Resumen conjurar estos riesgos se exige mayor con-
trol por parte de las instituciones que regu- Este artículo pretende ser una invitación a lan la vida de los niños (la familia, la escuela un viaje en el que no se den por hechas las o el sistema de protección). El resultado es seguridades compartidas acerca de la reali- una restricción de la autonomía de los niños, dad de los niños y adolescentes de hoy, sino niñas y adolescentes, que contrasta con las que se pongan en cuestión, buscando para expectativas de que, como “hijos de la mo- ello otras explicaciones alternativas, que nos dernidad”, sean capaces de elegir sus propios habiliten para abordar el estudio de las vi- caminos de autorrealización. das de los niños, o las intervenciones con ni- ños (sean ellos o nosotros quienes nos en- palabras clave: infancia, adolescencia, ni- contremos en dificultad) con una mirada ños, riesgo, sociedad, instituciones, control. distinta. En primer lugar se analiza el pro- ceso de construcción social del propio con- Summary cepto de “infancia y adolescencia en difi- cultad”, a la luz de los cambios que se han This article tries to be an invitation to a jour- producido, especialmente a lo largo del úl- ney in which the shared safeties taken for timo siglo, en las ciencias sociales y su re- granted on the reality of the children and to- percusión en la formación de una idea de in- day teenagers, are being put in question, look- fancia en el imaginario colectivo. En ing for other alternative explanations, which segundo término, se aborda la condición de enable us to approach the study of the lives ser niño o adolescente en la llamada “socie- of the children, or the interventions with chil- dad del riesgo”, caracterizada, entre otras co- dren (be they or we who meet in difficulty) sas, por la incertidumbre y los deseos de al- with a different look. First it is analyzed the canzar un cierto control sobre los peligros process of social construction of the proper percibidos como potenciales. La percepción concept of “childhood and adolescence in dif- de los riesgos para la infancia en la sociedad ficulty”, in the light of the changes that have tiene dos caras: por un lado los peligros a los taken place, specially throughout last century, que están expuestos y por otro aquellos que in the social sciences and its repercussion in causan, esto es, lo que nos amenaza. Para the social images of childhood. In the second
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sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 17 - marzo 2010 • tercera época term, it is approached the condition to be no se está evocando a los niños y adoles- child or teenager in so called “risk society”, centes que tienen dificultades para acceder characterized, among other things, by the un- al disfrute de su vida de niños o adolescen- certainty and the desires to reach a certain tes debido a diferente tipo de barreras eco- control on the dangers perceived as poten- nómicas, culturales, sociales, físicas o men- tials. The perception of the risks for the child- tales propias o de su entorno, sino más bien hood in the society has two faces: on the one a niños y adolescentes que, con sus com- hand the dangers to those who are exposed portamientos, causan dificultades o proble- and for other one those that they cause, which mas a los demás. Desvelemos el misterio: el threatens us. To conspire these risks it is re- término “niños y adolescentes en dificultad” quired major control on the part of the insti- es en realidad utilizado, sea en los ambien- tutions that regulate the life of the children tes académicos, o entre los profesionales de (the family, the school or the protection sys- la intervención social, o por parte de la opi- tem). The result is a restriction of the auton- nión pública en general, como forma eufe- omy of the children and teenagers, which con- mística de referirse a los niños-problema, y front with the expectations of whom, as “ no a los problemas de los niños. children of the modernity “, are capable of Las representaciones colectivas sobre la choosing their own ways of self-realization. infancia y la adolescencia contemporáneas están alimentadas por la difusión, a veces ex- key words: childhood, adolescence, children, plotada hasta la saciedad, de incidentes dra- risk, society, institutions, control. máticos y muy condenables (fueran estos, o no, protagonizados por niños, niñas o ado- lescentes) o de conductas que se muestran Introducción como impropias de su edad o de los riesgos que inconscientemente asumen o a los que Como punto de partida este artículo quiere resultan expuestos. Todo ello conduce a pen- invitar a una reflexión sobre el propio con- sar que la infancia ya no es lo que era, y es- tenido de la frase acuñada como “infancia polea el debate (entre adultos) sobre las cau- y adolescencia en dificultad”. En dificultad sas, las consecuencias, los culpables y los ¿de qué? o ¿para qué? o ¿por qué? En el responsables de remediar estas desviaciones. campo de las ciencias sociales aplicadas, en Es un debate que se repite cíclicamente, y este caso aplicadas a la intervención social, casi siempre en los mismos términos, y que circulan habitualmente una serie de térmi- se extingue con la misma rapidez que apa- nos con un significado sobreentendido en el rece. Es un debate del que están excluidos, interior del propio campo, pero quizá no tan por supuesto, los propios interesados, los ni- fácil de percibir desde el exterior. Un ob- ños, niñas y adolescentes quienes, después servador externo, que no hubiera sido con- de este efímero protagonismo, retornan, taminado por la vulgarización y populari- como grupo social, al espacio en la sombra zación de los ya citados a través de los que se les tiene en realidad atribuido. medios de comunicación al uso, podría ha- Pero es cierto que la infancia ya no es lo cerse las tres preguntas (o más) señaladas que era, y a comprender lo que es aquí y más arriba. Alguien acostumbrado a la lec- ahora es probable que debieran dedicarse tura de esos medios o bien oyente habitual nuestros esfuerzos como científicos sociales de las emisoras de radio o el espectador de si aspiramos a contribuir al avance hacia una los programas televisivos de información u sociedad inclusiva, no excluyente de ningún otros, ya sabría que, con esa repetida frase, grupo de personas ni de ninguna categoría
