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Mi nombre es John Jaime Ossa Benítez.

Soy colombiano de nacimiento e


israelí por nacionalización. Quizá esta experiencia de contrastar dos
espacios geográficos, culturales y lingüísticos tan diversos y distantes me
invite ahora a explorar el universo ELE. El haber también vivido en
España durante tres años me permitió también percibir nuestra lengua
en sus raíces, con otros giros y usos y, desde allí, captar la riqueza de
nuestra propia expresión en Latinoamérica.

Desde mi profesión como Licenciado en Filosofía y Letras y Magister en


Literatura (en inglés), como desde mi desempeño como profesor de
inglés en el Colegio San Ignacio de Loyola y en el Centro de Lenguas de
la UPB, se ha ido despertando la inquietud por trabajar en ELE. La sigla,
como la he recibido y entendido, responde a: Español como Lengua
Extranjera; y en cierta medida, por qué no, a su enseñanza para los
hablantes no nativos de la misma.

ELE registraría, también, el modo como el Español ha ido ganando un


terreno significativo como lengua de interacción entre personas para
quienes ha despertado un vivo interés, sea por el contacto con la
literatura, con expresiones visuales, con la música latina y española y
también a través de mensajes en redes sociales; pero también como un
modo de acercamiento a otros escenarios culturales, así como una
puerta de acceso a alternativas educativas en países de habla hispana y
también como vehículo para disfrutar mejor de experiencias turísticas,
sobre todo en Latinoamérica. Y este terreno lo ha ganado no solo por el
ya significativo número de hablantes nativos de Español en el mundo,
sino por el inevitable e interesante ‘contagio’ con la lengua misma,
desde circunstancias sociales como la migración de latinoamericanos y
españoles a otros países del mundo o el contacto permanente de
extranjeros con estas poblaciones en sus países. Como sea que se diese
la experiencia, ha crecido el interés por aprender no solo el Español
como lengua, sino como modo de acceder a la realidad, idiosincrasia,
tradiciones e historia de los hispanohablantes. El Español, por tanto,
aparece ya como una lengua con un mayor status de vida, con un
horizonte más amplio y con un reconocimiento merecido en el contexto
internacional.

Y, ¿qué considerar en el cómo aprender Español? Definitivamente el


contacto e inmersión con esta lengua. Es el modo más profundo y
significativo de hacerlo. Tomar cursos sea presenciales u online cumple
la función de poner a la persona interesada en situación y de ofrecerle
el instrumental estructural, el primer contexto, el marco gramatical y
unas herramientas comunicativas básicas. Con todo, una lengua
extranjera solo se aprende cuando se la experimenta, cuando la persona
se ve comprometida en su uso cotidiano, en diversas situaciones y
momentos. Solo se aprende cuando hay que aceptar el reto de quedar
expuesto y se impone, por tanto, la necesidad de comunicarse desde lo
aprendido previamente. Solo se aprende cuando el intercambio
trasciende lo meramente lingüístico y toca la tradición, las raíces, los
modos de ser y de proceder de sus hablantes.

Sobre si aprenderla con un hablante nativo de la lengua o con un


profesor que también la ha aprendido como lengua adicional a su lengua
materna, ambas son posibilidades válidas y ambas pueden funcionar de
cara al aprendizaje, mientras ofrezcan los elementos fundamentales y
acerquen a la persona a una real experiencia comunicativa. No es
garantía a priori que un hablante nativo pueda ser mejor profesor de una
lengua (la suya propia en este caso), solo por el hecho de tenerla como
idioma materno. Para esto se precisa haber reflexionado la propia
lengua, conocer su estructura interna, sus modos de configuración, sus
cambios históricos y sus transformaciones contextualizadas; se precisa
que quien quiera enseñarla sepa cómo propiciar ese contagio del que
hablaba más arriba. Un profesor no nativo podría haber hecho ese mismo
proceso con la lengua del país que lo ha acogido y, por tanto, esto sí
sería garantía de una enseñanza significativa de la misma. Un hablante
nativo podrá aportar mayor precisión de pronunciación, entonación y
comprensión semántica, pero solo en la medida en que haya transitado
esa toma de conciencia.

