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Arte y Cultura.

El arte (del latín ars, artis, y este calco del griego τέχνη, téchnē) es
entendido generalmente como cualquier actividad o producto realizado
con una finalidad estética y también comunicativa, mediante la cual se
expresan ideas, emociones y, en general, una visión del mundo, a través
de diversos recursos, como los plásticos, lingüísticos, sonoros, corporales y
mixtos. El arte es un componente de la cultura, reflejando en su
concepción las bases económicas y sociales, y la transmisión de ideas y
valores, inherentes a cualquier cultura humana a lo largo del espacio y el
tiempo. Se suele considerar que con la aparición del Homo sapiens el arte
tuvo en principio una función ritual, mágica o religiosa (arte paleolítico),
pero esa función cambió con la evolución del ser humano, adquiriendo un
componente estético y una función social, pedagógica, mercantil o
simplemente ornamental.
El término cultura (del latín cultura) tiene muchos significados
interrelacionados, es decir, es un término polisémico. Por ejemplo, en
1952, Alfred Kroeber y Clyde Kluckhohn recopilaron una lista de 164
definiciones de cultura en Cultura: una reseña crítica de conceptos y
definiciones, y han clasificado más de 250 distintas.3En el uso cotidiano, la
palabra cultura se emplea para dos conceptos diferentes:
Excelencia en el gusto por las bellas artes y las humanidades, también
conocida como alta cultura.
Los conjuntos de saberes, creencias y pautas de conducta de un grupo
social, incluidos los medios materiales que usan sus miembros para
comunicarse entre sí y resolver necesidades de todo tipo.
¿Qué es el arte prehistórico?
Se llama arte prehistórico a las distintas manifestaciones ornamentales,
funerarias y religiosas elaboradas por el ser humano durante la prehistoria
que han sobrevivido a los siglos para llegar hasta nosotros. En esta
categoría entran tanto las pinturas rupestres del cuaternario, como el arte
paleolítico o las construcciones megalíticas (también llamadas ciclópeas).
Como es evidente, el arte prehistórico es una categoría muy amplia,
donde se encuentran manifestaciones plásticas y visuales de distinto tipo
y procedencia temporal.
Sus yacimientos se encuentran generalmente en cuevas y lugares de
asentamientos primitivos. Estos, en su mayoría, se han descubierto hasta
ahora en el continente europeo y sus adyacencias, aunque también
existen importantes yacimientos arqueológicos en África, Asia y América.
El arte prehistórico es un fenómeno artístico de alcance geográfico global
y una amplitud temporal suficiente como para afectar a las épocas más
diversas. El concepto es mucho más extenso que el fenómeno rupestre
cuaternario, principalmente circunscrito a Europa occidental, y
comprende además las Elou del llamado arte paleolítico.
Historia del arte prehistórico
El arte prehistórico en sus distintas acepciones fue consecuencia de la
expansión y diversificación de la especie humana a lo largo del planeta,
dando origen así a culturas y civilizaciones muy distintas. Cada una de ellas
tenía una visión propia, aunque primitiva todavía, del mundo y de sí
mismas.
Se sabe que el Homo neanderthalensis recogía materiales de formas y
colores llamativos, con los que decorar sus cuevas y despedir a sus
difuntos. A este homínido pertenecieron las primeras formas de arte
prehistórico, con más de 67.000 años de antigüedad.
Pero los cromañones fueron los que dejaron más y mejores rastros
artísticos detrás, ya sea en forma de pinturas, grabados y esculturas
pequeñas. Algunas de ellas datan de hace 35.000 años.
Los prehistoriadores consideran obras de arte a todas las referencias
gráfica realistas o esquemáticas realizadas en el marco de sociedades
pretécnicas y no literarias. El arte prehistórico tiene constantes técnicas,
temáticas, de ubicación, y variantes producidas por tradiciones
compartidas entre grupos vecinos o en periodos limitados de tiempo.
