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Consumo de alcohol y otras drogas:

Prevención basada en la evidencia

Tema 1:
Epidemiologia de
drogas en América
Latina y el Caribe:
prevalencia y
tendencias de
consumo

Lic. Orlando Scoppetta


Lic. Orlando Scoppetta
Consultor Bogotá DC, Colombia
orlando.scoppetta@gmail.com

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ÍNDICE

1. Resumen y palabras clave ..................................................................................................... 4

2. Lectura inicial ......................................................................................................................... 6

3. Desarrollo del tema ................................................................................................................ 7

4. Futuro/ avance de la evidencia en este campo .................................................................... 20

5. Lecturas recomendadas....................................................................................................... 22

6. Bibliografía ........................................................................................................................... 23

7. Glosario ............................................................................................................................... 26

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1. Resumen y palabras clave

1.1. Resumen

El consumo de sustancias psicoactivas y sus consecuencias constituyen un conjunto de eventos de


escala global. En América Latina y el Caribe, la percepción general se orienta hacia un crecimiento
del consumo de drogas, aunque los datos disponibles están limitados por la escasa continuidad de
la investigación en un número importante de países de la región. Por su parte, la obtención, análisis
y divulgación de datos obtenidos mediante metodologías validadas, son parte de un proceso
necesario para conocer la evolución de estos eventos y para adoptar medidas que conduzcan a su
prevención y control1.

Quien trabaja en los asuntos pertinentes al consumo de sustancias psicoactivas, ya sea en la toma
de decisiones políticas, en la prevención o en el tratamiento, debería contar con el conocimiento
respaldado en evidencia procedente de la investigación, considerando especialmente que este es un
campo con una alta carga ideológica y de opinión, tradicionalmente definido desde perspectivas
distintas a la evidencia.

Hay esfuerzos para promover la obtención de información periódica, relevante, válida y confiable. Es
importante reconocer estos esfuerzos, accediendo a la información producida a través de sistemas
como el Observatorio Interamericano sobre Drogas de la CICAD/OEA, que ha propiciado el acuerdo
metodológico para producir datos con las características anteriores, esencialmente comparables
entre los diferentes países de la región.

Aunque por lo regular los datos más referenciados son aquellos referentes a la magnitud del
consumo, los estudios realizados en varios países de la región ofrecen pistas acerca de algunas
características que explican la tendencia al incremento del consumo y que a la vez sirven para
orientar las políticas y los programas, tanto nacionales como regionales.

Es conveniente subrayar además que la responsabilidad alrededor de los datos sobre consumo de
sustancias psicoactivas no es solamente de las entidades de gobierno y de los expertos
investigadores. Todas las personas cuyo trabajo se relaciona con el asunto de las drogas pueden
apoyar la producción de evidencia, por una parte reconociéndola como una fuente de orientación
para su trabajo y, por otra parte, participando de los sistemas de vigilancia en salud pública aplicados
al consumo de drogas y sus consecuencias. Casi tan grave como no tener datos, es no utilizarlos.
En algunos países de la región la primera brecha, que se refiere a la inexistencia de datos, está
superada; conviene ahora superar la siguiente brecha: contar con datos y no usarlos.

1 El documento que se presenta aquí tiene como base lo escrito en 2013 para Copolad.

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1.2. Palabras Clave

Epidemiología; vigilancia en salud pública; tendencias del consumo de drogas; práctica basada en
evidencia.

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2. Lectura inicial

De uno a diez, ¿con cuánto calificaría su conocimiento acerca de los datos sobre consumo de
sustancias psicoactivas en su país? Para facilitar la respuesta a esta pregunta, servirían otras como
¿sabe usted cuándo se hizo el último estudio sobre consumo de drogas en su país? ¿Conoce usted
las características técnicas de ese estudio (población representada, tamaño de la muestra)?

El ciudadano común y corriente tiene una idea sobre las drogas basada en su intuición, en tradiciones
e ideologías, no siempre en el sentido común. Por ejemplo, muchas personas pensarían que un
paisano que se emborracha con frecuencia y termina su jornada haciendo reír a otros, no representa
ningún problema. Muchos otros ni siquiera piensan que el alcohol es una droga e incluso hay quienes
creen que conducen automóviles mejor bajo los efectos del alcohol (como dice una canción de Rubén
Blades). Hay mensajes provenientes de diferentes fuentes que presentan a la marihuana como una
sustancia que no hace mayor daño. Es lícito que el profesional que trabaja en la prevención del
consumo, en la atención de personas con problemas asociados al consumo o en el diseño de
políticas alrededor del asunto de las drogas tenga opiniones, intuiciones, creencias. Pero ¿es lícito
que base su ejercicio profesional en lo mismo?

Durante años se estableció entre personas que trabajan en la prevención del consumo una especie
de dogma “los consumidores de sustancias psicoactivas son personas con baja autoestima”. Esto
tiene otra versión “la baja autoestima en un factor causal para el consumo de drogas” ¿En qué se
fundamenta esta afirmación?

El consumo de drogas crece en el mundo. Urgen opciones probadas para prevenirlo, atender
adecuadamente a quienes complican sus vidas por el consumo e, incluso, para promover los
derechos humanos de los consumidores. No es un tema de juego, en 2011 el Informe Mundial sobre
las Drogas reportó que entre 149 y 272 millones de personas consumieron sustancias psicoactivas
en el último año. En 2016, este mismo reporte informó que más de 200.000 personas habrían muerto
en 2014. El consumo de drogas crece especialmente a expensas de personas jóvenes. ¿Qué
tenemos para decirles a ellos?

A diferencia de otros eventos en salud pública, además de la población en la cual queremos fomentar
la vida y el bienestar, hay un grupo social que fomenta el evento que queremos prevenir, y que ha
tenido éxito en hacerlo crecer ¿Estamos a la altura de este reto?