Hay consideraciones del Español como segunda lengua y como lengua


extranjera. La primera supondría desarrollarlo paralelamente a la lengua
materna del hablante, en un aprendizaje que puede o no ser simultáneo.
El Español, entonces, sería un vehículo permanente de comunicación
tanto oral como escrita, para hacer posible la interacción con otros
hablantes, en un espacio donde esta lengua tenga incidencia directa. La
segunda, valdría a centrar su aprendizaje y expresión como una lengua
adicional que permitiría esos mismos accesos e interacciones señalados,
pero no necesariamente de modo sustancial, cuanto circunstancial.

Los extranjeros con los que he tenido contacto en cuanto a su interés y


deseo por aprender Español, han manifestado encontrar una gran
riqueza léxica y de expresión en nuestra lengua; ésta les ha permitido
explorar dimensiones culturales nuevas, acceder a material literario y
científico, abrirse a nuevas relaciones y recorrer países hispanohablantes
con la capacidad y el gusto de poder comunicarse en la lengua local. Se
han enriquecido y esto les ha permitido, también, depurar estereotipos
e imágenes distorsionadas de los países hablantes del Español, así como
percibir el calado de nuestra lengua y su capital importancia en el
escenario mundial, no solo por la cantidad de hablantes de Español en el
mundo, sino por su impacto y asunción cada vez más notorios.

Respecto a dónde aprender mejor una lengua, depende de las


circunstancias que rodeen ese aprendizaje; pero, definitivamente, no
hay como una inmersión en el lugar geográfico y cultural donde se hable
la misma. Vivir la experiencia de tener que comunicarse en esa lengua
en el espacio concreto de la misma, incluyendo todos los elementos
cotidianos, coloquiales y formales, accediendo a la cultura y tradiciones
locales y permitiéndose el contacto directo con las personas y sus modos
de expresarse, permite un mejor y mayor contraste, una confrontación
directa y una aplicabilidad estupenda del aprendizaje de esa lengua, lo
cual enriquece el modo de apropiarla y de cultivarla posteriormente.

Al decidirse por aprender una lengua no sólo habría que considerar su


dimensión de utilidad para fines comerciales, académicos o turísticos,
sino su antecedente histórico, su raigambre cultural, así como su
extensión actual y sus posibles proyecciones en el futuro. Igualmente
habría que considerar el gusto de quien desea aprenderla, tanto por las
lenguas en general como por la que se escoja específicamente y sopesar,
también, la capacidad de aproximarse a esa lengua, el tiempo que se
dedicará a su aprendizaje y a su práctica

Este curso de ELE puede servir como base y contexto para quienes
deseen conocer con una cierta profundidad algunos fundamentos de
nuestra lengua y cómo ella se desenvuelve en la actualidad. Puede
satisfacer inquietudes académicas de otros con algún interés lingüístico
o comunicativo. Puede abrir perspectivas para quienes, habiendo
accedido a otras lenguas, ahora quieran explorar su lengua materna. Y
puede, en definitiva, aportar los elementos necesarios, tanto
fundamentales, como teóricos y didácticos, para aquellos que
querríamos proyectar y enseñar el Español a muchos extranjeros
interesados. No bastaría con ser hablantes nativos de nuestra lengua
para este fin. Hay que adquirir el instrumental apropiado para hacer
efectivo su aprendizaje.

Finalmente, considero que ELE es un campo que yo, personalmente,


como amante de las lenguas y profesor de algunas, estaba en deuda de
explorar. Me veo ahora interesado en conocerlo y apropiarlo y considero,
en el futuro cercano, poder hacer parte de la comunidad académica que
trabaja en ello, pudiendo tener el gozo de enseñar nuestra propia
lengua.

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