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Descubriendo mis Trampas Vitales.

Mgter. Lic. Ivan Santucho

Una trampa vital es un patrón de pensamiento y de conducta que se inicia durante la


infancia y tiende a repetirse durante toda nuestra vida. Empieza a manifestarse como
actitudes que nos transmiten nuestras familias, profesores u otros en general. Si en
algún momento de nuestra vida fuimos descuidados, abandonados, criticados en
exceso, sobreprotegidos, maltratados de cualquier forma, ridiculizados o desdeñados,
en cierta manera nos marcaron y la “trampa vital” empezó a formar parte de nosotros,
como un callo que crece y no nos atrevemos a extirpar.

Lo importante de esto es que cuando crecemos vamos a repetir las situaciones en que
somos maltratados, despreciados, controlados en exceso o infravalorados, lo que al
final lleva a que fracasemos en lograr esos objetivos deseados y necesarios para tener
una vida satisfactoria, completa y con sentido. Las llamadas “trampas vitales” van a
influir decididamente en la manera como pensamos, sentimos, actuamos y nos
relacionamos con los demás seres humanos.

El proceso de cambio supone una ruptura con estilos de pensar, sentir y


actuar, lo que genera un malestar inicial resultado de la natural resistencia a
desvincularse de aquello conocido, aunque insatisfactorio, y adentrarse en
nuevas formas de entender y comportarse. Tal proceso requiere identificar las
trampas existentes, comprender el origen de las mismas, entrando en contacto
con el dolor y sufrimiento experimentado, rebatiendo la trampa vital tanto
intelectual como emocionalmente, desahogando el dolor experimentado y
satisfaciendo las necesidades insatisfechas.

Young diferencia una serie de trampas vitales:

Abandono. La persona siente que, por una razón u otra, aquellas personas a
las que quiere terminarán por abandonarle quedando solo/a. Desarrolla un estilo
inseguro, anticipando el fracaso, y se aferra a los demás, con lo que suele
terminar provocando su rechazo paradójicamente. Asimila mal las separaciones.
Se desarrolla en los primeros años de vida y se activa ante la amenaza cierta o
presunta de abandono. Tiende a provocar primero miedo consecuencia de la
ansiedad de separación, luego tristeza ante la desesperación por la ausencia y,
por último, ira por el desapego experimentado. Pueden ser celosos y por temor a
la pérdida se implican íntimamente de forma limitada.

Desconfianza/abuso. La persona teme que los demás abusarán o se


aprovecharán de ella, por lo que tiende a aislarse y desconfiar. Se entremezclan
sentimientos de dolor, miedo, rabia y pérdida. Puede manifestarse con intensos
episodios de malestar emocional o se afrontan disociándose de éstos. Se
relaciona con los demás superficialmente, siendo incapaz de llegar a intimar por
temor. Se suele ser suspicaz, temiendo la existencia de intenciones ocultas. Su
origen radica en experiencias de abuso, humillación, maltrato o traición en la
infancia. Tales experiencias generan sentimientos de desamparo, vergüenza y
culpabilidad. Tienden a ceder ante los demás para no sentirse solos y manifiestan
una reducida seguridad en sí mismos, infravalorándose. Pueden aparecer
reacciones de ira cuando se sienten desbordados ante la rabia acumulada.

Dependencia. La persona piensa que es incapaz, por sí misma, de enfrentarse


al mundo, necesitando de otros para lograrlo. Recurre a figuras de autoridad para
cederles el control de su vida, ya que se agobian ante la responsabilidad. Son
indecisos y desconfían de sí mismos a la hora de tomar decisiones importantes.
Los cambios les inquietan al poder enfrentarles a nuevas tareas y sentirse
incapaces de hacerlo de manera eficaz. Al depender de otros puede que no
aprendan a valerse por sí mismos, por lo que no defienden sus derechos, ni
manifiestan sus necesidades por temor a quedarse solos. Suelen desarrollar una
ira contenida, dadas las frustraciones que sufren. Temen morir, enloquecer,
quedar en la miseria, etc. En ciertos casos, para contrarrestar dicha trampa la
persona puede mostrarse demasiado independiente, no buscando ayuda ni
consejo de nadie. Su origen puede ser un estilo de crianza sobreprotector, con lo
que les impide aprender a ser autónomos, o infraprotector, con lo que se ven
abocados a cuidar de ellos mismos.

