Página 14.
— Jueves 8 de marzo ffe 1983
ARTÍCULOS Y COMENTARIOS
LA VIDA POLÍTICA
Circular importante
Las suspensiones de las vistas en los jui-
cios de cierta índole es uno de los proce-
dimientos a que apelan los defensores de
los complicados en delitos que no sabemos
por qué se llaman sociales, cuando se trata
de actos delictivos comunes. Realmente hay
abogado de lo criminal a quien el CPIO
en pro de su defendido lleva demasiado le-
jos ; se profesa la teoría de que esa sagrada
misión de defender al que delinque, auto-
riza para emplear todo- género de medios
y se olvida que el abogado no debe bus-
car la impunidad del acusado, sino procu-
rar que no se le aplique pena que no me-
rezca, lo mismo en la especie que en el
tiempo- De esta equivocada teoría nacen
hechos como los que muy recientemente se
han presenciado, en que el defensor del
procesado va a realizar un acto político en
vez de una defensa, y a hacer la apología
del delito en vez de contribuir a determinar
la responsabilidad justa de su defendido.
Las suspensiones de las vistas han ve-
nido siendo uno de los medios de estorbar
la acción de la justicia, y contra estos abu-
sos ha publicado el fiscal del Tribunal Su-
premo una importante circular, cuya lec-
tura recomendamete a todos los ciudada-
nos. Lo que está ocurriendo lo relata dicha
autoridad en estas breves líneas:
«Los abogados (que no son ni siquiera
todos ni los más) partidarios de no actuar
mientras no confíen en el veredicto del ju-
rado, al cual se somete la causa, acuden
cada día a nuevas argucias, y no es de ocul-
tar que por el mal entendido concepto de
fa solidaridad, que -domina ahora en todas
¡as colectividades, cuentan con el apoyo tá-
cito, que a veces llega a ser expreso, de ms
compañeros, para hacer frente a las reso-
luciones con que los tribunales procuran
hacer efectiva la administración de justi-
cia.»
Esta es una exacta pintura de los hechos;
en pocas líneas se describe un fenómeno
grave, de verdadera trascendencia social y
que están lamentando hace ya mucho tiem-
po todas las personas de recta conciencia.
El Tribunal Supremo ha dictado en dos
ocasiones importantes acuerdos, que el fis-
cal del Supremo recuerda en su circular;
pero no han bastado por lo visto, y este
dignísimo funcionario, a quien se jubila
en la misma Gaceta en que aparece la cir-
cular, desconfiando de que lcgislativamen-
io se pueda poner remedio al mal, reclama
nuevas resoluciones del alto tribunal y
pide que el ministro de Gracia y Justicia las
dé forma para que puedan aparecer en el
periódico oficial y sor conocidas de todo el
mondo.
Todo cuanto se relaciona, con la recta ad-
ministración de justicia es do grandísima
importancia social, y causa pena el obser-
var con cuanta indiferencia se contemplan
los hechos que motivan las legítimas que-
jas del fiscal del Supremo. Hay en este do-
cumento un concepto que merece algunos
comentarios, y es que expresa Ha descon-
fianza en la vía legislativa para poner re-
medio a tanto abuso. Es cierto; del Con-
greso de los diputados y del Senado no
pueden esperarse reformas importantes en
la administración de justicia, porque éstas
no se pueden contener sino en proyectos
de alguna extensión y en nuestros Parla-
mentos toda ley extensa lleva en su tamaño
la imposibilidad de ser aprobada.
En el documento oficial a que nos refe-
rimos se afirma que hay abogados que pro-
ponen y consiguen todas las dilaciones de
los juicios orales que lamentamos, espe-
rando que le toque actuar a un jurado en
cuyo veredicto de inculpabilidad confíen;
SÍ: repite, pues, en un documento oficial lo
¡me tantas veces se ha afirmado por la mis-
jim'fiscalía del Supremo, oslo es, que ol
jurado va amañado en muchos casos y que,
<i se. compone de antemano para absolver
cu un asunto grave, o cede a la amenaza y
;il soborno, si no hay manera de prepa-
rarle a gusto del delincuente.
¿Cómo es posible que ante estas afirma-
ciones autorizadas se continúe viviendo en
España sin justicia, porque a tanto equiva-
le lo que ocurre en los juicios oraJles?
El gobierno actual no se atreverá a afron-
tar este importante problema, porque tie-
ne que hacer honor a su apellido; se llama
democrático y con esta denominación no
se puede reformar la ley de Enjuiciamien-
to criminal de manera que no sean posibles
los abusos que actualmente se cometen po>r
los defensores de los delincuentes, y mu-
cho menos intentar una reforma en la ley
del Jurado. Vale más que no haya justicia,
que los criminales gocen de la mayor im-
punidad, que la ley se burle y que la de-
lincuencia de toda clase aumente confiada
en las artimañas de leguleyos que la ha-
brán de librar de toda clase de sanción pe-
nal . No se puede esperar tampoco que un
gobierno conservador intente la corrección
de estos escándanosos,abusos: si a los libe-
rales se lo veda su apellido politicona los
conservadores se lo niega 1su temor a ser
tenidos por excesivanjente reaccionarios-
Así, en este juego de denominaciones arbi-
LA VANGUARDIA
trarias y de rótulos de partidos sin conte-
nido ni sustancia, vamos pasando el tiem-
po, tolerando los mayores escándalos en
materia tan grave como la administración
de justicia y dejando que crezcan males
que por abandono puedan llegar a ser in-
curables.
