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UNIVERSIDAD PERUANA LOS ANDES

Facultad de Derecho y Ciencias Políticas


Escuela Profesional de Derecho

TÍTULO DE LA MONOGRAFÍA

TITULO : LA ECOLOGÍAPOLÍTICA DE LA
CRISIS GLOBAL Y LOS LÍMITES DEL
CAPITALISMO

AUTORES : Fernandez Tacza, Janela Sahori


Cornelio Quispe, Nayeli
Galindo Quispe, Angie
Eulogio Adauto,Annel Paola

DOCENTE : Dra. ELVA RUTH SÁNCHEZ CORDERO

ASIGNATURA : ECOLOGÍA Y ECOSISTEMAS

FECHA DE INICIO Y : 20 SETIEMBRE 2021 A 09 OCTUBRE 2021


CULMINACIÓN

HUANCAYO – PERÚ
2021
ii

DEDICATORIA

Dedicamos el trabajo a Dios y a nuestras familias

que nos acompañaron durante este transcurso que

nos han apoyado y han hecho que el trabajo se realice,

con motivaciones incondicionales y apoyo doctoral, en

principal a nuestras familias que se sacrifican la belleza

de la juventud para generar este fruto realizado.


iii

AGRADECIMIENTO

En primera instancia agradecemos a Dios por guiarnos y darnos fortaleza para lograr

nuestros objetivos satisfactoriamente, también agrademos eternamente a nuestros padres

quienes a lo largo de nuestra vida nos han apoyado en nuestra formación académica básica

y actualmente en nuestra formación profesional sin dudar ni un instante de nuestras

habilidades, motivándonos con sus sabías palabras los cuales valoramos mucho por ser de

gran apoyo emocional en los momentos críticos que se presentaron en el transcurso de la

realización de este trabajo, enseñándonos que la constancia y el esfuerzo siempre brindan

frutos.

Queremos también agradecer a la Universidad Peruana Los Andes por darnos la oportunidad

de formar parte de ella y educarnos en sus instalaciones, brindándonos las herramientas

necesarias para encaminarnos en nuestra carrera profesional, el cual será de vital importancia

en nuestro futuro.

Finalmente, un agradecimiento especial a la Dra. Elva Ruth Sánchez Cordero, quien se toma

el arduo trabajo de compartir y transmitir sus amplios conocimientos especialmente en la

metodología que se empleó en el presente trabajo.


iv

INDICE

PORTADA…………………………………………………………………………………..i

DEDICATORIA……………………………………………………………………………ii

AGRADECIMIENTO ………………………………………………………………….…iii

ÍNDICE ………………………………………………………………………………....…iv

INTRODUCCIÓN ………………………………………………………………..…….…ix

CAPITULO I

ECOLOGÍA POLÍTICA

1.1 Definición de la ecología política …...…………………………………………...……1

1.2 Emergencia en la ecología política ……….……………………………………...……2

1.3 Conciencia Ecológica…..………...……………………………………………….....…6

1.4 Ética y Emancipación ……………………………..……………………………………7

CAPITULO II

ECOLOGÍA POLÍTICA Y SUS LÍMITES DEL CAPITALISMO

2.1 Dimensión ecológica de la crisis…………………………………...…...…………......11

2.2 La ecología política frente a la crisis ………………………………….………...…….13

2.3 Reparación y reforma del capitalismo………………………...………….…….……...14

2.4 Contradicciones ecológicas en el capitalismo…………………………………………15

2.5 Ajuste ecológico del capitalismo………………………………………………………17


v

CAPITULO III

CAPITALISMO SOSTENIBLE

3.1 La política ambiental y el discurso de la sostenibilidad ……………...……………….19

3.2 Crisis de demanda, expansión y consumo………………………………………….….22

3.3 El manejo de los costos de la crisis……………………………………………...…….25

3.4 Consecuencias ecológicas de una depresión económica general.……………………..27

3.5 Posibilidades políticas………………………………………………………………....30

CAPITULO IV

EL NUEVO CAPITALISMO VERDE

4.1 El capitalismo en el mundo actual…………………………………………….………33

4.2 Casos en el Perú…………………………………………………………………….....36

4.3 Medidas para aplacar su impacto……………...………………………………………39

CONCLUSIONES

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICA
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INTRODUCCIÓN

La actual crisis económica encierra profundas implicaciones sobre las articulaciones entre las

estrategias de desarrollo y su contexto ambiental en América Latina. Las exportaciones de la

región siguen descansando, sobre todo, en recursos naturales y, por lo tanto, la inserción

comercial es uno de los factores claves para explicar las presiones que sufren distintos

ecosistemas. La inversión extranjera también está detrás de muchos emprendimientos de alto

impacto. Sea por éstas u otras vías, los vaivenes internacionales juegan un papel clave en los

estilos de apropiación de la naturaleza.

En el presente artículo se examinan algunos de estos aspectos en América del Sur. Se resumen

los impactos ambientales y se evalúan las respuestas en el entorno de la actual crisis internacional.

Estas últimas se describen como intentos de reparación o reformas del capitalismo

, desde el punto de vista de la ecología política, en el entorno de la actual crisis internacional.

Se subraya que, a pesar de la crisis, persiste el énfasis en estilos de desarrollo convencional y no

sustentable desde el punto de vista ecológico, incluso bajo gobiernos “progresistas” o de la nueva

izquierda. Esto desemboca en un “capitalismo benévolo”, dentro del cual se aceptan algunas
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cuestiones ambientales, pero se las maneja manteniendo la fe en el crecimiento económico y la

apropiación de la naturaleza.

Por lo tanto, persiste una postura antropocéntrica sobre la naturaleza, postura enfocada en la idea

de progreso. Se concluye que las contradicciones ecológicas del capitalismo contemporáneo

exigen cambios que van más allá de reformas o reparaciones económicas, y que residen en el

terreno de los valores, donde es indispensable una transición desde el antropocentrismo al

biocentrismo.
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CAPITULO I

ECOLOGÍA POLÍTICA

1.1 Definición de la ecología política

(Brown, 2004) Esta nueva ciencia híbrida e interdisciplinar llamada “ecología

política” tiene el reto de extenderse a una narrativa capaz de incorporar a un nuevo

poder político: el poder de la naturaleza. La ecología política se ha movido

intensivamente en torno a la crítica a la capacidad destructiva que capitalismo

global ejerce sobre la tierra y lo ha hecho tanto desde la teoría crítica como desde

la acción y el discurso de resistencia. Pasando por la narrativa de salvar al planeta

(pag.21)

Especialmente en América Latina, la ecología política se ha centrado en la

advertencia, la denuncia y la crítica. Pero para que la ecología política toque una

cadena lógica más profunda de lo que significa lo político y no solo la

conflictividad ecológica o ambiental, tiene que generar una teoría del poder que le

sea propia. Lo cual implicaría un aporte fundamental para anunciar la emergencia

de una trascendente concepción del mundo, que relacione a los seres humanos

mismos con la co-dependencia y la co-evolución vital que se establece con los


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otros seres vivos del planeta y con los poderosos ritmos que imponen los ciclos

naturales, integralmente, al hábitat humano: todos colocados en el ámbito de una

nueva construcción política.

Esa teoría del poder que la ecología política necesita, puede ser la narrativa humana

de su vínculo con la naturaleza, en el contexto crítico del cambio climático y las

crisis ecológicas regionales. La ecología política debería, cada vez más, insistir en

la creación de un nuevo pacto social con la naturaleza. Un renovado pacto socio-

natural que sustituya al viejo pacto social moderno.

La ecología política latinoamericana debería, así, extenderse hacia aspectos

ecológicos y políticos que ningún pacto social entre individuos libres ha sido

capaz de abarcar. Porque el pacto social moderno desechó a la naturaleza como

una “voz” política “viva” y estimó que la sociedad humana era la única que ejercía

una actividad válida, en medio del conjunto de seres no-humanos que habitan el

planeta. Esa idea fundadora de la modernidad está siendo cuestionada por la

fuerza con que la naturaleza está devolviendo el impacto de la intervención

humana. La plataforma interdisciplinaria que posee la ecología política puede

ofrecer la posibilidad de que surja una narrativa científica, una nueva teoría del

poder, que puede estar basada en el poder de la naturaleza, como una ampliación

de las teorías nacidas de la propia ecología.

1.2 Emergencia en la ecología política

La ecología política se encuentra en el momento fundacional de un campo teórico-

práctico. Es la construcción de un nuevo territorio del pensamiento crítico y de la


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acción política. Situar este campo en la geografía del saber no es tan sólo delimitar

su espacio, fijar sus fronteras y colocar membranas permeables con disciplinas

adyacentes. Más bien implica desbrozar el terreno, dislocar las rocas conceptuales y

movilizar el arado discursivo que conforman su suelo original para construir las bases

seminales que den identidad y soporte a este nuevo territorio; para pensarlo en su

emergencia y en su trascendencia en la configuración de la complejidad ambiental

de nuestro tiempo y en la construcción de un futuro sustentable.

A la ecología política le conciernen no sólo los conflictos de distribución ecológica,

sino el explorar con nueva luz las relaciones de poder que se entretejen entre los

mundos de vida de las personas y el mundo globalizado.

