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La cultura: “Todas las costumbres, creencias, valores, conocimientos y artefactos que se aprenden y a los
símbolos que se comunican constantemente entre un conjunto de personas que comparten una forma de vida en
común”. La sociedad: se refiere a las redes de relaciones sociales entre aquellos que comparten una cultura.
Existen elementos materiales de la cultura (son los objetos físicos a los que los individuos les dan significado) y
elementos intangibles o abstractos (valores, creencias, normas, costumbres, sistemas de gobierno, lenguas,
tradiciones, símbolos, conocimientos). La cultura se aprehende con la socialización. La integración cultural se
manifiesta en el grado en que sus partes integrantes forman un patrón de conducta consistente e
interrelacionado. Las costumbres, las creencias, los valores y la tecnología son interdependientes; porque los
cambios en un aspecto alteran los otros. Es la cultura la que lubrica las relaciones. La mayor parte de nuestras
acciones son aprehendidas desde la infancia y hace que cada uno se comporte sin pensarlo del modo en que el
medio social espera que se haga. Obviamente puede existir la desviación en algunos casos, pero son los menos.
*Cultura dominante: los valores, normas y estilo de vida de grupos sociales destacados (dirigentes o
influyentes) se imponen como criterio deseable de conducta.
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*Subcultura: cuando la perspectiva y el estilo de vida de ciertos grupos difieren significativamente de la cultura
dominante y, cuando la identificación de sí mismos es diferente, estamos en presencia de una subcultura. La
subcultura comparte los valores básicos de la sociedad y desean ser integrados a ella, pero reconociéndoseles su
particularidad.
*Contracultura: grupos cuyos valores, normas, actitudes y estilos de vida contradicen directamente con la
cultura principal. Hacen muy difícil a la integración social.
Hay dos perspectivas sociológicas. 1) Etnocentrismo: perspectiva analítica que evalúa a las culturas ajenas
considerando a la propia como modelo ideal. 2) Relativismo cultural: consiste en considerar los elementos de las
otras culturas en sus propios términos, en su propio ambiente, a la luz de las fuerzas sociales que inciden sobre
las personas que han creado y siguen esas tradiciones. Esta última es la que se utiliza en la mayoría de las
ciencias sociales.
Con respecto a los paradigmas sociológicos, el funcionalismo intenta comprender a la cultura como un sistema
integrado, los elementos son vistos como una totalidad interdependiente, que cumplen siempre una función; ello
permite a los individuos comprender el sentido de sus acciones y saber cuál es el comportamiento deseable, y
cuál es la actitud que deben tener frente a conductas propias y ajenas. El funcionalismo no hace hincapié en las
particularidades, sino que busca los elementos comunes de todas las culturas.
En el caso del conflictualismo, entiende a la cultura como un horizonte de desigualdad en un ámbito social en el
que se superponen culturas dominantes con subculturas que generan conflictos, asimetrías. No pone énfasis en
los aspectos que uniforman la cultura, sino que, en los que diferencian las estructuras de poder. Para los
conflictualistas, la desigualdad es el rasgo social. Les interesa conocer el papel que juegan los valores y normas
en un orden social injusto. Las subculturas se ubican en el contexto de la lucha de clases. La imposición de una
cultura dominante (poder) justifica la aparición de contraculturas, que reaccionan y se defienden sobre los
grupos más poderosos.
El interaccionismo, más que explicar la cultura, intenta comprender la trama significativa en la que se inserta la
acción humana. La cultura es un sistema en interacción de signos interpretables. Utilizan la interpretación:
¿Cómo los sujetos interpretan su acción? No se buscan las causas, sino que, desde la cultura, se procura
describir e interpretar los procesos.
Ahora entramos a la cultura jurídica. Éste fue un tema tratado por Freedman. Nos ayuda a entender la
vinculación entre estado, derecho y sociedad. Según Freedman, la cultura jurídica hace referencia a “las ideas,
valores, expectativas y actitudes hacia el derecho y las instituciones jurídicas que algún público o alguna parte
del público sostiene”. Es muy rica la gama de posibilidades que ofrece la cultura jurídica. Una primera temática
tiene que ver con la distinción entre la Cultura Legal interna (Las ideas, valores, expectativas y actitudes hacia el
derecho y las instituciones jurídicas que los profesionales del derecho sostienen) y la Cultura Legal externa (es
la del público, la que sostienen los ciudadanos, que no forman parte del mundo de los profesionales del
derecho).
Wolf Heydebrand, fue el autor de la tipología de las culturas jurídicas. Fue quien tipifico y clasifico la
diversidad de culturas jurídicas teniendo en cuenta dos dimensiones: la primera, tiene que ver con la aceptación
o el rechazo del conflicto interindividual (es decir, si el conflicto es considerado como algo natural o si es visto
como una excepcionalidad no deseable); la segunda, tiene que ver con el modo en que se resuelven los
conflictos (por ejemplo, si se acude a la autoridad institucionalizada del estado mediante sus mecanismos de
justicia; o a los recursos que provee la comunidad mediante la negociación, acuerdos; o acudir a mediadores
que intentan evitar el uso de los mecanismos estatales). Vemos entonces 4 tipos de culturas jurídicas: cultura de
la negociación (hay alta aceptación del conflicto como parte de la vida social y, al mismo tiempo, se recurren a
los procesos basados en el intercambio con tal de llegar a un acuerdo, es decir, la cultura propia de las
sociedades del mundo anglosajón, donde el derecho es mucho más flexible, se dan pactos, promesas,
negociación, etc.); cultura de las reglas (hay una aceptación del conflicto, pero se resuelven con la intervención
de la autoridad del estado. Los jueces no tienen margen de maniobra, sólo se aplica la ley vigente); cultura de la
reciprocidad (hay un bajo reconocimiento del conflicto y se acude a procesos relacionados con el intercambio;
tiene que ver con la armonía, poco vinculados al sistema jurídico formal, como culturas orientales y africanas.
Hay una fuerte adherencia a los valores y normas del grupo, se busca la paz social); cultura del consenso (hay
un bajo reconocimiento del conflicto y se acude a procesos basados con la autoridad. Aquí el conflicto
contradice el valor de la solidaridad. Son culturas como la de Cuba o Vietnam).
La cultura jurídica también se aprehende, desde muy pequeños, poco a poco, mediante instituciones que lo
hacen posible. La socialización es el conjunto de experiencias que un individuo vive y que le permiten
desarrollar su potencial humano, y aprender las pautas culturales de la sociedad en la que se va a vivir. En la
socialización se interrelacionan tres grandes procesos, los psicológicos, los sociológicos y los pedagógicos. La
socialización es un proceso complejo y múltiple. Encontramos agentes primarios (la familia, escuela, grupo de
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pares y medios de comunicación) y agentes secundarios (universidad, trabajo, parroquia, partidos, gremios,
asociación). La experiencia social es la base de la personalidad, es un proceso continuo y permanente de
transmisión cultural. Las formas de ser no se heredan genéticamente, sino a través de la experiencia social. John
Watson sostuvo que la conducta se aprendía desde la niñez (no era instintiva), lo que no significa negar la
herencia biológica de la conducta como los rasgos físicos o la predisposición como la inteligencia o los dotes
artísticos.
Teorías de la socialización según Freud: La teoría del psicoanálisis. La conducta del hombre es motivada
biológicamente por las necesidades o pulsiones básicas, como el placer, el afecto (eros) y las pulsiones agresivas
(thanatos). Ambas se encuentran en el inconsciente y generan tensiones en el interior de la personalidad del
hombre. El Id son las pulsiones básicas que exigen su satisfacción inmediata. El ego/yo realiza esfuerzos
conscientes para encontrar el equilibrio entre la búsqueda del placer y las exigencias de la sociedad (principio de
realidad). El superego/superyo refiere a la interiorización de las normas y valores en el nivel consciente. La
cultura es la que controla las pulsiones básicas. Así, la cultura es represiva: si los individuos quedaran a su libre
albedrío sin control, sería imposible la vida social. La cultura es imprescindible.
Teorías de la socialización según Piaget. Desarrolló su teoría sobre la naturaleza del conocimiento. Afirma que
se aprende por etapas, que van desde lo más instintivo hacia lo más racional: a) etapa sensomotriz (la captación
de elementos de la realidad inmediata a través de los sentidos); b) etapa preoperacional (4-5 años, hay más
complejidad a la hora de distinguir la realidad y la fantasía, de comprender normas impuestas por sus padres, y
comienza a designar las cosas con sus nombres específicos); c) etapa de las operaciones concretas (sería la
niñez, empieza a hacer un ejercicio de la capacidad de abstracción, y comprende la complejidad del mundo en
que vive, aprende de otras autoridades que hay más normas y valores que compatibilizar con las ya
aprehendidas); d) etapa de las operaciones formales (los adolescentes; acceden a ese nivel de complejidad o
abstracción que les permiten integrar en su conciencia una idea de la sociedad).
Con base de las ideas de Piaget, Lawrence Kohlberg, presentó su tesis doctoral acerca del desarrollo del juicio
moral. Concibió una escala de desarrollo moral. ¿Cómo se desarrolla el razonamiento moral? En tres etapas: a)
Etapa preconvencional (implica el aprendizaje de lo bueno y mal en función de lo que los padres les indiquen a
los niños); b) Etapa convencional (comienza a internalizar valores y normas de otros ámbitos, que le permiten
reconocerse como un individuo sobre el que pesan expectativas de comportamientos por parte de la sociedad);
c) Etapa postconvencional (no todos llegan necesariamente a este nivel. Comienzan a enjuiciar los valores de la
sociedad, critican los valores del ordenamiento moral de la sociedad).
La teoría de Carol Gilligan fue la del desarrollo moral. Decía que las niñas tienen en cuenta los efectos de las
acciones sobre las personas y, por lo tanto, desde principios morales abstractos. Utilizó el esquema de Kohlberg
para aplicarlo a las niñas, complementando los aportes de éste.
Por último, Mead entendió a la socialización como la constitución o emergencia del self, una dimensión de la
personalidad compuesta por la conciencia y la imagen que de sí mismo tiene el sujeto y que constituye en
relación a los demás sujetos (yo espejo-yo reflejo). Nos permite enfatizar la construcción de la personalidad en
función de lo que los otros nos responden, como nos ven y cómo actúan con nosotros. El proceso de
socialización es vital para la continuidad de la cultura jurídica en el tiempo de un modo armónico.
✔ Ontologización de derecho positivo: Esto significa que negaron rotundamente la existencia del derecho
natural, afirmando que el único derecho es el dado históricamente en la experiencia, el decir, el derecho
positivo. Ésta era, el objeto a conocer por el jurista. Con esté firme punto de apoyo en la realidad, Savigny
estableció las bases de la moderna ciencia dogmática, al punto de que es considerado como su fundador. Bueno
es aclarar que la escuela histórica no negó la posibilidad y aun la necesidad del estudio valorativo del derecho,
pero sostuvo que esos ideales no pueden ser construidos racionalmente, sino descubiertos en las manifestaciones
espontáneas de la conciencia jurídica popular. Sobre todo, en el derecho consuetudinario
✔ El derecho es una manifestación del espíritu del pueblo: No es, pues, un producto racional o voluntario, sino
una manifestación del Alma popular que, a través de oscuros procesos inconscientes-donde más que la razón
interviene el sentimiento y el instinto se concreta sobre todo en el derecho consuetudinario. Lo mismo ocurre
con el lenguaje, la moral, el arte, etcétera, que son otras tantas manifestaciones del espíritu popular y que
presentan caracteres propios en los distintos países, precisamente por las diferencias del espíritu del pueblo
✔ El derecho evoluciona en forma espontánea y progresiva como el lenguaje: Esta tesis, desarrollada por Hugo,
aunque inexacta, tuvo el mérito de evidenciar claramente que el derecho es un producto de la historia
✔ La costumbre es la fuente más importante del derecho: Este principio armoniza perfectamente con los
anteriores porque el derecho consuetudinario es la expresión pura y directa del espíritu del pueblo. Puchta fue el
autor que más profundizo esta fuente del derecho. Este principio se cumplió en las épocas primitivas, pero, en la
actualidad, hay un franco predominio del derecho legislado, habiendo sido relegada la costumbre a un plano
secundario. Por lo tanto, esta tesis, enunciada con carácter general, es también errónea. Combatieron la
codificación y sólo la admitían cuando se trataba de ordenar una legislación vigente. Es célebre a este respecto,
la polémica mantenida entre Thibaut y Savigny. En conclusión, puede afirmarse que el saldo aprovechable del
historicismo jurídico es la ontologización del derecho positivo y el haber demostrado su evolución y variaciones
a través del tiempo, así como también el hecho de que la situación presente de un régimen jurídico está
condicionada en buena medida por el pasado histórico.
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C Sociología Jurídica argentina-Antecedentes.
Las bases históricas sobre la que se desarrolló el pensamiento jurídico-sociológico no pueden soslayar la
importancia de los jesuitas en la formación de la intelectualidad argentina y en la impronta de la educación. Los
jesuitas desarrollaron la escolástica (y las doctrinas de los juristas medievales y modernos en derecho romano,
canónico y español) hasta su expulsión en 1767. La escolástica es el movimiento teológico y filosófico que
intentó utilizar la filosofía grecolatina clásica para comprender la revelación religiosa del cristianismo. Una
suerte de relación de razón y de fe, la comprensión de las cosas a través de la razón que es iluminada por la fe.
La labor jesuítica fue una base fundamental para los pensamientos sociales y políticos.
Tiempo después se enfrentó al Iluminismo, la gran corriente filosófica del siglo 18. El Iluminismo o Ilustración,
representaba el nuevo espíritu de época. Ese racionalismo de Weber, fundamental de la modernidad, se irá
desarrollando autónomamente con respecto a la fe (la cual había sido el molde sobre la que se apoyaban
anteriormente todos los pensamientos de la Edad Media; en la Modernidad hubo un quiebre por el
protestantismo: fe y razón se separan totalmente). Pese a la censura y a las dificultades de las obras de estos
autores, obtuvieron igualmente repercusión circulando de mano en mano (formalmente estaban prohibidas). Esa
tradición española entonces se quebró con las nuevas ideas de la Ilustración a partir del fin del orden colonial.
Así, de la época posterior a 1810 pueden señalarse 2 tendencias:
Iluminista: que propone una conciencia nacional a través de la ruptura de los antecedentes hispanos. Propone
reformar la sociedad mediante la reforma jurídica. Así, el iluminismo es partidario de formar una conciencia
nacional a partir de una fuerte voluntad política, propone la ruptura con los antecedentes hispanos. Intentan
quebrar esa tradición con la pretensión de modernizar a la sociedad, elevarla en un grado de civilización,
suponiendo que toda esa tradición jurídico-española, era sinónimo de un retraso que condenaba a los pueblos a
la ignorancia, y una lejanía de los centros más avanzados del mundo. Las ideas del Iluminismo eran correlativas
a Francia y Gran Bretaña.
Tradicionalista: se basa en las tradiciones, costumbres, intereses y religión para la continuidad del nuevo
Estado. Busca la continuidad del nuevo Estado en la comunidad de tradiciones, lenguas, intereses y religión, y
todo lo que significara cultura hispana. Las ideas del tradicionalismo eran correlativas a España.
La corriente Iluminista pretendió reformar la sociedad con independencia de los factores sociológicos. Algunos
Iluministas importantes: Moreno, Juan José Paso, Castelli, entre otros. Fue muy crítico de la tradición jurídica
hispánica. Pero, los fracasos de las constituciones de 1819 y 1826 demostraron las dificultades de cambiar la
realidad social por las leyes, ignorando la tradición y las realidades sociológicas. No se puede determinar cuál
de ellas ha prevalecido, pues han ido interactuando a través de la historia. Estas tendencias, se encontrarán en las
obras de todos los pensadores argentinos hasta nuestro siglo. Para la doctrina naciente, al igual que para el
iluminismo europeo, el derecho se presenta como una variable independiente de la sociedad, que puede influir
fuertemente sobre ésta.
h Deán Gregorio Funes (1749-1829): experto en derecho y teología. Se destaca como uno de los que dejó
mayores documentos escritos y de mayor influencia en el campo jurídico durante la revolución de Mayo;
manifestó una posición conciliatoria entre lo tradicional y lo moderno (no siempre con fidelidad a la ortodoxia
religiosa). Es un ejemplo del eclecticismo de la época, que aportó las primeras observaciones sociológicas. Es
Funes el primer jurista en formular una observación sociológica al sostener que la política futura “cometerá una
gran falta aspirando a una perfecta igualdad, que han excluido nuestros usos, costumbres y preocupaciones”. La
crítica de lo colonial y lo español, que hacía ver el derecho de ese origen como una carga y una imposición del
conquistador y colonizador, fue la base para sostener el cambio legislativo. Así, la posición de Funes aparece
como socialmente fundada, al sostener que las nuevas costumbres, los nuevos negocios y las nuevas
necesidades, exigen nuevas leyes; es decir, la justificación no estaba en una definición política, sino en un
cambio social ya ocurrido.
[El período entre 1820-1840 es denominado “período de la ideología”. Jeremías Bentham y su pensamiento
utilitarista tuvo notable influencia en sus seguidores. Se trató de una extensión del iluminismo que sostenía que
toda actividad mental derivaba de las sensaciones, de lo que resultó a una posición materialista. Decía que todo
acto humano, norma o institución, deben ser juzgados según la utilidad que tienen (según el placer o el
sufrimiento que producen en las personas). El objetivo último de toda legislación sería alcanzar la mayor
felicidad sobre el mayor número de personas. La influencia del utilitarismo de Bentham se expresó en la
enseñanza del derecho y la legislación, particularmente en el período rivadaviano. A estas posiciones se le
opusieron algunos partidarios del tradicionalismo como Francisco de Paula Castañeda, acérrimo opositor de
toda reforma social o política].
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h Pedro Somellera: la novedad en las décadas siguientes (1820-1840), fue la introducción de una tendencia
derivada de la Ilustración, conocida como Ideología, para la que toda actividad mental derivaba de sensaciones.
Esta tendencia, acentuaba los rasgos iluministas. En todo el período, la obra de Bentham fue tomada como punto
cardinal en la enseñanza del derecho y la reforma legislativa. Esta influencia se observa a través de la enseñanza
del derecho civil por Pedro Somellera, quien, más que derecho vigente, propugnaba la aplicación de los
principios de Bentham a la legislación. Somellera fue el primer profesor de Derecho Civil de la Universidad de
Bs. As. Su obra ‘Principios de derecho civil’, muestra que, en el pensamiento patrio, no hay más que someras
referencias al derecho vigente y sólo citas incidentales. Su preocupación es la reforma de la legislación sobre
bases utilitarias. Su objeto es “presentar los verdaderos principios de utilidad y conveniencia que sirvan para la
formación de nuestras leyes, para su inteligencia y aplicación. Ellos servirán también, por ahora, para entender y
aplicar las que supletoriamente tenemos adoptadas”. Sostiene que la jurisprudencia debe quedar sujeta al
método científico, que el derecho es definido como la ciencia de lo justo y lo injusto; y la jurisprudencia refiere
a un hábito práctico de interpretar las leyes rectamente y aplicarlas con exactitud a los casos. La obra de
Somellera resulta útil para estimar la negación de la realidad propia de una época revolucionaria (sólo
incidentalmente desliza alguna información de base social).
h Antonio Sáenz: fue el primer profesor de Derecho Natural y de Gentes, fundador y primer rector de la UBA.
Basó su enseñanza en Grocio, Pufendorf y los modernos iusnaturalistas, en el marco de la Ilustración. Su
defensa del derecho natural puso los límites debidos al derecho positivo.
h Francisco de Paula Castañeda (1776-1832): este sacerdote, expresa una posición crítica al iluminismo
revisionista de patriotas y revolucionarios. En defensa de lo tradicional y autóctono, criticó la limitación de lo
extranjero y los modelos que consideraba exótico. Se oponía a la soberanía popular, al pacto social y a toda idea
progresista en materia social.
Siguen el pensamiento del HISTORICISMO JURIDICO en Argentina: Echeverría, Alberdi, Sastre y Sarmiento,
entre otros. Son positivistas con vocación férrea por el estudio de la realidad. Son los autores de la Generación
del 37, los cuales, desencantados con los proyectos iluministas y racionalistas de la Generación de Mayo, se
vuelcan al romanticismo y al historicismo, particularmente hacia las ideas de Savigny y de Lerminier.
Intentaban repensar la argentina en torno a la experiencia adquirida hasta ese momento y acorde con los nuevos
aires de cambio, las nuevas ideas propias de la época que provenían fundamentalmente de Europa,
específicamente de Francia.
h Juan Bautista Alberdi: el derecho responde al espíritu del pueblo, debe ser la expresión de la cultura de una
Nación que se va adaptando a los tiempos conforme a las necesidades de cada época. Las normas se van
reinterpretando de la mano del juez, los tribunales, y le van dando un refresco conforme a los cambios que se
van dando en el cuerpo social. Es el primer jurista con orientación sociológica para él la administración de la
justicia es la garantía de los derechos y la ley, la constitución y el gobierno son vacíos sino se reducen a los
hechos que hace realidad un juez.
“FRAGMENTO PRELIMINAR AL ESTUDIO DEL DERECHO”. En este trabajo:
- Dejó de concebir el derecho como un conjunto de leyes escritas para considerarlo como un fenómeno vivo,
que era menester estudiar en la economía orgánica del Estado.
- Propone un carácter experimental para la Ciencia del Derecho, similar a la física.
- A partir de estas ideas, se lo considera un precursor de la Sociología Jurídica Nacional.
El Fragmento preliminar, es una introducción al estudio del derecho y, en él, existen contradicciones
manifiestas. Respecto de la codificación, se declara contrario a ella y destaca la necesidad de postergarla, al
estilo de Savigny. Aunque partidario del racionalismo y el universalismo, es contrario a la codificación y a la
necesidad de postergarla para el país. Algunas de sus posiciones contradictorias pueden entenderse por el
contexto político bajo el período rosista.
“BASES Y PUNTOS DE PARTIDA PARA LA ORGANIZACIÓN NACIONAL”. También esta obra
tiene un alto contenido sociológico, no sólo por la idea de estudiar constituciones comparadas, sino por la
influencia que cree que posee la educación en las condiciones sociales, sin perjuicio de reconocer el valor del
aprendizaje por participación social (socialización). Alberdi intenta contestarse y desarrollar los siguientes
puntos:
- “¿Cómo hacer de nuestras democracias en el nombre, democracias en la realidad?”.
- “¿Cómo cambiar en hechos nuestras libertades escritas y nominales?”.
- “¿Por qué medios conseguiremos elevar la capacidad real de nuestros pueblos a la altura de sus Constituciones
escritas y de los principios proclamados?”.
-La propiedad, la vida, el honor son bienes nominales cuando la justicia es mala.
-La ley, la constitución, el gobierno son palabras vacías si no se reducen a hechos por la mano del juez que, en
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último resultado, es quien los hace realidad o mentira.
Alberdi es nuestro primer jurista con orientación sociológica, por su sentido común y su alejamiento de las
especulaciones iusfilosóficas. Su realismo es el elemento más valioso legado a las generaciones posteriores.
h Dalmacio Vélez Sársfield: es conocida la pluralidad de fuentes utilizadas por él, de las que no son ajenas las
que habían regido en el derecho indiano. Según Levaggi, el Codificador, utilizó el derecho como sistema
evolutivo. Intentó hacer de él una lectura moderna y derivó de sus principios, consecuencias nuevas, adaptadas a
la sociedad de su tiempo. Vélez Sársfield pretende que, en su obra, aparezca el derecho científico, de modo que
en él se viese el estado actual de la ciencia. Veía al derecho como un sistema evolutivo. Su iusfilosofía era
ecléctica, un realismo práctico que lo llevó a intentar darle forma y contenido actuales al derecho vigente. Según
su obra codificadora, una nación puede darse nuevos códigos teniendo siempre presente la legislación que la ha
regido, el derecho positivo de los que han precedido, las nuevas leyes que exija el estado social, y las reformas
que la experiencia haya demostrado ser indispensables en la legislación. Cabe destacar que, esto no es
incompatible con el reconocimiento de derechos naturales, establecidos por Dios, la conciencia del origen
romano de la mayoría de las instituciones y la necesidad de su actualización por el desarrollo progresivo de esa
doctrina. Sostiene Levaggi: “el realismo práctico que los distinguía, lo hizo afirmarse en el orden jurídico
tradicional y construir sobre él su proyecto. No trató de crear un derecho nuevo, opuesto al del pasado, al estilo
de los ilustrados; su aspiración fue la de darle forma y contenido actuales al derecho vigente”.
Si tomamos el Código Civil como producto terminado, la siguiente generación de juristas opta por la exégesis:
Segovia, Machado y Llerena, publicaron entre 1881 y 1903 sus obras doctrinarias. Así, desaparecida la
generación de Vélez Sársfield, los nuevos juristas no eran versados en el antiguo derecho ni en las fuentes del
derecho patrio, sino exclusivamente en la doctrina francesa. Esta generación admiraba la letra de la ley e
ignoraba las fuentes materiales del derecho. La iusfilosofía de Vélez era ecléctica, un realismo práctico que lo
llevó a intentar darle forma y contenido actuales al derecho vigente.
h Juan Agustín García: seguía los lineamientos del historicismo jurídico y es uno de los fundadores de la
Sociología Jurídica argentina. Es él el jurista que, para fines del siglo pasado, expresa con mayor claridad los
puntos de vista sociológico-jurídicos. Su Introducción al estudio de las ciencias sociales argentinas, es un
manual de introducción al derecho que expresa la concepción historicista. Considera al derecho siempre como
producto social. Su concepción del derecho indiano es sociológica: entiende y valora la distancia entre la
caridad y justicia de las normas escritas y la pobreza y sordidez resultante de su nula aplicación a los naturales
de América. La ley escrita pierde su valor referencial frente al derecho que crece y se desarrolla a ras de suelo, y
que ampara a los más hábiles y fuertes. El derecho vigente fue para García el primitivo de la Conquista, por el
cual las personas y los bienes de los vencidos quedan a merced de los vencedores. En las consecuencias que
extrae de esta realidad, ve mediocridad y recelo que fomenta el ocultamiento de fortunas. El análisis es acertado
y no se agota en la etapa colonial (el antiguo régimen subsiste). Lo que falta en García es una propuesta precisa
de cambio, propia del positivismo. La fuerza sociológica de la tradición pesa en este autor más que la voluntad
activa de cambio. Sostiene que la razón no es fuente ni espíritu de ninguna institución, acepta que exista un
relativismo cultural, un elitismo político y una oposición a la razón de las mayorías. Es el autor de “Introducción
al estudio de las ciencias sociales argentinas” y “La ciudad indiana”. En “Ciudad indiana” analiza nuestro
tradicional desprecio social de la ley desde la época colonial y que se extiende a la sociedad del 1900 en la que
el antiguo régimen aún pervivía. Puso énfasis en los factores sociológicos e históricos. Tiene mucho que ver con
la influencia de Ehrlich, quien entendía al derecho como el derecho vivo.
h Ernesto Quesada: este autor, iniciador en la Argentina de la tendencia que considera a la sociología como
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ciencia general (y no nacional, como pensaba García), merece ser recordado como el verdadero fundador de la
sociología jurídica por la claridad de sus puntos de vista y por haberse ocupado de la mayoría de los problemas
que aquélla estudia. Quesada es juez y profesor de la UBA. Critica al sistema codificado del derecho y a la
aplicación dogmática y mecanizada del mismos por juristas y magistrados. Valora así el derecho elástico, de
equidad, por oposición al rígido, de letra muerta y de elaboración doctrinaria. Un derecho no puede ser ajeno al
ciclo histórico (por ej. es inútil pretender que el matrimonio sea lo mismo en la cultura grecolatina que en la
moderna, aunque el derecho no se modifique). Critica el derecho comparado como fuente para introducir
legislaciones técnicamente perfectas, pero ajenas a la realidad nacional. La codificación, para Quesada, no es
sinónimo de perfección ni de simplificación, sino la idea de un individuo o de un grupo, que expresa en todo
caso una cristalización; la codificación es sinónimo de cristalización que impide la vinculación entre el derecho
y los hechos o la vida misma. De allí la constante lucha entre un derecho así concebido y los hechos. Como
consecuencia de este divorcio entre hecho y derecho, o se violan los textos o se disfrazan; en esto tiene peso la
ideología profesional de los jueces y abogados, que no pueden escapar a los prejuicios, y que se limitan a adorar
la ley. El derecho no puede estudiarse con criterio filosófico sino sociológico; sostiene las ideas que proponen la
secularización de la sociedad argentina y la ruptura con la iglesia y las instituciones jurídicas arraigadas en ella.
De este modo, en su obra hay ideas de Comte, Ehrlich, Holmes y Pound, por primera vez en nuestra doctrina;
cabe destacar que no pudo modificar las relaciones constitucionales entre el Estado y la Iglesia. Quesada es el
primer autor que llama fenómeno jurídico al derecho. Es el primero que sostiene que la revolución en el pensar
jurídico no se ha llevado a cabo y que se vive en plena Edad Media, ya que todo el iluminismo no ha logrado
emancipar al derecho del fetichismo de la letra de la ley, ni convencer a los juristas de que el derecho no es una
disciplina abstracta, independiente del tiempo y del lugar. Las ideas de ese autor no fueron tomadas en cuenta,
ni sus consejos seguidos. Se basó en las ideas de Spengler para afirmar que el derecho no puede ignorar el ciclo
histórico y a la variabilidad de sus significados según el contexto de época. Propició una reforma de la
enseñanza del derecho orientada al conocimiento de la experiencia inmediata y el abandono de formalismo legal
y conceptual.
C La Sociología Jurídica argentina entre 1950-1990.
A partir de la década del 50 se inicia en el país un mayor acercamiento teórico hacia posiciones empíricas en el
derecho. Por una parte, la influencia de Carlos Cossio y, por la otra, las tendencias criminológicas que ingresan
desde los EE. UU. van abriendo una brecha en el formalismo jurídico. Los primeros autores de posguerra que
cabe considerar son el período inicial entre Enrique Aftalión y Julio César Cueto Rúa. En otro nivel, la posición
trialista de Miguel Herrera Figueroa y de Pedro David. Después se suman los aportes de Alfredo E. Ves Losada
y de Víctor Irurzun. Entonces, a partir del 50´ hay un acercamiento a posiciones empíricas del derecho, ya en el
70/80´se profundiza sociológicamente con algunas ramas del derecho comenzando con el derecho Procesal y, en
los 90´, el derecho de familia se estudia partiendo de situaciones de hecho. Aunque los trabajos hasta 1990 son
contados, implican un importante giro en la concepción del derecho.
h Enrique Aftalión: su pensamiento puede considerarse interaccionista; realizó una vasta obra en derecho penal
y filosofía jurídica, y aceptó con claridad la dimensión temporal y espacial del derecho. Sostiene que, dentro del
mundo de lo cultural, lo jurídico es un ejemplo elocuente para abonar la tesis de que un sentido sólo existe, en la
realidad, por la vivencia psicológica de alguien (así, su tesis se reduce a: un sentido solo existe en la realidad,
por la vivencia psicológica de alguien). El sentido resulta así de una relación entre un objeto (derecho) y un
sujeto que no sólo aprehende un dato, sino también adopta una posición; esto explica el cambio de
interpretación que, sancionada una ley, sobreviene respecto de las conductas que contempla. Es decir, el sentido
del derecho (objeto) sólo existe en la realidad por la vivencia psicológica de los sujetos que toman diversas
posiciones y varían las interpretaciones acerca de la ley. Los cambios de jurisprudencia son cambios del
derecho, aunque no se modifique una coma del texto legal: ni anomalía jurídica, ni excepción, ni interpretación
verdadera frente al error de las anteriores; lo que ocurre es que el sentido viviente que el legislador puso en la
ley (del que queda sólo el texto), tiene que ser repensado por alguien, revivido, para cobrar existencia. Es el
sentido viviente del texto legal que es repensado por otros y lo hace sobrevivir a los cambios de época: los
sentidos jurídicos de las leyes sólo existen en la medida que son vivenciados por los órganos estatales y por los
particulares. Por lo mismo que no hay sentido si no es para alguien, no hay derecho, sino en los actos de los que
interpretan, sean jueces o particulares. Estima Aftalión, que no existe en el mundo de los objetos reales ninguna
cosa que pueda llamarse derecho, sino, a lo sumo, pensamientos o conceptos acerca del mismo. Presentó claros
ejemplos de un tema que hoy se acepta pacíficamente en sociología jurídica: los sentidos jurídicos de las leyes
sólo existen en la medida que son vivenciados por los órganos estatales y por los particulares.
