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ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA INFANCIA COMO CATEGORÍA Y FENÓMENO

SOCIAL

Por:

Valmiro Narváez-Goenaga

Licenciado en Pedagogía Infantil, Universidad del Norte

Estudiante de Maestría en Educación, Universidad del Norte

RESUMEN

En el siguiente escrito se presentan algunas reflexiones en torno a la infancia como categoría

histórica, social y culturalmente construida, observada como un fenómeno social. Dichas

reflexiones son producto de las discusiones entabladas en el módulo Infancia y Sociedad de la

Maestría en Educación con énfasis en Educación Infantil del Instituto de Estudios en Educación

IESE de la Universidad del Norte, inspiradas en las obras de De Mause (1991), Ariés (1986) y

Alzate (2001), y alimentadas por la revisión de autores como Qvortrup (1992).

PALABRAS CLAVES: Concepción de infancia.

ABSTRACT

In the following writing some reflections are presented concerning the childhood as an historical,

social and cultural category and observed as a social phenomenon. Those mentioned reflections

are a product of the discussions in the course Childhood and Society of the Mastery in

Education with emphasis on Childhood Education at the Instituto de Estudios en Educación


IESE at Universidad del Norte, inspired on the works of DeMause (1991), Ariés (1986) and

Alzáte (2001), and fed by authors' review as Qvortrup (1992).

KEY WORDS: Childhood’s social conception

La infancia se ha constituido como el objeto central de estudio de diferentes

ciencias, debido a que es asumida como un período decisivo y significativo en la vida del ser

humano. Por ejemplo, la Pedagogía, la Pediatría y la Psicología han contribuido a que hoy

exista un importante cúmulo de conocimientos y experiencias sobre este importante ciclo. Por

su parte, otras ramas científicas cuyo interés principal es el desarrollo filo-ontogenético de la

especie, entre ellas la Axiología y la Antropología, han aportado una nueva comprensión de los

antecedentes, las etapas y las determinantes de dicho desarrollo. Sin embargo, pese a la

importancia científica de estos conocimientos, la tendencia predominante se orienta a la

construcción de una concepción de infancia desde el punto de vista particular de cada ciencia,

aun cuando las complejidades del mundo contemporáneo requieren cada vez más una

comprensión integral de lo que es infancia, pues este hecho se configura como la única forma

de comprender, analizar y, ojalá, buscar soluciones a situaciones que hoy ocurren casi que

inevitablemente, como el trabajo infantil, la prostitución, el tráfico de estupefacientes, órganos y

vidas, y otras vejaciones que degradan y mercantilizan a niños y niñas, sin tregua alguna.

Reflexionar en torno a la infancia, entonces, presenta una dificultad inicial y que

ha sido común en todas las etapas de la historia: responder a los interrogantes asociados a qué

es la infancia, qué entendemos por infancia, y si existe una única concepción infancia.

Obviamente toda definición nunca habrá de agotar las posibilidades de explicar aquello

definido, sin embargo es necesario discutir en torno a aquello que nos ocupa y nos interesa,
para poder así tener un punto desde el que sea posible analizar lo hecho y lo pensado, lo que

se está haciendo y pensando actualmente y lo que se hará y pensará con respecto a la infancia.

Este acercamiento crítico nos lleva a darnos cuenta que no todas las teorías sobre la infancia

son producto de un pensamiento original o pionero, y que el debate existente en torno al tema

es conocido y discutido desde hace tiempo y se ha dicho mucho desde todas las perspectivas

involucradas. El hecho de que el debate siga abierto y que las problemáticas de la infancia en

las distintas regiones del mundo sean asuntos que aún no susciten el debido interés, ni de los

Estados ni de la sociedad civil, resultan ser un pretexto más para seguir profundizando sobre

este tema, otorgándole así el adjetivo de fenómeno al objeto esta discusión.

