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María Rostworowski, Pescadores, artesanos y mercaderes costeños en el Perú

prehispánico

María (la virgen, de aquí en más) comienza su texto mencionando la


importancia que ostentó el mar, tanto como medio de vida, tanto como medio de
comunicación. Por otro lado sostiene la poca atención que los españoles le otorgaron al
mar. De esta forma, dice la virgencita: “…recogieron la visión serrana del mundo
andino, de sus gobernantes hijos del Sol, de sus extrañas costumbres, de sus
estructuras sociales y económicas, y solo nos legaron escuetos relatos de aquel mundo
costeño que la arqueología descubre ampliamente.”
Reconoce el modelo de Archipiélagos Verticales y sostiene que en la costa se
encuentran estas colonias serranas , pero siempre como resultado de una conquista. Se
servirá a lo largo del texto, la virgen María, de las comparaciones entre costa y sierra.
Una de las primeras se refiere a que la costa era autosuficiente en cuanto a la
consecución de productos alimenticios, en diferencia con la ya mencionada sierra.

Los pescadores

Formaban grupos numerosos de la población yunga y estaban diseminados a lo


largo del litoral. Se centrará en la región del valle de Chincha y se servirá del
documento “Aviso” (recordemos que también fue utilizado por nuestra ya amiga
Anne-Marie) para sostener que de los treinta mil tributarios con que contaba Chincha,
había seis mil mercaderes, diez mil pescadores y doce mil labradores. A lo cual, uno de
los puntos centrales de su argumentación, refiere a una división laboral de la población
distinta de los conocimientos que se tiene del Incario en general.
Los pescadores no solamente pescaban para el consumo del señorío, sino que
salaban y secaban el pescado que se convertía en un artículo para el trueque con la
sierra. Tomando fuentes (noticias españolas), la virgen nos muestra como se pescaba en
toda la costa y en las lagunillas que existían entonces en los lugares pantanosos del
litoral. Si alguno de los lectores que pretenden un atajo quieren dibujarse en su cabeza
una imagen billikenezca de los pescadores, la virgen nos cuenta que pescaban con red.
Prosigue la virgen que había una tendencia hacia la longitudinalidad entre la
gente que vivía del mar. A diferencia de los naturales que laburaban la tierra, tenían
una libertad de movimiento y el hábito de navegar con facilidad por toda la costa. Por
otra parte, al no tener sementeras, no estaban excusados de acudir a la mita y no
ayudaban en la cosecha. Otro dato que puede servir según la concepción de la virgen,
es la existencia de rutas propias para los pescadores, en contradicción con la de los
chasquis (los comunicadores sociales de la época, digamos) que ostentaban unas de su
dominio, también. Cabe destacar, además de la división laboral que esto presenta, que
muy probablemente los pescadores también eran chasquis. Aquí introduce la gran
pericia que tenían los pescadores en el manejo de las balsas, que luego servirá para
sostener que navegaban contra cualquier corriente. Aquí cuaja perfecto la crítica de
Anne-Marie.
La fuente de la “Visita” de la región de Trujillo nos permite tener datos precisos
de la costa norte. Otro aporte importante a la división del trabajo lo marca la existencia
de Ayllus cuyos miembros realizaban una sola tarea, excluyendo cualquier otro tipo de
faena.
Ante la baja demográfica (que no explica particularmente por qué se produce,
para mí pueden producirse por las reducciones gallegas) los caciques pretendían que
los pescadores trabajaran la tierra, ante la negativa de los especializados. Los españoles
que escucharon las historias de estos especializados que no querían trabajar de otra
cosa que no fuera su oficio, fallaron a favor de éstos justificando el ejercicio libre de sus
respectivos oficios. Los pescadores, por ejemplo, al no tener tierras, pagaban menos
tributo y de aquí, quizá, la vehemencia en su posición.
En palabras de la virgen María: “Podemos resumir la situación de los
pescadores de toda la costa diciendo que formaban parcialidades con sus principales y
sus señores y que se mantenían entre ellos toda una jerarquía. Estos pescadores solo se
dedicaban a su oficio, salando y secando el pescado, que trocaban por todo lo que
necesitaban para vivir. No tenían tierras, no se ocupaban de trabajos agrícolas, ni
acudían a mita alguna, y lo importante era que cada parcialidad gozaba de sus lugares
señalados y de sus propias playas.”
Una costumbre entre los pescadores era la de poseer por grupos sus playas y
caletas particulares, costumbre con la que acabaron los españoles al decretar que el mar
y sus orillas eran comunes a todos. Al no tener que cumplir los pescadores con la mita,
contribuían, en tiempos incaicos, tan solo con el fruto e su trabajo.

La diosa de los pescadores


En este apartado la virgen María nos deleita con la mitología yunga que
involucraba al mar y a la mujer de Pachacamac como la creadora de los peces. Bla, bla,
bla.

