Está en la página 1de 13

Breves reflexiones en torno al ciudadanismo Latinoamericano

y la lucha revolucionaria en Chile

El contexto Latinoamericano

Los procesos sociales que han surgido en Latinoamérica durante las últimas
décadas, han marcado la pauta para el desarrollo de nuevos contextos en las
luchas tanto reivindicativas como revolucionarias a lo largo del territorio. El
histórico atropello al cual se ha visto sometida la población en general por parte
de los sectores dominantes y el capitalismo corporativo, han desencadenado
nuevas perspectivas de lucha que muchas veces bordean en la
socialdemocracia y las reivindicaciones ciudadanas.
En este contexto se han instalado diversas discusiones en torno al respeto a los
derechos humanos como premisa inalienable, promoviendo la diversidad y la
alteridad de la sociedad en su conjunto, planteando mejorar las condiciones
materiales y sociopolíticas de los grupos que entran en conflicto con el
Estado/Nación, develándose desde el inicio, las nulas intenciones de este, por
respetar los derechos humanos y la diversidad cultural alterna.
Bajo el histórico proceso de colonización y/o colonialismo interno, van surgiendo
diversas reivindicaciones sociales, políticas y de corte étnico,1 buscando el
reconocimiento de la población y de lo indígena que ha sido subyugado desde
la constitución de los Estados/nación, hasta hoy en día. Sin embargo, el clima
político vivido hace un par de décadas a nivel mundial (Guerra fría) promovió el
surgimiento de numerosas guerrillas de liberación nacional, influenciadas por
diversas lecturas del marxismo.2
1 Principalmente en Perú el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru plantea una
reivindicación indigenista bajo un prisma marxista, ideología que tenía una gran aceptación en
la época de los 60’, 70’ y 80’.
2 Entiéndase marxismo leninismo, estalinismo, maoísmo, trotskismo, guevarismo, etc.
donde figuran grupos como Sendero Luminoso, Frente Patriótico Manuel Rodríguez, Ejército
Revolucionario del Pueblo, entre otros.
Muchas de estas reivindicaciones vieron truncada su lucha revolucionaria
debido al intervencionismo aplicado por Estados Unidos en toda Latinoamérica
y la implementación de dictaduras que lograron desarticular los movimientos
revolucionarios de izquierda, bajo la extorsión, la tortura, el asesinato y represión.

Este escenario promovió un proceso de despolitización de la sociedad y


persecución política a lo largo del continente, permitieron la reelaboración de
las ideologías estatales, buscando proteger al sujeto despolitizado e
integrándolo bajo la premisa de derechos y deberes. De esta manera empieza a
tomar fuerza la idea del ciudadano como un protagonista de los cambios que
muchas veces son promovidos por los propios estados.

Las políticas neoliberales instauradas a la fuerza marcan un quiebre en la


continuidad histórica de las luchas revolucionarias. Con el retorno a las
“democracias”, el miedo provocado por las dictaduras y el discurso
socialdemócrata establecido por las izquierdas renovadas que consiguieron sus
migajas en el poder, se pierde el espíritu revolucionario y comienzan a surgir las
luchas ciudadanas y los movimientos sociales reivindicativos.

Alain C. describe este contexto global planteando que “…enterrada la


revolución, cuando ya ninguna fuerza se sentía capaz de emprender la
transformación radical del mundo y en vista de que la explotación seguía su
curso, era necesario que se expresara alguna forma de contestación. Este fue
el ciudadanismo.” (El Impasse Ciudadanista, Alain, C. pp. 7) De esta manera la
lucha ciudadana se presenta como un actor relevante en la sociedad actual.

Debido a esto, se ha puesto en la palestra las reflexiones sobre de la subjetividad


y colectividad de las acciones sociales, el concepto de ciudadanía, las ideas de
identidad e identidades colectivas, ya sean étnicas o “modernas” y los conceptos
de etnia y etnicidad.