Respecto a esta última afirmación, son precisamente las características de

complejidad, multicausalidad e inestabilidad las que han proyectado la infancia como un

fenómeno social. El estudio antropológico de diferentes sociedades ha dado cuenta de la

complejidad y variedad de las relaciones que pueden establecerse entre los procesos de

crecimiento, desarrollo físico y la edad social. Siendo esos datos biológicos socialmente

manipulables, los límites etarios remiten a procesos de clasificación a través de los cuales en

cada grupo social se instituyen las divisiones del mundo social, se hacen y se deshacen grupos,

como la infancia, la adolescencia o la adultez (Bourdieu, 1983). Así, la niñez como grupo no

comienza a existir como tal, para sus integrantes y para los demás, hasta que no es distinguida

y limitada a través del conocimiento y reconocimiento de ciertas características que al ser leídas

como propias de una clase particular de personas, las transforma en una categoría social. Al

respecto, el antropólogo Meyer Fortes (citado en Colángelo, 2004), señala que no son las fases

de maduración biológica, sino las relaciones que el individuo establece dentro de su grupo

doméstico y de la sociedad como un todo, las que delinean y expresan los cambios dentro del

ciclo de vida. Podemos preguntarnos, a partir de esto, acerca de la influencia que puede haber
tenido la escolarización en las formas de limitar y definir etapas de la vida en distintas

poblaciones, pasando la institución escolar a actuar como parámetro de la duración y

delimitación de la infancia, de la adolescencia, y de las actividades que se consideran propias o

impropias de ellas, como estudiar o trabajar, por ejemplo.

Estos supuestos, lejos de restringir la discusión, le dan paso al hecho de

considerar que la infancia no es sólo un fenómeno natural, directamente derivado del desarrollo

o crecimiento físico, sino que además y ante todo es una construcción social, diferente en cada

tiempo y geografía, que hace referencia a un estatus delimitado, incorporado dentro de una

estructura social y manifestado en ciertas formas de conducta, todas ellas relacionadas con un

conjunto concreto de elementos culturales (Jenks citado en Alfageme, Cantos y Martínez,

2003).

Hablar de infancia a secas es por lo tanto un concepto vacío de contenido, que

esconde diferencias y que se encuentra fuera del contexto histórico y sociocultural. Se hace

necesario entonces hacer un seguimiento minucioso, crítico y consciente del devenir histórico y

evolución del concepto, teniendo siempre presente que cada sociedad ha imaginado,

interpretado y elaborado nociones sobre los diversos modos de ser infancia. Sin embargo, si

bien el hecho de ser un fenómeno social le confiere una categoría de importancia a la infancia,

la realidad es que, sea cual sea la postura que se asuma, la idea de ser niño ha sido una

construcción histórica caracterizada por una constante marginalidad, derivada de los intereses

de grupos económica, mediática y políticamente poderosos que buscan usar a la infancia como

un medio más que como un fin en sí misma. Por ejemplo, para dinamizar el flujo de dinero y/o

llamar la atención de los grandes inversionistas, de los comités nacionales e internacionales y

de las potencias políticas y económicas, se visibiliza la niñez como recurso para la satisfacción
de sus intereses e ideologías particulares, sin consideración de su dignidad como seres

humanos.

Un acercamiento muy acertado a las características primordiales de la infancia

como fenómeno social, se sintetiza en algunas de las tesis desarrolladas Jens Qvrtrup (1992),

que para este escrito constituyen el núcleo de discusión en miras a una reflexión sobre la

infancia como construcción socio-cultural-histórica. Dichas ideas recogen y organizan

acertadamente el producto de las discusiones promovidas durante el módulo Infancia y

Sociedad de la Maestría en Educación con énfasis en Educación Infantil del Instituto de

Estudios en Educación de la Universidad del Norte, con el objetivo de hacer una mirada crítica,

global y cada vez menos ingenua de las problemáticas relacionadas con la infancia. Estas tesis

tienen como base el análisis detallado de las respuestas a las siguientes preguntas: “¿Cuál es

la posición de la infancia en la estructura social de la sociedad?; ¿Cómo se cuida de la infancia

en relación con el conjunto de fuerzas que no pueden dejar de influenciar en la vida de los

niños?”. (Qvortrup, 1992, p12). Para analizar las respuestas a estos interrogantes debe tenerse

en cuenta que el desarrollo económico, social y político durante el pasado siglo y el tiempo que

ha transcurrido del presente, ha cambiado la estructura poblacional, la composición familiar y su

relación con la sociedad, la situación económica, la calidad educativa, la justicia distributiva en

términos de equidad e incluso los derechos del niño, los cuales, finalmente tienen un peso

indiscutible en la consideración de los niños como ciudadanos. Dichos supuestos son

abordados de manera analítica pero es necesario comprender que, al asumir la infancia como

un fenómeno social, estos supuestos ocurren simultáneamente y de manera integrada, pues

son resultado de una serie de relaciones y diálogos entre los diferentes sistemas que circundan

al niño y la niña, y a la infancia como categoría.


