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IES GIL Y CARRASCO – CURSO 2023/2024

1.º BAC. – LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA


APUNTES BLOQUE LITERATURA
LA CELESTINA
La literatura de la Edad Media culmina con una obra maestra de la literatura universal, La
Celestina, que rompe con todas las formas y convenciones artísticas precedentes para situarse a medio
camino entre el derrumbe del universo medieval y la aparición de la modernidad. Más allá de la
genialidad de la obra, en lo único en lo que la crítica ha estado siempre de acuerdo, nos enfrentamos
aquí a una serie de problemas que el paso del tiempo no ha hecho sino agrandar.
1. PROBLEMAS EXTERNOS:
1.1. EDICIONES: la obra presenta un complejo proceso de génesis, trasmisión y circulación. En
esencia, se nos ha trasmitido en dos redacciones:
1) Comedia de Calisto y Melibea: en un primer estadio primitivo, circularía el texto en forma
manuscrita, en estado fragmentario y de fecha indeterminada, pero cercano en el tiempo a las
ediciones impresas. En un segundo estadio, se situarían las ediciones impresas conservadas:
1.1) En Burgos se publica hacia 1500 una obra sin título ni mención de autor ni ningún otro
prolegómeno, aunque parece que falta una hoja inicial en el impreso, posiblemente debida a
manipulaciones decimonónicas. Este estadio de redacción, formado por dieciséis actos, es
denominado por la crítica textual como Comedia.
1.2) En 1500 aparece en Toledo, ahora con un título al frente: Comedia de Calisto y Melibea, acompañada
de una serie de piezas liminares: la carta de El autor a un su amigo; las coplas de El autor, el famoso
acróstico en octavas, el Síguese y el Argumento. Además, a los dieciséis actos originales le sigue un
poema que servía de remate al texto, las coplas del corrector Alonso de Proaza.
2. De la Comedia a la Tragicomedia: desde por lo menos 1502, la imprenta divulga en España e
Italia una refundición de la obra en veintiún actos, presentada como Tragicomedia de Calisto y
Melibea. Además, esta se ve incrementada con el Íncipit, el Prólogo filosófico y las estrofas tras el texto
intituladas Concluye el autor. Desde aquí su éxito es imparable, si se juzga desde la perspectiva del
número de ediciones de las que se tiene noticia solo en los primeros veinte años del siglo XVI,
únicamente comparable con los textos de Nebrija y otros compendios escolares. Ello ha motivado a
buena parte de la crítica a defender que fue obra de clara vocación docente, bien conocida ya de
forma manuscrita en el ambiente cultural salmantino de fines del XV.
1.2. AUTORÍA: El tema de la autoría ha suscitado varios posicionamientos críticos, desde su génesis
hasta la actualidad, momento en el que se pone incluso en entredicho que el bachiller Fernando de
Rojas sea realmente su creador. Así, para algunos críticos todas las referencias de los paratextos no
serían más que un mero juego retórico, pensado más para ocultar que para desvelar una anonimia
que se mantuvo durante siglos y continúa vigente en la actualidad. Sin embargo, para la mayoría de la
crítica, el punto de partida residiría en las afirmaciones que la propia obra contiene, esto es, la doble
autoría, en donde se distingue entre un autor del primer acto y un responsable del resto del drama,
Fernando de Rojas.
1.3. FUENTES: Además de los escritores de la Antigüedad clásica —Ovidio, Horacio, Séneca,
Aristóteles…—, conviene precisar la deuda de la obra con las comedias romanas de Plauto y

