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Texto y comentario

DESCARTES

Discurso del método II, IV


SEGUNDA PARTE
[...] Pero al igual que un hombre que camina solo y en la Comentario
oscuridad, tomé la resolución de avanzar tan lentamente y de
A partir de este punto, Descartes
usar tal circunspección en todas las cosas que aunque centra el tema que aborda en esta
avanzase muy poco, al menos, me cuidaría al máximo de caer. parte del Discurso en el método, es
Por otra parte, no quise comenzar a rechazar por completo decir, en el establecimiento de una
alguna de las opiniones que hubiesen podido deslizarse serie de reglas ciertas y de fácil
durante otra etapa de mi vida en mis creencias sin haber sido aplicación mediante las cuales, si las
asimiladas en virtud de la razón, hasta que no hubiese seguimos paso a paso y partimos de
empleado el tiempo suficiente para completar el proyecto proposiciones evidentes, verdaderas,
emprendido e indagar el verdadero método con el fin de alcancemos infaliblemente la verdad.
conseguir el conocimiento de todas las cosas de las que mi El método tiene como objeto superar
espíritu fuera capaz. el relativismo y el escepticismo y
eliminar de las ciencias los principios
superfluos y los erróneos.

Había estudiado un poco, siendo más joven, la lógica de entre Si recordamos, Descartes había
las partes de la filosofía; de las matemáticas, el análisis de los distinguido las ciencias demostrables
geómetras y el álgebra. Tres artes o ciencias que debían con razones ciertas de las que
contribuir en algo a mi propósito. Pero habiéndolas examinado, utilizan argumentos solo probables,
me percaté de que en relación con la lógica, sus silogismos y la como la filosofía. Esas ciencias son la
lógica y las matemáticas (la
mayor parte de sus reglas sirven más para explicar a otro geometría y el álgebra), que si bien
cuestiones ya conocidas o también, como sucede con el arte de son útiles, también están llenas de
Lulio, contribuyen más a hablar sin juicio de aquellas cosas que errores y de principios superfluos,
se ignoran que a investigarlas. Y si bien la lógica contiene además de ser excesivamente
muchos preceptos verdaderos y muy adecuados, hay, sin abstractas. Por tanto, sus métodos no
embargo, mezclados con éstos otros muchos que o bien son son válidos y es preciso buscar otro
perjudiciales o bien superfluos; de modo que es tan difícil que se reduzca a unas pocas (cuatro)
distinguir unos de otros, como sacar una Diana o una Minerva reglas sencillas, para evitar
de un bloque de mármol aún no trabajado. Igualmente, en rela- confusiones.
ción con el análisis de los antiguos o el álgebra de los modernos, El arte de Lulio hace referencia a
además de que no se refieren si no a muy abstractas materias, Raimundo Lulio (Ramón Llul 1232-
que parecen carecer de todo uso, el primero está tan 1316). Utiliza el “Ars combinatoria”
circunscrito a la consideración de las figuras que no permite como un método científico para
ejercitar el entendimiento sin fatigar excesivamente la encontrar la verdad.
imaginación. La segunda está tan sometida a ciertas reglas y
cifras que se ha convertido en un arte confuso y oscuro, capaz,
de distorsionar el ingenio, en vez de ser una ciencia que
favorezca su desarrollo. Todo esto fue la causa de que pensase
que era preciso indagar otro método que, asimilando las ventajas
de estos tres, estuviera exento de sus defectos. Y como la
multiplicidad de leyes frecuentemente sirve de excusa para los
vicios, de tal forma que un estado está mejor regido cuando no
existen más que unas pocas leyes que son minuciosamente
observadas, de la misma forma, en lugar de un gran número de
preceptos del cual está compuesta la lógica, estimé que tendría
suficiente con los cuatro siguientes con tal de que tomase la
firme y constante resolución de no incumplir ni una sola vez su
observancia.
La primera regla del método o el
primer precepto, es no admitir
ninguna proposición, ningún juicio,
que no sea evidente; es decir, que
El primero consistía en no admitir cosa alguna como no se conciba de forma clara y
verdadera si no la había conocido evidentemente como tal. Es distinta, Claro es todo aquello que
decir, con todo cuidado debía evitar la precipitación y la se presenta a nuestra razón
prevención y admitir exclusivamente en mis juicios aquello que nítidamente, podríamos decir, en
se presentara tan clara y distintamente a mi espíritu que no todos sus detalles, y distinto, lo que
tuviera motivo alguno para ponerlo en duda. no se confunde con ninguna otra
cosa. Concebido de esta forma, no
queda lugar a la duda, y ese juicio
es verdadero. La evidencia será el
nuevo criterio de verdad sostenido
por Descartes, y consiste en que
nuestra razón, y solo nuestra razón
(es preciso rechazar los sentidos y la
imaginación), concibe, intuye,
directamente que un juicio es
verdadero sin ningún género de
duda. Lo que caracteriza a la
evidencia es que elimina la duda.