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sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 17 - marzo 2010 • tercera época social. En los últimos 20 ó 30 años, los nue- seguridades que, como académicos o profe- vos estudios de infancia, si algo nos han de- sionales adultos, compartimos con los demás mostrado, es que la infancia (y la adolescen- adultos acerca de la realidad de los niños y cia) como espacio social que define el modo adolescentes de hoy, sino que las pongamos de ser niño o niña o adolescente, varía de en cuestión, buscando para ello otras expli- acuerdo con dónde tiene lugar y en qué época caciones alternativas, que nos habiliten para histórica ocurre. La experiencia de ser niño abordar el estudio de las vidas de los niños, (o niña, o adolescente) varía de hecho de o las intervenciones con niños (sean ellos o acuerdo con las condiciones determinantes nosotros quienes nos encontremos en difi- de ese tiempo y lugar, y también las percep- cultad) con una mirada distinta. ciones adultas de infancia varían de acuerdo con factores culturales, sistemas de creencias y formas de pensamiento dominantes. 1. La construcción social de los niños y ado- La infancia ya no es lo que era, como no lescentes en dificultad lo es la posición de las mujeres en la vida so- cial, las relaciones comerciales, los sistemas Se entiende que la propia idea de infancia políticos, la economía o las comunicaciones. es una construcción social (Qvortrup, 1993, Y sin embargo hay como una cierta ten- James y Prout, 1997)) esto es, que como cual- dencia a preservar a la infancia de los cam- quier otro aspecto de la realidad social, esta bios que han sucedido y suceden a su alre- idea es el resultado de un proceso dialéctico dedor, es la “nostalgia de infancia” como continuo de producción de sentido por el último reducto de lo más noble y más puro cual se dota a la infancia de un significado, que conserva o desea conservar el individuo que es aprehendido como un hecho objetivo en la era de la posmodernidad, aunque sea que se internaliza por medio de la sociali- a costa de sacrificar la auténtica realización zación y se reproduce después, pero ya no de los niños como seres que también habi- de forma igual, sino transformado por la tan, no en el pasado, sino en el hoy posmo- conciencia. De este modo puede decirse que derno. En los recurrentes y polarizados de- la infancia se experimenta como una reali- bates sobre la situación de la infancia no se dad objetiva, en la cual existe una definición percibe el intento de explorar las conexio- de las pautas y formas de conducta que co- nes e interdependencias entre fenómenos rresponden a los adultos respecto a los ni- globales, como los más arriba mencionados, ños, y asimismo lo que estos deben hacer y fenómenos locales, como pueden ser los para llegar a ser y tener la consideración de incidentes puntuales que hacen saltar a los adultos. Pero el orden social que rige y se nos niños a los titulares de las páginas de “so- presenta como realidad, no forma parte de ciedad” (antes denominadas de sucesos) ni la naturaleza de las cosas, existe solamente tampoco de profundizar en las conexiones como producto de la actividad (cognitiva) e interdependencias entre los grupos gene- humana, como resultado de la constante in- racionales compuestos por adultos y niños, teracción entre el ser humano (productor) respectivamente. Y de este modo, solo ve- y el mundo social (su producto). Cada uno mos lo que queremos ver, pensamos lo que de esos conjuntos de pautas, normas y re- queremos pensar y decimos lo que quere- gulaciones que dictan las actitudes hacia mos decir de los niños, quienes no están en aquellos definidos como niños, son únicas y posición de responder (Morrow, 2007). particulares para cada sociedad y en conse- Este artículo pretende ser una invitación cuencia presentan variaciones históricas y a un viaje en el que no se den por hechas las diferencias basadas en las culturas particu-
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sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 17 - marzo 2010 • tercera época lares de los lugares en los que se producen, noría de edad representa una limitación en constituyendo a su vez indicadores o seña- su capacidad efectiva y reconocida de actuar les de las distintas formas de vida social. así como una dependencia respecto a los que Esto quiere decir, en suma, que no es lo ya sí pueden, es decir, los adultos. No im- mismo ser niño hoy que serlo hace cin- porta las diferencias cualitativas que se pro- cuenta, o cien o mil años, y no es lo mismo ducen en el interior del grupo, sea por raza, ser un niño o niña o adolescente europeo por sexo, por clase social, por experiencia o que africano o latinoamericano actualmente. por desarrollo evolutivo, todos sus miembros Quiere decir también que en esa definición son “menores” a efectos de las constriccio- temporal, histórica, renovada y continua del nes que impone su posición de dependen- contenido y los signos de identidad de la in- cia, social y legalmente sancionada1. Ser niño fancia intervienen todos los actores presen- o niña o adolescente es, en consecuencia, tes, por más que hay unos, los que detentan prácticamente lo mismo, si bien el de la edad el poder en el plano generacional, esto es, los es el aspecto en el que más fricciones se pro- adultos en cada sociedad, quienes tienen la ducen sea en lo referente a la atribución de potestad de imponer sus normas, mientras responsabilidades, a la concesión gradual de que otros, los menores de edad, aunque pa- autonomía o a la propia negociación de am- recen destinados a acatarlas, con frecuen- bas por parte de los niños en el desarrollo de cia no se limitan a reproducir las indicacio- su vida cotidiana. nes que reciben, sino que pasan a recrear La imagen y el contenido de infancia (y ellos mismos el sentido de infancia. Y en de adolescencia) se construyen como una es- esto consiste la segunda gran afirmación que pecie de imagen en negativo contra la ima- sostienen los autores que se inscriben en la gen y el contenido de la adultez. Como dice línea de la nueva sociología de la infancia, Rabello de Castro (2004) la identidad del esto es, que los niños son auténticos acto- niño se concibe como una “diferencia” con res sociales quienes, en constante interac- respecto a la del adulto: lo que el adulto es, ción con su mundo influyen también en su el niño no es todavía, pero será; lo que el transformación, por más que su capacidad adulto fue, y ha superado felizmente, el niño de hacerlo no sea habitualmente reconocida es. Para entrar en el mundo social del tra- (Qvortrup et al. 1994, James, Jenks y Prout, bajo, la diversión y demás cuestiones im- 1998, Mayall, 2002, Gaitán, 2006). portantes, para ser considerado competente Si esta es la segunda, la