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Vamos a realizar un comentario del texto “El encuentro de amor”, una obra de

dos autores: uno es Fernando de Rojas y el otro queda en el anonimato.


Empezaremos con la macroestructura, citando el tema, el argumento y la división en
partes.

MACROESTRUCTURA

El tema es: Un desdichado amor.


Calisto muere en brazos de Melibea.

El argumento es: Calisto, acompañado de sus criados (Sosia y Tristán), acude al


encuentro de Melibea en una cita secreta. Para su desventura, al querer ayudar a sus
criados, cae de una escala y muere.

Continuaremos con la división en partes:

 De la línea 1 a la 56: El desinterés de Calisto hacia la persona de Melibea.


En esta parte se muestra cómo a Calisto sólo le concierne el cuerpo de
Melibea. Ésta le dice que es mucho más que esto, le reprocha que sea un
amante brusco y desinteresado.

 De la línea 57 a la 86: La entrada de los malhechores.


Podemos ver cómo un bellaco entra en el huerto e interrumpe la conversación
entre Calisto y Melibea para asustarles. Calisto acude junto a sus criados a
ahuyentar a este malhechor, pero para su desgracia cae de una escalera y
muere.
LOCALIZACIÓN
Este texto, llamado “El encuentro de amor”, corresponde al acto número XIX
de la obra de “Celestina”.

En 1499, esta obra fue publicada en una primera versión (que constaba de
dieciséis actos) llamada “Comedia de Calisto y Melibea”. En 1502, aparece una
segunda versión titulada “Tragicomedia de Calisto y Melibea” (que consta de 21
actos, cinco de ellos nuevos). Con el paso del tiempo, esta obra es más conocida
como Celestina.

La Celestina está basada en un amor trágico de dos jóvenes de clase social


acomodada, Calisto y Melibea. Calisto se enamora de Melibea, quien al principio lo
rechaza. Uno de los criados de él le aconseja que le pida ayuda a Celestina, una vieja
hechicera y alcahueta, para que interceda ante Melibea y le consiga su amor. La
anciana, con sus malas artes y su capacidad de manipulación, logra que al final
Calisto y Melibea inicien una relación a espaldas de los padres de ella. Calisto, como
forma de pago, le entrega una cadena de oro a Celestina. Sus criados reclaman a
Celestina parte de sus ganancias, pero ella se niega a dársela y muere a manos de
esos sirvientes, quienes acaban siendo capturados y ajusticiados.

La Celestina en un principio parece una obra teatral, ya que no hay un


narrador, el texto es dialogado y presenta técnicas propias de los textos
dramáticos, como los apartes de los personajes. No obstante, la extensión de la obra
y la complejidad de los diálogos dificultan la representación, lo que ha motivado que se
cuestionara su naturaleza dramática. La Celestina se relaciona con un género llamado
“comedia humanística” que nació en las universidades de los siglos XIV y XV. Las
obras de este género, que normalmente se escriben en latín, estaban pensadas para
ser leídas en voz alta y no para ser representadas en un escenario.

La obra tiene una intención moralizante: el propósito del autor sería denunciar
los actos imprudentes que se cometen por amor. Sin embargo, ese propósito oculta en
realidad un profundo pesimismo existencial, que muestra la vida como fuente de
sufrimiento y dolor. Así queda manifestado tanto el prólogo del autor como el
monólogo final de Pleberio.

Los críticos que defienden la intención moralizante de Rojas afirman que la


obra es un ejemplo, una especie de fábula moral con un final aleccionador. Pero
también hay quien afirma que, aunque Rojas no pudo separarse del didactismo propio
de la literatura medieval, su obra es el resultado tanto de una intención artística como
de una crítica social. Artísticamente Rojas ensaya un nuevo género literario en
romance y compone una obra singular; socialmente, plasma la crisis de los valores
medievales y el advenimiento de las nuevas formas de vida burguesa.

En el prólogo de la segunda edición de la obra figura una Carta del autor a un


su amigo, en la que el autor, un abogado llamado Fernando de Rojas, afirma que
encontró el primer acto de la obra y decidió continuarla durante unas vacaciones de
apenas 15 días. Hoy en día, la mayor parte de la crítica acepta a partir del análisis
lingüístico y estilístico de la obra que “La Celestina” es obra de dos autores diferentes:
un escritor al que se debe el primer acto y cuyo nombre no conocemos, y Fernando de
Rojas, responsable del resto de la obra.

Fernando de Rojas nació en la Puebla de Montalbán (Toledo) hacia 1475.