La ecología política construye su campo de estudio y de acción en el encuentro y a

contracorriente de diversas disciplinas, pensamientos, éticas, comportamientos y

movimientos sociales. Allí colindan, confluyen y se confunden las ramificaciones

ambientales y ecológicas de nuevas disciplinas: la economía ecológica, el derecho

ambiental, la sociología política, la antropología de las relaciones cultura-

naturaleza, la ética política. Podemos afirmar sin embargo que no estamos ante un

nuevo paradigma de conocimiento o un nuevo paradigma social. Apenas

comenzamos a indagar sobre el lugar que le corresponde a un conjunto de

exploraciones que no encuentran acomodo dentro de las disciplinas académicas

tradicionales. La ecología política es un campo que aún no adquiere nombre propio;

por ello se le designa con préstamos metafóricos de conceptos y términos

provenientes de otras disciplinas para ir nombrando los conflictos derivados de la

distribución desigual y las estrategias de apropiación de los recursos ecológicos, los

bienes naturales y los servicios ambientales. Las metáforas de la ecología política


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se hacen solidarias del límite del sentido de la globalización regida por el valor

universal del mercado para catapultear al mundo hacia una reconstrucción de las

relaciones de lo real y lo simbólico; de la producción y el saber.

La ecología política emerge en el hinterland de la economía ecológica para

analizar los procesos de significación, valorización y apropiación de la naturaleza

que no se resuelven ni por la vía de la valoración económica de la naturaleza ni por

la asignación de normas ecológicas a la economía; estos conflictos socio-

ambientales se plantean en términos de controversias derivadas de formas diversas

y muchas veces antagónicas de significación de la naturaleza, donde los valores

políticos y culturales desbordan el campo de la economía política, incluso de una

economía política de los recursos naturales y servicios ambientales. De allí surge

esa extraña politización de "la ecología".

La distribución ecológica comprende pues los procesos extraeconómicos (ecológicos

y políticos) que vinculan a la economía ecológica con la ecología política, en analogía

con el concepto de distribución en economía, que desplaza a la racionalidad

económica al campo de la economía política. El conflicto distributivo introduce a la

economía política del ambiente las condiciones ecológicas de supervivencia y

producción sustentable, así como el conflicto social que emerge de las formas

dominantes de apropiación de la naturaleza y la contaminación ambiental. Sin

embargo, la distribución ecológica apunta hacia procesos de valoración que rebasan

a la racionalidad económica en sus intentos de asignar precios de mercado y costos

crematísticos al ambiente, movilizando a actores sociales por intereses materiales y

simbólicos (de supervivencia, identidad, autonomía y calidad de vida), más allá de

las demandas estrictamente económicas de propiedad de los medios de producción,

de empleo, de distribución del ingreso y de desarrollo.


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La distribución ecológica se refiere a la repartición desigual de los costos y

potenciales ecológicos, de esas "externalidades económicas" que son

inconmensurables con los valores del mercado, pero que se asumen como nuevos

costos a ser internalizados por la vía de instrumentos económicos, de normas

ecológicas o de los movimientos sociales que surgen y se multiplican en respuesta al

deterioro del ambiente y la reapropiación de la naturaleza.

En este contexto se ha venido configurando un discurso reivindicativo en torno a la

idea de la deuda ecológica, como un imaginario y un concepto estratégico

movilizador de una conciencia de resistencia a la globalización del mercado y sus

instrumentos de coerción financiera, cuestionando la legitimidad de la deuda

económica de los países pobres, buena parte de ellos de América Latina. La deuda

ecológica pone al descubierto la parte más grande y hasta ahora sumergida del

iceberg del intercambio desigual entre países ricos y pobres, es decir, la destrucción

de la base de recursos naturales de los países llamados subdesarrollados, cuyo

estado de pobreza no es consustancial a una esencia cultural o a su limitación de

recursos, sino que resulta de su inserción en una racionalidad económica global que

ha sobre-explotado a su naturaleza, degradado a su ambiente y empobrecido a sus

pueblos. Sin embargo, esta deuda ecológica resulta inconmensurable, pues no hay

tasas de descuento que logren actualizarla ni instrumento que logre medirla. Se trata

de un despojo histórico, del pillaje de la naturaleza y subyugación de sus culturas

que se enmascara en un mal supuesto efecto de la dotación y uso eficaz y eficiente

de sus factores productivos.

El campo de la ecología política se abre en un horizonte que desborda el territorio de

la economía ecológica. La ecología política se localiza en los linderos del ambiente

que puede ser recodificado e internalizado en el espacio paradigmático de la


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economía, de la valorización de los recursos naturales y los servicios ambientales.

La ecología política se establece en ese espacio que es el del conflicto por la

reapropiación de la naturaleza y de la cultura, allí donde la naturaleza y la cultura

resisten a la homologación de valores y procesos (simbólicos, ecológicos,

epistemológicos, políticos) inconmensurables y a ser absorbidos en términos de

valores de mercado.

1.3 Conciencia ecológica

Comenzaremos por entender que es la conciencia ecológica. Este concepto, a veces

también llamado conciencia ambiental, surge para englobar las preocupaciones que

tienen las personas con respecto a las problemáticas ambientales. Afortunadamente,

cada vez son más las personas que manifiestan sus intereses en preservar el medio

ambiente y se informan sobre las problemáticas relacionadas a él. Por ello, se

considera que estas personas tienen conciencia ecológica, lo cual constituye un

primer paso para cambiar aquellas actividades y estilos de vida que conduzcan a la

degradación ambiental.

Asimismo, se puede distinguir la conciencia ecológica en diferentes ambientes, en

particular, la conciencia ecológica marítima, es aquella que está enfocada en

sensibilizar a las personas con respecto a los problemas de contaminación y

degradación de mares y océanos.

En otro orden de ideas, cabe mencionar que la Unión Europea, presenta las normas

ambientales más estrictas del mundo. Las naciones que forman parte de la misma

establecieron objetivos claros orientando sus políticas a preservar el ambiente a

corto y largo plazo. Además, pactaron los principios de conciencia ecológica de la


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Unión Europea que, en términos generales, tratan sobre la protección, conservación

y mejora de los ecosistemas, conservación de los suelos, respeto por el paisaje y la

apuesta al consumo de productos locales.

1.4 Ética y emancipación

La ecología política busca su identidad teórica y política en un mundo en

mutación, en el que las concepciones y conceptos que hasta ahora orientaron la

inteligibilidad del mundo y la acción práctica, parecen desvanecerse del campo

del lenguaje significativo. Sin embargo, el pensamiento dominante se resiste a

abandonar el diccionario de las prácticas discursivas que envuelven a la ecología

política (como a todos los viejos y nuevos discursos que acompañan la

desconstrucción del mundo) a pesar de que han perdido todo peso explicativo y

resuenan como la nostalgia de un mundo para siempre pasado, para siempre

perdido: el del pensamiento dialéctico, el de la universalidad y unidad de las

ciencias, el de la esencia de las cosas y la trascendencia de los hechos. Y sin

embargo algo nuevo puja por salir y manifestarse en este mundo de

incertidumbres, de caos y confusión, de sombras y penumbras, donde a través de

los resquicios y resquebrajamientos de la racionalidad monolítica del pensamiento

totalitario, se asoman las primeras luces de la complejidad ambiental. Llamemos

a ese algo inconformidad, lucidez mínima, necesidad de comprensión y de

emancipación.

La crisis ambiental marca el límite del logo centrismo y la voluntad de unidad y

universalidad de la ciencia, del pensamiento único y unidimensional, de la

racionalidad entre fines y medios, de la productividad económica y la eficiencia

tecnológica, del equivalente universal como medida de todas las cosas, que bajo el
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signo monetario y la lógica del mercado han recodificado al mundo y los mundos

de vida en términos de valores de mercado intercambiables y transables. De allí

que la emancipación se plantee no sólo como un antiesencialismo, sino como de-

sujeción de la sobre-economización del mundo. Lo anterior implica resignificar los

principios liberadores de la libertad, la igualdad y la fraternidad como principios

de una moral política que terminó siendo cooptada por el liberalismo económico y

político por la ecualización y privatización de los derechos individuales, de

fraternidades disueltas por el interés y la razón de fuerza mayor , para renombrarlos

en la perspectiva de la sujeción y la emancipación, de la equidad en la diversidad,

de la solidaridad entre seres humanos con culturas, visiones e intereses colectivos,

pero diferenciados.

La ecología política es una política de la diferencia, de la diversificación de sentidos;

más allá de una política para la conservación de la biodiversidad que sería

recodificada y revalorizada como un universal ético o por el equivalente universal

del mercado, es una transmutación de la lógica unitaria hacia la diversificación de

proyectos de sustentabilidad y ecodesarrollo. Esta política es una revolución que abre

los sentidos civilizatorios, no por ser una revolución de la naturaleza ni del

conocimiento científico-tecnológico (biotecnológica), sino por ser una revolución

del orden simbólico, lo que implica poner el espíritu deconstruccionista del

pensamiento posmoderno al servicio de una política de la diferencia, proponer la

"imaginación abolicionista" como principio de libertad y de sustentabilidad:

(Borrero, 2002) La agenda abolicionista propone comunidades autogestionarias

establecidas de acuerdo al ideal de organización espontánea: los vínculos

personales, las relaciones de trabajo creativo, los grupos de afinidad, los cabildos
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comunales y vecinales; fundadas en el respeto y la soberanía de la persona humana,

la responsabilidad ambiental y el ejercicio de la democracia directa "cara a cara" para

la toma de decisiones en asuntos de interés colectivo. Esta agenda apuntaba a

cambiar nuestro rumbo hacia una civilización de la diversidad, una ética de la

frugalidad y una cultura de baja entropía, reinventando valores, desatando los nudos

del espíritu, sorteando la homogeneidad cultural con la fuerza de un planeta de

pueblos, aldeas y ciudades diversos. (pag.126)

El discurso de la ecología política no es el discurso lineal que hace referencia a los

"hechos", sino aquél de la poesía y la textura conceptual que al tiempo que enlaza la

materia, los símbolos y los actos que constituyen su territorio y su autonomía de su

campo teórico-político, también llevan en ciernes la desconstrucción de los discursos

de los paradigmas y las políticas establecidas, para abrirse hacia el proceso de

construcción de una nueva racionalidad a partir de los potenciales de la naturaleza y

los sentidos de la cultura, de la actualización de identidades y la posibilidad de lo

que "aún no es".