La Arqueología analiza la forma de los restos materiales del pasado, la
Antropología Cultural y la Etnografía ayudan a comprender los cambios
del utillaje y de la mentalidad. Los que estudian el arte prehistórico se
preocupan por identificar los temas y estilos, y definir el ambiente
cultural; casi nunca superan el análisis preiconográfico y apenas consiguen
reconocer las escenas ni el significado de la representación.
Es muy poco lo que se conserva del arte prehistórico: solo grabados,
pinturas y esculturas que han resistido el paso del tiempo y que la
Arqueología ha conseguido recuperar. Se desconocen las intenciones de
los autores y destinatarios del arte prehistórico, ya que no se dispone de
informaciones contemporáneas ni orales ni escritas.
Para saber cuándo se elaboraron esas manifestaciones se suele estudiar el
orden de las superposiciones y de las pátinas de las figuras rupestres, así
como los caracteres de las obras que depositaron en el suelo de un
espacio habitado o un recinto funerario. No es difícil percibir la sucesión
de temas y estilos de los objetos recuperados en una excavación. El
esquema cronológico se aplica por inducción a las figuras de mayor
tamaño dibujadas sobre las paredes de la cueva o en rocas al aire libre. Así
se establece un cuadro que define los estilos del arte prehistórico y la
sucesión de formas y técnicas.
Características del arte prehistórico
El arte prehistórico es sumamente diverso y contiene no sólo dibujos y
tallas que buscaban representar la vida real, sino también utensilios,
construcciones y artefactos con fines funerarios, por ejemplo. Sus
características tienden a ser:
Todo tallado en madera, sílex, hueso o piedra, o pintado en esta última
mediante polvo de hemetita y otros pigmentos similares.
Presenta siempre un profundo significado religioso, ya que lo místico o
mitológico era un componente fundamental de relación del ser humano
con la realidad circundante.
Tiende siempre a la abstracción, la estilización, el simbolismo y el
esquematismo, alejándose de las pretensiones realistas.
En el caso del arte rupestre, se hallaba en las paredes externas o
superficiales de las cuevas y representa escenas de caza o símbolos
indescifrables.
Reconocimiento del arte prehistórico
En el último cuarto del siglo XX se produjeron un aumento de hallazgos de
arte rupestre, y se desarrollaron programas internacionales de
documentación. Se empezaron a disponer de métodos para una datación
directa de la materia pictórica y del soporte de una obra para identificar
las técnicas de representación, tales como la composición de pigmentos y
el desarrollo del grafismo, los autores y para saber cómo se combinan los
temas. Al proceder a la autentificación de los conjuntos rupestres
descubiertos en los años 90 se ha podido recurrir a una compleja analítica
para conocer aspectos no perceptibles a simple vista, como una zona
pintada de la cueva de Zubialde.
Se ha generalizado una política de protección que intenta contrarrestar la
sobrecarga del uso turístico de conjuntos, como las cuevas de Francia y las
cuevas de España, la contaminación ambiental, como la lluvia ácida, o la
proliferación de exposiciones. El conocimiento de los factores agresivos y
de sus posibilidades de control y la limitación de visitas y manipulaciones
empiezan a reducir estos tipos de riesgos.
Períodos del arte prehistórico
Muchos pueblos primitivos dibujaron figuras y signos sobre soportes que
no resisten el paso del tiempo, como la madera, la corteza, las fibras o el
cuero, y estaban hechas con tierras de colores, pinturas o tatuajes sobre el
cuerpo. Como no se han conservado, no han podido ser estudiados por la
Arqueología.
