Está en la página 1de 10

ISFD N° 21 “Ricardo Rojas”

Profesorado de Educación Secundaria en Lengua y Literatura


Materia: Historia de la Lengua Española
Curso: 1° 1º
Profesora: Florencia Meardi

4: El castellano en su origen

Anteriormente hicimos un recorrido histórico general sobre cómo fue la evolución del latín, desde ese
origen incierto en el supuesto Indoeuropeo, hasta el castellano. Vimos, también, que una vez que cayó
el Imperio Romano de Occidente (en el 476 d.C.), comenzó el proceso que daría origen a las distintas
lenguas romances. En ese proceso hubo varias lenguas en contacto que fueron provocando cambios en
el plano léxico (esto es, en el vocabulario), sintáctico (la organización de las oraciones), semántico (el
significado) y fonológico (que es el que tiene que ver con los sonidos de una lengua).

¿A qué nos referimos cuando hablamos de lenguas “en contacto”? Esta expresión se refiere a los
fenómenos lingüísticos que ocurren cuando más de una lengua comparte el mismo territorio
geográfico o el mismo espacio cultural. Se producen así “préstamos” de una lengua a otra, o términos
“calcados”, o expresiones que, habiendo nacido en una lengua, pasan a usarse en otra. Ya en el latín
clásico había un influjo muy grande de una lengua de prestigio: el griego. Así, en la lengua latina
encontramos muchos préstamos y expresiones propias de la lengua griega (lengua de prestigio por ser
considerada de cultura) que van a pasar a las lenguas romances. Por ejemplo, muchos prefijos de
origen griego como anti-, archi-, auto-, geo-, hipo-, hidro-, hemi, hétero-, hiper-, peri-, poli-… pasaron
directamente del griego al latín y luego, del latín al castellano. Y por supuesto, lo mismo pasó con
palabras como: pandemia, paranoia, tragedia… y otras más felices como filosofía, democracia, comedia,
entre muchas más.

Entonces: ya sabemos que, en gran medida el castellano deriva del latín. Agreguemos ahora que en el
proceso de evolución del latín al castellano, también participaron otras lenguas, especialmente de
origen germánico y de origen árabe. (Tengamos en cuenta que hay otros fenómenos de contacto entre
el castellano y otras lenguas modernas europeas, como el francés, italiano, portugués, inglés, y las
lenguas originarias de América, pero esto se produjo una vez que el castellano se hubo formado como
un idioma pleno.)

En esta oportunidad vamos a empezar con la influencia germánica en el origen del castellano. Luego
hablaremos de la influencia árabe. Y para terminar, nos referiremos a los dialectos romances que
fueron surgiendo en la península ibérica.

Los germanos

Para este tema, nos basaremos en el capítulo IV de la Historia de la lengua española de Rafael Lapesa:
“Transición del latín al romance: época visigoda”. En primer lugar, es importante saber que cuando
hablamos de germanos nos referimos a muchos pueblos que habitaban en el norte de Europa,
especialmente las zonas de Alemania, Austria, Países Bajos, Bélgica, y que eran descendientes de los
vikingos escandinavos que se habían instalado en esas regiones. Estos pueblos convivieron con el
Imperio Romano (en el límite) durante varios siglos, pero sufrieron las invasiones de los hunos,
guiados por Atila, en el s. V y comienzan a migrar e invadir el territorio del Imperio romano.

Por otra parte, tenemos que tener en cuenta que antes de la invasión germánica a la zona de Hispania
(en el s. III d.C), ya había intercambios entre los pueblos germánicos y los ciudadanos del imperio
romano, de hecho algunos germanos se alistaban en las legiones (las distintas unidades del ejército
romano, formadas por entre 4000 y 6000 personas) o convivían como colonos pagando tributos.
1
De estos contactos, que se iniciaron alrededor del s. I, heredamos palabras como ‘jabón’. Sucede que
los romanos importaban el jabón del norte, y como no tenían una palabra para designarlo, tomaron la
de los germanos: saipo, y de ahí en latín derivó en saponem, palabra que en castellano dio ‘jabón’.