primera tesis en para actuar completamente como sujeto, se la que se sostiene la sociología de la infan- supone que el niño tiene que dejar atrás su cia es que la infancia es un fenómeno social, infantilismo, debe asumir la tarea de supe- esto es, un hecho de relevancia para la vida rar su naturaleza inicial (salvaje) a favor de social, que siempre está formando parte de una más “civilizada”, debe sustituir gradual- la estructura social, por más que sus miem- mente las cualidades y atributos de niño por bros se renueven constantemente. La in- las de adulto. ¿No es esto un drama? ¿No es fancia se encuentra atravesada e influida por una riqueza desperdiciada para todo el co- los mismos fenómenos que afectan al resto lectivo social? ¿Cómo puede un ser humano de la estructura, si bien de una manera dis- desenvolverse en una posición definida más tinta, en virtud de la particular posición que por un “no ser” que por “ser”? Muchos au- tiene atribuida en la misma. El hecho más tores afirman que los niños (y adolescentes) relevante que diferencia a la infancia es que constituyen el último gran grupo social pen- todos sus miembros se encuentran por de- diente de emancipación. Una emancipación bajo de una determinada edad, y que esa mi- que, de momento, no pueden alcanzar con
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sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 17 - marzo 2010 • tercera época su lucha, como en el pasado y en el presente media en el ciclo de vida de las personas, una hacen otros grupos sociales, sino con el sim- especie de cuarentena previa a la adultez. En ple paso de los años (Gaitán, 1999). Hoy por este contexto la familia cede terreno en sus hoy, los niños necesitan de los adultos para funciones formativas a la vez se convierte modificar su estatus social. Por eso, como se- en lugar de afecto necesario; los niños im- ñala Qvortrup (op. cit.) si, desde el ámbito portan, se lamenta perderlos y se considera académico, no es posible adoptar medidas conveniente limitar su número para aten- políticas para cambiar la posición de los ni- derlos mejor. ños, sí se puede al menos impulsar modifi- Según la asunción más generalizada de caciones para “liberar conceptualmente” a la la propuesta de Ariès, el descubrimiento de infancia. Y a ello deseamos aplicarnos. la infancia y la adolescencia es de origen re- La vigente construcción de infancia se ha ciente y se consolida entre las clases medias ido amasando lentamente, en especial a lo en la segunda mitad del siglo XIX, difun- largo del pasado siglo XX. El crecimiento diéndose los valores que comporta entre las de las ciencias sociales ha dado cabida en clases trabajadoras durante el siglo XX, con su interior al crecimiento de las “ciencias del la ayuda particular del estado de bienestar. niño”: la pedagogía, la psicología, el psicoa- Este marco general, algo simplista, forma nálisis, la sociología, la antropología social parte del universo simbólico referido a la in- han ido proporcionando explicaciones a la fancia actualmente. Como lo forma también conducta observada en los niños, a la vez que la idea de que la infancia es un período de argumentos para la “gestión del niño” de tal tiempo en la vida de las personas destinado modo que aquella conducta se adapte a lo al entrenamiento para llegar a ser el tipo de que colectivamente resulta deseado o espe- miembro que la sociedad desea y que en este rado de ellos. También los estudios que han período los individuos deben ser conduci- examinado a la infancia en una perspectiva dos por otros más experimentados (los adul- histórica han aportado su contribución a la tos) lo que legitima su situación de depen- construcción de la imagen de la infancia mo- dencia respecto a estos últimos; una derna. Entre estos últimos destaca por su dependencia que si bien en las primeras eta- amplia difusión pero, sobre todo, por la fá- pas de la vida humana tiene un fundamento cil asimilación de su tesis básica, el de Phi- biológico y psíquico evidente, en edades más lip Ariès (1987). Basándose fundamental- avanzadas, la de la adolescencia, por ejem- mente en fuentes francesas, Ariès propone plo, se torna más y más de carácter social. que la infancia es un invento moderno, o me- En función de todo ello se fija la longitud del jor, un producto de la modernidad. Según período de la infancia, así como las restric- este autor, la sociedad del Antiguo Régimen ciones a la participación en la vida social no podía representarse bien al niño y menos (Gaitán, 2006). aún al adolescente; el ser humano pasaba de La construcción de infancia vigente tiene bebé a hombre, sin etapas de juventud. Pero distintos diseñadores, arquitectos y opera- a finales del siglo XVII se produce una mo- rios. Ya han sido mencionados algunos de dificación de las costumbres y surge un ellos, como los reformistas o los practican- nuevo espacio para el niño y la familia en las tes de las ciencias sociales, mejor decir, de sociedades industriales; la escolarización de las ciencias del niño. Se pueden añadir ahora los niños aparece como un aspecto más de los políticos reformistas y los movimientos las prácticas moralizadoras y reformistas de defensa de los derechos de los niños. El que se emprenden y así surge la idea de una trabajo, a veces coordinado, a veces alterna- infancia larga y se introduce una fase inter- tivo, a veces complementario, desarrollado
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sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 17 - marzo 2010 • tercera época por ambos a lo largo del siglo XX tiene su ex- fesores, porque no se concentra y siempre presión máxima, su resultado más acabado, está moviéndose, porque no tiene amigos o en la Convención de los Derechos del Niño amigas, o porque los que tiene son igual de de las Naciones Unidas. Como producto, que inadaptados que él, porque está pendiente lo es, de amplios debates y consensos (man- del móvil, porque maneja Internet, porque tenidos, “naturalmente”, entre seres huma- se empeña en vestir de un modo distinto… nos adultos) la Convención representa ac- Diferentes síntomas que son transformados tualmente, para bien y para mal, el en síndromes, identificados, catalogados y paradigma que define específicamente la po- etiquetados debidamente. El segundo paso sición de los niños, niñas y adolescentes en en este proceso es dar a luz tratamientos la sociedad. Para bien, porque por primera para estas anomalías y el tercero aplicar o vez se reconoce a los niños como sujetos de tratar de aplicar esos tratamientos. derechos y porque los estados firmantes de