En el Paleolítico Medio y en el periodo de transición al Paleolítico Superior,
entre 125000 y 35000 a. P., el hombre de Neanderthal recogía materiales
de formas y colores llamativos, como cristales de roca, óxidos de hierro de
color ocre o rojo, conchas y fósiles, que llevaban a cuevas y la colocaban
junto a los muertos. Se discute su intención artística en algunos trazos
sobre huesos y piedras, como los de Pech de l'Azé o los de Riparo
Tagliente. Pese a todo, cabe reconocer al Homo neanderthalensis las
primeras manifestaciones artísticas, que proceden de hace unos 65 000
años, tal como se constata por los restos hallados en las cuevas de
Maltravieso (Cáceres), Ardales (Málaga) y La Pasiega (Cantabria).2
Al hombre de Cro-Magnon se debe un progreso del utillaje con trabajo
muy cuidado del sílex, asta, hueso y marfil y del dispositivo funerario. Es
autor también de imágenes relacionadas con el mundo que le rodea,
como pequeñas figuras de animales esculpidas sobre marfil en el
Auriñaciense antiguo del sur de Alemania, entre 33 000 y 26 000 a. C. Más
tarde se desarrolló el arte rupestre en la Cornisa Cantábrica y al sur de
Francia, con trazos hechos con los dedos sobre el barro de la cueva de
Pech Merle, así como signos y siluetas animales y humanas realizados
tanto en cuevas como sobre utensilios, como una pieza de Georges
Laplace obtenida de la cueva de Gatzarria.
El arte prehistórico abarca tres grandes períodos cronológicos, los mismos
en que se subdivide la Edad de Piedra:
Arte paleolítico. El más antiguo y primitivo de todos, consiste en su
mayoría en pinturas y relieves realizados con las manos o con
instrumentos de piedra, mediante técnicas rudimentarias o empleando
pigmentos extraídos de minerales molidos. Sus dos tendencias son:
Arte parietal. La decoración de las paredes con formas artísticas que
representaban escenas de cacería, representaciones humanas o signos,
mediante pigmentos en la pared rocosa. Estas son las llamadas pinturas
rupestres. Se ignora si servían para decorar la vivienda, o para marcar
sitios rituales, pero fueron particularmente comunes en Europa y el norte
de África, especialmente en la región intermedia entre Francia y España.
Arte mobilar. Relieves y pequeñas esculturas, en su mayoría figurillas
antropomórficas, como las distintas “venus”, mujeres desnudas y talladas
en piedra, con proporciones muy exageradas de senos y caderas respecto
al resto del cuerpo.
Arte mesolítico. El arte de este período representa una transición entre
las formas antiguas del Paleolítico y las nuevas del Neolítico. Su registro
más conocido es el del arte levantino, originario de la franja oriental de
España, donde se representaban escenas rituales mediante figuras muy
esquemáticas, casi prejeroglíficas, por lo que se conoce también como
arte esquemático.
Arte neolítico. Durante la llamada Revolución Neolítica, en que la
humanidad abandonó la vida errante en favor de la sedentaria, el arte
prehistórico da un vuelco, apareciendo así nuevos materiales que se iban
descubriendo con las nuevas técnicas sedentarias, como la cerámica, fruto
del horneado.
Hacia finales del período, además, aparece el arte megalítico o
arquitectura megalítica, con sus enormes figuras de piedra como los
menhires, las galerías de piedra o dólmenes, y otras misteriosas
agrupaciones como las que componen el Stonehenge.
Ejemplos de arte prehistórico
Las cuevas de Altamira están cubiertas por pinturas rupestres paleolíticas.
Algunas de las piezas más célebres de arte prehistórico descubiertas son:
Las pinturas rupestres de la Cueva de Altamira. Ubicadas en España y
provenientes de distintas ocupaciones humanas de las cuevas durante el
Paleolítico Superior, muestran una serie de signos e ilustraciones de
animales, como bueyes o antílopes, así como restos de piedras empleadas
para moler el pigmento con que se trazaron en las paredes y los techos.
La Venus de Willendorf. Fue tallada en piedra en algún momento del
Paleolítico, entre el 28.000 a 25.000 a. C. Esta figurina de piedra hallada en
1908 en Willendorf, Austria, representa a una mujer desnuda, de senos y
sexo notorios y abultados, tallada en piedra caliza y pintada con ocre rojo.
