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Las zonas de orientación (ZO) y los centros de escucha (CE) son una propuesta basada en

el modelo de Inclusión Social del consumidor de sustancias psicoactivas (SPA), aplicable


también a otras situaciones; mediante las cuales se promueve la escucha activa, la acogida,
la mediación, la organización, la orientación, el acompañamiento, la capacitación y la
canalización o derivación de niñas, niños, jóvenes y adultos en vulnerabilidad social, de
manera que se puedan establecer redes de apoyo, transformación de condiciones y
generación de opciones más saludables a considerar en sus proyectos de vida.

Desde un análisis cualitativo dicho centro de escucha se busca consolidar a través de dos
aspectos fundamentales, el primero; la participación comunitaria en donde se brinden
espacios de escucha colectivos e individuales, que generen el segundo aspecto; la
construcción de saberes. Siendo este un servicio de fácil acceso, una modalidad organizada
de respuesta a necesidades o demandas de la comunidad que facilita la escucha inmediata,
la orientación, el acompañamiento y la canalización. Estos permiten crear espacios sociales
de interacción donde las personas en situación de fragilidad y exclusión social comparten
sus experiencias de vida, conocimientos, dudas, necesidades, ansiedades relacionadas con
el cuidado y su bienestar físico y mental. Por lo tanto, son la puerta de entrada a procesos
de inclusión que es “el proceso de mejora de las habilidades, oportunidades y dignidad de
las personas en desventaja sobre la base de su identidad para que tomen parte en la
sociedad” (Banco Mundial, 2013).

Ahora bien, el primer aspecto, la participación comunitaria puede definirse como el proceso
de intervención de la población de una comunidad, para abordar la solución de problemas,
desde el mismo momento de su identificación y jerarquización, pasando por la toma de
decisiones, gestión de recursos, ejecución e inclusive el monitoreo y evaluación de los
proyectos (Molina, 2000). Depende, en gran medida, de los intereses y valores que posean
los ciudadanos y ciudadanas que conforman una región; así como también, del momento
histórico y del contexto donde esté inserto dicho proceso participativo.

Desde este punto de vista, la participación involucraría por lo general que se permitiera la
expresión de las vivencias y problemas de los actores sociales, desde esa perspectiva es
activa y crítica, por lo que no puede ser regulada más que por los colectivos o grupos
sociales, es entonces la posibilidad de actuar como iguales en un colectivo social que busca
respuestas críticas a su situación económica, política, ambiental, social y cultural,
“Participación es, por lo tanto, el rompimiento de la relación tradicional de dependencia,
explotación, opresión o sumisión a todo nivel, individual y colectivamente: de sujeto/objeto
a una relación simétrica o de equivalencia” (Fals Borda, 1987).

Esa criticidad o pensamiento crítico solo se puede lograr a través de la educación al pueblo
organizado con el fin de que sea un ciudadano o ciudadana capaz de ejercer sus plenos
derechos y obligaciones en su comunidad y participar activamente en el diseño de
propuestas y la exigencia de su cumplimiento. En efecto, dentro de todas las situaciones
que afectan la educación en el país, una se relaciona con la falta de habilidades de
pensamiento crítico en los ciudadanos y ciudadanas (Chirino, C. Lamus, T. 2019).
Es entonces, el segundo aspecto, la construcción de saberes un proceso histórico, que ha
atravesado por las contradicciones, los conflictos, las violencias, las esperanzas, los sueños
de aquellos que los crearon. Son las respuestas que los hombres se han dado ante las
incertidumbres del cosmos y de la vida. Se mezclan con las condiciones históricas en las
que nacen, y, por tanto, cumplen determinado rol social. Esos saberes son una producción
humana. Nacen condicionados por su realidad concreta. A su interior se inscriben los
temores y las esperanzas, los delirios y los mitos de una sociedad determinada. Por tanto, la
construcción de los saberes está inmersa en relaciones de poder y de dominación que les
impide ser neutrales.

Ahora bien, la pandemia del Covid-19 provocó a nivel mundial la reconfiguración de


hábitos ante las nuevas y desafiantes realidades de distanciamiento físico, el trabajo desde
el hogar, el desempleo temporal, ausencia de recursos económicos, la educación de los
niños en el hogar y la falta de contacto físico con los seres queridos y amigos. Estos
cambios trascendentales generaron un impacto en la mayoría de los casos poco favorable,
en el desarrollo de nuestra vida cotidiana influyendo directamente en las diferentes esferas
que hacen parte del ser humano a nivel físico, psicológico y social, sin embargo un aspecto
gravemente afectado es la salud mental definida por la Organización Mundial de la Salud
(OMS) como “un estado de bienestar en el cual cada individuo desarrolla su potencial,
puede afrontar las tensiones de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y
puede aportar algo a su comunidad”.

Por otro lado, la falta de conocimiento que el ciudadano tiene frente a las diversas
instituciones públicas y privadas encargadas de facilitar, comunicar, informar, recepcionar
y atender las diversas problemáticas sociales que a diario se presentan en la realidad, de
manera que, día a día el ejercicio de la ciudadanía se ve lesionado  y vulnerado, lo que
genera un incremento en la baja calidad de vida y mayor aumento en la aparición y
desarrollo de múltiples problemáticas; sanitarias y sociales. Teniendo en cuenta lo anterior,
con la necesidad de brindar atención a las problemáticas que tras estas situaciones y otras
más han aumentado significativamente, se ha creado una estrategia desde la alcaldía
municipal de la Plata Huila a través de la de secretaria de salud, como plan piloto en el que
se ejecutaron centros de escucha y zonas de orientación móvil los cuales son una alternativa
de atención comunitaria a personas que viven en situaciones de dificultad, pobreza y
exclusión, son espacios de acogida, escucha y orientación, que tienen como objetivo
recuperar y fortalecer experiencias y formas de vida comunitarias (Rocío Salgado 2007).

De esta manera se evidencio la trasformación de las intervenciones tradicionales en donde


ahora es el estado quien llega a la comunidad y no la comunidad quien llega al estado en
busca del servicio, que por lo general tiene como objetivo la búsqueda de alternativas de
solución a diferentes situaciones problémicas y la reducción del daño, que según la OMS 
(2020) es entendido como  los daños en la salud aunque, en tanto existen consecuencias
adversas de la aplicación de las leyes, el término se emplea también para describir medidas
que reducen dichas consecuencias; tales como la capacitación a los elementos policiacos
que faciliten la canalización a servicios de salud para el aumento en la rehabilitación.
Así pues, este sería el resultado de un proceso de construcción comunitaria de un
dispositivo de trabajo para el desarrollo, el tratamiento y mejoramiento de las comunidades,
desde sus propias perspectivas y necesidades. 

Chirino, C. Lamus, T. (2019). Entramado teórico sobre la participación comunitaria mediante el


pensamiento crítico en la construcción de las comunas. Revista de Ciencias Humanas, Teoría Social
y Pensamiento Crítico, 79-104.

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