Al estudiar la configuración del derecho argentino y la historia del derecho, Aftalión critica tanto la tendencia
que considera al derecho de un modo racionalista, como la empirista, que ha tomado un criterio geográfico.
Sostiene que nuestra historia del derecho no deriva ni de las Partidas ni de la regulación familiar indígena, y
rechaza por absurdas las consideraciones según las cuales, a partir de lo que las leyes declaraban, las Indias no
eran colonias, o Isabel la Católica implantó la jornada de 8 horas para los indios. La concepción de Aftalión es
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un derecho con sustrato empírico (témporo-espacial), con su sentido espiritual específico. Toda historia es
historia contemporánea, porque el interés del presente es lo que mueve a indagar el pasado: esta idea tiene un
puente entre la historia del derecho y la sociología del derecho. Para mostrar esta relevancia rescata un
antecedente que considera valioso, más relacionado con el presente jurídico argentino, se trata del fallo del juez
Marshall en el juicio Mabury vs. Madison. Marshall estableció un principio que, hasta ese momento, no se
encontraba explícito en el sistema jurídico norteamericano (control de constitucionalidad de las leyes por los
jueces), y que no existía en el inglés. Ese fallo tiene mucho que ver con nuestra historia judicial y la doctrina de
la CS, desde el caso Sojo y Municipalidad contra Elortondo, en los cuales se sustentó similar doctrina que
tampoco era explícita en la CN argentina. Aftalión concluye que es un rasgo de originalidad jurídica nacional,
haber incorporado la máxima creación del derecho judicial norteamericano en un sistema de tipo continental.
Esta concepción permitía conciliar la seguridad con la justicia, de un modo que suele ser incompatible con las
concepciones dogmáticas. A este optimismo del pensador argentino, cabe oponer la realidad de muchos fallos
dogmáticos y ajenos al sentido social y actual de las normas, o a la realidad misma, y el hecho que códigos
antiguos pueden actualizarse judicialmente aplicando con sentido social sus disposiciones, cuando no con
sentido común, que buen margen existe siempre para ello.
h Julio César Cueto Rúa: fue su experiencia en EE. UU. lo que le dio una apertura al Common Law, el
derecho basado en la costumbre y la jurisprudencia del caso concreto, propio de los anglosajones, lo que
enriqueció su
perspectiva en la filosofía del derecho y el derecho comparado. Esta base le dio particular agudeza en la
percepción de la relación de los principios con la vida diaria, con la realidad social, que demanda regulación
para una convivencia pacífica. Cueto Rúa analiza con claridad los antecedentes teóricos del derecho anglosajón,
a partir de cuyas elaboraciones el derecho aparece como una creación judicial, dinámico, reajustable y
modificable permanentemente, con sentencias que traducen la aplicación de normas generales extraídas de otras
precedentes luego de habérselas generalizado mediante la eliminación de hechos irrelevantes, y de la
categorización de los relevantes. Así, el derecho se adapta a la situación social y se desenvuelve sin tener que
soportar los inconvenientes que resultan de la rigidez conceptual de un código. La norma no puede separarse de
la actividad judicial en que ella resulta explicitada y aplicada. Rechaza el ahistoricismo en la enseñanza del
derecho por su desconexión vital con la realidad actual y por su reduccionismo al mero formalismo. Considera
que la jurisprudencia no debe limitarse a la función interpretativa sino creativa del derecho. Cueto Rúa sostiene
que el derecho del sistema anglosajón no se presenta como carente de dirección, aunque sea dinámico. Existe
una filosofía de lo que es el derecho y sus finalidades, filosofía empírica y pragmática, que consiste en “se debe
hacer lo que, en esas circunstancias, en ese momento histórico, en ese medio ambiente, requieren como el medio
de satisfacer el mayor número posible de anhelos e intereses individuales, con el menor número posible de
rechazos”. Las ‘Fuentes del Derecho’ son hechos sociales, susceptibles de verificación directa, en los que se
traduce un determinado criterio para la solución de los conflictos de intereses (ocurre en la legislación, la
doctrina, la jurisprudencia y la costumbre). Aun así, los jueces buscarán en su intimidad la respuesta que
estiman adecuada al caso; la búsqueda de los criterios que corroboran sus intuiciones se orientará hacia
elementos objetivos, ya que tanto el juez como el legislador, son miembros de la comunidad y su vida se
encuentra conformada por ella. Ello supone la existencia social de una normación, como presupuesto de ella, y
descarta que la mayoría de los casos pueda deberse a impulsos erráticos de las personas. Por lo tanto, cobra
relevancia la idea que el autor tiene del derecho, al que considera, más que una técnica social para dirimir
conflictos, un modo compartido de vivir. Entonces, sus fuentes son los criterios de objetividad a los que acuden
los órganos comunitarios para la decisión de los conflictos, o los integrantes del grupo social en la elección de
cursos de conducta que, por su objetividad, faciliten el entendimiento colectivo (las llama fuentes formales-
materiales). Señala que la experiencia jurídica se integra en tres momentos: el normativo, el empírico y el
axiológico, que se encuentran esencialmente unidos. Para Cueto Rúa, la costumbre ha sido minimizada en su
significado por el positivismo normativo.
El esfuerzo de Cueto Rúa para llamar la atención sobre la realidad del derecho es significativo. También existen
aportaciones sobre el proceso práctico que se lleva a cabo en nuestros tribunales. Como consecuencia de la
ideología profesional de los jueces, juristas y profesores de derecho, la enseñanza de este conocimiento ha sido
y es formal y dogmática, ya que se agota, en buena medida, en la exposición de textos legales, comentarios
doctrinarios y exposición de fallos, lo que ha dificultado la inserción de los nuevos letrados en la labor jurídica.
Ésta es una de las causas de la perpetuación del ritualismo en la consideración del derecho, visto como una
especie de juego formal en el que la verdad material no es lo más importante. Curiosamente, este sistema que
debía garantizar por lo menos la seguridad jurídica no ha podido impedir la corrupción del sistema. Parece
congruente pensar que, jueces y abogados, actúan de acuerdo con cómo han sido formados en la ciencia del
derecho. Cueto Rúa es el autor que mayor época abarca en esa constante teórica en el país, a través de
numerosos trabajos y artículos. Así, en uno de ellos sostuvo: “Los juristas, jueces y abogados argentinos han
sido siempre más interesados por la interpretación y aplicación de las normas jurídicas que, por el estudio, la
investigación, el conocimiento y aplicación de los recursos humanos, técnicos, económicos y financieros
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requeridos para escuchar a las partes, atender su prueba y dictar oportuna sentencia”.
h Miguel Herrera Figueroa: en su obra ‘Sociología del Derecho’, expone el punto central de su concepción, el
tríptico jurídico social, formado por el hecho, el valor y la norma, que se hallan presentes en la consideración
sociológica del derecho. La concepción de Figueroa es común con el filósofo Goldschmidt, y se encuentra en lo
que se ha llamado el ‘integrativismo jurídico’. Herrera Figueroa reconoce que no resulta sencilla la labor de
identificar la presencia de los tres factores, ni es suficiente afirmar que hay en el derecho un aspecto lógico
(normativo), otro histórico real (el hecho social) y un tercero ético (valorativo). Lo importante para él es
reconocer que los tres componentes son inseparables, y patentizar que la tridimensionalidad es de la esencia
misma de lo jurídico. Debe suponerse que la visión sociológica de Figueroa no coloca en el mismo plano a los 3
23
elementos de su todo integrado, en cuanto afirma que “cualquier intento integrativista en un mundo jurídico-
social, debe necesariamente partir de un planteamiento sociológico, donde el hecho, el valor y la norma se
estructura unitariamente desde el facto social”. Tal enfoque tiene la ventaja de superar unilateralidades, si bien
incurre en nuevos problemas no resueltos, como es el objeto ‘derecho’ que es triple, pero es único, y se
estructura a partir del elemento social. De esta forma, la sociología debería ocuparse de él, pero no se explica de
qué modo debería hacerse con el elemento normativo y el valorativo, que requieren métodos propios de otras
ciencias.
h Pedro David: sostiene que el integrativismo no busca sólo superar el unilateralismo del estudio del derecho
como norma, sino el de las escuelas que lo han hecho en torno al valor (derecho natural), y también los que se
han
centrado en el hecho jurídico (realismo jurídico norteamericano y escandinavo). Para este autor, no hay
preminencia entre hecho, norma o valor, sino a partir del tipo de conocimiento que enfoque al derecho. De
modo que, si uno está haciendo un análisis normativo, viene la norma adelante; o viene el valor, si una está en la
axiología. Esta posición parce más acertada que la anterior, en cuanto no incurre en imperialismo sociológico.
Pero luego define al derecho como una conducta que expresa normas, que realiza valores y que debe ser penada
con sanciones, llevando nuevamente la cuestión al mismo punto: el derecho es conducta, para la sociología
(pero no para la ciencia del derecho, ni para muchas versiones de la filosofía juridica). En cuanto a esto
pareciera darles a los valores entidad independiente, cuando las ciencias que se ocupan de las normas los
consideran en general incorporados a ellas. En este caso, los valores incorporados a las normas jurídicas se
reafirman (o no) al sancionarse (o no sancionarse) la conducta infractora; y lo mismo puede ocurrir con los
valores incorporados a las costumbres. De allí que la definición no resulte clara ni para la ciencia del derecho, ni
para la sociología general, ni para la sociología jurídica, pues mezcla puntos de vista de distintas ciencias, y
confunde lo fáctico con lo normativo y lo axiológico.
w Controles Informales: Son aquellos en los que el Estado no manifiesta de manera directa su carácter
represivo sobre las personas, sino que, la presión es ejercida por otros individuos o grupos de ellos. Así: la
escuela, los
grupos sociales, la familia, etc. Estos grupos no aceptan ciertas conductas, y por el contrario las rechazan
socialmente, siendo justamente este rechazo el que controla a la persona
w Controles Formales: Son aquellos en los que el Estado manifiesta su poder para reprimir y controlar a las
personas. Por ejemplo: las sanciones administrativas, el Derecho Penal, etc. El Derecho Penal no es el único
medio de control social formal (los jueces, la policía, los centros penitenciarios) pero sí el último al cual se debe
recurrir
En ese sentido "el Derecho penal se caracteriza por prever las sanciones en principio más graves (las penas y las
medidas de seguridad), como forma de evitar los comportamientos que juzga especialmente peligroso (los
delitos). Se trata pues, de una forma de control social lo suficientemente importante como para que, por una
parte, haya sido monopolizado por el Estado". El Derecho Penal no se reduce solo al listado de las conductas
consideradas delitos y la pena que a cada uno corresponde, sino que fundamentalmente su misión es proteger a
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la sociedad. Esto se logra a través de medidas que por un lado llevan a la separación del delincuente peligroso
por el tiempo necesario, a la par que se reincorpora al medio social a aquellos que no lo son mediante el
tratamiento adecuado en cada caso para lograr esta finalidad.
En Argentina el punto de vista del control social jurídico es expuesto por:
h Alfredo Ves Losada: en su obra ‘El derecho como experiencia’ anticipa parte de los temas que merecen un
desarrollo mayor en su ‘Sociología del Derecho’. Esta obra es una teoría del control social vista desde uno de
sus
tipos: el jurídico. En la concepción del autor, toda sociedad requiere un orden social para prevenir y solucionar
conflictos; como los conflictos son parte de cualquier estructura social, es necesario algún sistema de control
específico, no para eliminarlo (porque el conflicto es parte de la sociedad y de su evolución), sino para someter
al desorden a cierto marco, canalizar las energías sociales hacia soluciones de compromiso y no de lucha. El
control social es un sistema de poder, no sólo a través del derecho, sino también por la magia y por la religión
decía. Es interesante y novedosa la importancia que le atribuye a los llamados ‘subtipos ilícitos del control
social’, que abarcan buena parte de la obra. El control social no es sólo poder estatal; es, en buena medida, poder
ilegal e ilegítimo (porque toma legitimidad en un único sentido de aceptación global por la sociedad). Debe
acotarse que estos grupos, poseen legitimidad (en sentido sociológico, no jurídico), en sus propias áreas de
influencia, y sólo así se explica su funcionamiento, aunque sean ilegítimos para el sistema social definido
oficialmente (delincuentes, partidos políticos revolucionarios, sociedades secretas, grupos de presión, etc.).
Todo tipo de control social reconoce una forma preventiva (a través de la socialización, la educación y la
solución pacífica de conflictos) y otra represiva para efectivizar su influencia. La represión puede ser lícita o
ilícita, determinada o indeterminada por el órgano, formal o informal por las normas. Ves Losada reconoce que:
“El Derecho es un instrumento de control social destinado a motivar y encauzar las acciones humanas y alcanzar
un tipo particular de orden social en una sociedad secularmente organizada en Estado”.
h Augusto Mario Morello: ha puesto de resalto los elementos sociológicos subyacentes en el proceso judicial.
Por ejemplo: el aislamiento del mundo de los hechos que se debaten y de sus protagonistas; la falta de contacto
y
de conocimiento con quienes son las personas que litigan; su carácter de jueces del expediente más que del
proceso; la falta de acceso personal, directo y profundo a la verdad material; su carácter de no presente, y
demás. Nuevas formas procesales, supresión de pasos y ritualismos inconducentes, son parte de una propuesta
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de política jurídica que tiende a superar un proceso reprimido en cuanto a su efectividad (si es que alguna vez la
tuvo), pero que se mantiene en su anacronismo y su disfuncionalidad. Reclama nuevas herramientas y nuevas
soluciones con menor costo social. La opinión de Morello es la primera consideración doctrinaria expuesta en
Argentina de la administración de justicia como “empresa de servicios”, proveniente de juristas que han
cultivado las ramas tradicionales del derecho. A su vez, hace mérito de los elementos que muestran el tránsito de
la justicia legalista liberal a la normativa tecnocrática. Así, el cambio se relaciona con el paso desde la sociedad
liberal (en la que el juez es árbitro de conflictos sociales) a una sociedad posindustrial (en la cual el derecho es
instrumento de cambios: función promocional del derecho) y que requiere una nueva práctica judicial. El juez
entrenador, sucede al juez árbitro; su función es preventiva y tutelar, y ajusta al perfil adecuado en algunas áreas
del derecho, como el de familia, en el que el magistrado intenta conciliaciones y toma resoluciones siempre
revocables. En su obra ‘La reforma de la justicia’, puede acudir a investigaciones inspiradas en prolijos
relevamientos empíricos reveladores de la indetenible profundización de la brecha entre teoría del proceso y
realidad de la prestación del servicio de justicia. Considera que los jueces se encuentran sitiados a partir de: la
canalización indebida hacia ellos de los problemas o conflictos cuya composición no les corresponde sino a
otras esferas de gobierno; el mantenimiento de controversias inútiles y litigios estandarizados, bajo jurisdicción;
el no aseguramiento del respeto debido a los fenómenos económicos y sociales cuando se proyectan en
controversias, para las cuales las técnicas del derecho o son sobrepasadas o no acatan la lógica económica que
los motiva; la difícil compatibilización en el estado procesal actual del formalismo que requieren los procesos
de alta complejidad y el informalismo de los de baja complejidad. La obra de Morello, presenta un enfoque
realista encomiable, a partir del cual el proceso queda orientado claramente hacia el futuro, en dos sentidos:
como propuesta de lo que debe ser y como punto de orientación predominante para la normativa, ya que, si
existe un campo en el cual las normas deben orientarse sin discusión hacia los resultados que ocasionan, ése es
el procesal.
h Rómulo Vernengo Prack: tiene el raro mérito para la época en que escribe, de apelar a una investigación
sobre la opinión de los justiciables respecto de la administración judicial y sus garantías que vale rescatar,
sobre todo
por la experiencia del que las emite. Al referirse al código procesal vigente en el nivel nacional y en muchas
provincias, dice: “El juez es ahora el director del proceso, pero su título es académico, no puede impedir su
retardo deliberado y doloso. Puede que el día en que se decidan a suprimir al secretario se produzca la misma
aceleración en procedimiento escrito, ya que desaparecerán los trámites ante un intermediario, que valga lo
literal, impide la mediación… bajo el título de inmediación se han tratado de conciliar las soluciones baratas de
mezclar al juez, al secretario y el oficial primero, para acercar las partes a alguien, no al que decide, que es
lógicamente al que quieren ver y ser vistas y oídas, sino a algunos de los colaboradores y confidente del que
decide. Es decir, que, en el esquema de la Justicia Nacional, se puede perder todo el patrimonio, sin haber
conocido, ni de vista, al juez. La justicia argentina se hace por correspondencia”. No debe entenderse por esto
que los jueces se niegan a recibir a las partes: es el procedimiento el que condiciona la presencia de
intermediarios, escritos, traslados y pérdidas de tiempo. El procedimiento escrito no permite que el juez atienda
papeles que hablan de personas y de problemas. No suele ver ni a las personas ni conocer directamente los
problemas.
[En una de las clases, el profesor nombra a Carlos Nino (sin identificarlo en ninguna corriente o pensamiento),
quien realizó una verdadera obra sociológica: “Un país al margen de la ley”. Hace un análisis de cómo ha sido la
relación de la sociedad argentina desde la época colonial hasta nuestros días. La sociedad argentina ha fundado
una cultura jurídica que consiste en no cumplir la ley, es una cultura que violenta la ley].
FUNCIONALISMO/CONSENSUALISMO.
La sociedad es una totalidad marcada por el equilibrio. Las sociedades disponen de mecanismos propios capaces
de regular los conflictos y las irregularidades (adaptabilidad). Ese equilibrio no niega la propia dinámica de la
vida social, sino que argumenta que el sistema social se la ingenia para ajustarse permanentemente a los desafíos
del ambiente, y regula los conflictos. Podemos entender a la sociedad como un organismo, un sistema articulado
e interrelacionado; una totalidad constituida por partes discretas. Cada una de estas partes tiene una función de
integración y mantenimiento del propio sistema (por ej. el sistema educativo es un subsistema dentro del sistema
social, tiene un mandato, que es educar tanto en conocimiento como en valores a los nuevos miembros de la
sociedad, para que estos aporten sus servicios, saberes, especializaciones, para la construcción del orden social).
El sistema social está inserto en un ambiente (político, económico, culturales, jurídicos, aspectos ambientales,
etc.), cada uno de estos influyen sobre el comportamiento de nuestro sistema nacional; a su vez, nosotros como
sociedad, como totalidad, también generamos efectos sobre este ambiente, es decir, hay un intercambio
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permanente entre el sistema social y su ambiente. Al sistema social podemos subdividirlo en cuatro subsistemas:
político, económico, jurídico y cultural. Todos juntos forman valores (igualdad, justicia, propiedad, privada) y
normas, costumbres y usos.
La sociedad se organiza como un sistema social que debe resolver cuatro imperativos fundamentales para
subsistir: adaptación al ambiente; conservación del modelo y control de tensiones; persecución de la finalidad
(la subsistencia es la finalidad); y la integración mediante las diferentes clases sociales (adaptación de la
sociedad). El funcionalismo tiene una mirada global y entiende que todas las sociedades funcionan de una
manera muy parecida, son unidades de órganos vivientes o estructuras sociales que se adaptan y se ajustan a sus
necesidades.
Los hechos sociales deben ser tratados como cosas, empíricamente; éstos hechos son externos y coercitivos para
el actor. El objeto de la sociología es el estudio de los hechos sociales.
CONFLICTUALISMO.
El conflicto es inherente a la realidad social por la escasez de recursos; el conflicto tiene potencialidad
transformadora. Según Marx, el conflicto es expresión de la lucha de clases y se resuelve por un cambio
estructural (abolición del capitalismo). El problema es el capitalismo. Para Weber, el conflicto no es sólo la
expresión de la lucha entre clases, sino también entre grupos de estatus y los grupos de poder. Para los
conflictualistas de origen marxista la sociedad está estructurada sobre funciones de dominación, es decir, grupos
económicos y sociales que configuran grupos de privilegio que tienen los recursos fundamentales de la
economía, la política y de la cultura, y con ellos imponen al resto de la sociedad sus criterios (por ej. el orden
jurídico). El derecho es el resultado no de una discusión de debate en torno a la idea de justicia, sino, que es la
mirada del orden social que es impuesta por estos grupos de dominación (grupos de poder o financieros,
transnacionales, etc.). Son estructuras de presión.
Para Marx, la realidad social es objetiva, aunque socialmente constituida; pero lo social es supraindividual,
externo y coactivo, que se da en un marco de producción capitalista. El individuo está inmerso en la historia y la
sociedad, en relaciones de producción concretas. Para Weber, la realidad en sí es objetivas, sus procesos y
estructuras. La acción social está dotada de sentido. Los individuos están inmersos en relaciones sociales en las
que interactúan entre sí, dotando de sentido a las mismas. Pero, su perspectiva de análisis es macrosocial.
Estructura: tenemos las fuerzas productivas, como se relacionan esas relaciones de producción entre los
hombres y los instrumentos que permiten la fabricación de bienes y que la sociedad necesita, como hay un
régimen de propiedad, dentro de estos individuos hay algunos que tienen la propiedad de esos medios y otros
que son prestadores de la fuerza laboral.
Superestructura: viene a ser el mundo de las ideas, pero que es la expresión, el reflejo, de las estructuras
dominantes; es decir, como está estructuralmente asentada una sociedad, la cultura, la moda, los medios de
pensamiento, las costumbres, los usos, etc.
A Weber debemos considerarlo como un teórico de la acción social. Weber sostiene desde el punto de vista
analítico, la necesidad de incorporar al análisis sociológico, las micro acciones, la interacción individual (pero
nunca perdió los supuestos macro sociológicos). Analiza los conflictos desde una perspectiva capitalista, y en la
diversidad de intereses. Da una explicación multidimensional de la estratificación social, diciendo que existen:
a) Clases económicas, vinculadas a la riqueza, que refieren a la posición dentro del mercado según el ingreso o
capital de los sujetos. El mercado es donde se lleva a cabo esa competencia, ya sea por tierra, dinero o créditos.
b) Estatus políticos, es decir, de poder: relacionados con la capacidad que se posee de determinar, directa o
indirectamente, la acción de otros a través de la legislación y del monopolio legítimo de la violencia que
concentra el Estado. Y c) Grupos de prestigio, donde se resalta la capacidad de influir sobre la acción ajena a
través de la impresión carismática que uno produce.
INTERACCIONISMO.
La realidad social se puede estudiar, teniendo en cuenta cada grupo de individuos que interaccionan entre sí y
forman una determinada mirada. Así, cada uno determinará a la realidad social de tal manera, pero habrá otro
grupo con su propia idea, y sucesivamente. Por ello, no podemos conocer la realidad, nadie puede decir qué es
la realidad social, por lo tanto, no hay realidad objetiva, sino que simplemente estos individuos le dan un sentido
a las cosas, que le sirve para vivir y conducirse en la vida, por eso decimos que el interaccionismo es
microsociológico. El interaccionismo da prioridad a lo espiritual sobre lo material. Destacan el papel de las
ideas que se transmiten por medio del lenguaje. EL hombre es un ser simbolizante, con capacidad de auto
reflexión y de evaluación. La capacidad simbolizante permite tomar el rol del otros y adecuar su
comportamiento.
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En toda sociedad se establece un orden, el caos haría imposible la convivencia. Cuando se establecen normas, se
brinda un modelo de conductas esperadas y ello se asegura por medio de la socialización. Hay veces que las
conductas no siempre siguen las normas, son desviaciones (carácter sociológico). Cuando estas desviaciones
contradicen una norma legal, se trata de un delito (carácter jurídico).
Entonces, la diferencia entre desviación y delito es la siguiente: la desviación son los casos que contradicen los
hábitos, los usos y costumbres sociales, pero no ponen en funcionamiento el control por parte de las
instituciones. Cuando se produce por parte de las instituciones una reacción para controlar esa desviación,
hablamos de una transgresión de la ley positiva.
Definición de conducta desviada: “lo que el público entiende o define como tal a la vista de alguien que está
violando o transgrediendo una norma cultural”. La gente define qué es una conducta desviada, es algo subjetivo.
¿Qué sucede cuando se producen conductas indeseables? Se ponen en servicio una serie de controles sociales
que buscan una adecuación de esa conducta a las normas imperantes de cualquier tipo. La noción de desviación
es un concepto dinámico: lo desviado hace un siglo atrás puede no serlo ahora.
*FUNCIONALISMO/CONSENSUALISMO: la conducta considerada desviada, varía según cuáles son las
normas sociales de la sociedad en la que se vive. Cuando esas normas dejan de ser observadas por la sociedad,
es porque llega el momento de cambiar esa norma. Es la sociedad la que define qué es lo correcto o incorrecto.
Se identifica con la corriente positivista, la corriente de tipo liberal. Comte-Durkheim-Parsons y Merton (entre
las teorías de la desviación encontramos a Merton-Ohlin-Cloward-Cohen).
*INTERACCIONISMO: sólo cuando los demás la definen así, la conducta de uno es una conducta desviada.
Existen varias consideraciones sobre lo que es correcto en una sociedad. Cada individuo define subjetivamente
cada conducta. Mead-Cooley-Schutz-Pierce-Garfinkel (entre las teorías de la desviación: Goffman-Becker-
Lemert-Sutherland-Hirschi).
*CONFLICTUALISMO O CRÍTICA: la capacidad de elaborar reglas, así como de quebrantarlas no está
igualmente distribuida entre la población. Marx y Weber (entre las teorías de la desviación: criminología crítica
o realistas de izquierda con Young, Taylor y Walton).
Enfoque biológico: el comportamiento humano pude ser explicado por impulsos o los instintos naturales.
Acudían a ciertas deficiencias de orden biológico para explicar las conductas. Lombroso-Sheldon.
Enfoque psicológico: el agente causal es la personalidad del individuo debido a problemas en la formación de la
misma (socialización fallida). Ferri-Reckless-Dinitz.
El positivismo biológico parte de una situación social distinta de la que un siglo antes había enfrentado la
escuela clásica; hacia 1880 el problema no eran las penas bárbaras y las confesiones bajo tortura. La escuela
clásica había adoptado el libre albedrío, que fundaba no sólo el pacto social, sino el apartamiento de él. El
positivismo lo hacía en la afirmación del determinismo científico y la ausencia de libertad en la conducta
humana, tanto en la ajustada a la sociedad como en la desviada. En las gráficas palabras de Ferri, el hombre es
para Beccaria, un enfermo de la voluntad, un desequilibrado psicológicamente, a quien la sociedad por la pena
reintegrará a su normalidad. En su obra “de los delitos y de las penas” dijo: la sociedad se funda sobre un
contrato encaminado a salvaguardar los derechos de los individuos, garantizando el orden; los delitos son
violaciones de este contrato. La sociedad en conjunto goza, por tanto, del derecho a defenderse con medidas
proporcionales a los delitos cometidos (principio de la proporcionalidad de la pena). Estableció un segundo
principio sobre que ningún hombre puede disponer de la vida de otro. Por otro lado, para Lombroso (positivista
más significativo de la rama biológica) “el criminal nato en sus reminiscencias atávicas es un orangután lubrico
y feroz de cara humana, a quien hay que eliminar por la relegación y aún por la muerte, si la sociedad se
beneficia con ello”.
Lombroso determinó una tipología de los rasgos físicos de los delincuentes, basadas en cuestiones biológicas:
rasgos faciales, contexturas físicas, observación de sus cráneos, formando un estereotipo sobre el criminal nato.
Los individuos tienen alteraciones mentales, rasgos considerados propios de los delincuentes, los asemejaban a
29
los rasgos de los simios, como si hubiese una evolución incompleta. El delincuente = desarrollo embrionario
incompleto = estado inferior al del ser humano. Utilizaba el término atavismo, refiriendo a características físicas
correspondientes a estadios primitivos de la evolución, que se transmite hereditariamente. Según el, en las
sociedades primitivas el deseo de matar es un rasgo adaptativo (excelentes cazadores); en la civilización urbana,
el atavismo es la causa del comportamiento criminal (biologismo determinista).
La escuela de Lombroso y Ferri destaca por su marginación total de lo social; pueden formar parte de los
estudios sociológicos a través de su manifiesta ignorancia de la dimensión de lo adquirido frente a lo hereditario.
El atavismo para Lombroso representaba una regresión biológica reconocida en ciertos signos (estigmas)
físicos: orejas grandes, dentición anormal, asimetría del rostro, tatuajes, etc. En “El hombre delincuente en
relación con la antropología, la jurisprudencia y la psiquiatría”, se atenúan sus características innatas y atávicas;
los criminales natos están al lado de los epilépticos, dementes y pasionales y también de los ocasionales y por
hábito, cuyos datos de atavismo se encuentran potenciados por la asociación con elementos delictivos,
educación deficiente y otras influencias ambientales. No sólo cita un ejemplo de delincuente nato que gracias a
las condiciones favorables del medio no llegó a cometer ningún delito, sino que indica los medios para prevenir
y curar la enfermedad social generadora de los delitos.
Todos los aspectos de su teoría y de la de Ferri fueron rebatidos. Los estigmas son consecuencia absoluta del
medio social; el tatuaje, y el argot resultaron evidentes. Pero desde la teoría de la rotulación social en este siglo,
las consecuencias de la dimensión social de todo etiquetamiento resultan, en la teoría criminológica,
irreversibles. Lo que queda en claro para la doctrina moderna es que personas con estigmas físicos evidentes
pueden ser rotulados como delincuentes sin haber cometidos hechos ilícitos y llegar a serlo como una profecía
de autocumplimiento.
También existen teorías que combinan lo hereditario con lo ambiental, como la de Eysenck, para el cual, si bien
las nociones de delincuencia o de delito sólo son explicables dentro de un contexto de aprendizaje o de
experiencia social, las potencialidades biológicas se adicionan a las posibilidades sociales, ya que estas
potencialidades son estáticas y fijas para el ser humano en toda su vida.
Todas las concepciones tienen, desde el punto de vista sociológico, similares consecuencias. Si estos criminales,
sea por el atavismo rápidamente visible en los rasgos degenerados que presentan, sea por errores genéticos
observados a través de rigurosos análisis, no pueden regenerarse, la idea de pena carece de sentido, y cobra
vigor la de curación y también la peligrosidad, que permite su internación sin límite para proteger a la sociedad.
También pueden entroncarse estas teorías con las concepciones políticas de corte racial, que pretendieron la
eliminación de pueblos enteros con el fin de “depurar razas inferiores”, “preservar la herencia genética” y otros
objetivos. La adhesión política se vuelve casi insoslayable cuando se trata estos temas y, el objetivo de la
sociología académica, además de difícil, se vuelve también atacable.
La lectura de Ferri es representativa de las creencias precientíficas de los criminólogos de finales del siglo XIX.
El centro de análisis ya no es el delito, sino el criminal; si bien, como sostiene Ferri, la escuela propone
considerar el delito como hecho natural y social, y en su vista precisa examinar en principio la persona que
realiza el delito y el medio en que lo comete, para estudiar después jurídicamente la transgresión realizada, no
como un hecho aislado que existe por sí mismo, sino como índice del temperamento orgánico y psíquico de su
autor. Por otro lado, esta escuela propone disminuir la cantidad de delitos. El aporte de Ferri es que el
delincuente no es un hombre normal; que, por sus anomalías orgánicas y psíquicas, hereditarias y adquiridas,
constituye una clase especial, una variedad de la especie humana. Al lado de estos depravados insusceptibles de
reforma, se encuentra la constitución física normal de los hombres honrados o arrastrados excepcionalmente al
delito mucho más por la conformación del medio que los rodea que por el impulso de su propia personalidad
física y moral: son los criminales de ocasión, que no tienen una inclinación natural al delito, pero que comete el
acto empujado por el medio físico o social en que vive, y no vuelve a incurrir en el si tales tentaciones
desaparecen.
