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Hacia El Alvernia,

Con Francisco de Asís

La penitencia según San Francisco de Asís:


«El Señor me concedió a mí, el hermano Francisco, que comenzase así a hacer penitencia...» (Test 1).
La penitencia vista desde la aceptación de las acciones que nos llevan a los vacíos e insatisfacción. Pero
no solo la aceptación, también hacer el esfuerzo por un cambio de vida; enmendar. Penitencia significa
aquí la totalidad de la voluntad y de las acciones que son necesarias para que el hombre, corrompido por
el pecado, vuelva al camino de Dios.
Los que hacen penitencia son «todos aquellos que aman al Señor con todo el corazón, con toda el alma y
con toda la mente, con todas las fuerzas, y aman a sus prójimos como a sí mismos, y odian a sus cuerpos
[el propio 'yo'] con sus vicios y pecados, y reciben el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo, y
hacen frutos dignos de penitencia» (1CtaF I,1-4). Con estos elementos tenemos un programa esencial
para una vida auténticamente cristiana.
Cuando el penitente ha desocupado todo su corazón de sí mismo, de todo lo que no se ajusta con la
voluntad, con el agrado de Dios, se establece un lugar libre para un querer, un pensar, un gustar que en
todo está lleno del Espíritu del Señor.
«... y son esposos, hermanos y madres de nuestro Señor Jesucristo. Somos esposos cuando el alma fiel es
unida por el Espíritu Santo a nuestro Señor Jesucristo. Somos sus hermanos cuando hacemos la voluntad
del Padre que está en los cielos (Mt 12,50); madres, cuando lo llevamos en el corazón y en nuestro cuerpo
por el amor divino y por una conciencia pura y sincera: y lo damos a luz por medio de obras santas, que
deben iluminar a los otros como ejemplo» (1CtaF I,7-10).
A Cristo, Conocerlo (Ser consciente de siempre encomendarnos a su presencia) y servirle en quienes lo
necesitan (espiritual, emocional, psicológico y físicamente), pero también en aquellos en quienes se nos
hacen difíciles las relaciones interpersonales (si siento que no congenio con una persona, sino llego a
amarla, si se le puede respetar).
Esta penitencia, como metánoia* evangélica, debe ser la actitud fundamental primeramente de todo
seguidor de san Francisco en su amplia y multiforme fraternidad.
*La metanoia también es denominada como una transformación profunda de corazón y mente a manera
positiva. Hay teólogos que sugieren que la metanoia es un examen de toda actividad vital y una
transformación de la manera como se ven y aceptan los hombres y las cosas (Guardini, 1982:139).
No penitentes. En el capítulo segundo de su exhortación, Francisco se dirige a «todos aquellos y aquellas
que no viven en penitencia», de los cuales afirma: «Están ciegos, porque no ven la luz verdadera, nuestro
Señor Jesucristo. No tienen sabiduría espiritual, porque no tienen al Hijo de Dios, que es la verdadera
sabiduría del Padre» (1CtaF II,7-8).
«Vean, ciegos, engañados por sus enemigos, por la carne, el mundo y el demonio, que es dulce para el
cuerpo (o sea: para el propio «yo») cometer el pecado y le es amargo hacerlo servir a Dios; porque todos
Hacia El Alvernia,
Con Francisco de Asís

los vicios y pecados salen y proceden del corazón de los hombres, como dice el Señor en el Evangelio (cf.
Mc 7, 21). Y nada tienen en este mundo ni tampoco en el futuro.
Conclusión: Desapego de sí mismo, cada día y cada instante para instaurarse en el camino del Bien, y en
Él, obrar plenamente en bien de la humanidad. A todo esto, les queda una sola preocupación, bien
formulada por el mismo Francisco: «Pero ahora, después que hemos dejado el mundo, ninguna otra cosa
tenemos que hacer sino seguir la voluntad del Señor y agradarle a Él» (1 R 22,9).

Cuestionario:

Según el documento:

1. ¿Qué es hacer penitencia?


2. ¿cuáles son las acciones y actitudes del que hace penitencia?
3. ¿Cuáles son las acciones y actitudes del que no hace penitencia?
4. Elaborar una Metanoia Evangélica, es decir, ¿Qué actitudes, acciones y pensamientos debo
transformar?

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