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UNIVERSIDAD NACIONAL DE CHIMBORAZO

MAESTRIA EN DESARROLLO LOCAL

Nombre: Paúl Guallpa


Tema: Interculturalidad, decolonialidad y el buen vivir.
Fecha: 24/11/2019

DESARROLLO DEL TEMA

Interculturalidad, decolonialidad y el buen vivir

El asunto es el deterioro no sólo de las estructuras institucionales sino de la calidad de


vida, de la posibilidad de llegar una vida digna que valore a todos los seres humanos y al
entorno social, cultural, natural y ancestral en el que se desenvuelven.

Son esta visión holística y condición básica del “buen vivir”, las que han orientado las
cosmovisiones, filosofías y prácticas de vida de los pueblos de Abya Yala.

Lo que se busca es que la pauta conceptual de cambio venga de los pueblos de raíz
ancestral, históricamente excluidos en la construcción del Estado, la sociedad y la nación,
y de que sean éstos los que ahora –con sus conceptos de interculturalidad,
plurinacionalidad, el bien estar colectivo y el sumak kawsay– proporcionen la base para la
refundación del Estado, la sociedad y el país para todos.

La comunión humanos naturaleza


Desde que la espada y la cruz desembarcaron en tierras americanas, la conquista
europea castigó la adoración de la naturaleza, que era pecado de idolatría, con penas de
azote, horca o fuego.
La comunión entre la naturaleza y la gente, costumbre pagana, fue abolida en nombre de
Dios y después en nombre
de la civilización. el patrón de sociedad que vivimos hoy en día, enmarcado en la ruptura
de la relación de hombre-mujer con la naturaleza, la historia y el entorno en general, es
producto de la propia colonización. Por ende, reestablecer y reconstruir la comunión entre
la naturaleza y las personas es acto de descolonización.
Los principios centrales del bien estar colectivo y del buen vivir
En las cosmovisiones indígenas y afrodescendientes, la madre tierra es el eje central,
ampara a sus hijas e hijos, a quienes da los espacios, alimentos y elementos –cósmicos,
físicos, afectivos, espirituales, identitarios, culturales y existenciales– necesarios para
vivir. Hay cuatro principios fundamentales que orientan esta visión y práctica de la
cosmovisión indígena en los países andinos.
El primero es el principio de la relacionalidad, este sostiene el vínculo o interconexión
entre todos los elementos que conforman la totalidad,183 los seres animados que se
complementan, relacionan y autorregulan. Afirma la convivencia integral con el cosmos y
con todas los variables (afectivas, ecológicas, éticas, estéticas, productivas, espirituales e
intelectuales, etc.) que forman parte de él.
El segundo es el de la correspondencia: los distintos aspectos o componentes de la
realidad se corresponden de una manera armoniosa de manera dial (lo orgánico y lo
inorgánico).
El tercero es el de la complementariedad, y da especificidad a los dos anteriores. Este
principio afirma que ningún ente, acción o acontecimiento, existe aislado o por sí mismo,
sino que coexiste con su complemento específico. La complementariedad apuntala la
presencia del otro.
El cuarto principio –la reciprocidad o ayni– es la expresión pragmática de la
correspondencia y la complementariedad. este principio no sólo compete a las
interrelaciones humanas sino a todo tipo de interacción: intrahumana, ser humano-
naturaleza, o sea lo humano y lo divino. “La relacionalidad andina no presupone
necesariamente una relación de interacción libre y voluntaria; más bien se trata de un
‘deber cósmico’ que refleja un orden universal del que el ser humano forma parte”.
Lo humano surge, justamente, cuando un hombre toma en cuenta al otro, en su
diferencia, en lugar de ver en él sólo el reflejo de su propia identidad. Al hacer esto el
hombre adquiere una doble conciencia: la suya y la del otro y de la confrontación de estas
dos conciencias nace el sentimiento de un ser superior que es común a los dos. Estos
cuatro principios juntos se expresan en el kawsay, en la vida. como explica la Universidad
Amawtay Wasi. El sumak kawsay o buen vivir se constituye entonces en categoría central
siempre en construcción de la filosofía, práctica y dinámica andinas de vida en todos sus
aspectos y actividades sociales, culturales, espirituales, económicos, ambientales, etc.

Buen vivir contra buena vida

La tradición occidental de la buena vida bebe de dos fuentes: una, del mito bíblico del
Jardín del Edén, y otra, de la visión aristotélica que liga la buena vida a la vida en ciudad,
en ambos casos hay una coincidencia: la separación respecto de la naturaleza. Por eso,
el hombre moderno no dialoga con la naturaleza sino se impone sobre ella. Controlar y
dominar la naturaleza y superar la condición humana asociada con ella, es “civilizar”.

Esta buena vida pretendía –y aún pretende– transformar al mundo de acuerdo a


una sola verdad. En esta verdad de milenarias raíces, algunos dominan y acumulan. El
trabajo –elemento animista, colectivo y hasta sacramental en las cosmovisiones andinas–
es considerado aquí como castigo divino opuesto a la vida buena.

Asumir el “vivir bien”– como pauta, suma y comprensión para refundar y reconstruir la
sociedad, implica cuestionar la unicidad de la verdad, abriendo a la vez la posibilidad de
otras verdades, o más bien verdades, filosofías, prácticas y designios “otros”, que podrían
enfrentar la destrucción social, ambiental, espiritual que actualmente estamos viviendo.

Para visionar una sociedad “otra”

El modelo sobre el cual se ha pensado y construido el Estado y la sociedad ecuatorianos


no ha sido el del equilibrio –armonía con relación al entorno–, tampoco el de calidad de
vida. Ha sido, más bien, un modelo que pretende superar este “pasado”, asumiendo el
desarrollismo como política necesaria junto con la ilusión del “progreso”, y el afán de
consumo, riqueza, acumulación, competencia, es decir “civilización”. Esto a fomentado el
individualismo, niveles de violencia racial y quemimportismo, consumismo y niveles de
destrucción ambiental nunca antes visto, un país donde reina la avaricia y la corrupción.

A partir de esta realidad, Ecuador se construye sobre sus debilidades y carencias, en la


nueva constitución de 2008. La misma que en su preámbulo, manifiesta “Decidimos
construir una nueva forma de convivencia ciudadana en diversidad y armonía con la
naturaleza para alcanzar el buen vivir, el sumak kawsay”.

Los siete objetivos del Régimen de Desarrollo sobre el cual se reconstruye son: Mejorar la
calidad y esperanza de vida, construir un estado justo, democrático, productivo y solidario
con una distribución igualitaria de sus beneficios; fomentar la participación y el control
social, garantizar la soberanía nacional, promover el ordenamiento territorial equilibrado,
proteger y promover la diversidad cultural.

Detrás de estos objetivos y deberes existe la visión de una nueva sociedad igualitaria,
basada en la fraternidad, la solidaridad, la complementariedad, el acceso equitativo, la
participación, el control social y la responsabilidad; una sociedad desde la cual la
conceptualización y la práctica del Estado podrían ser sumamente distintas. De esta
manera, la incorporación del sumak kawsay o buen vivir representa un hito trascendental.

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