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3. Desarrollo del tema

3.1. Aspectos generales

Se denomina epidemiología al estudio de los determinantes de la salud y la distribución de la


enfermedad, así como de los factores relacionados con ella. Igualmente, a la aplicación de este
conocimiento al control de las enfermedades. Se entiende por estudio cualquier tipo de aplicación
del método científico en procedimientos de investigación (Last, 2001; Rothman, 2002).

El origen de la epidemiología está muy ligado al análisis y contención de las enfermedades


infecciosas. Por lo tanto, los métodos epidemiológicos requieren una adaptación para su uso en el
caso del consumo de drogas, donde no puede afirmarse sin controversia que la mayor parte de los
consumidores sean enfermos y donde no hay una transmisión, contagio o infección como factor
motor del evento en cuestión.

La aplicación del pensamiento epidemiológico a cualquier campo implica el conocimiento de la


magnitud del evento y su distribución en términos de una triada clásica: tiempo, persona y lugar, así
como la disposición de sistemas de seguimiento (vigilancia).

Este curso se centra en las prevalencias y las tendencias de consumo en América Latina y el Caribe.
Para ello, se basará en el texto denominado Informe del uso de drogas en las Américas, elaborado
por el Observatorio Interamericano de Drogas (OID), que hace parte de la Comisión Interamericana
para el Control de Abuso de Drogas (CICAD), que a su vez es un órgano de la Organización de
Estados Americanos (OEA).

Por prevalencia, en este contexto, se entiende a la proporción de personas que han consumido
sustancias psicoactivas en un periodo de tiempo. En general, se utiliza en la región la expresión
estudios epidemiológicos de consumo de drogas (o de sustancias psicoactivas), para referirse a las
investigaciones mediante las cuales se estima la cantidad de personas que utilizan o han utilizado
drogas, es decir, estudios que logran como producto principal la estimación de las prevalencias. En
los estudios en cuestión por lo regular se estiman prevalencias asociadas a tres periodos de tiempo:
alguna vez en la vida, en el último año y en el último mes.

La prevalencia de consumo alguna vez en la vida es un estimador bruto que indica la exposición de
una población a las sustancia en estudio. La prevalencia de último año muestra el conjunto de
población que tiene una mayor probabilidad de ser consumidores de drogas. La prevalencia de último
mes indica un subgrupo que tiene todavía una probabilidad mayor de un consumo sostenido de
psicoactivos.

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En la interpretación de la prevalencias hay que mantener cierta distancia con el sentido común. Por
ejemplo, si se dice que se estimó en un 10% el consumo de marihuana en el último año la población
general de un país que podría estar cerca a los 18 millones de habitantes (verbigracia, Chile), esta
cifra podría parecer baja a algunos. Conviene pensarlo otra vez. La cifra indica que en ese país
1.800.000 personas tuvieron una experiencia reciente con la marihuana. Si el dato proviene de un
estudio de escolares de secundaria y, por cada salón de clase de estudiantes se tiene un promedio
de 30 estudiantes ¿a cuántos estudiantes corresponde ese 10%? ¿A cuántos si se lleva este
porcentaje al total de estudiantes de un colegio cualquiera?

Comúnmente, los datos procedentes de encuestas son vistos con sospecha por el ciudadano común.
La realidad es que los estudios sobre consumo de drogas que utilizan la metodología propuesta por
el OID suelen ser muy adecuados para describir el fenómeno. Es cierto que tienen ciertas limitaciones
pero, en el caso de varios países de la región, la serie de datos obtenida es consistente y por lo tanto
un buen fundamento para conocer la realidad del consumo.

Antes de continuar con esta exposición conviene revisar algunas características de los estudios que
arrojan datos sobre las prevalencias y las tendencias de consumo.

En primer lugar, por lo regular se trata de investigaciones con cobertura nacional, basadas en la
metodología de encuestas. El elemento fundamental de una encuesta es que las personas a las
cuales se les pregunta son seleccionadas con un criterio probabilístico. La definición técnica de este
tipo de selección es que los sujetos de una población determinada tienen una probabilidad conocida
y mayor que cero de ser incluidos en la encuesta.

Otra característica importante es que se utiliza un instrumento de recolección de información que ha


sido perfeccionado a lo largo de los años y que consta de preguntas con opciones preestablecidas.

Quizá el rasgo más sobresaliente de estos estudios es que se toman medidas de aseguramiento de
la calidad del dato en los distintos momentos de la investigación.

No es suficiente el espacio de este curso para analizar con mayor detalle los aspectos metodológicos
de la investigación aplicada al consumo de drogas. Se invita a los lectores interesados a consultar
los documentos nacionales, que suelen incluir una descripción metodológica general y a aprovechar
el espacio de este curso para ventilar sus inquietudes al respecto.

Otro asunto que vale la pena entender es que, siendo la fuente de datos las encuestas sobre
consumo de sustancias psicoactivas, estas encuestas se aplican por lo regular a dos poblaciones: la
población general y la de estudiantes de secundaria.

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Por población general se entiende la comprendida entre 12 y 64 o 65 años. El estudio del consumo
en esta población permite establecer las tendencias más gruesas del consumo en un país. Mientras
tanto, las investigaciones entre estudiantes de secundaria tienen el propósito de estimar lo que
sucede en el subgrupo de población donde el consumo tiende a aparecer y a crecer. Por esto último,
podría decirse que los estudios de consumo en población escolar son trazadores de los niveles de
consumo en las Américas.

Hay otras poblaciones donde se hacen estudios para la estimación de las prevalencias de consumo,
como la de estudiantes universitarios y la de internos en los centros carcelarios. El tipo de
poblaciones en la que cada país aplica estos estudios, así como la frecuencia de estas
investigaciones, están determinados por la disposición de recursos económicos (estas
investigaciones son relativamente costosas) y a factores políticos y organizacionales dentro de cada
nación.