El resurgir de estas ideas golpea fuerte en las reivindicaciones indígenas a nivel


internacional, más bien surge una relectura crítica del indigenismo a partir de
los 90’ marcado por un incipiente ecologismo para defender la tierra y el
territorio3 de los grupos en conflicto. Esta situación permite una rearticulación

3 Entendemos como tierra el espacio geográfico material delimitado, a diferencia de


territorio que involucra aspectos materiales e inmateriales de una cultura o grupo étnico.
de la lucha de corte reivindicativo, pero ahora bajo la demanda internacional,
recurriendo a tratados como 169 de la OIT, a la ONU, OMS y OMC, para mejorar
las condiciones de los grupos Y/o minoría en conflicto. Si bien estas
reivindicaciones han favorecido a ciertos grupos que han visto una solución
provisoria a sus problemas, la finalidad de estas políticas internacionales busca
perfeccionar al Estado y eliminar el conflicto social latente.

Es necesario comprender que la conceptualización utilizada solo pretende


facilitar el análisis, categorizando ciertas cuestiones, sin embargo, es
indispensable entender la contextualización histórica y el dinamismo intrínseco
que poseen los conceptos abordados.

En el caso particular donde entran en conflicto los grupos étnicos, es imperioso


comprender que la etnicidad no es un conjunto intemporal de rasgos culturales
transmitidos generacionalmente, sino que es un proceso dinámico que
permanece en constante movimiento y resignificación por parte de los grupos
étnicos. Para el caso de las identidades, estas pueden ser individuales o
colectivas, y muchas veces se ven desplegadas bajo una mirada estratégica para
conseguir ciertos beneficios del Estado y no atentar contra él.

Por último, cabe destacar que el ciudadanismo se presenta como el proyecto


post-dictaduras para reforzar el Estado, promoviendo al sujeto ciudadano como
base activa de su política, como claramente se vivió en Chile con el plebiscito y
la transición dictadura-democracia. “La finalidad expresa del ciudadanismo es
humanizar el capitalismo, volverlo más justo, proporcionándole de alguna
forma un suplemento de alma. La lucha de clases es sustituida aquí por la
participación política de los ciudadanos que no solo deben elegir a sus
representantes, sino además actuar constantemente para hacer presión sobre
ellos con el fin de que apliquen aquello para lo que fueron elegidos…” (El
Impasse Ciudadanista, Alain C. pp. 3) por lo tanto, las reivindicaciones y luchas
ciudadanas nunca desbordarán al Estado, ni mucho menos tendrán un carácter
revolucionario, más bien se presentan como la nueva base ideológica del poder,
para seguir perpetuando el estatus quo de este.
Ruptura y conflictividad con el Estado

Desde una perspectiva anarquista, el conflicto con el estado deviene en una


relación intrínseca, debido a que este se presenta como la figura material de la
autoridad y el poder, legitimándolo mediante la dominación y el sometimiento
de la colectividad. Esta división entre oprimidos y opresores se presenta como
una declaración de guerra por parte de los detentadores del poder, que
pretenden subyugar a la comunidad mediante relaciones autoritarias,
perpetuando el estatus quo del Estado.

“…la nueva disposición vertical entre la base y la cúspide, es la gran


ruptura política entre detentadores de la fuerza, sea esta guerrera o
religiosa, y sometidos a esta fuerza. La relación política de poder
precede y fundamenta la relación económica de explotación.” (La
Sociedad contra el Estado, Pierre Clastres)

Por consecuencia, entendemos que la lucha revolucionaria y/o anárquica


desencadena una constante conflictividad con el Estado, que se intensifica a
medida que se develan las contradicciones del mismo, promoviendo el
enfrentamiento violento y la lucha constante contra la cúpula del poder.

Para el caso grupos que no se plantean desde una mirada anarquista, es


fundamental entender los procesos históricos y los contextos sociopolíticos en la
lucha, tanto de los movimientos sociales como indígenas, que marcan el
devenir de quienes entran el conflicto con la autoridad. El despertar de la
conciencia de los grupos minoritarios y colectividades, han articulado diversas
formas de participación y críticas a la homogeneización obsoleta de los Estados
Nación. Esto promovió las discusiones y un amplio debate que hoy en día se ha
consolidado bajo la idea de luchar por la tierra, la libertad, la autonomía y la
autodeterminación.