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Terencio, que se puede observar, por ejemplo, en la huella de personajes como el servus fallax para la
construcción de Sempronio. En segundo lugar, con el Pamphilus de amore, una comedia del siglo
XII escrita en latín, cuyo argumento viene a reducirse a la fábula de los amores de un joven llamado
Pánfilo y una doncella llamada Galatea, llevados a feliz término por la intercesión de una vieja.
Mención aparte merecen todas las influencias de los considerados bestseller de la época: desde la novela
sentimental Cárcel de amor, de Diego de San Pedro, pasando por la novela caballeresca Tirant lo Blanch,
de Joanot Martorell, hasta el Libro de buen amor, del Arcipreste de Hita, donde ya se desarrolla, a través
de la Trotaconventos, el personaje embrionario de la alcahueta aparecida en el Pamphilus.
1.4. GÉNERO: la pieza fuera definida por el «antiguo autor» como comedia, aunque,
evidentemente, no desde el sentido actual del término puesto que nunca fue concebida para la
representación. Así, La Celestina revela, dentro de su singularidad, un importante parentesco con la
comedia humanística, difundida especialmente en ambientes universitarios. Eran estas obras en
latín pensadas como ejercicios escolares para leer en grupo, compuestas a imitación de lo que se
conocía entonces del antiguo teatro latino, que trataban de temática amorosa, descrita muchas veces
en estilo bajo y obsceno, con final feliz provisto por la consecución física de la amada a través de la
intervención de criados y medianeras. Con la comedia humanística se emparentaba también en su
ejecución literaria como lectura dramatizada, que le permitía fundir recursos puramente teatrales —
división en actos, apartes, acotaciones y diálogos— con otros más novelísticos —ritmo lento,
extensión larga, digresiones o complejidad psicológica de los personajes—. Estos últimos argumentos
favorecieron una reinterpretación de la pieza como novela dialogada, entendiendo que, aunque la
obra naciera como comedia humanística en el acto I, terminaría por transformarse en novela gracias
a la utilización paródica de la ficción sentimental. En definitiva, parece que en la actualidad ha ganado
peso su consideración como primera comedia humanística en lengua romance, que incorpora
nuevos mecanismos arraigando la obra a la tradición literaria española.
2. PROBLEMAS INTERNOS:
2.1. ESTRUCTURA: la trama se desarrolla partiendo de la división en escenas como unidades
estructurales que, tras los distintos estadios de redacción, da lugar a un total de 21 actos. A partir de
ahí, se plantea una estructura interna en:
▪ Acto I: donde se plantea la acción dramática: Calisto, enfermo de amor hereos, se enamora de
Melibea, pero es rechazado por ella. Aconsejado por su criado Sempronio decide pedir ayuda a
la alcahueta Celestina.
▪ Actos II al XII: hasta la muerte de Celestina y de los criados, donde el motivo de la trama se
centraría en la mediación de Celestina para satisfacer la pasión amorosa de Calisto y sus
consecuencias.
▪ Actos XV al XXI: donde se introduce el asunto de la venganza de las rameras y termina con la
muerte de Calisto, el suicidio de Melibea y el planto de Pleberio.
2.2. TEMAS:

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▪ AMOR: asunto central de la pieza que se presenta desde distintas perspectivas complementarias.
Así, se aborda bajo la forma del amor hereos, fundamentándose en los tratados médicos de la
época, que entendían la enfermedad de amor como variante de melancolía o locura, como se
aprecia inicialmente en el personaje de Calisto y, finalmente, en Melibea. También, se recurre a
la retórica del amor cortés, aunque desde una visión paródica, que presenta a Calisto como
verdadera antítesis del amante cortesano. Por último, se defiende el amor sexual dentro de una
corriente hedonista que asumen como propia criados, prostitutas y hasta la misma Celestina.
▪ MUERTE: restaura el orden social trasgredido propio de una sociedad que se entiende en
decadencia y, en consecuencia, se deja arrastrar por los placeres terrenales frente a la necesaria
moderación. Así, la muerte de Melibea se presenta como consecuencia de su lujuria, al igual que
Calisto, quien además infringe toda convención social al dibujarse como mal señor. También,
Celestina y los criados serán castigados por su codicia, al hilo de un materialismo que actúa como
fuente destructiva y reflejo de la crisis medieval.
▪ MAGIA: frente a quienes niegan su importancia como tal, considerándola una nota ingenua de
la época; otros, destacan la función dramática de la philocaptio como responsable del cambio
psicológico de Melibea. Así, se plantean dos hipótesis posibles: si realmente el hechizo realizado
por la vieja alcahueta ha sido el que ha anulado la voluntad de Melibea o, por el contrario, ella ha
actuado bajo la premisa del libre albedrío. Por otro lado, se ha llamado la atención sobre la
asociación de la alcahuetería con la hechicería, por lo que su vinculación con lo demoniaco podría
remitir más bien a un compendio de lugares comunes que veían repitiéndose desde el Malleus
Maleficarum.
En definitiva, en La Celestina se aprecia ya el cambio de mentalidad medieval a la renacentista: la
religión, la vida como camino hacia el cielo, la visión ordenada y optimista del mundo se ven
sustituidas por la exaltación del goce carnal y de los placeres aquí en la Tierra, la primacía de los
valores materiales, el pesimismo, el egoísmo y la presencia del resentimiento y la envidia en las
relaciones humanas.
2.3. PERSONAJES: la innovación creadora de los personajes en la obra, individualizados y dotados
de significativa profundidad psicológica, como evidencia su evolución, carece de paralelos en los
antecedentes arquetípicos que se le suponen. En líneas generales, vienen definidos por su clase social,
en una convivencia de grupos que se necesitan y se enfrentan a partes iguales. Además, el retrato
individual de cada personaje se ve enriquecido a través de paralelismos y contrastes en una clara
apuesta por el perspectivismo:
1. Aristocracia o patriciado urbano: En primer lugar, Calisto, aparece configurado como
verdadera antítesis del amante cortesano, enfermo de amor hereos al que únicamente mueve la
consecución del deseo sexual. Pero es además un ser egoísta y, sobre todo, mal señor, en tanto que
únicamente asume sus responsabilidades frente al paroxismo que lo define, cuando sale en defensa
de sus criados, en una toma de conciencia final que termina por costarle la vida. Melibea resulta, a

