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Male Gaze, Female Gaze, y los Girly Boys

Male Gaze es una referencia a la representación de la mujer como objeto (sexual o erótico)
desde la perspectiva del hombre heterosexual en narrativas audiovisuales. ¿Cómo se crea
esta mirada? A partir de creencias, tradiciones sociales y culturales y perspectivas
individuales que se volvieron populares. La transmisión y popularización de esta mirada a la
audiencia tiene efectos fuera de la pantalla, y durante toda la historia, marcaron las
relaciones entre hombres y mujeres, y entre ellas mismas.

Es principalmente en las películas de “comedia” estadounidenses donde la mujer, además


de cumplir un rol de apoyo, es enmarcada como un objeto sexual, sea por su vestuario o
tomas de cámara que buscan resaltar sus atributos físicos. Incluso cuando la personaje es
una heroína de DC Comics. La audiencia está expuesta, y por ende se acostumbra
mentalmente, a una mujer delgada, con buen físico, poca ropa o ropa que destaca curvas, y
sin pelos en la pierna, porque, obviamente, no es natural que tengamos pelos en el cuerpo.

¿Cat Woman o BDSM partner?

Durante la adolescencia, la mujer se encuentra en la búsqueda de modelos de referencia.


Algunas las encuentran en la familia, otras en el grupo de amigas, y otras en los medios. Si
bien -por suerte- la hegemonía física está de a poco haciendo lugar a la aparición de
modelos con “cuerpos reales” y bellezas “no convencionales”, estamos en un punto de la
historia en el que seguimos sosteniendo la idea tradicional del rol y apariencia que debería
cumplir la mujer en la sociedad. Afortunadamente, creadoras de Reels de Instagram y Tik-
Toks nos llenan el feed con videos que más allá de su corta duración, nos dejan el mensaje
de “amarnos a nosotras mismas” y “hacerlo por nosotras mismas”. Desafortunadamente
para las generaciones anteriores, los Reels y Tik-Toks y la capacidad de creación y difusión
que cada persona tiene, no existieron hasta hace unos años, sino que tuvieron que tomar
aspectos de los medios más tradicionales -y por ende, más patriarcales, para moldear su
identidad y pensar en “cómo ser mujer”.
Cuando Marilyn Monroe era el ícono del momento, en una entrevista dijo “me visto para los
hombres” y “parte de ser una mujer es satisfacer las necesidades del hombre” (efectos de
la internalización del male gaze, explicado más adelante).

“Dressing for men is natural for a woman. After all, you can’t get away from basic
fundamentals!” - Marilyn Monroe (Julio, 1952), “I DRESS FOR MEN”, Movieland Magazine.

Ante estas declaraciones, dejamos fluir nuestra imaginación hacia la reacción de un


hombre: inflaría su ego y pensaría que las mujeres hacen todo lo que hacen por y para
ellos. En el caso de las mujeres que toman como modelo a Monroe, harían que sus vidas
giren en torno a la mirada del hombre, internalizarían la perspectiva individual de Monroe, y
avalarían que los hombres adopten una posición dominante para con ellas. Ese personaje
que llevaba adelante Monroe, acompañado de una apariencia hegemónica, la llevaron a ser
un ícono sexual de la época. Aún así, se la comparaba con Audrey Hepburn, otra de las
actrices más emblemáticas de la segunda mitad del siglo XX. Ellas tenían su propia
esencia, ¿por qué se las comparaba?

“Are you an Audrey or a Marylin?”

En la etapa de maduración personal (generalmente la adolescencia), encontramos un


marco de referencia identitaria en las mujeres ficticias, y ello no se limita a la época de
Marilyn Monroe; toda niña, joven y mujer adulta encontró, encuentra o encontrará un
modelo de mujer en la narrativa audiovisual. Dado que ese mundo no es cien por cien
compatible con la realidad, principalmente en el aspecto de la apariencia de personajes, la
idealización de la mujer en estos espacios puede desencadenar en efectos en el
autoestima, promoviendo la comparación de una misma con un personaje de televisión.

Las mujeres construimos nuestra identidad a partir de esos referentes visuales y nos
hacemos la idea que somos valiosas en la medida en que somos un sujeto de deseo para
los hombres. De aquí una frase y tópico que en su momento fueron tendencia en Tik-tok:
“soy una mujer escrita por un hombre”: me visto como ellos desean verme, me limito para
no afectar su ego, en la cama me comporto para satisfacerlo a él, sin necesariamente
esperar el mismo trato de su parte.

En el plano de la vida cotidiana, la mejor forma de vivir parece ser complaciendo la


necesidad del hombre, siendo atractiva (según estándares hegemónicos), teniendo un físico
sexy, compitiendo con otras mujeres para atraer la atención de un potencial compañero o
jefe. Y la idea de que esos compañeros son necesarios para cumplir con nuestra vida
soñada, cuando en realidad, los objetivos que una persona quiera cumplir, gran parte se
van a deber a su fortaleza emocional, sus recursos, sus capacidades, la disciplina, entre
otros factores. ¿Por qué tengo que ser el complemento de alguien, de un hombre?

Y a su vez, esto no sólo moldea la mentalidad a las mujeres (que intentaremos cumplir con
cierto rol), sino también a los hombres (que esperan ciertos comportamientos y roles por
parte de las mujeres).