La segunda regla del método es el


análisis, que consiste en
descomponer los problemas en las
El segundo exigía que dividiese cada una de las dificultades partes más simples posibles para
a examinar en tantas parcelas como fuera posible y necesario poder comprobar su verdad, su
para resolverlas más fácilmente. evidencia.

El tercero requería conducir por orden mis reflexiones


comenzando por los objetos más simples y más fácilmente La tercera es la síntesis, que consiste
cognoscibles, para ascender poco a poco, gradualmente, hasta en, una vez comprobada la verdad
el conocimiento de los más complejos, y suponiendo también de las partes, reconstruir el
orden entre aquellos que no se preceden naturalmente los unos a problema recorriendo
ordenadamente el camino de lo más
los otros. simple hasta lo más complejo.
Según el último de estos preceptos, debería siempre realizar
recuentos tan completos y revisiones tan amplias que pudiese
estar seguro de no omitir nada. Finalmente, solo nos queda revisar
todos los pasos de nuestra
demostración y comprobar que no
Las largas cadenas de razones simples y fáciles, por medio hemos olvidado nada.
de las cuales generalmente los geómetras llegan a alcanzar las
demostraciones más difíciles, me habían proporcionado la Este método, inspirado en la
ocasión de imaginar que todas las cosas que caen bajo el geometría, puede servir de modelo
conocimiento de los hombres se entrelazan de igual forma y para todo el saber. Si lo aplicamos
que, absteniéndose de admitir como verdadera alguna que no lo correctamente, admitiendo solo lo
sea y guardando siempre el orden necesario para deducir unas de que es indudable y siguiendo el
otras, no puede haber algunas tan alejadas de nuestro método ordenadamente, no puede
conocimiento que no podamos, finalmente, conocer ni tan haber nada que no podamos
ocultas que no podamos llegar a descubrir. No supuso para mí conocer. Consideración de la razón
una gran dificultad el decidir por cuáles era necesario iniciar el como facultad de conocimiento
estudio: previamente sabía que debía ser por las más simples y ilimitada.
las más fácilmente cognoscibles. Y considerando que entre
todos aquellos que han intentado buscar la verdad en el campo
de las ciencias, solamente los matemáticos han establecido
algunas demostraciones, es decir, algunas razones ciertas y
evidentes, no dudaba que debía comenzar por las mismas que
ellos habían examinado. No perseguía utilidad alguna si
exceptuamos el que habituarían mi ingenio a considerar
atentamente la verdad y a no contentarse con falsas
razones. Ahora bien, no llegué por ello a tener el deseo de
conocer todas las ciencias particulares, comúnmente
conocidas como matemáticas; y viendo que aunque sus objetos
son diferentes, sin embargo todas estas ciencias tienen en
común el considerar solamente las diversas relaciones y
posibles proporciones que en los mismos se dan, juzgué que
poseía un interés mayor que examinase solamente las
proporciones en general y en relación solamente con aquellos
objetos que servirían para hacerme más cómodo su
conocimiento. Es más, sin vincularlas en forma alguna a ellos
para poder aplicarlas tanto mejor a todos aquellos a los que
pudieran convenir.
Posteriormente, habiendo advertido que para analizar tales
proporciones tendría necesidad en alguna ocasión de considerar
a cada una en particular y en otras ocasiones solamente debería
retener o comprender varias conjuntamente en mi memoria,
estimé que para mejor analizarlas en particular, debía suponer
que se daban en líneas puesto que no encontraba nada más
simple ni que pudiera presentar con mayor distinción ante mi Descartes aplica su método a las
imaginación y sentidos; pero para retener o considerar varias matemática. Une la geometría (líneas)
conjuntamente, era preciso que las diera a conocer mediante al álgebra (cifras) y descubre la
cifras, lo más breves que fuera posible. Por este medio geometría analítica. Los valores
entendía que asumía lo mejor que se da en el análisis matemáticos son representados en el
geométrico y en el álgebra, corrigiendo, a la vez, los defectos espacio por medio de ecuaciones.
de una de estas ciencias mediante los procedimientos de la
otra.
