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Tema 3:
Factores psicosociales
de riesgo y protección
asociados al uso de
drogas sustancias
psicoactivas
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ÍNDICE
2. Lectura inicial....................................................................................................................... 6
6. Bibliografía......................................................................................................................... 27
7. Glosario ............................................................................................................................. 34
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1. Resumen y palabras clave
1.1. Resumen
En la actualidad el uso de drogas es una de las problemáticas sociales de mayor interés político y
científico a nivel global. La magnitud del consumo de sustancias psicoactivas y la considerable
carga de morbilidad y mortalidad asociada, representan a nivel mundial un inestimable costo
humano así como un crítico impacto social.
Precisamente, a la hora de buscar respuestas a las preguntas de: ¿por qué algunas personas
tienen problemas con las drogas y otras no?, ¿qué hace que un contexto sea más vulnerable que
otro ante la problemática de las drogas?, es el estudio de los factores de riesgo y protección el que
se presenta como más relevante e ideal. La indagación sobre los factores sociales que intervienen
al facilitar o inhibir un problema y el conocimiento de la singularidad de las personas según su
sexo, género, edad, características afectivas o cognitivas, es clave para elaborar programas de
prevención eficaces.
De esta manera la investigación sobre los factores psicosociales del uso de drogas, así como las
teorías y modelos que estructuran estos estudios son piedra angular en la elaboración de
estrategias preventivas de base científica.
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complejiza el proceso de tratamiento así como la adherencia y mantenimiento en el mismo. En las
carreras de consumo de drogas se observa para las mujeres en comparación con los hombres, un
proceso más acelerado desde el inicio del consumo a la dependencia de sustancias denominado
efecto telescoping.
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2. Lectura inicial
A partir de la literatura científica sobre la problemática del uso de drogas se puede considerar que
los primeros estudios acerca de los factores de riesgo y protección se presentan por los años 80’
del siglo pasado. Se observa que en ese momento los factores de riesgo y protección eran
analizados de forma aislada, unicausal, pero actualmente se conoce que la etiología y dinámica de
estos factores es multicausal. A manera de breve adelanto se podría decir que en el presente se
conceptualizan los ámbitos de los factores de riesgo y protección del uso de drogas desde los
niveles: interpersonal, intrapersonal, familiar y grupo de iguales, escolares y comunitarios. Dentro
del nivel intrapersonal se encuentran: factores constitucionales, uso precoz de drogas, baja
autoestima, bajo compromiso con la escuela o el trabajo, rebeldía hacia las normas, actitudes
favorables hacia comportamientos problema, actitudes favorables para el uso de drogas, entre
otras. Para el nivel interpersonal se observa: grupo de amigos de actitud favorable al uso de
drogas, amigos que consumen drogas, grupos de iguales con bajo compromiso escolar, entre
otros. En el ámbito familiar se pueden señalar: conflicto familiar, actitudes favorables al uso de
drogas por parte de los padres, uso de drogas en la familia, otros. Dentro del nivel escolar se
presentan: las dificultades y fracaso escolar, escaso compromiso con la escuela. Para el nivel
comunitario se señalan: disponibilidad de drogas, leyes y normas favorables al uso de drogas,
armas y delito, extrema deprivación económica, transiciones y movilidad personal y en la
comunidad, desorganización comunitaria y el escaso apego al vecindario.
Asimismo en 1970 aparecen los primeros aportes científicos que plantean la necesidad de
examinar las diferencias de género a través de los distintos campos de estudio biopsicosocial.
Desde entonces se abre un espacio diferente de análisis sobre la vida de los hombres y las
mujeres atravesado por la ya denominada en ese momento: “perspectiva de género”. El
fortalecimiento y profundización de esta perspectiva de investigación permite obtener conocimiento
de mejor calidad a través del estudio de los contextos, los modelos de socialización temprana y la
forma en cómo se desarrollan los seres humanos en “ser hombre” y “ser mujer”. Por tanto los
análisis producidos desde esta perspectiva son una herramienta privilegiada para conocer la
etiología y características de los trastornos por uso de sustancias. Los consumos problemáticos de
drogas revisten características bien diferentes entre hombres y mujeres. No sólo por sus
motivaciones, expectativas de los efectos buscados, sino también por las modalidades y patrones
de uso. Una de las respuestas posibles son los distintos énfasis en sus procesos de socialización
temprana en los que las personas observan e incorporan “modelos” de hombre y mujer que tienen
en su entorno. Las mujeres presentan más cronicidad y complejidad en sus problemas de salud,
muchas de las veces como resultante de las condiciones de desigualdad socio económica y
cultural. Otras de las veces, como consecuencia del consumo de drogas, del maltrato y la violencia
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intrafamiliar, los embarazos adolescentes y la mala atención de su salud. Con respecto a las
enfermedades mentales, las mujeres también presentan mayor frecuencia de comorbilidad
psiquiátrica, lo que la mayor parte de las veces se relaciona con eventos traumáticos en sus
historias de vida (abuso psicológico, físico y sexual).
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3. Desarrollo del tema
3.1. Introducción
Conocer el origen de estas problemáticas y obtener información sobre los factores psicosociales
asociados que intervienen en el advenimiento del problema, posibilita la elaboración de estrategias
y programas de prevención de rigurosidad científica y probada eficacia.
De forma general se puede observar que las “drogas” en sí mismas no son lo central de la
problemática, sino los vínculos que establecen las personas y sus contextos con ellas. El valor
simbólico de las drogas, sus significados socio culturales, los efectos que se buscan al tomarlas,
las expectativas que se tienen cuando se las procura, motivaciones, actitudes y comportamientos
son parte esencial de la problemática. Así, los primeros usos de drogas de los que tenemos
conocimiento escrito, se nos presentan inmersos en contextos religiosos o espirituales, como lo
demuestran distintas fuentes provenientes de la India (Rigveda), o en diversos escritos antiguos,
como lo son la tragedia griega “la Odisea” o la “Biblia”. En ambas obras, podemos encontrar
diferentes referencias a los usos de las drogas. Otro es el caso del cactus del peyote, usado por los
antiguos Aztecas, Toltecas y Chichimecas, con fines religiosos, o el mascado de las hojas de coca
en América del Sur, usado entre las poblaciones indígenas de la zona y, antiguamente, por la
civilización Inca. En estos contextos el uso de las drogas se vinculaba a actividades rituales,
mágico espirituales y sociales específicas y existía el control social de su uso. De este modo se
puede observar el uso de sustancias psicoactivas en la antigüedad para los siguientes contextos
(Schivelbusch, 2003): contexto religioso o espiritual (América, Egipto, Mesopotamia, India
(Rigveda); contexto cultural (tradición de diferentes pueblos orientales); contexto de actividades
mágico – espirituales y sociales específicas.
