Está en la página 1de 7

TEMA 46.- LA CELESTINA.

ÍNDICE
1. INTRODUCCIÓN
2.- Género de la obra.
3. Breve esbozo de los personajes
4. La Celestina: parodia del amor cortés
5. Conclusiones
6. BIBLIOGRAFÍA

I. INTRODUCCIÓN
Es AMPLIAMENTE sabido que la importancia de LA CELESTINA (1466-
1469) reside en haber traído a las letras españolas una nueva concepción del hombre y
del mundo que le rodea, y que en esta obra se exploran la vida y las ambiciones del
hombre que quiere librarse de las tradicionales fuerzas restrictivas, que quiere afirmar
su propia dignidad y autonomía, de manera anteriormente desconocida en España.
En efecto, La Celestina, NOMBRE por el que ha llegado a ser conocida más
comúnmente la Comedia o Tragicomedia de Calisto y Melibea, es, probablemente, la
obra literaria más importante de España, después del Quijote, y una de las más
meritorias de Europa en su contribución al desarrollo del realismo literario. En ella
confluyen las corrientes clásicas de la “comedia nueva”, transmitida a través de los
siglos por la comedia de Plauto y Terencio, las comedias elegíacas, y humanísticas
medievales y la tradición vulgar de Italia y España. Así, el ímpetu humanístico de los
siglos XV y XVI, con su nuevo espíritu de observación del mundo físico y espiritual del
hombre, de sus ambiciones, deseos y anhelos, dejó un marco notable en las letras de
aquella época.
En CUANTO a su autor, Fernando de Rojas, hoy nadie duda de su paternidad de
toda la obra, salvo del acto I: éste difiere sobremanera del resto, ya que aquí el primer
autor sólo recurre a Petrarca una vez, mientras que en el resto de la obra es
omnipresente. El propio Rojas indica que pudo haber sido escrito por Rodrigo de Cota o
Juan de Mena, siendo, al parecer, Cota, quien cuenta con mayor apoyo de la crítica.
La DISPOSICIÓN artística de esos individuos envueltos en la ciega búsqueda
por el placer, la pasión desenfrenada y la concomitante ruina y muerte de Celestina, de
los sirvientes, Pármeno y Sempronio, de los protagonistas, Calisto y Melibea, es el
ejemplo máximo de la visión que el autor tiene de la vida, cuyo concepto fundamental
es que el pecado trae consigo retribución.
*Todos estos datos serán fundamentales para el alumno de 3º ESO y para
fomentar la CEC (Real Decreto 1105/ 2014) de un naciente lector que se inicia para el
buceo por el océano de la literatura [medieval y renacentista].
2.- Género de la obra
A lo largo de los AÑOS se ha venido considerando la obra como una heredera
de la comedia humanística del Renacimiento italiano, que tenía sus orígenes en los
Diálogos de Luciano de Samósata, en la comedia de Plauto y Terencio, y en la tragedia
de Eurípides y Séneca. Por eso, el género teatral se ha defendido como fuente
fundamental de la obra.
Los defensores en VALORAR La Celestina como teatro alegan las
concomitancias que tiene ésta con tal comedia italiana humanística en latín: el estudio
psicológico de los personajes, la complicación de la intriga, la crítica a las costumbres
coetáneas y, en concreto, un típico argumento de ésta: el del señor embaucado por sus
criados en asuntos de amor, a lo que se añaden tipos de tal tradición teatral clásica,
como el plautino miles gloriosus, reflejado en Centurio, al que Rojas añadiría uno
típicamente hispánico, el de Trotaconventos, recogido especialmente del Libro de Buen
Amor, del Arcipreste de Hita.
Además, el hecho de que la obra CONTENGA tantos actos se explicaría en
cuanto a que la comedia humanística era una modalidad dramática no destinada a la
representación, sino a la lectura de una minoría culta. Esta idea fue especialmente
mantenida por Mª Rosa Lida de Malkiel, mientras que Marcel Bataillon añade que Rojas
aporta a la comedia humanística su índole moralizante.