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todas luces, un personaje mucho más interesante, con un perfil moral menos negativo, aunque no
poco ambiguo y, sobre todo, más enérgica y decidida, en tanto que experimenta una radical
trasformación en donde no escatimará ni en responsabilidad de honra ni en temor cristiano por la
salvación de su alma, como se deduce del suicidio final. Finalmente, la presencia de los padres de
Melibea alcanza un papel reducido, aunque no irrelevante, especialmente el personaje de Pleberio,
que asume su protagonismo en el planto retórico que cierra la Tragicomedia.
2. Personajes bajos: más amplia y variadamente representados en la comedia. En primer lugar, por
los criados que encuentran la base del cruel cinismo y pragmatismo que los define, especialmente en
Sempronio, en su defensa de los intereses individuales, evidenciando así la crisis de la sociedad
señorial del siglo XV. Frente a él, Pármeno ha sido contemplado por la crítica en su proceso de
corrupción desde el tipo del servus fidelis motivada tanto por la ingratitud de su señor como por las
artes persuasivas de Celestina. En segundo lugar, sobresale el estudio de las psicologías individuales
femeninas en los personajes de Elicia, voz de la moral hedonista en la pieza, y Areúsa, quien lleva a
cabo una apasionada defensa de la independencia frente a la servidumbre de las criadas, que termina
por contrastar con la realidad de su trato con el proxeneta Centurio. Este rico mosaico se completa
con Celestina, personaje tan singular que, aunque solo aparece en doce de los veintiún actos, termina
por usurpar el título de la obra. Más allá de su posible carácter diabólico o cómico, en Celestina
estremece su dominio de la retórica en un arte de la seducción que termina por controlar la voluntad
de quienes la rodean.
2.4. ESTILO: resulta evidente la cuidada elaboración del lenguaje, en donde confluyen el estilo
popular y culto en boca de un mismo personaje según convenga a la situación dramática, rompiendo
así el debido decoro y en detrimento de la verosimilitud lingüística. De este modo, en el discurso de
unos y otros la complejidad retórica, la tendencia latinizante en léxico y sintaxis o el uso y abuso de
sentencias eruditas, tanto clásicas como librescas, se combina con un uso preciso y apropiado de
léxico patrimonial, dichos, refranes o diminutivos afectivos.
En cuanto a las técnicas dramáticas, destaca el sabio manejo del diálogo —que abarca
desde parlamentos largos con réplicas igualmente extensas con cierta propensión hacia lo filosófico
hasta intercambios basados en replicas muy rápidas de incuestionable valor cómico—, el monólogo
—por su carácter innovador a la hora de explicitar la interioridad de los personajes— y el aparte —
reservado únicamente a los personajes bajos—.
2.5. INTENCIONALIDAD Y SENTIDO: como toda obra universal ha dado lugar a múltiples
interpretaciones. Entre otras, se destacan las siguientes:
1. Tesis didáctica: según declara Rojas la finalidad de la obra se vincularía con la tradición literaria
de la reprobatio amoris, esto es, pasaría por advertir de los peligros del loco amor que ya había
condenado el Arcipreste de Hita.
2. Tesis artística: aquellos críticos que, aunque aceptan el didactismo lo consideran subordinado a
una voluntad puramente artística o literaria por parte de su autor. Así, la obra huye de todo

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anacronismo ideológico, privilegiando su consideración como parodia de la coetánea ficción
sentimental y sus procesos de amores.
TEXTO 1. EL ESTILO DE LA CELESTINA

