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Discurso del método

René Descartes

Discurso del método, Segunda parte (selección)


En la que se exponen las reglas más características del método que el autor ha
indagado1
[LOS TÍTULOS Y SUBTÍTULOS QUE ESTÁN SUBRAYADOS SE
CORRESPONDEN CON LOS ESQUEMAS QUE APARECEN AL FINAL, NO
APARECEN ORIGINALMENTE EN EL TEXTO]

1. EL PROYECTO CARTESIANO EXIGE UN MÉTODO SEGURO PARA LA CIENCIA


Pero al igual que un hombre que camina solo y en la oscuridad, tomé la resolución de avanzar tan
lentamente y de usar tal circunspección2 en todas las cosas que, aunque avanzase muy poco, al menos
me cuidaría al máximo de caer3. Por otra parte, no quise comenzar a rechazar por completo algunas de
las opiniones que hubiesen podido deslizarse durante otra etapa de mi vida en mis creencias sin haber
sido asimiladas en virtud de la razón4, hasta que no hubiese empleado el tiempo suficiente para completar
el proyecto5 emprendido e indagar el verdadero método con el fin de conseguir el conocimiento de todas
las cosas de las que mi espíritu fuese capaz6.

1
Esta parte del Discurso del método no expone solo cuáles son las reglas del método, sino también las razones de su
búsqueda, el camino seguido para establecerlas y su primera aplicación, que fue a las matemáticas.
2
Con precaución.
3
Descartes pretende analizar todas las opiniones y creencias que hasta ahora ha recibido, para comprobar,
mediante la razón, si son verdaderas. La ejecución de este proyecto actuar con precaución. El proyecto
cartesiano es fundamentar el conocimiento humano, el conocimiento científico o la ciencia moderna.
4
Descartes es un filósofo racionalista, por lo tanto, no es el conocimiento procedente de los sentidos el que le
interesa, sino el procedente de la razón.
5
Descartes entiende el conocimiento humano mediante la metáfora del árbol: en las raíces se encuentra
representada la metafísica, en el tronco la física y en las ramas el resto de ciencias: medicina, mecánica y
moral. El proyecto cartesiano consiste en fundamentar la metafísica creando un método basado
exclusivamente en la razón que le permita obtener certezas. Este método será aplicado a todas las ciencias,
pero debe aplicarse, en primer lugar, a la metafísica para poder fundamentarla. Por lo tanto, el proyecto
cartesiano consiste en fundamentar el árbol del conocimiento humano.
6
Este proyecto exige diseñar un método que ayude y dirija a la razón a determinar si sus opiniones son
ciertas. Es decir, el método ha de conducir a certezas. Una vez que obtengamos esas certezas, podremos
determinar lo que es verdadero y lo que es falso. Este método será aplicado inicialmente a la metafísica. Con
él logrará llegar a las certezas (el yo, Dios y la existencia del mundo) que fundamentarán la metafísica.

1
2. INFLUENCIAS DEL MÉTODO 7.
Había estudiado un poco, siendo más joven, la lógica de entre las partes de la filosofía; de las
matemáticas el análisis de los geómetras y el álgebra. Tres artes o ciencias que debían contribuir en algo
a mi propósito.

2.1. Primera influencia: la lógica


Pero habiéndolas examinado me percaté que en relación con la lógica, sus silogismos y la mayor
parte de sus reglas sirven más para explicar a otro cuestiones ya conocidas o, también como sucede con
el arte de Lulio, para hablar sin juicio de aquellas que se ignoran que para llegar a conocerlas. Y si bien
la lógica contiene muchos preceptos verdaderos y muy adecuados, hay, sin embargo, mezclados con
estos otros muchos que o bien son perjudiciales o bien superfluos, de modo que es tan difícil separarlos
como sacar una Diana o una Minerva de un bloque de mármol aún no trabajado8.

2.2. Segunda influencia: las matemáticas


Igualmente, en relación con el análisis de los antiguos o el álgebra de los modernos, además de que
no se refieren sino a muy abstractas materias que parecen carecer de todo uso, el primero está tan
circunscrito a la consideración de las figuras que no permite ejercer el entendimiento sin fatigar
excesivamente la imaginación. La segunda está tan sometida a ciertas reglas y cifras que se ha convertido
en un arte confuso y oscuro, capaz de distorsionar el ingenio, en vez de ser una ciencia que favorezca su
desarrollo. Todo esto fue la causa por la que pensaba que era preciso indagar otro método que, asimilando
las ventajas de estos tres, estuviera exento de sus defectos9.