Una vez que los pueblos vándalos, suevos y alanos (la mayoría de ellos, germanos) invadieron Roma, el
contacto entre lenguas es más estrecho. Los germanos dominaban el territorio y se comunicaban en su
propia lengua, mientras que los latinos se familiarizaban con cosas y costumbres germánicas a partir
de esa misma lengua.

Uno de los principales ámbitos de contacto fue el militar, por los legionarios germánicos primero y por
la nobleza germánica, que se dedicaba principalmente a las armas. Así aparecieron términos como
‘guerra’ (de werra), ‘robar’ (de raubôn), ‘guarnecer’ o ‘guarnir’ (de warnian). También la vestimenta
guerrera y las armas adoptaron formas germánicas: el ‘yelmo’, que es una especie de casco, viene de
helm y el ‘dardo’, que es un arma originalmente germánica (dard). Puesto que la práctica de la
equitación también era costumbre entre los germanos, es de ese origen parte del vocabulario: las
formas germánicas spaura y sporo dan origen a ‘espuela’ y ‘espolón’.

Otros cambios, surgidos del contacto –más o menos pacífico– entre estas poblaciones, tienen que ver
con la indumentaria: la falda y la cofia reciben su nombre de préstamos germánicos. También
influyeron con términos propios de la construcción: ‘sala’, proviene de sal, el espacio abierto donde el
señor recibía; la palabra ‘bastidor’, que se usa para referirse a un armazón donde colocar una tela o un
tejido, proviene de bastian que hacía referencia al techo de cáñamos entretejidos de las antiguas
viviendas germánicas. En música, recibimos el nombre de un instrumento: ‘arpa’, que proviene de
harpa, el instrumento con el que acompañaban algunos cantos heroicos.

Una vez concluida la etapa de las invasiones y con la consolidación de los estados bárbaros en las
distintas regiones del antiguo imperio romano, algunas instituciones germánicas pasaron un
vocabulario nuevo a los habitantes de las distintas regiones.

Así, la palabra ‘feudo’, tan importante para la organización social de la Edad Media, proviene del franco
fëhu que hace referencia a lo que el señor le daba a su vasallo. La ‘tregua’ viene de la forma germánica
triggwa que significa alianza.

Otra cuestión tenía que ver con el concepto que tenían de sí mismos: de su palabra orgôli proviene
nuestra ‘orgullo’.

Además de estos sustantivos, hay algunos adjetivos germanos que dieron origen a varios adjetivos
castellanos: riks dio ‘rico’, frisk pasó a ‘fresco’; blank, que significaba ‘brillante’, dio lugar a nuestro
‘blanco’.

Según Rafael Lapesa: “La historia detallada de los germanismos en las lenguas romances es
sumamente compleja. Unos pertenecen al fondo común germánico; otros son exclusivos de un
dialecto; algunos entraron independientemente en cada país, tomados del habla de los respectivos
invasores. Los hay propagados a través del latín vulgar y por intermedio del bajo latín. Muchos han
pasado de unos romanos a otros. Especial poder de difusión tuvieron los germanismos introducidos
por los francos: a través del latín tardío o del primitivo romance de la época merovingia (S. V – VIII)
pasó a España.” (p. 115-116).

De los primeros pueblos germanos llegados a Hispania (los alanos, los suevos y los vándalos) solo
quedaron topónimos (nombres de regiones) porque estuvieron poco tiempo en la región.

2
Los visigodos, otro pueblo germano, llegaron hacia el s. VI y se establecieron en la zona de Castilla
(Palencia, Burgos, Madrid, Toledo). Al principio no se mezclaron con los habitantes de la zona, incluso
estaba prohibido el matrimonio mixto (ya que ambos pueblos tenían religiones distintas: los visigodos
eran arrianos –cristianos para quienes Jesús no es Dios sino que depende de él– y los de Hispania,
católicos) y evitaban convivir en las mismas regiones (esto se demuestra por los topónimos que hacen
referencia a uno u otro grupo: Godos, Gudín, Godojos, Romanos, Romanillos). Después de un tiempo,
convivieron en paz y los godos se fusionaron con los hispanos. Esta fusión dio origen al sentimiento de
Hispania, ya no como provincia, sino como unidad independiente. Los godos pronto abandonaron su
lengua y hubo un periodo muy corto de bilingüismo. Algunas palabras godas casi no sufrieron
modificaciones: brotar, rapar no pasaron por los cambios que atravesaron otras palabras de origen
latino.