Ferri sistematizó la escuela positiva, llamando ‘Sociología criminal’ a su estudio omnicomprensivo del delito, la
sociología criminal de Ferri engloba el derecho penal y la antropología de Lombroso. Entendía que la sociología
criminal era una ciencia de observación positiva, que se fundaba en una constatación empírica, en un intento de
objetividad basado en la estadística. Agregó los fundamentos de la antropología y de la psicología como pilares
del derecho penal y los estudios penitenciarios. Así sostenía: “La sociología criminal es una ciencia de
observación positiva que, fundándose en la antropología, psicología y la estadística criminal, así como el
Derecho Penal y los estudios penitenciarios, llega a ser la ciencia sintética de los delitos y las penas”. Decía que
las razones por las cuales un hombre es delincuente son ajenas a su voluntad, el delito no existe, existen
enfermedades que bien ha heredado o las adquirió en el transcurso de su vida. En lugar de centrarse en
características fisiológicas de los criminales (Lombroso), se centró en el estudio de las características
psicológicas, que creía eran las responsables del desarrollo de la criminalidad en el individuo: el habla, la
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escritura, los símbolos secretos, el arte y la literatura, así como la insensibilidad moral y la falta de repugnancia
a la idea y ejecución de la ofensa, previo a su comisión, y la ausencia de remordimiento después de cometerlo.
El positivismo biológico encumbra así un sistema que sostiene el carácter peligroso de ciertas personalidades,
que autoriza a ejercer sobre ellas medidas de seguridad sin límite de tiempo, y en virtud del potencial daño que
pueden ocasionar en el futuro, mientras no estén curados si es que pueden serlo. Las penas no tienen limite
(porque no son tales sino remedios) y las detenciones curativas (medidas de tratamiento) pueden durar lo que el
medico considere necesario hasta la superación del estado peligroso. Medidas de seguridad y tratamiento siguen
siendo fundamentales hoy en la política criminal; estas medidas, a su vez, se consideran preventivas de futuras
acciones delictivas.
Todas estas aún no pueden considerarse teorías sociológicas, porque apelan a la psicología o a los rasgos físicos
que se van dando como factores explicativos de las conductas; no se pone un acento en el ambiente en el que se
desenvuelven los individuos.
Como el ambiente es también una dimensión desarrollada por la sociología positivista, y se presta a
cuantificación en variables específicas, parte de la teoría se volcó hacia estas alternativas. Los estadísticos
morales como Quetelet o Guerry, trataron de relacionar el crimen con la edad, sexo, profesión y educación,
condiciones económicas, clima y raza, a partir de las regularidades estadísticas. Si bien se mezclaba lo adscripto
con lo adquirido y lo social con lo no social, significaba entrar en un estudio autónomo del crimen como hecho
social, introduciendo la idea de que se trata de un síntoma del malestar de la sociedad, un elemento que indica
desequilibrio social. Es el comienzo del punto de vista social en el delito. Sin embargo, son Gabriel Tarde y
Emile Durkheim en los que se encuentra el inicio de la teoría sociológica del delito.
Fue, probablemente, Tarde el primer autor que desde una óptica sociológica observa el delito como hecho
social. Este autor entra dentro de las teorías funcionalistas. Lleva a cabo trabajos de cuantificación de los delitos
y también realiza teorías de la causación (fundadas en la imitación). En su obra ‘Criminalidad comparada’
realiza una glosa de sutil tono irónico a la antropología criminal lombrosiana (por ej. puntualiza que los tatuajes
son modas importadas por marinos y militares, y no signos de atavismo criminal; y el argot no es más que el
lenguaje particular de toda vieja profesión). Con criterio sociológico, estima que hábitos musculares o nerviosos
idénticos nacidos de la rutina del mismo trabajo, y por lo tanto adquiridos, generan la figura y el aspecto de la
propia profesión; a veces no es únicamente la cara, sino el cuerpo. Concibió a la sociología como basada en
pequeñas interacciones psicológicas entre individuos, siendo las fuerzas fundamentales la imitación y la
innovación (la idea de interacciones psicológicas fue tomada tiempo después por los interaccionistas
simbólicos). Comenta que Lombroso debió oponer al criminal contra el hombre sabio, religioso, artista, etc., y
ver, sobre todo, si existen caracteres físicos opuestos entre su criminal nato y el hombre virtuoso. Se funda en
una afirmación de Ferri para sostener que, entre los individuos de clases elevadas los instintos criminales
pueden ser atenuados por el medio, y disimularse bajo formas veladas que evitan el Código Penal. Cuántas
sociedades anónimas, comenta Tarde, cuántas agencias y comités son conjuntos de bandidos, pero bandidos
mitigados por la cultura.
Tarde sostenía que la diversidad psicológica del individuo, como instancia básica de las agregaciones colectivas.
La realidad social no es una construcción homogénea, que se impone al individuo, sino el resultado de los lazos
sociales dinámicos (invención, imitación, resistencia y adaptación) de las interacciones entre los propios
individuos. La realidad social es una construcción evolutiva de los individuos, basada en procesos de imitación
en las conductas personales. El fenómeno criminal es un proceso de imitación reprobado por un grupo social
como negativo. Existe en el delincuente una inadaptación social, una predisposición psíquica y biológica hacia
el crimen, que puede manifestarse en el grupo social como un medio negativo de imitación. Los fundamentos de
la responsabilidad del delincuente se hallan en la concurrencia de dos elementos: la identidad personal y la
similitud social. En la identidad personal, existe una correspondencia entre voluntad y el acto delictivo
realizado; si no se presenta esa identidad, habrá una disociación y el sujeto sería un anormal y, por ende,
irresponsable. Mientras que la similitud social se presenta cuando el individuo está adaptado a su grupo social;
si carece de esa adaptación o similitud, su responsabilidad no existe o es limitada. Por último, si el delincuente
es un ser inadaptado, es porque no tiene similitud social o le falta identidad personal y, consecuentemente, no se
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lo debe castigar, sino aplicar medidas de seguridad, que le permitan lograr una imitación positiva y la similitud
al grupo social. Entonces, el ambiente infunde prácticas o modelos de imitación que pueden ser tomadas por los
individuos. Visualiza a los individuos como hombres que tienen capacidad para tomar modelos de conducta, es
decir, incorporar pautas que, en la imitación, les permiten interactuar en el ambiente en que se encuentran. Es
así que le da al ambiente un papel fundamental.
Así, sobre la base de la crítica de una posición criminalista biológica, aparece la primera formulación
sociológica del delito; y esta formulación tiene aspectos salientes, por indicar cuánto de lo atávico de los
positivistas no es más que cultural y social y, además, por formular los antecedentes de lo que Sutherland
después llamará ‘delito de cuello blanco’, que será una forma de escapar de falsas equivalencias: población
carcelaria=población delincuente, y población delincuente=clase baja. Tarde no cuestiona totalmente a la
antropología criminal, pero puntualiza suficientemente el olvido que presentan sobre lo social.
Trata de fundar el delito, como ha querido hacer con toda la vida social, en la imitación; la copia de otros
delincuentes, la educación, nos remite a la idea de subcultura que será creada después. Al tratar la penalización
del delito, se pregunta por la relación entre el autor presunto y el condenado, y en la aplicación práctica de los
principios de Beccaria, suponiendo para la regla “la mínima duda debe favorecer al acusado”, que se trata de
una fórmula verbal que se aplica sólo a los amigos o partidarios, para disimular la parcialidad de los jueces.
Considera que la condenabilidad de un acusado es variable de un tribunal a otro.
Tarde dice que existe un momento en que un abogado experimentado sabe que es inútil seguir hablándole al
juez; que hay decisiones, más que convicciones; que hay sugestiones entre colegas, o la influencia de los jueces
más reputados o más autoritarios sobre sus colegas, no necesariamente menos instruidos. Analiza también la
sugestión en los tribunales unipersonales, a través de abogados o procesados. Tarde anticipa otras teorías sobre
la desviación, como las que ponen el acento en la actitud de los que castigan y rotulan: un acto es delictuoso no
sólo por la ofensa al sentimiento medio de piedad y justicia, sino cuando es juzgado como delictivo por la
opinión. También considera la idea de evasión institucionalizada: un acto puede ser prohibido dentro del grupo
y permitido más allá de ciertos límites, tanto en los pueblos civilizados como en las tribus primitivas.
Tarde realiza su obra en la misma época que Durkheim, y se enfrentaron en cuanto al origen de lo social. Sin
embargo, ambos aportaron elementos que permitieron la discusión futura y el avance de la sociología.
Pertenece a la corriente funcionalista. En lo que hace a la conducta delictiva, resalta su idea de la normalidad del
crimen, discutida por el socialismo romántico y luego por los críticos. Su relación con la evolución de la moral y
del derecho, y su rechazo a la idea de delito como enfermedad y la pena como remedio, propia de los
criminólogos positivistas. También lo que surge de considerar la sanción del delito como no dependiente del
carácter intrínseco del acto, sino como acto social que define la conducta prohibida. En su obra ‘De la división
del trabajo social’, critica el presunto valor de la herencia genética en la determinación de las conductas, que
sólo transmitiría facultades muy generales, pero no aptitudes particulares para tal o cual ciencia. Crimen y delito
son profesiones, como sostenía Tarde, y poseen a veces una técnica compleja (por ej. la de los falsificadores).
En cuanto a que la herencia determina el delito, señala que es imposible aislar los factores educacionales de los
biológicos como para sacar tales conclusiones. La de Durkheim es la primera definición clara de la distancia que
existe entre herencia genética y conducta desviada.
Su tesis principal: las sociedades son entidades esencial y necesariamente morales. Su cohesión se fundamenta
en el compromiso de sus miembros por mantener una serie de valores colectivos. El derecho es la expresión
básica de esos valores. Sí puso énfasis en el ambiente social para explicar la desviación y el delito. Según él, la
desviación es normal en la vida de una sociedad; entiende que es imposible pensar en una sociedad donde todos
los individuos cumplen con todos sus compromisos y obligaciones. Afirma que es posible medir la desviación y
establecer lo que es normas para una determinada sociedad (cada sociedad debe ser estudiada en sí misma).
Una desviación desproporcionada es un síntoma de las conductas patológicas. La patología indica que un cuerpo
social está enfermo; no obstante, la patología no es algo negativo, sino que indica que algo extraño está pasando
(por ej. puede ser una patología que, de un año al otro, no haya más homicidios). Lo que es patológico e una
sociedad, puede no serlo en otra.
Durkheim entendía que la sociedad era una entidad moral y se manifestaba coactivamente, es decir, el individuo
percibe la existencia de la sociedad a través de las normas, no solamente las legales sino también las
costumbres, la moral. Esa presencia de la sociedad en la vida cotidiana de los individuos a través de ese
conjunto de normas obliga a un ajuste de la conducta a las prescripciones; y esto para Durkheim era la
manifestación de un acatamiento, de un consenso, en algunas veces consiente, otras veces inconsciente de los
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individuos, de los grupos, respecto de los valores básicos que sostienen la convivencia social.
En las sociedades simples, donde la división del trabajo es limitada (escasa diferenciación social) existe una
marcada conciencia colectiva (homogeneidad de valores), la identidad individual (la noción de individualismo)
es escasa o nula y la solidaridad se basa en la similitud – (Solidaridad Mecánica: la sociedad se reproduce
“mecánicamente” en la conciencia de cada individuo). La naturaleza del Derecho era represiva. En las
sociedades modernas (fruto de toda aquella gran Revolución Industrial), hay una compleja división del trabajo,
una ética fuertemente individualista y poblaciones variadas y heterogéneas (aumento en número y en densidad).
La solidaridad se basa en la diversidad, que da lugar a la interdependencia. Es decir, al resultado de lo que
podemos decir una intensificación de la división social del trabajo. Los individuos no tienen un sentimiento de
cohesión social, pero la cohesión existe – (Solidaridad Orgánica: como partes interdependientes de un todo
complejo, las partes del cuerpo no pueden vivir por separado). La naturaleza del Derecho es reguladora,
restitutoria, retributiva. Es decir, que no se trata de cortar el miembro perdido por la desviación de un individuo,
un grupo, expulsión de ellos del cuerpo social; si no más de restitución, de una depuración de los problemas que
pueda haber habido en la socialización, para hacerlo nuevamente funcionable. Y ese fue el sentido de lo que fue
el sistema penitenciario, no se trataba de llevar al reo a la horca, sino más bien resocializarlo. Esto se dio
básicamente durante todo el siglo XIX, más allá de los defectos que finalmente trajo consigo, y lo vemos hoy en
día en las cárceles superpobladas, prácticamente en todos los países occidentales, y lo poco que ha servido para
la resocialización en la mayoría de los casos.
Orden según Durkheim: resultado de la relación entre valores y normas que configura un modelo de sociedad,
de vida, de convivencia, y que permite que las relaciones sociales se realicen medianamente en un marco de
armonía. La desviación social es prácticamente inevitable, pero tiene una funcionalidad (reforzar los valores y
las normas en un momento dado de la evolución social y jurídica; capacidad de poner fronteras entre lo aceptado
y lo que no; reforzar los mecanismos de solidaridad; señala los cambios que se requieren por parte del derecho).
El orden social es un orden supraindividual, coactivo, con vida propia de forma tal que la conciencia colectiva
se activa cuando una de las normas se infringe.
El aporte del marco teórico inicial proviene de las ciencias biológicas, como lo fue la ecología y su
transformación en ecología social, se combinó con el sociólogo en poco tiempo. La ecología general exige un
enfoque totalizador; el principio sostiene que la existencia del ser humano en sociedad, como lucha continua de
los organismos para adaptarse al medio, es un fenómeno colectivo. Para sobrevivir, una comunidad debe
coordinar y organizar las acciones de sus miembros con el fin de formar una única unidad funcional, en cuya
organización las personas se adaptan mutuamente y alcanzan así una utilización más efectiva del hábitat. El
estudio de las relaciones de los grupos de población considerados como unidad simbiótica, pertenece a la
ecología. Las comunidades se consideran agregados de individuos, grupos o instituciones que se sitúan en una
serie de áreas naturales interdependientes y sobrepuestas, cada una de ellas sometida a un centro predominante y
diferenciada de las demás según la distancia que las separa de ese centro. La competencia es la fuerza básica de
esa comunidad, que rige las posiciones relativas de los elementos, así como los cambios espaciales y
temporales; estos cambios significan una alteración del equilibrio. Los cambios se producen por la movilidad
geográfica del hombre, entre otras variables, y esta movilidad determina la invasión y la sucesión en los
territorios. El equilibrio debe darse entre la comunidad y el medio ambiente. En su grado máximo, está
representado por la simbiosis o situación por la que varias especies viven juntas en el mismo territorio, hay un
equilibrio biótico. Cuando el equilibrio se rompe, y cuando aparecen nuevos factores que lo alteran, el
desequilibrio resultante origina nuevos procesos de adaptación y de defensa. La competencia misma, de la que
puede derivar esta ruptura del equilibrio, puede definirse como una lucha por el espacio y por la posición
ecológica.
Ahora bien, la delincuencia es explicada a partir del desequilibrio biótico de las zonas marginales. Este
aislamiento de la ciudad y las condiciones de vida de los grupos no integrados generan delincuencia como
resultado de un proceso desordenado de dura competencia y lucha por el espacio. Como en toda consideración
biologicista, la ley del más fuerte impera. Y así como el más fuerte socialmente está fuera del sistema margina,
dentro de un grupo marginal impera la misma ley. A diferencia del positivismo, la escuela ecológica no
considera a la conducta desviada como una patología individual, sino como una patología social. Esta patología
se expresa en la ausencia de normas que se produce en las áreas desorganizadas, y es la ausencia normativa la
que impide la conducta normal. Es decir, la falta de normas genera ausencia de control social.
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El centro de la teoría es que, a partir del desequilibrio biótico, en las áreas marginales hay desorganización
normativa, falta de normas (anomia). Mientras que el área dominante es organizada, la de transición o residual
carece de normas. Según la teoria, el mismo ambiente marginal se va formando a partir de los principios de
invasión y sucesión; las familias más encumbradas dejan a veces sus viviendas a nuevas poblaciones que
acceden a ellas, o la detección del hecho por el que otros grupos de menor nivel social acceden a su área de
vivienda, hace que vayan abandonando esa área, mudándose a nuevos barrios o ciudades. Este mismo proceso
convierte a las zonas menos cubiertas en cuanto a servicios, o menos salubres, a las propiedades fiscales sin uso,
y las cercanías a plantas industriales, en generadoras de condiciones de barrios marginales.
Edwin H. Sutherland (interaccionista), sociólogo de EE. UU., se dedicó a estudiar el delito y la desviación desde
perspectivas que no habían sido adoptadas hasta entonces. En su paso por Chicago, el delito organizado era una
fuente de riqueza, de movilización de recursos que estaba a la vista de todos, excepto para la justicia, que miraba
para otro lado: policía, jueces, políticos, estaban comprados y no era fácil oponerse a estas bandas delictivas. Es
así que, a partir de allí, Sutherland intenta ver por qué se produce este tipo de desviación y por qué la sociedad
no reacciona ante ello, denominando a estos delitos que les atribuía a los poderosos, ‘delitos de cuello blanco’,
es decir, gente que tiene los aditamentos de las personas de poder socioeconómico y de prestigio que viven
dentro de ese andar delictivo. Entonces, quiso demostrar que no siempre los pobres cometían delitos, sino
también los ricos o poderosos; así, construyó una teoría que explicara este tipo de desviación y para ello, se
conectó con las mafias delictivas reinantes, visitó y entrevistó presos en las cárceles detenidos por delitos
principalmente económicos. Le dio a la sociología una visión distinta, porque se acercó a los delitos que no
estaban relacionados necesariamente con la pobreza y la desocupación. Traduce todo esto en su teoría de la
asociación diferencial, llegando a conclusiones que permiten entender al delito como un aprendizaje, es decir,
los individuos que aprenden gradualmente los secretos de la delincuencia en el aprendizaje cotidiano, llegarán a
una cierta perfección como una especialización en conductas delictivas en contraposición con los individuos que
integran grupos sociales en donde las normas se cumplen, donde las metas sociales son aceptadas por todos
como legítimos y los medios para llegar a ellas son adecuados.
Cuando una persona frecuenta determinados grupos, va haciendo un aprendizaje de ciertos valores que
determinan su conducta. Dice “la tendencia de un individuo hacia la conformidad o hacia la desviación depende
de la frecuencia con la que ese individuo entra en contacto con grupos de personas que fomentan un tipo de
comportamiento u otro”. Consideraba que no siempre los pobres cometían delitos, sino que también los ricos
(los llamaba delitos de cuello blanco). El delito es una andadura, un aprendizaje, como si fuese una carrera. Les
da así gran importancia a los subgrupos de las sociedades. Para Sutherland, el individuo lejos de nacer
delincuente, o heredar o imitar comportamientos socialmente reprochables, aprende a ser criminal. En toda
sociedad existen diversas asociaciones estructuradas en torno a distintos intereses y metas. El vínculo o nexo de
unión que integra a los individuos en tales grupos constituye el sustrato psicológico real de los mismos al
compartir intereses y proyectos que se comunican libremente de unos miembros a otros y de generación en
generación. Debido a la diversidad de subculturas existentes en la sociedad, muchos grupos suscriben y
respaldan modelos de conducta delictivos, otros adoptan una posición neutral; y la mayoría, se enfrentan a los
valores criminales y profesan los valores mayoritariamente acatados por las normas.
La teoría de la asociación diferencial pone énfasis en que, los grupos donde desarrollamos nuestras actividades
son los que nos den nuestras pautas de comportamiento, nuestros valores y acciones consecuentes a ellos. Así, la
conducta criminal es aprendida mediante la comunicación social, en el interior de un grupo restringido donde se
establecen relaciones personales (igual que cualquier otro modelo de comportamiento). Estas asociaciones
tendrán más o menos preponderancia en la formación del individuo de acuerdo con la frecuencia, duración,
anterioridad, intensidad, con que se entablen. La formación criminal comprende tanto la enseñanza de técnicas
para cometer infracciones simples o complejas, como la de aquellas necesarias a fin de "orientar las tendencias
impulsivas" a nivel racional como de actitud. Esto estará en función de la interpretación favorable o
desfavorable que se realice de las disposiciones legales; siendo predominantes estas últimas. La norma jurídica,
no es interpretada como "medio de protección de intereses particulares" sino como "regla de juego”. El conjunto
de valores a partir de los cuales se manifiesta el comportamiento criminal depende de los contactos específicos a
los que el sujeto esté expuesto en su ambiente social o profesional.
De los argumentos que podían oponerse a las teorías ecológicas, uno fue desarrollado por Edwin Sutherland,
que acerca la ecología a la sociología (se inspira principalmente en el primero de ellos). Este giro en la
interpretación se basó en dejar de considerar el área marginal como desorganizada y anómica, y en comenzar a
entenderla como una normatividad diversa, es decir, a partir de la definición de sociedad como un conjunto de
tradiciones normativas vigentes. Esto derivó, de advertir que la conducta de desviados y delincuentes, lejos de
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ser desorganizada y anómica, resulta coherente. La teoría se llamó pluralismo ecológico, los principios básicos
de la teoría son:
🖍 La conducta criminal es aprendida. No es hereditaria, porque la persona que no ha sido entrenada
criminalmente no inventa conductas criminales, al igual que una persona que carece de entrenamiento en
mecánica, no realiza invenciones de ese tipo. Ello es el resultado de una interacción entre grupos de
personas, donde van incorporando ideas y valores que justifican sus comportamientos.
🖍 La conducta criminal es aprendida en interacción con otras personas, en un proceso de comunicación, sea
verbal o gestual.
🖍 La parte más importante del aprendizaje de la conducta criminal tiene lugar en una interacción estrecha e
íntima dentro de grupos (relaciones primarias). Esto significa que los medios impersonales de
comunicación, como diarios y películas, tienen un papel relativamente poco importante en la génesis de la
conducta criminal.
🖍 Cuando la conducta criminal es aprendida, el aprendizaje comprende: técnicas de comisión de crímenes, que
pueden ser simples o muy complicadas; y un conjunto específico de motivos, racionalizaciones y actitudes
sobre el crimen.
🖍 La actitud específica sobre motivos es aprendida de definiciones favorables o desfavorables respecto de los
códigos y leyes penales. Es decir, la actitud sobre los motivos es aprendida en el grupo de pertenencia en
donde las leyes penales pueden ser aceptadas o pueden ser violadas y cualquiera de las 2 posturas son
aceptadas.
🖍 Una persona deviene delincuente por un exceso de definiciones favorables a la violación de la ley, en
comparación con las definiciones desfavorables respecto de la violación de dicha ley. Este es el principio
de la asociación diferencial. Tanto la conducta criminal como la no criminal se dan a través de acciones
sociales contrapuestas. Cuando las personas devienen criminales, esto se produce tanto por el contacto con
pautas de conducta criminales como por el aislamiento de pautas anticriminales.
🖍 La asociación diferencial puede variar en frecuencia, duración, prioridad e intensidad, tanto en lo que
refiere a la conducta criminal como en lo que hace a la anticriminal. Sutherland estima que debería
desarrollarse una forma cuantitativa para una descripción precisa de la conducta criminal.
🖍 El proceso de aprendizaje de la conducta criminal por asociación con pautas de conducta criminales y
anticriminales cumple todos los mecanismos que están presentes en cualquier otro aprendizaje. Esto
significa que el aprendizaje de la conducta criminal no está restringido al proceso de imitación.
🖍 Las asociaciones de una persona están determinadas por un contexto general de organización, es decir, la
forma en que el hombre se interrelaciona y se asocia determina su contexto organizacional que puede
influir en su conducta. Por ej. Si vivís rodeados de delincuentes es probables que algún día lo seas, o
viceversa ya que el lugar de residencia se puede relacionar con la conducta adoptada.
Nadie nace delincuente, no es algo que se hereda; es algo que se aprende en función de la imitación que implica
el contacto con determinados grupos que podrán orientar al individuo hacia la conformidad o hacia el delito.
“Dime con quién andas y te diré quién eres”.
La idea de organización diferencial trata de explicar la existencia de normas delictivas, mientras que la
asociación diferencial procura entender su transmisión. La propuesta de Sutherland implica un avance frente a
las anteriores, y una aproximación a la explicación de ciertas conductas desviadas. La persona queda
conformada por los significados que prevalecen en el medio social: si las definiciones van hacia el delito, con
intensidad, frecuencia, prioridad y durabilidad, será delincuente.
Así es válida la crítica de Matza, para quien Sutherland convierte al hombre en cautivo del medio, y la de Taylor
y sus colaboradores, para los que la asociación diferencial no incluye la idea de finalidad y significado humanos.
Pero se le debe a Sutherland el aporte fundamental de entender la desviación como aprendizaje de otras normas,
producto no de la patología individual o social, sino de un proceso de socialización diferente al que rigen en
otros medios.
Delitos de cuello blanco:
Otro aporte significativo de Sutherland, derivado de su teoría de la asociación diferencial, es la ruptura de la
definición del delito como hecho cometido por los hombres de las clases más bajas, que prevalece en el
positivismo. En su trabajo ‘White Collar Criminality’, trata el crimen en relación con los negocios, a partir de la
comparación del mismo en la clase alta, compuesta por respetables hombres de negocios, con los de clase baja,
realizado por gente de bajo estatus socioeconómico. Concentró sus esfuerzos teóricos en encontrar una
explicación al fenómeno de la criminalidad de las clases superiores, denominado "Delito de cuello blanco" y
modificar la noción de que la delincuencia era sólo perteneciente a la clase baja. Se entiende por "delito de
cuello blanco” a aquellos ilícitos penales cometidos por sujetos de elevada condición social en el curso o en
relación con su actividad profesional. Los sujetos activos de estos delitos son personas de clase socioeconómica
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alta, con poder económico y político, e influencias en los órganos encargados de la administración de justicia.
Esto los torna menos vulnerables ya sea porque escapan a la detención o a la condena o bien porque pueden
contratar abogados más hábiles, para su defensa. Asimismo, los operadores jurídicos se muestran muy parciales
a la hora de encargarse de este tipo de delitos. Consagran beneficios a su favor como que no son arrestadas por
la policía, generalmente no son sometidas a tribunales penales y no van a la cárcel. Se advierte que los ámbitos
en los que se cometen son bastante diversos, puede darse en la política, en la medicina, en la industria, en el
comercio, etcétera. Sin embargo, a pesar de todo lo dicho se sabe que los costos financieros son mucho más
altos que los de otros delitos.
Sutherland es uno de los autores que plantea dudas sobre los elementos informativos que surgen de las
estadísticas. No sugiere realizar estadísticas propias, sino incorporar otras fuentes de datos a las oficiales. Según
él, la estadística criminal muestra inequívocamente que el crimen, tal como es concebido popularmente y
medido oficialmente, incide en la clase baja mucho más que en la alta. El problema importante es determinar
cuál es el criterio que debe utilizarse para establecer la existencia de una violación de la ley penal. Sutherland
propone suplementar el criterio criminológico del procesamiento o de la condena con otros cuatro: incluir en las
estadísticas otras dependencias gubernamentales además de las judiciales; toda conducta que posea una
razonable expectativa de poder ser conocida por un tribunal judicial o comisión equiparable debe considerarse
criminal; debe tenerse en cuenta que muchos criminales resultan impunes por la presión que ejercen o la
relación que tienen con la policía o el poder político, lo que ocurre con frecuencia en este tipo de delitos; los
partícipes secundarios o cómplices de estos hechos deben ser incluidos por igual, tal como se hace en los delitos
comunes cometidos por los sectores bajos.
Estos criminales no son pobres, ni viven en barrios marginales, ni son débiles mentales ni psicópatas, tampoco
son hijos de familias destruidas. De estas reflexiones nace la idea de una teoría que explique los delitos de clase
alta y baja, y que no sea biológica sino sociológica. Sutherland sostiene que estos tipos de delito de alta escuela
se aprenden como los otros, y como cualquier conducta criminal o no criminal, en asociación con los que
practican esas conductas. La asociación diferencial termina en crimen porque la comunidad no está sólidamente
organizada contra esa forma de comportamiento.
En suma, la delincuencia de cuello blanco difiere de la delincuencia de clase baja en la implementación de la ley
penal, que de hecho la distingue y también, aunque Sutherland lo exprese elípticamente, en la actitud de los
poderes políticos frente a esta conducta. Se define al delincuente de cuello blanco como una persona con
elevado status económico que viola las leyes destinadas a regular sus actividades profesionales, se podría
diferenciar al delincuente de cuello blanco de la persona con un status socioeconómico bajo que viola el Código
Penal habitual o las normas específicas de comercio que le afectan, a su vez la persona de elevado status
económico que comete delitos como el asesinato o el adulterio, que no tienen que ver con sus actividades
profesionales queda excluida del grupo de los delincuentes de cuello blanco. Las leyes que regulan estos delitos
se aplican de una manera diferente al del Código Penal, las personas acusadas rara vez se le toman las huellas
dactilares y pocas veces ingresan a la cárcel, son convocadas ante una comisión o un tribunal que se rige por el
Código Civil.
Una de las estrategias más socorridas de los abogados de los delincuentes elegantes es proceder a la inundación
documental de los juzgados señalando falsas pistas, abriendo nuevos frentes y nuevas alegaciones. Las
ramificaciones internacionales pueden ser en este sentido muy útiles. Se trata de hacer aun más complejos los
delitos y aún más difusos sus efectos, aunque para ello haya que recurrir a la incomparecencia de los testigos, a
dilaciones, pruebas falsas, cambio de manos del sumario, traslado de jueces y fiscales y, en fin, a los incontables
e inconfesables medios para lograr archivar la causa.
La obra de Sutherland es importante por haber llevado al plano cultural y del aprendizaje la explicación del
delito, hasta ese momento todavía en manos de las teorías biológicas y ecológicas, y dar origen a una amplia
variedad de concepciones culturales o subculturales del delito que constituyeron la etapa siguiente del desarrollo
criminológico.
Entendió que la sociología debía aportar teorías de alcance medio, o sea que explicaran diversos problemas
específicamente sin pretender construir una gran teoría general. La palabra anomia fu desarrollada por
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Durkheim en ‘De la división del trabajo social’ y en ‘El suicidio’. Allí, la anomia es definida como ausencia de
solidaridad, y constituye causal de suicidio originado en la desorganización de la actividad, en la ruptura del
sistema de normas que desorienta a las personas al no poder estar nadie contento con su suerte y aspirar todos a
más. En la versión de Merton, la anomia como estado de falta relativa de normas en una sociedad o grupo, tal
como la definió Durkheim, es una consecuencia de dos conceptos con los que puede definirse el ambiente de las
personas: la estructura cultural (cuerpo organizado de valores normativos que gobiernan la conducta de la
mayoría de las personas de la sociedad o grupo) y la estructura social (cuerpo organizado de relaciones sociales
que mantienen entre sí las personas); es decir, entre la cultura y la estructura de estratificación social.
La anomia es la quiebra de la estructura cultural que se presenta cuando hay una ruptura entre las normas y
objetivos culturales y las capacidades socialmente estructuradas de las personas para obrar de acuerdo con
aquéllas. Es decir, la anomia se produce cuando la cultura prescribe determinadas conductas que la ubicación
social de las personas impide, en virtud de la jerarquía y el poder definidos por la estratificación. De esta forma,
la cultura puede colaborar en la violación de sí misma, presionando a todos para obtener lo que sólo pocos
pueden conseguir. Esto ocurre cuando la estructura social y la estructura cultural están mal unificadas. Es en esta
ruptura donde Merton encuentra las causas de la conducta desviada, y por ello su estudio se refiere a determinar
cómo algunas estructuras sociales ejercen una presión definida sobre ciertas personas de la sociedad para que
sigan una conducta inconformista y no una conducta conformista.
En la cultura de las sociedades se establecen objetivos, metas por las que vale la pena esforzarse. Estos objetivos
están ordenados toscamente, de acuerdo con una jerarquía de valores, entre los que el éxito-meta obtenido a
través del dinero parece ser el principal. La medida del éxito monetario es indefinida; siempre se puede un poco
más, y seguir aspirando a otros bienes materiales. Así, parte de que en las sociedades capitalistas el éxito está
dado por logros materiales. En estas sociedades, los padres, maestros, medios de comunicación presionan hacia
el éxito. S incentiva a todos para que mantengan sus aspiraciones insatisfechas. La cultura no sólo define
objetivos, también describe los medios para lograrlos. Las normas que regulan estos medios debidos no son
necesariamente normas técnicas o de eficacia; la fuerza, el fraude, el poder usado sin escrúpulo, son
instrumentos para lograr el éxito, pero están proscriptos por la cultura, que establece medios institucionalizados.
