
biofilms o ecosistemas microbianos 1, reduciendo así la aparición de flebitis
secundarias a éstos eventos 1.

Evitar zonas de extrema movilización, como articulaciones, disminuye


drásticamente la aparición de flebitis, así como una adecuada manipulación del
catéter a la hora de utilizarlo 1, 9. Una correcta colocación en zonas de escasa
tracción y tensión, con una fijación apropiada y protección conveniente
reduciría la aparición de la flebitis mecánicas muy significativamente 1, 9.

Respecto a las flebitis químicas, diluciones de menor concentración de los


productos irritantes conseguirían reducir la incidencia de éstas 1, 9. Sin embargo,
esta práctica no siempre será posible, bien por problemas hídricos del paciente,
por presentaciones concretas del producto o por exigencias horarias o de
tratamiento en la administración de los fármacos 1, 9.

Extravasación
Como sucediera con la flebitis, también en la extravasación la longitud y la
composición del catéter juegan un papel importante 1. Se ha demostrado que
los catéteres de tamaño igual o superior a G18 presentan mejor supervivencia
temporal 1. Una vez más, la constitución del catéter con materiales blandos y
sin superficies excesivamente porosas disminuye la erosión interna de la vena,
por lo que el poliuretano sigue mostrándose como el mejor material para
fabricar los CVPs 1.

Es fundamental asegurar bien el catéter a la piel periincisional para evitar


desplazamientos del mismo y, con esto, evitar posibles extravasaciones 16. De
nuevo, la incorporación de aletas supondría una mejora interesante para
prevenir las extravasaciones que surgen por desplazamientos del catéter 6.

Obstrucción mecánica

Al igual que en las dos patologías previas, la adecuación del tamaño del catéter
al de la vena que lo aloja es fundamental para que se adapte correctamente 1.
También lo es una colocación en una zona correcta que permita minimizar los
movimientos del mismo, evitando la posibilidad de que surjan torceduras en su
estructura 1.

Una correcta y firme sujeción del catéter a la piel periincisional disminuye la


posibilidad de movimientos del catéter en la vena y, por consiguiente, reduce la
probabilidad de que una obstrucción mecánica tenga lugar 1. La obstrucción de
los CVPs se relaciona íntimamente con la trombosis tanto dentro de la luz del
catéter como en sus alrededores 1.

A través de la administración de bolos de SSF regulares previos y posteriores a


la administración de los medicamentos endovenosos se consigue un
mantenimiento limpio del interior de la luz del catéter, que consigue reducir las
obstrucciones mecánicas, eliminando residuos que puedan acantonarse en su
interior y permeabilizando la vía de forma que la próxima vez que se necesite
esté disponible para su uso 1.

Retirada accidental

La mejor prevención para evitar retiradas accidentales es una correcta fijación


del catéter a la piel periincisional, siguiendo las referencias que el propio
fabricante de los adhesivos nos facilite 1, 6. La introducción de catéteres con alas
o de fijaciones externas con alargaderas que aumenten la superficie adherible y
repartan la posible tensión superficial también contribuyen a reducir la
incidencia de retiradas accidentales en pacientes orientados y colaboradores 1,
dado que reducen mucho el posible movimiento del catéter 6.

Infección

La mejor forma de tratar una infección es la prevención 1. A través de la máxima


asepsia en la colocación del catéter y con un manejo responsable del mismo,
nos aseguramos reducir al mínimo la posibilidad de contraer infecciones por
ésta vía 1, 8. Sin embargo, cuando esté instaurada, un cultivo de la punta del
catéter, así como tratamientos tópicos y sistémicos serán las formas de
acometer la infección 1, 8.

El manejo del catéter ya instaurado como algo contaminado que debe ser
desinfectado previamente a su utilización ayudaría a reducir significativamente
la incidencia de infecciones por el uso prolongado de los CVPs 1, 8. La utilización
de toallitas desechables con antiséptico contribuye a reducir la carga
bacteriana que puedan existir en las superficies plásticas del CVP de forma
que, realizando una limpieza previa a la administración de cualquier fármaco
endovenoso, disminuya la probabilidad de infección. Combinando esta
actuación con la administración de bolos de SSF posteriores a cada sustancia
infundida, volviéndose a realizar una limpieza del tapón del catéter, el manejo
sería prácticamente estéril 1, 8.

Según algunos estudios 1, hasta el 31% de los profesionales encuestados


reconocen no desinfectar las conexiones en contacto con el catéter
previamente a su utilización, mientras que en otros 1, la práctica totalidad de los
encuestados admite no realizar este tipo de desinfecciones nunca.

Con respecto a la generación de biofilms en el interior de la luz del catéter, la


mejor forma de tratarla es la prevención 1, 8. Evitar que se formen estas capas
reduce de forma muy significativa la probabilidad de la aparición de infecciones
tanto locales como generalizadas 1, 8. Dado que es prácticamente imposible
evitar por completo la formación de este biofilm, una pronta retirada ante los
primeros signos y síntomas de un proceso inflamatorio o trombótico debería ser
la pauta a seguir para evitar que la reproducción de la colonia siga su curso 1, 8.
Si la infección está francamente instaurada y generalizada, tan solo el
tratamiento antibiótico es capaz de combatirla 1, 8.

Úlceras por presión

La mejor prevención es el alivio de las presiones, repartiéndolas en caso de


existir o asegurándose de que no aparezcan a través de una fijación correcta 6.
Con la introducción de aletas en los catéteres, se incrementa la superficie del
mismo en contacto con la piel, por lo que el peso y su presión se ven
repartidas, reduciendo la posibilidad de aparición de úlceras por presión 6.

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