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¿QUÉ Y POR QUÉ FILOSOFÍA

El nombre tiene una doble intención: ser lo más amplio posible, para evitar
cualquier reforma educativa que se anime, una vez más, a cambiar el nombre de la
asignatura. Y además, quiere ser también un guiño a las nuevas tecnologías que todo lo
invaden, y que han sido, para lo bueno y lo malo, el caldo de cultivo de estos apuntes.
En ellos se hunden las raíces en ideas y teorías clásicas de la filosofía, pero también en
enfoques más novedosos y menos canónicos. Porque esto es la red hoy: si se cuenta con
la suficiente preparación y paciencia, nos surte de suficientes recursos como para
organizar unos apuntes dirigidos a iniciarnos en el mundo del pensamiento.
Este tiene que ser el objetivo final de la asignatura, se llame como se llame, y se
diseñe con la intención política que se diseñe. Hacerte pensar.
Con este “tuteo” pretendo situar los apuntes en el medio de un aula, en la que al
menos alguien termine despertando el gusto hacia el mundo de la filosofía compartiendo
sus ideas y argumentos con otros: dialogo. Teorías que se presentan y se discuten, que
se critican y se refutan o fundamentan.
Esta es la labor que hacemos en las clases de Filosofía, a la que este pequeño
trabajo pretende contribuir solo como un vehículo, un hilo conductor que nos dé un
punto de partida para empezar a trabajar. Es labor de todos incorporar, a lo largo de todo
un curso, estas ideas a nuestro pensamiento habitual, y ser capaces, cuando terminemos,
de pensar desde, contra y a favor. Sin duda que todos habremos ganado algo en el
camino.
No quisiera terminar sin ofrecer también estos apuntes a todos aquellos que
quieren iniciarse en el mundo de la filosofía y conocer algunos de sus temas centrales.
Ciertamente se podrían omitir algunos e incluir otros, pero creo que los que aparecen a
continuación cuentan con suficiente solidez como para partir de ellos para elaborar
nuestro propio itinerario filosófico.
Si leer lo que sigue lleva a alguien a adentrarse en autores y teorías, la tarea
habrá merecido la pena. Afortunadamente, siempre hay filosofía más allá de la
academia. De hecho hay quien piensa que la autentica filosofía germina lejos de ella o
que se filosofa incluso a pesar de la academia, anquilosada en ciertas prácticas más
cercanas al ritual, la pompa y la jerarquía, que al pensamiento libre. Por ello, quizás la
meta más alta sea contactar con alguien que quiere introducirse en los senderos
filosóficos sin la obligación de aprobar exámenes y lograr una nota. Por el puro interés
de saber. Porque no hay utilidad más alta para el ser humano que la aparente inutilidad
del saber por el saber. Eso es lo que hizo que Aristóteles llamara a la filosofía primera la
“ciencia buscada”. Comencemos entonces con esta búsqueda común en la que en último
término consiste toda filosofía.

INTRODUCCIÓN

A menudo entendemos la palabra filosofía como algo oscuro, abstracto y difícil.


Qué es eso de la filosofía, que se da en esas clases y para qué sirve. Preguntas que
fácilmente se escuchan cuando comenzamos a hablar con alguien que se está
familiarizando con esta palabra. A la sorpresa y la curiosidad se le une a menudo el
desprecio: la filosofía no sirve para nada, se dice, en una sociedad en la que el mero
hecho de valorar las cosas en función de su utilidad debería ya hacernos reflexionar de
un modo filosófico. Por el contrario, muchos tienden a afirmar que la filosofía es
aburrida, incomprensible y no tiene nada que ver con el mundo en que vivimos.
Esta apreciación choca frontalmente con lo que han dicho muchos filósofos:
nada hay más propio del ser humano que la filosofía. Todos somos filósofos, cualquiera
se hace preguntas y trata de buscar respuestas a lo largo de su vida. Tampoco faltan los
que han defendido que la condición filosófica es lo que nos hace verdaderamente
humanos y nos diferencia de los animales. En la filosofía encontraríamos, según esto,
nuestras más hondas señas de identidad e ignorarla es una condición para el
embrutecimiento y la anulación de una forma determinada de pensamiento.
¿Cómo es posible semejante contradicción? ¿Puede lo que unos arrinconan y
rechazan ser para otros una de las características más valiosas del ser humano? ¿Qué ha
ocurrido para que nuestra cultura e incluso a veces el propio sistema educativo reniegue
de lo que han sido más de dos mil años de tradición, de manera que pasemos por encima
de una actividad que nos define y nos ha dado una identidad como cultura y
civilización? Si queremos comprender estas tensiones y enfrentarnos al mundo en que
vivimos hemos tomar como punto de partida un conocimiento claro de aquello de lo que
estamos hablando. Analicemos la filosofía para ser capaces de dilucidar después su
valor como disciplina.