Para que esta construcción del niño di- la Convención adquieren una serie de com- fícil funcione se requieren otras condiciones promisos dirigidos a garantizar normativa y que son propias y están presentes formando materialmente estos derechos. Para menos parte del “clima social” de la sociedad pos- bien porque la Convención consolida la “di- moderna. De ellas podemos destacar la sen- ferencia” entre adultos y niños, a los que, sación de riesgo, acompañada de la necesi- en aras de la protección especial que sin dad de control, el cual se apoya, a su vez, en duda merecen, deja al margen de la partici- la confianza en el saber y conocimiento ex- pación en parcelas fundamentales de la vida pertos alcanzados merced a los avances cien- social, que se contemplan de forma bien de- tíficos que parecen estar constantemente su- fensiva o bien tutelada, como derechos pa- perando barreras apenas imaginadas hace sivos antes que activos, lo cual consolida la poco tiempo. Es necesario también que, no asimetría entre unos y otros. Menos bien asi- tanto poseer el conocimiento, como saber mismo, porque la Convención no contempla que ese conocimiento existe, sea algo que se los compromisos con su comunidad que mu- encuentre a disposición de todos, cuestión chísimos niños practican a lo ancho del ampliamente resuelta en la actualidad a tra- mundo, asumiendo tareas de beneficio co- vés de los medios y las nuevas tecnologías lectivo que muchas veces les están vedadas de la información y la comunicación. En este a los niños que viven en otras latitudes. Es sentido no es difícil para cualquiera evocar por razón de estas cosas que la Convención algún ejemplo entre la enorme variedad de suele ser tachada no solo de “adultocéntrica” revistas especializadas, libros, programas de sino también de “eurocéntrica” y por lo que, televisión o de radio que parecen imponerse como cualquier otro producto normativo como tarea la divulgación del saber experto consensual precisa a la vez de ser defendido acerca de cómo tratar a los niños (no tanto y aplicado con coherencia, y de ser actuali- de cómo “tratarse con” los niños). Es preciso zado en sus términos, que no en su objetivo creer, por fin, que el niño “difícil” puede lle- final. gar a ser “fácil” es decir, debidamente adap- Frente a la imagen del niño ideal, adap- tado a nuestras expectativas, mediante el tado, se construye la imagen del niño “difí- tratamiento de re-socialización más ade- cil”. Difícil por muy diferentes razones: por- cuado, cuestión que se delega, claro está, que no le interesa la escuela, porque se en los expertos, con escasa participación de alimenta mal y engorda demasiado, porque los protagonistas de la “dificultad”. Quizá no respeta las reglas internas de la familia, merezca la pena detenerse a reflexionar so- ni la autoridad de los padres, ni la de los pro- bre esto.
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sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 17 - marzo 2010 • tercera época 2. Ser niño en la sociedad del riesgo El descubrimiento adulto de la infancia, históricamente fechado a partir de finales En los últimos años la sociedad parece ha- del siglo XVII (Ariès, op. cit.) implicó la asig- berse hecho especialmente sensible al riesgo, nación de un nuevo estatus social a los ni- al punto que algunos autores consideran ésta ños, mientras que la modernidad llegó más como una de las características de la pos- tarde a la infancia, a través de ciertas modernidad, que se fundamenta en un alto características que distinguen el rol de los grado de incertidumbre y en la extensa pre- niños en la familia y en la sociedad. La emer- sencia de una gran variedad de riesgos que gencia del individuo-niño se produce a tra- se experimentan tanto a escala personal vés de un triple proceso de: institucionali- como global (Beck, 1998). La incertidumbre, zación, individualización e individuación o la desorientación que sentimos, proviene (Frones, 1994, Qvortup, 1994). Por institu- de “la sensación que muchos de nosotros te- cionalización se entiende el proceso de in- nemos de haber sido atrapados en un uni- clusión en instituciones, principalmente las verso de acontecimientos que no logramos correspondientes al sistema educativo, que entender del todo y que, en gran medida, pa- influyen en la vida de los niños y organizan rece escapar a nuestro control” (Giddens, sus días; la individualización pone el énfasis 2004:16). La cuestión que queremos plan- en la autonomía individual y en la impor- tear aquí es la siguiente: ¿Hasta qué punto tancia del cultivo y desarrollo moral del in- no es la infancia actual, entendida como fe- dividuo; la individuación se refiere a un pro- nómeno social, uno de esos acontecimientos ceder burocrático, que identifica individuos que (los adultos) no logramos entender y que para facilitar la provisión igualitaria de los escapa a nuestro control? Unida a ésta pue- derechos sociales reconocidos por los mo- den plantearse otras preguntas: ¿Cómo afec- dernos estados del bienestar. Según explica tan los rasgos característicos de la sociedad Qvortrup, las tres “íes” están relacionadas en postmoderna a los niños, niñas y adoles- el caso de los niños de la siguiente manera: centes de modo particular? ¿Cómo repercute la institucionalización se ha convertido en en sus vidas la sensación de riesgo percibida una necesidad, causada por el desarrollo eco- por la sociedad adulta? nómico; a la vez, la entrada en cualquiera de Según Giddens (op. cit.), para entender las instituciones diseñadas para los niños cómo hemos llegado al punto de desorien- presupone una individualización –los niños tación antes mencionado es preciso pro- son a este respecto tratados como indivi- fundizar en el sentido mismo de la moder- duos, como representantes de ellos mismos nidad, cuyos rasgos se están radicalizando y más que de su familia, enrolados como per- universalizando como nunca, dando lugar sonas con su propio nombre y su propio nú- a un orden nuevo y diferente al que pode- mero personal– que a la vez abre el camino mos con justeza llamar “posmoderno”. In- para un proceso de individuación, esto es, de dividualización, disolución del orden tradi- identificación administrativa como sujeto. cional, emancipación de la autoridad, Si bien la institucionalización fuera del ám- separación entre tiempo y espacio, desan- bito familiar (y el resto de los procesos que claje (reorganización de las relaciones so- la acompañan) respondió desde el principio ciales a través de enormes distancias entre a la necesidad social de controlar y garanti- tiempo y espacio) o apropiación reflexiva del zar un progreso humano fundamentado en conocimiento son algunos de los rasgos que el conocimiento, produce a la vez el efecto componen la figura de la organización so- de independizar relativamente a los niños cial en la actualidad. respecto a sus familias y de promover ma-