3.2. Importancia y magnitud actual del problema. Factores de riesgo y protección asociados
A partir de los siglos XIX y XX se visualiza una paulatina generalización del consumo de drogas y la
pérdida del sentido colectivo – comunitario que tenía en la antigüedad. El uso de las drogas deja de
ser un bien de uso, se desprende de los significados espirituales o sociales que lo acompañaron
para convertirse en una mercancía. En torno a las drogas y sus usos se establece una dinámica de
producción, promoción, accesibilidad, compra y venta que configura una problemática compleja y
dinámica (nuevas drogas, nuevas formas de consumo, nuevos mercados). Y las primeras
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investigaciones que se realizan sobre los consumos problemáticos de drogas, muestran que
responden a una etiología multicausal.
Actualmente el consumo de drogas legales e ilegales se asocia con una importante carga de
morbilidad, discapacidad, mortalidad y otros daños sociales. Para la mayoría de los países y en
particular para aquellos de bajos y medianos ingresos, la carga general de morbilidad atribuible al
uso de drogas es generada principalmente por el consumo de alcohol y tabaco, aunque la carga, el
daño y los costos ocasionados por el abuso de drogas ilegales también son considerables. (Babor
et al., 2010).
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determinados grupos excluidos socialmente (jóvenes sin hogar, personas menores de edad a cargo
de instituciones, grupos minoritarios étnicos o inmigrantes, otros), les expone a una mayor
probabilidad de tener problemas relacionados con las drogas. Este tipo de poblaciones socialmente
vulnerables debe distinguirse de otros grupos de riesgo (usuarios de heroína, contextos de riesgo
como determinados ámbitos y consumos abusivos recreacionales) ya que los niveles de
prevención adecuados para cada grupo son diferentes. En el caso de poblaciones socialmente
vulnerables se adecuan mejor las estrategias y programas de prevención selectiva, mientras que
en los casos de las otras poblaciones mencionadas es la prevención indicada la más apropiada, así
como en el caso de vulnerabilidades de nivel intrapersonal. (European Monitoring Centre for Drugs
and Drug Addiction, 2008). Asimismo es relevante un dato sobre los estilos de vida de los
adolescentes y jóvenes que viven en las Américas: de los 155 millones de ellos, el porcentaje
mayor se concentra en los países y comunidades de la Región con menores recursos económicos.
(Organización Panamericana de la Salud, 2008). La adolescencia es una etapa de la vida clave
para la salud actual de ésta población y la situación futura de las próximas generaciones.
Considerando que es cuando la mayoría de los hábitos perjudiciales para la salud son adquiridos,
la prevención de éstos y la promoción de salud es una herramienta fundamental y privilegiada para
fomentar el desarrollo humano positivo en los distintos ámbitos: individual, familiar y comunitario. La
Organización Panamericana de Salud propone asimismo la promoción de la participación de los
jóvenes en los entornos sociales, políticos y económicos de sus comunidades (Organización
Panamericana de la Salud, 2008).
Actualmente existe evidencia sobre la importancia de los factores de riesgo y protección, acerca
de cuáles son los más universales e inespecíficos, así como cuáles son los más relevantes para un
determinado grupo o los que cuentan con mayor grado de predicción de comportamientos o
situaciones problemáticas de usos de drogas.
Se puede observar que la etiología del consumo problemático de drogas, responde a una
multicausalidad de factores y que su origen se situaría en la infancia temprana, aunque la iniciación
real del consumo se presente para la mayor parte de las personas en la adolescencia. (Becoña,
2001). La complejidad del origen y desarrollo de los problemas relacionados a los usos de las
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drogas se corresponde con la vasta información con que se cuenta en la actualidad sobre los
factores o situaciones que pueden facilitar su instalación.
Por otro lado, investigaciones actuales muestran evidencia de que algunas intervenciones
preventivas destinadas a reducir los factores de riesgo y reforzar los de protección de las personas
y sus comunidades, han demostrado eficacia en la prevención del abuso de drogas, la
delincuencia, la violencia y otros problemas sociales. (Hawkins et al., 2008).
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3.3. Definiciones y clasificaciones de factores de riesgo y protección
Se entiende por factor de riesgo: “un atributo y/o característica individual, condición situacional y/o
contexto ambiental que incrementa la probabilidad del uso y/o abuso de drogas (inicio) o una
transición en el nivel de implicación con las mismas (mantenimiento). Y por factor de protección:
“un atributo o característica individual, condición situacional y/o contexto ambiental que inhibe,
reduce o atenúa la probabilidad del uso y/o abuso de drogas o la transición en el nivel de
implicación con las mismas”. (Becoña, 2002, p. 190).
Actuales investigaciones de consenso internacional muestran que si bien existen factores que
predisponen al consumo, otros se asocian con la abstinencia. Pero esto no significa que ante la
ausencia de un factor de riesgo, estemos ante la presencia de uno de protección. Asimismo se
distingue entre factores que tienen incidencia a lo largo de toda la vida del sujeto, de aquellos que
sólo hacen impacto en determinado momento de la vida de las personas. Se conoce que la
exposición a mayor número de factores concentrados en una determinada persona, situación o
contexto, incrementa la probabilidad de los riesgos o la protección ante el problema. Algunos
factores son más específicos según el género o edad de las personas, así como cada sustancia es
particular: su carácter legal o ilegal, su disponibilidad, sus efectos farmacológicos, entre otros. Por
otro lado, se ha observado la importancia que revisten las personas significativas para el sujeto, por
ejemplo: si madres, padres, hermanos, amigos, acostumbran tener un uso problemático de drogas,
los niños o adolescentes se encuentran más expuestos a repetir esas conductas que aquellos cuyo
entorno, no presenta esas características (Botvin y Botvin, 1992).