La ecología política no solamente explora y actúa en el campo del poder que se

establece dentro del conflicto de intereses por la apropiación de la naturaleza; a su

vez hace necesario repensar la política desde una nueva visión de las relaciones de

la naturaleza, la cultura y la tecnología. Más que actuar en el espacio de una

complejidad ambiental emergente, se inscribe en la búsqueda de un nuevo proyecto

libertario para abolir toda relación jerárquica y toda forma de dominación. Más allá

de estudiar los conflictos ambientales, está constituida por un conjunto de

movimientos sociales y prácticas políticas que se manifiestan dentro de un proceso

de emancipación. La ecología política se funda en un nuevo pensamiento y en una


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nueva ética: una ética política para renovar el sentido de la vida (Leff, 2002; PNUMA

2002).

Así, dentro de la imaginación abolicionista y el pensamiento libertario que inspira a

la ecología política, la disolución del poder de una minoría privilegiada para sojuzgar

a las mayorías excluidas es tarea prioritaria para la ecología política. La ecología

política de América Latina deberá ser un árbol cultivado por nuestras vidas y las de

tantos movimientos sociales que se cobijan bajo su follaje; un árbol con ramas que

enlazan diversas lenguas, una Babel donde nos comprendamos desde nuestras

diferencias, donde cada vez que alcemos el brazo para alcanzar sus frutos degustar

el sabor de cada terruño de nuestra geografía, de cada cosecha de nuestra historia y

cada producto de nuestra invención. De ser así, tal vez no tardemos mucho en darle

nombre propio a su savia, como esos seringueiros que se inventaron como seres en

este mundo bajo el nombre de ese árbol del que con su ingenio extrajeron el alimento

de sus cuerpos y vida de su cultura.


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CAPITULO II

ECOLOGÍA POLÍTICA Y SUS LÍMITES DEL CAPITALISMO

2.1 Dimensión Ecológica de la crisis

Buena parte de la presión sobre los ecosistemas latinoamericanos se debe a la

apropiación de los recursos naturales para nutrir corrientes exportadoras, el alto

precio de la materia primas y la bonanza económica que ello generó explica la

profundización de esa estrategia en los años pre crisis. En ese entonces la crisis

económica inició en 2007 y en 2008 evidentemente quebró esa tendencia ya que

sus efectos fueron más allá de las finanzas, abarcando otras esferas económicas y

comerciales e incluso políticas.

Por ende ciertos cambios en la exportación y capital afectan directamente la

presión sobre los ecosistemas e incluso la institucionalidad ambiental, este

vínculo puede ser tanto directo como indirecto, este tipo de apropiación de dichos

recursos naturales siempre implica la externalización de impactos sociales y

ambientales no incorporados en los precios finales.


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De esa manera la crisis actual genera cambios en la presión sobre los

ecosistemas, posiblemente predominará la ampliación horizontal sobre la

intensificación, ya que bajo el ala agropecuaria y forestal crece al incorporar

nuevas tierras, mientras que bajo la intensificación, el mayor crecimiento

productivo se explica por aumentos de rendimientos en cosechas o extracciones

en una misma superficie.

Estos cambios en los flujos de exportación y capital afectan directamente la

presión sobre los ecosistemas e, incluso, la institucionalidad ambiental. Ese

vínculo es tanto directo como indirecto: el primer caso corresponde a las

exportaciones de recursos (como puede ser el cobre, maderas preciosas o granos),

mientras que los efectos indirectos se deben a intervenciones eco sistémicas que

se realizan para permitir aquellas exportaciones (por ejemplo, construir una

hidroeléctrica para brindar energía a empresas mineras)2. Este tipo de

apropiación de dichos recursos naturales siempre implica la externalización de

impactos sociales y ambientales no incorporados en los precios finales. Sus

efectos negativos son socializados y transferidos a las comunidades locales,

gobiernos municipales y al Estado en general

De esta manera, la crisis actual genera cambios en la presión sobre los

ecosistemas. Posiblemente predominará la ampliación horizontal sobre la

intensificación. Bajo una expansión horizontal, la producción agropecuaria y

forestal crece al incorporar nuevas tierras, mientras que, bajo la intensificación,

el mayor crecimiento productivo se explica por aumentos de rendimientos en

cosechas o extracciones en una misma superficie.


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2.2 La ecología política frente a la crisis

Ciertas consecuencias ambientales se suman a los efectos económicos y

políticos en casi todos los países latinoamericanos, pero a pesar de su gravedad,

la respuesta predominante en Sudamérica ha oscilado entre la negociación, la

minimización y el optimismo, en 2008 casi todos los gobiernos y muchos

analistas convencionales insistieron en la idea del desacople de las economías

nacionales frente a la crisis en los países industrializados.

Asumían que la crisis sería temporal, que los mercados emergentes eran más

independientes de las economías industrializadas, y que la persistencia de la

demanda desde otras regiones (especialmente China) permitiría mantener el flujo

del comercio exterior.

Fueron refutadas por la realidad a los pocos meses–. Por lo tanto, se suceden

reportes que minimizan los efectos de la crisis, presentándola como un fenómeno

externo, y se redobla la defensa de una estrategia de desarrollo basada en exportar

recursos naturales, la que incluso debería ser acentuada para poder salir de los

problemas. Esto explica medidas estatales de apoyo a sectores exportadores,

como la agroindustria en Brasil, la insistencia en flexibilizar y agilizar los

permisos mineros en Perú, o abrir nuevos rubros mineros en Bolivia. Como la

ecología política de esa respuesta es mantener o profundizar la inserción global

a partir de la venta de commodities, se insiste en evitar trabas o restricciones en

la apropiación de la naturaleza. La protección del ambiente pierde frente a esa

racionalidad económica, convirtiéndose en una variable de ajuste y flexibilizando

para mejorar la competitividad en el capitalismo global.


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2.3 Reparación y reforma del capitalismo

La postura de la “reparación” sostiene que la crisis actual no se debe a problemas

en la esencia del capitalismo o en las prácticas del mundo financiero, sino que

resultaron de fallas en procesos de control y vigilancia, y de prácticas de algunos

inescrupulosos (como el financista de Wall Street, Bernard Madoff). Bajo esta

perspectiva, la estructura, funcionamiento e institucionalidad del capitalismo

contemporáneo, incluyendo su componente financiarizado-globalizado, es

correcto y adecuado. Pero como su autorregulación falló, se aceptan medidas de

reparación: ajustar los controles y la vigilancia, permitir la quiebra de empresas,

aplicar una mayor flexibilización laboral, etc.

Por otro lado, se rechazan intervenciones en la regulación estatal, se considera

el desempleo como una consecuencia insalvable pero pasajera, y así

Sucesivamente. En cambio, la postura de la “reforma” cuenta con un número mayor

de adeptos, aunque es más heterogénea. Se afirma que el capitalismo actual (y en

especial, su dimensión financiera y global) encierra contradicciones y deformaciones

que deben ser modificadas. Se rechazan los dogmas neoliberales y se plantea una

mayor presencia estatal –incluyendo la ecología política de la crisis global y los límites

del capitalismo.

En el caso de la “reparación” se mantendría el énfasis extractivita de los recursos

naturales, y las novedades estarían enfocadas, por ejemplo, en combatir la

corrupción en la adjudicación de permisos ambientales. La opción “reformista” no

contradice el extractivismo, pero lo matiza con algunas medidas, como pueden ser

una mejor regulación ambiental o el uso de la responsabilidad social empresarial,

y no rechazaría los códigos de conducta ambiental en ámbitos como la


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Organización Mundial de Comercio (OMC). Se mantendría la inserción

internacional basada en recursos naturales, aunque se aceptarían estándares

ambientales y sanitarios consensuados a nivel global. Más allá de las diferencias y

semejanzas entre esas opciones, lo importante para el presente análisis es que

ninguna de ellas plantea cambios sustanciales en la lógica de la apropiación de los

recursos naturales, ni en la meta del desarrollo como crecimiento económico.

De este breve repaso, resulta por demás llamativo que esta crisis no esté generando

un efecto más fuerte y deje en clara evidencia las contradicciones ambientales del

capitalismo. Mientras que en las naciones industrializadas estallaron las polémicas

sobre esos aspectos, en los países del Sur el debate es más tímido (como, por

ejemplo, ilustra Subramanian (2009) para la India), y no se intentan mayores

regulaciones sobre la inversión externa, dadas las responsabilidades de los

inversores especuladores. En América Latina la situación es similar, y si bien

algunos anunciaron el desplome del capitalismo, hay que admitir que los debates

no se han extendido ni profundizado.