Algunos términos de origen visigodo son: escanciar, guardia, guardián, espía, ropa, ataviar, parra,
esquilar, tapa, aspa, rueca, ganso, agasajar, arrancar y pisotear.

Entre los nombres, habituales en castellano, hay varios de origen visigodo:

- Álvaro proviene de alls, todo, y wars ‘prevenido’.


- Fernando de frithu, ‘paz’, y nanths ‘atrevido’
- Rodrigo de hroths ‘fama’ y riks ‘poderoso’
- La primera parte de ‘Gonzalo’ es gunthis ‘lucha’.

La importancia de las invasiones bárbaras a Hispania no tiene tanto que ver con las palabras que
dejaron sino con el hecho de que dificultaron la comunicación con Roma y con otras regiones del
antiguo imperio romano. Por lo tanto, la lengua que se hablaba en la región quedó librada a sus
propias tendencias. Hay muy pocos documentos o testimonios de esta época y son difíciles de leer e
interpretar.

Las invasiones árabes

Para la siguiente parte de nuestro recorrido por los orígenes del castellano, nos basaremos en el
capítulo V del libro de Lapesa: “Los árabes y el elemento árabe en español”.

Mientras los germanos se consolidaban en Occidente (alrededor del siglo VIII), los árabes dominaban
Siria, Persia, el Norte de África y Sicilia. En siete años conquistaron la península Ibérica y luego casi
todo el Sur de la actual Francia. Así, dos civilizaciones sostendrían una contienda prolongada y
decisiva: la romano-germánica (cristianos) enfrentada a la islámica (musulmanes).

Los árabes, sirios y berberiscos que llegan a la península no vienen con mujeres: se casan con hispano-
godas y toman esclavas gallegas y vascas. En los reinos musulmanes que se instalan en la región
quedan muchos de los habitantes cristianos anteriores, a quienes se llamará mozárabes. Unos
consiguen cierta autonomía, otros son perseguidos o se islamizan. Todos influyen en el mundo moro
(musulmán), donde se habla romance además del árabe, circulan relatos épicos sobre el fin de la
monarquía goda, se cantan villancicos romances y nace un tipo de canción lírica, el zéjel, con métrica y
lenguaje híbridos.

Córdoba se convierte en el centro de una brillante civilización islámica. La agricultura, la industria y el


comercio alcanzan gran desarrollo. Vida cómoda y lujosa, arte, ciencia y filosofía son las marcas del
mundo árabe propio de aquella época en la actual España, que por entonces era llamada Al-Ándalus.

Los mozárabes, aun los que siguen siendo cristianos, escriben en árabe y empiezan a tomar nombres
árabes. Esto último llega hasta el Norte de España, donde, entre los siglos X y XI, empiezan a ser
3
comunes los nombres árabes o la costumbre de anteponer ibn al nombre del padre (ibn significa “hijo
de”, transformado el ibn en ben, surgieron apellidos como Benavides y Benigomez). Y así otras esferas
de la vida cotidiana se van cargando de la cultura árabe: esto se notará en la arquitectura, la industria
textil, la medicina, entre otros.

Al avanzar la Reconquista cristiana sobre los territorios árabes de la península, quedan en manos de
los cristianos ciudades como Toledo (en 1085) y Zaragoza (en 1118), fuertemente arabizadas. El
contingente moro que quedará en ellas será muy numeroso y conservará todavía sus creencias,
costumbres y lengua. En el siglo XII se funda en Toledo una escuela de traductores, y en el siglo XIII el
rey Alfonso el Sabio reúne en su corte el trabajo de intelectuales cristianos, judíos y árabes. Gracias a
este trabajo de traducción, occidente recupera gran parte de la producción filosófica clásica
conservada en el mundo árabe, por ejemplo, algunos tratados de Aristóteles.

