Está en la página 1de 6

RESUMEN PARA LA EVALUCACIÓN DE LA ASIGNATURA DE COSMOVISIÓN Y

LENGUA ORIGINARIA.

La noción de persona en diversos grupos étnicos. Una guía para ampliar la noción de persona.

Entre los grupos culturales la noción de persona tiene una gran riqueza de contextos culturales que le
dotan de significado. El fundamento cultural dentro del entorno cultural hace de la noción de persona
una realidad en el contexto de la cultura que le interpreta. Con el fin de dar una idea general de lo que
presento comienzo por ordenarlos de manera resumida y en términos generales: 1. La denominación del
grupo por un nombre que significa la presencia del grupo en el mundo. 2. Una denominación de la
persona como aquel que respeta y sigue las tradiciones, quien usa las normas morales del grupo cultural.
Ser persona es ser parte del grupo en cuanto a la manera que el grupo considera correcto. 3. Nombrarse
como un grupo de personas: gente, como una explicación de persona en relación y no aislada del resto de
los seres como él. Y 4. Para algunos grupos culturales no basta con ser conocido como parte de la gente,
también es importante calificar a esa gente. Ello significa el reconocimiento de otros como gente y
entonces ser un tipo de gente por su relación en el mundo o en algunos casos ser un tipo de gente con
una lengua particular para poder calificarse como las verdaderas personas.

Los olmecas Uixtoti(n), donde la denominación Uixtotin significa “la gente de la sal”). De ser cierta la
denominación de los olmecas como Uixtotin nos indicaría la importancia que para la denominación de
un grupo tiene referirlo a partir de la noción de persona en tanto gente.

En cambio, el trabajo de investigación dedicado a los nahuas permite generar varias reflexiones. Según
plantea López Austin en primer lugar resulta relevante mencionar el significado referido para el
sustantivo tonalli que deriva del verbo tona: posee una asociación con el día, el sol, el calor y se dice que
determina el destino de la persona por el día de su nacimiento, así como se refiere a la cosa destinada o
propiedad de determinada persona. Así el tonalli sería la esencia que posee una noción de persona en el
mundo náhuatl. En una forma más específica comprender a la persona entre los nahuas significa
desarrollar una reflexión acerca del querer y el libre albedrío que requiere. Según explica León-Portilla:
“tu cara y tu corazón, en el pensamiento náhuatl define a la gente. Para León-Portilla el filósofo nahua es
aquel que enseña a la persona la adquisición y desarrollo del rostro, que en náhuatl se dice: te-ixcuitiani,
te-ix-tomani. La palabra ix-tli es lo que reconocemos como el yo de la gente, la persona, lo que hace
distinguible a un ser humano. Ese yo, la persona, se va desarrollando a lo largo de la vida. Es para el
pensamiento náhuatl el desarrollo del rostro y la humanización de su deseo. Por lo tanto, se refiere a una
propiedad interna, ligada al significado del corazón y de ese modo al dinamismo y sensibilidad del
querer.

Según la obra de Rosas Mérida, en una exploración más profunda acerca de cómo se obtiene la
denominación que corresponde a la noción de persona comencemos con los ódami, entre ellos los
infantes no son considerados personas. Los infantes ódami no son reconocidos como personas pues ser
persona significa que el corazón es capaz de dialogar con los pensamientos. El diálogo entre el corazón y
el pensamiento es algo que los infantes aún no pueden hacer. No son una persona en plenitud, están en el
proceso de aprender a pensar y actuar. Los infantes no tienen el corazón acabado, por eso no pueden ser
considerados aún como personas. La división sexual del trabajo ódami comienza después de los dos
años. Finalmente son reconocidos como personas al entrar en lo que conocemos como pubertad. Los
hombres poseen tres espíritus y las mujeres cuatro para que sean capaces de dar vida. Entre los 15 y los
25 años los jóvenes buscan pareja y se dan las uniones entre mujeres reproductivamente viables y
hombres que se encargan del soporte económico. Son personas en las etapas jadunyuo (andar con
compañía) y kakurimo (viejo), cuando poseen un corazón y cabeza que piensan según la tradición
ódami. La persona ódami se caracteriza por la estrecha relación entre el pensar y el sentir. Sólo de esa
manera son plenamente persona, una vez que han pasado por un desarrollo que les permite integrarse en
su grupo sociocultural al cual dan continuidad por medio de la costumbre y la reproducción.
Según Penagos, en su obra sobre los mazatecas, la persona está constituida de un cuerpo compuesto de
carne, huesos, sangre, corazón y seis espíritus para el hombre o siete para la mujer. La ontogénesis no
implica la formación de su entidad espiritual. El pensamiento mazateco pone énfasis particular en el
desarrollo por el cual los infantes se van constituyendo hasta llegar a ser personas. En dicho proceso el
consumo del maíz resulta fundamental. La plenitud como humano calificado de persona se adquiere al
ser capaz de consumir maíz. El consumo del maíz asume el papel de transformación que hace a un
hombre pleno, o persona en los términos de mi investigación. Los infantes que no han consumido maíz y
mueren no son despedidos con rituales iguales que un infante que murió cuando ya era capaz de
alimentarse de maíz. La forma ritual completa sólo se aplica a aquel que también fue capaz de participar
en la siembra, es decir, al adulto. Hasta entonces se integra la individualidad anímica y corporal que le
hace persona.