Los distintos niveles de especificidad de los factores de riesgo y protección psicosociales asociados
al uso de drogas -sujeto, familia o grupos de pares, ambientales y comunitarios- cuentan en
general con el consenso de la mayoría de los autores que han estudiado el tema.
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Los primeros estudios sobre los factores psicosociales asociados al uso de drogas buscaban
obtener información de cada uno de los factores de forma aislada pero actualmente se considera la
fortaleza que significa concebirlos en su multicausalidad. Estos modelos permiten la identificación
del problema del uso de drogas y los factores de riesgo y protección asociados, implicando en su
estudio el contexto comunitario, escolar, familiar y las relaciones intrapersonales e interpersonales
de las personas. Uno de los modelos que ha mostrado mayor consenso internacional por su
eficacia en la identificación de los factores asociados a la problemática, es el modelo multicausal:
Modelo de Desarrollo Social. (Catalano y Hawkins, 1996; Hawkins y Catalano, 2005; Hawkins et al.,
2008; Hawkins y Weis, 1985).
Distintos estudios han identificado 20 factores de riesgo que pueden predecir con fiabilidad cinco
comportamientos problemáticos, particularmente para la adolescencia: uso de alcohol y otras
drogas, delincuencia, deserción escolar, embarazo adolescente y violencia. Estos factores de
riesgo se basan en una revisión de más de 30 años de investigación a través de una variedad de
disciplinas y están sujetos a los criterios más rigurosos y estándares de investigación. (Hawkins y
Catalano, 2005).
De los factores escolares. Se encuentra asociación entre el escaso compromiso con la escuela o
centro educativo y las dificultades en la escuela (fracaso escolar), particularmente a partir de finales
de escuela primaria.
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De los factores de riesgo para los niveles individual y la relación con los pares. Se señalan los
factores constitucionales, comienzo temprano y persistente de los comportamientos problemáticos,
las recompensas por estas conductas, participación en pandillas (bandas), actitudes favorables al
uso de drogas y el comportamiento antisocial, consumo de drogas de los amigos, interacción con
amigos de comportamientos problemáticos, la escasa percepción del riesgo del consumo de
drogas, la rebeldía y la búsqueda de sensaciones.
Creencias saludables y normas claras de comportamiento. Comunicadas por las familias, las
escuelas, las comunidades y los grupos de pares.
Vínculos y redes. La existencia de vínculos fuertes con los adultos especialmente aquellos que
tengan y promuevan creencias saludables y normas claras para los adolescentes y jóvenes. De
igual modo, se señala la necesidad de una inversión para brindar oportunidades y recompensas
por el compromiso e implicación de los jóvenes en líneas de acción positiva en la comunidad, la
escuela, el trabajo y la familia.
La literatura sobre el tema de los factores de riesgo y protección es muy amplia y existe un
reconocido consenso en considerarlos y agruparlos a partir de tres ámbitos diferentes: los que
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intervienen fundamentalmente en la órbita individual, en la familiar y en la comunitaria. De este
modo podemos encontrar otras clasificaciones de los factores de riesgo – protección como la
propuesta por Gilchrist (1995), quien agrupa, basándose en diversas revisiones sobre factores
asociados o posibles predictores del consumo problemático en adolescentes y adultos (Hawkins et
al., 1985; Murray y Perry, 1985; Perry y Jessor, 1985), los siguientes:
Con respecto al medio familiar: historia familiar de consumo problemático de drogas y/o de
comportamientos antisociales, problemas de manejo familiar (padres con pocas habilidades
sociales) y padres con gran tolerancia ante comportamientos inadecuados desorganización
familiar.
Se cuenta actualmente con información sobre los consumos de drogas en la adolescencia y sobre
el papel que juega la familia como factor de protección. Se sabe que la intervención de la familia,
tiene más importancia de lo que se consideraba hace años, en relación con el grupo de amigos en
la pubertad y adolescencia (Becoña, 2002). Estas investigaciones han hecho posible que se tenga
conocimiento de cuáles son los principales factores de protección familiar del consumo de drogas,
entre los que se encuentran: pautas educativas familiares, actitudes y modelo de conducta con
respecto al uso de drogas y el grado de involucramiento y conflictiva intra-familiar. Esta una de las
principales razones por las cuales se vienen desarrollando en las últimas décadas programas
preventivos de abuso de drogas a través del trabajo sobre los estilos educativos en la familia.
Asimismo son de relevancia para el ámbito familiar, los estilos educativos, las funciones de la
familia (control y apoyo), así como la percepción sobre el uso de drogas. El papel de la familia en la
prevención del abuso de drogas es relevante, ya que en ella se sientan las bases de la adquisición
de hábitos, de la educación y del proceso de socialización primaria. Aunque el desencadenamiento
de una situación de abuso de drogas es muy complejo, y no parte de una única causa, la familia
puede oficiar como excelente ámbito preventivo de futuros problemas con las drogas. Desde las
primeras etapas del desarrollo, a partir de los primeros años de vida, se conforma un período
caracterizado por el mimetismo y la interiorización de hábitos y actitudes del entorno de los niños y
niñas. Patrones de comportamientos relacionados a la alimentación, descanso, usos de
medicamentos, consumo de tabaco, alcohol, usos del tiempo libre, interrelaciones personales, todo
puede ser observado, imitado y aprendido por los niños. El aprendizaje por observación, es decir,
cuando el niño o niña va aprendiendo distintas habilidades, sin que el adulto se proponga
enseñarle algo en especial, es un hecho. Desde las teorías del Aprendizaje Social (Bandura, 1977),
se subraya el papel desempeñado por familiares, adultos cercanos, hermanos mayores, que
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pueden oficiar de “modelos” para el niño o niña, y por consiguiente, pueden ser imitados. Esta
observación, incluye al modelo como un todo, es decir, su forma de ser, sus gestos, sus actitudes,
valores y comportamientos como los usos de drogas.
Con respecto a los factores de riesgo individual: factores biológicos, factores genéticos, factores de
tipo biológico (sexo y edad), factores constitucionales (ej., dolor o enfermedad crónica), rasgos de
personalidad, búsqueda de sensaciones, personalidad antisocial.
Asimismo, el autor plantea los siguientes factores individuales de protección: creencia en el orden
social, habilidades sociales, cognitivas y emocionales, creencia en la propia autoeficacia,
habilidades para adaptarse a las circunstancias cambiantes, orientación social positiva,
aspiraciones de futuro/ proyecto de vida, inteligencia, resiliencia y religiosidad.