¿Es que no se puede hacer una ley del
Jurado en que la composición del tribunal
de hecho ofrezca completas garantías de
rectitud y buena fe? Tal como está hoy
compuesto el jurado, tal y como se consti-
tuye en cada caso, dice un famoso médico
español que, como beneficioso para la jus-
ticia, le parece igual que, si aplicado a la
medicina, se dispusiese que una comisión
de vecinos se reuniera en torno de cada en-
fermO' que hubiera en la casa para decirle
al médico qué clase de mal aquejaba al pa-
ciente, quedándole al doctor por única mi-
sión la de aplicar el remedio que preceptúe
la terapéutica. Aunque el argumento es pu-
ramente humorista, no cabe duda de que
hay alguna verdad en la comparación. El
jurado, como todos los principios políticos,
sociales, jurídicos y morales, dan lugar a
instituciones que se pueden constituir, bien
o mal, como todas las cosas humanas. El
jurado puede estar bien organizado o mal
organizado y en este último caso la obli-
gación de ilos gobernantes es corregir su,
funcionamiento, extirpar sus vicios, cortar
los abusos y constituirle de modo que res-
ponda a los fines que en teoría se le atri-
buyen. ¿Por qué se declara intangible una
institución sólo porque se denomine demo-
crática, si está mal fundada y si,la expe-
riencia ha demostrado que es indispensa-
ble constituirla de mejor modo? No conce-
bimos que por puerilidades partidistas se
renuncie a lo mejor y se resignen los hom-
bres con lo mallo, en cualquier clase de re-
formas, sea cualquiera el título con que las
bautice la política-
Multitud do hechos están demostrando
que la sociedad necesita una mayor defen-
sa en los tribunales y que es preciso consti-
tuir en más adecuada forma a la naturale-
za de los delitos, el procedimiento para ha-
cer efectivas las responsabilidades en que
incurran los ciudadanos; justo sería que al
comenzar sus tareas las futuras Cortes tu-
vieran ya sometidas a sú examen las refor-
mas que es preciso introducir para que no
se burle la acción de la ley ni se pierda la
confianza en los encargados de aplicarla.
Como no pedimos ninguna regresión en 1 a
forma de enjuiciar, como no pretendemos
que sé olviden ninguno de los progresos
del derecho, como no solicitamos que se
merme ninguna garantía de las que deben
acompañar al delincuente para que su de-
fensa posea Ha mayor amplitud posible y la
más completa libertad de acción, el actual
gobierno, sin borrar su título de- democrá-
tico, puede atender esta nuestra aspira-
ción, que es la del país, facilitando la ac-
ción de la justicia, contribuyendo a que
ésta sea rápida y arrancando de las con-
ciencias de ciertos elementos, osa deletérea
confianza en la impunidad que tantos ma-
les causa-
No se trata de ningún asunto político:
la voz de los encargados de administrar
justicia, cuando como ahora ocurre, seña-
la defectos graves en los procedimientos
que se siguen para enjuiciar, debe ser oída
por los gobernantes, llámense conservado-
res, demócratas, liberales o de cualquier
otro modo.
Sin justicia no hay sociedad, ni Estado
ni patria.
EMILIO SÁNCHEZ PASTOR
CARTAS DE ALEMANIA
U bamos un par de semanas juntos, empezó
La bohemia tiene y tendrá sietapro sus
admiradores y sus enemigos. La quieren, la
viven y se sienten orgullosos de ella unos,
la desprecian y no la entienden otros; la
desean muchos; la -maldicen los más. Ha
habido y habrá eternamente bohemios, en
todas las edades, bajo todos loe regímenes
y circunstancias, en tiempo de guerra y
en el de paz, porque el ser bohemio es al-
go inherente en más o en menos a noa-
otros mismos. ¿Sabéis lo qué es la bohe-
mia? ¿La habéis conocido quizás? ¿Sentís
horror por ella? Hay dos clases de bohe-
mia: una falsa, la de loa vagos, gentes sin
ideales ni ilusión, que viven de ía trampa
y el torpe engaño; la de aquellos para los
que el trabajo no existe sino como una in-
justa carga, que no se debe ni intentar
soportar; es una bohemia desvirtuada, su-
cia, triste a pesar de su careta, sin en-
cantos ni placer, llena de miserias y ca-
denas; es ia esclavitud de la pereza, que
da como producto los parásitos. Abunda
en grado mayor o menor en todos loa paí-
ses. De ella no ha salido ni uno solo que la
haya llegado a excusar.