Como el tercer ejemplo y por último en La llegada del alma, de León Pasquels explica cómo entre los
tzoltziles decir que el infante Oy xa xch´ulel “ya tiene alma” sólo es posible cuando es capaz de hablar.
La autora reporta la reflexividad moral fundamentada en una noción de verdad. Ella concluye que es la
constitución en el desarrollo del habla del infante zinanteco lo que lo lleva a ser persona. En resumen, el
proceso de desarrollo personal del infante zinacanteco que presenta de “el infante zinacanteco emerge
desde pequeño como participante con posicionamientos diversos; empieza a interactuar emotivamente
aprendiendo a negociar las implicaciones socioculturales de su miedo y su enojo. Una vez que se ha
vuelto verbal, empieza a poner su atención en eventos sobresalientes cotidianos y a clasificarlos con un
lente tzoltzil zinacanteco. Poco después muestra una responsabilidad y habilidad para asumir y atribuir
autoría de información revelando su anclaje en una configuración con entidades sociocéntricas. Al
acercarse a los cuatro años ya sabe navegar en su espacio local usando los recursos que le da el tzoltzil.
Hacia los cinco años el proceso de tal xtal xch´ulel “está
llegando el alma, el entendimiento” se describe como concluido con la expresión oy xa xch´ulel “ya
tiene alma, entendimiento”. Este pequeño o pequeña ya procede, en miniatura, como una persona
zinacanteca: tiene carácter, voluntad, autonomía y sabe actuar apropiadamente”.

Al profundizar en el concepto o noción que de persona tienen los grupos étnicos se pueden establecer
más elementos con suma precisión. 1. La capacidad de autonomía de la persona en la determinación de
su propia vida. 2. La relación entre la capacidad de sentirse como unidad y la apariencia de unidad
respecto de los otros. 3. La noción de persona como resultado de un proceso que se hace a lo largo de la
vida o al menos mediante la unión de los elementos del cuerpo y lo que en términos científicos llamamos
mente (el alma, el o los espíritus o entidades anímicas que dotan de vida al cuerpo) en el curso de la
vida. 4. La persona se llega a ser en una etapa de la vida por una capacidad plenamente desarrollada y
que significa su capacidad de vida como adulto. Como consumir un tipo de alimento o mostrar una
facultad como la lengua del grupo cultural. 5. La persona es un ser que ha llegado a una etapa en la vida
en la cual es capaz de pensar, sentir y, lo más importante, establecer un diálogo entre esas dos facultades
que le dotan de autonomía.

Según De la Garza, en el libro del Popol Vuh se deja ver que el pensamiento maya es fundamentalmente
religioso. Al hablar de la sustitución de los hombres de madera, durante el proceso de creación, se
muestra la importancia del alma, el entendimiento y la forma física
de los verdaderos seres humanos o personas. Los hombres se hacen humanos, y en ese sentido lo que
entendemos como persona se adquiere gracias al espíritu que se manifiesta por medio del entendimiento
y la memoria. En el ente vivo surge la consciencia por medio de la materia que le da forma. Por eso es
que para los mayas todos seres humanos son
personas. Pues la materia que les da forma es de esencia divina y los provee desde el nacimiento del
carácter de persona. La forma como la manera primera de comprender a la persona está dada desde la
creación, desde el origen, y por lo tanto impregna la naturaleza de lo creado; la persona.

