Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
es el trastorno metabólico más frecuente en la clínica humana, que podríamos definir como un acúmulo
excesivo de grasa, debida, principalmente, a un desequilibrio energético entre las calorías consumidas y
las gastadas, y que puede conllevar serios problemas de salud (diabetes, enfermedades
cardiovasculares, problemas del aparato locomotor e incluso diversos cánceres).
La OMS también estima que la obesidad y el sobrepeso provocan alrededor de 2,8 millones de muertes
cada año y están estrechamente relacionadas con el desarrollo de diabetes tipo 2, aunque en 2017 el
estudio ‘Global Burden Disease’ de la revista científica The Lancet estimaba que esta cifra era de 4,72
millones de fallecimientos.
Se puede por tanto definir la obesidad como un síndrome clínico caracterizado por un aumento de la
proporción del tejido adiposo en relación con el peso corporal total.
El método más utilizado para calibrar la obesidad es el índice de masa corporal (IMC), que es igual al
peso/talla2 (dividir el peso en kilogramos entre la talla en metros al cuadrado). Las cifras de IMC
consideradas normales oscilan entre 19 y 26 Kg/m2 (peso/talla). Un IMC superior a 25 se consideraría
sobrepeso, mientras que un IMC igual o mayor a 30 se considera obesidad.
Causas de la obesidad
En términos generales, la excesiva acumulación de triglicéridos (grasas neutras) en el tejido adiposo (la
obesidad) se produce cuando el equilibrio calórico es netamente positivo, es decir, cuando se consumen
más calorías de las que se queman. La obesidad no es posible en otras circunstancias.
Sin embargo, conviene tener en cuenta también los factores de riesgo que predisponen o favorecen la
aparición de la obesidad, y que ayudan a entender mejor el por qué de esta epidemia de sobrepeso
mundial:
Factores genéticos
En diversos estudios se ha observado que menos del 10% de los hijos de padres delgados son obesos,
alrededor del 50% de los hijos con un progenitor obeso son obesos, y más del 80% de los hijos cuyos
progenitores son obesos presentan obesidad. Así pues, se ha demostrado la existencia de una
correlación significativa entre el peso de padres e hijos naturales, mientras que dicha correlación es
menor o no existe al comparar padres adoptivos con hijos adoptados.
Factores nutricionales
La sobrealimentación puede tener lugar en cualquier época de la vida, pero su influencia es mayor si se
inicia en edades tempranas. La nutrición durante la infancia ha adquirido gran relevancia en los últimos
años, al demostrarse que un porcentaje significativo de niños obesos evolucionan a adolescentes obesos
y adultos obesos. Las dietas ricas en grasas y en carbohidratos pueden favorecer la obesidad.
Uno de los factores que más impacto ha tenido en el crecimiento de la obesidad en el mundo, y más en
concreto en zonas como América Latina, donde se ha triplicado desde 1975 hasta los 105 millones de
personas, o el Caribe, donde se ha multiplicado por cuatro la cifra de obesos (6,6 millones), es el
incremento del consumo de alimentos ultraprocesados y fast food. Este tipo de productos contienen pocos
o ningún alimento completo, son preparaciones industriales listas para comer o calentar (pizzas, snacks,
bollería, bebidas azucaradas…), y han conllevado que crezca la exposición de la población a cantidades
excesivas de grasas, sodio y azúcar, elevando la ingesta de calorías, disparando así las tasas de
obesidad.
Factores neurales
Los mecanismos básicos que regulan la ingestión de alimentos (sensación de apetito/saciedad) están
localizados en el sistema nervioso central. Diversos autores han demostrado que existe una relación entre
las alteraciones en el metabolismo de la serotonina y la ingesta alimenticia.
En la regulación de la ingesta de alimentos intervienen varias moléculas, algunas desconocidas; pero tal
vez la más importante es la leptina. Esta hormona es secretada por los adipocitos y su nivel de
producción constituye un índice de los depósitos energéticos adiposos. Cuando sus niveles son altos, la
ingestión de alimentos disminuye, y el gasto energético aumenta. Se han descrito varias familias con
obesidad mórbida de comienzo precoz debido a mutaciones que inactivan la leptina (carecen de hormona
o no funciona) o a resistencia a la leptina (la hormona es correcta pero el receptor al que debe unirse está
mal conformado).