Últimamente, DE HECHO, se considera La Celestina como el germen de la
novela moderna: el autor hace ver que el mundo de la ficción de amor cortés y el mundo
real son irreconciliables (como luego le sucederá a don Quijote con el mundo de la
caballería). Calisto trata de seguir los postulados de tal amor cortés en un mundo de
prostitutas en vez de damas, y de alcahuetas y desleales criados en vez de nobles
servidores. Es ésta una de las esencias de la novela actual, que, en contraste con el
idealismo medieval, expone la imposibilidad del héroe de insertarse en una tradición y
encontrándose con una realidad más descarnada.
Así, Calisto es trasunto paródico del héroe amoroso por EXCELENCIA de su
época: Leriano, protagonista de Cárcel de Amor, de Diego de San Pedro, paradigma de
la novela sentimental. La obra de San Pedro fue publicada en 1492 y gozó de un enorme
éxito. Además, consta en la biblioteca de Rojas.
Otro de las FAMILIARIDADES de la obra con la novela sentimental son los
papeles de Pármeno y Sempronio y sus respectivos amores carnales con las prostitutas,
Elicia y Areúsa, gracias a las mediaciones de Celestina. Con ello se establece un espejo
paródico entre los amores de éstos y los de Calisto y Melibea. Además, desvelan que
estos buscan lo que aquellos: el amor carnal amparados en la retórica, ahora vacua, del
amor cortés.
Las prostitutas parodian a Melibea como dama ridícula y llena de afeites,
descomponiendo así la imagen de la dama inalcanzable y ANGELICATA de la novela
sentimental. El mismo proceso siguen los criados de Calisto con éste. Los dos amantes
se ven a ellos mismos como los de tradición cortés, es decir, como tipos, sin embargo,
Rojas nos hace ver crudamente su lado humano: la vida real y el mundo fantástico de
ellos entran en colisión con la realidad, desencadenándose un trágico final.
Como el Quijote, La Celestina parodia una novela precedente –la de caballerías
aquél y la sentimental ésta- por el CHOQUE entre ficción y realidad, acabando con
ella, pues la novela sentimental pasará pronto de moda con la aparición de nuestra obra.
3. Breve esbozo de los personajes
AL crear su obra, Fernando de Rojas nos ofrece un cuadro de la sociedad
renacentista, cuyos miembros afirman su individualidad, buscan el deleite y miran por
sus propios intereses. Quizás la única excepción la encontramos en Sosia y Tristán, los
dos criados de Calisto que reemplazan a Pármeno y Sempronio cuando estos mueren,
pues son fieles, confidentes y buenos consejeros, aunque eso sí, bastante curiosos y
entrometidos. También Lucrecia aconseja sabiamente a su ama, Melibea, aunque en
ocasiones podemos observar que siente celos del amor de los amantes nobles.
Areúsa y Elicia, VILES pecadoras y amantes de los criados de Calisto, Pármeno
y Sempronio, muestran la lujuria, la sensualidad y la amoralidad, aunque el amor propio
que desprenden hace eco en la obra. Por ejemplo, recordemos estas palabras de la joven
Areúsa subrayando su dignidad humana al decir que: «jamás me precie de llamarme de
otro, sino mía» (De Rojas). Éstas, junto con sus amantes, de carácter débil, cínicos y
cobardes, manifiestan en la obra un trato egoísta e interesado hacia Calisto, Melibea y
Celestina. La alcahueta, por su parte, siempre ejemplifica la actitud humanística que
tanto glorifica la vida y sus placeres: «Gocemos y aprovechémonos... Goza tu mocedad,
el buen día, la buena noche, el buen comer o beber» (De Rojas).
Además, la CAÓTICA pasión que Calisto tiene por Melibea, y el concomitante
logro de sus deseos, representan una reacción dinámica contra los sistemas
tradicionales, como lo simboliza también el suicidio de Melibea, quien se deja llevar por
el impulso del momento, sin ninguna preocupación por la condenación eterna. Al
contrario, antes de arrojarse de la torre, lamenta el no haber podido gozar más del amor:
«¿Cómo no gocé más del gozo?» (De Rojas); vemos, por ende, una clara alusión a los
tópicos carpe diem y tempus fugit.
