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Zoonosis y enfermedades transmisibles comunes al hombre


y a los animales

Diego Méndez
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Contenido

PROLOGO… ............................................................ 3
INTRODUCCION ..................................................... 4
ACTINOMICOSIS ...................................................... 5
SINONIMIA .............................................................. 5
ETIOLOGIA…........................................................... 5
DISTRIBUCION GEOGRAFICA................................. 6
PRESENTACION EN EL HOMBRE............................. 6
PRESENTACION EN LOS ANIMALES… ..................... 6
LA ENFERMEDAD EN EL HOMBRE… ...................... 6
LA ENFERMEDAD EN LOS ANIMALES ..................... 8
FUENTE DE INFECCION Y MODO DE TRANSMICION…8
CONTROL ............................................................... 9
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PROLOGO
Las zoonosis y las enfermedades transmisibles comunes al hombre y a los
animales continúan registrando altas tasas de incidencia en los países y
causando significativa morbilidad y mortalidad. Las infecciones y las parasitosis
del ganado son capaces de producir la muerte de los animales, provocar su
destrucción o reducir la producción de carne o leche de los supervivientes,
todo lo cual reduce a su vez el suministro de alimentos disponibles para el ser
humano. Estas enfermedades son también un obstáculo para el comercio
internacional, así como una grave sangría financiera para los ganaderos y, en
general, para la economía de una comunidad o país, lo que puede tener
amplias repercusiones para la salud en una sociedad. Con el propósito de
contribuir en la solución de esos problemas, la Organización Panamericana de
la Salud (OPS) —organismo internacional de salud pública dedicado desde
hace casi 100 años a mejorar la salud y las condiciones de vida de los pueblos
de las Américas— cuenta con el Programa de Salud Pública Veterinaria. El
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objetivo general del Programa es colaborar con los Gobiernos Miembros en el


desarrollo, ejecución y evaluación de las políticas y programas que conducen
a la protección e inocuidad de los alimentos, y a la prevención, control o
erradicación de las zoonosis, entre ellas la fiebre aftosa. Para ello, el Programa
de Salud Veterinaria de la OPS cuenta con dos centros regionales
especializados: el Centro Panamericano de Fiebre Aftosa (PANAFTOSA),
creado en 1951 en Rio de Janeiro, Brasil, y el Instituto Panamericano de
Protección de Alimentos y Zoonosis (INPPAZ), establecido el 15 de noviembre
de 1991 en Buenos Aires, Argentina. El precursor de este último fue el Centro
Panamericano de Zoonosis (CEPANZO), que se creó mediante un acuerdo con
el Gobierno de la Argentina para ayudar a los países a combatir las zoonosis y
funcionó de 1956 a 1990.

Introducción
En cada tema (enfermedad o infección) se tratan, en lo posible,
elementos tales como sinonimia, etiología, distribución geográfica,
presentación en el hombre y en los animales, la enfermedad en el
hombre y en los animales, fuente de infección y modo de
transmisión, papel de los animales en la epidemiología, diagnóstico
y control. No obstante, en muchas enfermedades se indican los
medicamentos de elección, sobre todo, pero no exclusivamente,
cuando son aplicables a la profilaxis. Se presta atención especial a los
aspectos epidemiológicos y ecológicos, para que el lector pueda
formarse una idea de los factores condicionantes de la infección o de
la enfermedad. En algunos temas se incluyen figuras sobre el modo
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de transmisión del agente etiológico; los esquemas son sencillos,


pero se espera que orienten al lector sobre los animales que
mantienen el ciclo de infección en la naturaleza y sobre el principal
mecanismo de transmisión del agente. Asimismo, se incluyen
algunos gráficos y cuadros que apoyan la información sobre la
distribución geográfica o la prevalencia de ciertas zoonosis. Los datos
sobre la presentación de la infección en el hombre y en los animales,
junto con los de la distribución geográfica, pueden ser útiles para
formar un juicio sobre la importancia relativa de cada una de las
enfermedades en la salud y la economía pecuaria de las diferentes
regiones del mundo. Sobre estos aspectos, puede afirmarse que
existe una amplia gama de variaciones en la significación de las
diferentes zoonosis. La importancia de la fiebre aftosa, por ejemplo,
es grande en la economía pero ínfima en la salud pública, si no se
toman en cuenta las pérdidas en proteínas animales.