2.4 Contradicciones ecológicas en el capitalismo

Las contradicciones ambientales en el capitalismo contemporáneo han sido

señaladas repetidamente. Entre ellas se encuentra la imposibilidad del crecimiento

económico continuado en un mundo con recursos finitos, la persistente generación

de impactos ambientales (contaminantes y residuos, entre otros), la desaparición

de áreas silvestres e incluso los cambios ambientales a escala global

Si bien desde hace décadas se suman esas denuncias y alertas, una y otra vez han

sido minimizadas en América Latina, donde persiste la idea de que se pueden


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seguir explotando sus recursos naturales. Se cree que disfrutamos de un “balance”

donde los beneficios económicos superan los efectos ambientales y

que, de todas maneras, dado que América del Sur posee recursos naturales muy

abundantes, enormes áreas supuestamente “vacías” y amplias capacidades eco

sistémicas para absorber y amortiguar los impactos ambientales, todavía no

debemos preocuparnos. El estilo de desarrollo actual, basado en recursos naturales,

se defiende entonces como posible y necesario, técnicamente manejable, y como

resultado de un acuerdo supuestamente democrático de control soberano sobre el

ambiente.

Pero a pesar de la aplastante acumulación de evidencia sobre los impactos

ambientales, se mantiene la defensa en los estilos de desarrollo actuales. Esa

actitud no es nueva y se ha repetido desde el mismo inicio de los debates sobre las

contradicciones entre crecimiento económico y conservación ambiental, en la

década de 1970. A lo largo de los años, esa defensa ha tomado distintos énfasis,

con la participación de las élites político-partidarias, sectores académicos y el

apoyo de buena parte de la opinión pública. Por lo tanto, esas ideas no son reflejo

de unos pocos sectores, sino que expresan posturas y sensibilidades

profundamente arraigadas. Es una ideología en la que la sociedad está separada de

la naturaleza y, por lo tanto, ésta debe ser apropiada y manipulada para asegurar el

progreso. Desde esa ideología se generan diferentes paradigmas sobre el orden

capitalista en América Latina, aunque obviamente uno y otro se determinan

mutuamente.
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Pero incluso la esfera económica es simplificada, y desaparece la heterogeneidad

de mercados que existen en América Latina, desde las ferias campesinas basadas

en el trueque y reciprocidad, hasta las transacciones con los brokers internacionales

de commodities. Unos mercados son invisibilizados y otros son cooptados,

apuntando a difundir un único tipo de mercado capitalista. Los procesos

productivos se acoplan a redes globales económicas y comerciales –en varios casos,

parte de la globalización financiera–, las mismas que son transnacionalizadas, no

localizadas, y con fuertes impactos en la gestión territorial.

Finalmente, se deriva hacia democracias formales con una fuerte delegación, y

cuestiones como la justicia social y ambiental siguen acorraladas. La actual crisis

encierra el potencial de poner en discusión muchos de estos aspectos, sean los del

presente paradigma de desarrollo, sean sus bases ideológicas. Esta oportunidad

resultaba especialmente atractiva para las corrientes políticas de izquierda o

progresistas sudamericanas, ya que podrían promover reformas más sustanciales

tanto dentro del orden capitalista como fuera de él, buscar alternativas que lo

trascienden y, en el caso de la temática ambiental, intentar otra política y gestión

de la naturaleza.

2.5 Ajuste ecológico del capitalismo

A pesar del vigor de la ideología del progreso, la acumulación de evidencia

ecológica e impactos ambientales obliga a realizar ajustes dentro del capitalismo.

Dentro de la perspectiva de la “reparación” del capitalismo o el “capitalismo 3.0”

se acepta la temática ambiental y ésta aparece casi siempre bajo dos expresiones:

por un lado, la preocupación por el cambio climático global, y por el otro, la

profundización de la inclusión de la naturaleza dentro del mercado. Es un


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inevitable “ajuste” que brinda una cara verde al capitalismo, pero no permite

solucionar los desencadenantes de la crisis ambiental. Aunque se han vuelto muy

comunes, es necesario precisar algunas de sus características.

El cambio climático es abordado en América Latina de manera distorsionada. Más

allá de la insistencia en reclamar compensaciones financieras o asistencia

tecnológica a los países industrializados, los gobiernos latinoamericanos enfocan

sus acciones y discursos en un tipo de emisiones que, en realidad, corresponden a

las prioridades de los países industrializados y no a las propias.

Estos y otros elementos nos dan a entender que bajo la ideología del progreso solo

es posible incorporar algunos temas ambientales con una “reparación” del

capitalismo. Pero la forma bajo la cual se estructuran los procesos productivos no

podría revertirse, ya que eso implicaría discutir cuestiones que cualquier ideología

siempre evita: sus bases conceptuales más profundas. A su vez, la crisis económica

actual (aguda) oculta en parte la crisis ecológica (crónica). Además el capitalismo

al externalizar los impactos ambientales, los oculta invisibilizando la

contaminación o degradación ambiental


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CAPITULO III

CAPITALISMO SOSTENIBLE

3.1 La política ambiental y el discurso de la sostenibilidad

La evidencia favorece la idea de que el capitalismo no es sostenible desde el punto

de vista ecológico, a pesar de la reciente avalancha de charlas sobre "productos

verdes", "consumo verde", "forestal selectiva", "agricultura baja en insumos" y

demás. Durante la campaña por la Presidencia de Estados Unidos en 1992, ninguno

de los tres candidatos principales hizo del "ambiente" un tema relevante. A partir de

la victoria de Bill Clinton, el nuevo gobierno de Estados Unidos ha aceptado

compromisos en temas que van desde el uso de tierras federales para pastoreo hasta

la tala de bosques antiguos y la lucha contra la contaminación, abandonando a

menudo métodos de control de la contaminación de eficacia ya probada a favor de

"soluciones de mercado".

Los gobiernos estatales y locales dañan el ambiente en su competencia por atraer

capital escaso. En la legislación federal se hace más estrecha la definición de

"húmedos", al igual que la de "especies en peligro". La salud ocupacional y la

preservación de la seguridad laboral son saboteadas. Se mercantilizan más los


20

parques nacionales y estatales, en la medida en que los gerentes buscan maneras de

obtener beneficios. Mientras la industria nuclear se encuentra momentáneamente

estancada, algunas industrias de bienes de capital, como la del papel y la pulpa, han

empezado a instalar tecnologías más limpias y la agricultura orgánica se ha visto

beneficiada por un aumento del interés de los consumidores en productos libres de

pesticidas, la mayoría de los dirigentes sindicales se oponen o son indiferentes a las

demandas planteadas por los ambientales, y las grandes organizaciones ambientales

tradicionales (con dos o tres notables excepciones) están más dispuestas a

comprometer sus posturas en nombre del "crecimiento económico".

En la mayor parte de los países, los partidos verdes siguen siendo pequeños o

comprometen sus posiciones en la política local o nacional. En Europa, el ambiente

no figura entre las preocupaciones de los burócratas que dirigen la poderosa

Comisión Europea, a pesar de la representación de los verdes en el Parlamento

Europeo. Los acuerdos internacionales sobre el desgaste de la capa de ozono son

débiles y en materia de calentamiento global son meramente simbólicos.

Los acuerdos relativos a la protección de los "bienes comunitarios" del mundo —

cuencas, bosques, ríos, lagos, costas, océanos y calidad del aire— son, por lo

general, honrados in the breach. La caza de ballenas puede iniciarse y en todas

partes los pescadores demandan agotar la riqueza del mar. El petróleo tiene más

importancia que nunca como riqueza económica y poder nacional. Las empresas

energéticas y mineras (que a menudo son las mismas) se encaminan a la explotación

masiva de mayores cantidades de recursos minerales, desde Wisconsin hasta

Siberia.

En el Sur, muchos gobiernos están más que dispuestos a vender sus derechos de

primogenitura a las corporaciones transnacionales en nombre del "desarrollo", a


21

menudo bajo la presión de grandes deudas externas, mientras las grandes masas de

campesinos sin tierra, de pequeños propietarios rurales y pobres de las ciudades se

ven forzados a saquear y agotar recursos y a contaminar el agua y el aire,

respectivamente, tan sólo para sobrevivir. Los expedientes ambientales de los

"tigres" asiáticos, los "cachorros" del sudeste de Asia y de México, Brasil y otros

centros latinoamericanos de crecimiento no son muy estimulantes.

Hablando en términos prácticos, un paso necesario hacia el capitalismo sostenible —

definido de una u otra manera como "ecológicamente racional o sagaz"—consistiría

en presupuestos nacionales que obligan a pagar impuestos elevados sobre insumos

de materias primas (por ejemplo, carbón, petróleo, nitrógeno) y sobre ciertos

productos (automóviles, productos plásticos, envases desechables),

complementados con una política de etiqueta verde que eximirá de impuestos a los

productos genuinamente verdes, definiendo "verde" en términos del impacto

ecológico en cada etapa del proceso de producción, distribución y consumo.

Otro paso consistiría en políticas nacionales de gasto que subsidia masivamente la

energía solar y otras fuentes alternativas y benignas de energía; la investigación

tecnológica encaminada a eliminar productos químicos tóxicos y otras sustancias en

su fuente de origen; innovaciones en materia de tránsito masivo, salud ocupacional

y seguridad laboral, y procedimientos de control y cumplimiento en los ámbitos

nacional, regional y comunal, así como una definición y orientación generales de las

prioridades en materia de ciencia y tecnología. Este tipo de presupuesto verde —con

los cambios apropiados en los métodos de cálculo del ingreso nacional— no está

siendo desarrollado en ninguna parte del mundo, salvo en el papel por parte de un

pequeño grupo de economistas y activistas verdes.