Para concluir este prolegómeno se propone la siguiente reflexión: en los cursos presenciales de este
tipo suele hacerse una exposición detallada sobre lo que son las medidas en los estudios de consumo
de drogas (las prevalencias, los casos nuevos, las edades de inicio). Aunque son conceptos sencillos,
hay cierta barrera cognoscitiva ante los datos que arrojan los estudios. Se piensa que los números
no reflejan la realidad, que son manipulados de alguna manera. Esto es un prejuicio. Como se dijo
antes, los datos obtenidos sobre consumo de sustancias psicoactivas siguiendo la metodología
promovida por el OID son sólidos. La dificultad mayor con los estudios sobre el consumo de drogas
es que falta continuidad para obtener series de datos que permiten establecer tendencias con mayor
certeza.

No obstante lo dicho, es menester entender que cualquier metodología de investigación tiene


limitaciones. Es probable que los estudios sobre consumo de drogas subestimen la magnitud del
evento. Como se dijo antes, la base son los hogares o las entidades educativas. El hecho es que los
consumidores que no están escolarizados o que llevan una vida en la calle, tienden a no ser captados
por estas investigaciones. Esto no desacredita los estudios pues lo importante es que esos errores
de estimación se mantengan relativamente constantes y en los datos no se observen variaciones en
el consumo que se deban a falta del control y que en últimas expresan deficiencias en la confiabilidad.

Para seguir al siguiente apartado, por favor responda a las siguientes preguntas:

- ¿Cuál es la prevalencia de último año de consumo de cigarrillos en su país?

- ¿Qué significado e implicaciones tiene esa prevalencia?

- Retome las preguntas planteadas al comienzo de la lectura inicial de este módulo.

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3.2. La magnitud del consumo en América Latina y El Caribe

Al iniciar este parte de la exposición, se anima a los lectores a revisar los planteamientos aquí
expuestos, a la luz de otros estudios y fuentes de información nacionales. Además, debe entenderse
que por limitaciones de espacio no es posible hacer una referencia más completa a los datos sobre
cada una de las sustancias o grupos de sustancias estudiadas.

Lo que pueda decirse acerca del consumo de drogas en la región está mediado por la complejidad
de eso que llamamos América Latina y El Caribe. Hay cierto supuesto de uniformidad que es hasta
cierto punto cierto, aunque en la realidad se constata un crisol cultural, político, lingüístico y
económico (por mencionar solo algunos factores importantes). En principio se trata de 42 países
donde se hablan por lo menos cuatro grandes idiomas y un número mayor de otras lenguas locales,
conformado por la ascendencia indígena, africana, europea y asiática.

Los esfuerzos de integración desde el nacimiento de las repúblicas han tropezado con una marcada
tendencia nacionalista que resalta sus costumbres y sus modos de ver el mundo. Concertar la
realización de estudios que muestren la magnitud y las tendencias de consumo de sustancias
psicoactivas sigue siendo una labor con un grado importante de dificultad. Adicionalmente, el
establecimiento de tendencias es una tarea compleja. En primer lugar, sin al menos tres puntos es
muy complicado aventurar una tendencia. Pero igual, entre dos puntos de la serie puede aparecer
una supuesta tendencia que luego no se confirme.

El informe sobre el consumo de las drogas en América muestra realidades muy distintas entre los
países. A continuación se presentará un análisis de las magnitudes de consumo, recordando que
este ejercicio está afectado por múltiples limitaciones. Por una parte, de varios países de la región
no se cuenta con ningún dato. En segundo lugar, los últimos estudios disponibles van recorren parte
de las décadas de este siglo, lo que hace difícil comparar los resultados, por lo que se concluye que
es muy difícil establecer cuáles son las características comunes en la magnitud y las tendencias del
consumo de drogas en América Latina y El Caribe.

El análisis del consumo de sustancias en la región, implica construir tablas por cada sustancia, lo
que revela que mientras algunos países tienen altos consumos en algunas, otros son más dados al
consumo de otras sustancias. Así se dificulta hacerse a una idea global sobre la magnitud y las
tendencias del consumo. La tabla 1, se construyó a partir de los anexos del mencionado informe
sobre uso de drogas en las Américas preparado por el OID en 2015. También se consultaron los
estudios nacionales disponibles. Estos datos sirvieron de base para un procedimiento estadístico
conjunto que se presenta más adelante. Hay varias anotaciones que hacer sobre la tabla antes de
continuar. En primer lugar, corresponde a las prevalencias de consumo en el último año, tomadas de
los estudios nacionales con estudiantes de secundaria que fluctúan entre 2006 y 2014. Hay estudios
más recientes, pero no están incluidos en ese reporte del OID.

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En segundo lugar, algunos datos fueron ajustados para el análisis que sigue, puesto que introducían
distorsiones. Otros datos no existían, por lo que se recurrió a un criterio de imputación.

Un tercer aspecto a considerar, es que en algunos casos se presentaron variaciones sustanciales en


los datos reportados por los países. Por ejemplo, el estudio ecuatoriano de 2008 reportaba una
prevalencia de consumo de alcohol de 57,50%, frente a 18,5% en 2012 (en el último año). No
corresponde a quien escribe este documento juzgar si se trata de un cambio real en el consumo o
de alguna distorsión en los datos. Se asumen los datos tal cual fueron publicados por el OID.

Como cuarto asunto a tener en cuenta, se debe mencionar que en varios casos no se contó con la
información actualizada (como ejemplo notable, México cuyo estudio de 2014 no aparece disponible
con el grado de detalle necesario).