Y como, en efecto, la exacta observancia de estos preceptos que
había seleccionado me proporcionó tal facilidad para resolver
todas las cuestiones tratadas por estas dos ciencias, que en dos Descartes, que ha tomado por
o en tres meses que empleé en su examen, habiendo modelo del saber las matemáticas,
comenzado por las más simples y más generales y siendo, a la empieza por aplicar su método en
vez, cada verdad que encontraba una regla útil con vistas a este campo, pues en él se han
alcanzar otras verdades, no solamente llegué a concluir el alcanzado, señala, algunos juicios
análisis de cuestiones que en otra ocasión había juzgado de ciertos y evidentes, verdaderos. El
gran dificultad, sino que también me pareció, cuando éxito es rotundo, pues el método se
concluía este trabajo, que podía determinar en tales adapta perfectamente a las reglas de
las matemáticas.
cuestiones por qué medios y hasta dónde era posible alcanzar
soluciones de lo que ignoraba. En lo cual no pareceré ser
excesivamente vanidoso si se considera que no habiendo más
que un conocimiento verdadero de cada cosa, aquel que lo
posee conoce cuanto se puede saber. Así un niño instruido en
aritmética, habiendo realizado una suma según las reglas
pertinentes, puede estar seguro de haber alcanzado todo aquello
de que es capaz el ingenio humano en lo relacionado con la
suma que él examina. Pues el método que nos enseña a seguir el
verdadero orden y a enumerar exactamente todas las
circunstancias de lo que se investiga, contiene todo lo que
confiere certeza a las reglas de la Aritmética.
Pero lo que me producía más agrado de este método era que, Esta aplicación del método a las
siguiéndolo, estaba seguro de utilizar en todo mi razón, si no de matemáticas permitió a Descartes
un modo absolutamente perfecto, al menos de la mejor forma que perfeccionar su manejo y habituarse
estaba a mi alcance. Por otra parte, me daba cuenta de que la a utilizar la razón rigurosamente (ya
que solo la razón puede
práctica del mismo habituaba progresivamente mi ingenio a proporcionar un conocimiento
concebir de forma más clara y distinta sus objetos y, puesto que no evidente, verdadero), pero aún no se
lo había limitado a materia alguna en particular, me prometía sentía preparado para aplicarlo a la
aplicarlo con igual utilidad a dificultades propias de otras filosofía, en la que no encuentra
ciencias, al igual que lo había realizado con las del Álgebra. ningún principio seguro.
Con esto no quiero decir que pretendiese examinar todas
aquellas dificultades que se presentasen en un primer momento,
pues esto hubiera sido contrario al orden que el método prescribe.
Pero habiendo apreciado que sus principios deberían estar tomados
de la filosofía, en la cual no encontraba alguno cierto, pensaba que
era necesario ante todo que tratase de establecerlos. Y puesto que
esto era lo más importante en el mundo y se trataba de un tema en el
que la precipitación y la prevención eran los defectos que más se
debían temer, juzgué que no debía intentar tal tarea hasta que no
tuviese una madurez superior a la que se posee a los veintitrés años,
que era mi edad, y hasta que no se hubiese empleado con
anterioridad mucho tiempo en prepararme, tanto desarraigando de
mi espíritu todas las malas opiniones y realizando un acopio de
experiencias que deberían constituir la materia de mis
razonamientos, como ejercitándome siempre en el método que
me había prescrito con el fin de afianzarme en su uso cada vez más.

CUARTA PARTE

Aunque en el ámbito de la moral, de


No sé si debo entreteneros con las primeras meditaciones allí las costumbres, Descartes admita la
realizadas, pues son tan metafísicas y tan poco comunes que no necesidad de seguir las opiniones
serán del gusto de todos. Y sin embargo, con el fin de que se inciertas, retoma la aplicación del
pueda opinar sobre la solidez de los fundamentos que he método, rechazando todo lo dudoso,
establecido, me encuentro en cierto modo obligado a referirme a en la búsqueda de una verdad que
ellas. Hacía tiempo que había advertido que, en relación con las pueda ser creída por sí misma y de
costumbres, es necesario en algunas ocasiones seguir opiniones la que se deriven las demás
muy inciertas tal y como si fuesen indudables, según he advertido deductivamente. El afán de claridad
y de precisión le lleva a plantear la
anteriormente. Pero puesto que deseaba entregarme solamente a la duda metódica: es necesario dudar
búsqueda de la verdad, opinaba que era preciso que hiciese todo lo de todo y considerar
contrario y que rechazase como absolutamente falso todo aquello provisionalmente como falso todo lo
en lo que pudiera imaginar la menor duda, con el fin de que es posible poner en duda. Es
comprobar si, después de hacer esto, no quedaría algo en mi una duda absoluta, no escéptica,
creencia enteramente indudable. Así pues, considerando que pues, tomada como punto de
partida, se espera hallar la verdad. El
escepticismo, por el contrario, niega
la verdad.