3. REGLAS DEL MÉTODO


Y como la multiplicidad de leyes frecuentemente sirve de excusa para los vicios, de tal forma que
un estado está mejor regido cuando no existen más que unas pocas leyes que son minuciosamente
observadas, de la misma forma, en lugar del gran número de preceptos del cual está compuesta la lógica,
estimé que tendría suficiente con los cuatro siguientes con tal de que tomase la firme y constante
resolución de no incumplir ni una sola vez su observancia10.

7
Este apartado está poco desarrollado en los apuntes, las notas que siguen a continuación los amplían. Es
conveniente que tengáis en cuenta las influencias de la lógica y las matemáticas en el método de Descartes.
Descartes va a tomar de la lógica y las matemáticas sus virtudes y va los defectos de las mismas.
8
Lo que rechaza Descartes de la lógica, tal y como se había usado hasta entonces en su época, es que las
conclusiones obtenidas a partir de silogismos no añaden nada nuevo que no estuviera en las premisas. No
proporcionaban nuevo conocimiento. Sin embargo, a pesar de esta crítica, Descartes adopta la rigurosidad de
las deducciones de la lógica en su método.
9
La geometría griega utilizaba exclusivamente figuras y elaboraba sus demostraciones a partir de la regla, el
compás, etc. Por lo tanto, el entendimiento se sometía la imaginación mediante la cual se demostraban las
figuras geométricas a través de dibujos. Esto era problemático ya que la razón dependía de la imaginación y
de sus posibles errores. Por otra parte, el algebra presentaba reglas complejas que dificultaban obtener
resultados certeros. Lo positivo de estas ciencias matemáticas es que sus verdades parten de principios
evidentes, irrefutables, (lo que busca Descartes con su método) como, por ejemplo, que un cuadrado tiene
cuatro lados.
Descartes quiere construir un método basado en las virtudes que comparten la lógica, la aritmética y la
geometría. De la lógica le interesa la rigurosidad de la deducción. De las matemáticas le interesa la certeza y
precisión de sus resultados gracias a su metodología.
10
La razón tiene dos funciones principales, la intuición y la deducción (ver pág. 187 de los apuntes). Las reglas
del método regulan estos dos modos que tiene la razón de obtener conocimiento.

2
3.1. Regla de la evidencia
El primero consistía en no admitir cosa alguna como verdadera si no se la había conocido
evidentemente como tal. Es decir, con todo cuidado debía evitar la precipitación y la prevención,
admitiendo exclusivamente en mis juicios aquello que se presentara tan clara y distintamente a mi
espíritu que no tuviera motivo alguno para ponerlo en duda.
3.2. Regla del análisis
El segundo exigía que dividiese cada una de las dificultades a examinar en tantas parcelas como
fuera posible y necesario para resolverlas más fácilmente.
3.3. Regla de la síntesis
El tercero requería conducir por orden mis reflexiones comenzando por los objetos más simples
y más fácilmente cognoscibles, para ascender poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los
más complejos, suponiendo inclusive un orden entre aquellos que no se preceden naturalmente los unos
a los otros.
3.4. Regla de la enumeración
Según el último de estos preceptos debería realizar recuentos tan completos y revisiones tan
amplias que pudiese estar seguro de no omitir nada.

4. EL MÉTODO PROPORCIONARÁ UN CONOCIMIENTO ILIMITADO


Las largas cadenas de razones simples y fáciles, por medio de las cuales generalmente los
geómetras llegan a alcanzar las demostraciones más difíciles, me habían proporcionado la ocasión de
imaginar que todas las cosas que pueden ser objeto del conocimiento de los hombres se entrelazan de
igual forma11 y que, absteniéndose de admitir como verdadera alguna que no lo sea y guardando
siempre el orden necesario para deducir unas de otras12, no puede haber algunas tan alejadas de
nuestro conocimiento que no podamos, finalmente, conocer ni tan ocultas que no podamos llegar a
descubrir13.

5. PRIMERA APLICACIÓN DEL MÉTODO: MATEMÁTICAS


5.1. Las matemáticas son el mejor entrenamiento
No supuso para mí una gran dificultad el decidir por cuáles era necesario iniciar el estudio:
previamente sabía que debía ser por las más simples y las más fácilmente cognoscibles. Y considerando
que entre todos aquellos que han intentado buscar la verdad en el campo de las ciencias, solamente los
matemáticos habían establecido algunas demostraciones, es decir, algunas razones ciertas y evidentes,
no dudaba que debía comenzar por las mismas que ellos habían examinado. No perseguía utilidad alguna
si exceptuamos el que [esas demostraciones] habituarían mi ingenio a considerar atentamente la verdad
y a no contentarse con falsas razones.