La condición heterogénea de los países latinoamericanos bajo la mirada


homogenizante de los Estados Nación ha generado una serie de conflictos que
cuestionan la igualdad planteada bajo una construcción moderna. Esta
pretende continuar con la subordinación de los grupos étnicos y todos aquellos
que pretendan cuestionar el poder, manteniendo las contradicciones
ideológicas y conceptuales, que han utilizado los países para definir a sus
integrantes. El “ciudadano” buscando una integración en igualdad de
condiciones para todos los individuos de un país, entrando inmediatamente en
conflicto con la diversidad y la diferencia de las “minorías”4 y grupos étnicos.

La nación unificada planteada en los países de Latinoamérica amenaza lo que


Bartolomé (2004) llama la existencia cultural alterna, es decir, el derecho a la
diferencia que se debe reconocer a los pueblos. Planteando que el carácter
plural, múltiple y la riqueza de la diversidad cultural humana, se ve agredida por
la expansión de las hegemonías estatales que solo buscan la homogeneización
de la diversidad. Según este autor, los estados nacionales se han encargado de
aceptar derechos que en la práctica no pueden ser ejercidos por los grupos
afectados que ven coartados sus proyectos históricos (Bartolomé, 2004). Esto se
ve reflejado en la idea de ciudadanía aceptando la igualdad y libertad de todos
los individuos en la teoría, ya que en la práctica los grupos indígenas y
“minorías” quedan subordinados a una desigualdad y a una violencia de Estado
que no respeta la diversidad. Esta integración violenta también genera en los
grupos sociales y/o étnicos una identidad por oposición que busca reparar el
daño ejercido por el Estado, reivindicando derechos de autonomía que
satisfagan a los pueblos o “minorías” sociales (Gissi 2008).

Esta situación refleja la compleja relación que se ha dado entre el Estado y los
grupos conflicto, los cuales acrecientan las organizaciones y colectivos que
intensifican las movilizaciones a raíz del avance de los estados nacionales y su
apertura a los mercados internacionales. Que buscan apropiarse de los recursos
naturales en territorios mayoritariamente indígenas, aumentando a su vez el
número de organizaciones de corte étnico. Según Díaz-Polanco, lo novedoso no
es el número ni la presencia misma de los movimientos indígenas, sino el
cambio que comienza a manifestarse en los procesos de transformación en
Latinoamérica en torno a la problemática étnica (Díaz-Polanco, 1999).5

4 El poder categoriza como minorías a todos aquellos grupos que cuestionan la autoridad
imperante del Estado, pero también hay que ser claros y entender que aquellos que apuntan
hacia una lucha revolucionaria somos cuantitativamente menos que aquellos que defienden el
ciudadanismo y las luchas reformistas y socialdemócratas.
La apertura internacional de los conflictos y la contradicción de la privatización
de casi todos los elementos de la naturaleza se transforma en un problema
permanente para la población en general y en particular para pueblos
originarios que ven afectado su territorio y su autodeterminación. Esto esconde
bajo la idea de globalización las viejas perspectivas obsoletas de progreso y
civilización que lleva a los Estado/Nación a privatizar, sin tomar en cuenta las
decisiones de los grupos minoritarios, étnicos, y de la población en general.
Buscando solo el desarrollo económico que beneficia a un grupo privilegiado
del país, que es el mismo que toma las decisiones a nivel nacional, llevando a la
contradicción tanto de ciudadanía como a la idea de globalización (Anaya,
2008).

El conflicto social latente y la ruptura con el Estado/Capital, develan las


contradicciones y posicionan a los discursos revolucionarios, y los discursos
socialdemócratas en una dicotomía irreconciliable. Debido a que este último no
pretende superar al Estado y su sistema, sino que se plantea como el sustento
ideológico dominante que criminaliza cualquier desarrollo de los proyectos
políticos de los grupos en conflicto. Es aquí donde se configura lo que
conocemos como el enemigo interno (El terrorista), con la finalidad de legitimar
la violencia ejercida por el poder.