Los hallazgos sugieren que la mayoría de los factores protectores disminuyen a medida que los
adolescentes van cursando etapas más avanzadas de la educación formal (bachilleratos), sin
embargo se puede visualizar en el secundario que se registra cierto aumento de determinados
factores de protección (oportunidades de participación en la comunidad y reconocimiento,
oportunidades en el centro educativo, éxito académico, participación prosocial e interacción con
compañeros prosociales (Kim, Oesterle, Hawkins, y Shapiro, 2015).
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distintos ámbitos, de todas formas, fueron menos propensas que los varones a reportar
reconocimiento por su participación (Kim, Oesterle, Hawkins, y Shapiro, 2015).
Para finalizar, el estudio recomienda que las iniciativas de prevención comunitaria que buscan
reforzar los factores de protección debieran comenzar temprano y continuar su instrumentación, a
través de los distintos niveles de la educación formal (Kim, Oesterle, Hawkins, y Shapiro, 2015).
En suma:
A partir de la literatura científica sobre la etiología y dinámica de los factores de riesgo y protección
del uso de drogas, se puede argumentar que, tanto para el inicio del uso de drogas como para el
desencadenamiento de un proceso de consumo problemático, intervienen diversos actores en un
escenario complejo y cambiante. En un principio es relevante el papel de la familia como elemento
primario de socialización para dar luego un espacio a la intervención del proceso educativo escolar
y la participación de los pares. A medida que se adviene la adolescencia crece el rol que van
interpretando los iguales y las relaciones interpersonales que el sujeto va tejiendo en los diferentes
ámbitos en que incursiona (instituciones deportivas, formativas, espacios recreacionales, entre
otras). A lo largo de todo el proceso del desarrollo, estas socializaciones han interactuado,
coadyuvando a conformar los pensamientos, emociones, creencias, actitudes, valores y normas de
la persona; así como han participado también de este proceso los contextos en los que ha crecido
y vive. Igualmente revisten importancia los medios de comunicación y las características de la
comunidad, la promoción, disponibilidad y acceso a las drogas que estos presenten.
Los consumos de drogas presentan características distintas para hombres y mujeres, así como
difieren los consumos entre las personas jóvenes, adultas o mayores debido a una multiplicidad de
factores culturales, educativos y sociales. Las pautas culturales y normas sociales de cada
colectivo asignan roles diferenciales a hombres y mujeres generando expectativas y mandatos
sobre las personas. En el caso particular de las mujeres y la progresiva modificación de los roles
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que tradicionalmente le fueron asignados es quizá donde mejor se pueden visualizar importantes
cambios que han sucedido en la mayor parte de las culturales occidentales en los últimos tiempos.
Estos cambios implican una modificación en los roles “asignados” tradicionalmente sobre lo que se
esperaba de “ser mujer” hacia un creciente empoderamiento y autonomía de sí mismas. Es así
como las niñas, jóvenes y mujeres de hoy transitan entre los roles tradicionales asignados por la
sociedad, los roles asumidos y los roles transgresores. Esta asunción o trasgresión de roles
transversaliza también sus deseos, expectativas, motivaciones, actitudes y comportamientos
relacionados con el consumo de drogas indicando diferencias importantes entre hombres y
mujeres. De este modo los factores de riesgo y protección para el inicio, mantenimiento o
abandono de las carreras de consumo de drogas presentan características distintas entre los
géneros. Alguno de estos factores afecta de manera similar o igual tanto a hombres como mujeres,
como la pobreza, el apoyo social y los estilos educativos que han recibido. Para la población
juvenil el rendimiento académico y el déficit en el auto control se suman a los anteriores. Para las
jóvenes las preocupaciones por el peso y la dieta, la autoimagen y autoestima negativa, los
trastornos de la alimentación, el abuso sexual y físico, la depresión y ansiedad, así como el
consumo del compañero sentimental son factores de riesgo a los que ellas son más vulnerables
que los varones. En general las mujeres son más influenciables por los factores de riesgo de tipo
social o psicosocial como la presión al consumo o la observación del mismo por parte de amigos,
novios o miembros de su familia. Para las chicas el consumo de tabaco de los padres es un
predictor más fuerte del consumo de tabaco que para los varones. Relativo a la continuación en la
carrera del consumo: las mujeres son más vulnerables a la presión directa de las parejas mientras
que los hombres son más influenciables por el consumo de sus colegas de grupo. En cuanto al
consumo de alcohol en los más jóvenes, se encuentra que para los varones el consumo de alcohol
por parte de sus amigos es un predictor de consumo de alcohol en la adolescencia, mientras que
en las mujeres lo son los trastornos interpersonales y de conducta (Becoña et al., 2008; Becoña y
Vázquez, 2000; Calafat et al., 2009; Ettorre, 1998; Fattorre, Altea y Fratta, 2008; Martínez
Higueras, Salvador y Jacobs, 2001).
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A partir de esta perspectiva de análisis se abre un espacio diferente para el estudio y desarrollo de
instrumentos de observación de la realidad y la forma en que las personas se relacionan entre sí y
con los objetos. Así, los estudios del consumo de drogas desde una perspectiva de género
permiten obtener conocimiento riguroso de las diferencias que existen entre los uso de hombres y
mujeres. Y es a partir de la evidencia científica que se elaboran las adecuadas estrategias
preventivas y el mejoramiento de las prácticas de tratamiento diferentes para cada género.
A nivel general se observa que las encuestas de prevalencia de consumo, abuso y dependencia de
las drogas muestran globalmente diferencias por género. Con respecto a las drogas ilegales los
hombres presentan tasas más altas, así como para el alcohol, mientras que en algunos países,
para el tabaco y las drogas de prescripción médica, son las mujeres las que presentan una mayor
tendencia al uso, abuso y dependencia. Asimismo se pueden observar diferencias en los patrones
de consumo de drogas legales e ilegales según se trate de distintos grupos etarios. Recientes
investigaciones internacionales indican que en las generaciones más jóvenes las brechas en el
consumo y abuso de drogas entre hombres y mujeres tienden a estrecharse tanto para el alcohol
como para las drogas ilegales, particularmente el cannabis. (Andersson et al., 2007; Babor et al.,
2010; Comisión Interamericana contra el Abuso de Drogas, 2012; Zilberman, Tavares y El-Guebaly,
2003).