Síntomas de la obesidad
La obesidad viene definida objetivamente por el Índice de Masa Corporal
(IMC), en función del cual hablamos de:
En los casos en los que se supera un IMC de 40, considerado como obesidad mórbida, se comienzan a
apreciar síntomas relacionados con la diabetes mellitus, dificultad para respirar incluso sin esfuerzos, y se
incrementa el riesgo de aparición del síndrome de la apnea del sueño (SAOS). En estos casos, aun sin un
diagnóstico claro de SAOS, la mayoría de los pacientes presentan ronquidos nocturnos como antesala de
este síndrome.
En el caso concreto de la diabetes mellitus, los pacientes con índices de obesidad mórbida y súper
obesidad (>40 y >50 respectivamente) presentan un aumento de la resistencia periférica de los tejidos a
la acción de la insulina, de tal manera que se generan malos controles de las cifras de glucosa y una
necesidad creciente de las dosis de insulina a administrar.
Las posibilidades de muerte súbita por el desarrollo de arritmias o embolias de pulmón son más altas en
los casos de obesidad mórbida y súper obesidad.
Las enfermedades asociadas a la obesidad, así como otros problemas psicosociales que pueden
acompañarla, son las siguientes:
Corazón
Sistema vascular
Hipertensión arterial.
Accidente vascular cerebral.
Estasis venoso.
Sistema respiratorio
Sistema Hepatobiliar
Colelitiasis.
Esteatosis hepática.
Sistema endocrino-metabólico
Diabetes mellitus.
Gota.
Hiperlipidemias.
Diagnóstico de la obesidad
La obesidad puede diagnosticarse simplemente con la observación del individuo; incluso es el propio
individuo el que se diagnostica. Pero establecer y objetivar el exceso de triglicéridos acumulados en el
tejido adiposo, causa primaria de la obesidad, puede intentarse desde enfoques diferentes y
complementarios.
Epidemiológicamente, se considera que una persona es obesa si su peso es un 20% superior al indicado
para su constitución física o si tiene un índice de masa corporal (IMC) superior a 30. Actualmente la
mayoría de las tablas usadas como referencia para establecer el grado de obesidad en la población
general siguen la metodología del Instituto Nacional de Salud Americano, que realizó muestras a 20.000
sujetos. Se concluyó que existe obesidad manifiesta cuando el IMC de la persona en cuestión se sitúa por
encima del percentil 95.
Para la valoración clínica de la obesidad es necesario tener muchos factores en cuenta: antecedentes
familiares, inicio y evolución de la obesidad, hábitos alimentarios, factores psicológicos, factores que
afecten al balance energético, factores socioeconómicos, enfermedades asociadas, y la exploración
clínica completa como peso, talla, circunferencia de cintura y cadera, cálculo del IMC y cálculo del índice
cintura/cadera.
Se considera que una persona es obesa si su peso es un 20% superior al indicado para su constitución
física o si tiene un índice de masa corporal superior a 30
Es fundamental establecer una diferencia clara entre sobrepeso y obesidad verdadera. Sobrepeso implica
exclusivamente un aumento del peso corporal sobre un valor estándar, generalmente se correlaciona con
la talla y se sitúa sobre el percentil 85.
Clasificaciones de la obesidad
Obesidad hipertrófica.
Obesidad hiperplástica.
Mixta.
Tratamiento de la obesidad
El éxito del tratamiento de la obesidad con el objetivo de alcanzar un peso saluable, depende del interés y
entusiasmo del equipo que lo trata y de la cooperación motivada del paciente obeso. La relación médico-
paciente es en esta enfermedad más importante que en otras, ya que puede actuar de factor limitante. En
algunos casos será necesario implicar a diversos especialistas, desde un endocrino o un dietista, a un
psicólogo que pueda ayudar a orientar el comportamiento hacia la comida y hacer cambios en tus hábitos
en relación a la alimentación y la actividad física.