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El amor en la literatura
Entre las historias sobre el origen del amor, ninguna tan fascinante como la que
cuenta Platón en El banquete, uno de sus diálogos. Para dicha explicación, el gran
filósofo griego echa mano del mito del Andrógino. Recuerda que esos antiguos
seres, caracterizados por tener sexo femenino y masculino a la vez, poblaban la faz
de la tierra. Su capacidad de autosuficiencia, les permite sobrevivir fácilmente. El
problema es que esa capacidad los lleva a una
conducta que sería imperdonable en la
jerarquía de los antiguos mitos de occidente:
desdeñan al Dios Zeus. Este omnipotente ser,
indignado por ese menosprecio, responde de
manera contundente: divide en dos a los
andróginos y los echa a andar en esa nueva
condición por el mundo, arrastrando con ellos,
ese desconcierto de tener un cuerpo mutilado.
Desde entonces, nos dice Platón, el amor es
una búsqueda constante del otro, es ese
impulso que sienten todos los seres humanos
por recuperar esa mitad perdida.
1
Denis de Rougemont, Amor y occidente, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1993, p. 63.
los besos de tu boca! / ¡Porque más embriagantes que el vino / son tus amores!”. Y
Safo experimenta en perfectos versos lo que es el amor: “Eros me sacudió el alma
/ como un viento que en la montaña sacude los árboles”.
Por lo que podemos ver, cada época trae consigo diversas maneras de concebir el
amor. Por ejemplo, términos que han llegado hasta
nuestros días, como la cortesía, tienen que ver con
una gran tradición que se deprende de la época
medieval. Estamos hablando de un amplio periodo
que comprende casi un milenio, que se extendió del
siglo siglo V al siglo XIV de nuestra era. Es en una
parte de ese largo tramo de nuestra historia,
alrededor de la centuria XII y XIII, cuando surgen
importantes cambios en las conductas, en la
relación del hombre y la mujer, que derivan en la
construcción de un nuevo discurso amoroso.
Para Aurelio González, hay aspectos importantes en este periodo que es necesario
destacar. Uno de ellos es que “la mujer se jerarquiza”, y se empieza a idealizar: “la
mujer deja de ser una entidad real para convertirse en una entidad sociocultural”.
Las transformaciones que se presentan en esa época ubican a la mujer en una
situación privilegiada. Los conceptos de dama y caballero llenan el discurso de
ciertas clases privilegiadas. A la primera se le reconoce “su altura” y “su elevación
social.” Mientras que el segundo se convierte en un vasallo de ella. Es por eso que,
durante esta parte de la edad media, entre la nobleza, “el amor se vuelve un código
cultural, pero al mismo tiempo un código social. De ahí que este enmarcada por esa
impronta del amor todo lo que es la cultura de la edad media”.2
Esta dinámica de vida todo lo llena. La corte, entre las clases cultas, es el
centro de convivencia social y cultural. La poesía, los torneos, los trovadores, las
damas, los caballeros, el cortejo, comparten este espacio en el que el amor es un
elemento sustancial de esta nueva forma de vida. Esto lo veremos en las grandes
obras de la época, en las novelas de caballería, en la poesía trovadoresca, en todas
esas manifestaciones amorosas en las que se representa esta nueva forma de vida.
2
Aurelio González, Comentario al libro Amor e Historia. https://www.youtube.com/watch?v=qzo-Y_HNCwY
dice que la ausencia causa olvido / merece ser
de todos olvidado. Mientras que Francisco de
Quevedo habla de las “medulas que han
gloriosamente ardido” y construye las más
perfectas antítesis de amor al intentar definirlo:
“Es hielo abrasador, es fuego helado”.
En la obra Ana Karenina (1878), publicada hace casi ciento cincuenta años,
podemos ver el desarrollo de una trama orientada por el amor prohibido. En estas
obras hay nuevas formas de representar los deseos, el tedio de las fórmulas
convencionales del matrimonio, las reacciones ante el aburrimiento de la relación, y
ante la mediocridad de personajes masculinos, como bien lo cuenta una novela
Madame Bovary (1956).