En cada cultura la importancia concedida a ciertos objetivos varía independientemente del grado de
significación dado a los medios legítimos o lícitos; cuando la insistencia sobre los fines resulta muy fuerte, es
posible que la presión sobre los métodos legítimos se atenúe y sólo el dato técnico quede presente. La hipótesis
de Merton es que la conducta anómala puede considerarse desde el punto de vista sociológico como un síntoma
de disociación entre las aspiraciones culturalmente prescriptas y los caminos socialmente estructurados para
llegar a dichas aspiraciones.
Entonces, Merton sostiene que las sociedades marcan pautas-objetivos culturalmente aceptados (legitimados y
deseables), que son la medida del éxito. Pero no todos pueden alcanzar el éxito porque las oportunidades lícitas
son escasas, estrechas. Hay una fuerte competencia, pero, en un principio, el sistema se las ingenia para
legitimar esa competitividad. La sociedad marca caminos deseables, conductas esperadas y aceptadas. Por la
socialización, los individuos aceptan esas normas con la esperanza de alcanzar algún día el éxito, el prestigio o
la fama. Para Merton, la anomia hacía referencia a la tensión que hay entre las metas culturalmente impuestas y
deseables, y los medios que se requieren para alcanzar esas metas sociales.
Según Merton, las personas (individualmente) se adaptan (sea por conductas debidas o por conductas desviadas
o divergentes) de acuerdo a cómo pueden incorporar las normas culturales a que son sometidas, sus modos de
adaptación a la anomia no son tipologías de personalidad, ya que cabe pasar de uno a otro de acuerdo con la
actividad o situación social. El individuo se realiza por las ventajas económicas, al llegar a la cúspide de la
pirámide social, por eso los objetivos culturales se ponen como metas deseables y el cumplimiento de las
normas por los mecanismos institucionalizadas y de acuerdo con el cruce entre los objetivos y los mecanismos;
y los objetivos y los medios da como resultado las siguientes conductas:
🖍 Conformidad: en una sociedad estable, esta adaptación es la más común. La persona está conforme con los
objetivos culturales y con los medios institucionalizados para obtenerlos; la gente que se conforma es la
que permite que se hable de una sociedad, ya que esta significa consenso en los valores básicos. Sin los
individuos que creen que, siguiendo los pasos que se le inculcan de niños, llegarán a la cúspide.
🖍 Innovación: consiste en aceptar los fines institucionalizados por la cultura, pero mediante el uso de medios
proscriptos por la cultura, aunque eficaces. La persona que se encuentra en ella incorporó los fines, pero no
los medios lícitos para lograrlos. Una regla según la cual “casi toda la felicidad de este mundo consiste en
poseer lo que otros no pueden conseguir”, puede motivar cualquier actitud para lograr la ansiada envidia
del prójimo. Como ejemplo, Merton alude a los delitos de cuello blanco. Cree que la presión hacia la
desviación es mayor en los sectores más bajos, zonas especializadas del vicio y la delincuencia, en las que
hay poco acceso a los medios tradicionales y legítimos para ser hombre de éxito, pero donde se han
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incorporado las metas de éxito pecuniario. Cabe destacar que Merton en su interpretación, sostiene que no
es la pobreza la que conduce a la desviación innovadora, sino que lo son la presión hacia el éxito, la falta de
oportunidades y una deficiente socialización (todo ello lleva al delito). Así, son los que aceptan los
objetivos socioculturales y rechazan los medios institucionalizados. Por ej. es el caso de los delincuentes
que quieren alcanzar el éxito económico, pero con caminos no legales o moralmente rechazables.
🖍 Ritualismo: es el abandono o la reducción de los altos objetivos culturales del gran éxito pecuniario y de la
rápida movilidad social a la medida en que pueda uno satisfacer sus aspiraciones. Pero, aunque uno rechace
la obligación cultural de procurar salir adelante en el mundo, aunque reduzca sus horizontes, sigue
respetando de manera casi compulsiva las normas institucionales. Esta conducta es sólo desviada en cuanto
se aparta del modelo del esfuerzo activo para avanzar y ascender en la jerarquía social; pero no es desviada
en sentido de delictividad. Los ritualistas, frente a la ansiedad que produce la posición social, rebajan en
forma permanente el nivel de aspiraciones. El síndrome del ritualista es el juego sobre seguro, la
satisfacción con lo que se tiene, la negación de las grandes ambiciones. Por ej.: es la perspectiva del obrero
que produce lo que debe, ni más ni menos, para no ser señalado. Son aquellos que convierten a las normas
en un ritual, son conscientes que nunca alcanzaran los objetivos, es decir, el éxito, la fama, el poder; por
ello constituyen una vida ritualista, cumplen las normas en función de evitar problemas, o sea, los medios
se convierten en fines.
🖍 Retraimiento: se trata de un rechazo tanto de las metas/éxito prescriptas por la cultura como a los modos
legítimos de alcanzarlos. El retraído no forma parte de la sociedad, aunque esté en ella. Brinda como
ejemplos a los psicóticos, vagabundos, vagos, borrachos crónicos y drogadictos. Han rechazado todo
sistema cultural porque no han podido competir ni alcanzar ninguna meta, ni siquiera son capaces de
cumplir con las normas que permiten una vida opaca y gris, pero respetable. El retraído es un riego
improductivo y, como tal, es rechazado. El retraído está a salvo del conflicto, “porque ha abandonado la
búsqueda de seguridad y de prestigio y se resigna a no tener ningún derecho a la virtud o a la distinción”.
Son los que rechazan tanto objetivos como medios o mecanismos. Por ej. las culturas de abandono, los que
incurren en la drogadicción, el alcohol, se abandonan y son un problema social y familiar que se tienen que
hacer cargo de ellos.
🖍 Rebelión: las personas rechazan las metas impuestas por la cultura y los medios para lograrlas como
arbitrarias, y tratan de poner en vigencia una nueva estructura que altere ambos datos culturales. Los
rebeldes tratan de cambiar la sociedad. la rebelión supone una transvaloración. La rebelión considera que la
estructura social vigente es la barrera para la satisfacción de los objetivos legitimados; el tránsito a la
acción política exige además trasladar la fidelidad a grupos nuevos poseídos de un mito nuevo, que
realizarán el cambio o la obra necesaria para enterrar la estructura arbitraria e injusta. Así, mientras el mito
conservador o la ideología dirá que cada uno es causante de sus males o el agente de sus éxitos, y que en
todo sistema social existirán frustraciones; el mito revolucionario señala que la fuente de frustraciones es la
actual estructura, y que en otra futura no habrá lugar para ellas a condición de que los hombres se adapten a
los nuevos valores. Son aquellos que tienen nuevos objetivos y nuevos mecanismos. Por ej. La revolución
urbana, los revolucionarios propusieron un nuevo modelo social, con objetivos sociales diferentes y otro
modo de entender el éxito. Con un claro desplazamiento de una sociedad burguesa a una socialista en
donde el individuo ocupa un lugar menor y los que prevalecen son los intereses de la sociedad en su
conjunto.
Mecanismos institucionalizados
Objetivos
Acepta Rechaza
Culturales
Acepta Conformidad Innovación (ej. mafiosos)
Nuevos
Rechaza Ritualismo Retraimiento (ej. vagabundos)
mecanismos
Rebelión (ej. los
Nuevos objetivos
hippies)
La teoría de la anomia está dirigida a explicar alguna, pero no todas las formas de conducta desviada consideradas
criminales o delictivas.
Debemos señalar una diferencia fundamental entre la anomia en Durkheim y en Merton: para Durkheim, la
anomia surge cuando por la desintegración del orden colectivo las aspiraciones naturales del hombre emergen
más allá de toda posibilidad de cumplimiento; para Merton, las necesidades de estatus no son naturales, sino
socialmente inducidas.
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Una de las críticas más comunes a su teoría es que presenta una unificación del consenso social en cuanto a las
metas-éxito: todos deben aspirar a lo mismo y esto no es cierto. La segunda critica en la que coinciden las
posiciones más o menos radicalizadas, es que resulta difícil pensar en adaptaciones individuales a la situación de
ruptura sociocultural que plantea el autor, puesto que, enfrentados a problemas culturales similares, es probable
que los grupos desarrollen subculturas adaptativas; en otras palabras, las desviaciones son formas colectivas, no
individuales de adaptación. Otra crítica obvia es que Merton, a pesar de reconocer el delito de los sectores altos,
insiste en que la adaptación innovadora es propia de los sectores bajos. Respecto del retraimiento, el beber en
exceso o el consumo de drogas, ¿no afecta la capacidad para alcanzar metas y no genera estigmatización que
impide la inserción? Por otra parte, el drogadicto privado de droga es activo, no pasivo y más innovador que
retraído. Docenas de historias del mundo del espectáculo, de la política, de las empresas y el deporte muestran
este proceso de degradación a partir del alcohol y las drogas, originado por la necesidad de mostrar
públicamente estados de ánimo divergentes con la real situación personal. En la teoría de Merton, el desviado es
alguien que no triunfa y que por ello reacciona desviándose. Por último, la identificación de metas sociales
resulta muy difícil en todas las sociedades y si bien es cierto que los medios de comunicación presionan en los
países capitalistas hacia el éxito, no sabemos cuántas personas incorporan realmente esta idea, más allá de los
que participan de algunas subculturas (como las organizacionales de la empresa capitalista) y tampoco sabemos
si el éxito es para todo el éxito dinerario, aún en el capitalismo.
Una subcultura referiría a aquellas costumbres, ideas, prácticas, valores, etc. sostenidas por un grupo social
minoritario que convive en el interior de una cultura dominante o hegemónica. Algunos seguidores o discípulos
de Merton entendían que no sólo se podía entender la desviación por la escases de oportunidades licitas, sino
que podía darse el caso de que fuera más fácil alcanzar las metas por vías ilícitas; ello porque existe una
abundancia de vías ilícitas que desvirtúan la valoración que se hacen de los mecanismos institucionales. Es más
fácil delinquir que ir por el buen camino.
h Richard Cloward y Loyd Ohlin: dan un paso más al combinar la ecología social, la asociación diferencial y la
teoría de la anomia. El punto central es distinguir el acceso diferencial no sólo a las metas-éxito, tal como
suponía
Merton, sino también a la actividad ilícita (los medios ilegítimos). Al decir de Cloward y Ohlin, la cultura
delictiva no sólo depende de la escasez de oportunidades lícitas, sino también de la oferta de oportunidades
ilícitas (acceso diferenciado). En el mundo del delito se elige, se triunfa o se fracasa, y esto también es cuestión
de oportunidad, ya que los estratos sociales tienen posibilidades diversas para acceder a tal o cual medio ilícito,
del mismo modo que la tienen para acceder a los lícitos. La desviación se hace en ciertos grupos sociales una
frecuencia, se hace toda una cultura, una subcultura de la desviación. Son grupos que convierten los antivalores
para la sociedad en sus propios valores.
Así, realizaron una combinación de la teoría de la anomia y de la teoría de la asociación diferencial, en la que
también intervienen elementos de la teoría de la subcultura, formando una teoría de la desigualdad de
oportunidades. La clave se encuentra en el diferente o desigual acceso a las oportunidades ilegítimas. Ampliaron
la teoría de Merton en su investigación sobre la delincuencia juvenil, basándose en que la conducta delictiva no
depende solo de la escasez de oportunidades lícitas o legítimas, sino también de la “oferta de oportunidades
ilegítimas”. Mantienen que los medios ilegítimos no son igualmente accesibles para todos. El adquirir un rol o
papel conformista o desviado no es necesariamente algo fácil o sencillo de disponer; su acceso depende de una
variedad de factores, como la posición económica, la edad, el sexo, la raza, la personalidad, etc.
Según estos autores, las subculturas delincuentes surgen cuando hay impedimento de acceso a los medios
legítimos y fuerte internalización de los fines-éxito sociales. El tema está centrado en los adolescentes de clases
bajas, que carecen de oportunidades económicas y educacionales. Las alternativas son variadas: se puede ser
delincuente en banda si se tiene disponibilidad de medios ilegítimos y oportunidad de integrarla, y así llega a ser
hurtador, ladrón o extorsionador; si se ha renunciado a obtener también los resultados del éxito por estos medios
ilícitos, puede llegarse al vandalismo, a la destrucción en banda o no, de los bienes de la sociedad; por último, la
destrucción hacia adentro, que es considerada la única realmente individual, como el alcoholismo o la
drogadicción. La posición de los autores, parte de un supuesto común a todas las teorías desde la ecología
social: presuponen la unificación cultural y de metas sociales frente a las cuales algunos grupos se separan
(desorganización, organización diferencial, subcultura). Las posturas ecologistas sociales no han sacado
mayores conclusiones de la existencia previa de las subculturas, y de la integración previa de las personas a ellas
en virtud de la falta o escasez de oportunidades. Por ejemplo, el caso de Al Capone, este no dispone de
oportunidades lícitas y termina creando un imperio aprovechando la oportunidad que le brinda la demanda de
alcohol durante los años de la ley seca (oferta de oportunidad ilegítima). Hay también ocasiones en las que no
solo no hay oportunidades lícitas, sino que también escasean las ilícitas (caso de las barriadas marginales o de
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experiencias personales extremas). En estos casos la delincuencia se manifiesta en forma de subcultura del
conflicto, donde la frustración desemboca en episodios de violencia, o abandonándose los individuos al
consumo de alcohol o drogas.
Solamente en aquellos barrios en los que el crimen aparece como algo estable e institucionalizado, operará como
un fértil campo de aprendizaje en el medio ambiente de los jóvenes. Cloward y Ohlin concentran su teoría de las
diferentes oportunidades en un grupo: los jóvenes varones de clase social baja que viven en grandes centros
urbanos. Según sean los diferentes tipos de barrios de clase baja, serán los diferentes tipos de subculturas
delincuentes, distinguiendo los autores tres grandes grupos de subculturas juveniles:
1. Subcultura criminal (aprendizaje): este tipo de subcultura aparecerá fácilmente en aquellos barrios de
clase baja relativamente estables, en el que la mayoría de los miembros de la comunidad se conocen unos a otros
y aparece la delincuencia y la corrupción como una forma de vida aceptada por la comunidad y muy difundida
en la misma como algo normal. En este tipo de barrios el rol criminal de los adultos es el modelo a imitar por los
jóvenes que son socializados en una subcultura criminal en la que disponen de todos los medios y oportunidades
para aprender este tipo de comportamiento. Se produce un adoctrinamiento en el delito.
2. Subcultura del conflicto (violencia): en contraste con el tipo anterior, esta subcultura aparece en
aquellos barrios menos estables, caracterizados por su desorganización social, en la que la mayoría de sus
residentes viven en grandes edificios que generan una clase de personas aisladas y anónimas, en los que no hay
contacto entre generaciones de delincuentes. En este tipo de barrio las oportunidades ilegítimas de acceder a la
delincuencia no son tan fáciles, pero promueve el uso de la violencia para alcanzar un estatus o
representatividad.
3. Subcultura de la retirada o del abandono: finalmente, hay individuos en todas las comunidades de
clase social baja que fracasan en ambas estructuras de oportunidades (legítimas e ilegítimas). Estos “dobles
fracasados forman una subcultura de la retirada o del abandono. Ellos elegirán una forma de vida fuera de su
comunidad en torno a las drogas, el alcohol o cualquier otra fórmula de evasión.
h Albert Cohen: reúne la teoría de la anomia con la interacción y la subcultura. En su obra, sostiene que la
conducta de los miembros de pandillas de delincuentes juveniles se origina en los problemas de estatus,
necesidades y frustraciones de las clases bajas en un mundo de valores predominantes de clase media. Según
Cohen, los muchachos de las clases bajas rechazan esos valores porque no forman parte de su sistema cultural, y
rechazan también a la clase media porque los representantes de éstos los rechazan a su vez y les otorgan un
estatus inferior por la no aceptación de esos valores. Las subculturas juveniles de clase baja se forman sobre la
base de este rechazo que genera sentimientos comunes de hostilidad, de oposición a los valores de clase media y
que deriva en acciones que puedan perjudicar a estos valores. Esta teoría pretende explicar el vandalismo y no
mucho más, y menos toda la conducta delictiva común, para la que Cohen acepta la innovación de Merton.
Cohen decía entonces que la ausencia de horizontes y posibilidades para alcanzar el éxito, generan una
frustración y falta de autoestima que se busca compensar en las culturas de la desviación (ser alguien). Agregaba
que la incidencia de conductas delictivas es mayor en aquellos grupos de los que la sociedad reniega, ya que
esto buscan la autoestima a través de una subcultura de la desviación que definen como meritorias las
características que ellos poseen y que la sociedad rechaza (problemas de estatus). Los jóvenes más pobres,
reciben datos y conductas que ya saben que nunca jamás podrán llegar a alcanzar; conocen las metas
inalcanzables que los frustran. Vemos claramente en su obra cómo se preocupaba por la conducta juvenil
delictiva.
El punto de partida para el desarrollo de su teoría de las subculturas fue la proposición de que “toda acción es el
resultado de continuados esfuerzos para solucionar problemas de adaptación”, esto es, su falta de
reconocimiento por el grupo de referencia. La mayoría de los problemas de adaptación se solucionan de forma
normal, pero en algunos casos, las personas eligen soluciones desviadas. El por qué eligen esas alternativas
desviadas hay que buscarlo en los “grupos de referencia” que tienen a su alrededor. Las personas seleccionan, en
un primer momento, las soluciones que son compatibles con las expectativas de sus grupos de referencia
corrientes, pero cuando estas soluciones no son adecuadas, se buscan otros grupos cuya cultura proporcione
respuestas adecuadas. Finalmente, la subcultura surge cuando hay un número de personas con similares
problemas de adaptación para los cuales no existen soluciones institucionalizadas ni tampoco grupos de
referencia alternativos que proporcionen otro tipo de respuestas. Entonces, es muy probable que, si las
circunstancias los favorecen este grupo de personas desubicado, acabe por encontrarse y unirse, creando una
subcultura nueva, en la que solucionen sus problemas de aceptación social. La subcultura delincuente puede
concebirse como “un sistema de convicciones y valores que se desarrolla en un proceso de interacción
comunicativa entre niños, que por su posición en la estructura social están en una situación similar para la
resolución de los problemas de adecuación, para los que la cultura en vigor no proporciona soluciones
40
satisfactorias”
Sostiene que la historia de un acto desviado es la historia de un proceso de interacción y los antecedentes del
acto son una secuencia de actos en los que han intervenido varios actores. O sea, se entiende el acto desviado
como una interacción entre personas dándole importancia así al otro que interactúa.
Cohen en sus trabajos parte del hecho de que el sistema de valores y de normas de la clase media es el relevante
y dominante en una sociedad. Este sistema de valores es el que rige también para aquellas capas o clases más
bajas de la sociedad, que intentan acceder a las mismas metas que las clases medias, pero con un hándicap
incorporado en cuanto que no disponen de los mismos medios económicos, educativos, culturales y
tradicionales. Al no tener los jóvenes de las capas bajas de la sociedad las mismas posibilidades para acceder a
aquellos fines y metas que la sociedad les ofrece, se produce un problema de adecuación entre las aspiraciones
de los jóvenes de las capas inferiores y las posibilidades reales de acceso a las mismas. Esta situación, les
provoca una situación de tensión y preocupación en sus vidas, lo que él denomina un “estatus de frustración”. Al
no tener posibilidades reales de acceder a integrarse en el sistema de valores y normas de la clase social
dominante, los jóvenes intentan resolver este problema uniéndose a un grupo subculturalmente establecido, en el
que se vean reconocidos y apoyados por otros miembros. Estos grupos crean una subcultura propia (alejada de
la socialmente aceptada) en el que encuentran unos valores y un estatus en el que se reconocen y en el que
resulta más fácil la supervivencia. Por tanto, es la naturaleza de nuestra cultura la que favorece la formación de
las subculturas delincuentes.
En su obra Delinquent Boys, identifica cinco características de la delincuencia de grupos o bandas de clase
social baja. Se refiere a lo que él denomina calidad no utilitaria, destructividad, negativismo total, gratificación
inmediata y desafío a la autoridad. Juntas comprenden o integran la subcultura de la delincuencia:
1- No utilitaria o gratuita: significa una delincuencia cuyos hechos no persiguen un beneficio económico o un
ánimo de lucro determinado, sino que en la mayoría de los casos persigue otros objetivos que les permite
alcanzar gloria o realizar proezas, lo que les otorga una profunda satisfacción.
2- Maliciosa o destructiva: la mayor parte de la actividad delincuente de las bandas es causar daño y problemas
a la gente, conseguir que su vida resulte infeliz, incomoda y desagradable. Los actos de vandalismo son buenos
ejemplos.
3- Negativa: la subcultura delincuente no tiene unos valores y unas reglas diferentes de las normas que rigen
para la gente respetable”, sino que se produce una situación en la que se da una “polaridad negativa” con las
normas de la clase media. Esto es, la subcultura delincuente toma las normas de la cultura circundante, pero las
invierte, convirtiendo en justo para ellos, lo que resulta injusto para las normas de la cultura circundante.
4- Hedonismo inmediato o gratificación: tienen poco interés en metas a largo plazo, en planificar actividades y
en desarrollar actividades que únicamente se puedan adquirir mediante la práctica, la deliberación y el estudio.
La subcultura delincuente busca una gratificación inmediata. Son jóvenes impacientes, impetuosos y actúan por
diversión teniendo poco en cuenta las ganancias remotas y los costes. Esta búsqueda de la gratificación
inmediata es la respuesta que ofrece COHEN para explicar la delincuencia juvenil de clase media. A su juicio, la
juventud de clase media se orienta hedónicamente hacia lo que se denomina “cultura de la juventud”,
caracterizada por la búsqueda de placeres, satisfacciones y emancipación del control de los adultos. Esta
conducta tiene motivaciones específicas que pueden generar conductas delincuentes.
5- Autonomía o desafío a la autoridad: los miembros de la subcultura delincuente se oponen a toda restricción o
control de su comportamiento excepto cuando este se debe a una imposición informal por otros compañeros de
su mismo grupo. Ellos desafían, desobedecen o ignoran la autoridad ejercida por los padres, profesores y otros
agentes de control social. La subcultura delincuente proporciona a sus integrantes un propósito, una forma de
vida, que demanda lealtad, reciprocidad y colaboración mutua, subordinando los deseos o aspiraciones
personales a las demandas y prioridades del grupo.
Al desarrollar su teoría Cohen ponía un especial énfasis en el papel de la escuela. Se centraba en los jóvenes de
clase social baja y la tensión o preocupación que les invadía al tener que medirse en desigualdad de condiciones
con los jóvenes de clase media. Según su teoría muchos jóvenes de clase baja (especialmente varones) obtenían
malos resultados en la escuela; el rendimiento escolar está en relación con la delincuencia por lo tanto el mal
rendimiento escolar es el resultado de un conflicto entre los valores dominantes de la clase media predominantes
en el sistema escolar y los valores de los jóvenes de clase baja. Los delincuentes juveniles de clase baja forman
subculturas delincuentes buscando reducir su frustración y obtener un mejor concepto de sí mismos,
manteniendo valores antisociales.
Es con la aparición de la Teoría de la Reacción Social o del Etiquetamiento en los años ‘60 donde se aborda el
estudio de la conducta desviada desde una perspectiva distinta y novedosa con respecto a sus teorías
precedentes.
“La desviación no es una cualidad intrínseca al comportamiento en sí, sino la interacción entre la persona que
actúa y aquellos que responden a su accionar”. Una etiqueta se le pone a un grupo para calificar su conducta, en
este caso una conducta desviada que ha sido vista por el grupo social, que se considera atípico y digno de ser
marcado. Uno de sus autores destacados fue Becker: que definió que “la desviación y la conformidad se definen
no tanto por las acciones de las personas como la respuesta del entorno social a esas acciones”; la desviación y
la conformidad no están dadas en sí mismas, el grupo o entorno social es el que califica los actos como
desviados. Recordemos que al interaccionismo no le interesa tanto convencer cuáles son las grandes estructuras
o marcos de conductas sociales sino cómo los individuos interpretan las acciones que vivencian, es decir, es una
construcción intersubjetiva.
La primera pretensión de Becker es ocuparse de las normas verdaderamente operantes de los grupos, de aquellas
que se mantienen vivas a través de los intentos de imponerlas. La marginación no es igual en todos los casos: va
desde la sanción al infractor a una ley de juego hasta la del homicida. Por otra parte, no todos los transgresores
tienen las mismas ideas sobre las normas que han violado. El fenómeno de la desviación para Becker es
relativo,incluso dentro de la misma sociedad; no todos consideran desviados a lo mismo, aunque cabe coincidir
en que se trata de la no observancia de las reglas grupales. De esto surge que debe decidirse cuáles reglas se
toman como patrón para medir y juzgar desviada la conducta. Becker duda que existan muchas áreas de
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consenso, que serían aquellas que podrían considerar unánimemente desviada a una conducta.
Para Becker, para comprender el crimen debe atenderse especialmente a la reacción social, por una parte, y al
proceso de definición o selección de determinadas conductas y personas etiquetadas como desviadas por la otra.
La realidad se construye por procesos intersubjetivos, no está dada. El delito o el infractor integran una realidad
social que se construye. No interesan las causas de la desviación, sino los procesos de criminalización a través
de los cuales ciertos grupos sociales e instituciones, que tienen poder para ello, definen como delito y como
delincuente a determinadas conductas y determinadas personas. Cuando ese proceso de etiquetamiento se realiza
con éxito, se construye finalmente un delincuente. Esta capacidad de estigmatizar es verdaderamente una
redefinición de la personalidad propia del individuo, según consideraciones que son propias de ese ámbito
social, esa institución o grupo en cuestión. Becker hace referencia a un cierto tipo de sujeto social que es el
empresario moral (puede ser un individuo o un grupo), que se arroga la representación del conjunto y logra
promover iniciativas punitivas contra el presunto criminal; e incluso, en algunos casos, logra sancionar nuevos
códigos o leyes. Existe un control muchas veces asimétrico, irracional, que puede ser formal (porque es llevado
a cabo por agencias estatales como el poder judicial, la policía, correccionales o los códigos penales) o informal
(llevado a cabo por la propia sociedad, mediante medios de comunicación, empresarios morales, la escuela, el
rumor social y demás). La finalidad entonces de este paradigma implica un abordaje que trata de indagar las
percepciones y los sistemas de creencias sociales mediante los cuales se define una conducta como desviada y
se reacciona frente a ella (son los discursos, las prácticas, que etiquetan a las personas que incurren en las
mismas).
El hecho fundamental del que debe partirse es que la desviación es creada por la sociedad. Los grupos sociales
crean la desviación al hacer las reglas, cuya infracción constituye la desviación, y al aplicar dichas reglas a
personas en particular, que etiquetan como outsiders. La desviación no es una cualidad del acto cometido por la
persona, sino la consecuencia de la aplicación que los otros hacen de las reglas. La conducta desviada es la
conducta así llamada por la gente. Por lo tanto, no es una categoría homogénea: depende de diferentes
definiciones. Alguien puede ser calificado sin haber quebrantado realmente regla alguna, y muchos que han
quebrantado reglas no son calificados de desviados. Lo único que tienen en común los desviados es la
calificación y la experiencia de haber sido considerados como tales. La desviación es una transacción que tiene
lugar entre un grupo social y un individuo que es considerado por dicho grupo como un transgresor a las reglas.
Que el acto sea desviado depende de cómo reaccionan las otras personas frente al mismo. Cualquier delito se
puede cometer y no ser sancionado, incluso aunque el hecho se conozca, si los responsables no están dispuestos
a hacerlo. La sanción sólo puede ser necesaria en caso de escándalo público. La desviación es problema de
reacción y no de conducta desviada lo demuestran los casos estudiados de las reglas que se sancionan más para
unos grupos o categorías que para otros (blancos y negros, madres y padres solteros), si tienen escándalo
público o no lo tienen (relaciones sexuales no aprobadas). A partir de ello cran la distinción entre
comportamiento transgresor (dado por la infracción a la regla) y comportamiento desviado (el que ha sido
calificado así por otros). Aceptada esta terminología, de todo trasgresor no podemos saber si es desviado hasta
que los demás lo rotulen como tal. El desviado es alguien al que la etiqueta le ha sido puesta con éxito; el
comportamiento desviado es el comportamiento etiquetado así por la gente.
¿Quién define la marginalidad? Desde el punto de vista del desviado, los marginales pueden ser los que
establecieron las reglas. Las reglas sociales son creaciones de grupos específicos. Las sociedades están
altamente diferenciadas, y las clases sociales, grupos ocupacionales y étnicos y culturales, no comparten todas
las reglas ni su aplicación a situaciones específicas. Las reglas creadas y mantenidas por los grupos y las
calificaciones que se hacen de los desviados son motivo de conflicto y de desacuerdo, y parte del proceso
político de la sociedad. La posibilidad de definir reglas es una cuestión de poder, así como lo es la posibilidad
de aplicarlas.
Los tipos de desviación: de la relación entre transgresión a la regla y percepción como desviación, surge el
cuadro de las conductas de Becker.
Conducta obediente y no percibida como desviada: es la conducta conformista, que no presenta interés.
Conducta transgresora y percibida como desviada: la llama ‘desviada pura’ y es el supuesto común de
toda la teoría criminológica, donde una persona ha violado la regla y se percibe como tal.
Conducta obediente y percibida como desviada: se trata del caso del acusado falsamente, situación que
puede ocurrir tanto en un tribunal judicial (en el que pueden existir garantías procesales) como en situaciones
extralegales.
Conducta transgresora y no percibida como desviada: es la desviación secreta. Se trata de personas que
violan reglas, pero nadie lo sabe o todos actúan como si no lo supieran. Se las arreglan para que nadie conozca
su infracción o cuentan con la secreta tolerancia de sus allegados (por ej. homosexuales y consumidores de
drogas).Al rotular a alguien como homosexual, drogadicto, ladrón, estafador, etc., se permite y facilita que el
rotulado asuma la posición que se le atribuye, como una profecía de autocumplimiento, ya que la rotulación
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equivale a sindicar a alguien como habitualmente realizador de esas acciones, y del que cabe esperar que se
comporte en esa forma y en otras formas negativas o denigrantes asociadas. El desprecio o la sospecha que
genera produce una modificación en la personalidad, formada interactivamente. Además, libera al rotulado de
las ataduras con la sociedad normal puesto que, descubierto, ha cambiado su identidad pública. El rotulado
puede rechazar esta identidad y afirmar una normal; pero si alguien es sorprendido públicamente en un hecho
ilícito o inmoral puede sufrir alteraciones su identidad personal y llegar a considerarse un desviado para
siempre. Por ej., será un drogadicto, y si llegara a regenerarse será un exdrogadicto.
Para Becker, la teoría del etiquetaje puede ser presentada con los siguientes supuestos: ningún modo de
comportamiento contiene en sí la cualidad de desviado; los que establecen las normas sociales son los que
definen las conductas desviadas; las normas implícitas o explicitas son realizadas siempre en interacciones, por
lo que las definiciones de comportamientos desviados sólo influyen sobre el comportamiento cuando las mismas
son aplicadas; la aplicación de las normas como formas de etiquetamiento, se realiza selectivamente (no es para
todos igual, sino conforme a la manera en que son diferencialmente tipificados por situaciones y personas
específicas).
En fin, en esta teoría de Becker hay una evaluación intersubjetiva del grupo respecto del acto en cuestión; no
está dado de antemano. También encontramos a Lemert y Goffman. Los hechos no son en sí mismos desviados
o no, sino de acuerdo con la reacción que provocan y cómo son evaluados. Los mismos hechos pueden ser
evaluados de diferentes perspectivas hasta dentro de las sociedades por los diferentes grupos que la componen.
Ponen más énfasis en la mirada de los otros y no en el hecho en sí mismo, es decir, como se etiqueta o califica
ese hecho.
Becker citica los modelos explicativos de conducta desviada por ser un tipo simultáneo; se presume por error
que todos los factores actúan simultáneamente. El modelo necesario, por el contrario, es secuencial. Los
patrones de conducta se desarrollan en una secuencia ordenada: cada etapa requiere una explicación, y ésta es
una parte de la explicación de la conducta resultante. La variable que predispone a una persona a dar el paso
correspondiente a una etapa puede no actuar porque la persona no ha llegado aún a la etapa anterior, a partir de
la cual es posible dar ese paso. Las personas alienadas que no tienen acceso a las drogas no pueden experimentar
con las mismas y no pueden transformarse en consumidores. Hay una carrera hacia la desviación; la carrera nos
muestra las variables que en el tiempo producen una creciente desviación o aquellas que luego de acercarse han
fracasado en el delito y se han acercado a formas convencionales de vida.