Esta filosofía la expone también la vieja Celestina, quien, con astucia y
amoralidad, DESPLIEGA el papel principal de la obra, ya que es instrumental en la
conducta desenfadada de todos, comportamiento que los llevará a la inevitable
destrucción. En fin, las páginas de La Celestina reflejan, en varios aspectos, actitudes
mentales y rasgos sociales históricamente identificables dentro de la corriente
humanística del Renacimiento, donde ya no es Dios, sino el hombre el centro del
mundo.
Por último, los personajes de Pleberio y de su mujer, Alisa, padres de Melibea,
son, tal vez, los más ENIGMÁTICOS de La Celestina. Repetidas veces se asegura al
lector que se trata de una familia de la más alta aristocracia de la ciudad. ¿Por qué,
entonces, dio el primer autor a Pleberio un nombre que remitía a un origen plebeyo y
estado llano? Seguramente para justificar una caricatura intencionada de la alta nobleza.
En definitiva, en La Celestina hallaremos la ocasión perfecta para FILOSOFAR
acerca de la idiosincrasia humana y su condición social, a saber: malos sirvientes, falsas
mujeres hechiceras, consejos traicioneros, etc.
4. La Celestina: parodia del amor cortés
Tal y como indica Yolanda Iglesias, las doctrinas del AMOR cortés dominaban,
desde el siglo XII en adelante, gran parte de la literatura amorosa y caballeresca
europea. La base del amor cortés era la inversión de las relaciones normales, tanto
sociales como sexuales, entre el hombre y la mujer. Así, el amante había de comportarse
ante la amada como si fuese humilde vasallo ante su señor, presentándose como siervo o
cautivo de ella. Había un léxico especial con el que el amante se dirigía a la amada para
consignar esa relación. El amor cortés no excluía toda posibilidad de una eventual
relación sexual entre la pareja, pero era obligación de la amada tratar primero con
desdén sostenido cualquier señal de amor que le diese su amante.
Este, por su parte, tenía que HILVANAR con infinita paciencia un largo
período de “servicio” durante el que la amada, mediante una serie de rechazos, actos de
indiferencia, etc., sometía a prueba la profundidad de su amor. Otra característica del
amor cortés era que había de ser una relación totalmente secreta, necesidad que se
imponía porque, por lo menos en la tradición hispánica, la amada era casi siempre una
doncella que vivía bajo el techo paterno.
Por CONSIGUIENTE, entraba en juego no sólo su propia honra, sino también
la honra familiar. La idea del matrimonio como solución a los problemas de los amantes
cortesanos estaba totalmente excluida sin el consentimiento del padre. Otro aspecto del
amor cortés era que, a ojos del amante, la amada siempre representaba la perfección, no
sólo física sino también espiritual. No era raro en la literatura amorosa que se le aplicase
a ella el epíteto “divina”, palabra que no siempre se entendía como mera metáfora
hiperbólica, llegando en algunos poetas a comparar a su amada con Dios. Calisto no
sólo sigue esta tradición, sino que, con exageración paródica, anuncia que, en lugar de
ser cristiano, adora a Melibea y se considera “melibeo”.
También el masoquismo está presente en la obra. Amar según sus doctrinas es
una experiencia sumamente DOLOROSA, pero es un dolor que da placer porque,
cuanto más sufre el amante, tanto más se asegura de la profundidad de su amor. Debido
a la mencionada insistencia sobre el amor cortés como experiencia dolorosa, es
frecuente que se dibuje al amante como persona enferma. Es un aspecto del amor muy
acentuado en La Celestina, y no sólo cuando hablan Calisto o Melibea. Celestina,
repetidamente, equipara su papel de alcahueta con el de curandera de las llagas y
dolores que causa el amor.
Desde la primera ESCENA representada por Calisto, al abrirse La Celestina, los
lectores contemporáneos de Rojas, familiarizados con las doctrinas del amor cortés por
la prosa y poesía de su época, debían darse cuenta en seguida de que el joven caballero
era figura paródica y, por tanto, ridícula. Al entrar en escena, sus palabras proclaman de
modo inequívoco que habla como adepto de aquellas doctrinas. El vocabulario que
emplea (“secreto dolor”, “galardón”, “servicio”, “sacrificio”, “esquivo tormento”, etc.)
está tomado directamente del léxico especializado empleado por sus practicantes. Pero
al mismo tiempo ni su conducta ni sus intenciones coinciden con el valor léxico. Su
súbita irrupción en el huerto de la recatada Melibea y la violencia con que hace su
inesperada e impertinente declaración inicial de amor no concuerdan totalmente con los
preceptos fundamentales del amor cortés.