11
Aquí Descartes está poniendo de manifiesto que el método matemático ha obtenido grandes éxitos.
Descartes cree que, «suponiendo que todo se entrelaza de igual forma» que un razonamiento matemático,
también los obtendrá. Es decir, la aplicación del método cartesiano implica una «visión matematizada» de la
realidad: supone que está ordenada como un razonamiento matemático, que lo real son un conjunto de
elementos dependientes de unos principios.
12
Supuesta la visión matematizada de la realidad, basta con aplicar las reglas: «no admitir como verdadera
alguna cosa que no lo sea» (regla de la evidencia) y «guardar siempre el orden necesario para deducir unas de
otras» (análisis, síntesis y enumeración»). De este modo, ante cualquier cuestión, se pondrá en marcha el
método.
13
Con este optimismo concluye la presentación del método: si se asume una visión matemática de la realidad
y se aplican bien las reglas, se llegará a conocer todo lo que se pretenda. Es el optimismo racionalista de
Descartes: la fe en la capacidad para obtener conocimiento de la razón.

3
5.2. La aplicación de la unidad del método
Ahora bien, no llegué por ello a tener el deseo de conocer todas las ciencias particulares que
comúnmente se conocen como matemáticas, pues viendo que aunque sus objetos son diferentes, sin
embargo, no dejan de tener en común el que no consideran otra cosa sino las diversas relaciones y posibles
proporciones que entre los mismos se dan, juzgué que poseía un interés mayor que examinase solamente
las proporciones en general y en relación solamente con aquellos objetos que servirían para hacerme más
cómodo su conocimiento. Es más, sin vincularlas en forma alguna a ellos [los objetos] para poder
aplicarlas tanto mejor a todos aquellos a los que pudieran convenir14.
5.3. El primer éxito: la geometría analítica
Posteriormente, habiendo advertido que para analizar tales proporciones tendría necesidad en
alguna ocasión de considerar a cada una en particular y en otras ocasiones solamente debería retener o
comprender varias conjuntamente en mi memoria, opinaba que para mejor analizarlas en particular, debía
suponer que se daban entre líneas puesto que no encontraba nada más simple ni que pudiera representar
con mayor distinción ante mi imaginación y sentidos; pero para retener o considerar varias conjuntamente
era preciso que las diera a conocer mediante cifras, lo más breves que fuera posible. Por este medio
recogería lo mejor que se da en el análisis geométrico y en el álgebra, corrigiendo, a la vez, los defectos
de una mediante los procedimientos de la otra15.
Y como, en efecto, la exacta observancia de estos escasos preceptos que había escogido, me
proporcionó tal facilidad para resolver todas las cuestiones tratadas por estas dos ciencias, que en dos o
tres meses que empleé en su examen, habiendo comenzado por las más simples y más generales, siendo,
a la vez, cada verdad que encontraba una regla útil con vistas a alcanzar otras verdades, no solamente
llegué a concluir el análisis de cuestiones que en otra ocasión había juzgado de gran dificultad, sino que
también me pareció, cuando concluía este trabajo, que podía determinar en tales cuestiones por qué
medios y hasta dónde era posible alcanzar soluciones de lo que ignoraba. En lo cual no pareceré
excesivamente vanidoso si se considera que no habiendo más que un conocimiento verdadero de cada
cosa, aquel que lo posee conoce cuanto se puede saber. Así, un niño instruido en aritmética, habiendo
realizado una suma según las reglas pertinentes, puede estar seguro de haber alcanzado todo aquello de
que es capaz el ingenio humano en lo relacionado con la suma que él examina. Pues el método que nos
enseña a seguir el verdadero orden y a enumerar verdaderamente todas las circunstancias de lo que se
investiga, contiene todo lo que confiere certeza a las reglas de la Aritmética16.