Estudió Leyes y Humanidades en Salamanca y ejerció como abogado en Talavera de
la Reina, donde contrajo matrimonio y sería nombrado Alcalde Mayor en 1538. Allí
muere en 1541. Parece fuera de duda que perteneció a una familia de conversos. Su
padre fue condenado por la inquisición en 1488. En 1525 se instruye causa contra su
suegro, sospechosos de prácticas judaizantes. Murió en abril de 1541 y fue enterrado
en el convento de la Madre de Dios.

La Celestina es una obra que no se parece a ninguna otra de las publicadas en


su tiempo. Su forma, su lenguaje, el tratamiento los demás o la caracterización de los
personajes nos sitúan ante una obra única que representa como ninguna otra la
transición entre la sociedad medieval a la renacentista.

El estilo que utiliza Rojas se caracteriza ante todo por su riqueza expresiva.
Don son los elementos que contribuyen básicamente a esta riqueza expresiva: el uso
del diálogo y la flexibilidad en la utilización del leguaje.

 El uso del diálogo y su riqueza contribuyen a dar vida propia a los distintos
personajes a la vez que otorgan contenido dramático a la acción.
 La flexibilidad en la utilización del lenguaje se observa en la capacidad que
manifiesta Rojas para recoger tanto el lenguaje de las clases altas -culto,
retórico y latinizante-, como el lenguaje popular de criados y prostitutas, lleno
de frescura, gracia y originalidad.

Las barreras entre ambos tipos de lenguaje no son inamovibles, sino que en
ocasiones Rojas pone y viceversa, rompiendo de esta forma la rigidez medieval.

Los críticos han dado interpretaciones muy diversas a esta obra:


 La lección moral. Según esta lectura, la obra pretendería, como afirma el
propio Rojas al comienzo del texto, castigar a los locos enamorados que se
dejan llevar por su pasión. El carácter ejemplificador de “La Celestina” quedaría
de manifiesto con el trágico fin de muchos de sus personajes.
 El reflejo de la crisis social. Una lectura de este tipo nos permite considerar
la obra como un claro testimonio de la sociedad prerrenacentista, donde los
valores medievales se derrumban frente a las nuevas formas de
comportamiento, regidas por los intereses materiales.
 La visión pesimista del mundo. Diversos aspectos de la obra nos permiten
descubrir una visión fatalista de la existencia humana, en la que todo es lucha
constante, y su único desenlace, el fracaso. Para algunos críticos, esta visión
trágica de la vida estaría en relación con el origen converso del autor, que
seguramente llenaría su vida de penalidades y contratiempos.
 La nueva concepción del ser humano. A través de las páginas de “La
Celestina” se va configurando un ser humano alejando de los moldes del
cerrado mundo medieval, un ser humano caracterizado ante todo por su
individualidad y por su libertad personal.

Estas y otras interpretaciones de la obra no son excluyentes, sino que aportan datos
para construir nuestra peculiar y personal interpretación del texto.

Este relato está escrito en prosa (dialogada). Este mensaje mantiene un cierto
desorden en esa distribución de las repeticiones fónicas o acentuales. No obstante,
desde la antigüedad la prosa literaria ha estado sujeta a unos ritmos muy marcados y
claramente repetitivos, aunque el ritmo difiere claramente del que tiene el verso. La
prosa puede acudir también a algunos recursos propios de la poesía.
Esta obra fue escrita en la etapa del Prerrenacimiento, la transición entre la
Edad Media y el Renacimiento. Se produjo durante el siglo XV, siglo en el que se
agudizó la crisis del sistema de valores medieval. a esta época se la denomina
habitualmente Prerrenacimiento en cuanto que anuncia ya la forma de vida y la actitud
vitalista propia del Renacimiento.

entre los hechos que en el siglo XV contribuyeron a modificar los hábitos y los
modos de pensar y provocaron la quiebra definitiva del sistema de valores medieval
destacan dos: el incremento del comercio -qué provocó la consolidación de la
incipiente burguesía como clase cada vez más influyente en las ciudades- y las
epidemias de peste que hacia mediados de siglo asolaron Europa.