22

A nivel del discurso sobre la "sostenibilidad", las perspectivas para un capitalismo

ecológicamente sagaz, que los verdes puedan reconocer como tal, parecen

problemáticas en el mejor de los casos. De hecho, tras una aparente convergencia

de vocabulario existe un encuentro o brecha entre los discursos verde y capitalista,

enfrentados en un diálogo de sordos.

3.2 Crisis de demanda, expansión y consumo

Una respuesta sistemática a la pregunta sobre la posibilidad de un capitalismo

sostenible es: "no, a menos y hasta que el capital cambia su rostro de maneras que

pudieran tornarse irreconocible para los banqueros, los gerentes de finanzas, los

inversionistas de riesgo y los gerentes generales que se miran al espejo hoy". La

justificación de esta afirmación, ampliamente negada por políticos nacionales y por

voceros de las grandes corporaciones, exige un breve recuento del funcionamiento

del capitalismo, por qué funciona cuando lo hace y por qué no funciona cuando no

lo hace.

Hasta el surgimiento de la economía ecológica —la cual, aunque cuenta con

precursores desde hace más de un siglo, aún tiene una presencia apenas marginal en

la profesión—, los economistas debatían la sostenibilidad del capitalismo en

términos puramente económicos, como capital de inversión, inversión y consumo,

ganancias y salarios, costos y precios. En los modelos de crecimiento económico, el

mundo físico o material aparecía sobre todo de dos maneras: primero, en forma de

la teoría de la localización y la renta; segundo, bajo el concepto del "acelerador", o

de la cantidad de producto físico que la nueva capacidad productiva podría generar


23

(por ejemplo, a una determinada tasa de uso, se necesitan tantas máquinas para

producir tantos refrigeradores).

Desde un punto de vista económico, el capitalismo sostenible debe ser

necesariamente un capitalismo en expansión, y como tal debe ser representado. Una

economía capitalista basada en lo que Marx llamaba "reproducción simple" y lo que

muchos verdes llaman "mantenimiento" es una total imposibilidad, salvo en lo

relativo a la fuerza de trabajo de mantenimiento doméstico, que no recibe paga y el

trabajo es asalariado y organizado por el Estado. Las ganancias que ofrece el

mantenimiento son mínimas o no existen; la sostenibilidad capitalista depende de la

acumulación y las ganancias. Una tasa general positiva de ganancia significa

crecimiento del producto total, "producto nacional bruto", según lo miden los

sistemas capitalistas de contabilidad.

La ganancia, por ejemplo, es el medio de expansión de nuevas inversiones y

tecnologías. La ganancia también funciona como un incentivo a la expansión. La

ganancia y el crecimiento, por tanto, mantienen una relación de medios y fines,

contenido y contexto, y el gerente financiero promedio no se preocupa en realidad

por la diferencia entre ambos. Si bien existen muchas variantes de la teoría del

crecimiento económico, todas presuponen que el capitalismo no puede permanecer

inmóvil, que el sistema debe expandirse o contraerse o, en otras palabras, que alienta

las crisis tanto como depende de ellas y que, en última instancia, debe "acumular o

morir", según lo dijera Marx. 5

En el modelo más sencillo (e ingenuo) del capitalismo, la tasa de crecimiento o tasa

de acumulación de capital depende de la tasa de ganancia. A mayor tasa de ganancia


6

(mientras todo lo demás permanece igual), más sostenible es el capitalismo. Una tasa

de ganancia negativa genera problemas económicos: al menos una recesión y, en el


24

peor de los casos, una crisis general, deflación de los valores del capital y una

depresión. En este modelo, cualquier persona o situación que interfiera con las

ganancias, la nueva inversión y la expansión de los mercados amenaza la

sostenibilidad del sistema al crear el riesgo de una crisis económica de consecuencias

económicas, sociales y políticas desconocidas e inimaginables.

En la teoría marxista tradicional, el capital es el peor enemigo del propio capital. El

capital pone en riesgo su propia sostenibilidad debido a lo que Marx llamó la

"contradicción entre la producción social y la apropiación privada". Una

interpretación de esta contradicción es que mientras mayor sea el poder del gran

capital sobre los trabajadores, mayor será la explotación del trabajo (o la tasa de

plusvalía) y mayores serán las ganancias potenciales producidas. Sin embargo, por

esta misma razón también serán mayores las dificultades para realizar estas

ganancias potenciales en el mercado o para vender bienes a precios que reflejen los

costos de producción más la tasa promedio de ganancia.

Aquí se identifica la contradicción entre el poder político del capital y la capacidad

de la economía capitalista para funcionar sin problemas o, en un caso límite, para

funcionar simplemente. Esta "primera contradicción del capitalismo" o "realización"

o "crisis de demanda" plantea que el intento de los capitales individuales de defender

o restablecer sus ganancias incrementando la productividad del trabajo, aumentando

la rapidez de los procesos productivos, disminuyendo los salarios o acudiendo a otras

formas usuales de obtener mayor producción con un menor número de trabajadores,

y, además, pagándoles menos, termina por producir, como un efecto no deseado, una

reducción en la demanda final de bienes de consumo. Una menor cantidad de

trabajadores, técnicos y otras personas vinculadas al proceso de trabajo producen

más y, por tanto, están por definición en menor capacidad de consumir, descontando
25

una deflación de los precios. De este modo, mientas mayores son las ganancias

producidas, o la explotación del trabajo, menores son los beneficios realizados, o

demanda de mercado, si todos los demás factores permanecen sin cambios. Por

supuesto, los demás factores cambian constantemente: el déficit en el presupuesto

gubernamental, el crédito hipotecario y de consumo, los préstamos para negocios y

una política exterior agresiva en materia comercial y financiera, entre otras

posibilidades, pueden estimular la demanda para mantener "sostenible" al

capitalismo.

3.3 El manejo de los costos de la crisis

La mejor solución para el capital en su conjunto (no para la sociedad, ni siquiera

para la naturaleza, lo cual pre supondría una lógica de reciprocidad, no la lógica

capitalista del intercambio de valor) consiste en estructurar las condiciones de

producción de manera que incrementen su "productividad". Puesto que el Estado

produce o regula el acceso a estas condiciones, los procesos de estructuración suelen

ser organizados y/o regulados por el Estado. Ejemplos de esto son la prohibición del

ingreso de automóviles al centro de las ciudades, para disminuir los costos de

congestión y contaminación; el subsidio al manejo integrado de plagas en la

agricultura, para disminuir los costos de los alimentos y las materias primas, y el

cambio de énfasis de la salud curativa a la preventiva —como en el caso de la lucha

contra el sida en Estados Unidos—, para disminuir los costos de la atención sanitaria.

Sin embargo, para obtener una solución verdadera, sería necesario destinar enormes

sumas de dinero a estructurar la producción de manera que restauren o incrementen


26

su "productividad" y logren así disminuir los costos del capital. La productividad a

largo plazo se vería estimulada, pero a expensas de las ganancias a corto plazo.

Nuevas industrias producirían bienes ambientalmente amistosos, transporte urbano

y sistemas educacionales que —como los ejemplos mencionados— disminuirían

efectivamente los costos del capital y de la canasta de consumo, además de la renta

del suelo. Al mismo tiempo, se incrementa el nivel de demanda agregada, atacando

la primera contradicción por vías potencialmente no inflacionarias. En contraste, si

los nuevos sistemas de gestión forestal, el gasto en control de la contaminación, la

planificación urbana y demás no tiene efecto sobre los costos, el resultado será un

incremento en la demanda efectiva y en la inflación o una reducción de las ganancias.

Aquí dejamos la idea de sostener el capitalismo; la práctica es otro asunto. En los

Estados liberales democráticos, la lógica política normal del pluralismo y el

compromiso previene el desarrollo de la planificación ambiental, urbana y social

integrada. La lógica de la administración estatal o burocrática es antidemocrática y

carece, por tanto, de sensibilidad hacia lo ambiental como hacia otros temas

planteados desde abajo. La lógica del capital en expansión es ecológica, urbana y

antisocial. La combinación de las tres lógicas resulta contradictoria en lo que hace

al desarrollo de soluciones políticas a la crisis de las condiciones de producción. De

aquí que las posibilidades de una "solución capitalista" a la segunda contradicción

sean remotas.

Dicho de otra manera, en ningún país capitalista desarrollado existe una agencia

estatal o mecanismo de planificación de tipo corporativo que se ocupe del

planeamiento ecológico, urbano y social integrado. La idea de un capitalismo

ecológico o de un capitalismo sostenible no ha sido teorizada siquiera de manera

coherente, por no hablar de que se haya visto plasmada en una infraestructura


27

institucional. ¿Dónde está el Estado que dispone de un plan ambiental racional?, ¿de

planeamiento interurbano e intraurbano?, ¿de planificación en materia de salud y

educación vinculada orgánicamente al planeamiento ambiental y urbano? En

ninguna parte. En cambio, existen aproximaciones parciales, fragmentos de

planificación regional, en el mejor de los casos, y asignación irracional de botines

políticos en el peor.