CELESTINA. Has de saber, Pármeno, que Calisto anda de amor quejoso. Y no lo juzgues eso por flaco,
que el amor constante todas las cosas vence. Y sabe, si no sabes, que dos conclusiones son verdaderas: la
primera, que es forzoso el hombre amar la mujer y la mujer al hombre. La segunda, que el que
verdaderamente ama es necesario que se turbe con la dulzura del soberano deleite, que por el hacedor de
las cosas fue puesto, porque el linaje de los hombres se perpetuase, sin lo cual perecería. Y no sólo en la
humana especie; mas en los peces, en las bestias, en las aves, en las reptilias [...] ¿Qué dirás a esto, Pármeno?
¡Neciuelo, loquito, angelico, perlica, simplecico! ¿Lobitos en tal gestico? Llégate acá, putico, que no sabes
nada del mundo ni de sus deleites [...]
PÁRMENO. Calla, madre, no me culpes, ni me tengas, aunque mozo, por ignorante. Amo a Calisto
porque le debo fidelidad, por crianza, por beneficios, por ser de él bien honrado y bien tratado, que es la
mayor cadena que el amor del servidor al servicio del señor prende, cuanto lo contrario aparta. Véole
perdido. (...) No lo puedo sufrir. ¡Dígolo y lloro!
CELESTINA. Pármeno, ¿tú no ves que es necedad o simpleza llorar por lo que con llorar no se puede
remediar?
PÁRMENO. Sí, pero a mi amo no le quería doliente.
CELESTINA. ¡Oh malvado!, ¡cómo que no se te entiende! ¿Tú no sientes su enfermedad? ¿Qué has dicho
hasta ahora? ¿De qué te quejas? Pues burla o di por verdad lo falso y cree lo que quisieres: que él es
enfermo por acto, y el poder ser sano es en mano de esta flaca vieja.
PÁRMENO. ¡Más, de esta flaca puta vieja!
CELESTINA. ¡Putos días vivas, bellaquillo! ¿Y cómo te atreves ...?
PÁRMENO. Como te conozco.
CELESTINA. ¿Quién eres tú?
PÁRMENO. ¿Quién? Pármeno, hijo de Alberto, tu compadre, que estuve contigo un poco de tiempo,
que te me dio mi madre, cuando morabas a la cuesta del río, cerca de las tenerías.
CELESTINA. ¡Jesú, Jesú, Jesú! ¿Y tú eres Pármeno, hijo de la Claudina?
PÁRMENO. ¡Alahé, yo!
CELESTINA. ¡Pues fuego malo te queme, que tan puta vieja era tu madre como yo! ¿Por qué me
persigues, Pármeno? ¡Él es, él es, por los santos de Dios! Allégate a mí, ven acá, que mil azotes y puñadas
te di en este mundo y otros tantos besos. ¿Acuérdaste cuando dormías a mis pies, loquito? Dígote, hijo
Pármeno, que tu amo me parece que de todos espera mercedes sin nada a cambio. Ahora se presenta el
caso de que todos nos beneficiemos y que tú te remedies. Mucho te aprovecharás siendo amigo de
Sempronio.

TEXTO II. OTRA DESCRIPCIÓN DE MELIBEA…

ELICIA. ¿Gentil es Melibea? Aquella hermosura, por una moneda se compra de la tienda. Por cierto, que
conozco yo en la calle donde ella vive cuatro doncellas en quien Dios más repartió su gracia que no en
Melibea, que si algo tiene de hermosura es por buenos atavíos que trae. Ponedlos a un palo, ¿también
diréis que es «gentil»? Por mi vida, que no lo digo por alabarme, mas creo que soy tan hermosa como
vuestra Melibea.
AREÚSA. - Pues no la has tú visto como yo, hermana mía. Dios me lo demande, si en ayunas la topases,
si aquel día pudieses comer de asco. Todo el año se está encerrada con mudas de mil suciedades. Por una
vez que haya de salir donde pueda ser vista, enviste su cara con hiel y miel, con uvas tostadas e higos
pasados, y con otras cosas que por reverencia de la mesa dejo de decir. Las riquezas las hace a estas
hermosas y ser alabadas, que no las gracias de su cuerpo. Que así goce de mí, unas tetas tiene, para ser
doncella, como si tres veces hubiese parido. No parecen sino dos grandes calabazas. El vientre no se le he
visto, pero, juzgando por lo otro, creo que le tiene tan flojo como vieja de cincuenta años. No sé qué se
ha visto Calisto, porque deja de amar a otras que más ligeramente podría haber y con quien más él holgase,
sino que el gusto dañado muchas veces juzga por dulce lo amargo.
SEMPRONIO. - Hermana, paréceme aquí que cada buhonero alaba sus agujas, que el contrario de eso
se suena por la ciudad.
AREÚSA. - Ninguna cosa es más lejos de la verdad que la vulgar opinión. Nunca alegre vivirás si por
voluntad de muchos te riges. Porque éstas son conclusiones verdaderas, que cualquier cosa que el vulgo