ACTINOMICOSIS

CIE-10 A42.9 Actinomicosis, sin otra especificación


Sinonimia. Actinoestreptotricosis, cáncer de las mandíbulas, enfermedad del
hongo irradiado.
Etiología. Actinomyces israelii es el principal agente etiológico en el hombre y
A. bovis, la especie tipo, en los animales. Otras especies, A. naeslundi, A.
viscosus, A. odontolytical, A. meyeri y Arachnia propionica (A. propionicus), se
aíslan con menor frecuencia. Sin embargo, A. viscosus desempeña un papel
importante en la actinomicosis de los perros. En algunos informes se señala el
aislamiento de A. israelii en los animales (Georg, 1974) y de A. bovis en el
hombre (Brunner et al., 1973). Los actinomices son bacterias superiores muy
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cercanas en muchas características a los hongos. Son gram-positivos, no


esporógenos, no acidorresistentes, de anaerobios a microaerofílicos y se
encuentran en la flora normal de la boca y del tracto genital femenino (Burden,
1989).
Distribución geográfica. Mundial.
Presentación en el hombre. Poco frecuente. Por otra parte, los datos son
escasos. Menos de 100 casos de la enfermedad se registran anualmente en el
Laboratorio de Salud Pública de Vigilancia de Enfermedades Transmisibles en
Gran Bretaña (Burden, 1989). Según datos más antiguos, en Gales e Inglaterra
se registraron 368 casos durante 12 años (1957–1968), con una incidencia de
0,665 por millón de habitantes y mayor incidencia entre obreros fabriles
(Wilson, 1984). En Escocia la incidencia anual fue de 3 por millón y la tasa de
ataque fue 10 veces mayor en obreros agrícolas que en otros trabajadores. En
la actualidad, es probable que ya no resulte válida la relación histórica de dos
casos en hombres por uno en mujeres, debido al número de casos de
actinomicosis genital entre mujeres que usan dispositivos anticonceptivos
intrauterinos.
Presentación en los animales. La frecuencia de la enfermedad tiene grandes
variaciones regionales y las diferentes prácticas de manejo del ganado influyen
sobre la incidencia. Generalmente, la enfermedad se presenta en forma de
casos esporádicos. En algunas zonas cenagosas de los Estados Unidos de
América y la antigua Unión Soviética se han producido brotes pequeños
La enfermedad en el hombre. A. israelii, el principal agente causal de la
enfermedad humana, es un microorganismo de la flora normal de la boca. A
través de heridas o lesiones quirúrgicas, se introduce en los tejidos blandos y
en los huesos, donde provoca un proceso granulomatoso supurativo que se
abre a la superficie por fístulas. Se reconocen varias formas clínicas, según la
localización: cervicofacial, torácica, abdominal y generalizada. La cervicofacial,
que es la más común (de 50 a más de 70% de los casos), se origina
generalmente a raíz de una extracción dental o lesión de las mandíbulas; se
inicia por una tumefacción dura bajo la mucosa bucal, subperióstica de la
mandíbula o en la piel del cuello. En una etapa ulterior se observan áreas de
reblandecimiento, formación de senos, y apertura al exterior con descarga de
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pus. Estas secreciones suelen contener los característicos “gránulos de


azufre”, que son colonias de actinomices. La forma torácica se origina en
general por la aspiración del agente etiológico a los bronquios, donde causa
un proceso bronconeumónico crónico que afecta los segmentos inferiores del
pulmón derecho (Burden, 1989), con sintomatología similar a la tuberculosis
pulmonar. Con el progreso de la enfermedad puede haber invasión de la pared
torácica y perforación de la misma con trayectos fistulosos. La forma
abdominal suele originarse después de una intervención quirúrgica; se
presenta como una lesión encapsulada que se localiza a menudo en el ciego y
el apéndice, donde produce tumores duros que se adhieren a las paredes
abdominales. La forma generalizada es poco frecuente y se origina por la
invasión erosiva de vasos sanguíneos y linfáticos, que resultan en afecciones
del hígado y cerebro. En los últimos años se han multiplicado los informes
sobre casos de actinomicosis en el tracto genital de mujeres que usaban
dispositivos anticonceptivos intrauterinos, con una tasa de infección que
aumenta según la duración del uso. En un estudio (Valicenti et al., 1982) se
encontró la infección en 1,6% de mujeres de la población general que usaban
dispositivos intrauterinos y en 5,3% de las que asistían en las clínicas. En otro
estudio de 478 mujeres que usaban dispositivos intrauterinos, se encontró una
tasa de infección de 12,6%, por medio de extensiones de mucus cervicovaginal
teñido por Papanicolaou (Koebler et al., 1983). Los intentos de aislar las
bacterias observadas en las extensiones de Papanicolaou pocas veces
resultaron positivos. Por otra parte, hay que tomar en cuenta que A. israelii se
aísla también del tracto genital de mujeres que no usan dispositivos
anticonceptivos, lo que indicaría que los actinomices forman parte de la flora
normal (Burden, 1989). En la gran mayoría de los casos, la colonización por
actinomices produce solo una infección superficial o asintomática. El
tratamiento consiste en la administración de penicilina a dosis elevadas por
tiempo prolongado (semanas o meses). Se puede recurrir también a
eritromicina, clindamicina o tetraciclina. El drenaje quirúrgico de los abscesos
es importante. En mujeres que tienen el endometrio colonizado por
actinomices, a veces es suficiente remover el dispositivo para que el
endometrio vuelva a la normalidad.
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La enfermedad en los animales. A. bovis es el agente principal de la