La Venus de Tan-Tan. De unos seis centímetros de alto y unos posibles
400.000 años de antigüedad, es decir, contemporánea con el Homo
heidelbegensis, esta figura vagamente antropomórfica fue hallada en
Marruecos en 1999, a unos 15 metros de profundidad en el sedimento
fluvial del río Draa. Es un hallazgo polémico, ya que muchos científicos
piensan que su semejanza con el ser humano podría ser meramente
casual.
El Menhir de Mollet. Proveniente de finales del neolítico, alrededor de
3300 a 2200 a. C., esta estatua de piedra de 4,9 metros de alto y 68
centímetros de grueso fue hallada en Mollet del Vallés, Barcelona, España,
en 2009. Representa una figura humana en bajorrelieve, a veces
completado o reemplazado por grabados.
¿Qué fue la Edad de Piedra?
La Edad de Piedra o la Etapa Lítica es la primera división temporal de la
prehistoria, es decir, es el lapso de tiempo que va desde el momento en
que los seres humanos comenzaron a emplear instrumentos de piedra,
hasta que utilizaron el bronce, dando inicio así a la Edad de los metales.
Se definió convencionalmente su inicio en el año 2.600.000 a. C. y su fin en
el 4.000 a. C. De modo que la Edad de piedra es un período realmente
extenso.
El término “Edad de piedra” fue acuñado por el estudioso danés Christian
J. Thomsen, a fines del siglo XIX. Es parte del marco conceptual que
propuso para estudiar la prehistoria humana, conocido como el Sistema
de las Tres Edades, que serían la Edad de Piedra, la Edad de Bronce y la
Edad de Hierro, cada una sucediendo a la otra en complejidad tecnológica
y en desarrollo civilizatorio.
Este sistema ha sido largamente empleado, aunque no esté desprovisto
de críticas: se dice que está demasiado orientado hacia la tecnología y
concebido desde una perspectiva centrada en el pasado de Europa, lo cual
es poco útil a la hora de estudiar otras regiones.
Por ejemplo, hay evidencia de herramientas de piedra desarrolladas hace
3.4 millones de años por los homínidos primitivos, o por primates distintos
a nuestra especie. Conviene recordar, entonces, que hablamos de un
marco conceptual simplificado.
Características de la Edad de Piedra.
Las herramientas también estaban hechas de cuero, madera y otros
materiales.
A pesar de lo que su nombre sugiere, las herramientas que los humanos
emplearon durante la Edad de Piedra no estaban hechas exclusivamente
de piedra, sino también de hueso, fibras, cueros, madera y arcilla. Pero en
el registro arqueológico, las herramientas de piedra son las que mejor se
conservaron, por eso son las más abundantes.
Sin embargo, centrarse demasiado en dichas herramientas podría
hacernos perder de vista que la Edad de Piedra presenció un salto
cuántico en la historia tecnológica y civilizatoria de la humanidad, durante
el cual se dio inicio a la cultura (como evidencian las pinturas rupestres y
las primeras figurinas de Venus).
Otro cambio importante es que se abandonó el nomadismo en favor de
la vida agrícola, se domesticaron los primeros animales de granja. Por
otro lado, se descubrió la cerámica y el horneado de los cereales, lo cual
sentó las bases para el posterior descubrimiento de la metalurgia.
Períodos de la Edad de Piedra
En el Neolítico aparecieron las primeras poblaciones que se volvieron
ciudades.
La Edad de Piedra se subdivide en tres períodos distintos, que son:
Paleolítico. La primera parte de la edad de piedra se extiende desde la
creación de las primeras herramientas líticas, hasta el fin de la Era Glacial
o Era de Hielo, es decir, aproximadamente desde los 2,5 millones de años
hasta los 9,600 años a. C. Es el período más largo de los tres, y se
caracteriza por la aparición de diversas industrias líticas, que
constituyeron una verdadera revolución tecnológica, permitiendo a los
humanos primitivos modificar diversos materiales para su resguardo,
como el cuero animal. También aparece en este período el primer arte
rupestre y los primeros ornamentos.