El creciente peso social de la burguesía favoreció la implantación de valores


mundanos, tales como el bienestar material o el ansia de riquezas. La vida pasó
entonces a ser considerada no solamente como un camino hacia la vida eterna, sino
como fuente de alegrías y placeres dignos de ser disfrutados. Y, en consecuencia, la
muerte perdió su sentido liberador y comenzó a sentirse como un trance doloroso que
venía a truncar los deleites mundanos. Las terribles epidemias de peste que
diezmaron la población europea reforzaron tanto el deseo de disfrutar de lo material
mientras la vida dure como ese sentimiento de rechazo de la muerte

El cambio en la consideración de la vida y de la muerte afectó, como es natural,


a los principios religiosos. Por una parte, se inició un proceso de secularización de la
sociedad; y, por otra parte, se empezó abrir paso una corriente religiosa más
espiritual, que criticaba y se oponía al poder material de la Iglesia. Estos cambios se
pueden observar directamente en las manifestaciones artísticas: la arquitectura civil
experimenta un notable empuje con la construcción de palacios y alcázares que se
convirtieron en el exponente de la riqueza de sus moradores; y en pintura y escultura,
los temas religiosos van dejando lugar a la representación de lo individual y lo
humano.

El cambio de mentalidad se manifestó también en la desaparición de la


tolerancia y la convivencia multiétnica que habían caracterizado a la Edad Media
peninsular. La convivencia entre musulmanes, judíos y cristianos se rompió, por un
lado, con la finalización de la Reconquista y, por otro, con las continuas persecuciones
y matanzas de que fueron objeto los judíos, que culminaron con el decreto de
expulsión firmado por los Reyes Católicos en el año 1492.

La aparición de una nobleza cortesana, Que participaba en las cuestiones


políticas y dedicaba su ocio a las letras y al arte, originó un tipo de escritor de
extracción noble. El marqués de Santillana o Jorge Manrique son buenos ejemplos de
nobles dedicados al cultivo de la literatura.

El creciente individualismo trajo consigo la desaparición del héroe colectivo,


qué fue sustituido por la figura del caballero cortesano. Y al igual que los cantares de
gesta había narrado las hazañas de los viejos héroes épicos, un nuevo género, la
biografía, surge para ensalzar a determinados personajes cortesanos. Dentro de esta
corriente biográfica encontramos escritores cómo Fernán Pérez de Guzmán o
Hernando del Pulgar.

La obsesión general por la muerte se manifestó especialmente en las


denominadas Danzas de la muerte, representación macabra donde la muerte se
presenta ineludiblemente entre pobres y ricos,
En la propia creación literaria se produjeron también cambios importantes. Por
un lado, el autor se hizo consciente de su capacidad creadora y se mostró orgulloso de
su creación. Por eso, frente al anonimato que caracterizó a buena parte de la literatura
medieval, el autor prerrenacentista no solo afirma su autoría, sino que además cuida
sus obras y se preocupa por su correcta transmisión.

Por otro lado, se produjo un cambio en las intenciones literarias. La finalidad


didáctica medieval dejó paso a una literatura concebida como juego intrascendente
que desarrollaron, sobre todo, los escritores nobles que vivían en la corte.

Los principales temas de esta literatura prerrenacentista era el amor cortés la


muerte y la fortuna. Uno de los autores más importantes fue Jorge Manrique con su
obra “Coplas a la muerte de su padre”.

El amor es en La Celestina la fuerza que mueve a sus personajes. Lo


novedoso por parte de Rojas es que ese Sentimiento afecta no sólo a los personajes
de las clases altas, sino también a los propios criados.

Al principio de la obra parece que la relación entre Calisto y Melibea va a


desenvolverse dentro de los límites del amor cortés, pero poco a poco se deja llevar
por un intenso impulso erótico y se convierte en pasión alejada de toda regla. La
fuerza del amor es tan grande que en ocasiones llega a suplantar el culto a Dios y a
convertirse en una especie de religión.

La muerte también está presente en esta obra. Rojas aborda el tema de la


muerte desde una perspectiva prerrenacentista. Los personajes se mueven con prisa,
con conciencia de la brevedad de la vida y guiados por el impulso de aprovecharla al
máximo. Sin embargo, cuando menos lo esperan aparece la muerte, como podemos
ver en este acto; y lo hace como consecuencia de las pasiones desordenadas a las
que abandonan. Prueba de ello es que la mayoría de los personajes van muriendo en
cuanto se entregan al amor loco.

Otro tema es el poder de los hechizos. En varios lugares de la obra están


presentes la magia y los hechizos, ambos de gran interés en la época.

En conclusión, podemos decir que este texto narrativo muestra la lucha entre dos
concepciones de la vida muy diferentes: la concepción medieval, basada en la
religiosidad, y la renacentista, que exalta la vida por encima de todo.

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