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1.

Identificación de la conducta suicida: El personal docente debe


estar capacitado para identificar los signos de alerta de la conducta
suicida, como cambios repentinos en el comportamiento, hablar
sobre la muerte o el suicidio, aislamiento social, entre otros.
2. Evaluación de riesgo: Una vez identificada la conducta suicida, se
debe realizar una evaluación de riesgo para determinar la gravedad
de la situación y la necesidad de intervención inmediata.
3. Notificación a los padres de familia: Notificar a los padres de
familia del estudiante que está presentando conductas suicidas,
informándoles de la situación y la necesidad de una evaluación por
parte de un profesional de la salud mental.
4. Derivación a profesionales de la salud mental: Una vez evaluado
el riesgo, se debe derivar al estudiante a un servicio de salud
cercano quienes deberán activar sus propios protocolos. Esto puede
incluir la derivación a un psicólogo o psiquiatra, o en casos más
urgentes, la derivación a un servicio de emergencia.
5. Seguimiento: Es importante realizar un seguimiento del estudiante
después de su derivación para asegurarse de que está recibiendo el
tratamiento adecuado y para brindarle el apoyo necesario durante
su proceso de recuperación.

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