Mesolítico. Esta etapa intermedia inicia al término de la Era de hielo,
alrededor del año 9.600 a. C., y culmina con la aparición de la agricultura,
en algún momento entre el año 7.000 y el 4.000 a. C., dependiendo de la
región del planeta que consideremos. Hay regiones que simplemente no
tuvieron este período. El mesolítico fue la última etapa de vida humana
sustentada en la caza y la recolección, a medida que el planeta se hacía
más y más cálido. Por ende, tuvieron lugar significativos cambios en el
nivel del mar y en la geografía.
Neolítico. El último período de la Edad de Piedra inicia con la aparición de
la agricultura, en un límite temporal difuso que oscila entre los años 9.000
y 4.000 a. C. Culmina con la aparición del cobre como elemento
tecnológico fundamental, dando inicio así a la Edad de los Metales.
Durante esta etapa tuvo lugar una verdadera revolución civilizatoria,
conocida como la Revolución del Neolítico, en la cual el ser humano
masificó la agricultura, domesticó animales y abandonó para siempre la
vida errante, asentándose para cultivar el suelo. Semejante cambio dio
inicio a las primeras poblaciones, que luego se convirtieron en las
primeras ciudades.
Edad de los Metales
El uso del metal volvió obsoletas muchas herramientas piedra.
La Edad de los Metales es como se ha conocido a la etapa posterior de la
Edad de Piedra, abarcando tanto la llamada Edad de Bronce como la Edad
de Hierro en un único gran período histórico.
Como sugiere su nombre, su rasgo característico es la aparición de la
metalurgia y del manejo del metal fundido por parte de la humanidad, lo
cual hizo obsoletas la mayoría de las herramientas de piedra tradicionales
para ese entonces.
Sin embargo, en algunas regiones del mundo este período incluye otros
grandes avances culturales y civilizatorios, como la invención de la
escritura y de las matemáticas, o el surgimiento de los primeros imperios
de la humanidad.
¿Qué es la Edad del Bronce?
Se conoce como la Edad del Bronce al período de la Prehistoria que siguió
a la Edad de Cobre o calcolítico, y que antecedió a la Edad del Hierro.
Junto con estas otras dos edades forma lo que se llama también la Edad
de los Metales, en la que el ser humano aprendió a manipular diversos
metales para fabricar instrumentos con los que mejorar su calidad de vida.
Se trata de un período fundamental en la historia de la humanidad. Como
su nombre lo indica, se caracterizó por el descubrimiento del bronce: una
aleación de cobre y estaño.
Como suele ocurrir cuando hablamos de períodos de la Prehistoria, la
Edad de Bronce no tiene una fecha definitiva de inicio y de fin, sino fechas
aproximadas, que a menudo responden sólo a la historia de ciertas
regiones del mundo.
Por ejemplo, el manejo del bronce comenzó alrededor del año 4.000 a. C.
en el Medio Oriente, alrededor del año 3.000 a. C. en el Asia menor y en la
Grecia Antigua, y en el Asia Central recién en el 2.000 a. C.
De hecho, en China se empezó a usar el bronce recién en el 1800 a. C.,
como parte de los cambios introducidos por la Dinastía Shang. Lo mismo
ocurre con su término, fechado alrededor del año 1.200 a. C.
Hay que notar que, en muchas clasificaciones históricas, la Edad del Cobre
no se considera propiamente como una etapa aparte de la Edad del
Bronce, sino como sus inicios mismos.
A menudo ambas se manejan como una sola unidad, que marcaría el inicio
verdadero de la Edad de los Metales, tras el fin del Neolítico. En ello
también tiene que ver que no hubo una separación formal entre ambas
edades, sino que una constituye un mejoramiento de la otra.