El primer paso en la carrera es la comisión de un acto no conformista, es decir, que quebranta algún conjunto de
reglas en particular. Esto ocurre cuando personas profundamente inmersas en subculturas religiosas o étnicas
ignorar en principio que no todos actúan del modo que su propio grupo lo hace. “Áreas estructuradas de
ignorancia de ciertas reglas en particular”. En el autor prevalece la idea de “compromiso”. La persona “normal”,
cuando descubre un impulso desviado consigue controlarlo pensando en las múltiples consecuencias que tendría
para él actuar de ese modo. Ha invertido mucho en el mantenimiento de su normalidad. La “inconformidad
deliberada” puede ser porque en su crecimiento no haya logrado establecer alianzas con la sociedad
convencional, no tiene reputación que mantener o elementos valiosos que conservar, dependientes de ella.
Becker acepta que la conducta desviada se aprende, por participación en una subcultura organizada, alrededor
de una actividad desviada en particular. Pero uno de los momentos más cruciales en el desarrollo de un patrón
estable de conducta desviada será la experiencia de ser descubierto y calificado públicamente como desviado. Y
el que una persona llegue a este punto no depende tanto de lo que hace, sino de lo que hacen los demás.
En el descubrimiento, hay dos casos especiales: que el individuo se autorregule y castigue como criminal; o que
busque ese castigo cometiendo el acto desviado de un modo que necesariamente sea descubierto. El cambio más
importante, luego del descubrimiento y rotulación, es la drástica modificación de la identidad pública del
individuo. Se le otorga un nuevo estatus (ahora es un asesino, ladrón, borracho, etc.). Para su teoría de la
rotulación, Becker toma dos clasificaciones:
Estatus principal y auxiliar: toda posición social está definida por un rasgo fundamental que permite
definir quiénes pertenecen o no al mismo; pero hay otros auxiliares. Hay estatus bien considerados y deseables,
que exceden lo formal y que son requisitos para la plena admisión en la clase (por ej. en una cultura blanca y
viril, no lo tiene la médica mujer y negra). En la conducta delictiva puede ocurrir lo mismo: definido por un acto
criminal, puede atribuírsele toda la categoría de estatus auxiliares indeseables; si fuese condenado, puede
cometer cualquier otra violación a la ley.
Estatus principal y subordinado: los primeros son los prioritarios. Por ej., a un negro, el ser médico, de
clase media, o de sexo femenino, no lo protege de ser tratado a partir de su estatus principal de negro en una
sociedad racista. El estatus criminal tiene esta característica: es prioritario, y a él su subordinan todos.
La calificación de una persona como criminal tiene el carácter de una profecía de autocumplimiento; pone en
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marcha mecanismos para que la persona se ajusta a la imagen que los demás tienen de ella:
1- El aislamiento de grupos convencionales, aunque la desviación por sí misma no hubiera dado lugar a
ella. El conocimiento de la desviación y la rotulación, lo produce. Es el caso del homosexual que es marginado
en la oficina, aunque ese trabajo no sea afectado por su carácter. Así, perdido su trabajo por esas causas, puede
derivar hacia trabajos no convencionales donde ese carácter desviado no tenga importancia.
2- El desviado descubierto es marginado y tratado represivamente, lo que produce el aumento de la
desviación. Es un factor más derivado de la reacción pública que de acto desviado. El hecho es que el trato dado
a los desviados les niega los medios de continuar con las rutinas de vida cotidiana, que son accesibles a la
mayoría de la gente. Por ello, el desviado debe necesariamente desarrollar rutias ilegítimas.
Becker sostiene que las reglas son producto de la iniciativa de alguna persona o grupo, y llama a las personas
que exhiben esa iniciativa ‘investigadores de la moral’. Los creadores de la regla son los cruzados reformadores;
las reglas existentes no los satisfacen y deben corregirse. Los denomina ‘cruzados’ porque su misión es sagrada
para ellos. Algunos cruzados tienen éxito en su misión y generan, al crear una nueva regla, un grupo nuevo de
marginales: algunos encuentran afición a la tarea y buscan nuevos problemas para atacar. Otros fracasan en el
intento y mantienen una organización que los transforma a ellos mismos en marginales, al seguir predicando una
doctrina que suena cada vez más extraña a medida que pasa el tiempo.
La cruzada se institucionaliza cuando se forman organismos para hacer cumplir las reglas creadas. El
destinatario final es la organización policial (tiene una función objetiva e impersonal). El que impone las reglas
dedica parte de su trabajo a lograr que se lo respete en su función. Éste “imponer respeto” a las personas a las
que trata hace que uno pueda ser catalogado como desviado no por haber quebrantado una norma, sino por falta
de respeto al que la impone. El que aplica las normas tiene una amplia discrecionalidad, porque no posee
recursos suficientes para enfrentarse a todas las infracciones que conoce, y esto lo lleva a transar. Ya que no
puede realizar todo el trabajo, establece prioridades. El arreglo forma parte de esta elección: es parte de la
decisión de rotular como desviado o no hacerlo. El arreglo a que pueden llegar los delincuentes profesionales,
por acceso a los medios, contactos e información, es mucho mayor del que lograrían los aficionados. Por lo
tanto, éstos tienen mayores posibilidades de ser atrapados y rotulados que los otros. Lo que pretende demostrar
el autor a partir de esta argumentación, es que la catalogación de una conducta como desviada depende de
factores ajenos a la conducta real. La autonomía policial para rotular o para crear nuevos delincuentes, depende
de los distintos países y, en éstos, de momentos políticos.
Becker señala que es curioso que los investigadores se ocupen de los que quebrantan las reglas y no de los que
las crean y aplican. La comprensión debe llegar por el equilibrio entre dos focos de investigación posibles. La
desviación, entonces, es un proceso de interacción entre personas, algunas de las cuales, en servicio de sus
propios intereses, crean e imponen reglas que afectan a otros, que, a su vez, en servicio de sus propios intereses,
cometen actos que son calificados como desviados. Becker propone que la conducta desviada, para el
investigador, no debería ser considerada algo depravado, sino como un tipo de conducta desaprobada por unos y
valorada por otros, y estudiar los procesos por los cuales cualquiera de ambas perspectivas, o ambas, se
construyen y mantienen.
Para Becker toda infracción es creada al crear la regla. Cree que hasta que exista rotulación no hay desviación,
solo se puede referir a una “acción física”, nunca a una acción social, pues los desviados como todos los actores
sociales actúan en un marco normativo que da sentido a sus actos y que no se inventan y reinventan cada vez
que alguien comete una infracción u otra persona lo rotula. Solo oponiendo acción física y acción social puede
sostener esta teoría de que no hay acción desviada hasta el señalamiento por los otros. Becker parte de la base de
una variación permanente en los marcos de significación (tales como para hacer de algunos “infractores” solo
personas que de modo ignorante cometen “actos no conformistas”).
La mayoría de la gente sabe cuáles son actos desviados y cuales no los son, sean los “infractores”, sean los
“rotuladores”. La desviación sea una cualidad del acto y no de la rotulación, y la teoría de Becker adolezca de
considerar al infractor como un ser pasivo, que no sabe lo que hace, o lo hace por hedonismo, y sobre el cual cae
implacablemente la rotulación, que define su acción como desviada. El desviado (o el infractor de Becker) toma
decisiones y muchas veces viola deliberadamente los códigos morales y legales.
Como críticas a esta teoría, podemos señalar la que hacen algunos autores sobre que el interaccionismo se
mantiene exclusivamente en el plano del estudio concreto de los procesos interactivos, hace un análisis
microsocial, sin ponerlo en relación con el sistema en su totalidad y elude así un planteo político concreto. Otra
crítica es hecha respecto de su cuadro de infracciones, que el desviado secreto es una categoría que no tendría
lugar en la propia teoría de Becker. Si nadie lo señala y, la rotulación hace a la desviación, ¿cómo podría existir?
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Goffman y el concepto del estigma:
la sociedad establece medios para categorizar a las personas y también los atributos que se consideran corrientes
y naturales en los miembros de esas categorías. Esto permite que ante un extraño podamos prever por las
primeras apariencias en qué categoría se halla y cuáles son sus atributos, es decir su “identidad social”.
Goffman extiende los efectos del señalamiento en la conducta posterior del marcado a ámbitos ajenos al
comportamiento delictivo, pero no al desviado, si se entiende por este no sólo la infracción voluntaria a una
norma, sino la violación, incluso involuntaria, a ella. El medio cultural establece categorías de personas y entre
ellas existen algunas que por distintos motivos tienen descrédito; en algunos caos éste puede ser adquirido y, en
otros, es adscripto. Estigma es un atributo profundamente desacreditador, pero entendido no como un elemento
deshonroso en sí mismo, sino en la relación de interacción con ciertas categorías de personas. Lo importante es
tener en cuenta las relaciones ya que un atributo que estigmatiza a un tipo de poseedor puede confirmar la
normalidad de otro, según sea el contexto. Los estigmas (marcas sociales) son connotaciones negativas de las
personas que le sirven para definirlas. Hay una andadura delictiva o transgresora en función de ese estigma. Una
vez etiquetada la acción como desviada y adjudicada a la persona en cuestión, ésta puede creérselo y actuar en
consecuencia. Intentó mostrar que las identidades desviadas se producen a través del etiquetaje y no mediante
motivaciones o comportamientos desviados. El estigma se convierte en un rol dominante del individuo y todos
los actos pasados empiezan a reinterpretarse bajo la perspectiva del nuevo estigma, en un proceso de distorsión
biográfica conocido como etiquetaje retrospectivo. El individuo asume que lo que los otros piensan de sus actos,
es algo verdadero; comienza entonces a buscar el amparo, la protección y la comprensión de los grupos que son
más benévolos en cuanto a esos tipos de conducta. El resultado de estigmatizar a una persona, con mayor o
menor motivo, permite activar una serie de mecanismos, tales como el rechazo social, que le impulsarán a
buscar compañía entre quienes no le censuran (otros estigmatizados), reforzando así la identidad desviada e
impulsándolo a continuar su carrera delictiva. Por ej. una persona que se calificó de mentirosa, de seguro
terminara asumiendo su papel y actuando en consecuencia, no olvidemos que en este modelo interaccionista
simbólico la construcción de la personalidad es un hecho intersubjetivo, o sea, que la perspectiva del grupo
social que yo integro está diciendo cómo soy o cómo me ven, entonces doy por seguro que soy así, lo que hace
que la marca o el estigma conduzca a esa persona de acuerdo con esa marca y también incluso obviamente es
una construcción subjetiva.
Estos estigmas pueden ser de tres tipos:
Los físicos: incluyen todo tipo de deformidades o carencias que otorgan al que las posee un estatus
diferencial, en general inferior al de las personas normales.
Los de carácter: hacen a diversas fallas de personalidad, como la falta de voluntad, deshonestidad,
creencias ajenas al medio cultural. Refieren a enfermedades mentales, como adicción, desempleo u
homosexualidad. Surgen de estereotipos creados tanto a partir de su trato como por las estigmatizaciones
oficiales (informes sobre reclusiones, perturbaciones mentales, alcoholismo, drogadicción, homosexualidad,
intentos de suicidio, extremismo político).
Los tribales: aluden a orígenes nacionales, étnicos o religiosos susceptibles según el mito de ser
transmitidos por herencia y contaminar a todos los miembros del grupo. Por ej. el extranjero, el negro entre
blancos, el judío entre católicos, o el infiel entre musulmanes.
El estigma conlleva una doble perspectiva: la de los desacreditados cuya calidad de diferente es conocida o
resulta evidente en el acto (señales en el cuerpo o minusvalías o deficiencias) y la de los desacreditables cuya
diferencia no es conocida ni inmediatamente perceptible. En todos los casos se encuentran los mismos rasgos
sociológicos: un individuo que podía haber sido fácilmente aceptado en un intercambio social corriente posee un
rasgo que puede imponerse por la fuerza a nuestra atención y que nos lleva a alejarnos de él cuando lo
encontramos. Posee un estigma, una indeseable diferencia que no habíamos previsto. Goffman llama normales a
aquellos que no se apartan negativamente de las expectativas particulares, de lo que se espera de ellos. Los
normales consideran que la persona que tiene un estigma no es totalmente humana y en función de eso practican
diversos tipos de discriminación. Además, el individuo estigmatizado tiende a sostener las mismas creencias que
los normales y esto es un hecho fundamental. La sensación de ser una persona normal, un individuo que merece
una oportunidad justa puede ser uno de sus más profundos sentimientos acerca de su identidad. Pero a pesar de
ello es posible que perciba que los otros no lo aceptan realmente ni están dispuestos a establecer contacto con él
en igualdad de condiciones. Las pautas que ha incorporado a nivel social lo habilitan para mantenerse alerta
frente a lo que los demás consideran su defecto y esto le lleva a aceptar que está muy lejos de ser como en
realidad debería. La vergüenza se convierte en una posibilidad y es probable que el individuo pueda llegar a
odiarse y denigrarse a sí mismo cuando está solo frente al espejo.
En todos los casos el atributo estigmatizante pasa a primer plano de modo que los restantes rasgos de la persona
se anulan. Tiene en común con Becker el señalamiento como definitorio de la inserción social futura de
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estigmatizado, pero aquí se extiende el supuesto del condenado o procesado a muchos otros casos que pueden
tener similar efecto en la vida posterior del estigmatizado, a veces con mucho mayor energía, ante la
imposibilidadde disimularlo. El individuo estigmatizado se define a sí mismo como igual a cualquier otro ser
humano, mientras que, al mismo tiempo, es definido por él mismo y por quienes lo rodean como un individuo
marginal. Del mismo modo que al delincuente se le atribuye todo tipo de elementos indeseables en su
personalidad, al estigmatizado se la adjudican muchos otros rasgos indeseables, aparentemente positivos, pero
no deseados por el interesado, que sólo querría ser tratado como una persona normal. No debe perderse de vista
que también existe un estigma de clase, que se hace pagar cuando alguien asciende por encima de lo que una
sociedad prejuiciosa considera adecuado a la posición inicial de la persona.
El estigmatizado puede no sentirse tal, de acuerdo con el respaldo cultural de su propio grupo; pero algunos
miembros de grupos o subculturas alcanzadas pueden adoptar el criterio de normalidad del estigmatizante, en
cuyo caso tratan de adoptar o acercarse a la imagen normal prescripta por el medio social predominante:
cirugías, aclarar el color de piel, etc. También se pude intentar corregir la condición de estigmatizado dedicando
enormes esfuerzos para desarrollar un área en general vedada al defectuoso, como un lisiado deportista o un
pintor sin manos; aunque en medios reactivos puede terminar siendo un estigmatizado que ha desarrollado un
área vedada. Por último, el defecto puede utilizarse como justificativo de todo fracaso social, de modo que
protege al que lo posee de toda responsabilidad; cuando por alguna causa el estigma cesa, se sustituye o
convierte el elemento protector en otro (ansiedad, histeria, etc.).
Cuando normales y estigmatizados se encuentran, el individuo estigmatizado puede descubrir que se siente
inseguro sobre cómo va a ser identificado y recibido. Su incertidumbre surge porque no sabe en qué categoría
será ubicado y porque sabe que los demás pueden definirlo en función de su estigma. No sabe qué es lo que los
demás piensan de él y se puede sentir “en exhibición” debiendo llevar su autoconciencia y su control sobre la
impresión que produce hasta extremos y áreas de conducta que supone que los demás no alcanzan. Esta
sensación de sentirse expuesto se agrava con las conversaciones que los otros se sienten autorizados a entablar y
que expresan su curiosidad morbosa sobre su condición o le ofrecen una ayuda que no necesita ni desea. El
individuo estigmatizado puede responder anticipadamente con un retraimiento defensivo. Cada vez que alguien
con un estigma alcanza notoriedad, para bien o para mal, quienes comparten su estigma se vuelven más
accesibles para los normales y son objeto de una ligera transferencia de crédito o descrédito.
Resulta necesaria la distinción entre el que ha violado deliberadamente un código y el que presenta un rasgo que
viola el código objetivo de pureza de raza, religión debida o perfección física. Sólo puede compararse en la
similitud de efectos, pero no en las causas. Si bien toda discriminación es injusta, una niña sin nariz no ha hecho
nada por merecerla (por ello se trata de un estatus adscripto) y el caso de un sentenciado con antecedentes
penales, ha realizado acciones que lo llevan a esa situación (estatus adquirido). El estigma adscrito es
equiparable en los casos de enfermedad mental, defectos físicos, homosexualidad o robo de quien no tiene
inserción en el mercado laboral, si se quiere (y aun aceptando que frente a esta contingencia no todos optan por
robar). Pero no parecen casos similares los que idean estafas o delitos financieros, los que lucran con el
consumo de productos masivos o medicamentos en estado defectuoso, o los que violan o matan a una mujer (a
sus familiares) porque no aceptan un rechazo amoroso. Las simplificaciones pueden equiparar casos muy
diversos, algunos de los cuales convierten en marginal a un inocente y otros pretenden justificar actos punibles
que de este modo carecerían de sanción. La obra de Goffman se refiere principalmente a casos no delictivos, o
que se consideran variablemente en este carácter. La falta de distinción entre los adscrito y lo adquirido puede
tener, y de hecho tiene, consecuencias teóricas equiparadoras no justificadas.
se da el caso de personas cuya diferencia no se revela de modo inmediato, no se tiene de ella conocimiento
previo, es una persona desacreditables. En estos casos el problema consiste, no en manejar la tensión que se
genera en las relaciones (que era el caso del desacreditado por una marca evidente) sino en manejar la
información que se posee acerca de su deficiencia. Exhibirla u ocultarla, expresarla o guardar silencio, revelarla
o disimularla, mentir o decir la verdad y en cada caso, ante quién, cómo, dónde y cuándo. El problema que se
plantea es el manejo de la información oculta que desacredita al yo, el encubrimiento. Dado que el hecho de ser
considerado normal trae grandes gratificaciones, casi todas las personas que tienen algo que encubrir intentarán
hacerlo en alguna ocasión.
Identidad social y personal-Identidad del yo: identidad social se refiere a las categorías en las que se sitúan a las
personas y los atributos dados a esas categorías. Los signos corporizados de prestigio o estigma pertenecen a la
identidad social (Marcas en el cuerpo, formas de vestir, comportamientos etc.). Identidad personal se refiere a
las marcas positivas o soportes de identidad (ejemplo, la imagen fotográfica que tienen los demás de un
individuo o su lugar en una red de parentesco) y a la combinación única de ítems de la historia vital adheridas a
un individuo por medio de esos soportes de identidad. (Aunque hay hechos particulares aplicables a otros, la
combinación de hechos en la vida de uno no se encuentra en otros) La identidad personal implica la idea de
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persona única. Esta identidad se produce cuando conocemos a las personas y esto influye en la cuestión del
estigma. La identidad personal y social dividen espacialmente el mundo del individuo. Hay lugares donde es
conocido personalmente; otros en los que permanece en el anonimato. La identidad social y personal forman
parte de las expectativas y definiciones que tienen otras personas respecto del individuo cuya identidad
cuestionan. En la identidad personal, las expectativas y definiciones pueden surgir antes de que el individuo
nazca y continuar después de su muerte. Frente a esto, la identidad del yo es subjetiva, es experimentada por el
individuo cuya identidad se discute. El individuo construye una imagen de sí a partir de los elementos con los
que los demás construyen la identificación personal y social, pero se permite importantes libertades respecto de
lo que elabora. El concepto de identidad social permite considerar la estigmatización. El concepto de identidad
personal, el papel del control de la información en el manejo del estigma. La identidad del yo nos permite
considerar qué siente el individuo con relación al estigma y a su manejo.
En el estudio de la desviación, hay dos tipos de problema de investigación: uno es la desviación primaria, que
permite discernir cómo se origina el comportamiento desviado; y el otro es la desviación secundaria, que nos
dice cómo se atribuyen simbólicamente actos desviados a las personas y cuáles son las consecuencias de la
atribución. La desviación primaria surge en una gran variedad de contextos sociales, culturales y psicológicos, y
tiene sólo repercusiones marginales para la estructura psíquica de la persona; no produce una reorganización
simbólica en el nivel de las actitudes respecto de uno mismo y de los roles sociales. La desviación secundaria,
es comportamiento desviado, o roles que se basan en él, que se convierte en medios de defensa, ataque o
adaptación ante los problemas manifiestos y ocultos creados por la reacción de la sociedad frente a la desviación
primaria. Es decir, cuando la calificación de una desviación se aplica a una persona y esto actúa en consonancia
con esa marca social que es lo que Goffman llama estigma.
Por lo tanto, existen desviaciones primarias (episodios de transgresión que apenas provocan reacción por parte
de los terceros, por ej. alguien que toma copas de más) y desviaciones secundarias (cuando la calificación de
una desviación se la aplica a una persona y ésta actúa en consonancia con esa marca social). Así, las
desviaciones primarias son aquellos quebrantamientos de las normas sociales cometidas por primera vez por los
individuos sin que se consideren que han hecho algo incorrecto o delictual. Mientras que la desviación
secundaria es la violación repetida y continua del sistema normativo, en donde el individuo que comete la
acción delictual está consciente de su conducta desviada. En las desviaciones de tipo primarias se pueden incluir
los incumplimientos de las normas que no hacen sentirse desviado a quien lo comete, y tampoco es visto así por
los demás (pasar un semáforo en rojo en la madrugada, por ejemplo). Sin embargo, las desviaciones secundarias
se refieren a los actos de incumplimiento que hacen cambiar la concepción que los demás tienen del autor,
etiquetándolos como desviados. El resultado del etiquetamiento provoca que el sujeto etiquetado reorganice la
percepción de sí mismo ante los demás, asumiendo la nueva definición que los otros le adjudican. La distinción
entre desviación primaria y secundaria reside en el hecho de que, en realidad, prácticamente todo el mundo ha
cometido actos desviados, pero no todas las personas son etiquetadas.
Lemert se centra en la desviación secundaria; las causas originales de la desviación retroceden y dejan lugar a
las reacciones de desdén, reprobación y rotulación de la sociedad. La rotulación puede tener como efecto una
afirmación de la personalidad rotulada, en el mismo sentido del estigma impuesto. Lo que se sostiene en esta
teoría, es que el desviado secundario acepta su desviación por motivos diversos a los de su acción original, y
que esta aceptación se debe a la rotulación. Es el control social el que impone la desviación, y el delincuente se
defiende de la rotulación afirmando su personalidad desviada.
En esta versión, al igual que en la de Becker las causas de la desviación inicial aparecen ocultas. La sociedad y
la cultura siguen siendo causas de la desviación, pero de un modo indirecto, careciendo de importancia el
motivo por el que se ha cometido la primera desviación. Todas las versiones de la rotulación han observado
puntos importantes que asocian la desviación con el prejuicio social, pero resulta insuficiente para pretender una
explicación de toda desviación y menos aún para centrar en el control social o en la reacción toda la conducta
posterior del delincuente. La asociación de estos casos a los de “infractores adscriptos” agrega confusión al
panorama, del que resulta consecuencias que tienden más a justificar al desviado en su conducta que a explicar
los fundamentos de los infractores y de los agentes del control social en la defensa de normas involucradas en
cada caso.
Estos autores afirman que no hay diferencia entre valores delictivos y los valores de la sociedad en general; los
delincuentes sienten vergüenza de sus actos, lo que significa que poseen valores sociales de toda la comunidad.
Por eso necesitan acudir a técnicas de neutralización a partir de las cuales se justifican y tratan de justificar
socialmente su accionar. No existe contraposición entre los valores desviados o subterráneos y los de la
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sociedad en general. Ambos autores creen que comprender la acción criminal es incompatible con pretender la
reducción del delito o condenar a los desviados.
Las técnicas de neutralización destacadas anteriormente son técnicas con las cuales el delincuente o el desviado
pretende justificar su acción, y que en la descripción de Matza corresponden a una sistematización de hechos
verificables. Éstas son:
🖍 La negación de la responsabilidad (por ej. estoy enfermo por eso se me permite todo).
🖍 La negación del perjuicio (por ej. tienen mucho dinero por lo tanto el robo no les afecta ya que son ricos y
yo pobre).
🖍 Negación de la víctima (por ej. no lastimamos a nadie, hicimos un trabajo limpio, ya sabían lo que les
esperaba).
🖍 La condenación de los que condenan (por ej. todos roban, se drogan. Me siguen por robar monedas mientras
otros roban millones).
🖍 La lealtad al superior o a una causa (por ej. cumplí órdenes, no podía abandonar un compañero).
Sykes y Matza concluyen que no existen culturas y subculturas delictivas, sino que todos comparten en la sociedad
los mismos puntos de vista, aunque algunos traducen sus creencias en acciones y otros no lo hacen.
Es una visión más racional, donde se supone que el individuo evalúa el resultado de sus acciones, pensando en
la reacción que va a tener en los demás; ve más allá del hecho inmediato, cuáles serán las calificaciones que
tendrá la acción por parte del grupo. Según la teoría del control social (Hirschi, 1969), cuanto mayor sea la
integración de un individuo en la sociedad, menor será su tendencia a cometer delitos. Para los niños y
adolescentes, los principales agentes de integración social son la familia, la escuela y los amigos. Estos agentes
favorecen el desarrollo de vínculos entre el joven y el orden social convencional y, cuando dichos vínculos son
lo suficientemente fuertes, disuaden al joven de violar la ley. Entre estos vínculos, el apego a los padres ocupa
en la teoría de Hirschi un lugar fundamental. El joven apegado a sus padres pasa más tiempo con ellos y, en
consecuencia, tiene menos ocasiones de cometer delitos. Sin embargo, según Hirschi, este control directo
ejercido por los padres sólo tiene una importancia relativa; lo verdaderamente importante es que los padres estén
psicológicamente presentes cuando al joven se le presenta la ocasión de cometer un delito. Es precisamente en
ese momento cuando el joven debe preguntarse qué pensarían sus padres si lo vieran cometer ese delito. Si el
joven no se formula esa pregunta, queda libre de pasar al acto (Hirschi, 1969: 88). En este contexto, la familia
disociada sería nociva en la medida en que atenta contra la formación de un vínculo fuerte entre padres e hijos y,
según los postulados generales de la teoría, cuánto más débil sea ese vínculo, menor será la integración social
del joven y mayores las probabilidades de que se convierta en delincuente. Sin embargo, esta conclusión no fue
extraída por Hirschi, quien considera que un solo padre debería ser suficiente para socializar al joven, sino por
otros partidarios de la teoría del control social. Para Hirschi (1969: 242 y s.), la sobre representación de los
jóvenes de familias disociadas en las estadísticas oficiales, es decir el hecho de que estos jóvenes representen en
dichas estadísticas un porcentaje superior al que representan en la población general. Se debe ante todo a la
reacción diferencial del sistema de justicia penal. Por su parte, la perspectiva estructuralista, considera que la
familia disociada podría conducir a la delincuencia al alterar las condiciones externas que determinan el estatus
socioeconómico de la familia.
A grandes rasgos, lo más importante de la teoría del control o arraigo social formulada por Hirschi, consiste en
distinguir entre el control ejercido desde fuentes externas al individuo y el control ejercido por el propio
individuo. Al primero le denominaremos “control social” y al segundo “autocontrol”. La sociedad se esfuerza en
presionar a sus miembros con modelos de conformidad. En principio, es el control social el que opera de freno
para evitar la comisión de delitos. Las personas que carecen de vínculos sociales estarán más predispuestas a
delinquir que aquellas que tienen fuertes vínculos con la sociedad. “La delincuencia se produce cuando los
vínculos que nos unen a la sociedad se rompen o se debilitan”.
El control social es eficaz porque la gente anticipa las consecuencias que les puede ocasionar la comisión de una
transgresión o delito. Señala las dimensiones del control social, que pueden fomentar tanto a la conformidad
como a la desviación: las relaciones sociales (estas relaciones fomentan la conformidad); la estructura de
oportunidades (cuantas más oportunidades legítimas se tengan, se encontrarán mayores ventajas en la
conformidad); la implicación (la fuerte implicación en actividades lícitas, inhibe el comportamiento desviado);
las creencias (los individuos que firmemente aceptan y defienden pautas morales y la autoridad, reprimen mejor
las tentaciones que los individuos tibios). Explica que, si el individuo rompe con los nexos sociales que lo unen
a determinados grupos en los que está implicado, significará una sensible pérdida para esa persona. Cabe
agregar que su primera versión de la teoría de control fue presentada como “Causas de la delincuencia”, por la
que intento explicar las causas de la delincuencia desde la perspectiva de la desorganización social. Pero,
posteriormente, presentó una teoría mucho más amplia “Teoría General del Delito”, conjuntamente con Michael
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Gottfredson; ponen más énfasis en el autocontrol.
Para explicar la conducta conforme a las normas sociales o “conformidad” hace un especial hincapié en cuatro
variables de control (las llama dimensiones), representadas cada una de ellas por un fuerte vínculo social:
1. Afecto: es un vínculo de carácter afectivo, desarrollado mediante una interacción (o relación) íntima y
continuada. Esta conexión pondrá en evidencia, —según sea el cariño de los padres hacia los hijos, la medida en
que los padres o profesores supervisan su comportamiento, y se comunican con ellos—, el grado en que los
adolescentes se sientan comprendidos, perfectamente bien ubicados en el colegio, y se mostrarán respetuosos
respecto de las opiniones de sus padres y profesores. Este vínculo utilizado en este sentido se encuentra muy
unido al concepto de la asociación diferencial de Sutherland, excepto que enfatiza en la idea que el vínculo de
carácter afectivo es más importante que el contenido específico del aprendizaje al que pueda dar resultado. Para
Hirschi, tal enfoque tiene la ventaja de evitar “el problema de explicar los cambios situados en la ‘conciencia’
en el vínculo hacia los otros antes de que forme parte de su personalidad”.
2. Compromiso: es un vínculo de carácter utilitario que puede ser definido como el grado según el cual
los propios intereses individuales han sido invertidos en un conjunto de actividades fijas o establecidas. Para
Hirschi este es el “componente racional de la conformidad”, entendido como la manera racional de calcular el
potencial de ganancias y pérdidas que los individuos contemplan al realizar una conducta desviada, “tienen que
considerar los costes de su comportamiento desviado, el riesgo que corren de perder la inversión realizada
mediante su comportamiento convencional”. El concepto de compromiso asume que la organización de la
sociedad es tal que el interés de muchas personas puede ser puesto en peligro si se ven envueltos en actividades
criminales. La mayoría de la gente, simplemente por el proceso de vivir en una sociedad organizada, adquiere
una reputación y unas perspectivas que no quieren poner en peligro de perder. Estas “ambiciones” y/o
“aspiraciones” juegan un importante papel para producir la conformidad.
3. Participación: como factor de control social, Hirschi reconoce una antigua tesis al resaltar que
“indudablemente, muchas personas eligen una vida conforme a la ley por falta de oportunidades de hacerlo de
otra manera”. El sentimiento común que sugiere que la delincuencia juvenil se puede prevenir ayudando a los
jóvenes a estar ocupados y fuera de las calles, encuentra aquí un pequeño soporte doctrinal, al examinar como la
participación, —definida en términos de cantidad de tiempo y energía consagrado a realizar asiduamente algún
tipo de actividad—, representa un importante factor de control social.
4. Creencia: representa un vínculo de carácter ideológico, que para Hirschi no equivale a profundas
convicciones morales, sino que sugiere más bien el sentimiento de que ciertos valores y normas cuentan con el
respaldo de aprobación social. Opina que las creencias personales no son interiorizadas profundamente, sino que
están necesitadas de un refuerzo social constante. Nos abstenemos de delinquir por respeto a la Ley o porque
sabemos que ese acto está mal. Puso a prueba su teoría realizando una encuesta mediante la técnica de auto
informe a más de 4.000 alumnos de bachillerato de institutos de California. Resalta la importancia de dos
sistemas convencionales de control social, a través de los cuales los adolescentes pueden desarrollar
adecuadamente sus vínculos con la sociedad: la familia y la escuela. El cariño y afecto a los padres, así como el
ser un buen estudiante, fortalece su moral y hará menos probable la comisión de delitos. “Los sentimientos
positivos hacia estas instituciones de control y hacia la autoridad personal es la primera línea del control social”.
En general, mientras una persona se encuentre atada más firmemente a la sociedad convencional de cualquiera
de estas maneras será más probable que también se encuentre atada más firmemente de las otras maneras. La
persona que es sensible a las opiniones de la gente convencional, por ejemplo, tiene mayor probabilidad de
participar en las actividades convencionales y de aceptar las nociones convencionales de conducta deseable.