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piensa es vanidad; lo que habla, falsedad; lo que reprueba es bondad; lo que aprueba, maldad. Y pues éste
es su más cierto uso y costumbre, juzgues la bondad y hermosura de Melibea por eso ser la que afirmas.
SEMPRONIO. - Señora, el vulgo parlero no perdona las tachas de sus señores y así yo creo que, si alguna
tuviese Melibea, ya sería descubierta de los que con ella más que nosotros tratan. Y aunque lo que dices
concediese, Calisto es caballero, Melibea hijadalgo, así que los nacidos por linaje escogidos búscanse unos
a otros. Por ende, no es de maravillar que ame antes a ésta que a otra.
AREÚSA. - Ruin sea quien por ruin se tiene. Las obras hacen linaje, que al fin todos somos hijos de Adán
y Eva. Procure de ser cada uno bueno por sí y no vaya a buscar en la nobleza de sus pasados la virtud.

TEXTO III. MODERNIDAD DEL TEXTO

ELICIA. - Madre, a la puerta llaman. O la voz me engaña o es mi prima Lucrecia.


CELESTINA. - Ábrele y entre ella y buenos años, que aun a ella algo se le entiende de esto que aquí
hablamos, aunque su mucho encerramiento le impide el gozo de su mocedad.
AREÚSA. - Así goce de mí, que es verdad que estas que sirven a señoras ni gozan deleite ni conocen los
dulces premios de amor. Nunca tratan con parientes, con iguales a quien puedan hablar tú por tú, con
quien digan: «¿qué cenaste?», «¿estás preñada?», «¿cuántas gallinas crías?», «llévame a merendar a tu casa»;
«muéstrame tu enamorado»; «¿cuánto ha que no te vio?», «¿cómo te va con él?», «¿quién son tus vecinas?»
y otras cosas de igualdad semejantes. ¡Oh tía, y qué duro nombre y qué grave y soberbio es «señora»
continuo en la boca! Por esto me vivo sobre mí desde que me sé conocer, que jamás me precié de llamarme
de otra sino mía, mayormente de estas señoras que ahora se usan. Gástaste con ellas lo mejor del tiempo
y con una saya rota de las que ellas desechan pagan servicio de diez años. Denostadas, maltratadas las
traen, continuo sojuzgadas, que hablar delante ellas no osan. Y cuando ven cerca el tiempo de la obligación
de casarlas, levántanles un caramillo: que se echan con el mozo o con el hijo, o pídenles celos del marido,
o que meten hombres en casa, o que hurtó la taza o perdió el anillo; danles un ciento de azotes y échanlas
la puerta fuera, las haldas en la cabeza, diciendo: «¡allá irás, ladrona, puta, no destruirás mi casa y honra!».
Así que esperan galardón, sacan baldón; esperan salir casadas, salen amenguadas; esperan vestidos y joyas
de boda, salen desnudas y denostadas. Éstos son sus premios, éstos son sus beneficios y pagos. Oblíganse
a darles marido, quítanles el vestido. La mejor honra que en sus casas tienen es andar hechas callejeras, de
dueña en dueña, con sus mensajes a cuestas. Nunca oyen su nombre propio de la boca de ellas, sino «puta
acá», «puta acullá», «¿a dó vas, tiñosa?», «¿qué hiciste, bellaca?», «¿por qué comiste esto, golosa?», «¿cómo
fregaste la sartén, puerca?», «¿por qué no limpiaste el manto, sucia?», «¿cómo dijiste esto, necia?», «¿quién
perdió el plato, desaliñada?», «¿cómo faltó el paño de manos, ladrona? A tu rufián le habrás dado», «ven
acá, mala mujer, ¿la gallina habada no parece?, pues búscala presto, si no, en la primera blanca de tu soldada
la contaré». Y tras esto mil chapinazos y pellizcos, palos y azotes. No hay quien las sepa contentar, no
quien pueda sufrirlas. Su placer es dar voces, su gloria es reñir. De lo mejor hecho menos contentamiento
muestran. Por esto, madre, he querido más vivir en mi pequeña casa, exenta y señora, que no en sus ricos
palacios, sojuzgada y cautiva.

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