6. EL MÉTODO PUEDE ESTABLECER LOS PRINCIPIOS DEL CONOCIMIENTO


Pero lo que me producía más agrado de este método era que siguiéndolo estaba seguro de utilizar
en todo mi razón, si no de un modo absolutamente perfecto, al menos de la mejor forma que me fue
posible. Por otra parte, me daba cuenta de que la práctica del mismo habituaba progresivamente mi
ingenio a concebir de forma más clara y distinta sus objetos y puesto que no lo había limitado a materia
alguna en particular, me prometía aplicarlo con igual utilidad a dificultades propias de otras ciencias al
igual que lo había realizado con las del Álgebra. Con esto no quiero decir que pretendiese examinar todas
aquellas dificultades que se presentasen en un primer momento, pues esto hubiera sido contrario al orden
que el método prescribe. Pero habiéndome prevenido de que sus principios deberían estar tomados de la

14
En este párrafo Descartes está manifestando que lo virtuoso de las matemáticas, aunque se compongan de
ramas separadas y distintas (geometría, álgebra, etc.), es que comparten el método común. Este es un rasgo
que Descartes va a aplicar a su propio proyecto filosófico: establecer un método común para todas las ciencias
que permita alcanzar certezas en cada una de ellas.
15
Descartes describe cómo unió la geometría y el algebra cogiendo lo positivo de cada una y eliminando lo
negativo.
16
Se repite una idea anterior: las reglas del método consiguen la certeza porque han asumido lo que hace que
las matemáticas también la hayan alcanzado.

4
filosofía17, en la cual no encontraba alguno cierto, pensaba que era necesario ante todo que tratase de
establecerlos. Y puesto que era lo más importante en el mundo y se trataba de un tema en el que la
precipitación y la prevención eran los defectos que más se debían temer, juzgué que no debía intentar tal
tarea hasta que no tuviese una madurez superior a la que se posee a los veintitrés años, que era mi edad,
y hasta que no hubiese empleado con anterioridad mucho tiempo en prepararme, tanto desarraigando de
mi espíritu todas las malas opiniones y realizando un acopio de experiencias que deberían constituir la
materia de mis razonamientos, como ejercitándome siempre en el método que me había prescrito con el
fin de afianzarme en su uso cada vez más.18

Discurso del método, Cuarta parte


En la que se exponen las razones que permiten establecer la existencia de
Dios y del alma humana, que constituyen los fundamentos de la metafísica

7. FINALIDAD DE ESTA CUARTA PARTE


No sé si debo entreteneros con las primeras meditaciones allí realizadas, pues son tan metafísicas
y tan poco comunes, que no serán del gusto de todos. Y sin embargo, con el fin de que se pueda opinar
sobre la solidez de los fundamentos que he establecido, me encuentro en cierto modo obligado a referirme
a ellas.

8.LA DUDA SE APLICA SOLO A LO TEÓRICO

Hacía tiempo que había advertido que, en relación con las costumbres, es necesario en algunas
ocasiones seguir opiniones muy inciertas tal como si fuesen indudables, según he advertido
anteriormente.19 Pero puesto que deseaba entregarme solamente a la búsqueda de la verdad, opinaba que
era preciso que hiciese todo lo contrario y que rechazase como absolutamente falso todo aquello en lo
que pudiera imaginar la menor duda, con el fin de comprobar si, después de hacer esto, no quedaría algo
en mi creencia que fuese enteramente indudable.20

17
Propiamente de la metafísica, que es la parte de la filosofía que se ocupa de los primeros principios.
18
Los éxitos conseguidos en la geometría y el algebra prueban, en primer lugar, que el método funciona bien y
asegura el correcto uso de la razón. En segundo lugar, confirman que su ingenio (razón ) se ha habituado a
usar la intuición y la deducción. Por ello, propone «aplicarlo con igual utilidad a dificultades propias de otras
ciencias». ¿Por qué ciencia debemos empezar? El método ayuda a responder: se debe comenzar por
establecer la certeza de los elementos en los que se apoya el resto de conocimientos. La metafísica establece
esos primeros principios. Por lo tanto, se debe aplicar el método a la metafísica, donde Descartes no
encuentra «ningún conocimiento cierto». Establecer la certeza de los primeros principios será el objetivo de la
Cuarta parte del Discurso del método.
19
Descartes aplica el método inicialmente solo a lo teórico y no a "las costumbres" (ámbito moral). Si
Descartes aplicara el método a las decisiones que todos los días toma, tendría que dejar de vivir mientras
fundamentaba la metafísica, el resto de saberes y, finalmente, una moral cierta (la última rama del saber). Por
lo tanto, la duda no se aplica a las máximas morales o reglas de conducta.
20
La primera regla obliga a analizar los conocimientos para decidir si se puede dudar sobre su verdad y,
entonces, considerarlos falsos. La duda cartesiana es, por tanto, teorética (inicialmente, no afecta el ámbito
moral), universal (afecta a todos los conocimientos teóricos), metódica (no mantiene a la razón en la duda,
como el escéptico, sino que la ayuda a buscar certezas), artificiosa ( considera falso lo que es solo dudable) e
hiperbólica (introduce motivos de duda que superan el sentido común).