La aplicación de esta teoría supone que mejorando el arraigo social de los jóvenes (apego a los padres,
compromiso con valores prosociales, participación en actividades prosociales y fortalecimiento de las creencias
morales) se logrará una reducción del comportamiento delictivo de los jóvenes.
En fin, esta teoría parte del supuesto de una conducta lógico-racional, que evalúa si pierde o si gana con cierta
conducta. Este supuesto es válido tanto para explicar las conductas desviadas como las conductas de
conformidad. En esta teoría, Hirschi tiene en mente un prototipo humano que es fuertemente racional, la persona
evalúa el resultado de sus acciones. Cabe agregar que Hirschi hace hincapié en la educación de sus padres, ya
que es la fuente de socialización que infunde autocontrol en un niño, aunque otros desempeñan un papel integral
en el proceso de socialización adecuado o inadecuado. Para Hirschi la conclusión es muy simple: los sistemas
convencionales de control social que pueden desarrollar adecuadamente sus vínculos con la sociedad son a
través de la familia y la escuela.
¿Qué sucede hoy en día con los agentes sociales (la familia y la escuela por ej.)? Vemos que están en una crisis,
en una recreación constante que hace muy difícil apostar o creer que puedan ser agentes eficaces como lo
51
establece Hirschi. Por ejemplo, en la familia, hay inestabilidad social, se están redefiniendo modelos
permanentemente, y
hay poco apoyo en la formación y educación moral de parte de padres ausentes. Ni hablar de la escuela, como
institución, está en crisis. No hay país que no hable de la crisis de su sistema educativo: lo que se enseña en la
escuela es contrario a lo que impera como valor y norma en la vida. Las capacidades de las familias y escuelas
para moldear al futuro ciudadano, hoy se van traspasadas por la influencia de otros agentes de socialización,
como por ejemplo la opinión pública, los medios de comunicación; ellos proponen modelos alternativos a lo que
oficialmente se establece como correcto.
C La conducta desviada desde la teoría del conflicto-El paradigma de Taylor, Walton y Young-El
surgimiento del realismo de Izquierda.
El conflictualismo se basa en Marx y sus aportes. Entendía que las instituciones jurídicas representaban un
instrumento de dominio de la clase dominante sobre el conjunto del proletariado y las clases subordinadas. Los
grupos económicos dominantes, tienen en su control la política, la legislación, la moral, la religión, el arte, y
demás. Forman parte de esa superestructura que les permiten construir un discurso oficial que se impone a la
sociedad en un intento de legitimar una dominación que visto descarnadamente suena brutal (una dominación
lisa y llana). El derecho, por lo tanto, no representa el ideal de justicia; sino más bien los intereses de clase que
operan a través de las instituciones en defensa de los grupos de privilegio. Hay que recordar que el pensamiento
marxista interpreta la sociedad sobre la convicción de que existen dos aspectos estructurales: la estructura
(encontramos las fuerzas productivas, los instrumentos técnicos, que permite la producción de los bienes
materiales que la sociedad necesita. En ella, los individuos se posicionan frente al hecho productivo
estableciéndose los modos de relación, las relaciones de trabajo) y la superestructura (encontramos todas las
manifestaciones de la cultura, que reflejan las condiciones de dominación y las protegen. Encontramos al
Estado, sus instituciones, el derecho, la moral, la religión, el arte, los gustos, los valores, etc.). Si el derecho se
encuentra en esa superestructura, es porque no es un producto cultural independiente de las condiciones
materiales sobre las que se fundamenta la vida social, sino que es la expresión de intereses de clases; el derecho
es un elemento de dominación, por lo que no puede ser un instrumento de cambio social.
Para ambos autores (Marx y Weber), el conflicto es inherente a la realidad social por la escasez de recursos. El
conflicto tiene una potencialidad transformadora. Ahora, para Marx, el conflicto es expresión de la lucha de
clases y se resuelve por un cambio estructural (abolición del capitalismo); mientras que, para Weber, el conflicto
no es sólo la expresión de la lucha entre clases, sino también entre grupos de estatus y los grupos de poder.
Para Marx la realidad social es objetiva, aunque socialmente constituida; pero lo social es supraindividual,
externo y coactivo, que se da en un marco de producción capitalista. El individuo está inmerso en la historia y
en la sociedad en relaciones de producción concretas. Mientras que, para Weber, la realidad en sí es objetiva,
sus procesos y estructuras; pero afirma que la acción social está dotada de sentido. Los individuos están
inmersos en relaciones sociales en las que interactúan entre sí, dotando de sentido a las mismas; pero, su
perspectiva de análisis es macrosocial. Para Weber el lenguaje toma un lugar importante porque gracias a él los
individuos interactúan entre sí.
En cuanto a la estratificación y conflicto, según Marx, el orden social es una estructura de desigualdad que se
manifiesta en la desigualdad de clases. Se tiene en cuenta la propiedad/no propiedad de los medios de
producción. Causa del cambio social. El cambio histórico se desenvuelve en etapas. Por su lado, Weber da una
explicación multidimensional de la estratificación social. Afirma que existe una clase económica (refiere a la
riqueza. Es la posición dentro del mercado según el ingreso o capital. El mercado, tierra, dinero o crédito),
estatus político (el poder. Es la capacidad que se posee de determinar, directa o indirectamente, la acción de
otros a través de la legislación y del monopolio legítimo de la violencia que concentra el estado) y, por último,
señala los grupos de prestigio (es la capacidad de influir sobre la acción ajena a través de la impresión
carismática que uno produce).
Marx afirma que las relaciones de producción son las estructura sobre las que se asienta la superestructura
cultural (relación causal). Tiene una función ideológica, pues refleja los intereses de la clase dominante y sirve
para justificar el orden existente. La ideología es la falsa conciencia, porque no revela la realidad tal cual es,
sino que lo mitifica con un discurso difuso y abstracto. Lo contrario es la noción de conciencia propia de una
clase revolucionaria (de clase en sí, a clase para sí). Por su lado, Weber sostiene que las ideas no son meramente
el reflejo de las condiciones materiales. Dice que la dominación social no es reflejo de los intereses dominantes,
sino el resultado de las creencias legitimadoras. La creencia en la legitimidad de la dominación tiene un poder
cohesivo dentro de una colectividad y la justifica. Agrega que existen tres tipos puros de dominación legitima: la
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racional, la tradicional y la carismática.
Referido al conflicto y cambio social, Marx sostiene que las sociedades pasan de un modo de producción a otro
a través de las revoluciones. ¿Por qué cambian? Por la contradicción entre el desarrollo de las fuerzas
productivas y las relaciones de producción existentes (propiedad). El proceso culmina cuando las clases
dominadas toman el poder y ganan control de la maquinaria estatal: la sociedad socialista (dictadura del
proletariado), una etapa de transición a la sociedad comunista. Por el otro lado, Weber dice que el conflicto
produce cambio económico social, pero no fundado exclusivamente en condiciones económicas, sino en
multivariables. No hay necesidad histórica ni determinismo. La modernización occidental consistió en la
expansión de la racionalización (adecuación de medios afines) en todos los ámbitos de la vida social. Según él,
el mundo se dirige al desencantamiento del individuo por esta racionalización, y la forma dominante será
crecientemente burocrática.
MARX WEBER
Prioriza el análisis macrosocial, pero incluye la
La sociedad es un fenómeno objetivo, externo y
subjetividad del actor social quien dota de sentido a la
coactivo.
realidad social.
Prioridad analítica del sistema sobre el actor social.
Las relaciones sociales son esencialmente conflictivas,
Ídem, pero la raíz del conflicto se debe a la escasez de
debido al sistema de dominación basada en la
recursos socialmente valiosos.
propiedad privada.
Dialéctico Historicista
Determinista Antideterminista
Materialista Multicausal
Visión optimista de la historia-sociedad comunista Visión pesimista de la historia, aunque no fatalista
Critica la burocratización y el poder formalizador del
Critica abiertamente el capitalismo
Estado
Niega la neutralidad valorativa del sociólogo Cree en el análisis objetivo
Esta es una visión clásica que, a lo largo del tiempo, fue actualizada con lo que se denominó la nueva
criminología o la criminología crítica. Surgió así una nueva criminología que intento poner énfasis en las
estructuras sociales propias de una sociedad de clases, que condicionan o determinan en muchos casos el andar
desviado delictivo de los individuos.
Los críticos ponen énfasis en las condiciones de la desigualdad. El derecho es la manifestación de los grupos
sociales dominantes que imponen una visión del orden que es funcional a los intereses de esa clase. El derecho
tiene como función la reproducción social del orden vigente, reproducir las relaciones capitalistas y perpetuar el
poder de la clase dominante. La teoría del conflicto interpreta a la deviación como el reflejo de las
desigualdades sociales y de poder. Apuntan a entender la desviación desde la perspectiva de los factores
macroestructurales como la desigualdad de poder o riquezas.
Sostienen que la criminología radical si quiere avanzar como ciencia debe tener el objetivo de construir una
teoría que de sentido a los cambios de “la estructura del control social, la ley y el delito”, abogan por una
criminología normativamente comprometida por la supresión de las desigualdades sociales, para lo que debe
disponer de “la libertad de cuestionar no solamente las causas del delito sino también las de las normas, que, en
sentido propio, crean el delito: o sea las normas legales”. El plan debe consistir, entonces, en construir una
criminología materialista (acorde con el método del materialismo histórico acuñado por el marxismo) que asuma
“la tarea de buscar explicaciones de la subsistencia, la innovación o la derogación de las normas jurídicas y
sociales sobre la base de los intereses que respaldan, de las funciones que cumplen en determinado régimen
material o de producción en sociedades fundadas en la propiedad, comprendiendo que tales normas jurídicas
están inextricablemente ligadas con las contradicciones en desarrollo en esas sociedades”. A tenor de esto, para
los partidarios de la criminología crítica “las causas del delito están irremediablemente relacionadas con la
forma que revisten los ordenamientos sociales de la época. El delito es siempre ese comportamiento que se
considera problemático en el marco de esos ordenamientos sociales; para que el delito sea abolido, entonces,
esos mismos ordenamientos deben ser objeto de un cambio social fundamental”.
En la década de los 80, aparecen los llamados realistas de izquierda, que forman parte de la criminología crítica:
Taylor, Walton, Young, Matthews y Lea. Comenzaron a revisar y a investigar al delito, desnudando las
falencias de las teorías funcionalistas y que no veían las interaccionistas. La teoría del conflicto intenta
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demostrar que la desviación refleja desigualdades sociales y de poder (Los grupos de poder tienen la capacidad
de generar derecho,
pero, a su vez, pueden evadir los alcances de la ley y la justicia para su propio privilegio). La teoría del conflicto
sostiene que el delito es causado por la desigualdad tanto como de clase, raza, género, etc… la que permite los
privilegios de unos pocos. Así, el delito para muchos grupos marginados se convierte en una forma de
resistencia contra el sistema, una forma de apropiarse de lo que el sistema social le ha negado. El delito es
funcional, porque gracias al delito se monta una enorme maquinaria represiva que es selectivamente aplicada a
grupos sociales que se consideran potencialmente peligrosos para el sistema (por ej. la tolerancia cero con
respecto al alcohol). Tienen en cuenta el carácter punitivo del Estado, que es selectivo y está definido por
modelos criminales determinados por agentes estatales. En nombre de los intereses impuestos por los grandes
grupos sociales y económicos, las instituciones imponen el peso coercitivo del estado sobre sectores
determinados.
Esta criminología crítica es una reacción contra las metodologías de investigación de la criminología positivista.
Surge también una criminología feminista, donde el crimen de las mujeres comenzó a ser estudiado. Se
consideraba a las actitudes delictivas como parte de una reacción contra las estructuras y las ideologías
dominantes en materia de control jurídico penal. Entonces, ¿qué propone la criminología crítica? Propone un
reexamen de las prácticas y conceptos clásicos respecto al delito, al principio de legalidad, a la esencia del
castigo, al control y sus mecanismos, y a la finalidad y efecto de los tratamientos resocializadores y las
instituciones totales (cárceles y psiquiátricos). La criminología crítica dejó abierto un campo para numerosas
investigaciones hasta hoy en día. Por último, propone una reforma del derecho Penal e instituciones de control
(derecho penal mínimo); modelos extrapenales que sustituyan las sanciones estigmatizantes; control social
descentralizado del estado a favor de agencias comunitarias. Se critica a los conflictualistas porque en algunas
ocasiones han simplificado demasiado el carácter de las normas jurídicas.
El ‘realismo’ encabezado por Young ha trabajado, desde fines de la década de 1970, en particular con las
contribuciones de John Lea y Roger Matthews, desde una comprensión de la criminalidad en la que el concepto
del delito adquiere un contenido real, y dentro del cual la presencia de la víctima se revaloriza en tanto ese
comportamiento adquiere una dimensión intraclases, en el sentido que el mismo existe y se expresa entre
autores y víctimas pertenecientes a la misma clase social, y no interclases como lo ha hecho la victimología
convencional en tanto que el impacto del delito se creía proveniente de las clases bajas sobre las altas.
Pero, la victimología radical auspiciada por los ‘realistas de izquierda’ ha podido demostrar que la clase
trabajadora resulta víctima de los delitos provenientes desde todas las direcciones. Cuanto más vulnerable
económica y socialmente es una persona, lo más seguro es que ambos, tanto los delitos cometidos por un
miembro de su misma clase o los de cuello blanco, tendrán lugar contra él.
Con la realización de los Merseyside (Kinsey 1984) e Islington Crime Surveys (Jones, MacLean and Young
1986) se despejó el camino para ese tipo de ‘realismo’ y desde el nuevo paradigma surgido Young propuso los
Ten Points of Realism (1992) con los cuales sugirió abordar los cuatro mayores procesos que habían
transformado el pensamiento criminológico, a saber:
✔ La crisis etiológica como una consecuencia del aumento de las tasas del delito.
✔ La crisis de la pena en términos del fracaso de la cárcel y una reevaluación del rol de la policía.
✔ La acrecentada conciencia de la victimización y de los delitos que anteriormente eran ‘invisibles’.
✔ Una cada vez mayor demanda pública, al igual que la crítica, por la eficiencia y la responsabilidad de los
servicios públicos.
En una geométrica representación del delito, los ‘realistas de izquierda’ sugirieron un ‘cuadro’ ideal en cuyos
vértices colocaron respectivamente a la víctima, al autor, al Estado y al público. Este cuadro representa el marco
en el cual los actores sociales e institucionales crean y definen el delito. El primero y más destacado de esos
vértices estudiados por los ‘realistas’ es el de la víctima, mas no considerado como lo ha hecho la Victimología
convencional, sino en el sentido que se ha señalado antes, es decir en una más precisa relación entre la víctima y
el autor que se debe extraer mediante estudios más localizados, o sea concentrados en la misma área a la que
pertenecen ambos.
El fracaso de la etiología desarrollada por el positivismo criminológico, en tanto que la búsqueda de las causas
del delito únicamente se concentraba en el autor, supuso para el ‘realismo de izquierda’ la necesidad de un
desplazamiento de dicha búsqueda hacia los otros vértices del cuadro geométricamente trazado. De este modo,
también el público y el Estado fueron objeto de prioritaria atención, junto con la víctima considerada de la
forma descripta. En efecto, a partir del reconocimiento que el delito realmente existe y constituye un problema,
en cuanto el análisis del crecimiento de las tasas de la criminalidad y el limitado incremento de los recursos
puestos a disposición de las agencias de control punitivo les demostraban que poco se hacía para poner coto al
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temor del público, los ‘realistas de izquierda’ comenzaron a prestar mayor atención a la necesaria colaboración
entre la policía y los ciudadanos. Ello así, pues la demostración que el simple aumento de los recursos policiales
desaparece dentro de una burocracia siempre en expansión y que el flujo de información del público hacia la
policía es crucial, en el sentido que las denuncias de los ciudadanos constituyen el corazón de la actuación
policial para que la última pueda actuar con eficiencia. De este tipo de afirmaciones fue que los realistas
concluyeron en que el delito no es un producto único del individuo separado de la estructura social, ni tampoco,
por el contrario, sostuvieron la opinión de quienes destacan el primordial efecto de la estructura quitando
importancia al individuo. En su visión no hay espacio para el determinismo ‘orgánico’, ni para el ‘social’. El
enfoque realista es de tipo constructivista, en el sentido que en su ‘cuadro del delito’ todos los vértices juegan
un papel, para definirlo, dentro de un contexto social e histórico dado.
Por cierto, que las propuestas de los ‘realistas de izquierda’ generaron una polémica con las otras tres corrientes
de la denominada ‘criminología crítica’ y muchas intervenciones podrían contrastarse (incluso, aunque de forma
minoritaria, desde el ámbito hispano hablante) con las réplicas que los realistas británicos dieron a ellas.
En fin, el realismo de izquierda puso su énfasis de estudio en la delincuencia urbana, en la manera en que la
estratificación social explica los casos de desviación y de delito. Dentro de esta corriente, hay investigaciones
sociológicas que tienen un tinte feminista, llamados los estudios de género. Hasta hace poco no se habían
estudiado las desviaciones que provocan las mujeres, la delincuencia femenina. Nombramos como realistas de
izquierda a Taylor, Walton, Young, Matthews y Lea. Sostenían que el delito era una expresión de lucha de
clases de los individuos contra las condiciones imperantes del sistema (circunstancias socioeconómicas). El
delito es funcional para el sistema capitalista, el cual levanta una maquinaria represiva y de control en torno a la
guerra contra el delito. La lucha contra el delito se convierte en la construcción de nuevas formas de vigilancia y
control sobre la sociedad y determinados grupos potencialmente peligrosos contra la propiedad y la estabilidad
del sistema capitalista. La criminología critica entendía que las causas del delito se encuentran en la estructura
social, pero señalaban la importancia de la desigualdad relativa; esto es, el delito no se relaciona tanto con la
pobreza o el desempleo, sino más bien con la ausencia de alternativas a una situación de privación relativa
concreta, que puede darse en cualquier estrato social y en cualquier período económico. En la ausencia de
alternativas, las personas recurren a los medios individualistas para superar tales condiciones que lo encierran.
Por lo tanto, atendiendo a factores culturales, el análisis de los criminólogos críticos se centra en la estructura
cultural de la sociedad y concluyen que el delito y su control como “constructos culturales”, siendo el primero
de abajo-arriba y expresión de resistencia frente al segundo (de arriba-abajo). El delito no es entendido como
una transgresión de la ley, sino que es una manera de resistir la dominación y sus imposiciones; no se enfatiza la
culpabilidad de quien comete un delito, sino que se lo ve como una víctima del sistema, cuyo resultado es la
resistencia.
Otro de los aportes del realismo de izquierda, fue el descubrimiento, el alumbramiento, de nuevas temáticas que
habían sido ignoradas, como la criminología feminista (estudios de género). Tradicionalmente, la sociología del
conflicto ignoraba la problemática de la delincuencia femenina. Cuando desde los 70 se comenzó a atender el
problema se investigó desde las estadísticas judiciales, en los que los hombres aparecían como más delincuentes
que el sexo femenino. La respuesta se debe a que a la mujer se la tenía como mujer del ámbito doméstico y
sometida al hombre, por lo que fueron ignoradas por muchos en las investigaciones de campo.
Utilizará la teoría del etiquetaje propia de los interaccionistas, pero para utilizarla con otro enfoque. El delito es
resultado del ejercicio del poder por el Estado y la explotación de los mercados sobre la estructura social. La
delincuencia es una etiqueta que se adhiere a conductas y personas no legitimados desde la ideología dominante
que se aplica a los que conspiran contra el desenvolvimiento del capitalismo. Las etiquetas se utilizan desde las
instituciones encargadas del control, la vigilancia y represión, de forma negativa, para aquellas conductas que
tienen alguna implicancia u obstáculo respecto del desempeño del capitalismo. Es decir, el autor considera que
algunas instituciones como serian por ejemplo el poder penitenciario, policía, poder judicial entre otros, pueden
etiquetar de manera negativa a quienes:
C Profesión jurídica.
Una actividad profesional, refiere a una cualidad de certeza o excelencia de un trabajo bien hecho. Hay que
distinguir entre las profesiones y el oficio. La profesión Jurídica ha sido objeto de estudio tanto por la vertiente
funcional como por la crítica. En general, los temas tratados por ambas pueden agruparse:
🖍 Estratificación de la profesión y relaciones entre el nivel social del abogado y el nivel social de los clientes.
Junto con este tema suelen tratarse los prejuicios sociales que afectan a la profesión y los raciales en los
países en que existe.
🖍 Conflictos profesionales de roles (defensa de clientes o de la justicia, profesión ética o negocio privado).
🖍 Problemas que plantea la relación profesional entre el abogado y el cliente.
🖍 Relaciones entre abogados y jueces.
🖍 Los abogados y el ejercicio del poder político.
🖍 Análisis económico de la profesión con énfasis general en su proletarización.
🖍 Evolución de la matrícula y las diversas formas de ejercicio de la profesión, proporción por sexos y relación
entre número de abogados y número de casos, lo que lleva al análisis de las diversas formas de ejercicio
profesional (individual, colectivo, público, privado, etc.).
🖍 Distribución (generalmente inequitativa) de los servicios legales y efectividad de las defensorías de indigentes
(servicios legales gratuitos).
Muchos de estos temas fueron anticipados en una obra insoslayable, agudamente crítica pero no marxista:
‘Demasiados Abogados’ de Piero Calamandrei. Fundado en estadísticas de la época, pretende llamar la atención
sobre la crisis de los estudios jurídicos, la baja motivación académica de estudiantes y profesores de derecho, y
movilizar hacia una revalorización de la abogacía. La totalidad de los problemas que el autor señalaba para la
Italia de 1920 son absolutamente vigentes, sólo difieren en que se han agravado.
Para Calamandrei, la abogacía se ha transformado en un peligroso estímulo de la litigiosidad y mala fe procesal,
con motivo del exceso manifiesto del número de abogados, respecto de las causas que requieren tratamiento
judicial. Este fenómeno hace aumentar el número de los miembros del proletariado forense que vive de crear
litigios para beneficiarse de sus magros resultados. El aumento del número de abogados trajo aparejada la
disminución de la calidad técnica y cultural de la mayoría de los profesionales. Los jóvenes salen de la
universidad casi siempre desprovistos de una orgánica y sintética orientación institucional, que les permita
estudiar autónomamente, sin guías. Nadie piensa en darles, aunque oficialmente se afirme lo contrario, un poco
de instrucción práctica.
Observa con agudeza el deterioro de la relación entre jueces y abogados, al considerar los primeros, que los
letrados hacen todo lo posible para demorar las causas e impedirles a los magistrados conocer la verdad de los
hechos. No deja de relacionar valores de clase media y presión hacia la universidad, donde miles de jóvenes no
buscan la ciencia, sino el billete de ingreso a empleos profesionales. Hay que reconocer que, en muchos países,
este cuadro no sólo no ha variado, sino que tiende a empeorar: siguen acercándose muchos a las profesiones
jurídicas por la relativa facilidad de la estructura de la carrera, que lleva a la selección por descarte.
La obra de Calamandrei es una dura crítica a estudiantes y abogados, pero parte de un reconocimiento básico
que las teorías críticas no observaron en un comienzo: la necesidad funcional del conocimiento especializado de
la técnica jurídica. Lo que pretende el autor es crear una conciencia sobre la importancia de la seriedad y
honestidad profesional, para cumplir acabadamente con los objetivos sociales de la profesión. Calamandrei es
abogado y procesalista, y reflexiona como tal.
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Campos temáticos y problemas claves de la judicatura:
* Crisis de la Justicia: la justicia está en crisis porque falta legitimidad, debido a que la sociedad demuestra un
rechazo a sus procedimientos.
* Factores psicosociales y decisiones judiciales: vinculado al problema de la eficacia del derecho. En base a que
criterios los jueces dictan sus fallos y demás.
* Judicatura y sociedad: ¿De dónde provienen los jueces? ¿Cuáles son las relaciones con la sociedad? ¿Cómo se
integran los jueces a la sociedad y cómo ésta ve a los jueces?
* El funcionamiento de los órganos de justicia: cuestiones estructurales y funcionales del aparato judicial, las
ideologías de los administradores de justicia y la opinión pública en torno a la práctica judicial y el derecho en
general.
El derecho surge como un instrumento para la resolución de disputas, la ejecución de la regulación, la custodia
del conocimiento, son 3 cuestiones básicas que realiza todo orden jurídico en cualquier sociedad (es una
perspectiva funcionalista); en la medida que se dieron estas 3 cuestiones ha surgido la necesidad de un grupo de
individuos que se especializan en el conocimiento del derecho y son los que se encargan de la custodia de sus
formas y sus valores.
oPor un lado, los funcionalistas como van a interpretar a las profesiones jurídicas como una suerte de mandato
social; es la sociedad la que expresa una expectativa, una necesidad de cumplimiento relacionado con un
servicio público, que en este caso el mundo de los profesionales del derecho va a cumplir o llenar ese cometido,
es decir, que los individuos se van a orientar en función de esas expectativas sociales y de ese mandato
social, según
Parsons. En palabras similares, las profesiones se vinculan a un ideal de servicio público; es la sociedad como
sistema que otorga un mandato a un conjunto de individuos (que forman una corporación) que tienen un
conocimiento específico y que la sociedad considera como relevante. Le otorga una serie de normas y una
deontología que van a guiar la ética profesional. Va desde la sociedad hacia los grupos. El funcionalismo
enfatiza la importancia de la profesión por su orientación al Servicio Público y por su implícito reconocimiento
de la interdependencia funcional sobre la que se apoya la solidaridad social. La conducta profesional se rige por
exigencias o normativas de acuerdo con la posición de cada uno en el orden social. Sus roles se rigen, no por las
reglas del mercado, sino por valores y normas específicas socialmente determinados; son vehículos de
moralidad ocupacional. Durkheim dice “Las profesiones son vehículos de moralidad ocupacional; una
estructura de regulación que cubre el vacío entre las normas del estado y las condiciones de la vida real”. La
figura que representa al sistema jurídico en todas las culturas tiene que ver con la idea del juez. Los jueces son
los hacedores del derecho, aquellos que vinculan la propuesta que hace el legislador con la realidad. Según el
funcionalismo, los jueces realizan constantemente una doble función interpretativa e integradora de las normas:
son cuasi legisladores. Son órganos residuales con facultades para solucionar los conflictos del derecho.
En cuanto al derecho, el sistema jurídico, como subsistema, tiene imperativos. Así, los imperativos funcionales
de un sistema jurídicos son: la satisfacción de las necesidades del cliente; la organización de la doctrina y
procedimientos para cumplir los fines legislativos; la integración de la doctrina y procedimientos en sistemas
internamente coherentes; el mantenimiento de la tradición y valores jurídicos de la profesión y el sistema. El
desempeño de los jueces, tribunales y litigios se presupone sobre la base de cuatro elementos: imparcialidad,
doctrina, litigios e independencia. Shapiro estableció el prototipo o ideal de tribunal, que comprendía también
cuatro elementos: un juez independiente; que aplica normas preexistentes; mediante procedimientos litigioso; y
que elabora una decisión dicotómica (sólo le da la razón a una de las partes).
oLos interaccionistas entienden que, un conjunto de individuos que poseen ciertas habilidades o conocimientos
proyectan hacia la sociedad la imagen que tienen ellos mismos de sí mismos; e imponen y reclaman a la
sociedad ese mandato. Va desde el grupo hacia la sociedad, para obtener de todos ellos una licencia, que les
permita acaparar el ejercicio de esa actividad y así considerarla como una profesión. Si los miembros de una
ocupación tienen sentido de comunidad, reclamarán de la sociedad un mandato para ejercitar su licencia. La
organización es un medio por el que un grupo ocupacional particular controla en su propio beneficio las
existencias de servicios en el mercado de trabajo (monopolio).
oLa otra perspectiva teórica tiene que ver con la conflictualista. Evidentemente su concepción tiene que ver con
las diferencias de clase con la realidad de toda sociedad capitalista, que está basada en una confrontación de
intereses sociales en ese contexto los profesionales del derecho seguramente se van a posicionar según los
intereses de clase a los que representen no va a estar la profesión jurídica orientada al servicio público, al hacer
posible la custodia y vigencia de los valores esenciales que expresa el orden jurídico sino más bien van a
representar los intereses de los grupos más dominantes de una sociedad según como este cada uno de ellos
posicionados en la estratificación social. Así, las profesiones son conocimientos que se monopolizan en
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beneficio de los grupos dominantes. Directa o indirectamente están sirviendo a los últimos intereses, a la
ideología que inspira todo el orden normativo. Subrayan los fundamentos clasistas de las profesiones,
indagando sus bases
económicas. El concepto de profesión existe sólo como aspecto de la ideología que justifica los privilegios de
grupos sociales particulares.
La sociología jurídica de base marxista comienza en este campo entonces, de modo coherente con sus principios
teóricos: así como el derecho resultaba repudiado, no reserva papel alguno a los abogados, sus agentes. En el
nuevo Estado comunista, los abogados (instrumentos improductivos del capitalismo), se eliminarán al
desaparecer los conflictos derivados de la propiedad privada. El repudio proviene de considerar al abogado un
aliado del capital y de la burguesía, un colaborador en la explotación del proletariado. Marx no les había
prestado atención inicial, por su insignificancia en el proceso productivo y por su reducido número. La
evolución de la teoría llevó a considerar que, dentro de los países capitalistas, se cumplen funciones ideológicas,
de represión, de conducción y de supervisión de la clase trabajadora. En este panorama, la profesión legal se
encuentra generalmente vinculada a ellas: por el control social (derecho penal), las relaciones de producción
(derecho laboral) y relaciones entre comerciantes y corporaciones (derecho comercial y parte del internacional
privado).
Esta base económica de las profesiones se observa cuando uno ve las formas en que determina el ejercicio de la
profesión jurídica: la llamada estratificación profesional. Vemos que en el mundo de los abogados, existe el
clásico abogado individual, las llamadas firmas de mediana extensión, y los grandes estudios jurídicos o las
llamadas mega abogacía cada uno de estos estratos profesionales seguramente tiene clientes acordes a ese nivel
económico y evidentemente los intereses que esos profesionales defenderá o a las corporaciones jurídicas,
evidentemente serán muy diversos, lo que podemos decir que existen pocos lazos de experiencia o intereses
comunes, existe una extrema diversidad de trabajo, puntos de vista y esto limita la eficacia o el compromiso
moral con esos valores a una relación más cercana a los intereses propios y los intereses del cliente, qué queda
entonces de los valores que el consensualismo nos inculca o nos pretende demostrar que existen incluso a la
hora de entender el ejercicio de la profesión, en este caso jurídica (la ética profesional).
Recordemos la opinión de Arnold de generar la inducción de unidad podemos decir que aplicarlo al caso y
también decir que los profesionales del derecho tienden a buscar, a generar una imagen de comunidad de valores
de compromiso con el derecho ante la opinión pública y eso se pone en ejercicio cuando supongamos existe un
caso de escándalo o algún caso que pueda herir a la credibilidad de la corporación de los profesionales del
derecho por alguna circunstancia particular, ahí hay una especie de autodefensa corporativa, pero luego pasada
la crisis volvemos a lo de siempre que es el compromiso más relacionado con los intereses propios y los del
cliente. Los valores oficiales son importantes como un símbolo profesional de aparecer como comunidad pero
que se enfoca muy poco en la práctica, como podemos sintetizar lo realizado hasta aquí: ante todo decir que la
relación entre derecho y poder, es una relación sumamente compleja y evidentemente uno de los temas centrales
de la sociología jurídica.
En un punto coinciden la teoría crítica con los estudios funcionales sobre la abogacía: la creciente
proletarización de la profesión, aunque las causas de las que derivarían son diversas. Desde el punto de vista
critico lleva a la determinación de nuevas funciones que los abogados puedan cumplir en una sociedad
capitalista, al tomar conciencia de la situación de clase, o asumir voluntariamente la defensa de los estratos
desposeídos. “A esto apunta el tema acceso a la justicia”.
En América Latina la justicia está en un punto de debate social y político, que tiene que ver con los temas de la
eficacia, de la legitimidad, de la imparcialidad, la independencia de los poderes, la necesidad de contar con un
servicio de justicia eficiente y demás.