El lenguaje de los andalusíes (es decir: los musulmanes que habitaban la península Ibérica) tenía
algunas particularidades que lo diferenciaban del idioma de los árabes de otras regiones geográficas.
El árabe escrito trataba de mantenerse fiel al árabe clásico, pero la oralidad funcionaba de otra
manera, e incluso se tomaban préstamos del romance. Esto también se veía en algunas composiciones
poéticas que incorporaban un dialecto vulgar y también la mezcla del árabe y el romance.

Veamos ahora algunos fenómenos que manifiestan la influencia del árabe en el castellano:

a) Vocabulario: El elemento árabe fue, después del latín, el más importante del vocabulario castellano
hasta el siglo XVI: se calculan unas cuatro mil palabras castellanas de origen árabe. Lapesa las
distingue de acuerdo al ámbito al que pertenecían (se incluyen unos pocos ejemplos entre los
numerosos términos citados por el autor):

1. Guerra: adalid, atalaya, zaga, adarga, aljaba, tambor, alférez, acicate, alazán.
2. Agricultura: acequia, aljibe, alberca, noria, alcachofa, algarroba, zanahoria, berenjena, alfalfa,
azúcar, algodón, tahona, aceituna, azucena, azahar, alhelí, arrayán, alerce, retama.
3. Trabajos y tareas: barragán, fustán, badana, tahalí, alfarero, taza, jarra, alfiler, marfil, azufre,
azogue.
4. Tráfico: arancel, tarifa, aduana, almacén, arroba, quintal, fanega (estas tres son medidas),
maravedí.
5. Casa y cocina: arrabal, aldea, zaguán, azotea, alcoba, alféizar, albañil, tabique, azulejo,
alcantarilla, ajuar, alfombra, albóndiga, alcuzcuz, almíbar, arrope.
6. Vestimenta y vida cotidiana: jubón, albornoz, borceguíes, babucha, laúd, azar (az-zahr
significa “dado”).
7. Instituciones: alcalde, alguacil, albacea.
8. Ciencias: algoritmo, guarismo (derivan del nombre de un matemático llamado Al-χuwarizmi),
cifra, álgebra, alquimia, alambique, alcohol, jarabe, cenit, nadir, auge, Aldebarán, Rigel (estos
dos: nombres de estrellas).
9. Adjetivos y verbos varios: mezquino, baladí, zahareño, añil, carmesí, fulano (fulán significa
“uno”, “cualquiera”), mengano (man kana significa “el que sea”), halagar, acicalar.
10. Sentimientos y acciones moralmente significativas: en general no hay muchos arabismos en
este campo, ya que la religión cristiana prefería los latinismos. Alborozo, alboroto, hazaña,
aleve.
11. El árabe como intermediario o transmisor de otras culturas: por medio del árabe, se
introdujeron en occidente palabras de diversas lenguas. De origen sánscrito son: alcanfor,
ajedrez. Del persa: jazmín, naranja, azul, escarlata. Del griego: arroz, acelga.

4
12. Fenómenos fonéticos de contacto entre el árabe y el romance: los árabes tomaron algunos
sonidos de los hispano-godos y los incorporaron a palabras propias de su idioma: cereza, ricino
(un sonido similar al del la ‘c’ delante de ‘e’ o ‘i’).