Tabla 1. Consumo de drogas en el último año en estudiantes de secundaria en 32 países de América Latina y
El Caribe (dato del OID, 2015).
País/año de último estudio disponible Alcohol Tabaco Marihuana Inhalables Cocaína Tranquilizantes Estimulantes

Antigua-Barbuda (2013) 57,9 4,6 23,9 5,9 1,9 2,0 1,6


Argentina (2011) 62,8 26,4 10,3 2,6 2,7 2,4 1,2
Bahamas (2011) 46,0 4,4 8,1 3,8 0,7 2,0 1,8
Barbados (2013) 53,5 6,6 16,0 9,8 1,7 1,9 2,0
Belice (2013) 48,4 14,4 15,8 5,5 1,6 2,7 1,6
Bolivia (2008) 35,4 22,3 3,6 2,5 2,0 6,9 4,0
Brasil (2010)* 42,9 9,6 3,7 5,2 2,1 2,6 1,7
Chile (2013) 60,6 38,4 28,4 4,8 3,6 9,3 1,7
Colombia (2011) 61,8 20,7 7,1 1,9 2,7 1,6 0,5
Costa Rica (2012) 42,0 11,1 10,8 1,7 0,8 2,8 1,7
Dominica (2011) 61,6 14,4 19,8 1,9 1,3 2,8 6,4
Ecuador (2012) 18,5 9,0 2,9 1,7 1,0 2,9 2,2
El Salvador (2008) 20,0 15,1 3,5 1,5 1,1 1,8 1,1
Grenada (2013) 55,6 8,9 12,9 9,7 2,2 3,0 2,9
Guatemala (2003) 35,5 Sin dato 2,3 1,0 1,3 6,7 3,6
Guyana (2013) 32,8 5,2 4,2 4,2 1,1 1,4 1,2
Haití (2014) 35,4 6,9 2,4 4,4 1,7 6,5 3,4
Honduras (2005) 22,1 16,9 1,1 0,6 0,9 4,9 3,1
Jamaica (2013) 44,9 9,8 11,9 6,6 1,1 1,7 1,8
México (2009) 44,8 17,3** 2,8 5,1 1,1 2,6 2,8
Nicaragua (2003) 31,8 Sin dato 7,5 0,9 1,1 5,3 3,9
Panamá (2008) 35,3 8,6 2,9 2,7 1,5 1,6 1,2
Paraguay (2005) 51,6 23,3 3,0 1,5 0,7 7,4 2,3
Perú (2012) 24,4 15,7 2,5 1,1 0,9 2,5 1,5
República Dominicana (2008) 48,6 3,8 1,0 0,5 0,5 6,2 4,2
Sn. Kitts y Nevis (2013) 44,6 5,0 16,1 7,5 2,0 2,6 2,3

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Sta. Lucia (2013) 58,5 6,3 17,2 11,0 1,8 3,1 3,4
Sn. Vicente y Granadinas (2013) 58,8 9,4 19,4 10,4 0,6 1,1 2,0
Suriname (2006) 50,9 16,6 4,8 3,5 0,2 6,5 3,0
Trinidad y Tobago (2013) 50,0 14,0 10,7 6,8 1,5 1,5 1,4
Uruguay (2014) 60,2 15,5 17,0 2,1 2,1 3,1 0,5
Venezuela (2009) 47,2 7,1 0,9 0,4 0,3 1,7 1,2
*Tomado http://obid.senad.gov.br/obid/dados-informacoes-sobre-drogas/pesquisa-e-estatisticas/populacoes-em-contextos/estudantes-1
**Tomado de Villatoro et al (2016) El consumo de drogas en estudiantes de México: tendencias y magnitud del problema. Salud Mental 39(4):193-203

Como puede verse, es complicado hacerse a una idea de cómo es el consumo en la región. Sin
embargo, utilizando cierto tipo de recurso estadístico es posible intentar una representación del
consumo en conjunto. Mediante análisis factorial, es posible ubicar los países de los cuales se obtuvo
información, en un mapa que esté ordenado según la magnitud de las sustancias, para ello se
incluyeron en un mismo procedimiento las variables de consumo de alcohol, tabaco, marihuana,
cocaína, inhalables, tranquilizantes y estimulantes (sin prescripción médica estos dos últimos),
siendo los valores dentro del análisis las prevalencias de consumo y los sujetos los países, según
las tablas disponibles en el informe de uso de drogas en Las Américas. Este análisis debe tomarse
con algo de precaución pues lo que aquí se presenta requirió de algunos ajustes en los datos (como
ya se explicó) y porque se requerirían revisiones adicionales para tomarlo como definitivo. Es sin
embargo un medio para aproximarse a entender mejor la situación.

Para simplificar, lo que se busca es reducir un sistema de múltiples variables a un conjunto mínimo
de factores. Con los dos componentes principales se organizó el plano. El primer factor ordena a los
países de acuerdo con las proporciones de consumidores (prevalencias) de manera que entre
mayores sean las prevalencias de consumo de drogas, más a la derecha aparecerá el país en el
plano. Este plano componente está principalmente definido por el consumo de alcohol y de
marihuana.

El segundo plano (vertical) tiende a ubicar a los países según el consumo de tabaco.

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Figura 1. Plano factorial según prevalencias de consumo de drogas en países de América Latina y El Caribe
con datos del informe de uso de drogas en 2015

En análisis muestra varios grupos regionales y otros que no se conforman según lo esperado. En
primer lugar, en un sector de alto consumo se encuentran Chile, Argentina y Uruguay, así como
varias naciones del Caribe. Se confirma que la subregión andina no se comporta como tal en lo que
corresponde al consumo de drogas y que en general sus países tienen consumos medios a bajos en
la región (con excepción del alcohol y el cigarrillo en Colombia).

Al finalizar el análisis de estos datos en la versión anterior del curso, se indicaba que datos
preliminares ubicarían a Chile como el país con mayor consumo de marihuana de la región (SENDA,
2012). El análisis actual confirma esta afirmación. ¿A qué puede deberse esto?

Por una parte, debe tenerse en cuenta que mientras buena parte de los países no han actualizado
sus datos, Chile, Colombia, Uruguay y algunas naciones del Caribe sí hicieron estudios más actuales.
Si el consumo de drogas estuviera creciendo en toda la región, los países con estudios más actuales
mostrarían un consumo relativamente mayor. Es como si se compararan dos personas de la misma
edad pero con fotografías tomadas en años diferentes.

También debe considerarse que en esta oportunidad se incluyeron datos sobre consumo de tabaco,
lo que hace que varíe la posición relativa de los países, por dos razones. Por una parte, mejoró la
calidad de la representación en el análisis. Por otra parte, el consumo de tabaco es sustancialmente
menor en los países del Caribe y mayor en países del cono sur y en Colombia.