¿Hasta dónde alcanza la duda? En
esto, no quedaría algo en mi creencia que fuese enteramente primer lugar, a los sentidos, pues,
indudable. Así pues, considerando que nuestros sentidos en como alguna vez nos engañan (por
algunas ocasiones nos inducen a error, decidí suponer que no ejemplo, los espejismos), no nos
existía cosa alguna que fuese tal y como nos la hacen imaginar. podemos fiar de ellos. Pero tampoco
Y puesto que existen hombres que se equivocan al razonar en de las matemáticas, pues muchos se
equivocan hasta en las operaciones
cuestiones relacionadas con las más sencillas materias de la más sencillas. Incluso podría suceder
geometría y que incurren en paralogismos, juzgando que yo, que estuviésemos confundiendo la
como cualquier otro estaba sujeto a error, rechazaba como realidad con el sueño. En resumen,
falsas todas las razones que hasta entonces había admitido todo es dudoso y debe ser
como demostraciones. Y, finalmente, considerando que hasta considerado falso. Pero, en este
los pensamientos que tenemos cuando estamos despiertos estado, surge la primera evidencia:
pueden asaltarnos cuando estamos dormidos, sin que ninguno yo, que pienso, existo. Aunque lo
en tal estado sea verdadero, me resolví a fingir que todas las que piense no exista, no se puede
cosas que hasta entonces habían alcanzado mi espíritu no eran dudar de que estoy pensando ni, por
más verdaderas que las ilusiones de mis sueños. Pero, tanto, de que existo. Este es el primer
inmediatamente después, advertí que, mientras deseaba pensar principio de la filosofía, la verdad
sobre la que se puede levantar el
de este modo que todo era falso, era absolutamente necesario edificio del conocimiento.
que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa. Y dándome cuenta
de que esta verdad: pienso, luego soy, era tan firme y tan segura
que todas las más extravagantes suposiciones de los escépticos
no eran capaces de hacerla tambalear, juzgué que podía
admitirla sin temor alguno de errar como el primer principio de
la filosofía que yo indagaba.
Posteriormente, examinando con atención lo que yo era, y La naturaleza del sujeto es
puramente racional, no es un cuerpo.
viendo que podía fingir que carecía de cuerpo así como que no En tanto que pienso, que dudo, me
había mundo o lugar alguno en el que me encontrase, pero que, reconozco indudablemente como un
por ello, no podía fingir que yo no era, sino que por el contrario, sujeto que piensa, pero no como un
sólo a partir de que pensaba dudar acerca de la verdad de otras cuerpo. La realidad queda dividida
cosas, se seguía muy evidente y ciertamente que yo era, en dos ámbitos: la sustancia
mientras que, con sólo que hubiese cesado de pensar, aunque pensante, el sujeto, y la sustancia
el resto de lo que había imaginado hubiese sido verdadero, no corpórea, la materia. Sustancia es, en
tenía razón alguna para creer que yo hubiese sido, llegué a Descartes, aquello que no necesita
de ninguna otra cosa para existir.
conocer a partir de todo ello que era una sustancia cuya esencia Pero, de momento, solo sabemos que
o naturaleza reside en pensar y que tal sustancia, para existir, no existe el sujeto pensante, no la
tiene necesidad de lugar alguno ni depende de cosa alguna materia. Sigamos adelante.
material. De suerte que este yo, es decir, el alma, en virtud de
la cual yo soy lo que soy, es enteramente distinta del cuerpo,
más fácil de conocer que éste y, aunque el cuerpo no fuese, el Como ya comentamos al hablar de
alma no dejaría de ser cuanto ella es. las reglas del método, el criterio de
verdad es la evidencia, que yo intuya
Analizadas estas cuestiones, reflexioné en general sobre todo de forma clara y distinta, sin ningún
lo que se requiere para afirmar que una proposición es género de duda, que una proposición
verdadera y cierta, pues, dado que acababa de identificar una es verdadera. En el descubrimiento
que cumplía tal condición, pensé que de la primera verdad incontrovertible
tiene su origen dicho criterio. Por
tanto, de la primera verdad deduce un
criterio de verdad: la evidencia.
