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Pueblos Originarios de América: Del pasado al Presente

Curso 2ºgrado (Grupo 860)

Reseña Crítica de la obra “POPOL VUH”

El Popol Vuh ha sido conocido(y considerado) como el libro sagrado de los mayas quiché. En
él se narra el origen del mundo y de la vida, tratándose de una fuente de información
valiosísima no tan solo en lo que acontece a las raíces cosmológicas y mitológicas mayas sino
también, y en estrecha relación con las anteriores, a sus costumbres sociales y religiosas, su
mentalidad y en definitiva, su cultura. Este relato es un texto poético compuesto de mitos, en
el que se relata la historia del nacimiento del sol y de la fundación del tiempo. Hay teorías
que afirman que es una obra con influencias bíblicas y cristianas o bien que es una
producción cristiano-europea con influencias nativas dado los numerosos paralelismos que se
pueden encontrar entre los primeros capítulos y la creación del tiempo con el Génesis bíblico.
Sin embargo, El Popol vuh está dividido en dos partes, la mitológica y la histórica,
subdivididas en varios capítulos. Los principales temas son, en primer lugar, el mito de la
renovación del cosmos y las diversas pruebas llevadas a cabo por los dioses hasta lograr un
mundo en el que los hombres los adoren; en segundo lugar, la creación del tiempo gracias a la
aparición de los gemelos divinos y, en tercer lugar, la creación definitiva de los hombres y la
historia del linaje quiché. Dentro de estos tres grandes temas 1 voy a analizar la historia del
origen de los hermanos gemelos Hunahpú e Ixbalanqué, su vida en la casa de su abuela, el
descenso a Xibalbá, sus peripecias y sacrificio hasta que derrotan a los señores de Xibalbá, y,
por último, la subida de Hunahpu e Ixbalanque al cielo como el Sol y la Luna, acompañados
de los cuatrocientos jóvenes muertos por Zipacna, como las estrellas y las constelaciones.En
la primera parte de la obra se explica detalladamente la creación del mundo,es decir, habla
del inicio de los tiempos, en un lugar místico donde encontramos deidades que se llaman
Tepeu y Gucumatz, los cuales estos crean un mundo para ellos. Empiezan a crear los
animales; pero estos no cumplían con las expectativas necesarias. Luego los hombres de
barro, madera y por último maíz2. Después se habla de la importancia del monoteísmo en la

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Debemos recordar que el manuscrito en que se basa la transcripción y traducción que hizo el
fraile Francisco Ximénez cuando éste servía en Chichicastenango, Guatemala, era una obra
anónima escrita en maya, pero con letras latinas sobre el año 1554; es decir, una obra escrita
unos treinta años después de la llegada de los conquistadores españoles a la región
maya-quiché de Guatemala.
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Los mayas encontraban al maíz como fuente de vida, he ahí el porqué de los hombres de
maíz
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cultura maya, puesto que en este pueblo se acreditan todos los logros a una sola persona, el
Corazón del Cielo y la Tierra. Ya que ellos fueron quienes crearon a los prodigiosos gemelos
sobrenaturales, Hunahpú e Ixbalanqué. Los cuales estos pelearon contra los señores de
Xibalbá en el inframundo más adelante; mandados por el Corazón del Cielo con el propósito
de vencer a todos los seres o semidioses soberbios de la tierra y mantener equilibrada las
fuerzas del cosmos; uno de los principales rivales/víctima era Vucub – Caquix, un personaje
que se declaraba ser el sol , la luna y la tierra, junto con sus hijos. Algo que no se podía
tolerar. Lo cual, vemos aquí como los gemelos intentan transmitir unos valores que
fundamentalmente apuntan a cómo vivir en comunidad.

A Continuación, en la segunda parte del relato (la más importante) nos lleva al ritual del
juego de la pelota, y el descenso a xibalbá. Un juego que solo lo jugaban los estratos
superiores sociales, y que los hermanos Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú, nacidos de
Ixpiyacoc y de Ixmucané, se dedicaban a jugar permanentemente. Esto molestó a los Señores
de Xibalbá3,seres maléficos que querían apoderarse del juego de los hermanos. Estos les
retaron a un juego y ganaron contra los gemelos, quienes perdieron las pruebas que les fueron
impuestas por los Señores de Xibalbá, acabando por sacrificarlos. Hun-Hunahpú fue
decapitado y su cabeza colgada de un jícaro, que entonces fructificó. Una doncella llamada
Ixquic se enteró de aquel suceso y tuvo curiosidad de conocer dicho árbol. Cuando se acercó
a éste, Hun-Hunahpú escupió su saliva en la mano derecha de Ixquic, y de esta manera quedó
embarazada. Después, Ixquic dio a luz unos gemelos, llamados Hunahpú e Ixbalanqué, que
pasado el tiempo se convirtieron, como su padre y su tío, en jugadores de pelota. Siendo muy
jóvenes, Hunahpú e Ixbalanqué descendieron al inframundo invitados por los Señores de