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sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 17 - marzo 2010 • tercera época yor igualdad entre niños, introduciéndoles vacío, ni es ajeno a los valores que tanto a ni- en los procesos de control burocrático pro- vel individual como social se sostienen, ni pio de las sociedades de masas donde au- que la idea de infancia como espacio de ino- mentan sus oportunidades de elección, lo cencia, como materia plástica y moldeable, que significa simultáneamente un incre- como situación ideal del ser humano, cons- mento de su autonomía y un aumento de tituye en sí misma un valor en una sociedad la incertidumbre sobre los resultados de sus que siente que los valores más puros se han elecciones, rasgos ambos que son de mo- perdido, o se están perdiendo. Por lo tanto, no dernidad a la vez que germen de riesgos. es solo el conocimiento, sino también los va- La sustitución del orden tradicional por lores compartidos, lo que está presente en el orden moderno supone que las prácticas cualquier tipo de actividad académica o de in- sociales, aunque tengan su fuente en la ex- tervención con la infancia y la adolescencia. periencia de generaciones anteriores, ya no Pero volvamos ahora la mirada a los que resultan aceptadas y sancionadas solamente transitan por la infancia en esta etapa de pos- por esta razón, sino que es preciso que “lo modernidad, esto es, a los niños, niñas y ado- que se ha hecho siempre” coincida con aque- lescentes de hoy. Hay que decir que ellos son, llo que puede ser defendido aquí y ahora a primero y sobre todo, presente, no tienen so- la luz de los nuevos conocimientos. Pero, bre sí ningún peso de pasado ni de tradición bajo la modernidad, ningún conocimiento conocida o experimentada individualmente. está revestido de plena certeza, sino que está Y viven su tiempo en presente, siguiendo un sometido a una continua revisión que a la proceso de apropiación, interpretación y res- vez procede de la reflexión sobre las prácti- puesta a lo que perciben en el espacio coti- cas sociales e incide sobre las mismas. (Gid- diano y en el mundo que les rodea, en un dens, op. cit). La aceptación de estas propo- sentido original, recién inventado por ellos siciones nos lleva a razonar sobre la mismos. condición de la infancia moderna, que no se Corsaro (1997) denomina “reproducción produce en una situación en la que cualquier interpretativa” (interpretive reproduction) a incidente puede resolverse recurriendo a las este proceso. El término interpretativo se re- tradicionales prácticas de rutina, sino a tra- fiere a los aspectos innovadores y creativos vés de una práctica reflexiva sobre los pro- de la participación de los niños en la socie- pios hechos. De esta manera, las institucio- dad: los niños crean y participan en su pro- nes tradicionales de encuadramiento de la pia y única cultura de pares tomando y apro- infancia (la familia y la escuela) tanto como piándose de información del mundo adulto otras que, directa o indirectamente, se rela- para llevarla a su propia cultura. El término cionan con ella, no pueden utilizar la expe- reproducción recoge la idea de que los niños riencia de tiempos pasados como modelo, no internalizan simplemente la sociedad y sino aprender a funcionar en contextos de la cultura, sino que contribuyen activamente incertidumbre, para apoyar los procesos de a la producción cultural y al cambio. Los ni- socialización de los nuevos miembros de la ños entran en la cultura de una sociedad al sociedad de un modo desconocido por lo nacer y empiezan pronto a participar en nuevo, con efectos impredecibles. La inse- otras instituciones, y a interactuar con otros guridad generada por este escenario es la niños y con otros adultos. Y no sólo entran que conduce a la búsqueda del apoyo de en esas culturas “locales”, sino que empiezan aquellos que pretendidamente poseen el co- también, colectivamente, a reproducirlas, nocimiento experto, pero no hay que olvidar particularmente las culturas de iguales. Cor- que ningún conocimiento se produce en el saro define la cultura de iguales como un
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sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 17 - marzo 2010 • tercera época conjunto estable de actividades o rutinas, ar- nales, algunos podrán construir sus propias tefactos, valores y cuestiones que los niños biografías, sin embargo, la posición de cada producen y comparten en interacción con persona en la estructura social influye en su otros niños, y considera que tales culturas capacidad de acceder y compartir conoci- aparecen y se desarrollan como resultado de miento y también en la posibilidad de hacer los intentos de tomar conciencia y resistirse elecciones. Así la posición de clase, género, al mundo adulto (los niños tratan de ganar etnia o localidad (y, podríamos añadir, edad) control sobre sus vidas de muchas maneras, es una variable con fuerte impacto en la y una de ellas es la de resistirse a las reglas construcción de biografías individuales, y la de los adultos y a su autoridad). Las culturas persona puede actuar en la creencia de estar de pares no son etapas que se pasan de niño, decidiendo su propio estilo de vida cuando sino que forman parte de las experiencias verdaderamente hay factores estructurales que se comparten con los otros a través de determinantes que están en juego, aunque la vida, y que no tienen que ver con la ma- estos quedan con frecuencia oscurecidos durez o el desarrollo individual, sino más (Bagnoli y Ketoviki, 2009). bien forman parte de la historia de cada uno De esta invitación, o más bien, de esta como miembro activo de una sociedad dada. exigencia de ser reflexivamente responsa- De este modo, esas culturas de pares están bles de sus propias vidas no quedan exclui- incrustadas en la producción colectiva de dos los niños, niñas y adolescentes que vi- una serie de culturas que al cabo contribu- ven en la postmodernidad. Hoy en día se yen a la reproducción y cambio en la más considera que cada persona es responsable amplia sociedad o cultura adulta, siendo así de sí misma y que el deber de cada una es los niños agentes sociales que contribuyen el de realizarse en la vida, y así se transmite a la reproducción de la infancia y de la so- el mensaje a los niños. Los