Debido a esto, poco a poco se han ido configurando análisis políticos con mayor
profundidad que pretenden desbordar las luchas ciudadanas y reformistas, los
grupos que entran en una conflictividad con el Estado, han comenzado a
realizar una crítica más certera.

Las demandas socialdemócratas no logran, y nunca han logrado, una solución


sustancial de las problemáticas sociales, sino que promueven la pasividad del
conflicto latente, poniendo paños fríos en mesas de negociación.

Se comprende que la única solución al problema es atacar su raíz, es decir, al


Estado, transformándose este como el eje central de los problemas de la

5 Se enfatiza en lo étnico debido a que la mayor parte de la población en Latinoamérica es


indígena, sin embargo, dentro de estos procesos y problemáticas afectan a la totalidad de la
población y como se mencionó anteriormente, se generan procesos de identidad por oposición
al Estado, como fue el caso de Aysen, entre otros.
sociedad. Cuando se percibe a este como la institución autoritaria, despojada de
su velo democrático y mostrándose como un ente homogeneizador que
impone discursivamente su ideología de manera sutil o mediante la violencia si
es necesario, se radicaliza el conflicto transformándose en una lucha
revolucionaria. Es en este momento cuando las colectividades y pueblos se
cuestionan la existencia del Estado, promoviendo el derecho a la libre
determinación y/o autodeterminación con sus diversas formas de autogobierno
según las condiciones y los contextos sociopolíticos de cada grupo (Díaz-
Polanco, 1999).

Las luchas contemporáneas, los pueblos originarios y su debate


internacional. (A modo de conclusión)

La globalización en el mundo contemporáneo y en luchas de los movimientos


sociales indígenas y no indígenas, trae consigo efectos tanto negativos como
positivos en los diversos casos. Si bien la industrialización de los territorios
indígenas y la privatización de sus tierras ancestrales generan un conflicto
violento de corte étnico, también se generarán situaciones que benefician a
estos grupos y minorías sociales debido a la creación de organizaciones
internacionales que buscan defender la diversidad y los derechos humanos
tanto colectivos como individuales. Superando la ideas liberales de los derechos
solamente individuales, si no que se abre la defensa de la diversidad cultural
como colectivo que no es excluyente de los derechos humanos a nivel personal
(Bello y Aylwin, 2008).

Por lo tanto, la globalización no debe entenderse solo desde la perspectiva


económica de la apertura de los mercados, sino que también debe tomarse en
cuenta el avance de las tecnologías que permiten comunicar a tiempo real las
situaciones que ocurren al otro lugar del mundo y ver las similitudes de los
conflictos sociales y/o étnicos en otros sectores. Dando paso a organismos
internacionales en defensa de los derechos políticos, ciudadano, humanos y
económicos, aquí encontramos entidades como la ONU, la OIT, convenios
internacionales como el 169, etc. Sin embargo, como se mencionó
anteriormente, estos organismos no gubernamentales solo pretenden
monitorear los conflictos en defensa de los derechos humanos, y a su vez,
perfeccionar a los Estados que se han constituido bajo el sometimiento y
desigualdades de los grupos/comunidades en conflicto.

Si bien a través de la globalización, diversos pueblos han logrado conseguir


transformaciones impensadas y avances en la autodeterminación en el
ordenamiento jurídico internacional, defendiendo la soberanía, la integridad
territorial y la unidad política de los grupos en conflicto. El concepto trae
consigo desigualdades y aumento de la brecha económica entre ricos y pobres,
seguir apelando a esta alternativa perpetúa la condición de subordinación de
comunidades y grupos indígenas. Independiente a su avance internacional, lo
que queda demostrado en estados como el de Chile, que continúa privilegiando
el pseudo desarrollo y el progreso, antes que el respeto a la diversidad cultural y
el cuidado del entorno natural, que su mayoría están en manos de extranjeros.
Situación similar se ha producido en los sectores de la amazona y la
deforestación de este en nombre de la globalización y el desarrollo, como
también los megaproyectos que se desean implementar en Brasil en sectores
indígenas.