5
9. DESCRIPCIÓN DEL PROCESO DE DUDA
9.1 Primer nivel de la duda metódica: los sentidos pueden engañarnos
Así pues, considerando que nuestros sentidos en algunas ocasiones nos inducen a error, decidí
suponer que no existía cosa alguna que fuese tal como nos la hacen imaginar21.
9.2. Segundo nivel de la duda: las matemáticas
Y puesto que existen hombres que se equivocan al razonar en cuestiones relacionadas con las más
sencillas materias de la geometría y que incurren en paralogismos22, juzgando que yo, como cualquier
otro, estaba sujeto a error, rechazaba como falsas todas las razones que hasta entonces había admitido
como demostraciones.
9.3. Tercer nivel: sueño y vigilia son indistinguibles
Y, finalmente, considerando que hasta los pensamientos que tenemos cuando estamos despiertos
pueden asaltarnos cuando dormimos, sin que ninguno en tal estado sea verdadero, me resolví a fingir
que todas las cosas que hasta entonces había alcanzado mi espíritu no eran más verdaderas que las
ilusiones de mis sueños.

10. LA PRIMERA CERTEZA: EL YO PENSANTE


Pero, inmediatamente después, advertí que, mientras deseaba pensar de este modo que todo era
falso, era absolutamente necesario que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa. Y dándome cuenta de que
esta verdad: pienso, luego soy, era tan firme y tan segura que todas las extravagantes suposiciones de los
escépticos no eran capaces de hacerla tambalear, juzgué que podía admitirla sin escrúpulo como el primer
principio de la filosofía que yo indagaba.

11. ANÁLISIS DE LA NATURALEZA DEL YO


Posteriormente, examinando con atención lo que yo era, y viendo que podía fingir que carecía de
cuerpo, así como que no había mundo o lugar alguno en el que me encontrase, pero que, por ello, no
podía fingir que yo no era, sino que por el contrario, sólo a partir de que pensaba dudar acerca de la
verdad de otras cosas, se seguía muy evidente y ciertamente que yo era, mientras que, con sólo que
hubiese cesado de pensar, aunque el resto de lo que había imaginado hubiese sido verdadero, no tenía
razón alguna para creer que yo hubiese sido, llegué a conocer a partir de todo ello que era una sustancia
cuya esencia o naturaleza no reside sino en pensar y que tal sustancia, para existir, no tiene necesidad
de lugar alguno ni depende de cosa alguna material23. De suerte que este yo, es decir, el alma, en virtud

21
La dudad es progresiva. Tiene tres niveles. El primer nivel se refiere a los sentidos; el segundo nivel a las
verdades de las matemáticas (introducción de la hipótesis del genio maligno). En un tercer nivel duda de si en
realidad estamos despiertos.
22
Paralogismos = razonamiento inválido o incorrecto.
23
El análisis del yo, el yo pensante, pone de manifiesto, como primera sustancia, su naturaleza: ser una
sustancia pensante. La esencia del yo es pensar y es independiente de cualquier cosa material.

6
de la cual yo soy lo que soy24, es enteramente distinta del cuerpo25, más fácil de conocer que este26 y,
aunque el cuerpo no fuese, no dejaría de ser todo lo que es.27

12. EL CRITERIO DE VERDAD


Analizadas estas cuestiones, reflexionaba en general sobre todo lo que se requiere para afirmar que
una proposición es verdadera y cierta, pues, dado que acababa de identificar una que cumplía tal
condición, pensaba que también debía conocer en qué consiste esta certeza. Y habiéndome percatado que
nada hay en “pienso, luego soy” que me asegure que digo la verdad, a no ser que yo veo muy claramente
que para pensar es necesario ser, juzgaba que podía admitir como regla general que las cosas que
concebimos muy clara y distintamente son todas verdaderas; no obstante, hay solamente cierta
dificultad en identificar correctamente cuáles son aquellas que concebimos distintamente.