Cada día, por tanto, nuevos encabezados anuncian otra crisis de atención sanitaria,

otra crisis ambiental, otra crisis urbana. En muchas regiones, la ultra imagen que

tenemos es la de una fuerza de trabajo cada vez más inculta, muchos de cuyos

integrantes carecen de vivienda debido a los bajos salarios y los altos alquileres, y

viven atemorizados en una ciudad contaminada, inmovilizados por el hacinamiento

y sin poder obtener ni siquiera agua potable. Esta imagen quizás no encaje en Roma

o Nueva York aún, pero se acerca a la realidad de la Ciudad de México y de Nueva

Delhi, las cuales son parte del mundo capitalista en todo sentido.

3.4 Consecuencias ecológicas de una depresión económica general

Como quiera que se defina la sostenibilidad desde una perspectiva ecológica, una

cosa es evidente: si el capitalismo no es sostenible en términos de las regulaciones

macroeconómicas internacionales, habrá una crisis global, una deflación general

de los valores del capital y una depresión. Ante esta eventualidad, nadie sabe o

puede saber cómo responderán los capitales individuales, los gobiernos y las

agencias internacionales.
28

Puede ocurrir que grandes presiones económicas provenientes de la demanda (o

de los costos o de ambos a la vez), surgidas como consecuencia de la

sobreproducción de capital (o de la producción o de ambas), fuercen los capitales

individuales a tratar de restaurar las ganancias mediante una mayor

externalización de sus costos, esto es, transfiriendo mayores cosos al ambiente, la

tierra y las comunidades, mientras los Estados y las agencias internacionales

observan impotentes.

De hecho, existe amplia evidencia en el sentido de que la lentitud en el crecimiento

económico a partir de mediados de la década de 1970 ha dado lugar a una

transferencia de costos del tipo descrito, en particular por parte de las

corporaciones transnacionales. También existe evidencia en el sentido de que en

muchos casos esto ha resultado contraproducente, en cuanto la transferencia de

costos por parte de un capital ha incrementado los costos de otros capitales. De

igual modo, puede demostrarse que en muchos casos las luchas ambientales y la

regulación ambiental han forzado a capitales individuales a internalizar costos que

de otro modo hubieran recaído sobre el ambiente. Existe una suerte de guerra en

marcha entre el capital y los movimientos ambientales, una guerra en la que estos

movimientos podrían tener el efecto (intencional o no) de salvar al capital de sí

mismo a la larga, al forzarlo a encarar los efectos negativos a corto plazo de la

transferencia de costos.

Por otra parte, también existe la posibilidad —por improbable que sea— de que

una verdadera depresión económica ofrezca la oportunidad de un programa

general de restauración ambiental. En los Estados Unidos, en la década de 1930,

el New Deal creó las condiciones políticas para dos tipos de cambio ambiental. El

primero consistió en los esfuerzos encaminados a restaurar los suelos degradados


29

de las grandes praderas y las tierras ecológicamente deterioradas del sur y el oeste.

En este sentido, la depresión fue un evento ecológicamente "adecuado".

El segundo tipo de cambio ambiental consistió en los esfuerzos, aún mayores,

realizados para iniciar o acelerar gigantescos proyectos de infraestructura, como

las grandes presas y otras obras hidráulicas, así como grandes puentes y túneles,

que resultaron indispensables para la urbanización en el oeste y para la

urbanización en todo el país después de la Segunda Guerra Mundial. Sin estos

proyectos, la urbanización, el consumismo y la cultura del automóvil no podrían

haber florecido en las décadas de 1950 y 1960. De manera muy importante, estos

proyectos contribuyeron a crear la estructura contemporánea del consumo

individual, que es ecológicamente inadecuada.

La próxima depresión podría empeorar mucho más las condiciones ecológicas o

podría ofrecer la oportunidad para vastas transformaciones en la estructura del

consumo individual y social, por ejemplo, a través del desarrollo de ciudades

verdes, la integración de las ciudades con su entorno agrícola, transporte público

que la gente desee utilizar y demás, o ambas cosas, en distinto grado, en diferentes

lugares. Lo que finalmente ocurra, por supuesto, se decidirá por el curso de la

lucha política, la adaptación institucional y los tipos de innovación tecnológica.

Todo esto quiere decir que la destrucción ambiental, los movimientos ambientales

y otros movimientos sociales relacionados con ellos, las políticas y presupuestos

de gobierno, las políticas de los organismos internacionales y las condiciones

económicas se encuentran tan relacionados entre sí como las partes de cualquier

ecosistema modelado por profesionales de la ecología. Cualquiera que intente

reflexionar acerca de estas relaciones se encontrará con las mismas dificultades

epistemológicas y metodológicas que enfrentan los ecólogos cuando intentan


30

modelar el destino de alguna especie en particular, esto es, el problema del

atomismo y el reduccionismo frente al holismo.

3.5 Posibilidades políticas

La mayoría de las administraciones de centro derecha y derecha que han

gobernado el mundo desde fines de la década de 1970, principios de la de 1980, y

a lo largo de la de 1990 han sido incapaces de dirigir el desarrollo capitalista de

maneras que mejoren las condiciones de vida y trabajo, las ciudades o el ambiente.

Estos gobiernos están demasiado comprometidos con la tarea de expandir el

"mercado libre" y la división internacional del trabajo, desregular y privatizar la

industria, imponer "ajustes" económicos en el sur y "terapias de choque" en los

antiguos países socialistas, marginando de este modo a la mitad de la población

de algunos países del Tercer Mundo y pretendiendo que el "mercado" y el

neoliberalismo, en general, resuelvan la creciente crisis económica. En general,

las cosas empeorarán antes de que mejoren, sobre todo en el sur.

Entretanto, se ha producido un crecimiento de diversos movimientos "verdes" y

"rojo verdes" en diversos países. Algunas centrales sindicales en determinados

países están planteando problemas ambientales con mayor seriedad. Por otra parte,

los movimientos ambientalistas plantean hoy temas políticos y sociales que hace

5 o 10 años ignoraban o subestimaban. En una multiplicidad de formas, el

movimiento de los trabajadores y las feministas, los movimientos urbanos, los


31

movimientos ambientalistas y los de minorías oprimidas se han organizado en

torno a los grandes problemas de las condiciones de vida.

Si bien las perspectivas de un capitalismo sostenible son precarias, podría haber

motivos de esperanza para algún tipo de socialismo ecológico: una sociedad que

preste verdadera atención a la ecología y a las necesidades de los seres humanos

en su vida cotidiana, así como a temas feministas, a la lucha contra el racismo y

los problemas generales de la justicia social y la equidad. Globalmente es en torno

a estos temas que existe movimiento y organización, agitación y acción, lo cual

puede ser explicado en términos de las contradicciones del capitalismo y de la

naturaleza del Estado capitalista antes discutidas.

Políticamente, esto quiere decir que más temprano o más tarde, el movimiento de

los trabajadores, el feminista, el ambiental, el movimiento urbano y otros

movimientos sociales necesitarán combinarse en una sola y poderosa fuerza

democrática, una fuerza que sea políticamente viable y capaz de reformar la

economía, la política y la sociedad. Por separado, los movimientos sociales son


9

relativamente impotentes ante la fuerza totalizadora del capital global. Esto

sugiere la necesidad de tres estrategias generales relacionadas entre sí.

La primera consiste en el desarrollo consciente de una esfera pública común, un

espacio político, una suerte de poder dual, en el que las organizaciones de las

minorías, de los trabajadores, de las mujeres, de los movimientos urbanos y de los

ambientalistas puedan trabajar económica y políticamente. Aquí podrían

desarrollarse no ya las alianzas tácticas temporales entre movimientos y dirigentes

de movimientos que tenemos hoy, sino alianzas estratégicas, incluyendo alianzas

electorales. Una sociedad civil fuerte, que se defina a sí misma en términos de sus

"bienes comunales", su solidaridad y sus luchas con el capital y el Estado, así como
32

de impulsos y formas democráticas al interior de alianzas y coaliciones de

movimientos organizados —y dentro de cada organización— es el primer

requisito de una sociedad y una naturaleza sostenibles.

El segundo requisito consiste en el desarrollo consciente de alternativas

económicas y ecológicas dentro de esta esfera pública, o estos "nuevos bienes

comunales": alternativas como ciudades verdes, producción que no contamine,

formas biológicamente diversificadas de silvicultura, agricultura y demás, cuyos

detalles técnicos son cada vez más y mejor conocidos hoy.

El tercero consiste en organizar luchas para democratizar los centros de trabajo y

la administración del Estado, de modo que se puedan situar dentro del cascarón de

la democracia liberal contenidos sustantivos de tipo ecológico, progresivo. Esto

presupone que los movimientos no sólo utilicen medios políticos para lograr

objetivos económicos, sociales y ecológicos, sino, además, que coincidan en los

objetivos políticos mismos, en especial en la democratización de algunos aparatos

de Estado nacionales e internacionales y en la eliminación de otros.

Estas ideas podrían parecer tan irreales como la de un capitalismo sostenible.

Quizá ése sea el caso. Sin embargo, debemos recordar que mientras las estructuras

existentes del capital y del Estado sólo parecen ser capaces de reformas

ocasionales, los movimientos sociales crecen día a día en todo el mundo, de aquí

que en algún momento exista la posibilidad de una crisis social y política

generalizada, en la medida en que las demandas de estos movimientos chocan con

las estructuras políticas y económicas existentes, orientadas hacia la ganancia. Al

llegar ese momento, aparecerán toda clase de "formas sociales mórbidas".