niños están in- ciedad a través de sus negociaciones con volucrados, como los adultos, en las deci- adultos y de la creación de una serie de cul- siones que afectan a sus intereses y a sus turas de iguales con otros niños. vidas, mostrándose capaces de hacer ajustes La disolución del orden tradicional tam- continuos y flexibles y desplegando conti- bién ha significado emancipación de la au- nuamente habilidades para relacionarse con toridad en el sentido de que cada vez más es otros, integrar distintas experiencias en un la propia persona la que se ve enfrentada a todo coherente y comprensible, comunicar tomar sus propias decisiones, sin que éstas deseos y opiniones de forma eficaz, auto- vengan señaladas o impuestas por algún tipo controlarse, tomar iniciativas y tener con- de instancia de poder superior. En las con- fianza en sí mismos. Y los niños desarrollan diciones de la posmodernidad se requiere esas competencias como resultado de la vida que las personas desarrollen actitudes re- que llevan en las familias e instituciones so- flexivas y adquieran habilidades para re- ciales modernas, sometidos a un modo de construirse y ser capaces de responder a las socialización plural, ocupándose ellos de cambiantes circunstancias que puedan apa- traspasar las experiencias adquiridas de un recer al dar cualquier tipo de giro su tra- espacio a otro. En buena medida a los niños, yectoria de vida. Cada ser individual se en- niñas y adolescentes modernos se les ofrece cuentra con nuevas libertades para construir la oportunidad de decidir individualmente sus propios planes de vida y también impe- sus actividades sociales, de seleccionar y con- lido a hacer elecciones constantes, lo que con figurar sus actividades lúdicas, de planificar frecuencia le llena de incertidumbre. En una y gestionar su tiempo y, por supuesto, de ma- situación tan abierta a las elecciones perso- nifiestar sus gustos personales. Sin embargo,
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sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 17 - marzo 2010 • tercera época esa relativa independencia no significa plena que se coloca a los niños frente a los nue- autonomía: las decisiones que toman están vos riesgos. Para Giddens (op. cit.) la mo- definidas en esferas donde conviven ele- dernidad es un fenómeno de doble filo: por mentos de tradición con otros más abiertos un lado, el desarrollo de las instituciones so- a la negociación entre “socios” individuales, ciales y su expansión mundial ofrece ma- dando lugar a múltiples variantes, lejos de un yores oportunidades para disfrutar de una modelo único de apropiación del mundo por existencia más segura, pero, por otro, el de- parte del niño, tanto como de un solo modelo sarrollo social tiene su lado sombrío, el de relaciones en las instituciones sociales. riesgo ya no aparece tanto como un efecto Por otro lado, el grupo familiar se ve pre- incontrolado de las fuerzas de la naturaleza sionado por el ambiente social en el que pre- o de las inefables intenciones de alguna di- domina esa clase de pensamiento dual que di- vinidad, sino como resultado imprevisto de vide a los niños entre inocentes víctimas o nuestras propias actividades o decisiones. El peligrosos agresores. Y así, es en el entorno “nuevo perfil del riesgo” consiste en un pe- familiar cotidiano donde se construye y re- culiar bagaje de amenazas y peligros de la construye la noción del riesgo que afecta a los vida social moderna y puede evaluarse en niños, un riesgo contextualizado en marcos términos de conocimiento generalizable de socioeconómicos, culturales e institucionales los peligros potenciales que pueden afec- más amplios, resultando ser las familias a la tarnos de algún modo a todos, globalmente, vez constituyentes de la noción de riesgo y sea por su intensidad, por el aumento cre- mediadoras de las concepciones dominan- ciente del número de sucesos contingentes, tes en la sociedad al respecto, viéndose obli- o por su presencia implícita en muchas de gadas a ofrecer hacia el exterior una imagen las prácticas institucionalizadas. de adecuada gestión del riesgo al tiempo que En este contexto, la percepción de los internamente se manejan con contradiccio- riesgos para la infancia por parte de la so- nes a diario (Backett-Milburn y Harden, ciedad tiene dos caras: por un lado los ries- 2004). A nivel anecdótico podemos recordar gos a los que están expuestos los niños (y las cuántas actividades realizábamos los actua- niñas, y los adolescentes) y por otro, los ries- les adultos que no les están permitidas ahora gos que causan, con los que nos amenazan. a los niños, por arriesgadas, cuántos riesgos Para el primer caso, la demanda consiste en afrontábamos cuya evitación está en la ac- un aumento de protección, aunque vaya a tualidad estrictamente regulada (modo de via- costa de aumentar su dependencia y res- jar en automóvil, control de los alimentos, ac- tringir su autorresponsabilidad; para el se- ceso a bebidas alcohólicas o tabaco…). Las gundo, el endurecimiento de todo tipo de familias (e implícitamente parece, en muchos medidas reeducativas y la resurrección de discursos, que especialmente las madres) re- las de carácter punitivo, que parecían haber ciben la encomienda de ejercer el control de quedado superadas, también con el adveni- los riesgos para los niños, particularmente en miento de la modernización de la infancia. las cuestiones que, colectivamente, la socie- dad considera arriesgadas, lo que muchas ve- ces lleva a una constricción de su autonomía 3. Aumentar el control para conjurar el que se contradice con el buen juicio y la con- riesgo fiabilidad que los mismos niños tienen a los ojos de sus familias. Como resultado de los cambios sucedidos en Volvamos a las cuestiones que la socie- la posición social de la infancia, las actitudes dad considera arriesgadas y a la posición en hacia los niños, niñas y adolescentes son de