Dos sentidos (entre muchos posibles) de la palabra filosofía

La filosofía, como otras tantas disciplinas, nace de la experiencia humana. Hay


por tanto un sentido cercano, próximo y vivencial de la palabra filosofía, que se
convierte así en una actividad cotidiana del ser humano: cuestionarse a sí mismo y
cuestionar nuestro propio entorno es filosofar. La misma etimología de la palabra
filosofía nos recuerda que esta es amor a la sabiduría y la mejor forma de ser sabio es
preguntar. La interrogación se convierte en la actitud filosófica fundamental a la que
sigue, en un segundo momento, una toma de postura: todos tenemos ideas (quizás
heredadas o quizás propias) sobre cuestiones que nos afectan.
En consecuencia filosofía es, también, tomar postura, algo a lo que la sociedad
de hoy nos obliga: nuestra vida consiste en decidir y esto no es posible en un sentido
pleno sin haber reflexionado previamente, a no ser que queramos ser arbitrarios,
inconsistentes o incoherentes. Elegimos las grandes cosas de la vida: que queremos ser,
como queremos ser… pero también las cotidianas: ver la televisión, comprar en el
supermercado, votar un partido político, afiliarse en un sindicato o realizar voluntariado
dentro de una ONG. Son cosas que no hacemos porque si, sino porque creemos tener
suficientes razones para ello. En todas estas decisiones aparecen implicadas creencias
personales, valores morales, apreciaciones sobre la realidad que necesariamente
encuentran su origen en nuestra forma de pensar. No hay vida auténticamente humana
sin pensamiento que la respalde.
Sin embargo no es este el único sentido de la palabra filosofía. Cabe distinguir
una segunda acepción que implicaría la especialización en esa tarea tan humana como
es el pensamiento. Estaríamos hablando entonces de la filosofía en su sentido
académico, entendida como disciplina o asignatura que se enseña y se ha venido
cultivando en nuestra cultura: a lo largo de la historia ha habido quienes han empeñado
su vida, su esfuerzo y su tiempo en tratar de dar una respuesta más organizada, más
desarrollada a todas esas cuestiones que, de una forma u otra, nos rondan la cabeza.
Desde hace veinticinco siglos esas preguntas han ido cristalizando en respuestas,
muchas de las cuales merecían ser discutidas y conservadas.
Gracias a todos aquellos que han mantenido y transmitido la filosofía podemos
empezar hoy nuestro propio camino filosófico con mucho terreno andado: este es el
sentido de una disciplina como la filosofía y su historia.
En este segundo sentido de la palabra, podríamos entender la filosofía como el estudio
radical, critico y ultimo de toda la realidad, que toma como referencia importante
además su propia historia, el discurrir de las ideas y el pensamiento. Para entender su
utilidad podemos retomar una vieja idea medieval: como enanos apoyados a espaldas de
gigantes, quizás podamos sustentar nuestras respuestas en las que han dado ya otros
pensadores, cuyas ideas pueden alumbrar nuestra propia experiencia filosófica. Esta y
no otra debe ser una de las funciones centrales de la filosofía, que convertida en
disciplina corre el peligro de encorsetarse en rígidos criterios académicos y entregarse al
tedio, al aburrimiento y la revisión histórica de sí misma. La filosofía y su historia
renacen cuando son capaces de dialogar con el presente y languidecen desde el
momento en que pierden el contacto con el mismo.

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