¿Cuáles son los valores oficiales de la práctica jurídica? La ética profesional es fundamental en la imagen
pública y en la auto imagen de la profesión, pero la gran variedad de formas de trabajo jurídico y el entorno
ocupacional son más importantes en la determinación de los valores de los abogados que las prescripciones
profesionales generalizadas. Los valores oficiales son importantes como símbolos y como necesidad profesional
de aparecer como comunidad, pero se enfrentan con la necesidad de la práctica. En cierto modo, los valores
sostienen la llamada ética profesional se ponen en juego solamente cuando se ponen en tela de juicio la imagen
de la comunidad de la corporación.
Los jueces, los tribunales y la justicia en los litigios, ¿Están capacitados realmente para resolver los conflictos?
En la práctica no representa una auténtica solución del conflicto, aceptada por las partes, sino que es una
solución impuesta dos contra uno, que puede hacer difíciles las subsiguientes relaciones entre los litigantes
(Roger Cotterrell). La mediación judicial llegó para intentar solucionar este problema. ¿Son los conflictos, la
parte más importante del trabajo de los tribunales? La administración de Justicia no sólo resuelve pocos casos
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litigiosos, sino que buena parte del tiempo lo pierden sus funcionarios en hacer cumplir las sentencias. De ahí
que se estime que la función que cumplen los tribunales es más indirecta que directa, legitimando la acción que
se emprenda fuera de los tribunales en soporte de ciertos intereses.
¿Cuál es la función social de los abogados? Los abogados se debaten en una doble perspectiva: de profesión
liberal y de servicio público. Tales son los ejemplos de los abogados estadounidenses y los alemanes. La
función social del abogado y de servicio público es significativa ya que, con frecuencia, su tarea se centra en
orientar al cliente resolviendo sus problemas, formulando sus propuestas y mediando entre las partes, lo que lo
convierte en un agente eficaz del derecho. Es un agente que ejercita una función indispensable que acerca el
derecho a la ciudadanía.
Los profesionales del derecho, ¿son una comunidad? De la experiencia resulta que: existen pocos lazos de
experiencia o intereses comunes entre ellos; extrema diversidad de su trabajo, puntos de vista y entornos; limita
la eficacia del compromiso moral de la profesión con las obligaciones de la relación abogado-cliente. La
estratificación social altera el sentido de comunidad profesional con intereses comunes, ya que no deja de ser un
mercado donde hay fuertes posicionamientos que rompen el sentido de solidaridad profesional; cada uno tira de
su carro. Así, surgen diferentes estratos: megaabogacía, firmas de mediana extensión y abogados individuales.
En las décadas de la era global, el derecho como las demás áreas se ha globalizado, impactando en el ejercicio
de las profesiones. Así, los caracteres de la nueva abogacía presentan desafíos como: la especialización, que se
ha vuelto una necesidad; la segmentación de la clientela (por tareas que toman otros profesionales); la
estratificación (por la pérdida de independencia en favor de los funcionarios y abogados de empresas, ya que
existe la mega abogacía y firmas de mediana extensión en desmedro del abogado individual); la falta de
solidaridad entre los abogados en un mercado competitivo (aumento considerable de las mujeres en la
profesión); gran número de ingresantes a la carrera y diversidad de género (democratización); fuerte tendencia
al crecimiento de las empresas jurídicas (principalmente en el mundo anglosajón); expansión de la demanda de
las empresas, sobre todo con la globalización; aumento de la brecha de ingresos; litigación en serie y
estimulación de la litigiosidad por parte de la empresa; profundización de la jerarquización interna de las
profesiones. Todo ello se da también en Argentina, incluyendo la accesibilidad geográfica de la carrera; una
mayor importancia política y social del poder judicial (30% aumento del número de jueces); y la variación en el
papel de los abogados en la vida social en las últimas décadas.
En la mayoría de los países latinoamericanos, la expansión de la educación superior ha contribuido a ampliar los
contingentes de abogados y ha hecho más variada su composición social, tanto en términos de género, clase
social y etnia. La expansión del poder judicial y el desarrollo de las grandes empresas jurídicas acentúan la
diversidad en las inserciones ocupacionales de estos profesionales. Esta diversificación se manifiesta en una
mayor salarización y menor independencia del ejercicio de la profesión (se trabaja para otros. No significa que
la figura del abogado individual desaparezca, pero el problema es que sus ingresos son cada vez menores). Las
reformas neoliberales en América Latina acentuaron las desigualdades sociales. Estudios sociológicos
efectuados en Argentina entre 1995 y 2003, demuestran que los abogados han sufrido la suerte de los clientes.
Los hombres siguen siendo mayoría en el sistema jurídico de América Latina, en especial en los cargos de
mayor responsabilidad, según lo registra una encuesta realizada entre un número similar de hombres y mujeres
que desempeñan puestos en fiscalías y en tribunales de distintas instancias, incluyendo diputados y magistrados
de CS de estos 6 países latinoamericanos. En todos los países estudiados, los hombres son mayoría entre jueces
y fiscales. En Argentina, los hombres son el 64%, en Bolivia 61 %, en Perú 65% y en Ecuador 83%. Sólo en
Colombia la proporción de hombres baja al 52% y en Chile al 56%. El principal destino de las mujeres es el área
del derecho de familia, considerado socialmente como el más vinculado al mundo femenino y el de menos
prestigio profesional. En Argentina ha crecido el conjunto de estudios jurídicos con más de 50 abogados, como
en la mayor parte de Latinoamérica.
El sistema jurídico, como subsistema de la sociedad, realiza contribuciones a éstos. Así, según Harry
Bredemeier, vemos las funciones de los tribunales en el siguiente cuadro:
Acceso a la justicia.
Este tema deriva de la confrontación entre las expectativas que surgen de la ley (para la cual todos los
ciudadanos pueden acudir a los tribunales en defensa de los derechos, y de igual manera se encuentra
garantizada la defensa en juicio) y las condiciones reales de tal acceso y de la supuesta defensa. El derecho de
acceder a la justicia se entendió tradicionalmente como un derecho natural que tenían las personas afectadas
para litigar o defenderse, es decir, como un derecho del cual el Estado sólo debía impedir, también formalmente,
su violación.
Las posibilidades desiguales para litigar constituyen un tema que interesa a toda la sociología jurídica, en cuanto
muestra una ruptura entre la declaración formal de un derecho y su alcance real. Puede litigar el que tiene, entre
otras cosas, recursos de variado tipo, lo más de los cuales dependen de su posición socioeconómica y
educacional: alto costo del proceso hace dificultosa o imposible la interposición de demandas de menor cuantía;
el promedio d duración de los procesos, requiere del que intenta un pleito y su capacidad económica para
esperar su resultado; las ventajas particulares de algunos litigantes, permite una mayor defensa letrada (mayor
disponibilidad para gastos procesales, conocimiento del derecho y de los modos de defenderlo).
Acceso a la justicia-Diferencias de clase: la desigualdad ante el derecho se convierte en una desigualdad de
Poder, para utilizar el poder coercitivo del Estado en defensa de sus intereses; y es un importante aspecto de la
legitimidad democrática por el principio de igualdad ante la ley.
Según el funcionalismo, la desigualdad es una necesidad, es algo inevitable. La desigualdad es funcional para el
sistema, es un estímulo para el progreso. Debe haber en la sociedad una diversificación de tareas y, por lo tanto,
una diferenciación de las retribuciones. Para los conflictualistas, en especial para Marx, la sociedad capitalista es
una sociedad de clases y por ello desigual; para que el capitalismo funcione, debe haber desigualdad. Por su
lado, Weber dice que la desigualdad no genera una lucha de clases, sino más bien una competencia y conflictos
por recursos que son escasos; pero no hay una confrontación de clases. Los autores críticos estudian el tema del
acceso a la justicia vinculado con los grupos marginales y sus luchas sociales, así como las luchas obreras para
el reconocimiento de derechos formalmente declarados. El tema toma en la sociología jurídica crítica una
dimensión específica: se refiere al estudio de las causas por las cuales las cuestiones procesales no pueden ser
resueltas como cuestiones técnicas, y deben observarse, las funciones sociales que desempeñan. La contribución
de la sociología crítica consiste en investigar sistemática y empíricamente los obstáculos al acceso efectivo a la
justicia por parte de las clases populares con vistas a proponer las soluciones que las pudiesen superar,
aceptando que los obstáculos son económicos, sociales y culturales.
Las regularidades que aparecen en la investigación empírica son claras: la litigiosidad decrece con el nivel
económico, por ignorancia del derecho, por alienación del mundo jurídico que sufren las clases bajas, que las
desalienta a iniciar acciones aun cuando crean que han sido vulnerados sus derechos reconocidos, así como una
difusa sensación de temor a represalias por hacerlo. También pesa la distancia de las ciudades, la ausencia de
abogados como parte de su medio social de interacción, situación que dificulta el contacto y torna ausente el
consejo jurídico desinteresado. Otro problema es el tratamiento que dispensan a las clases bajas la policía y la
administración de justicia, y la mínima posibilidad de defensa que estos sectores tienen ante la acusación de
cometer delitos, frente a las que poseen los sectores más elevados de la población, que logra, a partir de ellos,
eludir o minimizar las penas. La sociología crítica considera que la discriminación social en el acceso a la
justicia no es solo económica, sino además sociocultural, y que por ello las condiciones que permitan su
modificación exceden los recursos disponibles en una sociedad capitalista para tales fines, descontando el
fracaso de las defensorías pobres, consultorías gratuitas, etc., para hacer frente íntegramente al problema.
Los Estados a su vez, poseen normativas específicas en sus Constituciones Nacionales que de una u otra manera
garantizan el acceso a la justicia o igualdad ante la ley. El problema del acceso a la justicia afecta en mayor
medida a los sectores más desfavorables, entendidos como aquellos de menores ingreso económicos, al igual
que su capacidad para interactuar socialmente, que el resto de la sociedad. Dentro de estos sectores de la
sociedad más desfavorecidos, también se pueden incluir otros que no necesariamente deben reunir los requisitos
anteriormente mencionados. Para el estudio del acceso a la Justicia, también se incluyen las Poblaciones
Indígenas, las Mujeres, las Poblaciones Autónomas por razones étnicas o culturales y los discapacitados. A su
vez el aumento en el perfeccionamiento de otros sistemas, la justicia en América Latina posee una imagen
pública baja. El descontento de la sociedad es muy claro, dado que sostienen una visión del sistema como
inaccesible en muchos casos, influyente en sectores de la alta sociedad y la política en otros.
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La estratificación es la clasificación o jerarquización de los individuos según la categoría a la que pertenecen o
se les asigna (Macionnis-Plummer). La estratificación hace referencia a las desigualdades estructurales que
existen entre diferentes grupos de individuos (Giddens). La estratificación se refiere a la división de una
sociedad en capas o estratos de personas que tienen cantidades desiguales de recursos escasos pero deseables, de
oportunidades de vida y de influencia social (Donald Light). Principios básicos de la estratificación: la
estratificación es una característica de la Sociedad en su conjunto y no de algunos de sus miembros
considerados individualmente; el sistema de estratificación se perpetúa de generación en generación; en las
sociedades industrializadas hay movilidad social, esto es un cambio de posición que el individuo ocupa en la
jerarquía social; los criterios usualespara definir una forma de estratificación son el dinero, el poder, el prestigio,
el género, la etnia y la edad. La movilidad social se refiere al desplazamiento de individuos y grupos entre
distintas posiciones socioeconómicas (Giddens). Así, existe la movilidad social ascendente/descendente; una
movilidad social intrageneracional (son situaciones excepcionales, donde un mismo individuo pasa de la
pobreza a la opulencia, por ejemplo); y una movilidad social estructural (todos los sectores se ven afectados).
En nuestra Constitución Nacional:
🖍 El Artículo 18 establece las garantías de proceso: “Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio
previo fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni juzgado por comisiones especiales, o sacado de los
jueces designados por la ley antes del hecho de la causa. Nadie puede ser obligado a declarar contra sí
mismo; ni arrestado sino en virtud de orden escrita de autoridad competente. Es inviolable la defensa en
juicio de la persona y de los derechos”.
🖍 El Articulo 75 inc. 22: consagra la primacía de los tratados internacionales en materia de DDHH (entre
ellos el acceso a la justicia). Por ej.: La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; la
Declaración Universal de Derechos Humanos; la Convención Americana sobre Derechos Humanos; el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; etc. Todos con carácter constitucional y
forman parte inherente a nuestra Carta Magna.
🖍 La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) considera que los Estados miembros tienen la
obligación de organizar sus poderes para hacer efectivo esta igualdad, en 2 aspectos, 1º creando las
condiciones jurídicas y 2º creando las condiciones materiales (acciones positivas).
Como vimos la organización de los Estados Americanos considera que es un deber de los Estados promover no
solamente los derechos en una manera meramente enunciativa, sino aplicar políticas publicas efectivas que
aseguren a todos los ciudadanos esta posibilidad no solo en condiciones jurídicas, sino también materiales.
Cuando hablamos de condiciones no solo nos referimos a condiciones de tipo monetarias, sino también lo que
hace a la organización, la difusión de los derechos, la accesibilidad geográfica (la disposición de los tribunales,
la mejor manera posibles de estar distribuidos dentro de un territorio estatal), asegurando una sustancia material
a los derechos que se han enunciado en la CN.
La problemática del acceso de los ciudadanos a la justicia incluye no solo aspectos jurídicos sino también de
carácter cultural y simbólica, tiene que ver y podríamos relacionarlo con los temas de la cultura legal externa,
cuantas veces los ciudadanos por una perspectiva lejana de los hechos judiciales o por una percepción que la
justicia no está de su lado, podemos decir no está en la defensa de criterios de verdadera liquidad e
imparcialidad, son aspectos que de alguna manera obstaculizan esa fluidez que debería haber entre los
ciudadanos, el derecho y el sistema jurídico. Entonces el acceso a la justicia es una responsabilidad compartida
por los tres poderes del Estado:
El acceso a la justicia puede ser considerado por:
a) El acceso propiamente dicho (representación por un abogado).
b) La disponibilidad de un buen servicio de justicia (procedimiento judicial en tiempo prudencial).
c) La posibilidad de sostener el tiempo completo del proceso (disponibilidad económica).
d) El conocimiento de los derechos por parte del ciudadano y de los medios para hacerlos valer.
Estas consideraciones nos van marcando la extensión que tiene el problema y tener conciencia de la importancia
que tiene como política de Estado, tanto como por la diligencia política como por los propios ciudadanos que
demanden una mejor calidad de justicia y una mayor difusión de estos derechos y una mayor disponibilidad en
el acceso a la justicia.
Felipe Fucito menciona 2 aspectos conceptuales que deben ser tenidos en cuenta cuando analizamos la
problemática del acceso a la justicia de un modo igualitario:
1- La “Marginalidad Jurídica objetiva”: patrones culturales, económicos y educativos, que se interponen entre
los ciudadanos y el sistema jurídico, estos son medibles (a través de estadísticas), pensemos en las condiciones
socioeconómicas que vivimos en un país.
2- La “Ajenidad Cultural”: la percepción negativa que la población tiene del sistema judicial. Ya hemos visto
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como los ciudadanos, mediante las diferentes experiencias judiciales, ante la información proveniente de los
medios de comunicación, va desalentando de alguna manera la credibilidad de los ciudadanos en el sistema
judicial, esto es muy importante porque en buena medida la legitimidad del régimen político depende de la
credibilidad de su justicia, sino hay justicia en la percepción de los ciudadanos aparece en ellos un estado de
fastidio, de desconfianza que termina contaminando otros aspectos de la vida institucional.
Una de las cuestiones frecuentes en las culturas latinoamericanas o iberoamericanas tiene que ver con los aspectos
relacionados con la corrupción del sistema judicial, la corrupción no solo política, sino también del sistema
jurídico está presente en los medios de comunicación de una manera casi habitual lamentablemente y en los
últimos años en nuestro país hemos visto como números jueces han sido destituidos en procesos muchas veces no
muy claros y con motivos o fundamentos de carácter político menos claros aun.
Cabe destacar la definición de participación ciudadana: proceso social que resulta de la acción intencionada de
individuos y grupos en busca de metas específicas, en función de intereses diversos y en el contexto de tramas
concretas de relaciones sociales y de poder. Es un proceso en el que distintas fuerzas sociales, en función de sus
respectivos intereses, intervienen directamente o por medio de sus representantes en la marcha de la vida
colectiva con el fin de mantener, reformar o transformar los sistemas vigentes de organización social y política.
¿Democracia participativa (deliberativa) vs. Democracia representativa? El término democracia deliberativa
designa un modelo normativo que busca complementar la noción de democracia representativa al uso mediante
la adopción de un procedimiento colectivo de toma de decisiones políticas que incluya la participación activa de
todos los potencialmente afectados por tales decisiones, y que estaría basado en el principio de la deliberación,
que implica la argumentación y discusión pública de las diversas propuestas. Con este modelo de democracia no
se procede propiamente a una innovación de la democracia, sino a una renovación de la misma: la deliberación
trasladada al ámbito político implica una exigente concreción del ideal participativo que encarna la noción de
democracia.
El profesor nos brinda los textos de María Inés Bergoglio que tratan estos temas. El análisis político comparado
ha mostrado claramente que la consolidación de los regímenes democráticos requiere que todas sus instituciones
funcionen. Entre ellas, el establecimiento de la igualdad ante la Ley, expresado en el funcionamiento de una
Justicia independiente de presiones políticas y económicas, ocupa un lugar destacado. La realidad demuestra las
dificultades de las nuevas democracias para independizar la toma de decisiones judiciales de las presiones
políticas. En esta década, aunque la renovación de los turnos democráticos ha mejorado los pronósticos de
estabilidad política, las condiciones sociales y económicas han empeorado significativamente, el aumento sin
precedentes en los niveles de pobreza generado por un proceso de modernización excluyente permite suponer
que las desigualdades entre las clases sociales están aumentando en diversos ámbitos. Analizarla desde la
perspectiva de las clases sociales permite explorar uno de los mecanismos a través de los cuales las diferencias
económicas y educativas implicadas en la estratificación se convierten en desigualdades de poder. La noción de
acceso es un concepto relacional, de difícil medición. De acuerdo con Silberman describe las situaciones que
facilitan el contacto entre los que ocupan y no ocupan posiciones de poder. Los abogados tienen poder en la
medida en que tienen acceso al poder coercitivo del Estado y es a través de ellos que los ciudadanos ganan
acceso al poder estatal. Convirtiéndose en clientes, los ciudadanos establecen contacto con alguien, un abogado,
que puede movilizar el poder del estado en su beneficio. El acceso al Derecho existe cuando los ciudadanos
pueden convertirse en clientes porque son partes de una red de comunicaciones que facilita el contacto con
abogados.
Esta autora llegó a conclusiones como: pese a la amplia oferta de mano de obra, el contacto con abogados
aumenta siguiendo líneas de clase. Tanto la mayor disponibilidad de recursos económicos, que disminuye los
costos relativos, como la mayor educación, que favorece la comprensión de los riesgos involucrados en los
contactos con la Justicia, estimulan el contacto con abogados en los estratos superiores. La experiencia de asistir
a Tribunales, aun siendo menos frecuente, podría encontrarse distribuida menos desigualmente entre los estratos
sociales que el uso del asesoramiento legal. Mientras el consejo de un abogado es un servicio que se compra en
el mercado, por lo que las diferencias entre grupos de desigual poder económico son esperables, no ocurre lo
mismo en el caso del contacto con Tribunales. Siendo la Justicia un poder del Estado democrático, el contacto
con ella debería ser relativamente homogéneo en todos los estratos sociales. Después de todo, aunque las clases
altas utilicen más los tribunales para resolver sus disputas y las bajas figuren con más frecuencia como
imputados en las cortes penales, la probabilidad de ser testigo de un delito es similar para todos. Estos efectos
deberían conducir a diferencias de clase menos marcadas en esta variable que en el contacto con abogados. Los
datos recogidos muestran que la predisposición a litigar aumenta con la clase social.
Por otro lado, afirma que la expansión de la educación superior ha contribuido a ampliar los contingentes de
abogados y ha hecho más variada su composición social. Al mismo tiempo, la expansión del poder judicial
asociada a la democratización y el desarrollo de grandes empresas jurídicas acentúan la diversidad en las
inserciones ocupacionales de estos profesionales. Esta diversificación implica una tendencia a la salarización,
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convirtiendo en menos frecuente el tradicional ejercicio independiente de la profesión.
La corrupción según Transparencia Internacional está socavando las bases de los sistemas judiciales en el nivel
mundial, y negando a los ciudadanos el acceso a la justicia y el derecho humano básico a un juicio imparcial y
justo, o incluso, a veces, simplemente a un juicio. Como vemos según este informe de Transparencia
Internacional la corrupción no es una cuestión de normas, ajenas a la realidad cotidiana de la mayoría de los
ciudadanos, sino que es un cáncer que atenta contra la imparcialidad del sistema y a veces niega el acceso a la
justicia a todos los ciudadanos, sin discriminación alguna a un juicio, porque a veces se requiere llegar a un
juicio para aclarar algunas cuestiones. Por ej. Las denuncias acerca de la honorabilidad de las personas son
procesos extremadamente largos, costos y generalmente llegan tarde, cuando la opinión pública ha terminado
juzgando a la persona, que se demuestra luego de ese proceso que es inocente, pero que al llegar tarde la justicia
no puede borrar el descredito de ese individuo ante la sociedad. En este caso es una inoperancia producida por
su lentitud por parte de la justicia. La corrupción salpica todos los órdenes de la vida social, no es algo que si a
mí no me toca es un tema menor, porque en algún momento nos va a perjudicar, en términos generales o muy
particulares. El acceso a la justicia y la corrupción como vimos están íntimamente vinculados.
El informe Global de la Corrupción 2007, titulado: Corrupción en Sistemas Judiciales, señala claramente: “El
deterioro de estándares internacionales se evidencia en países como la Argentina y Rusia, donde los poderes
políticos han aumentado su influencia sobre el proceso judicial en años recientes. Y para los jueces que se
resisten a ser comprometidos, la represalia política puede ser expedita y severa. Los procedimientos injustos o
inefectivos para disciplinar y destituir a jueces corruptos pueden terminar usándose en cambio para eliminar a
jueces independientes”. Este es el otro costado de la corrupción de los sistemas judiciales es la vinculación
indebida entre el poder político y el poder judicial, la presión que se da entre los mismos jueces es en algunos
casos inocultable, causas que van feneciendo, que van prescribiendo, porque duermen en los despachos
judiciales, terminan desvirtuándose las denuncias y cayendo en el olvido pensando algunos datos en los últimos
14 años en Argentina los tribunales han acumulado 750 procesos por corrupción de los cuales en los últimos 5
años solamente fueron condenados 15 funcionarios de segunda categoría. Algunas reformas judiciales que se
han dado en A. Latina y particularmente en Argentina con la pretensión de darle mayor transparencia a la
justicia y aumentar la baja estima que tienen los ciudadanos por el sistema judicial, en verdad no han dado
resultados efectivos hasta el momento, incluso el Consejo de la Magistratura que se ha implementado en nuestro
sistema no ha contribuido debidamente por lo menos no ha cumplido con las expectativas que se habían
generado con esta transparencia del propio sistema de selección de los jueces y una verdadera independencia de
la justicia respecto del poder político, de lo contrario este Consejo de la Magistratura ha convalidado estas
disposiciones ya políticamente establecidas.
La otra gran cuestión relacionada con el acceso a la justicia es los problemas relacionados con la celeridad de la
justicia, es bien conocida la expresión que dice “es preferible un mal arreglo a la incertidumbre que implica un
largo proceso, cuyo resultado se desconoce, muchas veces es impredecible y es sumamente costoso”, a lo largo
de muchos años el proceso sigue su vida de una manera muy lenta, mueren testigos, mueren demandantes y
nunca se llega a conocer la verdad. La celeridad de la justicia es un tema fundamental que debería ser una de las
prioridades de toda reforma de la justicia.
Datos: la Argentina es el país Iberoamericano donde más duran los juicios civiles y penales y donde la gente
menos confía en los jueces. Solo los jueces de Ecuador despiertan menos confianza en la gente; otro dato
desalentador para nuestra Justicia, según el informe UIBA, es que Costa Rica y la Argentina son los países
donde más tiempo transcurre entre la comisión del crimen y la realización del respectivo juicio oral; a la hora de
medir la duración promedio de los juicios civiles, el resultado también es desalentador: en la Argentina duran 5
años; Chile y Colombia 2 años y 9 meses; España 7 meses y Uruguay 4 meses. Lamentablemente estos datos
nos ubican en una situación verdaderamente preocupante, si el promedio son 5 años deja muy poca esperanza
para los ciudadanos en pensar que la justicia realmente es un instrumento útil en la defensa de sus derechos.
Resolver los problemas que tiene el sistema de justicia, va creciendo esta necesidad en cuanto a medida que
lamentablemente, por ej. Algunas tasas como la delincuencia van aumentando, no solo la mera percepción de
los ciudadanos en cuanto a la inseguridad ciudadana sino también relacionado con otros delitos que se van
haciendo cada vez más habituales. Pero en cuanto a la seguridad personal, que es uno de los principales
reclamos no solo en Argentina sino en toda Latinoamérica, algunas cifras para que veamos de cómo va
aumentando este problema y que grave es en este sentido para asegurar verdaderamente un Estado de derecho
pensemos que una de las pretensiones o aspiraciones de todo Estado de Derecho es asegurar a sus ciudadanos la
propia vida y sus propiedades al menos. En el año 2004, para tener en cuenta a los europeos, tuvieron una tasa
media de 3 homicidios cada 100 mil habitantes; la tasa de la Argentina fue de 10,2 homicidios cada 100 mil
habitantes, la de Colombia 10 veces mayor, es decir 102 homicidios por cada 100 mil habitantes, y la tasa
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promedio de la región es la de 25 crímenes por cada 100 mil habitantes. ¿Qué hacer ante esto? Aunque sea para
resolver un mínimo los problemas relacionados con el acceso a la justicia.
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3- Brindar alternativas a los ciudadanos en cuanto al tipo de servicio jurídicos que desean:
a- Incluir asesoramiento y orientación general, (relación con la disponibilidad del asesoramiento jurídico con
respecto al ciudadano).
b- Representación en instancias administrativas o de negociación privada, (también los abogados pagos por el
Estado para los que no puedan).
c- Patrocinio jurídico ante tribunales o el uso de métodos de solución de conflictos (relacionado con la
generalización de la mediación, que se ha incrementado con resultados satisfactorios).
4- Financiamiento suficiente y adecuado: es otra cuestión que está relacionada con las posibles medidas como
política pública está relacionada con la cuestión estrictamente económica, es decir, el financiamiento suficiente
y adecuado, en todos los países de la región los presupuestos destinados al poder judicial, a la administración de
justicia han incrementado notablemente, esto ha permitido en algunos casos el aumento de mayor disponibilidad
edilicia, una informatización de la tarea administrativa, un aumento importante en el número de jueces, es decir
ha permitido un ensanchamiento del servicio de justicia que no siempre implica mejor calidad, pero como suele
suceder unas cuestiones son las cifras absolutas y otra es la calidad del uso de esa cantidad de dinero con el
resultado final, a veces no por mayor cantidad de presupuesto vamos a significar una mejor calidad del servicio.
5- Independencia: tema bien complicado y muy actual. Está relacionado con la independencia del poder judicial,
como ya hemos comentado es un problema que no tiene aparentemente aun una resolución suficiente, la
independencia se ha visto vulnerada constantemente según los gobiernos, que los gobiernos terminen corriendo
judicialmente a sus antecesores y quedan impunes durante el periodo de su mandato, y hay que esperar que
terminen sus mandatos para empezar a esclarecer algunos hechos, que se van denunciando en la prensa pero que
mientras tanto gozan de una invulnerabilidad a todas esas críticas.
6- Simplificación de los procesos: también está relacionada con la propia administración, y tiene que ver con
que la excesiva burocratización no es garantía de mayor objetividad muchas veces, al contrario, permite la
utilización, la manipulación administrativa de las partes que permite dilatar innecesariamente la duración de los
procesos. La simplificación es un tema de carácter fundamentalmente administrativo, y requiere como todo lo
que hemos visto hasta ahora una voluntad política de hacerlo efectivo.
7- Brindar educación jurídica: Tiene relación con la cultura jurídica. El desconocimiento de los derechos por
parte de los ciudadanos es verdaderamente un obstáculo cultural, que se puede remover, que se debe hacer y que
como ya hemos visto es una tarea evidentemente de años, pero es importante y posible. La divulgación de un
conocimiento esencial, básico de los derechos constitucionales y de normas específicas que tienen que ver con
la defensa de los derechos individuales y sociales, es una tarea que debería ser brindada no solamente por el
estado sino también por otro actor que es importante tenerlo en cuenta y está relacionado con las organizaciones
NO gubernamentales, que tienen como cometido especifico la divulgación de los derechos. Podría ser
interesante ver que fuente de financiación no necesariamente publica incluso privada y brindándole un marco
jurídico adecuado permita en el tiempo una mayor expansión de la actividad de estas organizaciones y que
facilite de alguna manera la tarea que el propio estado tampoco tiene porque renunciar. Es una obligación
fundamental la divulgación de los derechos y que de alguna manera estos se hagan carne de los ciudadanos
8- Brindar mecanismos alternativos de resolución de los conflictos jurídicos: la instrumentación de algunas
medidas que permitan la resolución de los conflictos privados sobre todo teniendo en cuenta en particular el
futuro de las relaciones sociales. ¿Cuál es una de las críticas que se le hace a todo sistema jurídico? Que el
gobierno te resuelve los problemas, los conflictos privados desde este momento hacia el pasado, o sea, hay una
retrospectiva, una mirada hacia el pasado, resuelve algo que ha sucedido, pero no resuelve la futura relación
entre los agentes individuales, la negociación o técnicas de mediación, pueden permitir salvar la relación social,
es muy importante que en una sociedad existan menos focos de conflicto interindividuales, es importante salvar
la relación de aquí para adelante y en ese sentido no siempre la justicia por sus propios procedimientos, por su
tradición los resuelve, más bien a veces incluso los agudiza ya que muchas veces al ponerse a favor de una de
las partes, termina generando un resentimiento sobre la otra y una enemistad entre los propios particulares.
Podemos concluir este tema del acceso a los ciudadanos a la justicia, cuando hablamos de reformas por ejemplo
del sistema judicial, instrumentación de políticas públicas que tienen que ver con la remoción de obstáculos
culturales, económicos, jurídicos del acceso a la justicia hay que tener en cuenta algunas dimensiones
sociológicas que están relacionadas con las cuestiones de género, las cuestiones de clase y de educación. Como
el concepto que establece Fucito del tema de la Ajenidad jurídica, la ajenidad cultural, esta relacionados muchas
veces con prejuicios, con ignorancia de los individuos respecto de la justicia de sus procedimientos y sus
finalidades. En este sentido tomando uno de estos aspectos la cuestión del género: tenemos que pensar cual es la
situación de la mujer dentro de la consideración que establece la justicia respecto de sus derechos, es un tema
que vemos como cotidianamente salta en los medios algunos datos específicos que nos hablan de una cierta
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discriminación o
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prejuicios incluso de los propios agentes judiciales, respecto de las demandas de las mujeres en este sentido.
Este es un tema que debería ser incluido como una de las políticas públicas, verdaderamente el estado tiene un
cometido esencial que es la promoción de los derechos y las defensas de los mismos.
Recordemos los viejos contractualistas como John Locke y el propio Rousseau que establecen que la sociedad
es creada para proteger los derechos individuales, tanto Rousseau como Locke creían que los derechos eran
anteriores a la sociedad. Locke establece que el gobierno tiene como finalidad la defensa de esos derechos, la
salvaguarda de los mismos con una actuación imparcial que asegura a todos, una igualdad jurídica ante la ley.
Para finalizar, una reflexión, el acceso a la justicia debería ser el primero de los derechos que debería ser
defendido y asegurado por todo Estado democrático, porque si no aseguramos la igualdad de acceso de todos los
ciudadanos ante la ley, estamos estableciendo asimetrías, diferencias que son intolerables y cuyo resultado es el
que vemos día a día es la insatisfacción de los ciudadanos respecto al servicio de justicia y la inseguridad que
genera un sistema que no parece estar establecido como para asegurar la justicia como un valor supremo de toda
sociedad democrática.
