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Monografía final

Filosofía de la educación
7-12-2021
PA
GE “Las formas de la emancipación. Más allá de la sujeción: la educación como
práctica de la libertad”.
Introducción:

En el presente trabajo se intentará analizar

Anteriormente hemos descripto aquellas características que conforman al sujeto moderno, el


texto de Romero “Estudio de la mentalidad burguesa” (1987) nos sirve como guía en el
proceso de construcción del sujeto moderno y la modernidad en sí como proyecto pedagógico.
El Renacimiento trajo consigo un cambio de época, en el que se da el pasaje del mundo
medieval (teocéntrico) al mundo moderno (antropocéntrico) y con este una profunda
desacralización del mundo, y una disociación con la naturaleza donde el hombre pasa de
conformar parte de ella como creación divina, a situarse fuera de esta y objetivarla como
objeto de conocimiento. Primeramente, es un individuo autoconsciente y pensante, completo
en sí mismo y luego es miembro de un colectivo, de una sociedad (constituida por la mera
suma de individuos). Construye ahora sus representaciones de forma racional y no natural (en
la cual era inadmisible formular cuestionamientos que no encontraran respuestas más allá del
poder y mandato de Dios) en un mundo secularizado. Se apropia de la naturaleza mediante la
ciencia, la técnica y el trabajo, en esta nueva concepción mecanicista se convierte en
productor de objetos útiles para su beneficio. En relación a Dios, este nuevo individuo ahora
tiene conexión directa con este, considerándolo como creador, pero no único poseedor de
razón, abandonando diversas costumbres o ritualidades antiguas y conservando otras. En este
sentido, el racionalismo propuesto por Descartes en “Meditaciones metafísicas, con objeciones
y respuestas” (1977) con esta nueva cosmovisión antropocéntrica del mundo, se ubica al
hombre como sujeto del conocimiento, referente sustancial para la construcción de las
significaciones del universo. Afirma la existencia de Dios, pero como garante de esta razón y no
como único dueño de esta. La modernidad no encuentra sus bases en Dios sino en el cogito, en
el sujeto pensante, así como los temas y problemas que ella aborda, particularmente aquellos
que tienen que ver con el conocimiento y la subjetividad. En el Gorgias (1980) de Platón este
contraste en la imagen del sujeto moderno frente al feudal se ve reflejado mediante ese
debate junto a Calicles don ambos toman una postura antagónica frente temas relacionados al
deseo y la cultura. Calicles realiza planteamientos propios de lo que posteriormente será la
mentalidad burguesa, realiza planteos pragmáticos, considera justo que algunos tengan más
que otros y que los fuertes se impongan a
los débiles; Sócrates de Profesor: Casali Carlos algún modo
representa la moral basada Duarte Eva Magdalena en la razón, la
moderación. Aquella
Legajo: 44428
Licenciatura en Educación persona que no
cae ante impulsos y que puede dominar
sus deseos, quien prefiere ser siempre
justo "Dicen los sabios, Calicles, que al
cielo, a la tierra, a los dioses y a los hombres
los gobiernan la convivencia, la amistad, el
buen orden, la moderación y la justicia, y por esta razón, llaman a este conjunto 'cosmos' y no
desorden y desenfreno". La diferencia entre naturaleza y leyes ya está planteada aquí y la
moderación, el equilibrio es lo que permite una vida en comunidad.
Por otra parte, otra característica representativa de la modernidad, que contribuye a nuestro
PA
GE eje de análisis, es el conocimiento como emancipación individual y social de los preceptos
naturales. En el que se tiende a formar ciudadanos con un mínimo conocimiento científico en
lo económico y lo político, a través de la razón que es quien lo guía. Geneyro (2007) presenta
como quinto legado propuesto por la modernidad en la caracterización del sujeto moderno a
la expansión de los sistemas educativos hacia la consolidación de los sistemas educativos
nacionales, desarrollando políticas e instituciones para la formación de los maestros. Al
normativizar se profesionaliza el maestro y el profesor en el mundo moderno. Este proyecto
educativo tiene como fin delimitar las estructuras sociales y el lugar que cada hombre ocupa
en ellas, en este caso el maestro adquiere un rol fundamental en la socialización de las nuevas
generaciones siendo la escuela el ámbito privilegiado para el desarrollo de dicho proceso.