13. LA SEGUNDA CETEZA: DIOS


13.1. Primer argumento causal: Dios causa mi idea de ser perfecto
13.1.1. La idea de ser perfecto ha de ser explicada.
A continuación, reflexionando sobre que yo dudaba y que, en consecuencia, mi ser no era
omniperfecto, pues claramente comprendía que era una perfección mayor el conocer que el dudar,
comencé a indagar de dónde había aprendido a pensar en alguna cosa más perfecta de lo que yo era;
conocí con evidencia que debía ser en virtud de alguna naturaleza que realmente fuese más perfecta.
13.1.2. La idea de ser perfecto no es ficticia
En relación con los pensamientos que poseía de seres que existen fuera de mí, tales como el cielo,
la tierra, la luz, el calor y otros mil, no encontraba dificultad alguna en conocer de dónde provenían pues
no constatando nada en tales pensamientos que me pareciera hacerlos superiores a mí, podía estimar que
si eran verdaderos, fueran dependientes de mi naturaleza, en tanto que posee alguna perfección; si no lo
eran, que procedían de la nada, es decir, que los tenía porque había defecto en mí.
Pero no podía opinar lo mismo acerca de la idea de un ser más perfecto que el mío, pues que
procediese de la nada era algo manifiestamente imposible y puesto que no hay una repugnancia menor
en que lo más perfecto sea una consecuencia y esté en dependencia de lo menos perfecto, que la existente
en que algo proceda de la nada, concluí que tal idea no podía provenir de mí mismo.
13.1.3. La idea de ser perfecto es innata
De forma que únicamente restaba la alternativa de que hubiese sido inducida en mí por una
naturaleza que realmente fuese más perfecta de lo que era la mía y, también, que tuviese en sí todas las
perfecciones de las cuales yo podía tener alguna idea, es decir, para explicarlo con una palabra, que fuese
Dios.

24
Segunda consecuencia del análisis del yo: el yo es el alma, que define esencialmente al ser humano. A su
vez, el alma se define por ser pensamiento.
25
Tercera consecuencia: dualismo antropológico. El yo no necesita de ninguna condición material, tampoco
de cerebro. Por ello, es independiente y distinto de cualquier otra sustancia corporal, si es que existe. Si no
fuera así, no se hubiera podido afirmar la certeza del yo después de haber negado la certeza de lo sensible.
26
Cuarta consecuencia: el alma es más fácil de conocer que el cuerpo: aún no se conoce la existencia del
cuerpo, pero ya se tiene certeza de que yo soy una sustancia que piensa. Quienes creen conocer su cuerpo
mejor y más fácilmente que su alma, es porque siguen sus sentidos sin aplicar el método. Si lo hubieran
aplicado, se darían cuenta de que «tengo cuerpo» no es una afirmación clara ni distinta. Para Descartes, si
bien el alma mueve al cuerpo, no le da vida.
27
Quinta consecuencia: la inmortalidad del alma. Si el alma es pensamiento y, por tanto, independiente del
cuerpo, el alma es inmortal, ya que para ser, es decir, pensar, no necesita del cuerpo.