actinomicosis en los bovinos y ocasionalmente en otras especies animales. En
el bovino se asienta sobre todo en los maxilares, donde forma un tejido
granulomatoso con áreas necróticas que se transforman en abscesos. Estos
se abren por conductos fistulosos y descargan un pus viscoso e inodoro, de
color amarillo. El pus contiene pequeños gránulos amarillos, llamados
“gránulos de azufre”, que aparecen como rosetas en la observación
microscópica. En algunos casos la masticación resulta muy dificultosa, el
animal se abstiene de ingerir alimentos y pierde peso. En el tratamiento de la
actinomicosis bovina y equina es necesario medir la relación costo/beneficio.
Las lesiones crónicas de tiempo atrás no ceden fácilmente al tratamiento. Si
las lesiones son pequeñas y circunscritas se puede recurrir a su escisión
quirúrgica. En otros casos se puede hacer un curetaje de los abscesos y las
fístulas, que se rellenan con gasas embebidas en tintura de yodo. El
tratamiento médico es el mismo que para la actinomicosis humana, de
preferencia con penicilina. En los cerdos el agente etiológico se localiza
principalmente en la ubre de las hembras, donde forma abscesos y fístulas.
La vía de penetración es la lesión originada por los dientes de los lechones al
mamar. Esta infección es atribuida a Actinomyces suis, cuyo valor
taxonómico es aún incierto. En los perros se encuentran abscesos
cervicofaciales, empiema con pleuritis y osteomielitis, más raramente
abscesos abdominales y granulomas cutáneos. A. viscosus es el agente más
común encontrado.
Fuente de infección y modo de transmisión. La infección es de origen
endógeno. Los actinomices se desarrollan como saprófitos dentro y
alrededor de los dientes cariados, en la mucina sobre el esmalte dental y en
las criptas amigdalinas. En estudios realizados en varios países, se ha podido
demostrar la presencia de actinomices en 40% de amígdalas extirpadas y se
han aislado en 30 a 48% de muestras de saliva o material de dientes cariados,
como también en las secreciones vaginales de 10% de mujeres que usaban
dispositivos intrauterinos (Benenson, 1992). Las infecciones y los procesos
patológicos se producen por traumas tisulares, lesiones o irritaciones
prolongadas. Los agentes que causan actinomicosis no se han podido
encontrar en el medio ambiente. Se cree que el agente causal penetra por los
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tejidos de la boca a través de las lesiones causadas por alimentos u objetos


extraños, o a través de los defectos dentarios. Desde la cavidad oral la
bacteria puede ser ingerida o aspirada a los bronquios
Papel de los animales en la epidemiología. Las especies de Actinomyces que
atacan al hombre y a los animales son diferentes. Rara vez se encuentra A.
israelii en animales o A. bovis en el hombre. La designación de especies
anterior a 1960 es dudosa (Lerner, 1991), por lo que la distinción entre una
especie y otra tropieza con grandes dificultades. La infección de los animales
no se transmite al hombre. Tampoco hay transmisión de hombre a hombre o
de animal a animal.
Control. La prevención en el hombre consiste en la adecuada higiene bucal y
en el cuidado después de extracciones dentales y otras operaciones de la
cavidad oral. En cuanto a la actinomicosis animal, hasta ahora no se han
podido establecer medidas prácticas para prevenirla.

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