Más allá de lo dicho, el hecho es que los datos muestran un gran crecimiento de un periodo a otro
de consumo de drogas en Chile. Para que se entienda esta situación, el OID informa que en 2011 el
consumo en el último año entre estudiantes fue del 19,5% y en 2013 de 30,6%. Esto equivale a que

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el consumo hubiera crecido algo más del 50%. En un periodo de tiempo tan corto, esto muestra una
situación muy compleja de crecimiento del consumo que se confirma cuando se observa que en la
población general se informa que un 31,5% de la población chilena ha al menos probado marihuana
y se pasó de un 7,1% de consumo en el último año en 2012, a un 11,3% en 2014 (Observatorio
Chileno de Drogas, 2014).

Junto con Chile, Argentina, Colombia, Uruguay y Paraguay tienen un consumo alto de alcohol y
tabaco.

El alto consumo de tabaco también hace que Chile, Colombia, Paraguay y Bolivia aparezcan arriba
en el plano.

La posición relativa de los países del Caribe se debió principalmente a las altas prevalencias de uso
de marihuana, a los bajos indicadores de uso de tabaco y a las altas prevalencias de consumo de
alcohol. De todos modos, figuraron en ese análisis como países con altas prevalencias de consumo
de otras sustancias. Entre los cinco países con mayores prevalencias de consumo de alcohol tres
fueron repúblicas del Caribe y, en el caso de los inhalables, cuatro de estos países estaban en el
primer lugar. Si bien hay particularidades en los países mencionados, el estudio de consumo en 12
estados de esta parte del mundo, ratifica que el consumo de marihuana entre escolares y la facilidad
de acceso a esta droga es considerado un factor de riesgo en buena parte de ellos (CICAD, 2011).

Un asunto interesante que se constata en los estudios nacionales, es que el consumo de tabaco
tiende a disminuir en la región y el consumo de alcohol muestra cierta estabilidad, y en algunos
países también cierta tendencia a la reducción. En el caso del tabaco, es el resultado de la aplicación
de acuerdos internacionales que restringen la publicidad, la venta y ajustan los impuestos a esta
droga. En el caso del alcohol, no es claro que en la región se estén aplicando las políticas
fundamentadas en evidencia. Al contrario, en varios países hay acceso con restricciones poco
efectivas del alcohol a menores de edad, patrocinio abierto de la industria a actividades deportivas y
una política impositiva que facilita la existencia de bebidas de bajo costo, accesibles a los menores
de edad.

3.3. ¿Qué hace variar el consumo de drogas en América Latina y El Caribe?

Ahora bien, ¿qué hipótesis basadas en evidencia pueden plantearse para explicar las diferencias
entre países y los cambios dentro de los mismos países? A continuación se repasarán algunas.

Un lugar común en la discusión contemporánea sobre el asunto de las drogas tiene que ver con su
ubicación como un asunto de salud pública. Esto es importante puesto que fortalece perspectivas
menos represivas y que a la larga pueden ser más eficaces. También es cierto que un abordaje

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clásico en salud pública implica tomar medidas de carácter poblacional para promover la salud,
prevenir el evento en cuestión y darle tratamiento a las personas que lo requieran.

Siguiendo esta línea de pensamiento, no es un exceso crítico afirmar que el consumo de drogas
crece, parcialmente porque el enfoque de salud pública no se aplica a cabalidad y, parcialmente,
porque quienes se benefician del consumo son exitosos en su labor de promover el consumo. Detrás
del consumo de drogas hay una industria con gran capacidad de aprendizaje y adaptación que hace
esfuerzos por lograr el crecimiento de su negocio (Beltrán, 2014). El crecimiento del consumo de
drogas no es el resultado de un proceso social espontáneo, por lo tanto, se requiere de una
intervención clara, coherente y equilibrada entre el control de la oferta de drogas, la prevención, el
tratamiento, la reducción de daños y la reinserción social (cuando es menester).

Cuando se analizan los datos nacionales de consumo y la información procedente de los diferentes
sistemas, es posible notar la carencia de indicadores sobre cobertura de las acciones nacionales. Un
principio de la salud pública es que, para reducir la influencia de factores de riesgo y para hacer
remitir un evento indeseable, se requiere lograr una cobertura mínima en la población. Por ejemplo,
en el caso de la vacunación, se ha establecido que si no se llega al 95%, no se alcanza una cobertura
útil y la población está expuesta a brotes de enfermedades inmunoprevenibles.

En el caso del consumo de sustancias psicoactivas la situación es doblemente problemática: por una
parte, se requiere evidencia que sustente los programas de prevención del consumo; por otra parte,
se necesita llegar a un porcentaje alto de la población con estos programas y eso no se está logrando
o por lo menos no se tiene evidencia sobre eso. Por ejemplo, en Colombia del último estudio nacional
de consumo en estudiantes de secundaria se extrae que el 70% de los estudiantes ha recibido al
menos algo de información sobre las drogas en su colegio. Sin saber qué calidad de información o a
qué calidad de programas se han expuesto, cabe la pregunta de si el 70% es suficiente.
Desafortunadamente, no fue posible encontrar en los reportes nacionales información acerca de este
indicador de cobertura. Si desde el sector que debe desalentar el consumo entre la población no se
hace lo suficiente, el sector interesado en hacer crecer el consumo tiene el camino expedito para
explotar su mercado.

Resulta interesante mencionar el caso de Costa Rica. Allí se reportaba un escaso conocimiento de
la comunidad acerca de entidades y organizaciones que trabajan para atender la problemática
(solamente el 55%) y únicamente un 34,3% de los encuestados indicó que le parecía que las
entidades encargadas del asunto tenían éxito (IAFA, 2009). Recientemente, el Instituto sobre
Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA) presentó los resultados su programa aprendo a valerme

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por mí mismo. Se informó que se cuenta con una cobertura de 290 a 350 mil estudiantes y que han
logrado aumentar la edad de inicio de consumo de 12,8 a 13,6 años2.