Xibalbá. Tras superar todas sus pruebas y engaños (la oscura, la de las navajas, la del frío, la

de los tigres, la del fuego, la de los murciélagos), Hunahpú e Ixbalanqué dejaron


instrucciones a dos adivinos. Se arrojaron juntos a una hoguera, tras lo cual sus huesos fueron
molidos y lanzados a un río por las deidades de Xibalbá. Poco después, ambos resurgieron
del río como dos muchachos. Hunahpú e Ixbalanqué aparecieron luego como unos andariegos
pobres y avejentados que tenían vida de ilusionistas, obrando prodigios increíbles. En una de
sus demostraciones a los de Xibalbá, Ixbalanqué sacrificó a Hunahpú y luego lo revivió. Los

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Cada una de las divinidades de Xibalbá tenía la función de provocar alguna enfermedad u
ocasionar un daño físico a los hombres. Para los mayas, Xibalbá es «el Lugar del Miedo»o
«Lugar del Temor Reverente» , un espacio en el cual el peligro, la enfermedad y la desgracia
cobran su mayor intensidad
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jueces supremos del inframundo, llamados Hun-Camé y Vucub-Camé (en maya camé
significa muerte), se entusiasmaron con ello y manifestaron su deseo de hacerse sacrificar
para ser revividos más tarde. Sin embargo, los gemelos se vengaron, pues no los resucitaron.
Tras restarles una parte de su poder a los Señores de Xibalbá y honrar a sus padres, Hunahpú
e Ixbalanqué subieron al firmamento para convertirse en el sol y la luna.

El mito del cual se acaba de exponer es una muestra de los complejos vínculos que existen en
la cultura maya entre astronomía, creencias religiosas y aspectos de la vida diaria. Al
considerar que Xibalbá es el reino de la enfermedad y la muerte, y que las parejas de gemelos
combaten contra ellos, este mito puede ser interpretado como la constante lucha del hombre
por la vida. Es decir, son pruebas que habilitan a hombres con calidades especiales para ser
los guardianes y grandes consejeros de su sociedad . Xibalbá puede entonces ser entendido,
además de como un lugar hostil a la vida, como un territorio geográficamente localizable,
ubicado al norte de Guatemala, que era habitado por unos grupos enemigos de los
maya-quiché, el cual conformaba un área cultural y espacial hasta la cual los quichés «no
pudieron extender sus conquistas». En todo caso, resulta innegable que existe alguna
conexión entre los sucesos descritos en el mito y ciertos fenómenos celestes, más aún
teniendo en cuenta el lugar de preeminencia que tenía el planeta Venus para esta cultura. Por
otro lado, el dios Quetzalcóatl, identificado por muchos investigadores con el Kukulcán de
los mayas, y en el que confluyen un componente mítico y uno posiblemente histórico,
también se asocia con el planeta Venus. Quetzalcóatl, literalmente ‘Serpiente Emplumada’,
habría sido monarca de la antigua ciudad de Tollan en la edad de oro de su prosperidad. Era
maestro de las artes, inventor del calendario, y les había dado el maíz. En este sentido, las
referencias calendáricas mencionadas y el sacrificio de los gemelos tienen que ver
estrechamente tanto con el tema de la cosmovisión maya como con el de la agricultura. Es
fácil entender la importancia que la civilización maya daba(y sigue dando) al movimiento
cósmico y a las estaciones del año si pensamos en las enormes repercusiones que la
producción agrícola tenía para el sustento del pueblo y la continuidad de su cultura4.

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Siguiendo este orden de ideas, entonces el simbolismo cosmológico de las inscripciones que
se encuentran en casi todas canchas de juego de pelota y en la iconografía que representa
escenas del juego es complementado con un significado que refiere al tema de la fertilidad.
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En la tercera parte del relato habla sobre la creación definitiva del hombre, es decir, el
hombre que tendrá sangre y alma de maíz, elemento muy preciado y de vital importancia para
estos pueblos ya que de él dependía en gran medida su supervivencia; además de ser uno de
sus principales alimentos. Nacieron así los primeros cuatro hombres que son: Balam-Quitzé,
Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam. Junto a estos cuatro hombres se crearon también a las
cuatro mujeres, sus esposas,lo que viene a representar un papel muy importante, la “vida”.
Para que juntos procrearon y el pueblo maya quiché creciera.Una vez los quiché están en la
tierra ocurren dos cosas fundamentales: por un lado el nacimiento del sol (y con él de la luz y
del ritmo día/noche) y, por otro, la transformación en piedra de los dioses. Estos seres se
mostrarán plenos de sabiduría, al punto que los dioses lo juzgan inconveniente, por
considerar que se querían equiparar a ellos. Entonces los privan del conocimiento y de la
sabiduría.Será a partir de aquí que se verán condenados a la angustia diaria de esperar la
salida del sol cada vez, cada día. Tohil, el dios principal de los quiché, exige sacrificios
humanos a cambio de que los quiché cedan el uso del fuego a otras tribus, estas tribus
acceden. Estos sacrificios humanos de miembros de otros pueblos que los quiché realizan
acaban provocando una guerra entre los quiché y las otras tribus, y los quiché los someten. Y
el pueblo de los mayas quiché crece.En este momento los cuatro primeros se marchan,
mueren, y dan unos consejos a sus descendientes. Y, a partir de ahí, comienza la cuarta parte.