Inicio de la Edad del Bronce
Los primeros registros del uso del bronce en la prehistoria se dieron en la
antigua Sumeria, alrededor del IV milenio a. C. Allí jugó un rol importante
en la confección de armamento y de utensilios, a lo largo de la historia de
sus grandes imperios: Sumeria, el Imperio Acadio y posteriormente
Babilonia.
Esta civilización, considerada por muchos como la cuna de la humanidad,
ya conocía para ese momento la rueda, el arado, la navegación, la
astronomía, las matemáticas y la escritura. Es decir que en ella coinciden
rasgos prehistóricos (previos a la escritura) e históricos (posteriores a la
escritura).
El uso y el tratamiento del bronce se esparció luego por algunos de los
grandes imperios de la antigüedad, como el egipcio (desde el período
protodinástico, aunque nunca sustituyó del todo la piedra por escasez de
los minerales), la Antigua China (en donde formó parte importante de la
cultura local).
En otras culturas, como la del Valle del Indo, Japón y otros pueblos
asiáticos, resulta difícil separar la llegada del bronce y la del hierro, que
ocurrieron casi simultáneamente.
Por su parte, en Europa el uso del bronce llegó a través del mar Egeo, en
tres períodos bien diferenciados: el cicládico (de las islas cícladas), el
heládico (en la Grecia continental) y el minoico (en Creta). Todo ello hacia
la mitad del III milenio a. C.
En cambio, en la América prehistórica no hubo gran conocimiento del
bronce, aunque existe evidencia de que durante el Horizonte Medio
andino y en la cultura Tiahuanaco se empleaba hacia el 600 d. C. una serie
de aleaciones del cobre, arsénico y níquel, que vendría siendo una suerte
de cobre.
Características de la Edad del Bronce
Durante la Edad del Bronce se crearon las primeras formas de escritura.
Es paradójico que el hallazgo del bronce sea el que otorgue nombre a este
período, cuando ésta fue apenas una innovación más dentro de un
conjunto importante de rasgos cambiantes de la civilización. En ese
sentido, la denominación de la Edad de los Metales está un poco centrada
en lo tecnológico.
Otros rasgos importantes de la Edad del Bronce fueron:
Hubo un importante desarrollo en el arte y la escultura, apareciendo los
primeros desnudos en roca pulida y los primeros grabados eróticos en
bronce. En este período se hicieron los monumentos megalíticos de la
llamada arquitectura ciclópea.
La explotación del bronce permitió una intensificación del comercio,
especialmente con las regiones mineras, lo cual a su vez trajo consigo
importantes dinámicas de intercambio cultural.
En algunas civilizaciones se crearon las primeras formas de escritura,
como la cuneiforme de los sumerios, en tabletas de arcilla.
La civilización minoica cayó ante la micénica, y su victoria se atribuyó en
gran medida al uso de armamento fabricado con bronce.
Etapas de la Edad del Bronce
La Edad del Bronce se suele clasificar en tres etapas bien diferenciadas,
que son:
Bronce antiguo o temprano. Ubicada temporalmente entre el año 3.500 y
el 2.000 a. C., se caracterizó por la aparición de las primeras armas de
bronce, que coexistían con las de cobre y piedra, dependiendo de la
disponibilidad del estaño.
Bronce medio o pleno. Ubicada temporalmente entre los años 2.000 y
1.600 a. C., marca el inicio del predominio del bronce, tanto para
armamento, utensilios y adornos, de modo que el metal ya formaba parte
de la vida cotidiana.
Bronce final. Ubicada temporalmente entre los años 1.600 y 1.200 a. C.,
presenció el contacto entre civilizaciones plenamente históricas (con
grafía) y otras aún prehistóricas (sin grafía), así como el inicio de la
cremación fúnebre y de la construcción de los grandes campos de urnas.
Al término de este período se produjo la caída de los grandes imperios
frente a los pueblos del mar.
Economía de la Edad del Bronce
Los pueblos que usaban el bronce tenían una importante ventaja militar.