Hasta ahora, Descartes solo ha
también debía conocer en qué consiste esta certeza. Y ha- demostrado la existencia del sujeto
biéndome percatado [de] que nada hay en pienso, luego soy, pensante, pero no de los cuerpos,
como ya hemos señalado, ni
que me asegure que digo la verdad, a no ser que yo veo muy tampoco de Dios. Primera prueba
claramente que, para pensar, es necesario ser, juzgué que podía para demostrar la existencia de Dios
admitir como regla general que las cosas que concebimos muy o prueba gnoseológica (basada en el
clara y distintamente son todas verdaderas; no obstante, hay contenido objetivo de las ideas).
solamente cierta dificultad en identificar correctamente cuáles Esto es lo que va a hacer a
son aquellas que concebimos distintamente. continuación. Si yo, puesto que
dudo (no conozco), soy imperfecto,
A continuación, reflexionando sobre que yo dudaba y que, y en mí tengo la idea de perfección,
en consecuencia, mi ser no era omniperfecto, pues claramente esta no puede venir de mí, pues lo
comprendía que era una perfección mayor el conocer que el perfecto no puede provenir de lo
dudar, comencé a indagar de dónde había aprendido a pensar en imperfecto, sino de un ser perfecto,
alguna cosa más perfecta de lo que yo era; conocí con evidencia que está fuera de mí, que no soy yo.
que debía ser en virtud de alguna naturaleza que realmente fuese Este ser perfecto que implanta en
más perfecta. En relación con los pensamientos que poseía de mí la idea de perfección es Dios
otros seres que existen fuera de mí, tales como el cielo, la tierra, (idea innnata), pues las ideas que
tengo de los demás seres exteriores
la luz, el calor y otros mil, no me preocupaba en igual forma a mí (ideas adventicias)(el cielo, la
por conocer de dónde provenían puesto que, no constatando luz, etc., que de momento solo son
nada en tales pensamientos que me pareciera hacerlos superiores pensamientos, pues aún no se ha
a mí, podía estimar que si eran verdaderos, fueran dependientes demostrado su existencia; el propio
de mi naturaleza, en tanto que posee alguna perfección; si no lo Descartes dice que puede que no
eran, que procedían de la nada, es decir, que los tenía porque sean verdaderos, sino resultado de
había defecto en mí. Pero no podía opinar lo mismo de la idea un defecto mío) no son más
de un ser más perfecto que el mío, pues que procediese de la perfectas que yo, luego ellas
nada era manifiestamente imposible y puesto que no hay provienen de mí. La idea de
perfección no puede provenir de mi
repugnancia menor en que lo más perfecto sea una (idea facticia) dada mi
consecuencia y esté en dependencia de lo menos perfecto, que imperfección. Queda, pues,
la existente en que algo proceda de la nada, concluí que tal idea demostrada la existencia de Dios, y,
no podía provenir de mí mismo. De forma que únicamente además, de él depende el sujeto.
restaba la alternativa de que hubiese sido inducida en mí por Este último detalle es importante,
una naturaleza que realmente fuese más perfecta de lo que era la pues, si aplicamos estrictamente la
mía y también que tuviese en sí todas las perfecciones de las definición de sustancia —lo que no
cuales yo podía tener alguna idea, es decir, para explicarlo con necesita de ninguna otra cosa para
una palabra, que fuese Dios. A esto añadí que, puesto que existir—, solo Dios sería una
sustancia.
conocía algunas perfecciones que en absoluto poseía, no era el
único ser que existía (permitidme que use con libertad los
términos de la escuela), sino que era necesariamente preciso que Segunda prueba para demostrar la
existiese otro ser más perfecto del cual dependiese y del que yo existencia de Dios o prueba de la
hubiese adquirido todo lo que tenía. Pues si hubiese existido causalidad. Yo no soy causa de mi
solo y con independencia de todo otro ser, de suerte que propia existencia (me habría creado
hubiese tenido por mí mismo todo lo poco que participaba del perfecto), debe haberme creado un ser
ser perfecto, hubiese podido, por la misma razón, tener por mí perfecto, Dios.