Ante esta conceptualización del sujeto moderno como tal, y con el texto elegido como eje del
análisis, intentaremos indagar el rol de la educación en las sociedades (y la concepción que los
autores vistos durante la catedra tienen sobre esta), como constructora o formadora de
sujetos, muchas veces como reproductora de modelos de dominación, otras como foco de
resistencia, resignificándose como práctica de la libertad.

Desarrollo:

La sociedad desescolarizada corresponde a Iván Illich, pedagogo y ensayista de origen


austríaco. La obra, publicada en 1970 y reversionada en 1985, comprende siete capítulos, en
los cuales pone de manifiesto las disyuntivas y cuestionamientos a la sociedad escolarizada, y
articula proyectos desescolarizantes al respecto.

Al indagar “¿por qué debemos privar del apoyo oficial a las escuelas?”, esboza como hipótesis
que la escuela adiestra al tratar indistintamente sustancia y proceso, o en otras palabras
enseñanza y saber, promoción y educación, servicio con labor. A partir de entonces, pretende
demostrar que es necesario quitar el apoyo oficial a las escuelas porque rige un currículum
oculto, resultado de un proceso de manipulación institucional que conduce a tres dimensiones.

En primer lugar, la contaminación física en la medida que la escolarización alcanzó la totalidad


de la realidad social, visible en el consumo y demanda, generados por las burocracias para
garantizar su monopolio. Además, el autor agrega que “…la pobreza moderna conjuga la
pérdida del poder sobre las circunstancias con una pérdida de la potencia personal…” (Illich, p.
5), es decir que rige una impotencia psicológica que arbitra la incapacidad de valerse por sí
mismos, por lo que el progreso personal y las oportunidades son dependientes de la escuela.

Un aspecto a destacar es que Illich considera que América Latina favorece una doble
explotación por el fanatismo por la escuela; por un lado, aumenta la asignación de fondos
públicos a la educación de unos pocos y, por otro, acepta el crecimiento del control social de la
mayoría, desfavoreciendo el control del propio aprendizaje. En tercer lugar, la escuela
obligatoria polariza a la sociedad bajo un sistema internacional de castas, medidas por el
promedio de años de escolaridad de los ciudadanos y tabla de calificaciones.

A partir de estas dimensiones, urge la necesidad de quitar el apoyo oficial al monopolio de la


escuela, a lo que denomina religión del proletariado modernizado, el cual adopta rituales,
ordenaciones y calificaciones (como pasaporte educacional) para adjudicar funciones sociales;
a su vez, encauza la ilusión de que el saber es resultado de la enseñanza, aunque el autor
advierte que el aprendizaje no es resultado de la instrucción programada y rutinaria.
Por otro lado, las restricciones del currículum, que afectan al rol docente y al aprendizaje
PA
GE creativo, funda el supuesto de que la educación escolarizada es para todos y por parte de
todos, ante lo cual estructura vínculos y una administración burocrática. En contraposición, la
desescolarización de la sociedad implica el reconocimiento de la naturaleza ambivalente del
aprendizaje, vale decir de la destreza y de la educación. A criterio de Illich, la destreza se
adquiere en la rutina, pero la educación debe configurar circunstancias significativas, que
permitan desarrollar reacciones e interrogantes, a la manera de Freire, que distan de las
escuelas, por ello afirma que “todos hemos aprendido la mayor parte de lo que sabemos fuera
de la escuela.” (Pág. 42)

Sin embargo, se refleja una resistencia a la desescolarización de la educación porque hay un


proceso eficaz de instrucción total y manipulación, que él alude como una imaginación
“totalmente escuelada”, en tanto permitimos al Estado verificar las deficiencias educativas
universales de sus ciudadanos y establecer un organismo especializado para tratarlos. Si uno se
pregunta cómo se asegura la eficacia del proceso de instrucción y manipulación del currículum
obligatorio, Illich responde que rigen factores del fenómeno escolar: la edad; la relación con
maestros; y la exigencia a la asistencia completa. El primer aspecto remite no sólo a la
naturalización de la permanencia y aprendizaje de los niños en la escuela, sino también a la
diferenciación por edades. Cabe destacar sus palabras “…Crecer pasando por la niñez significa
estar condenado a un proceso de conflicto inhumano entre la conciencia de sí y el papel que
impone una sociedad que está pasando por su propia edad escolar…” (p. 17). En otras
palabras, de no existir la escuela para una edad determinada, la niñez no se fabricaría, no
prevalecería la disyunción entre sociedad humanitaria y ambiente escolar manipulador y
discriminador.