Es necesario generar una diferencia entre los conceptos de conexión


internacional y globalización, que sin lugar a dudas pueden mantener un velo
democrático que en sus nexos más íntimos perpetúan las desigualdades
sociales y amenazan las riquezas de una diversidad cultural alterna.

La conexión o interconexión global permiten conocer los conflictos que se


desarrollan en otros lados del mundo, lo que permite adquirir experiencias de
otros lugares y comprender que la contradicción del capitalismo se presenta a
nivel internacional. De esta manera podemos observar, entender y analizar, lo
que sucedió en Grecia y su conflicto con la Unión Europea, lo que sucedió en
Ucrania, lo que está ocurriendo en el Kurdistán y lo que está pasando en
Latinoamérica. No para repetir modelos de lucha de otros sectores y sacar
ejemplos, sino más bien, comprender los procesos a nivel global y la
radicalización del conflicto mediante nuestra propia historia y experiencia,
asumiendo nuestros arrojos y posibilidades para el desarrollo de una proyección
revolucionaria. Lo que permitirá ir desenmascarando al ciudadanismo y las
luchas reformistas abriendo nuevas vías para atacar al Estado/Capital.

Bajo esta perspectiva y según nuestro brevísimo balance, la radicalización de la


lucha y la elaboración de discursos revolucionarios, permiten una relectura
histórica de los procesos vividos en Latinoamérica. Se comienza a reconstruir
ese vacío histórico dejado por las dictaduras y se desborda el discurso
ciudadano que venía estableciéndose como un actor político, mostrando su
verdadera cara, la de una ideología producida por una sociedad que no percibe
perspectivas de superación del sistema.

Es en este contexto donde vemos surgir nuevos movimientos en contra del


Estado/Capital, como el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) que el
primero de enero de 1994 se presenta a la luz pública en México. Planteando su
declaración de guerra conforme a las leyes estipuladas en la Convención de
Ginebra,6 donde claramente se percibe que los ecos del zapatismo han
reinventado la práctica revolucionaria a la vez que actualizaron la orientación de
un pensamiento —político— que se creía perdido (El Fuego y La Palabra, Gloria
Muñoz 2004).7

En un contexto más contemporáneo y a menor escala, podemos ver la


intensificación de la conflictividad entre el Estado y los grupos étnicos en Chile,
en el denominado conflicto mapuche. Este se presenta como un punto de no
retorno y en oposición con las reivindicaciones ciudadanas.

Las recuperaciones de territorio en la zona de conflicto mapuche se establecen


como una exigencia de recobrar las tierras usurpadas por el Estado/Capital que
ha sometido históricamente a los pueblos originarios.8

6 Para mayor información léase la Primera Declaración de La Selva Lacandona.


7 Se puede estar de acuerdo o no con los zapatistas, o tener una crítica desde una
perspectiva anárquica del proceso vivido en Chiapas, sin embargo, se debe asumir que ha sido
una de las pocas guerrillas de la época que ha enfrentado al Estado sin ser aniquilado en su
intento.
8 Los Mapuche utilizan el concepto de Wallmapu para denominar lo que ellos entienden
como nación Mapuche, este a su vez logra diferenciar el territorio dominado por el Estado de
Chile y el territorio en conflicto reclamado históricamente por este pueblo. Es necesario destacar
que desde una perspectiva anárquica nos posicionamos en contra de toda nación, sin embargo,
Si bien en este caso particular existen luchas intermedias (socialdemócratas)
que dialogan con los aparatos del poder para la recuperación de las tierras,
también existe un proceso de radicalización de los sectores. Que no han visto
solución al conflicto mediante una reivindicación por medio del Estado, sino
que apelan a la violencia revolucionaria para recuperar lo que les ha sido
quitado mediante la fuerza.