Vulnerabilidad. La persona teme al futuro al anticipar en éste catástrofes de


diversa naturaleza, sintiéndose incapaz de afrontarlas. Se sienten inseguros y
perciben peligros en todo lo que les rodea. Los principales miedos se centran en
la salud-enfermedad, daños físicos, miseria económica y pérdida de control. Es
frecuente que se vean acosados por preguntas del tipo ‘.. y si..’. Buscan
permanecer en sus lugares seguros, habitualmente su propio hogar, evitando todo
lo demás. Su origen suele resultar de experiencias tempranas, directas o
indirectas, de daño o pérdidas (enfermedades, catástrofes, muertes, víctimas de
delitos, etc.). Son conservadores y aborrecen el riesgo, pudiendo desarrollar
diversas supersticiones.

Privación emocional. La persona piensa que no será querida ni comprendida


como necesita. Tiende a fluctuar entre el enfado e irritación al ver frustrados sus
deseos y el miedo a la soledad. Manifiestan un profundo vacio emocional y
desconocen lo que es sentir amor. Suele tener su origen en experiencias
tempranas de privación, quedando desatendidas sus necesidades. Se sienten
decepcionados con los demás y evitan las relaciones íntimas. Sus parejas suelen
ser frías y distantes. Son reservados, no expresan lo que desean e intentan
satisfacer sus necesidades de manera indirecta, enfadándose al no sentirse
entendidos.
Exclusión social. La persona se siente diferente a los demás, se aísla de ellos.
Se sienten inferiores y no aceptados, considerando que su apariencia externa o
carencias en sus habilidades son causa de tal rechazo. Son reservados y buscan,
a pesar de todo, ser aceptados. Suelen sentirse incómodos si piensan que son
observados o juzgados. Dan una excesiva importancia a lo que los demás
supuestamente piensen de ellos, evitando competir con los demás. Su origen
puede radicar en experiencias de exclusión en la infancia de naturaleza física,
mental y/o social, como sobrepeso o delgadez, rendimiento académico, escasa
sociabilidad, entorno familiar, etc. Su soledad tiene por objeto evitar ser
rechazados, refugiándose en la familia y/o amigos. Se pueden sentir atraídos por
personas que manifiestan una personalidad dominante y segura, o por personas
que también se sienten rechazados. Al evitar el contacto con los demás refuerzan
su trampa vital. Se precisa conocer todo aquello que evitan, así como lo que les
provoca malestar. Minimizan sus atributos positivos y maximizan los negativos.

Imperfección. La persona se siente internamente defectuosa. Piensan que de


conocerles íntimamente los demás les rechazarían y nadie les querría,
culpándose por ello. Se avergüenzan de sí mismos. Pueden sentirse inseguros,
aparentar normalidad o considerarse especiales, pero en el fondo persiste su falta
de autoestima. Se autocritican en exceso y pueden escapar de su malestar
bebiendo, trabajando, etc. Su origen puede resultar de experiencias tempranas de
desprecio y humillación, críticas continuadas, abusos, abandono, etc., no
sintiéndose queridos ni respetados. Suelen preferir las relaciones superficiales,
pudiendo elegir parejas ofensivas y críticas con ellos mismos. Se sienten
inferiores y son muy sensibles ante las críticas que reciben, no admitiendo sus
errores y defectos. Cada situación en la que fracasan reaviva su sentimiento de
imperfección. Tienden a no apreciar sus cualidades positivas y centrarse en las
negativas. Deben aprender a ser más genuinos, no ocultando aquello que
consideran inaceptable en sí mismos.