7
13.2. Segundo argumento causal: Dios causa el yo
13.2.1. El yo solo puede ser causado por un ser perfecto
A esto añadí que, puesto que conocía algunas perfecciones que en absoluto poseía, no era el único
ser que existía (permitidme que use con libertad los términos de la escuela), sino que era necesariamente
preciso que existiese otro ser más perfecto del cual dependiese y del que yo hubiese adquirido todo lo
que tenía.
13.2.2. El yo no es origen de sí mismo
Pues si hubiese existido solo y con independencia de todo otro ser, de suerte que hubiese tenido
por mí mismo todo lo poco que participaba del ser perfecto, hubiese podido, por la misma razón, tener
por mí mismo cuanto sabía que me faltaba y, de esta forma, ser infinito, eterno, inmutable, omnisciente,
todopoderoso y, en fin, poseer todas las perfecciones que podía comprender que se daban en Dios.
13.3. Consecuencia de los argumentos: la naturaleza de Dios
13.3.1. Dios posee todas las perfecciones y ninguna imperfección
Pues siguiendo los razonamientos que acabo de realizar, para conocer la naturaleza de Dios en la
medida en que es posible a la mía, solamente debía considerar todas aquellas cosas de las que encontraba
en mí alguna idea y si poseerlas o no suponía perfección; estaba seguro de que ninguna de aquellas ideas
que indican imperfección estaban en él, pero sí todas las otras. De este modo me percataba de que la
duda, la inconstancia, la tristeza y cosas semejantes no pueden estar en Dios, puesto que a mí mismo me
hubiese complacido en alto grado el verme libre de ellas.
13.3.2. Dios tiene una naturaleza simple
Además de esto, tenía idea de varias cosas sensibles y corporales; pues, aunque supusiese que
soñaba y que todo lo que veía o imaginaba era falso, sin embargo, no podía negar que esas ideas estuvieran
verdaderamente en mi pensamiento. Pero puesto que había conocido en mí muy claramente que la
naturaleza inteligente es distinta de la corporal, considerando que toda composición indica
dependencia y que esta es manifiestamente un defecto, juzgaba por ello que no podía ser una perfección
de Dios el estar compuesto de estas dos naturalezas y que, por consiguiente, no lo estaba.
13.3.3. Dios crea las sustancias imperfectas
Por el contrario, pensaba que si existían cuerpos en el mundo o bien algunas inteligencias u otras
naturalezas que no fueran totalmente perfectas, su ser debía depender de su poder de forma tal que tales
naturalezas no podrían subsistir sin él ni un solo momento.
13.4. Tercer argumento: el argumento ontológico
Posteriormente quise indagar otras verdades y habiéndome propuesto el objeto de los geómetras,
que concebía como un cuerpo continuo o un espacio indefinidamente extenso en longitud, anchura y
altura o profundidad, divisible en diversas partes, que podían poner diversas figuras y magnitudes, así
como ser movidas y trasladadas en todas las direcciones, pues los geómetras suponen esto en su objeto,
repasé algunas de las demostraciones más simples. Y habiendo advertido que esta gran certeza que todo
el mundo les atribuye, no está fundada sino en que se las concibe con evidencia, siguiendo la regla que
anteriormente he expuesto, advertí que nada había en ellas que me asegurase de la existencia de su objeto.
Así, por ejemplo, estimaba correcto que, suponiendo un triángulo, entonces era preciso que sus tres
ángulos fuesen iguales a dos rectos; pero tal razonamiento no me aseguraba que existiese triángulo alguno
en el mundo.
Por el contrario, examinando de nuevo la idea que tenía de un Ser Perfecto, encontraba que la
existencia estaba comprendida en la misma de igual forma que en la del triángulo está comprendida la de
que sus tres ángulos sean iguales a dos rectos o en la de una esfera que todas sus partes equidisten del
centro, e incluso con mayor evidencia. Y, en consecuencia, es por lo menos tan cierto que Dios, el Ser
Perfecto, es o existe como lo pueda ser cualquier demostración de la geometría.

8
14. DIOS Y EL ALMA SON LO MEJOR Y MÁS FÁCIL DE CONOCER
Pero lo que motiva que existan muchas personas persuadidas de que hay una gran dificultad en
conocerle y, también, en conocer la naturaleza de su alma, es el que jamás elevan su pensamiento sobre
las cosas sensibles y que están hasta tal punto habituados a no considerar cuestión alguna que no sean
capaces de imaginar (modo de pensar propiamente relacionado con las cosas materiales), que todo
aquello que no es imaginable, les parece que no es inteligible. Lo cual es bastante manifiesto en la
máxima que los mismos filósofos defienden como verdadera en las escuelas, según la cual nada hay en
el entendimiento que previamente no haya impresionado los sentidos. En efecto, las ideas de Dios y el
alma nunca han impresionado los sentidos y me parece que los que desean emplear su imaginación para
comprenderlas, hacen lo mismo que si quisieran servirse de sus ojos para oír los sonidos o sentir los
olores. Existe aún otra diferencia: que el sentido de la vista no nos asegura menos de la verdad de sus
objetos que lo hacen los del olfato u oído, mientras que ni nuestra imaginación ni nuestros sentidos
podrían asegurarnos cosa alguna si nuestro entendimiento no interviniese.

15. SOLO DIOS GARANTIZA LA CERTEZA DEL MUNDO SENSIBLE


En fin, si aún hay hombres que no están suficientemente persuadidos de la existencia de Dios y de
su alma en virtud de las razones aducidas por mí, deseo que sepan que todas las otras cosas, sobre las
cuales piensan estar seguros, como de tener un cuerpo, de la existencia de astros, de una tierra y cosas
semejantes, son menos ciertas. Pues, aunque se tenga una seguridad moral de la existencia de tales cosas,
que es tal que, a no ser que se peque de extravagancia, no se puede dudar de las mismas, sin embargo, a
no ser que se peque de falta de razón, cuando se trata de una certeza metafísica, no se puede negar que
sea razón suficiente para no estar enteramente seguro el haber constatado que es posible imaginarse de
igual forma, estando dormido, que se tiene otro cuerpo, que se ven otros astros y otra tierra, sin que exista
ninguno de tales seres. Pues, ¿cómo podemos saber que los pensamientos tenidos en el sueño son más
falsos que los otros, dado que frecuentemente no tienen vivacidad y claridad menor? Y aunque los
ingenios más capaces estudien esta cuestión cuanto les plazca, no creo que puedan dar razón alguna que
sea suficiente para disipar esa duda, si no presuponen la existencia de Dios.