33

CAPITULO IV

CAPITALISMO VERDE

4.1 Capitalismo en el mundo actual

El capitalismo ha impulsado revoluciones industriales, tecnológicas y verdes,

remodelando el mundo natural y cambiando el papel del estado en relación con

la sociedad. Ha sacado a innumerables personas de la pobreza durante los

últimos dos siglos, ha elevado drásticamente el nivel de vida y ha llevado al

desarrollo de innovaciones que mejoran radicalmente la vida de las personas,

al tiempo que le permite ir a la luna y leer este artículo en línea. Sin embargo,

su historia no es del todo positiva.

Como bien sabemos el capitalismo enfrenta al menos tres grandes crisis: una

crisis de salud provocada por una pandemia, que rápidamente provoca una
34

crisis económica con consecuencias desconocidas para el crecimiento

económico; la estabilidad financiera, y todo esto en el contexto de la crisis

climática no respalda la respuesta típica actual. Hasta hace apenas dos meses,

imágenes perturbadoras de trabajadores exhaustos inundaban los medios de

comunicación no con personal médico, sino con bomberos. La crisis del

coronavirus ha expuesto fallas estructurales en la economía, en particular la

creciente inestabilidad de los empleos, debido al surgimiento de la economía

de plataforma y décadas de poder de negociación decreciente entre

trabajadores y trabajadoras. Para la mayoría de las personas, trabajar de forma

remota no es una opción; Mientras que los gobiernos apoyan a los trabajadores

con contrato formal, los autónomos pueden dejar que se las arreglen por sí

mismos. De hecho, cuando se mide con métricas como la desigualdad y la

destrucción del medio ambiente, "el trabajo del capitalismo occidental en las

últimas décadas ha sido muy problemático", dicen los economistas. Michael

Jacobs y Mariana Mazzucato escribieron recientemente en su libro Rethinking

Capitalism.

Con el capitalismo, la gente espera menos de un órgano de gobierno, a cambio

de más libertades civiles, incluidas las libertades personales, políticas y

económicas. Pero el capitalismo crecerá significativamente en los siguientes

siglos, particularmente en la segunda mitad del siglo XX. Después de la

Segunda Guerra Mundial, se fundó la Société du Mont-Pèlerin, un grupo de

expertos en política económica, con el objetivo de resolver los desafíos a los

que se enfrenta Occidente. Su objetivo específico es defender los valores

políticos de una sociedad abierta, el estado de derecho, la libertad de expresión

y las políticas económicas de libre mercado, y aspectos centrales del


35

liberalismo clásico. Esto se basa en la creencia de que impuestos más bajos y

una mínima regulación del mercado libre conducirán a un mayor crecimiento

económico y, por lo tanto, a mejores condiciones de vida para todos.

En los últimos años han surgido muchas ideas y propuestas encaminadas a

reescribir el contrato social del capitalismo. Lo que tienen en común es la idea

de que las empresas necesitan más que métricas de rentabilidad y crecimiento.

En los negocios, existe un "capitalismo consciente", inspirado en el

funcionamiento de las llamadas marcas "éticas". En política, existe un

"capitalismo universal", respaldado tanto por el Banco de Inglaterra como por

el Vaticano, que aboga por hacer uso del "capitalismo para el bien común". Y

cuando se trata de sostenibilidad, existe la idea de la "economía de la

rosquilla", una teoría propuesta por la economista y autora Kate Raworth, que

sugiere que es posible prosperar económicamente como sociedad mientras se

mantiene dentro de los límites sociales y planetarios. Luego está el modelo de

las "cinco capitales" acuñado por Jonathan Burrett, autor de Capitalism As If

the World Cares.

Burrett aboga por la integración de los cinco pilares del capital humano:

natural, humano, social, productivo y financiero en los modelos comerciales

existentes.

El llamado al capitalismo, para hacer que el capitalismo sea más inclusivo, inclusivo

e integrador con los valores humanos básicos. Finalmente, hay que recordar que los

ciudadanos en una democracia liberal y capitalista tienen poder. En general, pueden

apoyar a las empresas que se alinean con sus creencias y requieren constantemente

nuevas leyes y políticas que cambien el panorama competitivo de las empresas para
36

que puedan mejorar sus prácticas. Cuando Adam Smith vio florecer el capitalismo

industrial en 1776, no pudo predecir cuán transformador sería en nuestra sociedad

actual. Como resultado, podemos saber ciegamente cómo será el capitalismo dentro

de dos siglos.

Sin embargo, eso no significa que no deba preguntarse cómo podría convertirse

en algo mejor a corto plazo. El futuro del capitalismo y de nuestro planeta

depende de ello.

4.2 Casos en el Perú

Este sistema económico ha tenido gran impacto a nivel mundial por las

construcción de infraestructuras para diferentes objetivos monetarios, estos son

en medio de la naturaleza que nos rodea, perjudicando así infinitos ecosistemas.

El Perú es uno de los países donde se recaudan más ejemplos de destrucción

ambiental a causa del capitalismo.

La minería es el rostro salvaje del capitalismo y ha tenido un impacto ambiental

crónico por la liberación de residuos químicos, relaves, gases tóxicos, polvos,

drenajes ácidos y destrucción irreversible de ecosistemas. Entre ellos, podemos

mencionar a La Oroya y Cerro de Pasco y las emisiones de plomo, Ticapampa

y la contaminación polimetálica, Choropampa y el accidente masivo de

mercurio, Madre de Dios, y la destrucción del bosque y liberación de cianuro y

mercurio, etc. El 16 de diciembre de 2018, una fuga de agua con relave

(desechos tóxicos de procesos mineros) llegó al río Tingo Maygasbamba.


37

Según señaló el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental

(OEFA),está provenía de la empresa Gold Fields. La institución encontró

presencia de cobre y otros metales en distintos lugares analizados, como

podemos observar desde enero, muchas comunidades de diferentes regiones del

Perú han organizado marchas y paros para expresar su preocupación al Estado

peruano por la falta de atención y seguimiento médico Personas afectadas por

metales pesados en la sangre.

En 2018 se presentaron a la Asamblea Nacional dos proyectos de ley

(1256/2016 y 27/40) con el objetivo de reducir y prevenir la contaminación por

metales pesados en el país. Estos proyectos brindan atención médica a las

personas afectadas y reconocen la necesidad de crear un registro de personas

afectadas por metales pesados. Sin embargo, hasta la fecha, el Congreso no ha

considerado las modificaciones requeridas por el Comité de Salud para estos

dos proyectos. Otro caso muy impactante es el que vimos en Lima pues la

contaminación por material particulado en el aire (PAS), generada por la

industria de la construcción, excede seis veces el límite permisible en las

provincias norte, este y sur de Lima, donde hay muchos casos de problemas de

vapor. Se han registrado la mayoría de los casos de respiración. El Servicio

Meteorológico Nacional (Sinamhi) advirtió. Al explicar que la medición fue

realizada y presentada por diez estaciones de monitoreo, el experto José Silva

cotrina, Director de proyectos y desarrollo medioambientales, dijo que "a pesar

del aumento de espacios verdes, como medida de mitigación, la contaminación

atmosférica por polvo está casi al mismo nivel que en la década anterior".

También mencionó que la contaminación del aire en Lima y Callao proviene

de condiciones climáticas constantemente áridas y de actividades humanas,


38

como el transporte, que facilitan los procesos sociales y económicos. Agregó

que aumentar los espacios verdes y promover el transporte eficiente, como los

tranvías y El Metropolitano, podría reducir el impacto de los contaminantes.

Muchas otras situaciones que atentan contra el medio que nos rodea, existen en

nuestro país, y en gran parte producto de lo que alenta el capitalismo, sin

embargo poco o nada se hace al respecto pues la política de estado se ocupa de

priorizar la economía antes de un bienestar ecológico, de esta manera haremos

mención de una contaminación catalogada como “Histórica”, en Huancavelica,

se confirmó la presencia de contaminación por mercurio. Alicia Abanto,

responsable de medio ambiente, instalaciones y pueblos indígenas de la oficina

de mediación, confirmó que Huancavelica también es una zona muy

contaminada con mercurio. En esta zona se operó la mina de mercurio más

grande del Perú. Por esta razón, Huancavelica es considerada una de las

mayores responsabilidades ambientales debido a la extracción de mercurio que

se llevó a cabo durante la época colonial. Todavía hay áreas en Huancavelica

donde pueblos y barrios se han asentado en suelos contaminados con mercurio,

y las personas que viven en estos lugares inhalan vapor de mercurio del suelo

todos los días ”. Según un informe de la Fiscalía de la Administración General

de Salud Ambiental y Seguridad Alimentaria del Ministerio de Salud, la

contaminación en la ciudad de Huancavelica se agrava porque la mitad de las

casas son de barro o arcilla, materiales que contener suelo contaminado.