Como plantea Díaz-Polanco (1999) existe un constante avance en las discusiones


en torno a lo indígena, como también a las luchas generadas en distintos
sectores por la autonomía y autodeterminación de su territorio y la conservación
de su entorno natural. Lo que permite formular nuevas perspectivas teóricas,
metodológico y políticas que buscan comprender de mejor manera el
fenómeno del reconocimiento de los derechos de los pueblos indios y en
particular de su derecho a la autonomía. Sin embargo, esta visión no puede
quedar en marcada solo en lo étnico, sino que permea a la sociedad en su
totalidad, como ha sido demostrado en ciertos focos de conflicto en Chile.

Por ejemplo, el caso del conflicto Magallánico, comenzó a tomar fuerza la idea
de la autonomía y autodeterminación, resurgió la identidad histórica que se
creía obsoleta. La identidad magallánica vuelve a ser protagonista, donde en los
muros de la ciudad se lee el resurgir de la Patagonia rebelde, recuperando el
sentimiento de comunidad en lucha. Aquí en particular se desplegó una
identidad colectiva que entro en conflicto con el Estado/Capital, sin embargo,
fue cooptada por el ciudadanismo impuesto por el poder, dando respuestas
provisorias a las problemáticas presentadas por la población en su conjunto,
poniendo paños fríos al problema.

El Estado nuevamente ataca con su ideología imperante y ofreciendo pseudo-


soluciones ante una situación de crisis, develando la verdadera cara de estas
respuestas como un medio para preservar el orden existente.

Bajo la figura de deberes y derechos, el ciudadano se integra en el juego del


poder, aspirando a la falsa ilusión de promover cambios estructurales, que a la

creemos que para abordar este tema en particular se necesita un análisis de mayor
profundidad. El ser mapuche no es excluyente de ser anarquista, comunista o derechista, por lo
tanto, el tema es mucho más complejo, por eso no se utiliza ese concepto en este escrito.
larga nunca llegaron, es así como el movimiento social reivindicativo, reformista
y ciudadano, se transforma en una lucha contra-revolucionaria.

No está de más decir que esto también paso con Aysen (HidroAysen), donde se
desplegaron identidades colectivas en confrontación con el Estado, donde la
comunidad entro conflicto en defensa de la naturaleza y a su vez, levanto
discursos de autonomía, los cuales fueron silenciados por la delegación, la
dirigencia y el ciudadanismo. Aquí solo nombraremos al diputado Iván Fuentes
como sujeto de derecho y deberes, transformado en un engranaje más de la
ideología ciudadana.

El desglose de experiencias históricas que no han logrado desbordar al Estado


podría ser extenso, paso recientemente en Chile, anteriormente fue Tocopilla,
pero ¿cuál es el problema sustancial según nuestro análisis? Que las ideas
ciudadanas se han apoderado de la subjetividad de lxs sujetxs, se ha convertido
en una ideología homogenizante que no permite ver el problema en su raíz, en
su profundidad, entregando asistencia a los grupos en conflicto para mantener
el orden establecido.

Como anarquistas debemos contribuir a desenmascarar esta situación,


entender que no se le puede exigir solución al Estado de los problemas que el
mismo provoco. Es indispensable revitalizar las ideas de autonomía, no como
exigencia al poder, sino como una autonomía con real incidencia en la
comunidad. Empezar a practicar los tópicos que han generado miedo en el
pensamiento anárquico porque han sido manoseados por la plataforma y la
socialdemocracia, el apoyo mutuo, la solidaridad y la autogestión, deben re-
encantarse con la anarquía y dejar de ser eslóganes vacíos de las luchas
reformistas y ciudadanas.

Muchas veces nos restamos de estas luchas de corte étnico, o de ciertas


reivindicaciones de tintes ciudadanistas, porque no tienen un carácter
revolucionario, sin embargo, debemos comprender que la lucha por la defensa
del entorno natural, no es un tema netamente ciudadano o étnico, la liberación
de la tierra es parte de un conflicto histórico asumido por las ideas anárquicas,
por lo tanto, debemos estar presentes en el conflicto y otorgarle un contenido
con mayor profundidad que supere la denuncia de una situación particular,
apuntando a la radicalización del conflicto.