La Edad del Bronce se caracterizó por un notorio incremento de la riqueza
de los pueblos, así como del intercambio comercial. Sin embargo, hubo
también importantes eventos bélicos o de conquista, en los que aquellos
pueblos dotados del manejo del bronce llevaban siempre una importante
ventaja.
La aparición de la escritura y las matemáticas, en ese sentido, son
evidencia del importante desarrollo económico y comercial, que requería
de cierto sentido de la contabilidad o de la identificación escrita de los
bienes, ambas posibles fuentes de origen de la escritura.
Sin embargo, la Edad de bronce presenció también la aparición de nuevos
pueblos y de grandes migraciones, que alteraron significativamente el
panorama cultural y comercial de Europa y Medio Oriente, especialmente
en la región del Mediterráneo oriental. La caída de civilizaciones enteras y
de antiguos imperios poderosos, trajo consigo una importante Crisis del
bronce final.

Fin de la Edad del Bronce


La Edad de Bronce culmina en medio de una crisis que produjo la llegada
de los “Pueblos del mar”, como los mencionan los documentos egipcios de
la época. Ello se sabe gracias a que ya la escritura se había inventado en
muchas de las civilizaciones antiguas.
El derrumbe del Imperio hitita, la caída de Babilonia y el misterioso
abandono de las ciudades micénicas, son síntoma de la importante
desestabilización del Mediterraneo oriental y de una crisis producida por
la llegada violenta de los pueblos fenicios, filisteos y arameos, entre otros.
Finalmente, alrededor del año 1.200 a. C., se inicia la Edad del Hierro con
el descubrimiento de este metal y la invención de formas más sofisticadas
de metalurgia.
¿Qué es la Edad del Hierro?
La Edad del Hierro es el último de los períodos de la prehistoria que
conforman la Edad de los Metales, junto con la Edad de Cobre y la Edad de
Bronce. Como su nombre lo indica, es la etapa en que el ser humano
descubrió cómo utilizar el hierro.
Con este nuevo y más resistente metal reemplazó muchas de sus
tecnologías a base de cobre y bronce, o a base de piedras. Semejante
cambio no es un hecho aislado, sino que vino acompañado de un conjunto
de profundos cambios culturales, tecnológicos y económicos que
redefinieron la antigüedad humana a partir del año 1.200 a. C.
Como suele ocurrir en las etapas de la prehistoria, y especialmente en las
que se centran en aspectos tecnológicos, como son los metales más
empleados para hacer herramientas, la Edad de Hierro no posee un punto
de partida y de final concretos y universales, aplicables por igual a todas
las culturas de la antigüedad.
Por el contrario, en algunas regiones comenzó antes, en otras más tarde, y
algunas culturas ni siquiera conocieron la Edad del Bronce, sino que
saltaron de las herramientas líticas al hierro directamente. Todo depende
de la disponibilidad de materiales en la región y de lo conectada que
estuviera una cultura a las rutas comerciales del momento.
Así, el final de esta etapa se asocia a eventos distintos en el Mediterráneo
(el inicio de la Historia clásica de la Grecia Antigua y el Imperio Romano),
el subcontinente indio (la llegada del budismo y el jainismo en el siglo VII
a. C.) o China (el inicio del confucianismo).
Por otro lado, en los pueblos del norte europeo se sostuvo hasta ya
entrada la Alta Edad Media. En América y Australasia simplemente no
hubo Edad del Hierro, pues este metal fue introducido por la colonización
europea siglos más tarde.
Inicio de la Edad del Hierro
La Edad del hierro comenzó alrededor del siglo XII a. C. (año 1.200 a. C.).
Se dio de manera más o menos simultánea en distintos lugares: Oriente
Próximo, la India (con la civilización Védica) y en el Mediterráneo (con la
Edad Oscura griega, hasta el siglo VIII a. C.).
