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Delfina Amenabar

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Email: delfiamenabar@gmail.com

La película es la historia ficticia de la búsqueda de una chica llamada Elle Woods para
ser considerada seriamente en la escuela de leyes de Harvard con el objetivo de
recuperar a su expareja. Elle es una rubia de California que parece tenerlo todo: es
hermosa, popular, tiene dinero, una de las mejores en sus estudios de moda, y un
novio maravilloso llamado Warner. Sin embargo, todo se derrumba una noche en la
que Elle esperaba que Warner le propusiera matrimonio y en vez de eso él termina
con ella por no considerarla suficientemente seria. Durante la depresión por la ruptura,
Elle llega a la conclusión de que debe asistir a la Facultad de Derecho de Harvard,
donde Warner estudia y demostrarle lo seria que es.
La protagonista es muy segura de sí misma, es popular, ama las fiestas y los eventos
sociales, de hecho, ella las organiza, estudia moda, hace gimnasia, va mucho a la
peluquería, lee revistas de moda, y se viste con marcas como Prada. Estas
actividades aisladas, aparentemente “naturales”, parecen expresar la esencia de la
protagonista, pero también contienen una dimensión de sentido que no puedo dejar de
lado. Mi objetivo en este trabajo además de analizar el acto comunicativo del vestir en
la película, es realizar una lectura semiológica de ciertas prácticas y conceptos
asociados a un grupo de mujeres. Para ello intentaré conectar semiología y cultura,
recorriendo algunos mitos que con el paso del tiempo se transformaron en
estereotipos.
Para Barthes, el mito constituye un sistema de comunicación, un modo de
significación, que da sentido a estas prácticas cotidianas. La idea de mito da sentido al
origen de algunas prácticas culturales, a costumbres que aparentemente son
“naturales” y evidencia el carácter ideológico de toda práctica social. Según el autor los
medios masivos, la opinión pública y el sentido común tienden a confundir naturaleza
con historia atribuyendo un carácter natural (carente de significación) a objetos que
son claramente culturales y significantes.
Como Barthes dice el mito naturaliza ciertos hechos y lugares. En la película se
muestra como está naturalizada la idea que a Harvard solo asisten personas
inteligentísimas, que pueden ser admitidas solo pasando varios exámenes con altos
puntajes y deja implícito que la protagonista jamás tendría interés o posibilidades de
asistir a esa universidad, ya que sencillamente no es para mujeres como ella. El
aspecto físico y la vestimenta de los estudiantes de Harvard es totalmente opuesto al
de la protagonista y sus amigas. En su mayoría son morochos, tanto hombres como
mujeres, usan anteojos, se visten con colores claros en la gama de los marrones y
verdes, y por supuesto, son todos blancos.

Por otro lado, también aparece la naturalización de que todas las mujeres rubias son
tontas. Una fuerte caracterización de los personajes refuerza este mito y no solo por
su forma de vestir, sino también en las maneras, en el comportamiento, y sobre todo
en los cuerpos. En la elección que hicieron de las actrices que interpretan estos
personajes. La mayoría son rubias, hacen comentarios sin sentido, gritan, están
obsesionadas con las revistas, la indumentaria, el gimnasio, el spa, la peluquería y la
idea de casarse. Usan ropa ajustada, remeras cortas que dejan ver el abdomen.
Cinturones grandes y rosas que marcan la cintura, comen chicle exageradamente,
tienen cirugías estéticas, se tocan el pelo cuando hablan y revolean los ojos. Y
aparecen siempre en situaciones de ocio, en contextos como la peluquería, en la pileta
tomando sol, en la intimidad de la casa con ruleros, haciéndose mascarillas con
pepinos en los ojos, etc.

Para centrarme en el vestir de la protagonista como acto comunicativo tomo como


referencia una cita del texto “El signo” de Diego levis y Santiago Koval que dice que:
“(…) en los discursos audiovisuales y multimedia convergen códigos diversos. El
mensaje está compuesto de palabras, imágenes, sonidos, y también de otros códigos
con significados muchas veces menos explícitos que los anteriores, tales como
género, tonos de voz, vestuario, colores, etc, que incidirán en el sentido de los
mensajes.”