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sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 17 - marzo 2010 • tercera época una gran ambigüedad: a la vez que se les ninguna implicación en la generación de los ofrecen más posibilidades, se restringen más “entornos de riesgo” en los que se desen- sus movimientos; al tiempo que se les exige vuelven niños, niñas y adolescentes, como responsabilidad y control de sí mismos se si estos no estuvieran “compartiendo ries- les protege en exceso, manteniéndoles apar- gos” (Beck, 2009) en un mundo global, como tados, excluidos, del discurrir normal de la si bastara recluirles en espacios acotados vida (adulta), sin permitirles por tanto ac- para tener esta clase particular de riesgo con- tuar responsablemente. Podría decirse que trolada. la modernización de la infancia ha dado Respondiendo a esa imagen dual del como resultado un niño nuevo, cuya iden- niño que antes se ha señalado, que lo hace tidad no es aceptada porque contrasta con aparecer sea como víctima o sea como vic- una cierta forma tradicional de ser niño que timario, las demandas de control pueden parece permanecer intacta en el imagina- orientarse en dos sentidos, bien en el de ma- rio colectivo. A nuestro modo de ver, el con- yor protección, o bien en el de mayor re- flicto reside actualmente en una voluntad de presión, provocando respuestas de adapta- ser y hacer por parte de los niños que con- tivas a subversivas por parte de los niños. Se trasta con el afán de conseguir una “vuelta expresa de este modo una de las contradic- al orden” por la de los adultos. ciones características de la modernidad tar- De forma concreta, la infancia y la ado- día, esto es, que el progreso (sea tecnológico, lescencia en dificultad social (como casos sea humano) aumenta el riesgo y conduce acentuados o extremos de inadaptación so- a aumentar los controles que tienen el po- cial) aparecen como una traducción parti- der de alinear a los que son controlados, lo cular de la sensación adulta de riesgo: no es que, irónicamente, hace a la sociedad más solo lo que físicamente amenaza de ellas al peligrosa (Stevens y Hasset, op. cit.). orden social, sino lo que simbólicamente En las instituciones encargadas de la pri- destruye (una imagen ideal de infancia) mera socialización, las que regulan la vida cuestiona (el saber o el conocimiento adulto) de los niños, la presión de la demanda social e incluso enfrenta (el poder adulto). sobre ellas conduce a la adopción de enfo- Al tiempo que aumenta y se extiende la ques defensivos en la forma de tratar a los sensación de riesgo, la sociedad se torna cada niños, que en numerosas ocasiones resultan vez más “adversa” al mismo (Stevens y Has- contrarios a la “normalización” (especial- set, 2007) y busca la minimización de los pe- mente perseguida por los servicios de pro- ligros a través de la previsión y el control tección y reeducación) y en la mayoría de de los tipos particulares de actividades que ellas suponen una limitación en el deseable pueden generarlos. En lo que se refiere en y deseado proceso de promoción y aplica- concreto a los riesgos en o de la infancia y ción de sus derechos, especialmente de los adolescencia, esto se traduce en una presión que se refieren a la participación “en los sobre las instituciones que tienen enco- asuntos que les afectan”, tal como reza la mendado el papel principal en el proceso de Convención Internacional de los Derechos su socialización, esto es, la familia y la es- del Niño, que no pretende ser otra cosa que cuela y también, subsidiariamente, sobre los la traducción de los derechos humanos apli- servicios de protección y de reeducación o cados a la infancia. La participación, que en reforma que están llamados a intervenir su sentido literal significa compartir con cuando alguno (o especialmente el primero) otros, tiene distintas vertientes en cada una de los anteriores parece haber fracasado en de las instituciones ya mencionadas. Mien- su tarea. Como si la sociedad toda no tuviera tras en la familia predomina la visión del
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sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 17 - marzo 2010 • tercera época “niño-como-ser” y el espacio para compar- para la participación efectiva o para la co- tir y negociar es mayor, en la escuela la vi- municación sensible con los niños; c) El en- sión predominante es la del “niño-proyecto” foque basado en valores, considera la parti- (ya que toda la educación tiene una orien- cipación como buena en sí misma, porque tación a futuro) y apenas hay otra posibili- es un derecho de los niños o porque produce dad para los niños que la de acatar las nor- mejores decisiones, prácticas y resultados mas, de modo similar a lo que ocurre en el y empodera a los niños; d) El enfoque cínico, sistema de protección o en el de reeducación. que se apoya en opiniones como: “los niños Tan importante como la identificación ya tienen mucha voz”, “no saben lo que es de los modernos “perfiles de riesgo” es el re- mejor para ellos”, “quieren poder sin res- gistro de las formas individuales de res- ponsabilidad”, “son manipulables” (op. cit.: puesta que conforman las particulares bio- 382-383). grafías personales en la modernidad. Del mismo modo que la actitud de los Thomas y O’Khane (1999) sobre la base de adultos varía de acuerdo con la forma en que una investigación acerca de la participación estos conceptualizan a los niños y la infan- de los niños en la toma de decisiones en el cia en marcos sociales específicos, la de los contexto del sistema de protección de me- niños se fundamenta en su propia expe- nores, construyen algunas tipologías que se riencia de ser niño (una vez más recordamos, refieren a las actitudes detectadas en niños o niña, o adolescente) en un contexto deter- y adultos. Solo sea con el ánimo de invitar minado. La percepción de riesgo y la nece- a la reflexión, consideramos de utilidad re- sidad de protección y de control resulta ser producir aquí el contenido de esas tipologías. diferente entre adultos y niños: mientras es- Con referencia a las actitudes de los niños tos enfatizan el presente, aquellos el futuro; hacia su propia implicación, los autores ci- los mayores la conservación del orden, los ni- tados distinguen: a) una posición asertiva, ños la conquista y apropiación de espacios los niños mantienen que ellos tienen algo por encima de lo estipulado para ellos. que decir, haciendo mención, algunos, a sus Cuando por ese camino superan lo “normal”, derechos; b) una posición insatisfecha, de los lo socialmente admitido como “cosas de ni- que consideran que tendrían que decir más ños” o “rebeldía adolescente”, se considera de lo que dicen; c) una posición sumisa ex- que se comportan como adultos y que, en ese presada como “no necesitamos decir” o bien caso (y no en otros) hay que tratarles (casti- “los adultos saben mejor”; d) una posición garles) como a los adultos. Moviéndose en un razonable, que expresa compromiso, estos esquema más bien pre-moderno (o de la pri- niños esperan ser oídos a veces, pero tam- mera modernidad) se buscan relaciones bién escuchan el punto de vista de los adul- causa-efecto, explicaciones según las cuales tos y piensan que está bien que ciertas de- una socialización deficitaria o inadecuada (fa- cisiones las tomen estos. Respecto a las milias desestructuradas, pobreza, marginali- actitudes de los adultos hacia la participa- dad, baja instrucción, etc.) produce una con- ción de los niños señalan los siguientes ti- ducta antisocial. Lo que interpela en este pos: a) El enfoque clínico, se centra en el niño modo de pensamiento lineal es la conducta como necesitado de tratamiento, su partici- antisocial, agresiva, inadaptada, de niños, ni- pación dependerá por tanto de su capacidad ñas y adolescentes criados y educados en emocional y su vulnerabilidad, lo que lleva buenas familias, buenos colegios y buenos generalmente a excluirles de participar; b) barrios. Aquí no queda más remedio, o no El enfoque burocrático, se centra en cumplir debería quedar más remedio, que volver la los procedimientos, dejando poco espacio mirada a la complejidad de la vida social, al