Una primera idea señala que la infancia es una forma particular y distinta a la

estructura social de cualquier sociedad. Esta tesis postula que la infancia constituye una

forma estructural particular, que no está definida por características individuales del niño ni por

la edad, aún cuando la edad pueda considerarse como una referencia descriptiva por razones

prácticas. Esto nos ubica en la idea que la infancia es distinta del niño (ser individual definido

por su naturaleza física y psíquica) y de los niños (grupo de seres de humanos que comparten

unas características comunes), pues es la condición que los engloba. Como construcción

conceptual sirve a la vez para definir el espacio social y cultural en el que se cristaliza la

institución de normas, reglas y regulaciones que rigen para los miembros de la sociedad

definidos como niños, y para caracterizar las acciones e interacciones en la vida social del

grupo o categoría que queda incluido en su ámbito. De acuerdo a Gaitán (2001) la infancia

debe observarse como un subconjunto resultante de estructuras culturales, sociales y

económicas, y se encuentra incrustada de modo permanente en la estructura de cualquier

sociedad.

La segunda tesis determina que la infancia es, sociológicamente hablando, no

una fase transitoria, sino una categoría social permanente. Como componente de esa

estructura está sujeta a los avatares del cambio social, pero el fenómeno de la infancia siempre

existe, es decir, una infancia viene precedida de otra y será sustituida por otra; sólo los

individuos que la experimentan se renuevan constantemente. La idea más importante extraída

de esta tesis es que la infancia, como un suceso de relevancia para la vida social, persiste,

continúa del mismo modo que lo hacen las clases sociales, ambas categorías como formas

estructurales, independientemente de cuantos individuos entran o salgan de ellas.


Otra hecho importante, y que se configura como el principal tema del presente

escrito, es reconocer que la conceptualización sobre la infancia es una categoría variable,

histórica e intercultural. Este planteamiento es muy importante porque la idea del niño ha

dominado hasta hoy la investigación acerca de los niños y las niñas, lo que ha sido

acertadamente criticado por autores como DeMause (1991) y Alzate (2001), pues se concibe al

niño como un individuo suprahistórico y ahistórico. Esta tesis nos orienta a la comprensión de

que el niño no es un elemento aislado de la sociedad, sino que forma parte de ella, se relaciona

con los demás, y como tal responde a relaciones culturales, históricas, tradicionales de acuerdo

con el lugar y el momento en que vive.

Una cuarta tesis propone que la infancia es una parte integral de la sociedad

y su división del trabajo, oponiéndose categóricamente a la hipótesis que plantea que los

niños se incluirán en la sociedad sólo cuando llegan a la adultez. Desde esta idea se observa la

legislación vigente que dispone que los niños y las niñas han de participar muy activamente en

la sociedad debido a que se les asigna un papel protagónico en la división del trabajo,

principalmente en términos del trabajo escolar, el cual no puede ser separado del trabajo de la

sociedad en su conjunto y, además, porque la presencia de la infancia influye en los planes y

proyecciones no solo de los familiares, sino también del mundo social y económico en que

viven, pues la infancia estructuralmente interactúa con otros actores de la sociedad.

El siguiente postulado afirma que los niños y las niñas son por sí mismos

coedificadores de la infancia y de la sociedad. Al propugnar que los menores sean objeto de

estudio per se y que se constituyan, además, como unidades de observación, se tiene por

definición entonces la consideración de los menores como agentes activos en la construcción

de su vida social, capaces de hablar con su propia voz sobre sus experiencias y tomar
decisiones sobre lo que les atañe. Esta idea compacta una visión simple pero definitiva donde

los niños son asumidos como constructores y dueños de su presente y futuro, como una

dimensión presente y no como adultos en potencia. Esta tesis derroca la idea que el niño es

inútil y meramente receptor, y trasciende de la participación al protagonismo. Esta tesis resulta

controversial para muchos pues propone liberar a la infancia, y a la larga al hombre, del control

y los intereses de los aquellos que tradicionalmente han tenido el destino en sus manos,

incluidos la escuela, la religión y los sistemas económicos.