Si bien el color, a veces puede considerarse como un aspecto del discurso visual
menos explicito, en el vestuario de esta película es muy explícito. El color rosa, sobre
todo, es lo más pregnante, no solo en el vestuario sino en todos los objetos que
componen el contexto del “universo Malibú”. El rosa, los brillos, el plástico, lo
extravagante, todo hasta los objetos, las plantas de la decoración son de plástico. El
parecido con el mundo de la muñeca Barbie es innegable.
El color rosa del traje, toma aún más protagonismo, cuando entra en contraste con el
“mundo Harvard” donde es todo negro y sobrio. No es solo el mundo Harvard, sino
también el mundo del derecho. Todos tenemos en nuestras mentes un bagaje cultural
y alguna imagen de las cortes americanas, donde los hombres usan trajes y los
letrados una toga negra. El rosa representa una infiltración del mundo femenino, en
particular una parte estereotipada de él, al mundo masculino.
Dejando solo por un momento de lado el vestuario de las mujeres, quiero centrarme en
una parte de la película, en el que la protagonista es dejada por su novio de clase alta,
futuro abogado de Harvard, con la excusa de que el “no necesita una Marilyn, si no,
una Jackie”. Lo que me resulta interesante, en este punto, es que al vivir en sociedad y
compartir cultura, las marcas estilísticas y el género de un discurso nos remiten a
saberes previos, que nos permiten entender y ubicar ciertos códigos y signos. En lo
personal nunca vi una película de Marilyn Monroe, pero entiendo que su figura esta
mitificada y estereotipa, y se la relaciona con la belleza, el sexo, la sensualidad,
mientras que a Jackie Kennedy se la relaciona con su papel de acompañante, primera
dama, elegante, discreta, fina, madre de familia, que acompaña a su marido, en
asuntos sociales de relevancia de su trabajo. La protagonista tiene una rival, que hace
el papel de “mala”, como actual prometida de Warner; también es estudiante de
derecho. Es morocha, inteligente y aparece como la antítesis de Marilyn, sería la
Jackie Kennedy de la película, ya que, a pesar de estudiar, en la película los hombres
la llaman para llevar el café a la oficina.

La comunicación de este personaje en el vestuario es a través de colores muchos más


sobrios y apagados, también los textiles son tejidos que no remiten constantemente al
latex y al plástico. Tiene tipologías como las camisas, el chaleco y el blazer, que son
en su origen tipologías masculinas, y algo importante: es morocha. Otra vez esta
reproducción del mito, morocha = inteligente, y morochas vs rubias.
Por último, un acto comunicativo en el vestir que me parece relevante de la película es
como la protagonista cambia la manera de vestir para encajar en el mundo masculino
de Harvard, dejando totalmente de lado el rosa, pareciéndose a su enemiga. Aun si,
no logra conseguir su objetivo.

Si bien todavía podría seguir analizando mas aspectos de estos fenómenos


comunicativos, a modo de conclusión quisiera mencionar la importancia del vestir
como acto comunicativo en la sociedad. El rol del vestir en la historia marca una
temporalidad, existen géneros relacionados a la vestimenta y lo que se espera en
cuanto al comportamiento de ese género, al rol y a las posiciones que debe ocupar
dentro de la sociedad. En el vestir aparecen otros elementos que dan sentido, como el
maquillaje, el color de pelo y los gestos como vimos en el caso de esta película. Al vivir
en sociedad y compartir códigos culturales también aparecen los mitos y los
estereotipos, sobre todo relacionados con los cuerpos y los ideales de belleza que las
mujeres deben cumplir.

Tansy E. Hoskins en el capítulo 6 del Manual anticapitalista de la moda, detalla muy


bien como el mito de belleza, es una forma actual de sometimiento a las mujeres: “Los
ideales de belleza (…) existen para hacer que las mujeres pasen su tiempo y gasten
su dinero alterando su apariencia, para crear un clima de duda de sí mismas y para
controlar (…)”.

Es decir, para mantenernos ocupadas y alejadas de posiciones de poder. Si bien


coincido plenamente con esa postura, también me parece que deberíamos tener en
cuenta que cuando las mujeres se sienten bellas y felices con sus cuerpos, operan de
forma represiva los estereotipos. Tal como vimos en la película, la protagonista es y se
siente bella, cumple con todos los cánones de belleza de la época, y aun así
obstaculizan su trabajo cuando quiere ocuparse de algo más que no esté relacionado
con la belleza. Es decir, si no cumplimos con los cánones del momento, el imperativo
es hacerlo, pero aún si los cumplimos, el imperativo es “seguir ocupándonos de ser
bella”, o bellas, pero no tanto.
Bibliografia:
• Tansy E. Hoskins, Manual anticapitalista de la moda.

• Diego Levis y Santiago Koval, El signo.

• Roland Barthes, El mito hoy.

• https://es.wikipedia.org/wiki/Legally_Blonde

• Daniela Fiorini y Paula Socolovsky, Mitos argentinos.

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