Como en otros rubros, el consumo de drogas está creciendo entre las mujeres. Esta tendencia se
constata en casi todos los reportes procedentes de la región. Sin embargo, el hecho de que el
consumo de drogas crezca entre las mujeres, no debe ocultar otro hecho: el consumo crece más
entre los hombres que entre las mujeres, como se constata en varios países de la región. Por
ejemplo, en México mientras el consumo de marihuana creció del 1,2% al 2,2% de 2002 a 2011 entre
los hombres, entre las mujeres se mantuvo en el mismo nivel. En Colombia, por su parte, la
participación masculina en el total de consumidores de marihuana habría pasado de un 73,6% a un
77,2% de 1992 a 2008 (Scoppetta, 2010). Con respecto a la prevalencia de consumo de cualquier
sustancia ilegal en Colombia, del total de consumidores el 22,9% fueron mujeres en 2008, mientras
ese porcentaje cayó al 20,5% en 2013. Así las cosas, se concluye que la participación masculina en
el consumo sigue siendo más alta.

Hablando del consumo de marihuana, es este un factor que también hace variar las cifras globales
de consumo por una razón aritmética: la marihuana es de lejos la sustancia ilegal más consumida en
el mundo y en la región (UNODC, 2016). Entonces, las variaciones en el consumo de marihuana
tienen un efecto importante en los indicadores de consumo de drogas. En Colombia se detectó esto
por primera vez al comparar los resultados de los estudios de 1992 y 1996, donde el rápido
incremento en el consumo de marihuana hizo crecer las cifras globales de consumo de ilegales
(Rodríguez, 1996). En Brasil, la proporción de personas que han usado marihuana alguna vez en la
vida se estima hasta en un 8,6% (Galduróz et al, 2005); de ser así, en ese país cerca de 17 millones
de personas habrían usado marihuana. En Uruguay, la prevalencia de consumo alguna vez en la
vida pasó del 5,3% al 20% entre 2001 y 2011 y la de último año de 1,4% a 8,3% (Observatorio
Uruguayo de Drogas, 2012). En Chile, entre 2008 y 2010 hubo un descenso en el consumo de
marihuana de 6,4 a 4,6% en la población general y sin embargo un ascenso del consumo en
población escolarizada del 15,1% en 2009 al 19,5% en 2011 y al 28,4% en 2013 (SENDA, 2011;
OID, 2015). Esto muestra un crecimiento exorbitante del uso de marihuana que sin duda tendrá
repercusiones en el consumo de drogas en la región.

El incremento en el consumo de marihuana podría guardar relación con la tendencia a liberalizar el


uso recreacional de esta planta y al tiempo mostrarla como una droga de bajo riesgo. Aunque en otro
contexto, los datos procedentes del Estado de Colorado, indican un incremento notable en el uso

2 Información presentada en el boletín lasdrogas.info. 31 de agosto de 2016.

16
entre adolescentes, en los accidentes de tránsito por conducción bajo los efectos de cannabis, en
fatalidades asociadas y en otros indicadores de salud pública (Rocky Mountain HIDTA, 2016).

Tiene una contribución variable pero no muy significativa al volumen total, el consumo de otras
drogas, como las que se derivan de la hoja de coca, las que se derivan de la adormidera, las
sustancias sintéticas y demás. Mención aparte merecen los inhalables cuyas prevalencias han
aumentado en la región. Sin embargo, detrás del crecimiento de los inhalables, hay también un
asunto con la medición que debe ser analizado. Resulta que la categoría de inhalables
tradicionalmente incluyó sustancias utilizadas por niños, niñas y adolescentes en condición de calle,
como solventes, pegantes y combustibles (OID, 2011). Hace unas décadas, se incluyeron dentro de
la misma categoría los poppers, sustancias utilizadas por un segmento de población muy distinto. En
Colombia, distintas fuentes llevaron a incluir el cloruro de metileno (dic, dick o fragancia) como una
variable distinta. Se encontró que esta es la cuarta sustancia más consumida entre estudiantes de
secundaria (Ministerio de Justicia y del Derecho; Ministerio de Educación Nacional y Ministerio de
Salud y la Protección Social, 2011).

Los inhalables tienen la propiedad de ser baratos, fácilmente asequibles, administrables con
discreción, difícilmente regulables y altamente perniciosos. Se recomienda estudiarlos
separadamente en las investigaciones nacionales para obtener información más concreta sobre las
sustancias y las poblaciones involucradas.

Una reducción en la edad de inicio de consumo también puede hacer crecer la cantidad de
consumidores en un momento dado de la indagación, puesto que el inicio temprano se asocia con
una mayor probabilidad de permanencia en el uso de drogas. Por ejemplo, en Chile se estableció
que si bien la edad de inicio de consumo de alcohol de las mujeres es más tardía que en los hombres
(lo que se asocia con un menor consumo por parte de ellas), dicha edad tiene una tendencia a
disminuir (SENDA, 2012). Esto puede ser un factor muy importante en el aumento poblacional del
consumo como en el incremento de los problemas asociados en el consumo de drogas. Diversos
estudios han establecido que un inicio temprano del consumo de alcohol se asocia con una mayor
probabilidad de consumo problemático de alcohol y con consumo posterior de sustancias
psicoactivas ilícitas (Pérez, Scoppetta y Flórez, 2011).

Por supuesto, un descenso en las edades de inicio de consumo de drogas hace que el consumo
crezca en la población más joven. En Chile, el porcentaje de consumidores de marihuana en el grupo
de 12 a 18 años pasó de 6,7% en 2012; a 13,5% en 2014 (Observatorio Chileno de Drogas, 2015).
Esto representa un incremento de (se invita al estudiante a calcular el porcentaje de incremento). En
Colombia, la comparación de los estudios de población general de 2008 y 2013 muestra que se pasó
de un consumo en el último año en el grupo de 12 a 17 a años de 3,43% a 4,78%.