Por eso, obras como la Biblia, además de tener un carácter religioso son
grandes obras literarias. En ese sentido, el Génesis, libro sobre la creación incluido
en esta magna obra, es una muestra de belleza que no puede ser excluida de la
historia de la literatura.
Lectura 2
La metamorfosis*
Ovidio
Me lleva el ánimo a decir las mutadas formas
a nuevos cuerpos: dioses, estas empresas mías -pues vosotros los mutasteis--
aspirad, y, desde el primer origen del cosmos
hasta mis tiempos, perpetuo desarrollad mi poema.
Teogonía*
Hesíodo
Popol Vuh*
Anónimo
Génesis*
Al principio Dios creó el cielo y la tierra. La tierra no tenía forma; las tinieblas
cubrían el abismo. Y el soplo de Dios se movía sobre la superficie de las aguas.
Dijo Dios:
–Que exista la luz. Y la luz existió. Vio Dios que la luz era buena; y Dios separó la
luz de las tinieblas; llamó Dios a la luz: día, y a las tinieblas: noche. Pasó una
tarde, pasó una mañana: éste fue el día primero.
Y dijo Dios:
–Que exista un firmamento entre las aguas, que separe aguas de aguas.
E hizo Dios el firmamento para separar las aguas de debajo del firmamento, de
las aguas de encima del firmamento. Y así fue. 8 Y Dios llamó al firmamento: cielo.
Pasó una tarde, pasó una mañana: éste fue el día segundo.
Y dijo Dios:
–Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezcan los
continentes.
Y así fue. Y Dios llamó a los continentes: tierra, y a la masa de las aguas la llamó:
mar. Y vio Dios que era bueno.
Y dijo Dios: –Produzca la tierra pasto y hierbas que den semilla, y árboles frutales
que den fruto según su especie y que lleven semilla sobre la tierra.
Y así fue. La tierra produjo hierba verde que engendraba semilla según su
especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie. Y vio Dios
que era bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: éste fue el día tercero.
Y dijo Dios:
–Que existan astros en el
firmamento del cielo para
separar el día de la noche,
para señalar las fiestas,
los días y los años; y
sirvan como lámparas del
cielo para alumbrar a la
tierra.
Y así fue. E hizo Dios los
dos grandes astros: el
astro mayor para regir el día, el astro menor para regir la noche, y las estrellas. Y
los puso Dios en el firmamento del cielo para dar luz sobre la tierra; para regir el
día y la noche, para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Pasó
una tarde, pasó una mañana: éste fue el día cuarto.
Y dijo Dios:
–Llénense las aguas de multitud de vivientes, y vuelen pájaros sobre la tierra
frente al firmamento del cielo.
Y creó Dios los cetáceos y los vivientes que se deslizan y que llenan las aguas
según sus especies, y las aves aladas según sus especies. Y vio Dios que era
bueno.
Y Dios los bendijo, diciendo:
–Crezcan, multiplíquense y llenen las aguas del mar; y que las aves se
multipliquen en la tierra.
Pasó una tarde, pasó una mañana: éste fue el día quinto.
Y dijo Dios:
–Produzca la tierra vivientes según sus especies: animales domésticos, reptiles y
fieras según sus especies.
Y así fue. E hizo Dios las fieras de la tierra según sus especies, los animales
domésticos según sus especies y los reptiles del suelo según sus especies. Y vio
Dios que era bueno.
Y dijo Dios:
–Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que ellos dominen los peces
del mar, las aves del cielo, los animales domésticos y todos los reptiles.
Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los
creó.
Y los bendijo Dios y les dijo:
–Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces
del mar, a las aves del cielo y a todos los animales que se mueven sobre la tierra.
Y dijo Dios:
–Miren, les entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la tierra; y
todos los árboles frutales que engendran semilla les servirán de alimento; y a
todos los animales de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de
la tierra –a todo ser que respira–, la hierba verde les servirá de alimento.
Y así fue. 31Y vio Dios todo lo que había hecho: y era muy bueno. Pasó una tarde,
pasó una mañana: éste fue el día sexto.