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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria

Universidad Bolivariana de Venezuela

Eje Municipal Cacique Murachi

El Vigía, Estado Bolivariano de Mérida.

IGUALDAD, DIVERSIDAD Y JURISPRUDENCIA

DOCENTE: PARTICIPANTE:

Abg. Jhoe Mendoza LUIS GUIDICI LABRADOR

C.I.: V-22.662.119

OCTUBRE 2022
Mujeres, Graneros y Capital.

La mujer, considerada una presa y objeto que sirve para satisfacer la concupiscencia
colectiva, expresa la degradación infinita del hombre que no existe más que para sí,
puesto que el misterio de las relaciones del hombre con su parecido encuentra su
expresión no equívoca, decisiva, pública, abierta, en la relación del hombre y la mujer y
en la forma de concebir la relación genérica inmediata y natural. La relación inmediata,
natural, necesaria, de los seres humanos es la relación del hombre y la mujer. En esta
relación genérica natural, la relación del hombre con la naturaleza representa
directamente la relación del hombre con su parecido, al igual que la relación del hombre
con su parecido representa directamente su relación con la naturaleza, su propio destino
natural. En consecuencia, esta relación hace aparecer de manera sensible, reduce a un
hecho visible, hasta qué punto la naturaleza se ha convertido en la esencia humana del
hombre. Es por lo que, basándose en esta relación, se puede juzgar el grado general de
desarrollo del hombre. La característica de esta relación muestra en qué medida el
hombre, en tanto que ser genérico, se ha convertido en hombre y se concibe como tal; la
relación del hombre y la mujer es la relación más natural de los seres humanos. Por tanto,
vemos hasta qué punto el comportamiento natural del hombre se ha convertido en
humano, y hasta qué punto su esencia humana se ha convertido para él en esencia
natural, hasta qué punto su naturaleza humana se ha convertido en naturaleza para él. En
esta relación, vemos también hasta qué punto la necesidad del hombre se ha convertido
una necesidad humana, es decir, hasta qué punto otro ser humano se ha convertido para
él en una necesidad, en tanto que ser humano, hasta qué punto es, en su existencia
individual, un ser social al mismo tiempo.

Por cierto, nuestros juristas estiman que el progreso de la legislación va quitando a las
mujeres cada vez más todo motivo de queja. Los sistemas legislativos de los países
civilizados modernos van reconociendo más y más, en primer lugar que el matrimonio,
para tener validez, debe ser un contrato libremente consentido por ambas partes y, en
segundo lugar, que durante el período de convivencia matrimonial ambas partes deben
tener los mismos derechos y deberes. Si estas dos condiciones se aplicaran con un
espíritu consecuente, las mujeres gozarían de todo lo que les apeteciese.
Hoy, en la mayoría de los casos, el hombre tiene que ganar los medios de vida, tiene
que alimentar a la familia, por lo menos entre las clases poseedoras, lo que le da una
posición preponderante que no necesita ser privilegiada de un modo especial por la ley.
En la familia, el hombre es el burgués y la mujer representa al proletario. Pero en el
mundo industrial, el carácter específico de la opresión económica que pesa sobre el
proletariado sólo se manifiesta con total nitidez una vez suprimidos todos los privilegios
legales de la clase capitalista y establecida la plena igualdad jurídica de ambas clases. La
república democrática no suprime el antagonismo entre las dos clases; al contrario, no
hace más que suministrar el terreno en que llega a su máxima expresión la lucha por
resolver dicho antagonismo. De igual modo, el carácter particular del predominio del
hombre sobre la mujer en la familia moderna, así como la necesidad y la manera de
establecer la igualdad social efectiva de ambos, sólo se manifestarán con toda nitidez
cuando el hombre y la mujer tengan, según la ley, derechos absolutamente iguales.
Entonces se verá que la liberación de la mujer exige, como primera condición, la
reincorporación de todo el sexo femenino a la producción social, lo que a su vez requiere
que se suprima la familia individual como unidad económica de la sociedad.

Es reiteradamente conocido, que el concepto de explotación es la máxima desigualdad


que existe. Esta categoría económica consiste en la usurpación del producto final que
surge del proceso de producción de la clase trabajadora, por parte de la clase poseedora.
Desde que surgió la sociedad dividida en clases sociales, se convirtió en el hecho
determinante de toda la historia posterior de la humanidad. Se trata de un hecho
económico fundamental para la ganancia de quien explota la fuerza de trabajo que
contrata, y que se acentúa especialmente en la base productiva del sistema capitalista.
Situación intolerable, por lo cual el camarada Marx hizo una investigación científica, cuyos
resultados fueron los publicados en El capital, demostrando todas las desigualdades que
produce el capitalismo, resultado de esa espoliación. En este estudio quedó evidenciado
el perjuicio que se le hacía a quienes trabajaban por migajas de salarios y resultaban
mano de obra barata, por largas horas de trabajo: niños, niñas y adolescentes
trabajadores, como también mujeres trabajado-ras, jóvenes y adultas.
Valga distinguir la opresión como el aprovechamiento de las desigualdades para poner
en desventaja y someter a un grupo social, con base en diferencias raciales, sexuales,
nacionales o de otro tipo, que produce una situación de desigualdad de derechos, de
discriminación social o cultural. Mientras que la explotación es económica, ya que
determina que existan clases sociales. La opresión es cultural y social, permite una
situación de discriminación, y se puede dar entre personas de distintas clases sociales, y
dependiendo de ello los efectos económicos varían. En este sentido, las mujeres
trabajadoras son explotadas y oprimidas. Las de la burguesía pueden ser discriminadas
en razón de sexo debido a los patrones socioculturales impuestos por la ideología
patriarcal, sin embargo, ellas pueden ser a su vez explotadoras, y su situación económica
les permite llevar con ventaja su opresión, contrario a las trabajadoras.

Por eso, el trabajo de las mujeres y los niños fue la primera palabra de la aplicación
capitalista de la maquinaria. Este poderoso sustituto de trabajo y de obreros se transformó
inmediatamente en un medio para aumentar el número de asalariados, colocando a todos
los miembros de la familia obrera, sin distinción de sexo ni edad, bajo el dominio
inmediato del capital.

En el modo de producción/reproducción capitalista, antes de que el operador active sus


habilidades y conocimientos, en y sobre un proceso productivo concreto, ha de ser
producido bajo una forma social determinada, ha de ser producido en tanto que
“capacidad o fuerza de trabajo”. Bajo “una forma social determinada” pues, ya que esta
producción social específica del operador supone que el conjunto de los presupuestos
vitales de su actividad, así como los recursos y potencialidades intelectuales que son su
contenido, sean reguladas y colocadas a disposición de mecanismos sociales generales.
Bajo el imperio de la “forma valor” se produce un desdoblamiento de los procesos de-
socialización; el individuo moderno aparece atrapado bajo un doble registro.

Para concluir, investiguemos las condiciones económicas generales que en el estadio


superior de la barbarie minaban ya la organización gentil de la sociedad y la hicieron
desaparecer con la entrada en escena de la civilización. "El Capital" de Marx nos será tan
necesario aquí como el libro de Morgan.

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