mismo cuanto sabía que me faltaba y, de esta forma, ser
infinito,
inmutable, omnisciente, todopoderoso y, en fin, poseer todas las
perfecciones que podía comprender que se daban en Dios. Pues
siguiendo los razonamientos que acabo de realizar, para conocer la
naturaleza de Dios en la medida en que es posible a la mía,
solamente debía considerar todas aquellas cosas de las que
encontraba en mí alguna idea y si poseerlas o no suponía
perfección; estaba seguro de que ninguna de aquellas ideas que
indican imperfección estaban en él, pero sí todas las otras. De este
modo me percataba de que la duda, la inconstancia, la tristeza y Descartes atribuye a la naturaleza de
Dios, en la medida en que nuestra
cosas semejantes no podían convenir a Dios puesto que a mí mismo razón puede conocerla, todas las
me hubiese complacido en alto grado el verme libre de ellas. perfecciones y le niega las
Además de esto, tenía ideas de varias cosas sensibles y corporales; imperfecciones. Dios no puede ser
pues, aunque supusiese que soñaba y que todo lo que veía o de naturaleza corporal, pues esta no
imaginaba era falso, sin embargo, no podía negar que esas ideas constituye ninguna perfección, sino
estuvieran verdaderamente en mi pensamiento. Pero puesto que más bien al contrario, la dualidad de
había conocido en mí muy claramente que la naturaleza inteligente naturaleza pensante y corporal es un
es distinta de la corporal, considerando que toda composición defecto. Análogamente a la sustancia
indica dependencia y que ésta es manifiestamente un defecto, pensante, la sustancia corporal
juzgaba por ello que no podía ser una perfección de Dios el estar también depende de Dios. Dios es
compuesto de estas dos naturalezas y que, por consiguiente, no lo una sola sustancia infinita, no es ni
estaba; por el contrario, pensaba que si existían cuerpos en el mundo sustancia pensante ni corporal (no
existe dualismo en Dios, dado que
o bien algunas inteligencias u otras naturalezas que no fueran to- sería una imperfección).
talmente perfectas, su ser debía depender de su poder de forma tal
que estas naturalezas no podían subsistir sin él ni un solo momento.
Posteriormente quise indagar otras verdades y habiéndome propuesto Tercera prueba para demostrar la
existencia de Dios o prueba basada
el objeto de los geómetras, que concebía como un cuerpo continuo en el argumento ontológico de San
o un espacio indefinidamente extenso en longitud, anchura y altura Anselmo de Canterbury. La idea de
o profundidad, divisible en diversas partes, que podían tener diversas triángulo implica que tiene tres
figuras y magnitudes, así como ser movidas y trasladadas en todas lados, de la misma manera la idea de
las direcciones, pues los geómetras suponen esto en su objeto, Dios como ser perfecto implica que
repasé alguna de las demostraciones más simples. Y habiendo debe tener todas las perfecciones,
advertido que esta gran certeza que todo el mundo les atribuye no incluida la existencia. De otro modo
está fundada sino sobre que se las concibe con evidencia, siguiendo no sería Dios (perfecto). La
la regla que anteriormente he expuesto, advertí que nada había en existencia es una perfección que
debe estar en Dios, por tanto, debe
ellas que me asegurase de la existencia de su objeto. Así, por existir.
ejemplo, estimaba correcto que, suponiendo un triángulo, entonces
era preciso que sus tres ángulos fuesen iguales a dos rectos; pero tal
razonamiento no me aseguraba que existiese triángulo alguno en el Si Dios es un ser sumamente
mundo. Por el contrario, examinando de nuevo la idea que tenía de perfecto, si contiene todas las
un Ser Perfecto, encontraba que la existencia estaba comprendida en perfecciones, como acabamos de
la ver, es preciso que exista como una
realidad independiente del sujeto
(no es solo un pensamiento), pues la
existencia es una de esas
perfecciones. De la sustancia
corpórea, de la que se ocupan los
geómetras, aún no se ha demostrado
su existencia.
misma de igual forma que en la del triángulo está com-
prendida la de que sus tres ángulos sean iguales a dos rectos o
en la de una esfera que todas sus partes equidisten de un centro
e incluso con mayor evidencia. Y, en consecuencia, es por lo
menos tan cierto que Dios, el Ser Perfecto, es o existe como lo
pueda ser cualquier demostración de la geometría.