La mirada masculina, o male gaze, no sólo implica la cosificación de la mujer, desde su


cuerpo hasta su esencia, sino también cómo nos sentimos y percibimos nosotras mismas
en la presencia y ausencia de un hombre (diagnóstico: internalización de la mirada
masculina). ¿Soy suficiente así como soy? ¿Qué tiene ella que yo no? ¿Qué me falta para
ser deseada por un hombre? Es un ciclo que nunca termina, un ciclo de insatisfacción con
una misma.

Pero las mujeres no somos las únicas víctimas del male gaze, sino que también apunta a
los hombres. Películas que cosifican a las mujeres también enmarcan al hombre de cierta
manera que parece tener que cumplir con ciertos estándares, como ser musculosos, sexys,
inteligentes, capaces, emocionalmente fuertes, dominantes, y tener cierto estatus financiero
para atraer a las mujeres.

Sorpresivamente para los directores de películas que dejan muy en claro haber sido
producidas a través del male gaze, hay cada vez más mujeres que prefieren un hombre que
no teme mostrarse vulnerable, con ciertos rasgos femeninos o que le otorguen delicadez.
Es este tipo de hombre el que la female gaze retrata en sus narrativas audiovisuales.

Female Gaze

Busca crear nuevas proyecciones de la mujer en las narrativas audiovisuales, generalmente


con un staff femenino detrás o masculino que se liberó de la idea de que la mujer es un
objeto de deseo. Si bien no se abandona la sexualización de la mujer, se destaca por
retratarla desde lo emocional y lo íntimo.

Esta mirada permite a la mujer pensar su identidad por fuera de la perspectiva masculina. Al
igual que sucede con la male gaze, impacta en la forma de ser, pensar y relacionarnos con
nuestro cuerpo. Sin embargo, la female gaze también puede ser tóxica, al dictar líneas de
“cómo debe ser una mujer”, cambiando las reglas con el tiempo y dejando fuera a una parte
de la sociedad femenina, como por ejemplo a las minorías, siendo las personas negras
dejadas de lado en lo que el female gaze hipócritamente tiende a crear alrededor de
comportamientos, pensamientos y hábitos que “debe adoptar la mujer ideal”. A diferencia
del male gaze, la idea de la mujer ideal a través del female gaze se construye para ella
misma, cuando a través del male gaze, la mujer se construye -con lo necesario- para el
hombre.

Más allá de la crítica hecha al female gaze, es importante el impacto que las narrativas
audiovisuales atravesadas por esta mirada pueden tener en las mujeres. Ya no se nos exige
tener determinado cuerpo y determinados comportamientos, o por lo menos, dejamos de
interesarnos en lo que el ser masculino busca de forma primitiva (y por eso no lo culpamos
tanto) en nosotras: una compañera para dominar y reproducirse. Las películas y series nos
impulsan a ser nosotras mismas a través de personajes fuertes que no necesariamente
tienen abdominales y una piel perfecta, y directoras/es que no temen incluir escenas donde
mujeres charlan sobre temas que exceden lo relacionado a un hombre, haciendo lugar a
cuestiones emocionales, preocupaciones personales, y ambiciones profesionales.

Es en las series y películas personificadas y centralizadas en mujeres que las niñas,


jóvenes y mujeres adultas encontramos nuestras modelos a seguir, oportunamente
rechazando la competencia inter-femenina que el patriarcado y capitalismo nos exige,
conjunta la búsqueda de un compañero enfáticamente masculino que nos “proteja”, al
mismo tiempo que nosotras le servimos de apoyo para su crecimiento.

Girly boys - despojados de la mirada masculina

Urban Dictionary

Urban Dictionary

El hombre que el male gaze retrata puede ser un reflejo de lo que el hombre quiere ver,
nuevamente, ignorando la visión, opinión y necesidades de la mujer. Es cierto que en los
comienzos de la humanidad, la fortaleza en el hombre (en ese entonces encargado de
buscar garantizar la supervivencia de la familia) era necesaria. Pero los cambios en los
modelos sociales y la inserción laboral y académica de la mujer, permitiéndole asumir una
nueva posición en la vida, patearon el tablero previamente configurado por el hombre.

Afortunadamente para ellos, la toxicidad emanada de su propia manada, que abarca


cuestiones físicas y psicológicas, deja de ser mandataria. La liberalización del cuerpo y el
énfasis en la individualidad no sólo favorece a las mujeres, sino también a los hombres, que
poco a poco van despojándose de la regla tradicional que les marca el rol que deben
cumplir en la sociedad, incluido el armazón que no les permite mostrarse vulnerables.

El female gaze, por su parte, da lugar a partir de narrativas a personajes masculinos que
dejan entrever su interior; lo oculto, misterioso, opacado y censurado por sus camaradas
alfas. Lo que a su vez hace match con lo que una parte de la población femenina busca en
un compañero.
Lo que los hombres piensan que queremos (izq.) VS. el personaje de las fanfics que leemos (der.)

El female gaze, si bien sujeto a críticas, libera a buena parte de la población (masculina,
femenina y otra) del ideal hegemónico, diseñado y retratado por el hombre heterosexual que
pretende que todo lo que lo rodea, se ajuste a sus necesidades. El avance en materia de
visibilización de problemáticas, expansión de derechos y desarrollo de redes online,
permiten la exploración e impulso de nuevas ideas y creación de identidades, que poco a
poco dejan sin luz la fantasía del hombre de jugar al arquitecto en todos los aspectos de
nuestras vidas.

Por Martina Cristino Hayez

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