Es necesario desbordar la lógica conciliadora de la democracia, entendiendo el


tema desde una significación real, no atacando al síntoma, sino apuntando
hacia la enfermedad misma, lo que permitirá profundizar en una perspectiva
clara de lucha contra el capital.

Como individualidades que se plantean en guerra con el orden establecido, se


hace indispensable difundir el tema central del conflicto, avanzando en la
profundización de estos, haciéndolos comprensibles para la totalidad de los
individuos. Esto permite visualizar a quienes pretenden desbordar el
ciudadanismo con una proyección revolucionaria y aquellos que pretenden
perfeccionar las formas de explotación del hombre, de las especies o de la tierra.

Bajo esta perspectiva ningún individuo permanecería en un escalón


privilegiado para comprender la profundidad del conflicto, sino que todos nos
posicionamos en igualdad de condiciones para atacar al Estado/Capital.

De esta manera nos liberaríamos de las políticas izquierdistas, donde solo


ciertos individuxs están más capacitados que otrxs para enfrentar los conflictos,
promoviendo una “elite revolucionaria” o el surgimiento de vanguardias.
Superando estas ideas, cada unx de lxs individuxs estaríamos en capacidades de
pasar a la ofensiva en todo momento, tomando en cuenta nuestras
posibilidades y arrojos, y eligiendo los medios de accionar que nos parezcan
más adecuados.9

Es necesaria la recuperación de la noción de comunidad en lucha para adquirir


autonomía y autodeterminación, lo que se puede traducir en procesos de
liberación concretos, en prácticas cotidianas, y no quedarse en discursos
abstractos sin ningún tipo de praxis revolucionaria.

Miremos hacia nuestra propia historia y comprendamos que las ideas


anárquicas han estado presentes en estas luchas desde hace varias décadas,
influenciando a grupos indígenas y cholas en Bolivia, a la población en general y
9 Entiéndase que no se está valorizando acciones, sean estas violentas o no, sino que
comprendemos la acción directa bajo una perspectiva más amplia llevada a la cotidianidad de
nuestras vidas.
al sindicalismo en Argentina y Chile, a los artesanos e indígenas en Perú, por
nombrar algunos casos. Es solo cuestión de volcarse a la propia historia para ver
que la anarquía no es una idea de hoy en día en Latinoamérica, sino que posee
su propia historia.

Por último, debemos aprender de nuestras experiencias y enfáticamente


centrarnos en nuestros errores, para avanzar cualitativamente hacia un proceso
revolucionario y con una perspectiva clara de lucha, rompiendo el estado cíclico
en el cual se ha quedado el anarquismo. Donde hay muchos que se asumen
como tal, y no pretenden dar el paso a la ofensiva quedándose en discursos
tibios. Lo que personalmente considero un anarquismo-ciudadano, feliz de
permanecer en la precariedad de la lucha, para nunca intensificar el conflicto
contra el poder, más bien estas posturas se acercan al izquierdismo
socialdemócrata, el cual plantea que no están las condiciones objetivas…. Somos
nosotrxs quienes debemos propiciamos estas condiciones apuntando a una
proyección revolucionaria…10

Horacio Fierro, mayo del 2020.

10 Recordamos que la conceptualización utilizada solo pretende facilitar el análisis y lo


descrito en este ensayo. Para los quisquillosos que pretendan desfragmentar las diversas
interpretaciones conceptuales y etimológicas de este escrito, decimos, desde ya, que no es una
pretensión academicista, por lo tanto, no entraremos en una discusión filosófica de los términos
aquí descritos. Solo se pretende presenta un breve balance y análisis de la situación actual de la
lucha. Por último, es necesario decir que entendemos que existe una izquierda renovada y
socialdemócrata, y una izquierda revolucionaria que pasa a la ofensiva contra el Estado/Capital,
obviamente aquí nos referimos aquellos que desean perpetuar el orden establecido.

También podría gustarte