Pero lo que motiva que existan muchas personas
persuadidas de que hay una gran dificultad en conocerle y
también en conocer la naturaleza de su alma es el que jamás Los que tras estas demostraciones
elevan su pensamiento sobre las cosas sensibles y que están aún dudan de la existencia de Dios
hasta tal punto habituados a considerar sólo lo que sean es porque no son capaces de
capaces de imaginar (modo de pensar propiamente relacionado elevarse por encima de la
con las cosas materiales), que todo aquello que no es imaginación, que solo se representa
imaginable les parece que no es inteligible. Lo cual es bastante imágenes de las cosas sensibles. En
manifiesto en la máxima que los mismos filósofos defienden concreto, Descartes reproduce la
como verdadera en las escuelas, según la cual nada hay en el fórmula sostenida por los empiristas,
entendimiento que previamente no haya impresionado los de inspiración aristotélica, para
sentidos; no obstante, las ideas de Dios y el alma nunca ha[n] referirse a ellos: nada hay en el
entendimiento que no haya entrado
impresionado los sentidos. Y me parece que los que desean por los sentidos. Ahora bien, de Dios
emplear su imaginación para comprenderlas, hacen lo mismo y del sujeto pensante (del alma) no
que si quisieran servirse de los ojos para oír los sonidos o sentir hay impresión sensible, luego es un
los olores. Existe aún otra diferencia: que el sentido de la vista error tratar de comprenderlos
no nos asegura menos de la verdad de sus objetos que lo hacen recurriendo a los sentidos y a la
los del olfato u oído de los suyos, mientras que ni nuestra imaginación. Además, como hemos
imaginación ni nuestros sentidos podrían asegurarnos cosa visto, los sentidos no son fiables.
alguna si nuestro entendimiento no interviene en ello.
En fin, si aún hay hombres que no están suficientemente
persuadidos de la existencia de Dios y de su alma en virtud de
las razones aducidas por mí, deseo que sepan que todas las
Ahora emprendemos la demostración
otras cosas, sobre las cuales piensan estar seguros, como de de la existencia de los cuerpos.
tener un cuerpo, de la existencia de astros, de una tierra y de Descartes no afirma que los cuerpos
cosas semejantes, son menos ciertas. Pues, aunque se tenga una no existan, lo que sería una
seguridad moral de la existencia de tales cosas que es tal que, a extravagancia, como señala él
no ser que se peque de extravagancia, no se puede dudar de las mismo; de ello tenemos una
mismas, sin embargo, a no ser que se peque de falta de razón, «seguridad moral». Lo que él sostiene
cuando se trata de una certeza metafísica, no se puede negar que es que no tenemos una «certeza
sea razón suficiente para no estar enteramente seguros el haber metafísica», es decir, que desde el
constatado que es posible Imaginarse de igual forma, estando punto de vista racional no es
evidente su existencia, pues, como
dormido, que se tiene otro cuerpo, que se ven otros astros y otra ya comentamos, podría ser que todos
tierra, sin que exista ninguno de tales seres. Pues ¿cómo esos cuerpos no fueran más que
podemos saber que los pensamientos tenidos en el sueño son pensamientos nuestros, sin realidad
más falsos que los otros, dado independiente. Es Dios quien asegura
que las cosas, el mundo, existen,
como constataremos a continuación.
que frecuentemente no tienen vivacidad y claridad menor? Y aunque
los ingenios más capaces estudien esta cuestión cuanto les plazca, no
Reconocida la existencia de Dios, el
creo [que] puedan dar razón alguna que sea suficiente para disipar criterio de evidencia encuentra su
esta duda, si no presuponen la existencia de Dios. Pues, en primer última garantía: Dios, por su
lugar, incluso lo que anteriormente he considerado como una regla (a perfección, no puede engañarme. La
saber: que lo concebido clara y distintamente es verdadero), sólo es facultad de juzgar que he recibido de
seguro si Dios existe, es un ser perfecto y todo lo que hay en nosotros Él no me puede inducir a error si la
procede de él. De donde se sigue que nuestras ideas o nociones, empleo rectamente. Esta
siendo seres reales, que provienen de Dios, en todo aquello en lo que consideración evita toda posibilidad
son claras y distintas, no pueden ser sino verdaderas. De modo que, de duda sobre los conocimientos
si bien frecuentemente poseemos algunas que encierran falsedad, esto evidentes. Dios es aquí la fuente de
sólo puede ser en aquellas en las que algo es confuso y oscuro, pues veracidad, principio y garantía de
en esto participan de la nada, es decir, que no se dan en nosotros sino toda verdad. El error proviene de
porque no somos totalmente perfectos. Es evidente que no existe una nuestra imperfección. Dios garantiza
el criterio de verdad (la evidencia)
repugnancia menor en defender que la falsedad o la imperfección, en
tanto que tal, procedan de Dios, que existe en defender que la verdad
o perfección proceda de la nada. Pero si no conocemos que todo lo
que existe en nosotros de real y verdadero procede de un ser perfecto
e infinito, por claras y distintas que fuesen nuestras ideas, no
tendríamos razón alguna que nos asegurara de que tales ideas
tuviesen la perfección de ser verdaderas. Como Dios garantiza el criterio de
Por tanto, después de que el conocimiento de Dios y el alma nos han verdad, disipa la duda sobre el mundo
exterior (ideas adventicias) y sobre la
convencido de la certeza de esta regla, es fácil conocer que los veracidad de los sentidos si se aplica
sueños que imaginamos cuando dormimos no deben en forma la evidencia a tales ideas.