Con respecto a la tendencia de equiparación del consumo de alcohol, algunos de los factores de
riesgo asociados a la ingesta abusiva para las mujeres pueden implicar pérdida del control de
conciencia, olvido de usar preservativo y contraer alguna ITS o un embarazo no deseado. Estas
consecuencias pueden ocurrir, por ejemplo, en estos nuevos patrones juveniles de consumo de fin
de semana, donde los y las jóvenes relatan que van “haciendo la previa”, es decir, tomando tragos
fuertes, antes de entrar a los lugares de recreación nocturna. Una de las respuestas a las
interrogantes de los efectos buscados en este consumo abusivo, parece ser no sólo la diversión y
la curiosidad, sino también la “facilitación” e “inhibición” que les permitiría sentirse más integradas a
los nuevos roles que enfrentan cada día las jóvenes en una sociedad de cambios de patrones de
consumo de drogas.
De forma general, se observa que el abuso de alcohol afecta de manera distinta a las mujeres,
quienes ante menores o equivalentes dosis de ingesta presentan niveles de de alcoholemia
superiores que los hombres. Es decir, el alcohol es más perjudicial en la mujer que en el hombre a
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dosis equivalentes, bien por mecanismos toxicocinéticos que originan concentraciones más
elevadas de alcohol en sangre como por una mayor sensibilidad del sistema nervioso central al
alcohol. Es relevante mencionar los daños que puede ocasionar el consumo de alcohol ingerido
durante el embarazo pudiendo constituir los denominados Trastornos del Espectro Alcohólico Fetal
(TEAF) (anteriormente al 2004 era llamado SAF - Síndrome Alcohólico Fetal). Es pertinente señalar
que no existe dosis segura de ingesta de alcohol, por mínima que ésta sea, durante el embarazo;
quiere decir que sólo la abstinencia en el consumo de alcohol durante el embarazo asegura que no
se produzcan estos trastornos. Distintos estudios muestran que el abuso de alcohol y la violencia
de género se asocian, variando su intensidad en las distintas culturas y por los diferentes patrones
y volúmenes de alcohol consumidos. La violencia doméstica y de género reviste consecuencias
sociales y generacionales ya que las niñas y niños que experimentan situaciones violentas en la
infancia presentan mayores probabilidades de repetir esos patrones violentos a lo largo de su vida,
tanto como víctimas o agresores. Estudios individuales y poblacionales indican el peso del
consumo de alcohol en las situaciones violentas, donde las mujeres expresan de forma sistemática
el aumento del temor y la severidad de los ataques cuando su pareja se encuentra bajo la
influencia del alcohol (El-Bassel et al., 2005; Gram et al., 2010; Kay et al., 2010; Organización
Mundial de la Salud, 2005).
Existen datos sobre la mayor sensibilidad de la mujer al uso de drogas que indican como ellas
desarrollan una más acelerada progresión que los hombres hacia problemáticas y dependencia a
las drogas a partir del inicio de su consumo. Este fenómeno se ha denominado efecto “telescoping”
(telescoped development) y refiere a la propensión de las mujeres a desarrollar problemáticas por
uso drogas más rápidamente que los hombres aunque se hallan iniciado más tardíamente que ellos
en el consumo (Randall et al., 1999). Diversos estudios encuentran que las mujeres a pesar de su
inicio tardío en el consumo de alcohol y otras drogas muestran un curso más acelerado y
problemático en sus carreras de consumo ante menores ingestas de sustancias psicoactivas que
los hombres. Al respecto de las carreras de consumo hacia la dependencia varios son los estudios
que convergen en señalar que las mujeres tardan menos tiempos en desarrollar adicción a las
drogas y que son más vulnerables ante la interacción de factores asociados al consumo como el
riesgo de contraer el virus de inmunodeficiencia humana (Anglin, Hser y McGlothlin, 1987; Gilchrist,
Blazquez y Torrens, 2011; Hernandez-Avila, Rounsaville y Kranzler, 2004; Tuchman, 2010).
Asimismo presentan perfiles de salud mental diferenciales con una mayor incidencia de trastornos
depresivos y ansiosos para las mujeres (Ávila y González, 2007).
Algunas de las diferencias entre hombres y mujeres ante el uso de drogas están dadas por sus
diferencias sexuales y neurobiológicas. Como lo indican determinados estudios, el papel del factor
neurobiológico puede ser relevante a la hora de marcar las diferencias entre sexos, por ejemplo
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para el caso del consumo de drogas en la mujer, el rol de las hormonas esteroides gonadales
(estrógenos) así como las diferentes fases del ciclo menstrual pueden ser factores facilitadores del
comportamiento de búsqueda y auto administración de distintas drogas como lo muestran algunos
estudios en animales. Diversos estudios han encontrado que el abuso crónico de drogas puede
producir alteraciones en el sistema de respuesta al estrés y alterar el funcionamiento del sistema
de recompensa del cerebro, así como la influencia de las hormonas esteroides gonadales puede
afectar al desarrollo o la recuperación de la dependencia a una o más drogas. Otro de los hallazgos
sobre las reacciones al consumo de drogas y el ciclo menstrual muestra que las mujeres tienden a
presentar mayores efectos fisiológicos y subjetivos durante la fase folicular que durante la fase
lútea del ciclo menstrual ante el uso de cocaína, anfetaminas y nicotina (Anker y Carroll, 2011;
Fattore, Altea y Fratta, 2008; Fox y Sinha, 2009; Sakaki y Mather, 2012; Sofuoglu et al., 1999).
En relación al inicio del consumo de drogas ilegales, algunos estudios señalan que en el caso de
las mujeres y el consumo de heroína, a diferencia de los hombres, ellas fueron muy influenciadas
por sus parejas varones a iniciarse en el consumo de ésta droga (Hser, Anglin y McGlothlin, 1987).