Los artesanos

En una cuestión similar a la que plantea con los pescadores, las ordenanzas
españolas a los caciques prohibían que los artesanos fuesen obligados al trabajo de la
mita o sujetos a las encomenderas. Se puede explicar mediante el interés que tuvieron
los gallegos de conservar los oficios prehispánicos que muy pronto se incorporaron a
los de los artífices europeos.
En la costa norte, en cuanto a materia de artesanos se refiere, el trabajo se
encontraba muy especializado. Acá viene un párrafo que no entiendo según el cual en
la costa el trabajo era distinto al de la sierra, pues todos eran agricultores sin excepción,
y hasta el Inca, iniciaba las faenas agrícolas. En cambio en los llanos se caracterizaban
por el hecho de que todas las actividades de la vida estaban a cargo de especialistas con
advertencia de que nadie podía cambiar su oficio por otro. Pero lo que yo tenía
entendido es que era en la costa la especialización y no en los llanos, pero bue. Uds. me
guiarán. A partir de aquí, analizará ocupación por ocupación en una labor por demás
sorprendente e interesante (el sarcasmo es mío).

Alfareros (olleros):
- no poseían tierra de labranza
- vendían sus piezas de cerámica
- intentaban zafar de la mita que los caciques querían imponerles
-con el Tawantinsuyu se dieron trasplantes de comunidades de olleros (o plateros)
enteras para aumentar la producción
- tenían su propio templo al igual que los pescadores

Plateros
- había plateros en Cuzco
- estos yanas, según la usanza serrana poseían tierras
- tributaban en manufactura (Aviso)
- mención de pueblos plateros y de olleros (Chucuito) pero que, a diferencia de los
yungas, hacían sus chacras y se ocupaban de sus sementeras
- particulares durante la colonia los hacían trabajar para sí
- el virrey Toledo dictó reglamentaciones acerca del trabajo de los plateros, a pesar de
ello, continuó el trabajo clandestino sin el pago del quinto a la corona.
- arte mestizo, influencia de los plateros indígenas

Pintores
- eran pintores de manto y de ropa que habitaban en la costa
- pedían licencia para no tener que cumplir con otro oficio que no fuere el de pintar
- no solo ilustraban la historia incaica sino también los hechos de los españoles
- costumbre panandina, de tiempos remotos

Oficiales hacedores de chicha


- oficio costeño que demarca la diferencia de estructura social con la sierra
- en la sierra, las preparaban las mujeres en sus casas
- en la costa era materia de un oficio masculino y de dedicación especializada
- había una reglamentación de la confección y el intercambio de chicha
- estaban liberados de cualquier otro trabajo
- solamente podían ser obligados a colaborar en una obra hidráulica de emergencia

Salineros
- se nota otra diferencia más entre costa y sierra por la producción de la sal
- yungas: parcialidades especiales se dedicaban a su elaboración
- era objeto de trueque como todos los productos de los llanos
- existían los mismos oficios en la costa norte que en Chincha

Aquí la virgen plantea que todos los grupos particulares (parcialidades) no


poseían el mismo sistema de trabajo (prestaciones rotativas) que el común del
campesinado atado a la tierra. Faltan noticias, comenta María, sobre el status que
tenían. Probablemente fueran un grupo de parentesco y quizá una unión gremial.
Artesanos y pescadores, como se analiza a lo largo del texto, estaban libres de
mita y estaban obligados a cumplir con su oficio sin poder cambiarlo. Esto en cuanto
respecta al concepto de parcialidad o de ayllu que para María resultan poco precisos.
También encuentra un espacio para analizar el tributo al Tawantinsuyu. Aquí
critica a Murra quien sostiene que el tributo se basaba en una prestación de energía
humana al Estado, basado en un sistema de reciprocidades, siendo claro para la autora
que los artífices indígenas entregaban sus productos manufacturados y no la energía
directamente.
La fuente que analiza la virgen, la relación de Falcón, divide a los camayoc en
costeños y serranos ya que aunque coincidieran tenían rasgos particulares de acuerdo a
las estructuras sociales de cada lugar.
La especialización del lenguaje (enumeración de toooodos los camayoc) marca
para la autora un aspecto más de la importante división del trabajo. Así se da cuenta
que quienes salaban el pescado también lo trocaban con la sierra, a lo cual plantea unos
pescadores mercaderes que intercambiaban sus productos.
Introduce el concepto del mullu sosteniendo que había una ocupación que se
encargaba de llevar y distribuir los estimados moluscos a los santuarios y dioses
(recordemos que era un producto suntuario y ritual). La conclusión lingüística acerca
del “camayoc” lo toma como un oficial o artesano, pero asimismo también como una
persona dedicada a cumplir trabajo especial.

Los mercaderes

En este segmento nuestra virgencita analizará a los tratantes chinchanos y a los


norteños, y ya veremos las asombrosas conclusiones a las que arribará.