b) Toponimia: Se llama toponimia al estudio de los nombres propios de lugar de un país o región.
Dada la importancia de la cultura y civilización musulmana en la península, los nombres de lugares de
origen árabe son numerosos. La Mancha (manǧa significa “altiplanicie”), Alcalá, Medina, Guadalajara,
Guadalquivir (wadi significa “río”), Algeciras, Maqueda. Muchos son híbridos: Guadalupe (“río de
lobos”: wadi más lupus, “lobo” en latín), Almonacid (prefijo árabe al y la raíz latina de monasterium)

c) Fonética: Los arabismos fueron acomodados a las características de la fonología romance. Muchos
fonemas árabes no existían en los dialectos de la península, y fueron reemplazados por fonemas
parecidos o cercanos. Otro caso de adaptación se produjo agregando una vocal a ciertas palabras
árabes terminadas en consonantes: al-ǧib pasó a ser “aljibe”; en otros casos se reemplazaron sonidos
árabes por otros más comunes en castellano: al-ᶜaqrab se convirtió en “alacrán”; en algunos casos a
ciertas palabras árabes terminadas en vocal acentuada se les agregó una consonante: alajú: “alfajor”.
Una vez introducidos, los términos de origen árabe se fueron modificando junto con los términos
propios del castellano, participando de los mismos fenómenos de evolución fonética. Por ejemplo: al-
quṭún se transformó en “algodón”, tal como otras palabras latinas en las que se verifica el cambio de la
vocal /u/ por la /o/, además de la transformación de un sonido gutural sordo (la consonante árabe q)
en uno sonoro (la consonante g)1. El castellano no adoptó ningún fonema árabe pero se ha considerado
la posibilidad de que la incorporación de arabismos haya modificado la proporción de palabras
agudas, graves y esdrújulas.

d) Morfología y sintaxis: En árabe el artículo al- precede normalmente a cualquier sustantivo; en


castellano ese artículo fue incorporado directamente como parte de la palabra (alhelí, alboroto,
alcalde, alevoso, aldea). Por “contagio” con este tipo de arabismos, muchas palabras de origen latino
también incorporaron al comienzo al- o la consonante l: “almendra” en latín se decía amíddula y
“almuerzo” en latín era admordium. La terminación –í ha pasado al castellano sobre todo como parte
de sustantivos, adjetivos y gentilicios de origen árabe: jabalí, maravedí, baladí, marroquí.

e) Semántica, frases y refranes: en castellano hay palabras y expresiones completamente románicas


por su origen y evolución, pero parcial o totalmente arabizadas en su contenido significativo, pues han
adquirido acepciones nuevas por la presencia de una palabra árabe con la que tenían algún significado
común. Por ejemplo, los árabes tenían la palabra ‘waraqa’ para referirse a la plata (el metal) y también
a las hojas de los árboles y láminas; esos significados pasaron al castellano: se dejó de usar ariento (del
latín argentum) para referirse al metal y se prefirió plata que solo significaba lámina. Por otra parte, al
adoptar la vida española prácticas religiosas o sociales de origen musulmán, se han reproducido con
palabras romances las fórmulas correspondientes: “que Dios guarde”, “Dios lo ampare”, y otras
similares, son traducciones del refranero arábigo.

Hasta el siglo XI, mientras la península estuvo orientada hacia Córdoba, los arabismos se introdujeron
en el romance sin obstáculo ni competencia. Durante la baja Edad Media la influencia árabe todavía es
fuerte, aunque convive con los latinismos cultos y los extranjerismos europeos. Más adelante, luego de
la expulsión del Islam de tierras españolas, los términos de origen árabes serán “censurados” porque
“ensucian y ofuscan la polideza y claridad de la lengua castellana”. Nuevas técnica e intereses suceden
a la cultura medieval y, según Lapesa, la cultura musulmana ya no podía ofrecer nada comparable al

1
Los sonidos sordos son aquellos en cuya pronunciación las cuerdas vocales no vibran (por ej.: /p/, /t/, /k/); se llaman
sonoros aquellos sonidos en los que interviene la vibración de las cuerdas vocales (/b/, /d/, /g/, y otros).
5
Renacimiento europeo. Muchos términos árabes serán desechados. A pesar de esto último, hay una
gran cantidad que subsiste con plena vida y son una característica fundamental del castellano frente a
los demás romances.

Los dialectos romances de la península ibérica

Lo siguiente está extraído de los capítulos VI, VII, VIII y IX del libro de Lapesa.