Las motivaciones de experimentación de una droga por parte de las mujeres se encuentran más
marcadamente trazadas por la afectividad en comparación con los hombres respondiendo a pautas
educativas que llegan desde los procesos de socialización primaria. Algunas teorías explicativas
sobre la iniciación de las mujeres en el consumo de drogas particularmente las ilegales, plantean
que la educación de las niñas está orientada hacia la dependencia en mayor medida que la de los
varones y conciben la dependencia desde la dualidad: adicción – subordinación. En este sentido la
adicción a las drogas para la mujer como grupo social conlleva una carga de estigmatización mayor
que para el hombre debido a los roles que se le han asignado tradicionalmente. Mientras que la
concepción de dependencia como subordinación en el caso de la mujer estaría aceptada y hasta
sería una conducta promovida (Ettorre, 1998). Asimismo las mujeres presentan índices
significativamente más altos de trastorno de estrés post traumático en relación a los hombres. Las
mujeres con trastorno por abuso de drogas son más proclives que los hombres a presentar
historias abuso físico y sexual en la infancia y tasas más altas de trastornos de comorbilidad
psiquiátrica o patología dual, particularmente depresión y ansiedad. La convergencia de trastornos
por abuso de sustancias psicoactivas y otros trastornos de salud mental atenta contra la posibilidad
de obtener un mejor pronóstico en los procesos de tratamiento del consumo problemático de
drogas. Algunos estudios muestran otra de las vulnerabilidades en la salud mental de las mujeres:
se estima que sobre ellas recae el 90% de los casos de anorexia y bulimia nerviosa. Los trastornos
de la alimentación acontecen en promedio dos a tres veces más en mujeres que en hombres y han
sido reportados altas tasas los mismos en mujeres con trastornos por uso de sustancias
psicoactivas (Greenfield, 2010).
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En suma, existen importantes razones por las que es necesario incluir la perspectiva de género en
el campo de estudio de las drogodependencias. Factores sociales y culturales coadyuvan y
dificultan tanto la toma de conciencia de la vulnerabilidad de las mujeres ante el abuso de drogas
como la urgencia de atender sus necesidades específicas. En general las mujeres viven su
relacionamiento con las drogas de manera culposa y estigmatizante dificultando la visibilidad del
problema o la búsqueda de ayuda. En ocasiones su situación de desventaja social o dependencia
económica para el sustento propio o el de sus hijos así como la presión del entorno familiar y
social, le exigen cumplir con las responsabilidades asignadas a su género las cuales son
importantes barreras para la demanda y adherencia a los tratamientos del abuso de drogas.
Asimismo interactúan otro tipo de factores biológicos, psicológicos, fisiológicos, entre otros que
indican una mayor vulnerabilidad para el consumo de drogas que los hombres. Las mujeres
presentan mayor patología psiquiátrica que los varones observándose porcentajes más elevados
de trastornos afectivos como depresión y ansiedad, así como reacciones y respuestas frente al
estrés diferenciales. En general, las mujeres con trastorno por abuso de sustancias también tienen
historias de vida con mayor presencia de abuso y maltrato físico y sexual que los hombres. La
presencia de patología psiquiátrica dual (trastornos afectivos y de consumo de sustancias)
complejiza el proceso de tratamiento añadiendo dificultades para la adherencia y mantenimiento en
el mismo. En las carreras de consumo de drogas se observa para las mujeres en comparación con
los hombres, un proceso más acelerado desde el inicio del consumo a la dependencia de
sustancias denominado efecto telescoping. En conclusión, hombres y mujeres presentan distintos
factores para el inicio del consumo de drogas así como para continuar en la carrera de consumo o
abandonar la misma y es de rigor señalar la gravedad de los problemas del proceso adictivo en la
mujer y su impacto en la vida familiar y colectiva.
22
Lecturas recomendadas
4. Futuro / Avance de la evidencia en este campo
Continuar y profundizar el estudio de los factores de riesgo y protección que plantean los
paradigmas de tipo multicausal se presentan como prometedores hacia el mejoramiento de la
calidad del conocimiento del problema. Asimismo, a la luz de la literatura científica actual sobre el
problema de las drogodependencias, la promoción y reforzamiento de la inclusión de la perspectiva
de género en el campo de estudio e implementación de políticas y programas sobre el uso de
drogas, se muestra como esencial y urgente de atender.
Para finalizar resulta interesante citar algunas ideas expresadas en las conclusiones del libro
“Políticas de drogas y el bien público”: “las investigaciones concernientes a las políticas sobre las
drogas tienen una base de datos modesta, si bien creciente, y que nos estamos ajustando a esa
base de datos, esforzándonos por no emitir opiniones personales acerca de cómo las sociedades
deben adoptar decisiones democráticas y culturalmente idóneas con respecto a las drogas. No
obstante, aun dentro de los límites de la ciencia actual, no hay duda de que continúan existiendo
muchas políticas sobre las drogas cuya ineficacia es bien conocida y que muchas otras de
comprobada efectividad no son utilizadas. Ha pasado más de un decenio desde que la comunidad
internacional estableció un conjunto de ambiciosos objetivos en el Período Extraordinario de
Sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGASS por sus siglas en inglés) en el
año 1998. El propósito primario en el UNGASS fue movilizar suficientemente la cooperación
internacional para reducir de manera sustancial la oferta y la demanda mundiales de drogas para el
año 2008. Un examen de ese esfuerzo (Reuter y Trautmann, 2009) no encontró datos que indiquen
que se ha reducido el problema mundial de drogas, conclusión que concuerda con los resultados
presentados en este libro. Valdría la pena analizar si la aplicación sistemática de políticas fundadas
en datos probatorios podría haber producido mejores resultados. Los datos científicos por sí solos
no son suficientes para contener la creciente marea mundial de problemas de drogas, pero podrían
ser un aliado poderoso de los líderes que tengan el valor, la creatividad y la convicción requeridos
para crear una política de drogas más efectiva” (Babor et al., 2010).
En ese sentido el “Informe del uso de drogas en las Américas 2015” subraya que: “una política
pública bien diseñada, correctamente implementada y con criterios de evaluación claros, requiere
de información relevante y actualizada (cualitativa y cuantitativa). Si bien se han logrado avances
en esta materia, en muchos países aún se requieren esfuerzos adicionales para lograrlo. Los
nuevos desafíos de la problemática de drogas requieren de mayor conocimiento para abordarla”
(Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas – Observatorio Interamericano de
Drogas, 2015).
23
5. Lecturas recomendadas
Babor, T., Caulkins, J., Edwards, G., Fischer, B., Foxcroft, D., Humphreys, K., et al. (2010). La
política de drogas y el bien público. Organización Panamericana de la Salud. Se considera esta
publicación como relevante para los participantes del curso en la medida que son profesionales con
responsabilidades técnicas y en materia de políticas y programas de prevención. El libro presenta
evidencia sobre el problema del uso de drogas y hace un balance sobre la eficacia de las
intervenciones en los tres niveles de prevención.