16. DIOS GARANTIZA EL CRITERIO DE VERDAD (PÁG. 195)


Pues, en primer lugar, incluso lo que anteriormente he considerado como una regla (a saber: que
lo concebido clara y distintamente es verdadero) no es válido más que si Dios existe, es un ser perfecto
y todo lo que hay en nosotros procede de él. De donde se sigue que nuestras ideas o nociones, siendo
seres reales, que provienen de Dios, en todo aquello en lo que son claras y distintas, no pueden ser sino
verdaderas. De modo que, si bien frecuentemente poseemos algunas que encierran falsedad, esto no puede
provenir sino de aquellas en las que algo es confuso y oscuro, pues en esto participan de la nada, es decir,
que no se dan en nosotros sino porque no somos totalmente perfectos. Es evidente que no existe una
repugnancia menor en defender que la falsedad o la imperfección, en tanto que tal, procedan de Dios, que
existe en defender que la verdad o perfección proceda de la nada. Pero si no conocemos que todo lo que
existe en nosotros de real y verdadero procede de un ser perfecto e infinito, por claras y distintas que
fuesen nuestras ideas, no tendríamos razón alguna que nos asegurara de que tales ideas tuviesen la
perfección de ser verdaderas.

17. DIOS GARANTIZA LAS MATEMÁTICAS


Por tanto, después de que el conocimiento de Dios y el alma nos han convencido de la certeza de
esta regla, es fácil conocer que los sueños que imaginamos cuando dormimos, no deben en forma alguna
hacernos dudar de la verdad de los pensamientos que tenemos cuando estamos despiertos. Pues, si
sucediese, inclusive durmiendo, que se tuviese alguna idea muy distinta como, por ejemplo, que algún
geómetra lograse alguna nueva demostración, su sueño no impediría que fuese verdad.

9
18. DIOS GARANTIZA LA EXISTENCIA DEL MUNDO
Y en relación con el error más común de nuestros sueños, consistente en representarnos diversos
objetos de la misma forma que la obtenida por los sentidos exteriores, carece de importancia el que nos
dé ocasión para desconfiar de la verdad de tales ideas, pues pueden inducirnos a error frecuentemente
sin que durmamos como sucede a aquellos que padecen de ictericia que todo lo ven de color amarillo o
cuando los astros u otros cuerpos demasiado alejados nos parecen de tamaño mucho menor del que en
realidad poseen. Pues, bien, estemos en estado de vigilia o bien durmamos, jamás debemos dejarnos
persuadir sino por la evidencia de nuestra razón. Y es preciso señalar que yo afirmo, de nuestra razón y
no de nuestra imaginación o de nuestros sentidos, pues aunque vemos el sol muy claramente no
debemos juzgar por ello que no posea sino el tamaño con que lo vemos y fácilmente podemos imaginar
con cierta claridad una cabeza de león unida al cuerpo de una cabra sin que sea preciso concluir que exista
en el mundo una quimera, pues la razón no nos dicta que lo que vemos o imaginamos de este modo, sea
verdadero.
Por el contrario, la razón nos dicta que todas nuestras ideas o nociones deben tener algún
fundamento de verdad, pues no sería posible que Dios, que es sumamente perfecto y veraz, las haya
puesto en nosotros careciendo del mismo. Y puesto que nuestros razonamientos no son jamás tan
evidentes ni completos durante el sueño como durante la vigilia, aunque algunas veces nuestras imágenes
sean tanto o más vivas y claras, la razón nos dicta igualmente que no pudiendo nuestros pensamientos ser
todos verdaderos, ya que nosotros no somos omniperfectos, lo que existe de verdad debe encontrarse
infaliblemente en aquellos que tenemos estando despiertos más bien que en los que tenemos mientras
soñamos.

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Mapa conceptual de la Segunda parte del Discurso

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Mapa conceptual de la Cuarta parte del Discurso

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