Durante las conquistas árabes de la península ibérica, casi todo el territorio queda bajo el poder de
este pueblo; excepto algunos reinos cristianos que pudieron resistir y, poco a poco, iniciar la
reconquista. Hacia el 850, el territorio de la península ibérica estaba dividido de la siguiente formar
(los distintos reinos cristianos formaban parte o bien de la región de Asturias o bien del Imperio
Carolingio):

Si bien cada reino tenía su propia identidad, los estados cristianos sentían la continuidad histórica con
el reino visigodo, bajo el cual se había forjado el concepto nacional y la unidad religiosa de España. Sin

6
embargo, durante este periodo (siglos VIII-X aproximadamente) el nombre de ‘Spania’ llegó a usarse
como sinónimo del reino Ándalus. Pocos de estos reinos cristianos tenían contacto con el resto de
Europa, solo los catalanes tenían un contacto estrecho con los francos.

En estos reinos, el latín que se enseñaba en las escuelas era el que se empleaba para todos los usos
cultos y oficiales. Existía, en paralelo, el habla vulgar que era calificada despectivamente como
“rusticus sermo”, es decir, las formas antiguas del romance. Había además un latín avulgarado, escrito
y hablado por semidoctos, que amoldaban las formas latinas a los sonidos del incipiente romance.
Mientras existió esta forma, no estuvieron bien marcados los límites entre el latín y el romance y es en
esta época cuando surgen varios semicultismos (formas intermediarias entre el latín y el romance)
que aún se conservan.

El romance no tenía un sistema de anotación definido, por eso las primeras glosas tienen diversas
maneras de anotar los sonidos. Por ejemplo, el sonido que actualmente representamos con la grafía ‘ñ’,
aparece en testimonios de esta forma: “pungo”. Había gran variedad transcripciones para un mismo
sonido ya que recién hacia el siglo XIII empiezan a fijarse ciertas formas de escritura.

Esta diversidad en la escritura tiene su origen en el habla, ya que no hay formas fijas y coexisten
distintos modos de pronunciar un mismo término. Por ejemplo, circulaban al mismo tiempo las
palabras: carraira, carreira y carrera. Las tres formas tienen en el mismo significado, pero todavía no
se fijó el modo que se va a usar.

Este período de inestabilidades en el idioma se observa, incluso, en documentos que presentan la


misma palabra con diferentes grafías.

En medio de esta coexistencia de normas, al parecer caótica, la evolución lingüística avanza con pasos
lentos, pero firmes. A casusa de la inseguridad del lenguaje y de la pretendida aspiración a hablar bien,
eran frecuentes los errores de falsa corrección, porque no había ideas claras de las formas que debían
emplearse. Por ejemplo, en vez de decir “cabra” (que viene del latín “capra”), se inventa la forma
“cábera” porque se cree que hay un sonido (el de la “e”) que dejó de pronunciarse. La ultracorrección
es un problema importante en esta época de vacilaciones.

Durante el siglo XI, avanzados los reinos cristianos sobre los moros, la península ibérica comienza a
abrirse al resto de los países de Europa: el camino de Santiago (la ruta que llevaba al lugar donde
supuestamente están los restos del apóstol Santiago) era recorrido por cristianos de distintos
orígenes, muchos de ellos francos (actualmente franceses). Su influencia, junto con otros cambios en la
iglesia cristiana en la península (bastante aislada de Roma) y los matrimonios de reyes con esposas
francas hacen que la región salga del aislamiento.

Esto se observa en el lenguaje con la entrada de muchos términos provenzales y franceses: homenaje,
mensaje, fraile, monje, manjares, vianda, vinagre. La introducción de galicismos va a extenderse
durante toda la Edad Media.

Reinos y dialectos

Al principio los reinos recordaban las provincias romanas, pero cada uno surgió a partir de su propio
desarrollo histórico. Y las fricciones políticas entre ellos hicieron que las diferencias lingüísticas
prevalecieran por encima de los puntos en común. La comunicación dentro de un reino, aun entre
variedades, era fluida, pero la comunicación entre las variedades de los reinos no era tan sencilla. Las
diferencias, vinculadas a los distintos reinos cristianos (pero no determinadas por ellos) dieron paso a
dialectos distintos.