En otras regiones de Europa la Edad del Hierro tardó en llegar,
desarrollándose apenas en el siglo VI a. C. Por su parte, en África la cultura
Nok, oriunda de Nigeria, dio el salto desde el neolítico hacia la utilización
del hierro en el siglo XI a. C., mediante el descubrimiento de la fusión y de
la forja.
El hierro ya se utilizaba en eras anteriores, pero el manejo de este metal
requería de técnicas siderúrgicas más complejas para su aleación y
fundido, que exigieron mayores destrezas tecnológicas. Una vez
descubiertas, estas maneras de trabajarlo hicieron del hierro el metal más
codiciado del mundo entero para la época.
Características de la Edad del Hierro
Así como en las Edades de Cobre y de Bronce, el rasgo característico de la
Edad de Hierro es el descubrimiento, manejo y popularización del hierro
como el mejor material para fabricar herramientas, armas, armaduras y
utensilios, desplazando a los demás metales, aunque aún no se sepa
exactamente de qué manera.
Hay teorías que sugieren su introducción desde Oriente y su asimilación
en Occidente. Otras postulan que formaba parte más bien de una
revalorización del bronce, sustituyéndolo para no malgastarlo, como
ocurría en entierros y otras ceremonias similares.
Hay evidencia que apunta a que la humanidad tardó en comprender que
el hierro era un metal más conveniente que el bronce, dada su mayor
complejidad para la forja.
Sin embargo, la Edad del Hierro trajo consigo importantes cambios
culturales y sociales, como fueron:
La explotación masiva del hierro permitió la masificación del armamento,
lo cual permitió el surgimiento de insurgencias armadas que tardaron más
de 2.000 años en resolverse y que cambiaron para siempre el rostro de
Europa.
Los pueblos celtas invadieron buena parte de Europa, especialmente la
península ibérica, dando origen al pueblo celtíbero y sentando las bases
de buena parte de la cultura española.
Se comenzó a masificar la idea de la fortificación, que luego dio pie a la
edificación de castillos y fortalezas al estilo medieval.
La aparición del hierro otorgó poder militar a pueblos otrora sometidos,
como las tribus Bantú africanas, que pudieron así expandirse y dominar
mayores extensiones de la sabana, convirtiéndose así en el pueblo
autóctono más rico del sur africano.
La escritura formaba parte ya de numerosos pueblos antiguos, a través de
diversos sistemas de representación. Por esta razón, muchos de ellos
vivieron la Edad de Hierro como parte de su Historia (y no Prehistoria).
Características sociales de la Edad del Hierro
En la Edad del Hierro se contaba con herramientas más resistentes.
La Edad del Hierro fue similar a la Edad de Bronce en cuanto a la
constitución de las sociedades. Estas sólo se diferenciaron porque tenían
herramientas de mayor durabilidad y complejidad, gracias a las
propiedades del hierro.
Así, se logró cierto desarrollo en las técnicas agrícolas y artesanales.
También se extendió la idea de la fortificación de los pueblos, que
eventualmente vendrían a ser ciudades y castillos.
Recordemos que la Edad de Hierro comenzó en una crisis profunda de los
Imperios antiguos, de modo que fue una etapa de reorganización violenta.
Por eso la fabricación de armas más duraderas a base de hierro parecería
tener bastante sentido.
En algunos casos, esto coincide con importantes cambios religiosos y
culturales, fruto de la conquista por otros pueblos, la hibridación social y
nuevas formas de tecnología nacidas de la metalurgia.
Fin de la Edad del Hierro
Usualmente, se considera la aparición de la escritura en Europa como el
evento que marca el fin de la Edad de Hierro, dando así pie a la Historia (y
cerrando la Prehistoria).
Sin embargo, en muchas otras latitudes existían ya pueblos dotados de
escritura, de modo que los límites en ese sentido son inciertos. Es común
emplear la fecha aproximada de los años 700-600 a. C. para marcar este
punto y dar inicio a la Edad Antigua de la Historia de la Humanidad.

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