Becoña Iglesias Elisardo. (2001). Bases teóricas que sustentan los programas de prevención de
drogas. Madrid: Plan Nacional sobre Drogas. El libro presenta las principales teorías y modelos que
sustentan las estrategias y metodologías de prevención de las drogodependencias, bases
indispensables de conocer para aquellas personas involucradas en la elaboración e
implementación de programas de prevención.
Donas, S. (2001). Adolescencia y juventud en América Latina. Editorial Tecnológica de Costa Rica.
Libro que analiza la adolescencia y juventud en América Latina.
Gram, K., Bernards, S., Munné, M. y Wilsnack S.C. (Eds.) (2010). El brindis infeliz: el consumo
de alcohol y la agresión entre parejas en las Américas. Organización Panamericana de la Salud.
Washington, D.C. En este manual se describe el proceso de consumo de alcohol y agresión en las
parejas.
Hawkins, J.D. y Catalano, R.F. (2005). Investing in your community's youth: An introduction to
communities that care system. South Deerfield; MA: Channing Bete. En este manual se presentan
estrategias útiles para llevar a cabo en la comunidad en relación a temas de salud en adolescentes.
24
Organización Panamericana de la Salud. (2008). Jóvenes: opciones y cambios. Promoción de
conductas saludables en los adolescentes. Este libro contribuye al mejoramiento de los
conocimientos sobre temas de salud de la adolescencia y los posibles cambios de comportamiento
de la juventud. Incluye en su análisis temas culturales, el papel de la pobreza, las habilidades
sociales, el género, las diferencias étnicas, entre otros.
Sánchez, L. (2009). Drogas y perspectiva de género. Documento marco. Plan de atención integral
a la salud de la mujer en Galicia. Subdirección Xeral de Saúde Mental e Drogodependencias. Xunta
de Galicia. En este estudio se presenta la temática de las drogas desde la perspectiva de género y
un plan para su implementación en la mujer.
25
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Toxicomanías. Sitio en inglés del OED / Mujer y cuestiones de género en el uso de drogas:
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- http://www.youtube.com/watch?v=Y6XzSzyvSyE&feature=youtu.be
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33
7. Glosario
http://www.msssi.gob.es/alcoholJovenes/docs/terminosAlcohol2.pdf
Consumo repetido de una o varias sustancias psicoactivas, hasta el punto de que el consumidor
(denominado adicto) se intoxica periódicamente o de forma continua, muestra un deseo compulsivo
de consumir la sustancia (o las sustancias) preferida, tiene una enorme dificultad para interrumpir
voluntariamente o modificar el consumo de la sustancia y se muestra decidido a obtener sustancias
psicoactivas por cualquier medio. Por lo general, hay una tolerancia acusada y un síndrome de
abstinencia que ocurre frecuentemente cuando se interrumpe el consumo. La vida del adicto está
dominada por el consumo de la sustancia, hasta llegar a excluir prácticamente todas las demás
actividades y responsabilidades. El término adicción conlleva también el sentido de que el consumo
de la sustancia tiene un efecto perjudicial para la sociedad y para la persona; referido al consumo
de alcohol, es equivalente a alcoholismo. “Adicción” es un término antiguo y de uso variable. Es
considerado por muchos expertos como una enfermedad con entidad propia, un trastorno
debilitante arraigado en los efectos farmacológicos de la sustancia, que sigue una progresión
implacable. Entre las décadas de 1920 y 1960, se hicieron varios intentos para diferenciar entre
“adicción” y “habituación”, una forma menos severa de adaptación psicológica. En la década de los
años 60 la Organización Mundial de la Salud recomendó que dejaran de usarse ambos términos a
favor del de dependencia, que puede tener varios grados de severidad.
La adicción no figura entre los términos diagnósticos de la CIE-10 (ICD-10), pero sigue siendo un
término ampliamente utilizado tanto por los profesionales como por el público general.
Droga
http://www.msssi.gob.es/alcoholJovenes/docs/terminosAlcohol2.pdf.
Término de uso variado. En medicina se refiere a toda sustancia con potencial para prevenir o
curar una enfermedad o aumentar la salud física o mental y en farmacología como toda sustancia
química que modifica los procesos fisiológicos y bioquímicos de los tejidos o los organismos. De
ahí que una droga sea una sustancia que está o pueda estar incluida en la Farmacopea.En el
lenguaje coloquial, el término suele referirse concretamente a las sustancias psicoactivas y, a
menudo, de forma aún más concreta, a las drogas ilegales. Las teorías profesionales (p. ej.,
“alcohol y otras drogas”) intentan normalmente demostrar que la cafeína, el tabaco, el alcohol y
otras sustancias utilizadas a menudo con fines no médicos son también drogas en el sentido de
que se toman, el menos en parte, por sus efectos psicoactivos.
34
Empoderamiento
1) El empoderamiento se refiere a la toma de control por parte de las mujeres y los hombres sobre
sus vidas, es decir: a la capacidad de distinguir opciones, tomar decisiones y ponerlas en práctica.
Se trata de un proceso, pero es también un resultado; es colectivo y al mismo tiempo individual. El
empoderamiento de las mujeres es esencial para el logro de la igualdad de género. Otros no
pueden darle poder a las mujeres, solo las mujeres pueden empoderarse a sí mismas. Sin
embargo, las instituciones pueden apoyar los procesos de empoderamiento tanto en el plano
individual como en el colectivo. (OPS, Política de Igualdad de Género). 2) Proceso de adquirir
acceso a los recursos y de desarrollar las capacidades personales para poder participar
activamente en modelar la vida propia y la de su comunidad en términos económicos, sociales y
políticos. (Comisión Europea, 1998)
1) Equidad de género significa una distribución justa de los beneficios, el poder, los recursos y las
responsabilidades entre las mujeres y los hombres. El concepto reconoce que entre hombres y
mujeres hay diferencias en cuanto a las necesidades en materia de salud, al acceso y al control de
los recursos, y que estas diferencias deben abordarse con el fin de corregir desequilibrios entre
hombres y mujeres. La inequidad de género en el ámbito de la salud se refiere a las desigualdades
injustas, innecesarias y prevenibles que existen entre las mujeres y los hombres en el estado de la
salud, la atención de salud y la participación en el trabajo sanitario. Las estrategias de equidad de
género se utilizan para finalmente lograr la igualdad. La equidad es el medio, la igualdad es el
resultado. (OPS, Política de Igualdad de Género). 2) Imparcialidad en el trato a mujeres y hombres,
y en su acceso a los recursos socioeconómicos. Puede tratarse de un trato igual o de un trato
diferente, pero que se considera equivalente en términos de derechos, beneficios, obligaciones y
oportunidades. Es una condición en la que mujeres y hombres participan como iguales y tienen un
acceso equitativo a los recursos socioeconómicos. (Comisión Europea, 1998).