17
El alcohol es la droga más utilizada en el mundo. Aunque llamar droga al alcohol hiere
susceptibilidades, la realidad es que es la sustancia que en su conjunto más problemas de salud y
seguridad ciudadana ocasiona (Carrión, 2002). Las prevalencias de consumo de alcohol son las
más altas frente a todas las demás sustancias. En la población general, el país que reporta la mayor
exposición al alcohol (consumo alguna vez en la vida), es Uruguay (90,6%), mientras el menor valor
de este indicador correspondería a Costa Rica (38,0%). Esto equivale a decir que prácticamente
todos las personas en Uruguay habrían al menos probado alcohol.

Por su parte, en México también se registró un incremento en el consumo de alcohol, según la


Encuesta Nacional de Adicciones del año 2011 (Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente
Muñiz, 2012).

Como se dijo antes, lo que sucede en países como Uruguay o Chile, contrasta con los datos de otros
países como Colombia. El análisis hecho de los estudios desde el año 1993 a 2013, muestra que
hay una tendencia a la disminución del consumo de alcohol en este país (Ministerio de Justicia y del
Derecho y Ministerio de Salud y Protección Social, 2013; Ministerio de Justicia y del Derecho,
Ministerio de Educación Nacional, Ministerio de Salud y Protección Social, 2011; Scoppetta, 2010).
Sucede lo mismo en Costa Rica con datos desde 1995 (IAFA, 2009). Esto es un asunto importante
puesto que de sostenerse esa tendencia, o al menos si se estabiliza en un nivel inferior al actual, se
tendría mayor evidencia acerca de que es posible lograr una disminución real del consumo de esta
sustancia. Una disminución generalizada del consumo de alcohol en un país, podría traer consigo
una reducción importante de las múltiples afectaciones a la salud individual y pública, así como de
las perturbaciones a la seguridad y la convivencia asociadas a la bebida (Babor et al., 2010).

Cuando se indaga por el consumo de alcohol, se suele extender la pesquisa hacia algún indicador
de severidad del consumo. En algunos países de calcula el llamado consumo excesivo (beber cinco
o más bebidas consecutivas), en otros el consumo problemático y, en algunos, ninguno de los dos.
Aún en los que estiman el consumo problemático, la diferencia entre los instrumentos utilizados en
un caso o en otro, dificulta establecer comparaciones. Por ejemplo, en Bolivia se utiliza la encuesta
breve del bebedor anormal (EBBA) (CONALTID, 2008) mientras en Colombia y Costa Rica se utiliza
el cuestionario identificación de los trastornos debidos al consumo de alcohol AUDIT (IAFA, 2009;
Ministerio de Justicia y del Derecho, Ministerio de Educación Nacional, Ministerio de Salud y
Protección Social, 2011).

Otro factor que incide en el crecimiento del consumo es la diversidad misma de las sustancias. Visto
desde una perspectiva de mercado, incentiva el consumo el contar con una mayor diversidad de
opciones. El reporte mundial de drogas indica que se ha llegado a la confirmación de cerca de 80
nuevas drogas en 2015, frente a 66 en 2014. Esto quiere decir que hay una tendencia creciente a la

18
aparición de nuevas drogas, muchas de ellas de tipo sintético; es decir, que no provienen de plantas
(UNODC, 2016).

Si se observa el mercado de las drogas de los años 60, se verá que buena parte de las sustancias
ofrecidas en esa época subsiste, pero el mercado de hoy aparece pletórico de opciones. Los informes
del sistema europeo de alertas tempranas han reportado decenas de sustancias que entran al
mercado cada año. Esto no es un proceso al azar, es un esfuerzo consciente y coordinado por parte
de quienes impulsan el mercado de las drogas para aumentar sus ingresos. La aparición del Crack
en Costa Rica (IAFA, 2009), de la heroína en Colombia (Castaño, 2002) y ahora en Ecuador, del
éxtasis y otras drogas de síntesis en buena parte de los países de la región (Junta Nacional de
Drogas, 2012), son evidencia de cómo el mercado de las drogas se diversifica y con eso atrae a
nuevos consumidores.

En general, las sustancias nuevas tienen prevalencias de consumo sustancialmente más bajas en
los países de la región. Por ejemplo, siendo el éxtasis la sustancia sintética más conocida en la
región, la prevalencia más alta registrada, en la vida, se dio en Antigua y Barbuda (2013), con un
3,73% y en Chile con un 3,51%. En muchos países esta sustancia apenas alcanza a registrarse en
las encuestas (OID, 2015). Sin embargo, no debe subestimarse el riesgo de que estos consumos
crezcan puesto que se han detectado instalaciones de procesamiento, venta y por supuesto usos de
estas drogas en la región.

Hay otros factores que se asocian con las fluctuaciones en los indicadores de consumo de sustancias
psicoactivas: la disponibilidad; la percepción del riesgo y entre los de índole psicosocial, el
involucramiento parental ha mostrado una alta correlación con la magnitud del consumo. No es
suficiente el espacio aquí para referirse a cada uno de estos factores. Se invita a los participantes en
el curso a revisar en los estudios de su país, como han variado éstos o qué estudios han abordado
tales factores.

19
4. Futuro / Avance de la evidencia en este campo

Este curso trata precisamente de la producción de evidencia. Si bien la investigación sobre consumo
de drogas es costosa, es muy necesaria para fundamentar la política pública y las acciones
específicas de prevención y atención del evento. El compromiso institucional con el desarrollo
investigativo, puede expresarse en programas nacionales de investigación que establezcan las
prioridades nacionales y promuevan ciclos que inicien con los estudios descriptivos y desplieguen
investigaciones con mayor profundidad.

Los programas nacionales de investigación podrían ser suscritos por las instancias institucionales
que deben comprometer recursos con una periodicidad determinada que ayude a hacer seguimiento
al consumo de drogas y haga posible el cálculo de tendencias.