alguna hacernos dudar de la verdad de los pensamientos que tenemos
cuando estamos despiertos. Pues, si sucediese, inclusive durmiendo, No debemos dudar de la existencia
que se tuviese alguna idea muy distinta como, por ejemplo, que algún del mundo, de las cosas, y
confundirlo con un sueño, pues si
geómetra lograse alguna nueva demostración, su sueño no impediría soñamos algo cierto (la
que fuese verdad. Y en relación con el error más común de nuestros demostración de un geómetra, señala
sueños, consistente en representarnos diversos objetos de la misma el propio Descartes), no deja de ser
forma que la obtenida por los sentidos exteriores, carece de cierto por ser un sueño, y porque la
importancia el que nos dé ocasión para desconfiar de la verdad de similitud entre las imágenes de los
tales ideas, pues pueden inducirnos a error frecuentemente sin que sueños y las representaciones de los
durmamos, como sucede a aquellos que padecen de ictericia, que todo sentidos no significa nada, ya que
lo ven de color amarillo, o cuando los astros u otros cuerpos los sentidos también nos engañan
demasiado alejados nos parecen de tamaño mucho menor del que en (por ejemplo, cuando padecemos
algunas enfermedades, o sobre el
realidad poseen. Pues bien estemos en estado de vigilia o bien tamaño de los cuerpos). Solo la
durmamos, sólo debemos dejarnos persuadir por la evidencia de razón nos conduce a la verdad, ni los
nuestra razón. Y es preciso señalar que yo afirmo, de nuestra razón y sentidos (el tamaño del sol) ni la
no de nuestra imaginación o de nuestros sentidos, imaginación (la quimera) (ideas
facticias).
pues aunque veamos el sol muy claramente, no debemos juzgar por Dios asegura la coincidencia entre las
ello que posea el tamaño con que lo vemos y fácilmente podemos evidencias y las existencias, garantiza
imaginar con perfecta claridad una cabeza de león unida al cuerpo de que mis ideas sobre la realidad
una cabra, sin que sea preciso concluir por ello que exista en el exterior tienen existencia
mundo una quimera, pues la razón no nos dicta que lo que vemos o independientemente de mí, pues, en
imaginamos de este modo sea verdadero. Por el contrario, la razón tanto que ser perfecto y veraz, no
nos dicta que todas nuestras ideas o nociones deben tener algún puede permitir que me engañe
fundamento de verdad, pues no sería posible que Dios, que es pensando que tales cosas existen si
sumamente perfecto y veraz, las haya colocado en nosotros no fuera así. Así, Descartes, que
careciendo del mismo. Y puesto que nuestros razonamientos no son
pretende ser un pensador realista,
jamás tan evidentes ni completos durante el sueño como durante la
vigilia, aunque algunas veces nuestras imágenes sean tanto o más vivas consigue evitar el solipsismo, el
y claras, la razón nos dicta igualmente que, no pudiendo nuestros aislamiento del sujeto con la apertura
pensamientos ser todos verdaderos, ya que nosotros no somos de la conciencia a la realidad
onmiperfectos, lo que existe de verdad debe de encontrarse corpórea.
infaliblemente en aquellos que tenemos estando despiertos más bien
que en los que tenemos mientras soñamos.
(Trad. Guillermo Quintas Alonso, Alianza Editorial,
Madrid, 1999, pp, 40-44, 50-56).

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