Los tratantes chinchanos

Aquí alumbrará sobre algunos aspectos sobre los mercaderes de Chincha y


redundará en una comparación con los testimonios pertenecientes a la costa norte.
Primero que nada realiza una mínima disertación bajo la cual llega a la
inconmensurable, espectacular y reveladora conclusión de que tratante y mercader son
sinónimos (el sarcasmo a estas alturas, es inevitable).
Ahora bien, importante resulta que el encomendero del valle de Chincha tenía
derechos sobre la gente presente, así como también de los mercaderes ausentes. Quizá
la prosperidad de Chincha, sostiene María, fuese producto de la acción cambiaria de
estos tratantes ausentes que trocaban en zonas distantes. Asimismo, cuando se refiere a
la importancia del trueque costa-sierra, doña María sostiene que el trueque de metales
entre estas dos zonas tuvo gran importancia en tiempos preincaicos.
Una diferenciación importante en cuanto al carácter del intercambio es la que
realiza la virgen cuando señala que el pescado seco, por ejemplo, parte del trueque
alimenticio entre costa y sierra pertenecía a una tarea de la gente del común. Las
personas especializadas o los señores, en cambio, se encargaban del intercambio
suntuario.
Para María, durante el apogeo de Incario, disminuyó el intercambio comercial
como forma de obtener productos foráneos, en pos del modelo de Archipiélagos
Verticales (no desde siempre, claro está, como dice murrita), basado en el control de
diferentes pisos ecológicos. Asimismo esgrime la suposición que durante el
florecimiento de las culturas costeñas, el trueque gozó de una gran importancia que
luego perdió.
En el racconto de las mercaderías importantes, la virgen enumerará al mullu y
al cobre. El primero por sus rasgos suntuarios y su selectiva localización, y este último
por tener que ver en la compra de tratantes de una moneda, que se intercambiaba solo
con cobre. Además, a lo largo de toda la costa se mercaba ají, algodón y las calabazas
pintadas. Del lado serrano, además de los metales, intercambiaban charqui, carne seca
y ropa de lana.
En este punto, María hablará del poder de enriquecimiento usado por los
sacerdotes, basado en la influencia religiosa a través del temor y del miedo. Así,
prosigue, la influencia y poderío de Pachacamac (son los sacerdotes de esta divinidad
de los cuales habla la virgen) fue de carácter religioso y por medio del culto atraía a los
templos numerosas ofrendas (recuerden el anacrónico concepto de la Paz de Dios, je).
Luego los bienes recibidos eran intercambiados con los vecinos serranos, existiendo los
dos intercambios, el alimentario y el suntuario, organizado por los sacerdotes. Así, en
un mundo andino sin dinero, la acumulación de bienes en depósitos eran símbolos de
riqueza al cual ni los sacerdotes de Pachacamac lograron evadir.

Los tratantes norteños

Según lo que trocaban, tenían jerarquías. Obviamente, el trueque, era la base de


sus intercambios y sus prácticas de intercambio netamente indígenas y no aculturadas
por la presencia gallega en la zona.
Había mercaderes en toda la costa norte, que trocaban diferentes productos y
seguramente variaban sus categorías sociales, desde simples pinches cabrones hasta los
dueños de toda la papota.

Conclusiones
La característica del trabajo en la costa era su total división laboral por
parcialidades, con la obligación de mantenerse en su oficio. Esta especialización,
sostiene la virgen, data desde muy antiguo debido a la gran cantidad de recursos en los
llanos con respecto a la sierra. Ahora bien, como la costa brindaba más facilidades, los
costeños tenían más tiempo para dedicarse a producir objetos suntuarios y para
transmitir el conocimiento acerca de su refinamiento de generación en generación.
Otro aspecto de la especialización refiere a que las necesidades de las
parcialidades dedicadas a un solo oficio, se evacuaban por medio del trueque, tanto
utilitario como suntuoso. Importante el surgimiento de mercaderes entre los indios,
sin la injerencia española, incluso mucho antes de su llegada.
Los mercaderes chinchanos se lanzaron muy lejos en sus balsas (crítica que
Anne Marie le realizará a la virgen), contrariamente a los norteños cuyo trueque estaba
circunscrito a zonas concretas y cercanas. Los chinchanos, en cambio, llegaban a los
puertos de intercambio, concepto de Paul Angie.
Concluye la autora en enfatizar las diferencias entre la costa y la sierra. En la
costa el principio de intercambio estaba dado por la especialización laboral y en la
sierra, mediante la economía agrícola redistributiva basada en la explotación de los
Archipiélagos Verticales, constituyéndose de esta manera dos sistemas
socioeconómicos diferentes. Por el otro lado, plantea la continuidad entre ambas zonas
en la presencia de principios de reciprocidad que regulaban las diferentes relaciones,
con una extensión panandina. Ahora bien, durante el dominio incaico al momento de
la conquista gallega existía, según la virgin una presión serrana sobre la costa, aunque
los Incas no llegaron a ejercer un dominio total de la zona, logrando apenas una
yuxtaposición de leyes a las imperantes en el ámbito local.

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