la cosmovisión indígena tzotzil y tzeltal a través de la relación salud- enfermedad en el contexto de


la medicina tradicional indígena.
La cosmovisión representa toda una forma de concebir al mundo, dado en una concepción histórica y
que no es estática sino al contrario cambia de acuerdo al tiempo. Redfield define la cosmovisión como:
“la imagen o perspectiva característica de un pueblo; es decir, como la concepción que tienen los
miembros de una sociedad acerca de las características y propiedades de su entorno. Es la manera en que
un hombre, en una sociedad específica, se ve a sí mismo en relación con el todo; es la idea que se tiene
del Universo. Cada cosmovisión, añade, implica una concepción específica de la naturaleza humana”.
En relación con lo que menciona Redfield, la concepción y comprensión del Universo ha favorecido a
los indígenas para revivir y reafirmar en su forma de pensar a muchos fenómenos que ocurren en su
entorno y en su cultura, que son explicados de acuerdo con su cosmovisión; este es el caso de la
medicina tradicional indígena.

Los pueblos indígenas desde la época colonial, hasta nuestros días han sido marginados, olvidados y
hasta los han tratado de exterminar. Desde hace mucho tiempo se creía que los
pueblos indígenas se extinguirían o que serían absorbidos por el resto de la población; es decir, entrarían
al proceso de modernización globalización; pero esto no ha pasado, siguen
ahí en sus zonas, algunas veces llamadas de refugio (sierras de México) y en el caso de los
indígenas Tzotziles y Tzeltales, aún conservan sus costumbres religiosas, sus formas de gobernarse, sus
prácticas tradicionales curativas, la mayoría de ellas de origen prehispánico; es decir, lo que conforma su
cultura y cosmovisión.
En el caso particular de la medicina tradicional, ésta aún conserva sus características prehispánicas en lo
que se refiere a las causas de las enfermedades y en los procesos o rituales curativos, pero también no
hay que dejar de lado que esta medicina tradicional se
ha nutrido de los conocimientos traídos por los conquistadores y de la cultura africana, es
decir, la práctica de la medicina tradicional entre los indígenas tiene un marcado sincretismo entre la
medicina colonial, la negra, la prehispánica y la contemporánea. Su uso y práctica entre esta población
no excluye la asistencia, cuando los hay, a los centros de salud donde se utiliza la medicina moderna, e
incluso se asiste sólo para curar cierto tipo de enfermedades, principalmente las enfermedades que ellos
creen que son de un origen natural y que no tiene una relación directa con la pérdida del alma o chu´lel.

La medicina tradicional indígena Tzotzil y Tzeltal es fundamentalmente un sistema de origen


prehispánico que tiene como eje rector su cosmovisión y que descansa sobre bases mágicas
y religiosas. Su conocimiento tiene raíces profundas sobre la salud y la enfermedad; es decir se
fundamenta en las formas que estas etnias han explicado al mundo, su cosmovisión.
Las causas por las que se pierde la salud y se cae en enfermedad son principalmente, porque la persona
transgrede las reglas sociales impuestas por los dioses, ancestros, la naturaleza y la comunidad en
general. Si la salud es un estado de equilibrio interno entre el cuerpo, la mente y el espíritu, que depende
del estado de armonía, externa con los demás seres humanos la naturaleza y el mundo en general; la
enfermedad es la consecuencia de la ruptura de ese estado de equilibrio que es provocada tanto a nivel
interno y externo por diversos elementos entre los que se destacan los fríos y calientes, que pueden tener
su origen en el cuerpo, la mente o el espíritu. En este sentido, la salud es el resultado de vivir en armonía
de acuerdo con las leyes de la naturaleza y de la sociedad, y la enfermedad es la consecuencia de la
ruptura del equilibrio, resultado de la transgresión de esas leyes, lo cual rompe el estado de armonía con
los dioses, la naturaleza, su comunidad, su familia y su propio organismo.
Las prácticas terapéuticas mágico-religiosas tienen como objetivo la recuperación de la estabilidad física
y moral del paciente con los dioses, ancestros, la naturaleza, la comunidad, su familia. Lo anterior se
logra a través de la intermediación de los médicos tradicionales; estos personajes se comunican con el
otro mundo (dioses, ancestros y lugares sagrados); es decir, es un intermediador entre el mundo
sobrenatural y del hombre común.
Las principales enfermedades que atacan a los indígenas son: de dos tipos, las llamadas naturales y las
sobrenaturales, las primeras no causan gran malestar y se curan pronto, pero
las sobrenaturales son muy graves y pueden causar hasta la muerte (pérdidas del alma chu´lel); estas
enfermedades pueden ser causadas por envidias de otras personas con
brujería.
El descubrimiento de la vocación e iniciación del médico indígena, así como su entrenamiento o proceso
de aprendizaje, están determinados por patrones culturales, regionales o étnicos. En el caso de los
médicos tzotziles y tzeltales ellos tienen aptitudes especiales para la percepción de las enfermedades,
tanto naturales como sobrenaturales y se piensa que tales virtudes provienen de su vinculación con seres
sobrenaturales (Dioses). Además, se cree que los médicos tradicionales reciben diversas señales, sueños
que los animan a dedicarse a las prácticas médicas. Muchas veces las señales van acompañadas de
experiencias que involucran la adquisición de conocimientos médicos. En estos sueños aprenden a curar,
el tipo de plantas que tienen que utilizar, el número de velas, cómo rezar, etcétera.
Los médicos creen que los dioses o ancestros le dicen en sus sueños qué plantas utilizar de acuerdo con
la naturaleza de la enfermedad: si ésta es fría o caliente y en ningún momento mencionaron que tienen
sustancias mágicas, más bien dicen que los dioses son los que interceden para que esta planta cure al
enfermo.