Calisto, ahora y después, está enteramente FALTO de la paciencia que es
cualidad imprescindible del amante cortés. Todo indica que, a pesar de emplear el
léxico tradicional cortés al hablar de su amor, lo que busca es, cuanto antes y de una
manera o de otra, conquistar a Melibea. Lejos de guardar el secreto de este amor, según
la tradición de los amantes terencianos, lo revela a su criado Sempronio, arriesgando así
que pasara a ser noticia divulgada a los cuatro vientos. Parodia la tradicional
divinización metafórica de la amada, declarando que Melibea es, literalmente, su Dios,
lo que no impide que ponga sin escrúpulo en manos de la famosa alcahueta y hechicera
la tarea de reducir a quien acaba de proclamar ser la única divinidad que venera.
En las últimas páginas, tanto el amante como la amada se proclaman ahora
siervos el uno de la otra y viceversa, situación enteramente AJENA al amor cortés y
que pertenece más bien a los sentimientos propios del amor romántico, apasionado, que
ahora empieza a dominar la relación de la pareja. «Haga y ordene de mí a su voluntad»
(De Rojas), dirá Melibea a su criada proclamando con otro ejemplo de la ironía teatral
rojana.
6. Conclusiones
La novedad de La Celestina como historia de amores no dependía de su trama.
Los lectores de la época estaban muy ACOSTUMBRADOS a leer sobre este tipo de
amor. La originalidad de La Celestina dependía de que, a diferencia de la literatura
amorosa de moda, primero dejaba a sus dos amantes comunicar sus sentimientos
enteramente por sus propias palabras y, segundo, les colocaba dentro de un contexto
cotidiano, más o menos realista, de cuya presencia irónica, empequeñecedora y burlona
sólo la muerte les rescataría.
Es OBVIO que la obra de Rojas tiene de medieval el tratamiento de tres grandes
temas: censura de loco amor, los embates de fortuna y el carácter igualador de la
muerte, en la línea de las danzas de la muerte (mueren todos los estamentos en la obra).
El carácter converso de Rojas se vería en el retrato de una sociedad, la del XV, y estaría
individualizando tales temas en un aquí y un ahora que traspasan unos personajes
concretos, por lo que la obra estaría anunciando el antropocentrismo y el carácter
reformista del Renacimiento.
La CRÍTICA concuerda en que en esta obra se está reflejando un mundo en
descomposición. Fernando de Rojas pretende mostrar la vida tal como es, y no como
debiera de serlo, expulsa a unos tipos de amor cortés de sus marcos literarios
convencionales y los introduce en su mundo coetáneo.
En este sentido, presenta un entorno secularizado en DEMASÍA donde sólo
tiene valor el poder carnal, no el espiritual, - representado por Calisto y Melibea- y los
bienes terrenales, no el deseo de vida eterna –mostrados claramente por los criados
desleales -. Todos los protagonistas son tanto instigadores como víctimas de la tragedia
y son condenados, en la línea epicúrea propia de este tiempo, por no saber gozar la vida
sin ponerla en riesgo.
Lo más desolador de La Celestina es que no hay ningún orden divino (EX –
MACHINA) que intervenga como corrector. La ausencia de menciones a la religión
católica como marco doctrinal (salvo en las octavas, sentidas hoy como postizas) se ha
interpretado como consecuencia lógica de la condición conversa de Rojas, aunque tal
vez sería mejor aludir a una llamada ética que hace éste a la sociedad de su tiempo
como ciudadano culto.
 Por otra parte, La Celestina es una obra notable para interpretarla en el AULA e
incluso trasladarla al lenguaje del siglo XXI o al de las redes sociales. También, por
ejemplo, podríamos instar a los alumnos a que completen los nichos de información que
se suceden entre un acto y otro, para desatar la imaginación, o cambiar los personajes
originales por personajes públicos del mundo de la televisión, o bien recurrir a la
película de 1996, dirigida por Gerardo Vera.