La sexta proposición plantea que la infancia está expuesta a las mismas

fuerzas sociales que la adultez, pero de forma particular. Aquí se enfatiza el concepto

estructural de la infancia y la influencia de las macrofuerzas en su determinación. Desde el

punto de vista sociológico, esta concepción es esencial, pues tiene en cuenta a la sociedad

como un terreno común para todos los grupos de edades y así objeta la idea que los niños

viven en un mundo especial, dilapidando cualquier intento de mirar el hecho de la infancia como

un suceso aislado, con simplicidad e ingenuidad, invitando a hacer reflexiones criticas,

profundas y conscientes sobre el rol del adulto en la formación del infante y expone la

necesidad de mirar esta categoría como un verdadero fenómeno social en el que confluyen

determinantes de carácter histórico, político, económico y demográfico, entre otros.

Como reflexión final de este escrito, se propone que el hecho de asumir la

infancia, a niños y niñas como sujetos titulares de derechos, plenos y armónicos (MEN,

2006) ha sido el logro más importante en el devenir histórico del concepto infancia, y al mismo

tiempo el reto más difícil y el riesgo mas prominente. Al hacer un recorrido histórico y social

sobre la idea de infancia, es posible detectar una conceptualización que va desde la invisibilidad

social, hasta una infancia meramente pasiva, receptora y objeto, además se visualiza una
representación que adquiere fuerza a partir de una idea paradisíaca de la eterna infancia

(Alzate, 2001). Con la llegada del siglo XX y los diferentes cambios que marcan el inicio de la

sociedad moderna se produce una ruptura cualitativa sobre la idea de infancia, surgiendo de

una visión nueva que se manifiesta en un reconocimiento de su especificidad y de su

autonomía, como también en una actitud de mayor cuidado y de valorización a nivel social; el

niño es respetado, asistido, educado y acompañado durante su crecimiento, reconociéndolo

como un ciudadano activo y protagonista, capaz de tomar decisiones sobre su presente al

tiempo que construye su futuro (Alfageme, Cantos y Martínez, 2003). Sin embargo este

sentimiento desencadenado en la sociedad moderna significó y puede significar también un

riesgo permanente, representado en la descontextualización de la educación, en una actitud de

dominio pasivo y silencioso que se manifiesta en cuidados, prescripciones y controles, en una

sociedad con un conjunto de valores tambaleantes acerca de lo que es y de lo que debería ser

un niño, en medio de un boom mediático y comercial que no teme mercantilizar a la infancia con

tal de favorecer el flujo del dinero y la atención de las naciones, marcando, a la postre, un

retroceso en la construcción y valoración de la infancia, solo que enmascarado, camuflado, en

una trama de prácticas, herramientas y medios cada vez más sofisticados y que promulgan una

infancia feliz y protegida, que por el contrario se descubre vulnerada y abusada.

En este punto solo que hacer un llamado al pedagogo, quien como

corresponsable y participante de la construcción del concepto de infancia, tiene la tarea de

observar críticamente su labor y preguntarse constantemente cuál es la concepción de infancia

subyacente a su práctica diaria, si su quehacer esta haciendo aportes reales y significativos a la

evolución histórica, social y cultural de esta categoría y si está actuando en pro de la defensa y

triunfo de la infancia sobre la adversidad, que es su compromiso real para con la humanidad.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Qvortrup, J (1992) Nine theses about Childhood as a Social Phenomenom: Lessons from an

Internacional Project. The European Center for Social Welfare Policy and Research.

Ariès, P. (1986). La infancia En Revista de Educación, 281, 5-17.Madrid

DeMause, Ll. (1991). Historia de la infancia. Madrid: Alianza.

Ministerio de Educación Nacional (2006). Colombia por la Primera Infancia. Documento final de

la Política Publica por los niños y niñas de la gestación a los 6 años. República de Colombia.

Alzate, M. (2001) El descubrimiento de la infancia, modelos de crianza y categoría

sociopolítica moderna En Revista de Ciencias Humanas. Pereira: Ediciones UTP

Alfageme, E.; Cantos, R. y Martinez, M. (2003) De la participación al protagonismo infantil.

Propuestas para la acción. Madrid: Plataforma de organizaciones de Infancia

Bordieu, P. (1995) La práctica de la antropología reflexiva (Seminario de París). En Bourdieu, P.

y Loïc Wacquant: Respuestas. Por una antropología reflexiva. México: Editorial Grijalbo.

Colángelo, M. (2004) La mirada antropológica sobre la infancia. Reflexiones y perspectivas de

abordaje En Encuentros y Seminarios. Laboratorio de Investigaciones en Antropología Social.

Argentina: Universidad Nacional de La Plata.

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