Procedente del suelo local además un estudio también encontró que entre 1564

y 1975, la ciudad y los suburbios de Huancavelica fueron contaminados por

aproximadamente 20,000 toneladas de vapor de mercurio, la mayor parte del

cual se produjo durante la época colonial y se utilizó en el proceso de refinación


39

de monedas. Para paliar el problema, la Defensoría del Pueblo sugirió que las

paredes de las casas de barro o adobe se cubrieron con cemento y que se hiciera

en los pisos de estas casas. Además, sugirió pavimentar las calles para reducir

el vapor de mercurio que emiten. "Hay estudios que muestran que estas

medidas reducen la exposición al mercurio hasta en un 40%. Sin embargo, se

trata de familias muy pobres y muchas veces no pueden realizar estas

inversiones, por lo que existe la necesidad de una intervención estatal",

agregando que una serie de se hicieron recomendaciones. Se presentó a las

autoridades pertinentes, como ministerios. la salud; medio ambiente vivienda,

construcción y saneamiento; energía y minas; y el gobierno regional de

Huancavelica, entre otros. Así pues las empresas expertas en minería poco a

poco con gran sigilo van acabando con los recursos perjudicando no solo la

salud y calidad de vida del peruano, sino que también los ecosistemas diversos

que habitan en aquellos lugares.

4.3 Medidas para aplacar su impacto

El presente trabajo plantea la siguiente pregunta: ¿Puede haber un capitalismo

ecológico o al menos una relación armoniosa entre ellos?, pues el capitalismo

verde no solo es necesario, sino también una idea de moda y viable. Solo deben

cumplirse las condiciones modificadas; Aunque me falta un objetivo real en

este sentido. La buena gestión de nuestros activos naturales no obstaculiza el

desarrollo económico y el bienestar social; No puedo imaginar una evolución

que no sea más verde, pues la economía verde se trata de producir lo que se
40

necesita. Pero el mercado no está en esta línea. Hace un mal uso de la extracción

de recursos y conduce a un consumo excesivo. También debemos consumir

menos energía, avanzar hacia un modelo energético descentralizado y abogar

por las energías renovables, y creer que el Perú puede ser un país casi

autosuficiente gracias a sus recursos naturales. El problema es que esto va en

contra de los intereses a corto plazo y los corredores energéticos, que en última

instancia son defendidos por los ministros de industria. Podemos crear coches

que sean más eficientes y consuman menos bombillas, pero tiene el efecto

contrario, que es que necesitamos cada vez más bombillas y más coches, por lo

que al final, se pierde la eficiencia energética. "Una empresa, no un servicio

público"; El desarrollo sostenible es la reducción de "la existencia de

ecosistemas de los que podemos seguir viviendo". Hablar de sostenibilidad

significa apostar por un uso más eficiente de los múltiples recursos disponibles.

El consumo de productos verdes es un paso necesario, pero debemos avanzar y

enfocarnos en la producción verde, para desarrollar procesos productivos más

eficientes. En resumen, haga más por menos. La buena noticia es que la

tecnología para hacer esto ya existe y solo necesitas la motivación para ponerla

en práctica. Para los escépticos, cabe señalar que los ahorros que generan estos

desarrollos permiten en muchos casos autofinanciarse durante varios años. En

el contexto de la tristeza generalizada de la economía, el mercado verde es uno

de los más dinámicos y tiene las mayores expectativas de crecimiento. El

crecimiento económico conduce a un mayor consumo de materiales y energía.

Pero ya no hay energía barata para apoyar una nueva ronda de expansión

económica. Estamos en el pico del petróleo y, a medida que se recupere el

crecimiento, el precio del oro negro aumentará exponencialmente, como lo


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hizo. "Con la subida del precio del petróleo, los precios de otras materias primas

subirán y la crisis volverá a estallar. Dada esta realidad, ninguna economía

verde merece la pena". La energía renovable, la eficiencia y la "fiscalización"

de la economía no evitan la necesidad de consumir más materiales y energía

para sostener el crecimiento. Simplemente no hay datos de respaldo. Debemos

reformar el sistema económico desde sus raíces para que esté en paz con el

planeta y con los pueblos. Lo que estamos presenciando es la contradicción

entre la propiedad privada de la clase alta y el derecho a la vida (expresado en

salud, educación o un medio ambiente limpio). En el sistema capitalista, las

empresas trabajan para sus propios beneficios y no tienen ningún interés en

proteger el medio ambiente; Y gobiernos, que muchas veces están controlados

por grandes corporaciones, lo que les permite llevar a cabo todo tipo de abusos

en este ámbito. Por otro lado, un sistema socialista, orientado al bienestar de

toda la sociedad, estaría más interesado en minimizar este tipo de daños y

aseguraría mejores condiciones para todos.

El caso es que lo que nos dicen los datos es todo lo contrario. Por ejemplo,

no fue la Alemania capitalista, sino la Alemania socialista, la que causó el

mayor daño al medio ambiente. La China socialista ha creado una

contaminación a un nivel que es difícil de encontrar en un país capitalista.

Hay al menos dos razones para una situación tan paradójica. La primera es

que en los países capitalistas democráticos la opinión pública tiene un peso

mucho mayor que en los sistemas socialistas en las decisiones que afectan a

la sociedad en su conjunto y en la lucha contra la contaminación en

particular. Y resulta, además, que las personas no tienden a empezar a cuidar

el medio ambiente hasta que no satisfacen sus necesidades básicas. Por lo


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tanto, un sistema económico que no pueda proporcionar a las personas

buenas condiciones de vida no podrá proteger el medio ambiente al máximo.

¿Significa esto que el capitalismo garantiza en todos los casos un grado

preciso de protección de la naturaleza? Obviamente no; la experiencia nos

muestra innumerables ejemplos. Pero la razón no está en las fallas del

sistema de mercado porque este mecanismo no puede funcionar bien sin una

definición clara de los derechos de propiedad. Este problema se encuentra a

menudo al causar daños ambientales. De hecho, no sabemos hasta dónde se

extiende nuestro derecho a la purificación del aire; o hasta qué punto una

planta o un automóvil pueden emitir gases; O los propietarios de los

llamados bienes sociales, al permitir el acceso sin restricciones, a menudo

son mal utilizados, lo que puede conducir a su destrucción debido a su uso

incontrolado. Entonces un cierto nivel de contaminación puede ser motivo

de gran preocupación en un país relativamente rico; Pero el tema en sí será

menos importante en un país donde el acceso a alimentos y refugio es un

tema más urgente para el gobierno de ese país. Por eso es tan importante

desarrollar nuevas herramientas que permitan al mercado operar en estas

situaciones. Un buen ejemplo de esto puede ser el mercado de permisos de

contaminación, donde las empresas pueden comprar y vender el derecho a

emitir una determinada cantidad de gas u otros contaminantes, basándose en

una participación fijada por la empresa. Este mecanismo alienta a las

empresas que pueden reducir sus emisiones a un costo menor a adoptar las

tecnologías adecuadas para hacerlo. Como resultado, la sociedad en su

conjunto determina, por un lado, el nivel máximo de contaminación que está

dispuesta a aceptar; El modelo también permite ejercer este control a un


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menor costo social. Este es solo un ejemplo. Pero es cierto que el desarrollo

de instituciones basadas en principios de mercado puede ayudar a encontrar

soluciones a este tipo de problemas, con estrategias mucho más efectivas

que las de un esquema supuestamente omnisciente que trabaja en el interés

público. Comunidades.
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CONCLUSIONES

Primero, se han negado o minimizado los efectos de la crisis (apelando a imágenes

como el desacople o blindaje de las economías), y cuando fueron reconocidos, se ha

postulado una “reparación” o “reforma” del capitalismo, pero manteniendo su esencia.

Esto expresa una base ideológica que se caracteriza, entre otros aspectos, por su

antropocentrismo y fe en el progreso material. La dimensión ambiental es apenas

asumida como un ajuste instrumental que termina generando la ilusión de un

capitalismo benévolo, defendido incluso por los gobiernos progresistas

sudamericanos.

Todas las teorías del renacimiento presuponen ciertas relaciones entre la economía

"verdadera" y la del dinero, la producción física y los ingresos, y los incrementos en

la inversión y el consumo de bienes, por un lado, y las ganancias y salarios, por el otro.

Las desproporciones entre las tasas de inversión y consumo, y de ganancias y salarios,

pueden ocasionar problemas económicos ("crisis de proporcionalidad"). El principal

tipo de crisis inherente al capitalismo, sin embargo, es la "crisis de realización". Los

marxistas perciben las crisis como inherentes al capitalismo.

Sin embargo, el sistema sólo es dependiente de las crisis en el sentido de que la crisis

obliga a la reducción de costos, la "reestructuración", los despidos masivos y otros

cambios que hacen al sistema más "eficiente", esto es, más rentable. Marx escribió que

"el capital se acumula mediante las crisis", indicando que éstas constituyen

oportunidades tanto para la liquidación de algunos capitales como para la aparición de


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nuevos y la reorganización de viejos capitales; esto, sin mencionar la difusión de

tecnología nueva y más "eficiente" en el sistema (como la informática).


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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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más ‘verdes’”. In: Sociología del medioambiente: una perspectiva internacional

https://es.mongabay.com/2018/02/peru-mercurio-madre-de-dios-huancavelica-puno-

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debate Internacional 20: 15-25Guha, R.;

https://civismo.org/es/capitalismo-socialismo-y-medio-ambiente

CEPAL, 2009b, La reacción de los gobiernos de las Américas frente a la crisis

internacional:CEPAL/Naciones Unidas, LC/L. 3025

https://www.cepal.org/fr/node/29550

López, M.2019, Ecología política: necesidad de una nueva teoría del poder en América

Latina, basada en el poder político de la naturaleza.

https://www.redalyc.org/journal/5886/588661549006/html/

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