El propio Cassany afirma que si las tareas son originales y auténticas se de-
spierta el interés del alumno y, por ende, la clase se anima: «El debate muestra de-
sacuerdos, razones contrapuestas, desencuentros, coincidencias. Y la clase pasa fugaz-
mente. Aprendiendo». Este planteamiento está más que corroborado, sobre todo por el
éxito pedagógico que, como se ha visto en numerosas ocasiones, se logra al introducir el
mundo en el aula: «Porque cuando los contenidos se llevan del mundo real al mundo del
aula, las tareas se convierten en pedagógicas» (Cassany).
En cuanto a su puesta en escena, si nos DECANTAMOS por La Celestina,
tendremos seguramente el viento a favor. No sólo porque el tema de las tragicomedias
amorosas parece interesarles bastante a los alumnos, sino también porque al disponer de
pocos personajes, tendremos que utilizar poco vestuario y decorado.
Todo lo que se refiera a DECORADOS y vestuarios ha de resolverse de la
forma más sencilla posible, apelando a la imaginación muchas veces, para así evitar los
menores costes económicos posibles. Esto, lejos de ser un escollo, es beneficioso, pues
obliga al espectador a centrarse únicamente en el desarrollo progresivo de la acción. En
este sentido, el papel del docente es importante, pues ha de ser el guía que introduzca a
los alumnos en este mundo, explicándoles cuestiones de dicción, por ejemplo, o el
peligro de la afectación exagerada en los gestos.
Se trata, en definitiva, de conseguir una ECONÓMICA y aceptable
representación con los medios más modestos, que haga disfrutar a los actores y al
público, a la vez que con ella aprendan y se familiaricen con este género. La simple
lectura de [La Celestina] también puede llevarnos a su comprensión, siempre y cuando
se tenga en cuenta imaginariamente la localización y el juego escénico evocado a partir
de la palabra.
De este modo, la dramatización y el teatro son actividades que refuerzan la
valoración de la palabra en su contexto. La dramatización es un gran estímulo para la
creación del lenguaje, y el teatro para la asimilación de modelos lingüísticos. No
obstante, hay que reconocer que la aplicación de algunos principios de ortofonía debería
cuidarse en los alumnos desde los comienzos del estudio de la lengua. Como decía
Henri Poincaré: «Una palabra bien elegida puede economizar no sólo cien palabras, sino
cien pensamientos».
Los clásicos, nos venía a decir Italo Calvino, no deben leerse por deber ni por
respeto, sino por amor. Un clásico es una consideración personal que se engloba a su
vez dentro de la sociedad en la que se encuentran obra y autor. No es necesaria una
identificación completa, puesto que estaríamos ante un libro total, sino que no te deje
indiferente en tanto que te sirve para definirte a ti mismo.
En este caso, como el docente de Lengua y Literatura ya sabe, la abundancia
de lectura (siempre y cuando sea atractiva y motivadora) y escritura, nos hace llegar a
una mayor precisión y originalidad de la escritura misma. Esto es sin duda un gran
acierto, ya que de esta manera no caeríamos en el error de ceñirnos únicamente al libro
de texto, el cual, a menudo, es detestado por los alumnos. Como decía Rodari: «Con los
errores se aprende, dice un viejo proverbio. Un nuevo proverbio podría decir que con
los errores se inventa».
7. BIBLIOGRAFÍA
* Calvino, I. (2017): Perché leggere i classici. Milán: Mondadori.
* Cassany, D. (2008): Taller de textos. Leer, escribir y comentar en el aula. Barcelona: Paidós.
* De Rojas, F. (1979): La Celestina (6ªed). Madrid: Cátedra.
* Iglesias, Y. (2009): Una nueva mirada a la parodia de la novela sentimental en La Celestina. Vervuert: Iberoamericana.
* Lida de Malkiel, Mª Rosa (1966): La originalidad artística de la Celestina. Buenos Aires: Editorial Universitaria.
*Rodari, G. (1976): Gramática de la fantasía. Barcelona: Avance.

También podría gustarte