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El documento analiza el extractivismo y neoextractivismo en América del Sur. Define el extractivismo como la extracción a gran escala de recursos renovables para su exportación, agotando los recursos y empobreciendo a las comunidades locales. El neoextractivismo mantiene las mismas patologías pero con un mayor rol del estado. La dependencia de los recursos naturales consolida gobiernos autoritarios con instituciones débiles. La solución propuesta es diversificar la economía, fortalecer el mercado interno y generar estrategias de transición productiva
El documento analiza el extractivismo y neoextractivismo en América del Sur. Define el extractivismo como la extracción a gran escala de recursos renovables para su exportación, agotando los recursos y empobreciendo a las comunidades locales. El neoextractivismo mantiene las mismas patologías pero con un mayor rol del estado. La dependencia de los recursos naturales consolida gobiernos autoritarios con instituciones débiles. La solución propuesta es diversificar la economía, fortalecer el mercado interno y generar estrategias de transición productiva
El documento analiza el extractivismo y neoextractivismo en América del Sur. Define el extractivismo como la extracción a gran escala de recursos renovables para su exportación, agotando los recursos y empobreciendo a las comunidades locales. El neoextractivismo mantiene las mismas patologías pero con un mayor rol del estado. La dependencia de los recursos naturales consolida gobiernos autoritarios con instituciones débiles. La solución propuesta es diversificar la economía, fortalecer el mercado interno y generar estrategias de transición productiva
Tema: Extractivismo y neoextractivismo, las dos caras de la misma maldición. Fecha: 13/12/2019
DESARROLLO DEL TEMA
Acosta inicia el articulo mostrando la teoría de la maldición de la abundancia, teoría que
aparece en los informes del BID (Banco Interamericano de Desarrollo), en donde se menciona que de algún modo los países con mayor biodiversidad y recursos naturales, están condenados a ser los más pobres y “sub-desarrollados” y al mismo tiempo habla de otra maldición, la maldición ideológica que piensa que la única salida a la pobreza es el extractivismo y las exportaciones; pero como dando un alivio al lector, indica que estas dos maldiciones no son inevitables. El autor intenta hacer una definición aproximada del término “extractivismo”, mencionando que son las actividades que remueven grandes cantidades de recursos renovables para ser procesados. Y como elementos probatorios es el uso desmedido de recursos superando la tasa de regeneración de estos recursos hasta el punto de convertirlos en no renovables, además de ser exportados fuera de los territorios de origen. La bonanza de la extracción y exportación de recursos, va a manos de pocos, siempre de los que tienen más y los otros se empobrecen más; debilita la producción de la industria interna, pierde valor al aparecer productos procesados que los sustituyen, los estados prefieren o aceptan inversores extranjeros, aceptan tecnologías extranjeras mismas que contratan mano de obra barata exportada, traen materias primas del extranjero para la explotación y llevan los recursos a paraísos fiscales sin dar oportunidad a la economía interna probar pedazo del pastel fruto de la explotación y al final solo le queda devastación ambiental y social. No hay duda, “el neoextractivismo es parte de una versión contemporánea del desarrollismo propia de América del Sur, donde se mantiene el mito del progreso y del desarrollo bajo una nueva hibridación cultural y política”. Aquí la actuación del estado es mayor sobre todo en la explotación de los recursos naturales y la inversión en proyectos sociales que le dan importancia y presencia política, actuando de forma indiferente a costo ecológico y social que tendrá que pagar. Los estados actuales confían ciegamente en las economías extractivistas, En síntesis, gran parte de las mayores y más graves patologías del extractivismo tradicional se mantienen en el neoextractivismo. La dependencia de los recursos naturales, consolida gobiernos autoritarios, debido a los siguientes factores: Débiles instituciones del Estado para hacer respetar las normas y capaces de fiscalizar las acciones gubernamentales. Ausencia de reglas y de transparencia que alienta la discrecionalidad en el manejo de los recursos públicos y de los bienes comunes. Conflicto distributivo por las rentas entre grupos de poder, lo que a la larga, al consolidar el rentismo y patrimonialismo, disminuye la inversión y las tasas de crecimiento económico. Políticas cortoplacistas y poco planificadas de los gobiernos. Ilusión de la riqueza fácil y abundante derivada de la explotación y exportación masiva de recursos naturales, incorporada como un ADN en amplios segmentos de la sociedad y los gobiernos. La solución consistiría en dejar de explotar los recursos naturales. Obviamente, esa es una falacia. La maldición de los recursos naturales no es una fatalidad del destino, sino una elección. El reto radica en encontrar una estrategia que permita construir el buen vivir aprovechando los recursos naturales no renovables, transformándolos en “una bendición”. Entonces, la consecución de un nuevo perfil de especialización productiva para tener países con sostenimiento interno, en base a un consenso amplio de los diversos intereses. Para lograrlo hay que robustecer el mercado interno y el aparato productivo doméstico, así como generar estrategias de transición productiva que permitan que la actividad extractiva pierda importancia económica. Los objetivos económicos deben estar subordinados a las leyes de funcionamiento de los sistemas naturales, sin perder de vista el respeto a la dignidad humana y la mejoría de la calidad de vida de las personas y las comunidades.
El Desarrollo Económico Sostenible y La Potencialidad de Recursos Naturales Será El Camino A La Prosperidad Económica en América Latina en Los Próximos Años