Hay sectores de la comunidad que enfrentan importantes obstáculos en sus posibilidades efectivas de acceder a
la justicia entendida a partir del concepto amplio comentado, que pueden agruparse en las siguientes categorías:
🖍 Los costos económicos de la contratación de un abogado, el pago de las tasas judiciales, la regulación de
honorarios, el costo del litigio y el acceso físico a los tribunales, que normalmente tienen horarios acotados
de atención al público (incompatibles con la jornada de trabajo) y se encuentran apartados de la mayor parte
de la población que deberían servir. Por lo tanto, hay barreras socioculturales y económicas.
🖍 Falta de información sobre los derechos y los procesos e instituciones disponibles para su ejercicio.
🖍 Corrupción judicial, percibida por la población y que se traduce en desconfianza del poder judicial, en la
convicción de que sólo las personas adineradas pueden “asegurarse” un proceso exitoso.
🖍 Formalismo excesivo en los procesos, que se acompaña de un lenguaje diferente y específico, que resulta
lejano y desconocido para la generalidad de las personas.
🖍 Miedo y desconfianza en el sistema judicial, consecuencia del miedo y la desconfianza generalizada en las
autoridades e instituciones públicas, a cuyo abuso los pobres se sienten tristemente acostumbrados.
🖍 Demoras en los procesos, cuya duración no hace sino incrementar los costos involucrados.
🖍 Causas geográficas que, particularmente en las poblaciones rurales o en las grandes extensiones urbanas,
derivan en la imposibilidad de las personas de acceder a los edificios de justicia o a las oficinas donde se
brindan servicios jurídicos.
Desde otro punto de vista, los obstáculos pueden ser operativos cuando dificultan la efectividad y eficiencia de
la justicia, o estructurales cuando están relacionados con aspectos que hacen a la organización misma de la
sociedad. Entre los primeros, se encuentran la ausencia de una organización centralizada de servicios jurídicos
que permita el uso racional de los recursos disponibles; el incremento en el número de personas en condiciones
de pobreza que requieren de servicios de asistencia jurídica mientras que el financiamiento y los demás recursos
dispuestos para esto no han sido incrementados al mismo ritmo; la falta de una visión comprensiva de las
necesidades de las personas por parte de los prestadores de servicios existentes, que se concentran en
determinados derechos (discriminación, violencia sexual, derechos del trabajo, asuntos de familia, asuntos
penales) en lugar de considerar a la persona en su conjunto; la calidad de los servicios y el costo de los procesos,
particularmente antieconómico en los asuntos de menor cuantía.
La percepción del poder judicial como un sistema ajeno a la población (sus edificios se encuentran en lugares
alejados de la mayor parte de la población que deben servir, su estructura edilicia y el lenguaje que allí se utiliza
resulta de difícil comprensión para el común de las personas) constituye una de las principales dificultades
estructurales para el acceso a la justicia. Las personas cuyo acceso se ve restringido se encuentran generalmente
en una situación de vulnerabilidad que excede la falta de acceso a los tribunales (por ejemplo, temen que su
reclamo al Estado comprometa otros beneficios sociales de los que gozan; si necesitan protección por agresiones
físicas de sus parejas, temen perder su vivienda y fuente de manutención). La falta de conciencia de las personas
respecto de sus derechos legales y de su derecho a reclamar su ejercicio coarta su posibilidad de acceso (las
personas difícilmente piensen su realidad cotidiana en términos de violación a sus derechos).
Por otra parte, la contratación privada de servicios jurídicos es onerosa en la mayoría de los países, de modo que
se encuentra fuera del alcance de sectores importantes de la población. Aún en los países desarrollados, la
creciente desigualdad entre los sectores más ricos y más pobres de la población explica la vigencia que los
problemas de acceso a la justicia tienen para millones de personas. Estudios realizados en los Estados Unidos
indican que en 1999 el 80% de las personas que necesitaron acceso a servicios jurídicos gratuitos y que hubieran
cumplido con los requisitos formales para poder acceder a esos servicios en razón de su situación de pobreza, no
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los obtuvieron. Esto significa que 44,5 millones de personas (es decir, uno de cada cinco norteamericanos) en
una de las economías más desarrolladas del mundo, viven en condiciones de pobreza tales que cumplen
inicialmente con los requisitos necesarios para ser beneficiarios de los servicios legales provistos por el Estado.
Sin embargo, cuando estas personas necesitaron esta asistencia, no pudieron acceder a los mecanismos
institucionales existentes para resolver sus problemas de familia o proteger sus derechos a la vivienda o a recibir
un ingreso para su subsistencia.
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CUADROS SOBRE LOS PARADIGMAS.
CUADRO 1.
CUADRO 2.
MODULO 3
CRIMINALIDAD Y DESVIACION
La criminología aparece a fines del siglo XIX como un intento de explicar al criminal y al
CRIMINOLOGIA crimen, en sus orígenes el objeto es el crimen entendido como una patología social que debe ser
GENERAL combatida y extirpada por la etiología (estudio de las causas de las cosas) y terapéutica (enseña
el modo de
tratar las enfermedades).
El objeto de la sociología criminal depende de la toma de posición:
1- Sostiene que se ocupa de la conducta desviada o la desviación social, sosteniendo que en
un grupo existen conductas debidas y otras desviadas.
SOCIOLOGIA 2- 2-Sostiene que se ocupa de la conducta infractora como objeto, el infractor es llevado a
CRIMINAL ellas por inconsistencias o graves perturbaciones sociales. Los criminólogos no aceptan
estas teorías y sostienen que las diferencias sociales y la explotación social generan las
desviaciones. El término más común en la sociología criminal es conducta desviada que
es una desviación de tal magnitud que merece una condena social y la diferencia del
delito
que está definido por la ciencia penal.
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Biológico. Existen diferentes concepciones sobre el delito y el que delinque, todas tienen desde el
punto de vista sociológico similares consecuencias. Si estos criminales sean por el atavismo: para
Lombroso representa una regresión biológica reconocida por ciertos signos (estigmas) físicos.
Por ej. Orejas grandes, dentición anormal, tatuajes, homosexualidad, etc. Rápidamente visibles en
los rasgos degenerados, o sea por errores genéticos observados a través de rigurosos análisis no
pueden regenerarse y la idea de pena carece de sentido y cobra vigor la idea de curación en el
caso de ser posible y también la idea de peligrosidad que permite su internación sin límite para
proteger a la sociedad. Ferri se suma a estas teorías de Lombroso, pero incorpora la teoría del
“criminal de ocasión” que es el que no tiene una inclinación natural al delito pero que comete el
acto empujado por el medio físico o social en el que vive y no vuelve a incurrir en él si tales
tentaciones desaparecen, o sea comete delitos que no pertenecen a la delincuencia natural, sin
descartar las causas antropológicas. La sociología criminal de Ferri engloba así el derecho Penal
y la antropología de Lombroso. El positivismo biológico encumbra así un sistema que sostiene el
carácter peligroso de ciertas personalidades que autoriza a ejercer sobre ellas medidas de
seguridad sin límite de tiempo, y en virtud del potencial daño que pueden ocasionar en el futuro
mientras no estén curados si es que pueden serlo, las penas no tienen limite y las detenciones
curativas pueden
POSITIVISMO durar lo que el medico considere necesario. Medidas de seguridad y tratamiento siguen siendo
fundamentales hoy en la política criminal.
Sociológico: Sostiene que el crimen es un síntoma del malestar de la sociedad, un elemento
indicativo de desequilibrio social, siendo este el comienzo del punto de vista sociológico del
delito que luego desarrolla y enriquece Gabriel Tarde y Emilie Durkheim.
Primeras teorías sociales del delito:
TARDE: Con él aparece sobre la base de una posición criminalista biológico la primera
formulación sociológica del delito. No cuestiona totalmente la antropología criminal, pero
puntualiza el olvido que estas presentan de lo social. Trata de difundir el delito en la
IMITACION, (la copia de otros delincuentes), nos remite a la idea de subcultura. En cuanto a la
penalización del delito se pregunta por la relación entre el presunto autor y el condenado,
suponiendo que la mínima duda favorece al acusado y que ésta se aplica solo a los amigos para
disimular la parcialidad de los jueces ya que considera que la condenabilidad de un acusado por
ende varía de un tribunal a otro. Sostiene además que un acto es delictuoso no solo por la ofensa
al sentimiento de piedad y justicia sino cuando la opinión lo juzga delictivo y que un acto puede
ser prohibido dentro de un grupo a la vez que permitido más allá de ciertos límites.
DURKHEIM: En cuanto a la conducta delictiva sostiene la idea de la naturalidad del crimen y
su rechazo a la idea de delito como enfermedad y la pena como remedio. Considera a la sanción
del delito como NO dependiente del carácter intrínseco del acto sino como acto social que define
una conducta prohibida. En cuanto a que la herencia determina el delito señala que es imposible
aislar
los factores educacionales de los biológicos.
La escuela ecológica no considera la conducta desviada como una patología individual sino como
una patología social expresada por la ausencia de normas q se produce en las áreas
desorganizadas q impide una conducta normal. Estas áreas son las q se crean a raíz de la
expansión industrial y la inmigración económica que lleva al hombre a acercase al hombre a los
centros industrializados o a las ciudades más grandes quedando así incluidos y marginados a la
vez en la nueva sociedad en la que van a ser parte y la que es el área dominante y organizada
normativamente mientras la otra es la de transición o residual carece de las mismas quebrantando
así el equilibrio biótico.
ECOLOGÍA La Organización diferencial (teoría de Sutherland) “pluralismo ecológico” que comprende los
principios básicos de la ecología social e incorporo los de las asociación y organización
SOCIAL
diferenciales que consiste en sostener que:
1) La conducta criminal es aprendida NO hereditaria.
2) Se aprende en la interacción con otras personas estrechamente vinculadas en un grupo.
3) El aprendizaje comprende: a- Técnicas de comisión de crimen. b- motivos y actitud sobre el
crimen.
4) La actitud sobre los motivos es aprendida en el grupo de pertenencia en donde las leyes
penales pueden ser aceptadas o pueden ser violadas y cualquiera de las 2 posturas son aceptadas.
5) La persona delinque por el principio de asociación diferencial el que consiste en que, si en un
grupo se exagera a ultranza la defensa de las leyes penales, puede inducir a cometer el acto contrario
o viceversa, o sea, conducta criminal o anticriminal, esta asociación puede variar en frecuencia,
duración, prioridad e intensidad.
6) La conducta criminal NO está restringida al proceso de imitación.
7) La forma en que el hombre se interrelaciona y se asocia determina su contexto organizacional
que puede influir en su conducta. Por ej. Si vivís rodeados de delincuentes es probable que algún
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día lo seas, o viceversa ya que el lugar de residencia se puede relacionar con la conducta
adoptada.
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8) El grupo puede organizarse tanto para una conducta criminal o anticriminal, será el crimen lo
que exprese dicha organización.
En síntesis: la idea de organización diferencial trata de explicar la existencia de normas
delictivas y la asociación diferencial procura entender su transmisión.
DELITOS DE CUELLO BLANCO: Sutherland rompe con la definición de delito como hecho
cometido por hombres de las clases bajas ya que trata o incluye el crimen en relación con los
negocios que están vinculados obviamente con la clase media a alta.
En cuanto a las estadísticas criminales sugiere incorporar otras fuentes de datos a las oficiales
derivadas del C.P propone por ello incluir a 4 factores:
1- Estadísticas de dependencias gubernamentales. Por ej. tribunales administrativos.
2) Incluir los crímenes impunes que devienen de la relación que tienen con la policía o el poder
político.
3) La capacidad criminal as que el procesamiento o la condena.
4) Los partícipes secundarios de los crímenes de cuello blanco.
Sostiene además que estos tipos de alta escuela se aprenden como los otros y como cualquier
conducta criminal o no en asociación con los que practican estas conductas. La delincuencia de
cuello blanco difiere de la clase baja en la implementación de la ley penal, que de hecho la
distingue y también en la actitud de los poderes políticos frente a esta conducta. Concentró sus
esfuerzos teóricos en encontrar una explicación al fenómeno de la criminalidad de las clases
superiores, denominado "Delito de cuello blanco" y modificar la noción de que la delincuencia
era sólo perteneciente a la clase baja. Se entiende por "delito de cuello blanco” a aquellos ilícitos
penales cometidos por sujetos de elevada condición social en el curso o en relación con su
actividad profesional. Los sujetos activos de estos delitos son personas de clase socioeconómica
alta, con poder económico y político, e influencias en los órganos encargados de la
administración de justicia. Esto las torna menos vulnerables ya sea porque escapan a la detención
o a la condena o bien porque pueden contratar abogados más hábiles, para su defensa. Asimismo,
los operadores jurídicos se muestran muy parciales a la hora de encargarse de este tipo de delitos.
Consagran beneficios a su favor como que no son arrestadas por la policía, generalmente no son
sometidas a tribunales penales y no van a la cárcel. Se advierte que los ámbitos en los que se
cometen son bastante diversos, puede darse en la política, en la medicina, en la industria, en el
comercio, etcétera. Sin embargo, a pesar de todo lo dicho se sabe que los costos financieros son
mucho más altos que los de otros delitos. Sutherland enmarca a los delitos comunes y a los de
cuello blanco en un único concepto de delito. La característica fundamental del delito es que es
una conducta prohibida por el Estado contra la que éste reacciona por medio del castigo al menos
como último recurso (El estado prevé tanto el hecho como la sanción). Por esta razón considera
que los actos cometidos por estos autores son delitos, pero que, por la implementación de
procedimientos especiales, se elimina o minimiza el estigma delictivo. Unido a ello existen
factores de aplicación diferencial:1- Los juicios a hombres de negocios combinan miedo y
admiración, homogeneidad cultural con legisladores, jueces y funcionarios.2- Se tiende a no usar
métodos penales: probation, trabajo de casos, política educativa en las prisiones. Sentimiento
relativamente desorganizado del público hacia esta clase de delitos, sus efectos son difusos y que
los medios masivos no expresan sentimientos morales organizados.
MATZA: Crítica a Sutherland que convierte al hombre en cautivo del mundo. Coincide en que
la desviación como aprendizaje de normas, producto de un proceso de socialización diferente al
que rigen en otros medios.
MERTON: Entendió que la sociología debía aportar teorías de alcance medio, o sea que
TEORIAS explicaron diversos problemas específicamente sin pretender construir una gran teoría general.
FUNCIONALISTAS Expuso su: Teoria De La Desviación: Parte de que en las sociedades capitalistas el éxito está
dado por logros materiales. El individuo se realiza por las ventajas económicas, al llegar a
la cúspide de la pirámide social, por eso los objetivos culturales se ponen como metas
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deseables y el cumplimiento de las normas por los mecanismos institucionalizadas y de
acuerdo con el cruce entre los objetivos y los mecanismos y los objetivos y los medios da
como resultado 4 tipos de conductas:
1) Conformidad: los individuos que aceptan los objetivos sociales y los medios creen que
siguiendo los pasos que se le inculcan de niños llegaran a la cúspide
2) Ritualismo: son aquellos que convierten a las normas en un ritual, son conscientes que
nunca alcanzaran los objetivos, es decir, el éxito, la fama, el poder, constituyen una vida
ritualista, cumplen las normas en función de evitar problemas, o sea, los medios se convierten
en fines.
3) Renovación: aceptan los objetivos socioculturales y rechazan los medios institucionalizados.
Por ej. es el caso de los delincuentes que quieren alcanzar el éxito económico, pero con
caminos no legales o moralmente rechazables.
4) Retraimiento: son los que rechazan tanto objetivos como medios o mecanismos. Por ej.
las culturas de abandono, los que incurren en la drogadicción, el alcohol, se abandonan y son
un problema social y familiar que se tienen que hacer cargo de ellos.
De Todo esto surge un nuevo tipo de conducta:
5) Rebelión: son aquellos que tienen nuevos objetivos y nuevos mecanismos. Por ej. La
revolución urbana, los revolucionarios propusieron un nuevo modelo social, con objetivos
sociales diferentes y otro modo de entender el éxito. Con un claro desplazamiento de una
sociedad burguesa a una socialista en donde el individuo ocupa un lugar menor y los
que prevalecen son los intereses de la sociedad en su conjunto.
DURKHEIM (critica la teoría de Merton): Cuando los controles fallan viene la desviación.
Una conducta desviada, fomenta en primer lugar una noción de los otros y de nosotros, es decir
establece una frontera invisible, moral que nos distingue de los que han cometido una desviación
y nosotros que supuestamente estamos orientando nuestra conducta según la ley, las normas
imperantes en la sociedad. Pero esa reacción nuestra, nuestro rechazo frente a la acción
desviada fomenta las ideas de autoconciencia, de protección y diligencia de las normas
culturales establecidas. Si no reaccionáramos frente a la desviación formal quiere decir que algo
está sucediendo con los valores y las normas. Todos en algún momento de la vida cometemos
desviaciones que tienen mayor o menor gravedad según los casos sostiene que la desviación
era inevitable y que tenía aspectos positivos para la cohesión social, y la aclaración de las
normas ya que sostenía que si una norma no provocaba ningún tipo de reacción significa q
no tenía más sentido su vigencia, sentido de algunas normas pierden vigencia con el paso del
tiempo: No es lo mismo el criterio que se aplicaba al derecho a la vida en el siglo XVIII que en el
siglo XIX. O La pena capital. En síntesis, sostiene que: la conducta desviada varía según
cuales son las normas sociales de la sociedad en la que se vive.
Funciones d la desviación:
1) contribuye a consolidar los valores y las normas culturales.
2) la respuesta a la desviación contribuye a clarificar las barreras morales.
3) la respuesta a la desviación fomenta la unidad social.
4) la desviación fomenta el cambio social.
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SUBCULTURA: Una subcultura referiría a aquellas costumbres, ideas, practicas, valores, etc.,
sostenidas por un grupo social minoritario que convive en el interior de una cultura dominante
o hegemónica (clase media- subcultura “pandilla”).
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2) Destructividad o Maliciosa: la mayor parte de la actividad delincuente de las bandas es
causar daño y problemas a la gente, conseguir que su vida resulte infeliz, incomoda y
desagradable. Por ejemplo, los actos de vandalismo.
3) Negativismo total o negativa: la subcultura delincuente produce una situación en la que
se da una “polaridad negativa con las normas de clase media, es decir, toma las normas
de la cultura circundante, pero las invierte, convirtiendo en justo para ellos lo que resulta
injusto para las normas de la cultura circundante.
4) Gratificación o Hedonismo inmediato: la subcultura busca la gratificación inmediata,
son jóvenes impacientes, impetuosos y actúan por diversión teniendo poco en cuenta las
ganancias remotas y los costes.
Esta búsqueda de la gratificación inmediata es la respuesta que ofrece COHEN
para explicar la delincuencia juvenil de clase media, en el que la juventud se
orienta hedónicamente hacia lo que se denomina “cultura de la juventud”
caracterizada por la búsqueda de placeres, satisfacciones y emancipación de
control de los adultos. Esta conducta tiene motivaciones específicas que pueden
generar conductas delincuentes.
5) Desafío a la autoridad o Autonomía: los miembros de la subcultura delincuente se
oponen a toda restricción o control de su comportamiento. ellos desafían, desobedecen o
ignoran la autoridad ejercida por los padres, profesores y otros agentes de control social.
La subcultura delincuente proporciona a sus integrantes un propósito, una forma de visa,
que demanda lealtad, reciprocidad y colaboración mutua, subordinando los deseos o
aspiraciones personas a las demandas y prioridades del grupo.
COHEN pone especial énfasis en el papel de la escuela, según su teoría, muchos jóvenes de clase
baja (especialmente varones) obtenían malos resultados en la escuela; el rendimiento escolar está
en relación con la delincuencia, por lo tanto este mal rendimiento escolar es el resultado de un
conflicto entre los valores dominantes de la clase media predominantes en el sistema escolar y los
valores de los jóvenes de clase baja, y es ahí donde estos buscan formar una subcultura
delincuente buscando reducir su frustración y obtener un mejor concepto de sí mismos,
manteniendo valores antisociales.
Resumiendo, el joven en conflicto o inadaptado puede optar por tres alternativas:
1º- Incorporarse al ámbito cultural de los jóvenes de clase media, aunque suponga competir en
inferioridad de condiciones.
2º- Integrarse en la cultura de otros jóvenes de la calle, renunciando a sus
aspiraciones. 3º- Integrarse en una subcultura delincuente.
TEORIAS CRIMINOLOGICAS DE LA INTERACCIÓN: LA ROTULACION Y LA
REACCION SOCIAL
BECKER: La desviación es creada por la sociedad: no es una cualidad del acto sino la
consecuencia de la aplicación que los otros hacen de las reglas. La conducta desviada es
llamada así por la gente. El fenómeno de la desviación es relativo incluso dentro de la misma
sociedad: no todos consideran desviado a lo mismo, aunque en general se trata de la no
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observancia de las reglas grupales.
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Tiene que ver con la reacción y no con la conducta.
Establece distintos tipos de desviación:
CONDUCTA OBEDIENTE Y NO PERCIBIDA COMO DESVIADA (conducta
conformista, no presenta intereses)
CONDUCTA TRASGRESORA Y PERCIBIDA COMO DESVIADA (el que ha
violado la regla y se percibe como tal),
CONDUCTA OBEDIENTE Y PERCIBIDA COMO DESVIADA
(rotulación equivalente a perjuicio, ej., el acusado falsamente)
CONDUCTA TRASGRESORA Y NO PERCIBIDA COMO DESVIADA
(desviación secreta: se viola la regla, pero nadie lo sabe o actúan como si no lo
supieran).
Respecto de la rotulación: la calificación de una persona como criminal, pone en marcha
mecanismos para que la persona se ajuste a la imagen que los demás tienen de ella. Puede el
rotulado rechazarla, aunque si se lo sorprende sufrir alteraciones en su identidad personal y
considerarse como lo rotulan (mentiroso, ladrón, etc.).
Recordemos que al interaccionismo no le interesa tanto convencer cuales son las grandes
estructuras o marcos de conductas sociales sino como los individuos interpretan las acciones
que vivencian, es decir, es una construcción intersubjetiva.
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Connotaciones negativas de las personas que sirven para definir a una persona
Andadura delictiva o trasgresora.
Expresa que hay un ETIQUETAJE RETROSPECTIVO, es decir aplicado un estigma o marca
determinada a una persona se REINTERPRETA SU VIDA PASADA en función de esa marca.
Se relaciona con la desviación secundaria de Lemmert.
SYKES Y MATZA:
Critican la idea de confrontar las subculturas generales con las subculturas delictivas. Afirman
que no hay diferencia entre valores delictivos y valores de la sociedad en general.
Según estos autores en la sociedad existen VALORES CONVENCIONALES que son
seguidos por la mayoría de la población por estar bien vistos y ser fuertemente aceptados; junto
a esos valores existen otros denominados VALORES SUBALTERNOS que son compartidos
por muchos, aunque entran en conflicto con los convencionales: el amor al dinero, sobre todo
fácil, la búsqueda de aventura y el peligro, etc. Los sujetos desviados están aceptando estos
valores.
Los delincuentes sienten vergüenza de sus actores, poseen valores sociales de toda la
comunidad, aunque intentan neutralizarlos por medio de justificaciones:
1. NEGACION DE RESPONSABILIDAD: Estoy enfermo todo me permito
2. NEGACION DEL PREJUICIO. Tienen plata, por eso les robo; un poco de todo lo
que tienen no afecta.
3. NEGACION DE VICTIMA: Y si no lastimamos a nadie.
4. CONDENACINO DE LOS QUE LO CONDENAN: Si todos se drogan y roban…
5. LA LEALTAD AL SUPERIOR O A UNA CAUSA: Estaba cumplimiento órdenes
del rey de la pandilla.
TEORÍA DEL CONTROL DE HIRSCHI: se basa en los aportes de Marx y Engels y critica la
identificación de desviación con opresión que hacen estos autores. La carrera criminal no era una
forma efectiva de rebelión política contra el orden vigente sino una acomodación más o menos
reaccionaria al mismo. Todas las sociedades prescriben cierta categoría de actos y las castigan. El
funcionamiento de la ley o de la costumbre, aunque pueda asociarse con la injusticia y la opresión
es una condición necesaria para la existencia de cualquier sociedad.
Sostiene que el “control social es eficaz porque la gente anticipa las consecuencias que los
puede ocasionar la comisión de una transgresión o delito”.
Decía Hirschi que el control social es eficaz porque la gente anticipa el resultado de sus
acciones, ¿de qué dependerá?
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Esto dependerá de las dimensiones del control social, son conceptualizadas en 4 ítems:
Las relaciones sociales: fomentan la conformidad.
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Según qué tipo de relaciones tengamos habitualmente, con quienes nos relacionemos,
vamos a ir incorporando valores, normas y nos vamos a sentir de alguna manera
controlados por los miembros que conforman el grupo al que estamos habituados a
tratar.
La estructura de oportunidades: cuantas más oportunidades legítimas se tengan, se
encontrarán mayores ventajas en la conformidad.
Evidentemente se encontrarán mayores ventajas en la conformidad.
Podría darse que a lo mejor ese grupo no tenga demasiadas oportunidades legítimas, y
acá vendrá seguramente la desviación.
La implicación: la fuerte implicación en actividades licitas inhibe el comportamiento
desviado.
Las creencias: los individuos que firmemente acepta y definen pautas morales y la
autoridad, reprimen mejor las tentaciones que los individuos tibios.
Estas dimensiones implican resultados hacia la conformidad o hacia la desviación. Tiene
similitudes en cierto modo con la Teoría de Sutherland, pero en este caso entiendo que la gran
diferencia con Hirschi es que Hirschi tiene en mente un prototipo humano que es fuertemente
racional, la persona evalúa el resultado de sus acciones.
FUENTES DE CONTROL
Distingue entre el control ejercido desde fuentes externas (control social) al individuo y el control
ejercido por el propio individuo (autocontrol).
Estas fuentes de control son muy importantes para Hirschi porque forman el basamento en el que
va a constituirse en la vida ya adulta sobre las conductas posteriores. Las características de
autocontrol se encuentran fuertemente relacionadas con las siguientes dimensiones; que vinculan
o fortalecen los lazos entre el individuo y los grupos y es lo que Hirschi define como
DIMENSIONES DEL ARRAIGO.
DIMENSIONES
Attachment (afecto): es un vínculo de carácter afectivo, desarrollado mediante una
interacción (o relación) íntima y continuada (con ese grupo – intimacy of interaction). Es
un primer nivel de involucramiento.
Commitment (COMPROMISO): Es un vínculo de carácter utilitario que puede ser
definido como el grado según el cual los propios intereses individuales han sido
invertidos en un conjunto de actividades fijas o establecidas. Ejemplo, esto porque me
siento comprometido por las causas por las que trabaja la organización o por los fines
que lo justifican.
Involvement (PARTICIPACION): Como factor de control social, la participación,
definida en términos de cantidad de tiempo y energía consagrados a realizar asiduamente
algún tipo de actividades representa un importante factor de control social. Al adquirir
compromiso luego quedaría transformarlo en hechos en tareas,
Belief (CREENCIA): Representa un vínculo de carácter ideológico que no equivale a
profundas convicciones morales, sino que sugiere más bien el sentimiento de que ciertos
valores o normas cuentan con el respaldo de aprobación social. Opina que las creencias
personales no son interiorizadas profundamente, sino que están necesitando un refuerzo
social constante (valores en los que se fundó esa organización y para lo que sirve).
Esta teoría, así como todas las influenciadas por la corriente del interaccionismo simbólico, tiene
algunas limitaciones. En primer lugar, considerar que la desviación es un proceso que resulta de
la interacción social supone relativizar en exceso el propio concepto de desviación sin tener en
cuenta que algunos comportamientos delictivos o desviados son universales, y no son
suficientemente explicativos para estudiar la incidencia de la conducta criminal. Por otra parte, la
teoría de Hirschi no explica por qué las normas o las leyes sociales definen algunas conductas y
no otras, desviadas.
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El presupuesto básico del Conflictualismo crítico tiene que ver con los aportes de Carl Marx al
análisis de la sociedad capitalista, los ejes fundamentales del análisis conflictualistas no ha sido
demasiado diferente, quiero decir con esto que todos los males sociales, todas las penurias que ha
padecido la sociedad humana en los últimos en los últimos siglos, tienen que ver con las
desigualdades estructurales, no se trata meramente de una cuestión diríamos distributiva, la
sociedad desigual entendida en términos de distribución de renta, va mucho más allá.
En cambio en el caso del Conflictualismo crítico, particularmente a la impronta Marxista o Neo
marxista, es el problema el propio capitalismo, la sociedad capitalista está estructurada en
función de situaciones de dominación, hay grupos minoritarios pero muy poderosos que
imponen una serie de reglas de juego que de alguna manera u otra están destinados a
garantizar la posición el disfrute de sus privilegios de clase contra una enorme masa social
que de alguna manera está subordinada y es imprescindible para mantener ese sistema de
dominación basados en los privilegios en definitiva. En la superestructura, y es aquí donde
encontramos todas las manifestaciones de la cultura, en definitiva, las instituciones que digamos
como un espejo reflejan las condiciones de dominación las cuales se interpretan y se protegen.
Entonces tenemos ahí en la superestructura al Estado mismo, sus instituciones, el derecho, la
moral, la religión el arte, los gustos culturales, los estilos de vida y los valores en definitiva en los
que se asientan todo el sistema de dominación.
El derecho entonces si está en la superestructura, es porque no es un producto cultural
Marx hizo referencias al derecho, no genero teorías estrictamente del orden jurídico, de la
cultura jurídica no tuvo un tratamiento concreto.
Especial atención sobre los fenómenos de la delincuencia, estos años fueron de mucha
conflictividad social, económicamente su panorama no era muy positivo, el Estado de bienestar
se había desgastado era un momento de muchas tensiones y de huelgas, y esto venia de la mano
con un aumento bastante considerable de vulnerabilidad social y con ello también el aumento de
la delincuencia. Es lo que denominamos el realismo de izquierda o las nuevas criminologías
críticas.
Taylos, Walton y Young fueron los que intentaron destacar que las teorías que existían acerca de
la delincuencia no había tenido la suficiente atención en los factores estructurales, por ejemplo, la
distribución desigual del poder y la riqueza.
“…refleja desigualdades sociales y de poder” los grupos más poderosos tienen capacidad para
generar derecho para legislar directa o indirectamente, y al mismo tiempo tienen capacidad para
evadir el alcance de la ley, vulnerar las prescripciones, obviar el alcance de la justicia hay una
asimetría fundamentalmente de poder que se manifiesta en múltiples formas. Primordialmente
de poder para generar derecho y para torcer la justicia en favor de sus propios privilegios.
“…delito es causado por la desigualdad tanto de clase, raza o género, etc…” Hay diversos
tipos de desigualdad y diversos tipos de expresiones delictivas, con esto quiero decir que los
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realistas de izquierda uno de los aportes que hicieron a la sociología fue la de alumbrar áreas y
temáticas relacionadas con la desviación y el delito que habían sido igualadas por el
funcionalismo.
Estos sociólogos entendían que esto era mucho más importante que estos problemas sociales
entender la desigualdad relativa, es decir la ausencia de alternativas, lo que denominaban una
situación de privación relativa concreta que puede darse en cualquier estrato social y en cualquier
periodo económico también privación relativa concreta, no hay alternativas, ¿hay alguna
posibilidad?
La reflexión
El delito es un problema completo y lo padecen sobre todo las clases menos protegidas, por lo
que debe acometerse desde todos los elementos que en él convergen: LOS DELINCUENTES,
VICTIMAS, ESTADO (CONTROL FORMAL) Y CONTROL INFORMAL (de carácter social)
En las interacciones entre estos elementos, que constituyen el “cuadrado del delito”, concurren
muchas variables sociales, demográficas, espaciales y temporales.
El combate contra el crimen requiere la coordinación de múltiples agentes y distintos niveles y
desde una perspectiva democrática e igualitarista: familiar, laboral, juvenil y policía, aunque en
este caso demandan un modelo de policía comunitaria.
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LA TEORIA DEL ETIQUETAJE SEGÚN STEVEN SPITZER
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Por tanto, el delito es el resultado del ejercicio del poder por el Estado y la explotación de los
mercados sobre la estructura social.
La delincuencia es una etiqueta que se adhiere a conductas y personas no legitimadas desde la
ideología dominante que se aplica a los que conspiran contra el desenvolvimiento del
capitalismo. (rebeldes, contestatarios aquellos que imponen valores diferentes a los que plantea el
Estado)
La mayoría de las infracciones no deberían ser materia penal y las cárceles no deberían existir. El
riesgo potencial es definir los problemas sociales como los delitos.
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