Por último, parece que a la medicina tradicional se le quiere arrinconar a la simple posición
de reliquia cultural, menospreciando sus recursos terapéuticos y humanos que hoy todavía,
a pesar de los obstáculos, tienen amplia vigencia. No se toma en cuenta que la medicina tradicional
indígena ha sido el recurso con el que han contado los pueblos indígenas Tzotziles y Tzeltales, desde
hace cientos de años para resolver sus problemas de salud y forma parte importante de su cultura y
cosmovisión que ha logrado sobrevivir a los ataques
de que fue objeto durante la Colonia y del México actual.

Tres concepciones históricas del proceso salud-enfermedad

Concepción tradicional

Desde los albores de la humanidad, el ser humano ha hecho esfuerzos de diversa naturaleza por
mantener su salud, y desde la antigüedad se ha considerado que existen personas con capacidades para
restablecerla, para quienes la mayoría de las explicaciones acerca de la salud y la enfermedad, se
fundamentaban en la existencia de dioses que curaban y en las virtudes mágicas de encantamientos y
hechizos. En las culturas primitivas, el brujo era curandero por dos virtudes: por su conocimiento de
plantas y preparación de brebajes y por su cercanía con los dioses. Las plantas de donde se extraían las
infusiones y los bebedizos eran albergue de los espíritus de los dioses, que debían ser invocados
mediante ceremonias y rituales.

En la edad moderna, con el auge de la ciencia, se desarrolló de forma significativa la ciencia


anatómica y se produjeron grandes avances en el descubrimiento de principios anatomofisiológicos, y
químicos, entre otros, vinculados a las alteraciones de la salud. En este mismo período parece
abandonarse la creencia de que en dichas alteraciones hay una relación causal con el castigo de los
dioses, los malos espíritus y los demonios. En suma, se puede decir que, en la edad moderna hay un
privilegiado interés natural por el cuerpo humano.

El invento del microscopio, a finales del siglo XVII, permitió profundizar en los aspectos biológicos de
la enfermedad. Por otro lado, con el advenimiento de la Revolución Industrial y los avances
técnicocientíficos de la época, se identificaron causas en el medio ambiente y se empezó a tener en
cuenta, no sólo los aspectos biológicos y físicos, sino los económicos, sociales y políticos relacionados
con la salud. Con el surgimiento de la teoría microbiana en 1876, se reforzó la idea según la cual, la
enfermedad estaba determinada por aspectos medioambientales y, en este caso, por la acción de un
agente externo de tipo biológico. Cuando el hombre descubrió la causa microbiana de la enfermedad,
con éste creyó haber encontrado el origen de todos los procesos patológicos. Así adquirió un nuevo
concepto con base en el cual, le atribuyó una causa a la enfermedad. Esto le permitió hablar de la
“unicausalidad”.
Desde esta perspectiva, el modelo causal simple se transforma en un modelo en el que la tríada huésped
(Guest), hospedero (Host) y ambiente, participan en procesos de interacción recíproca. Este modelo es
considerado como el modelo epidemiológico clásico, que aún hoy continúa privilegiado por la
racionalidad científica moderna.