7
Asturias se siente heredero de la tradición visigótica y mantiene sus costumbres (especialmente la alta
nobleza). Pero lingüísticamente no tiene unidad: gallego al oeste, astur-leonés en el centro y castellano
en el este (calificado por algunos como el romance más revolucionario). Castilla (tierra de castillos) es
una serie de condados rebeldes dependiente de León, lucha constantemente por su unificación y su
independencia. De allí vienen los primeros textos literarios en lengua romance (el Poema del Mío Cid)
así como otros textos que dan cuenta del afán de lucha. El dialecto castellano evoluciona con más
rapidez que otros, se muestra distinto a todos (surgen términos propios que terminan imponiéndose)
y tiene una gran individualidad.

Navarra se encuentra más al este y, en algunos casos, es anexada por Castilla. El dialecto navarro-
aragonés tiene puntos de contacto con el leonés, pero es más tosco (quizás por la falta de una corte
como la de León, quizás también por el influjo de los vascos (pueblo de los Pirineos).

Así como el astur-leonés representa la transición entre el gallego-portugués y el castellano, así el


navarro-aragonés ofrece etapas intermedias entre el castellano y el catalán.

Cataluña, una vez arrebatada a los musulmanes, es un grupo de señoríos incorporados a Francia, al
principio, pero luego se convierten en un estado aparte por el aumento del poderío de Barcelona. Su
lengua, el antiguo catalán, tiene un importante elemento iberorromano y, además, mucho influjo
provenzal.

En definitiva, los principales dialectos de la península ibérica cristiana eran: el gallego-portugués, el


leonés, el castellano, el navarro-aragonés y el catalán. En el sur estaban los dialectos mozárabes peo
estos fueron desapareciendo conforme los reinos cristianos fuera reconquistando las regiones del sur.

8
9
Si prestan atención a la evolución de los reinos en estos mapas, verán que hacia 1450 solo queda el
reino de Granada en manos de los árabes.

Durante los últimos siglos de la Edad Media, podemos mencionar algunos hechos que dan cuenta de la
inestabilidad lingüística general y que, junto a otros, favorecen la adopción del castellano como
variedad principal dentro de la península:

- Inseguridad fonética.
- Irregularidad y simultaneidad de formas.
- Cambios en la sintaxis y en el modo de organizar las palabras en la frase.
- Amplitud de vocabulario (que incluye términos hoy desaparecidos como ‘tiesta’ para ‘cabeza’ o
‘prender’ para ‘agarrar’.
- Constitución del castellano como idioma literario (por el Poema del Mio Cid) y como lengua de saber
(con las distintas crónicas) a partir del siglo XII.
- La particular actividad cultural de Alfonso X, el Sabio, quien corrigió varios textos de su época que
introdujeron innovaciones en el castellano: particularmente el uso de la prosa para transmitir saberes
y enseñanzas.
En términos políticos, Castilla se independizó de León en 1065, luego ambos reinos se unificaron
después de 1230 bajo el nombre de Reino de Castilla. La unificación del actual territorio español
culmina en 1479 cuando Isabel I es reconocida como Reina de Castilla y Fernando I es coronado como
Rey de Aragón. Si bien el matrimonio se había realizado en 1469, no fue hasta diez años, con después,
con la coronación, que se consolida la unión dinástica de los dos reinos más poderosos de la península.

En 1492 se conquistó el último reino moro en el territorio de la actual España, el reino de Granada. Y,
finalmente, en 1512 se anexó el territorio de Navarra a la Corona de Castilla.

Les propongo que se armen fichas con los contenidos de esta clase. Y, para profundizar en estas
cuestiones, les indico que lean los primeros dos capítulos del libro La maravillosa historia del
español, de Francisco Moreno Fernández. (Les paso el libro entero en PDF.) Como siempre digo, si
tienen dudas con algún concepto o referencia, consulten en clases.

Florencia-

10

También podría gustarte