Para Illich, el sistema escolar aúne el mito de la sociedad, la institucionalización de las


contradicciones de ese mito, y el ritual que reproduce y encubre las disparidades entre el mito
y la realidad. El mencionado mito moderno lo denomina “Consumo sin Fin”, el cual funda la
creencia de que el proceso educativo produce valor, por lo que es necesario reducir las
esperanzas y acrecentar las expectativas o planificaciones curriculares determinadas. El valor
mencionado varía conforme a la asistencia completa y a valores cuantificados, los cuales
pueden reproducirse y medirse, para alcanzar el ilusorio progreso social. A modo de que se
acepten las clasificaciones jerárquicas y se ajusten los deseos a valores comercializables, se
proveen valores envasados, que es un paquete de significados destinados al distribuidor-
profesor y consumidor-alumno. De hecho, más allá de la resistencia manifestada en la
deserción escolar y el rechazo al determinismo, la escuela perpetúa el consumo curricular
competitivo, signado por el progreso hacia niveles más elevados de escolarización y las
proyecciones engañosas de un creciente ritual que racionaliza la frustración fuera de la
escuela, de modo que la escuela se presenta como la salvación destinada a quienes acumulen
años en ella.

En este juego ritual, según Illich, la escuela adquiere la categoría de Iglesia Universal, y conjuga
las expectativas del consumidor, expresadas en sus pretensiones, con las creencias del
productor expresadas en su ritual. En consecuencia, acrecienta la dependencia del maestro
con la omnipotencia del alumno, y despliega la alienación, tecnificación y limitación de
oportunidades. Concluye que, dentro del espectro institucional, la escuela se ubica a la
derecha del consumo, en detrimento de la elección y vínculos deliberados. De forma coercitiva
y destruyendo la autopercepción del niño, logra la afiliación a las instituciones y la impresión
de la igualdad, pudiendo fijar un falso servicio de utilidad pública y una carencia de vías
alternativas para los niños que abandonen el proceso (denominados desertores) o no
PA
GE completen las credenciales estipuladas. Al respecto, el autor sostiene que la crisis
contemporánea de la educación obliga a replantear el aprendizaje prescrito, bajo métodos
usados para cumplimentar. A criterio del autor, “…debe comenzar con una renovación del
estilo de las instituciones de servicio y, antes que nada, por una renovación de la educación.
Un futuro que es deseable y factible depende de nuestra disposición a invertir nuestro saber
tecnológico en el desarrollo de instituciones conviviales…” (p. 37).

¿Qué opinan sobre la educación otros pensadores?

En consonancia a lo planteado por Illich, a lo largo de la historia diversos pensadores han


polemizado sobre el rol del Estado en la educación, la educación tal como herramienta y el rol
que esta cumple en la sociedad. Geneyro (2007) plantea que en la modernidad aparecen una
serie de tensiones entre las propuestas educativas. Las mismas se desarrollan en dos sentidos:
por un lado, se encuentran aquellos que sostienen la importancia de una educación
homogénea principalmente a cargo del Estado orientada a lograr una mayor igualdad formal
entre los actuales y futuros ciudadanos; aquí nos encontramos con autores como Rousseau,
Concordet y Durkheim. Por otro lado, se presentan las posturas de quienes privilegian el papel
de la autoridad paterna y de las iniciativas privadas, poniendo énfasis en la individualidad y a la
libertad como valor predominante, entre los autores que defienden esta postura podemos
nombrar a Locke, J. S. Mill y H. Spencer y Humboldt, citando a este último quien “rechaza la
educación pública como acción del Estado dado que éste, por requerir necesariamente unidad
de organización, produce una cierta uniformidad entre los individuos por efecto de aquélla y
desmerece su calidad formativa, empobrece el carácter moral y la propia autonomía personal”
(p 256).

Por su parte
PA
GE

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