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la historia de nuestra filosofía, comenzó en la antigua Grecia mas concretamente en Atenas y

en el siglo IV ac. Allí vivieron los grandes filósofos clásicos: Platón y Aristóteles. Ellos fueron el
inicio del que se desarrollaron las diversas ramas del pensamiento filosófico que han llegado
hasta nuestros días.

Pero este pensamiento tiene raíces anteriores en otras ciudades griegas. Antes de que los
grandes desarrollaran sus sistemas filosóficos, otros pensadores menos conocidos se habían
hecho preguntas y habían ensayado respuestas sobre lo que les producía asombro. En primer
lugar, sobre la naturaleza o la physis, como ellos la llamaban, sobre la razón por la que se
repiten cíclicamente los procesos (el día y la noche, las estaciones…) o sobre la posibilidad de
encontrar principios simples y lógicos para explicar procesos complejos y aparentemente
caóticos. Pero también se hacían preguntas sobre la propia condición de los seres humanos,
sobre sus costumbres y sus leyes, sobre los motivos por los que esas costumbres y esas leyes
debían ser seguidas o sobre su bondad y justicia.

Las raíces de la filosofía se hunden, por tanto, en unos tiempos en los que surgen preguntas
sobre la naturaleza, pero también sobre el propio pensamiento y sobre las formas de vida de
los humanos. Unos tiempos en los que se acepta que esas preguntas son legítimas, y que,
además, sus respuestas pueden ser distintas y discutibles.

Por eso la historia de la filosofía comienza con los griegos. Ellos disponían de escritura
alfabética. La escritura permite transmitir información a otros, aunque no estén en el mismo
lugar ni vivan en el mismo tiempo. La escritura es la herramienta que permite ese diálogo
entre generaciones en que consiste cualquier historia del saber. Sin escritura puede haber,
quizá, literatura (oral) pero no historia de la literatura. Sin escritura puede haber, quizá,
pensamiento, pero no historia del pensamiento. Cuando nace la filosofía los griegos ya
cuentan con otros escritos. La Iliada y la Odisea (Homero) o Los trabajos y los días (Hesiodo),
son obras a medio camino entre los mitos y la literatura. Obras en las que los griegos expresan,
además de unos mitos compartidos, una visión de su mundo. La escritura ya servía para fijar
narraciones sobre epopeyas y viajes fantásticos. Lo novedoso fue que algunos griegos
comenzaran a utilizarla para compartir sus ideas sobre otras cosas más lógicas y reales. Por
ejemplo, sobre la organización del cosmos, sobre los fenómenos que en él suceden o sobre las
leyes naturales que permiten entenderlos.

Pero para que apareciera la filosofía era necesario, además de disponer de una lengua escrita,
contar con cierto grado de libertad. Para que pueda surgir la filosofía (la amistad con la
sabiduría) los dioses no pueden ser tan poderosos como para impedir que los humanos se
formulen preguntas. El mundo griego tenía muchos mitos y muchos dioses, pero ni sus mitos ni
sus dioses daban todas las respuestas ni impedían formular nuevas preguntas. Son las ventajas
de una religiosidad que apenas tenía sacerdotes ni grandes dogmas. Los mitos griegos no eran
para iniciados, ni había teólogos que señalaran cómo debían ser interpretados. Entre los
griegos no era, por tanto, un sacrilegio preguntarse por el origen de las cosas, por su principio,
por su explicación. Tampoco estaba prohibido intentar que las respuestas a esas preguntas
fueran lógicas, razonables y ajustadas a las observaciones.

La naturaleza o la physis fue el tema que despertó

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