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sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 17 - marzo 2010 • tercera época entretejido entre hechos sociales y percep- quico y más horizontal, que los artefactos ciones y sentimientos individuales que van tecnológicos requieren unas habilidades que marcando las biografías personales. no siempre se adquieren con la edad, antes al contrario. Admitir la actoría efectiva de los niños 4. Hacia una sociedad inclusiva (que acepte no significa otorgarles automáticamente la a los niños como son) categoría de adultos, sino reconocerles como sujetos, seres humanos que ocupan un sitio, La sociedad seguirá teniendo difícil com- “una posición en la cual uno se pone en el prender a los niños si se empeña en verles centro de su mundo para poder tratarlo y tra- tras un cristal empañado por la nostalgia, tarse a sí mismo” (Morin, 2005). Compartir por la idealización o por la indiferencia. Es riesgos, pero también negociar juntos las op- cierto que la posición de la infancia y la ado- ciones alternativas con el fin de rebajar las lescencia ha cambiado de forma positiva, incertidumbres que afrontan, tanto niños pero las actitudes hacia ellas están llenas de como adultos, en un entorno de relaciones contradicciones que difícilmente permiten abierto y complejo, puede ser el camino para a los propios niños o adolescentes orientarse, incluir a la infancia y la adolescencia en un saber por anticipado lo que pueden o no pue- mundo de todos y para todos. den hacer, y porqué unas cosas sí y otras no. La incertidumbre les afecta, como al resto, cuando se enfrentan a la posibilidad de ac- tuar haciendo uso del margen de libertad Referencias bibliográficas que manejan, teniendo que conseguir los mejores resultados, para sí y para ser acep- Ariès, P. (1987): El niño y la vida familiar en el An- tados por los demás, sin que, tampoco para tiguo Régimen. Madrid, Taurus. ellos, la tradición constituya una pauta ni un Bagnoli, A. y Ketokivi, K. (2009): “At a Crossroads. camino de certeza o la variedad de fuentes Contemporary lives between fate and choice”. que ofrecen conocimiento especializado re- European Societies, 11(3), pp. 315-324. sulten del todo fiables o seguras. Backet-Milburn, K. y Harden, J. (2004): ”How chil- En el camino hacia una sociedad inclu- dren and their families construct and negociate siva, no excluyente de ningún grupo social, risk, safety and danger”. Childhood, 11(4), pp. 429-447. que entre las discriminaciones que rechace se encuentre también aquella que está fun- Beck, U. (1998): La sociedad del riesgo: hacia una damentada en la edad, no será fácil acertar, nueva modernidad. Barcelona, Paidós Ibérica. con respecto a los niños, niñas y adolescen- – (2009): La sociedad del riesgo global. Madrid, tes, con el más adecuado balance entre li- Siglo XXI. bertad, protección y represión. Porque no se Corsaro, W. (1997): The Sociology of Childhood. trata de dejar a los niños al pairo, ni de pri- Thousand Oaks, CA: Pine Forge Press. varles de ninguna clase de apoyo y acom- Frfnes, I. (1994): “Dimensions of Childhood” en pañamiento afectivo, moral ni material, sino Qvortrup, J. et al. (eds) Childhood Matters. Al- de aceptar que las relaciones con ellos son dershot: Avebury, pp. 145-164. de carácter recíproco, es decir, que no sólo Gaitán, L. (1999): El espacio social de la infan- se puede, y se debe, enseñar a los niños, sino cia. Los niños en el Estado de Bienestar. Madrid: también aprender de los niños, que el co- Comunidad de Madrid. nocimiento en la era de las comunicaciones – (2006): Sociología de la infancia. Madrid: Sín- está distribuido de un modo menos jerár- tesis.
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sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 17 - marzo 2010 • tercera época Giddens, A. (2004): Consecuencias de la moder- Stevens, I., Hazte, P. (2007): “Applying complexity nidad. Barcelona, Alianza. theory to risk in child protection practice”. Child- hood, 14(1), pp. 128-144. James, A. y Prout, A. (1997): Constructing and Re- constructing Childhood. Londres, Falmer Press. Thomas, N., O’Kane, C. (1999): “Experiences of decision making in middle childhood. The exam- James, A.; Jenks, C.; Prout, A. (1998): Theorizing ple of children “looked after by local authorities”. Childhood. Cambridge, Polity Press. Childhood, 6(3), pp. 369-387. Mayall, B. (2002): Towards a Sociology for Child- hood. Buckingham, Open University Press. Morin, E. (2005): Introducción al pensamiento Notas complejo. Barcelona, Gedisa. 1 Morrow, V. (2007): “At the crossroads”. Childhood, La Convención de los Derechos del Niño, apro- 14 (1), pp. 5-10. bada por las Naciones Unidas en 1989 y suscrita por todos los países del mundo excepto dos (Es- Qvortrup, J. (1993): “Nine theses about Childhood tados Unidos y Somalia) establece en su artículo as a Social Phenomenon”. Eurosocial Report, 47/ primero que, a los efectos de lo establecido en la 1993. Viena, European Center. misma, se considera “niño” a toda persona que se – (1994): “Childhood Matters: An Introduction” encuentra por debajo de los 18 años de edad. en Qvortrup et al. (eds): Childhood Matters. Ave- bury, Aldershot, pp. 1-23. Qvortrup, J.; Bardy, M.; Sgritta, G. y Wintersber- ger, H. (eds.) (1994): Childhood Matters. Avebury, DIRECCIÓN DE LA AUTORA: Lourdes Gaitán Muñoz. Aldershot. Correo electrónico: expertoinfancia@cps.ucm.es. Rabello de Castro, L. (2004): “Otherness in me ot- herness in others. Children’s and youth’s cons- tructions of self and other”. Childhood, 11(4), pp. Fecha de recepción del artículo: 13.X.2009 469-493. Fecha de aceptación definitiva: 26.XI.2009
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