La última parte se aboca principalmente a la narración del surgimiento de las distintas tribus
y pueblos. Los miembros de estos otros pueblos, comienzan a sospechar que los
sacrificadores llevaban a cabo matanzas de indios para honrar a su dios, y deciden tratar de
vencerlo tentándolo con doncellas hermosas que despertaran sus deseos. Esto no ocurre, y
ante un nuevo intento, como Tohil y los sacrificadores podían anticipar dicho intento, se
preparan para repeler el nuevo ataque y finalmente triunfan. No sacrifican a los perdedores,
pero los condenan a ser sus vasallos de por vida. En el quinto capítulo, los sacrificadores
presintiendo su propia muerte, aconsejan a sus hijos antes de morir. El texto destaca que no
sentían dolor ni agonía al hablarles a sus hijos, aunque si tristeza. La muerte juega aquí el
papel del fin de un ciclo: «Nosotros nos volvemos a nuestro pueblo, ya está en su sitio
Nuestro Señor de los Venados, manifiesto está en el cielo. Vamos a emprender el regreso,
hemos cumplido nuestra misión, nuestros días están terminados. Pensad, pues, en nosotros,
no nos borréis [de la memoria], ni nos olvidéis».
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Luego sigue un período de relativa paz entre las tribus, hasta que una de ellas quiso expandir
sus dominios, y sojuzgar a los quichés. Allí tuvo lugar la guerra de los escudos, que deriva en
la exigencia de los sacrificios humanos con los vencidos.Finalmente nos transmiten la
grandeza y el poderío de Gucumatz (Quetzalcoátl, mencionado antes como Tohil), que fue el
origen de la grandeza y el poderío de los pueblos quichés, que se nos presentan ordenados por
generaciones.

A partir de una lectura más detenida del texto, extraje como eje de este trabajo las ideas de
palabra y de muerte, para plantear una relación interesante entre ambas y de al menos dos
niveles.Y llegue a la conclusión que en la primera parte del relatos podemos plantear la
muerte como mecanismo regulador de los excesos y abusos de lo que ellos consideraban eran
las normas que permitían la vida en sociedad.(las muertes de Vucub-Caquix y sus hijos, a
manos de Hunahpú e Ixbalanqué). Estos sujetos solo pensaban en sí mismos, eran seres
orgullosos. Por lo tanto, vemos en este punto, vemos que la muerte en cierta forma funciona
como castigo y como manera de restablecimiento del orden.En la segunda parte, organizada
alrededor del juego de pelota, la muerte asoma a través de la decapitación de Hun-Hunahpú, a
manos de los Señores de Xibalbá, por envidia y por la ambición de arrebatarle los elementos
del juego.El hombre para ser tal, debe ser capaz de invocar, hablar, alabar a sus dioses. De
otro modo su ser sería imperfecto. Entonces, recordar a Dios será por un lado, alimentarlo,
nutrirlo con la sangre del sacrificio de los vencidos, pero también será nombrarlo, hacer que
su nombre perdure en la memoria y en el recuerdo.Una vez que eso está logrado, la muerte
alcanza un valor especial: el punto final de un ciclo que se termina, y que aunque se viva con
tristeza, no se atraviesa con dolor o con sufrimiento físico. Hasta podría plantearse que sería
una bienaventuranza: el signo o el símbolo de una tarea divina cumplida. Es de ese modo que
entiendo la partida al cielo de los sacrificadores: su tarea ya estaba realizada. El ciclo debía
cerrarse.Y el testimonio de ese ciclo logrado y cerrado no es otro que la palabra misma, en
este caso, escrita, volcada de la tradición oral al texto para que perdure. Dentro de las
palabras, son los nombres los que cumplen una función primordial en esta tradición. Si bien
se podría pensar que los nombres de las cosas conferían poder sobre ellas, será recordando los
nombres de los dioses, nombrándolos, como se los hace pervivir.

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