Hay avances en América Latina y El Caribe con respecto a la obtención de evidencia. Hay que indicar
con beneplácito que de la primera versión de este curso a esta, fue importante el número de países
que actualizaron sus investigaciones nacionales, pero, como se dijo repetidamente en este
documento, en varios países no hay estudios recientes y en la mayoría no hay manera de establecer
tendencias. Es como avanzar en las tinieblas cuando se trata de un asunto vital. Si no se asume la
problemática de las drogas en la región con mayor determinación, pues lo único previsible es que el
consumo siga creciendo y con ello las consecuencias para la salud, la convivencia, la seguridad y la
economía.

El programa nacional de investigaciones puede complementarse con sistemas de vigilancia en salud


pública que incluyan el asunto del consumo y sus consecuencias y obtengan datos, por ejemplo, de
centros de tratamiento. Aquí también se inscriben los sistemas de alerta temprana, que permiten
detectar nuevas drogas que entran en circulación en nuestros países.

Es importante que más analistas e investigadores se vinculen al estudio de las bases de datos que
arrojan las investigaciones nacionales que por lo regular producen una gran cantidad de variables
que luego no son analizadas o son vistas en un nivel descriptivo superficial. Para esto se requiere
que las entidades realizadoras de los estudios, faciliten el acceso a las bases de datos y fomenten
su utilización.

Finalmente, la región puede usufructuar el bono demográfico que representa contar con un
importante contingente de población adolescente y juvenil que bien podría impulsar el desarrollo
socio-económico. El consumo de drogas se suma a las deficiencias en la provisión de servicios
sociales, conllevando el eventual desperdicio del bono. Ya varios países de la región acusan el
fenómeno de grandes contingentes de jóvenes sin continuidad en la educación y sin empleo. El
consumo de drogas se asocia a esta realidad multiplicando los efectos negativos. Con disciplina,

20
continuidad y el apoyo en el proceso racional que se sustenta en la evidencia, es posible lograr un
mundo mejor para ellos y para todos.

21
5. Lecturas recomendadas

CICAD (2011). Comparative analysis of student drug use in Caribbean Countries: Antigua and
Barbuda, Barbados, Dominica, Grenada, Guyana, Haiti, Jamaica, St. Kitts and Nevis, St. Lucia, St.
Vincent and the Grenadines, Trinidad and Tobago, and Suriname: A Report on Student drug use in
12 Caribbean Countries. CICAD/OEA.

Disponible en: http://www.cicad.oas.org/Main/pubs/StudentDrugUse-Caribbean2011.pdf Se trata del


estudio más completo de las islas-naciones del Caribe. Se recomienda su lectura para conocer más
acerca de cómo se comporta el consumo de drogas en esa subregión de Las Américas.

Observatorio Interamericano de Drogas (2015). Informe del uso de drogas en Las Américas, 2015.
Washington DC. CICAD/OEA.

Disponible en: www.cicad.oas.org/apps/Document.aspx?Id=3209 Es uno de los documentos básicos


de este módulo. Contiene la recopilación más actualizada de datos sobre el consumo de sustancias
psicoactivas en buena parte de los países de América.

Rothman, K. (2002). Epidemiology: An introduction. Nueva York, NY: Oxford University Press.
Rothman es ya un autor clásico de la epidemiología. En este texto ilustra de manera clara al lector
sobre qué es eso llamado el pensamiento epidemiológico y cuáles son fundamentos conceptuales y
metodológicos de este campo disciplinar.

Scoppetta, O. (2010). Consumo de drogas en Colombia: Características y tendencias. Bogotá DC.


Dirección Nacional de Estupefacientes.

Disponible en:
http://www.odc.gov.co/docs/publicaciones_nacionales/Tendencias%20del%20Consumo%20de%20
Drogas%202010.pdf El documento constituye un esfuerzo por establecer las características más
generales del consumo de sustancias psicoactivas en Colombia, tomando datos desde 1993 y
diferentes estudios que aportan información relevante sobre el asunto.

UNODC (2016). World Drug Report 2016 Nueva York, NY: Naciones Unidas. Disponible en:
https://dl.dropboxusercontent.com/u/566349360/library/WORLD_DRUG_REPORT_2016_full.pdf El
informe mundial sobre las drogas marca la pauta de lo que se conoce en términos globales sobre los
diferentes aspectos del fenómeno de las drogas en el planeta.

22
6. Bibliografía

Babor, T. F., Caetano, R., Caswell, S., Edwards, G., Giesbrecht, N., Graham, K. et al. (2010). El
alcohol: un producto de consumo no ordinario. Investigación y políticas públicas. Segunda edición.
Washington DC. OPS.

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Barbuda, Barbados, Dominica, Grenada, Guyana, Haiti, Jamaica, St. Kitts and Nevis, St. Lucia, St.
Vincent and the Grenadines, Trinidad and Tobago, and Suriname: A Report on Student drug use in
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Observatorio Interamericano de Drogas (2015). Informe del uso de drogas en Las Américas, 2015.
Washington DC. CICAD/OEA.

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Drogas, 2016. OUD.

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Rodríguez, E. (1996). Consumo de sustancias psicoactivas. Colombia 1996. Bogotá, DC, Colombia:
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Observatorio Chileno de Drogas No 7.

Scoppetta, O. (2010). Consumo de drogas en Colombia: Características y tendencias. Bogotá, DC,


Colombia: Dirección Nacional de Estupefacientes.

UNODC (2011). Informe mundial sobre las drogas 2011. Nueva York, NY: Naciones Unidas.

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7. Glosario

Análisis factorial
Análisis estadístico que permite reducir el número de dimensiones de un fenómeno a un número
menor denominado factor.

Prevalencia de consumo alguna vez en la vida


Es la proporción de personas que dijeron haber consumido una sustancia aunque fuera una vez en
la vida.

Prevalencia de consumo en el último año


Es la proporción de personas que dijeron haber consumido una sustancia en los últimos doce meses.
Se denomina convencionalmente indicador de consumo reciente.

Prevalencia de consumo en el último mes


Es la proporción de personas que dijeron haber consumido una sustancia en los últimos treinta días.
Se denomina convencionalmente indicador de consumo actual.

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