En 1973, cuando Laframboise (11) propuso un marco conceptual para el campo de la salud, se diseñó un
plan para las décadas de los ochenta y los noventa. Este enfoque, conocido más tarde como concepto de
campo de salud, e incluido en un trabajo del gobierno canadiense que fue la base sobre la que se
proyectó la política sanitaria del país, implica que la salud está determinada por una variedad de factores
que se pueden agrupar en cuatro grandes grupos: estilo de vida, medio ambiente, organización de la
atención de la salud, y biología humana.

Blum, (citado por Bersh (1987)) (10), muestra cómo los anteriores factores se relacionan y se modifican
mediante un círculo envolvente formado por la población, los sistemas culturales, la salud mental, el
equilibrio ecológico y los recursos naturales. Por su parte, Lalonde y Dever (citados por Quevedo, E.
(1992)) (9), sostienen que los cuatro factores son
igualmente importantes, de modo que para lograr un estado de salud es necesario que estos factores estén
en equilibrio.

El propósito fundamental de este enfoque es la preservación de la salud. Al respecto se necesita que el


enfoque mecanicista o reduccionista sobre la salud y la enfermedad, sea complementado desde una
perspectiva más amplia con un enfoque psicobiológico y social del ser humano.

Concepción moderna

En los años noventa, se inicia el estudio de la salud desde las representaciones sociales que tienen los
individuos y la sociedad en general. Herzlich, señala cómo los individuos se expresan a propósito de la
salud y la enfermedad en un lenguaje elaborado a partir de la relación que establecen con la sociedad. Es
así como en la actualidad se abre paso a un análisis de la salud y la enfermedad, no como entidades cuya
definición es evidente, sino como el resultado de procesos sociales, elaboraciones intelectuales y
continuos intercambios de la colectividad.

Ahora bien, pese a los continuos cambios en la concepción de la salud y la enfermedad, en la práctica,
parece seguir predominando, con cierto grado de generalidad, el modelo biomédico. Este modelo, sin
embargo, ha entrado en crisis, a partir de la crítica de su deshumanización y su racionalidad
exclusivamente técnico-instrumental. En todo caso, sigue predominando un concepto perteneciente a la
racionalidad científica que concede mayor relevancia a los factores biológicos y que se interesa más por
la enfermedad y la rehabilitación. Esta racionalidad asume que, tanto la salud como la enfermedad
intervienen en la realidad objetiva del cuerpo, mientras se da la espalda a las mediaciones culturales y
sociales que acompañan al sufrimiento humano.

Concepción postmoderna

En la postepistemología, desde los años setenta en adelante, se han recuperado los aspectos positivos de
las versiones epistemológicas anteriores, el ideal de precisión y de claridad conceptuales, la historia, la
pragmática, el lenguaje, se destaca la comprensión de la realidad y específicamente de las realidades
humanas socialmente constituidas.
No se niega que haya relaciones causales, ni tampoco se niega en principio que haya cambios de carácter
histórico. Sin embargo, tanto las relaciones causales como los desarrollos diacrónicos, se entienden en
función de relaciones de significación y de formaciones sincrónicas; se opone así al causalismo y al
historicismo.
Actualmente, el post-estructuralismo mantiene una relación de continuidad y reconceptualización con las
diferentes versiones del estructuralismo, dado que toma de éste el concepto de “estructuras sociales
profundas”; rechaza las definiciones empiricistas de lo que construye la estructura social, y mantiene un
especial interés por el lenguaje como estructura semiótica. El ser humano es considerado como resultado
de prácticas discursivas, de igual modo la conducta es vista como el esfuerzo por decirlo de alguna
manera. El post-estructuralismo asume que los gestos tienen sentido, y que todo lo que el ser humano
organiza en torno suyo, en objetos, ritos, costumbres, discursos o literatura, constituye un sistema
coherente de signos. Desde la semiología se abre un horizonte que permite un acercamiento a las
creencias y prácticas en salud, en diferentes contextos históricos culturales que hacen posible la
comprensión de sus contenidos ideológicos en relación con otras praxis sociales y visiones culturales.
Es indudable que los discursos están formados por signos, pero realmente lo que ocurre es el uso del
signo que se ve superado con la carga de significaciones que cada uno le atribuye, y hace que se vuelva
difícil ser analizado sólo desde la palabra, y en ese sentido, pone un reto a las ciencias sociales y
médicas, pues es importante descifrar la carga de significaciones que las personas le añaden para poder
comprender los conceptos de “salud” y “enfermedad”.

También podría gustarte