Estereotipo
Idea fija que las personas tienen acerca de cómo es alguien o algo, especialmente una idea que es
errónea (Cambridge University Press, 2003).
Género/ Empoderamiento
Proceso de adquirir acceso a los recursos y de desarrollar las capacidades personales para poder
participar activamente en modelar la vida propia y la de su comunidad en términos económicos,
sociales y políticos (Comisión Europea, 1998).
35
Igualdad de género (igualdad entre los sexos)
Situación en que todos los seres humanos son libres de desarrollar sus capacidades personales y
de tomar decisiones, sin las limitaciones impuestas por roles estrictos; y en la que se tienen en
cuenta, valoran y potencian por igual las distintas conductas, aspiraciones y necesidades de
hombres y mujeres. (Comisión Europea, 1998).
Ausencia de toda barrera sexista para la participación económica, política y social. (Comisión
Europea, 1998).
Concepto que hace referencia a la planificación, (re) organización, mejora y evaluación de los
procesos políticos de manera que se incorpore una perspectiva de igualdad de género en todas las
políticas, estrategias e intervenciones, en todos los niveles y en todas las etapas, por los actores
normalmente comprendidos en ellos (Parlamento Europeo y Consejo Europeo, 2004).
Necesidades de género
Los roles de mujeres y hombres en las sociedades e instituciones actuales suelen ser diferentes.
Así, sus necesidades varían de acuerdo con las mismas. Se suelen identificar dos tipos de
necesidades: las necesidades prácticas surgen de las condiciones reales que experimentan
mujeres y hombres debido a los roles de género que la sociedad les ha asignado. Suelen estar
relacionadas con las mujeres en su papel de madres, cuidadoras del hogar y proveedoras de
necesidades básicas, y están ligadas con las insuficiencias en las condiciones de vida y de trabajo,
como los alimentos, el agua, el cobijo, los ingresos, el cuidado de la salud y el empleo. Para las
mujeres y los hombres de los estratos socioeconómicos más bajos, esas necesidades suelen
vincularse también a las estrategias de supervivencia. El tratar de satisfacer estas necesidades en
sí mismas solamente perpetúa los factores que mantienen a la mujer en una posición de
desventaja en su sociedad. No promueve la igualdad de género. Las necesidades o intereses
estratégicos son las necesidades requeridas para superar la posición subordinada de las mujeres
respecto a los hombres en la sociedad, y están relacionadas con el empoderamiento de la mujer.
Varían dependiendo del contexto social, económico y político particular en el que se formulen.
Generalmente, conciernen a cuestiones de igualdad como permitir que las mujeres gocen de
igualdad de oportunidades a la hora de acceder al empleo y a la formación, la igualdad de
retribución por un trabajo de igual valor, el derecho a la tierra y a otros bienes materiales, la
prevención del acoso sexual en el trabajo y la violencia doméstica, y la libertad de elección en
cuanto a la maternidad. Tratar estas cuestiones conlleva una lenta transformación de las
costumbres tradicionales y los hábitos de una sociedad (OIT, 2000b).
36
Reducción de daños
http://www.msssi.gob.es/alcoholJovenes/docs/terminosAlcohol2.pdf
En el contexto del alcohol y otras drogas, expresión que describe las políticas o los programas que
se centran directamente en reducir los daños derivados del consumo de alcohol o drogas. Se utiliza
especialmente para referirse a las políticas o programas que intentan reducir los daños sin afectar
necesariamente al consumo de drogas subyacente; podemos citar, a título de ejemplo, el
intercambio de agujas y jeringuillas para contrarrestar el uso compartido de agujas entre los
heroinómanos o la instalación de airbag en los automóviles para reducir las lesiones en los
accidentes de tráfico, especialmente, los provocados por la conducción bajo los efectos del alcohol.
Por tanto, las estrategias de reducción de daños tienen un mayor alcance que el binomio de
reducción de la oferta y reducción de la demanda. Sinónimo: minimización de daños.
Sexo
Características biológicas que diferencian a los seres humanos como hembra y varón (Comisión
Europea, 1998).
“...el proceso de evaluar las consecuencias que tiene para los hombres y las mujeres cualquier
acción planeada, incluidas la legislación, las políticas y los programas, en cualquier sector y en
todos los niveles. Es una estrategia para hacer de los problemas y experiencias de las mujeres y
los hombres una dimensión integral del diseño, la ejecución, la vigilancia y la evaluación de las
políticas y programas en todas las esferas políticas, económicas y sociales, de tal manera que no
se perpetúe la desigualdad. El objetivo último es conseguir la igualdad de género”. Una estrategia
para transversalizar la perspectiva de género puede incluir iniciativas afirmativas dirigidas bien sea
a las mujeres o a los hombres. Párrafo correspondiente a: E/1997/L.30 (párrafo 4), aprobada por el
Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas el 14 de julio de 1997 (OPS, Política de
Igualdad de Género).
http://www.msssi.gob.es/alcoholJovenes/docs/terminosAlcohol2.pdf
Empleo de un medicamento, obtenido con o sin receta médica, de manera distinta a la recetada,
durante más o menos tiempo del prescrito o por una persona a la que no le fue recetado. A veces
hace también referencia al uso de drogas ilegales.
37
Uso recreativo
http://www.msssi.gob.es/alcoholJovenes/docs/terminosAlcohol2.pdf
8. Consumo de una droga, normalmente ilegal, en situaciones sociales o relajantes, que implica que
no existe dependencia ni otros problemas. Los autores que pretenden definir como problemático
cualquier tipo de consumo de drogas ilegales desaprueban este término.
38