Fracaso. La persona se siente incapaz e inferior frente a los demás. Se


exageran los fracasos y se minimizan los logros, considerando que éstos últimos
se deben más a la casualidad que a su competencia. Se preocupan en exceso
por cualquier pequeño error o fracaso y se apoyan en él para reafirmar su
creencia. Por tales motivos no desarrollan todo su potencial, evitando asumir
nuevas responsabilidades, adquirir nuevas destrezas, etc. Sienten que no merece
la pena esforzarse ya que anticipan el fracaso, lo que se convierte en una profecía
autocumplida. Su origen deriva de experiencias tempranas con padres muy
críticos y exigentes, fracasos sufridos, imponerse normas muy estrictas de difícil
cumplimiento, compararse severamente con los demás, etc. Evitan los retos y
prefieren la seguridad. Tienden a aplazar las cosas, siendo indecisos. Pueden
elegir parejas con éxito para compensar sus supuestas carencias. Es preciso que
aprendan a valorar objetivamente sus cualidades positivas y a establecerse metas
progresivamente más exigentes.
Subyugación. La persona tiende a sacrificarse por los demás para agradarles
y satisfacerlos. Adoptan una posición subordinada. Dejan que sean los otros
quienes controlen su vida para evitar sentirse culpables (sacrificio), relegando a
un segundo plano sus propias necesidades y deseos frente a los de los demás, o
por temor a ser rechazados o abandonados (sumisión). Tienden a relacionarse
con personas dominantes o inferiores. No piensan en ellos mismos en primer
lugar, si no en la reacción de los demás ante ellos. Les resulta difícil poner límites
y defender sus derechos, siendo pasivos. Se pueden sentir responsables del
bienestar de los demás, siendo sensibles a los sentimientos de éstos, ofreciendo
más de lo que reciben, lo que puede terminar derivando en resentimiento. Si
temen a los demás se someten a ellos y se defienden de manera pasivo-agresiva.
En algunos casos actúan de manera rebelde. Pueden recurrir a conductas
contraproducentes para ellos mismos (anorexia, etc.) como medio para sentir que
poseen el control en algún sector de sus vidas. Suelen buscar parejas dominantes
o necesitadas. Deben aprender a reconocer sus necesidades y deseos y
defenderlos asertivamente.

Normas inalcanzables. La persona se exige demasiado y sobrevalora la


posición social, el dinero, los logros, etc. Son críticos consigo mismos y con los
demás. Están permanentemente bajo una elevada presión ejercida por ellos
mismos. Su vida queda limitada a las metas que se proponen alcanzar. Se
sienten ansiosos e irritados, preocupados por usar productivamente su tiempo.
Pretenden alcanzar la perfección en cada tarea que realizan. Pueden ser
compulsivos (perfeccionistas, ordenados, atienden a los detalles, se reprochan
sus errores y se enfadan al no alcanzar sus metas), orientarse al éxito
(trabajadores incansables y muy competitivos) u orientarse hacia el status
(buscan el reconocimiento de los demás). No son capaces de disfrutar de la vida,
están insatisfechos a pesar de sus logros. Sus relaciones familiares suelen
resentirse. No aprecian con claridad todos los costes derivados de sus esfuerzos.
Deben aprender a reconocer sus necesidades más íntimas y comprender lo que
sacrifican por su estilo de vida.

Grandiosidad. La persona se siente especial, superior, y espera que sus


deseos se satisfagan aquí y ahora. Son egocéntricos, con escasa autodisciplina y
no asumen las reglas que les son impuestas por otros. Fueron niños/as
mimados/as y se enfadan cuando no ven realizados sus deseos. Pueden
aferrarse a los demás para que éstos satisfagan sus necesidades y actuar de
manera impulsiva sin tener en cuenta las consecuencias de sus actos. Culpan a
los demás de sus problemas y no se sienten responsables por lo que suceda.
Puede tener su origen en la falta de límites durante la infancia, siendo
sobreprotegidos y no enseñándoles a tolerar la frustración. Padres excesivamente
permisivos pueden criar hijos mimados. Suelen elegir parejas que les cuiden. No
aprenden a valerse por sí mismos, siendo irresponsables, desorganizados,
conflictivos, engreídos, etc. No asumen los sentimientos y necesidades de los
demás.

1- Piensa en una o dos personas que te inspiran profundamente. ¿Qué hace que
te inspiren así?
2- ¿Qué es lo que más temes?
3- ¿Qué harías si supieras que no vas a fracasar?
4- ¿Qué actividades tienen valor y significado para vos?
5- ¿Qué dos pasos podrías dar ahora mismo que tendrían el mayor impacto en tu
situación actual?
6- ¿Qué es lo que me impide dar mas?
7- ¿A quién admiras? Porque?
8- ¿Cómo planeas lograr tus metas?

No tiene sentido ponerse objetivos sin hacer un plan para cumplirlos. Anota en una
hoja tus objetivos a corto y largo plazo y las acciones a corto y largo plazo que debes
hacer para cumplir esos objetivos.

Mucha gente no hace esto, y puede significar la diferencia entre un lo conseguí y un


fallé.

9- . ¿De qué estas agradecido?

10- ¿Qué es lo que más temes?

Reflexionar sobre lo que nos motiva y lo que queremos es algo fundamental para
aprender y comprender numerosos aspectos de nuestra propia vida. Pero también
aquello a lo que le tenemos miedo es muy revelador, pudiendo aprender de nosotros
mismos y hacer frente y preparar estrategias para evitar lo temido o bien para
aprender a hacerle frente de una manera adaptativa.

10-. ¿En qué medida las expectativas de los demás influyen en tu comportamiento?

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