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2 Antecedentes locales:
Perú- Miraflores:
"No seas pendejo, que vas a tener entrada tú", le dijo el vigilante a Ricardo, un
joven del departamento de Cusco, cuando lo vio. Nadie oyó explicaciones y
Ricardo quedó afuera. En el Perú, se le dice "pendejo" a una persona que gusta
de hacer trampa.
Según se comenta en las redes, el "pecado" del joven, un quechua hablante que
no domina el español, fue usar la vestimenta de su comunidad Queros en
Larcomar, centro comercial y recreativo al que va gente de clase alta y media-alta.
Las quejas sólo fueron escuchadas cuando terminó la película y los amigos que
habían llevado a Ricardo, uno de ellos extranjero, se enteraron y reclamaron.
Según testigos, el administrador se disculpó, pero no con el afectado, sino con el
extranjero.
Un vídeo informal en YouTube muestra como los vigilantes expulsan del complejo
a tres mujeres vestidas a la usanza campesina. Según testigos, eso ocurre a
diario.
"Esto solo demuestra que nos falta mucho que trabajar como país y como
individuos en el respeto al prójimo. Respeto que no debe depender de tu ropa,
color de piel, idioma u olor. Increíble que suceda en 2011. Mientras los adelantos
de todo tipo nos acercan, las taras mentales y el racismo nos desunen", escribió
Pierina Papi, cibernauta que divulgó la noticia.
Se conocen datos de la existencia del racismo o discriminación racial, desde que
se colonizó América, aunque es muy probable que esta creencia de pertenencia a
una raza o grupo superior con respecto a los demás, existiese mucho antes. Esta
creencia de superioridad, socialmente condenada, se caracteriza por sentimientos
de odio, falta de empatía, persecución y discriminación de los que consideran
inferiores y en muchos casos violencia también física.
La vida cotidiana de la persona que sufre el racismo puede convertirse en un
infierno diario. Se ven sometidos a estereotipos, discriminación a nivel social e
institucional, violencia, desigualdad, etc. Si nos paramos a pensar un momento,
incluso en nuestro lenguaje cotidiano, usamos expresiones racistas, como frases
hechas y/o refranes, estando esto, muy normalizado.
Verse inmerso en esa vorágine a diario puede conllevar consecuencias, tanto
físicas como psicológicas, de hecho, está demostrado que, el sufrir conductas e
interacciones racistas, influye en la modulación del cerebro de los niños.
Se sabe que la exposición crónica al racismo afecta el funcionamiento de áreas
cerebrales implicadas en el control del pensamiento y de las emociones. Sin
embargo, sorprende que sea un área muy poco investigada en psicología,
teniendo en cuenta la gravedad que pueden llegar tener las secuelas psicológicas.