Pero esto no es la bohemia. Hay otra,
la bella, la digna, la do ia juventud y la
sana rebeldía, la de la incógnita del futu-
ro, la del amor a la aventura» al más allá,
a la santa libertad. Ea una bohemia lim-
pia, llena de espíritu y de humor, reven-
tando de alegra; es la de las gentes que
luchan en busca de un ideal, en medio del
imponente oleaje del océano de nuestra
materialidad. Estos bohemios trabajan
para vivir, viven aferrados a la imagen i
dorada de la esperanza, caminando con
ella, el alma grande y alta la cabeza, ha-
cia el triunfo y la gloria soñadas.
Bohemios así nacen en todas partes,
pero su proporción depende del momento
histórico, está en razón directa de la espi-
ritualidad de los pueblos.
A pesar de las apariencias exteriores,
de todos los prejuicios, de la pastosa épo-'
ca en que vivimoB, de los hilados y los te-
jidos, y los Fords y las pianolas, nuestra
juventud tiene un idealismo innegable,
que se manifiesta en mil hechos y deta-
lles. £1 mundo e$ testigo de las hazañas,
el valor, la abnegación y ia fe de nuestros
bohemios. Alemania es hoy uno de Io3
centros de su atracción. De su vida y mi-
lagros podría contaros historias por doce-
nas, pero como no habré de hacerlo, pa-
ra que os sirva de muestra os transcribiré
la carta de un bohemio, que ni pintada me
ha caído entre las manos. Es un mucha-
cho barcelonés, a quien conocí en Berlín,
lleno de ilusiones por no sé qué gaya cien-
cia, que, después de rodar y rodar, ha ve-
nido a parar a Alemania para enterarse
de lo que en nuestra tierra no se pudo en*
terar.
—...Y se me planteó una vez más el te-
rrible problema: ¿cómo vivir? ¿quA hacer
para poder llegar hasta donde me he pro*
puesto, para poder estudiar? Fui al jíer-
garten a inspirarme. Era de mañana tem-
prano. Los parques han sido siempre mis
grandes amigos, compañeros de mis pe-
nas, testigos de mis quereres. [Pobre Tier-
gartenf Tiritaba por haber pasado al sere-
no la noche helada. En sentarse no había
ni que pensar, y, así, contemplando aquel
cielo gris sin esperanzas, cielo de mal
agüero, por entre las alamedas de olmos
aletargados se me ocurrió acudir al últi-
mo de los recursos, al dejos días feos: a
las lecciones de idiomas. Gastaría los
marcos que me quedaban en anuncios.
Deseché el español, porque ya sabes que
aqui sobra gente que le enseñe, y el fran-
cés, que hablan en Alemania hasta loa
mudos; el inglés no habría de darme re-,
sultado, y por esta sencilla eliminación
llegué al portugués No me lo preguntes;
yo no sé portugués, pero he aprendido de
mis maestros que para enseñar no es me-
nester saber, que con el libjro delante se
puede explicar hasta magia. Son muchos
los alemanes que van al Brasil $ a,las co-
lonias portuguesas, a falta de las propias
perdidas, y raros los portugueses, que vi-
ven por aquí. De este modo, y por obra y
gracia de la propaganda, encontró los
alumnos que necesitaba: tres. Lecciones
a domicilio se pagan mejor; además, en
mi cuarto no las puedo dar. Dedico las
mañanas a las clases, las tardes a traba-
jar para mi, las noches a lo que salga.
Nadal me aconsejó que me hiciese pasar
por nativo y yo le escuché, pero hice mal,
porque ya verás lo que me sucedió. El
primero de los alumnos era un antiguo
capitán de marina, hombre serio en ex-
tremo, muy conocedor del África y que
tenía intenciones de trasladarse a Angola.
A poco me rogó que le tradujese del ale-
máu al portugués la documentación e ins-
tancias que debía enviar a Lisboa, para
que le concediesen el permiso de residen-
cia en Loanda. Busqué portugueses de.
Portugal, pero no los hallé; del consulado
debía prescindir, y después de desespe-
rarme y arruinarme en inútiles pesqui-
sas, me encomendé al Espíritu Santo y me
resignó a intentar la traducción yo mis-
mo. No te quiero decir cómo salió; pero
debieron descifrarla en su destino, porque
algo después se embarcaba el capitán.
Otro discípulo acabó en tragedia. El su-
plicio aquí fue más breve. Apenas llevá-
a hacerme preguntas concretas, a las cua-
les, a pesar de mi método, no sabia cómo
responder. Un día me preguntó a boca de
jarro cómo llamaban al luoes nuestros ve-
cinos. Le dije que prima feira; se lo anotó
como todo, y al siguiente me quisó demos-
trar, con el diccionario en la mano, que
yo no sabia portugués, porque resulta que
al lunes le llaman segunda feira en Portu-
gal. Le aseguré que desde la revolución
se han alterado hasta loa días de la Berna-
na. Me dio la razón y con ella la cuenta.
Yo la tuve que aceptar.
La otra de las lecciones la tenía con un
matrimonio. Eli» era de Estocolmo; él, de
Hamburgo; los dos eran muy simpáticos e
inteligentes. A la décima sesión sabían ya
más que yo. No sé cómo se las arreglarían
para aprender tanto; desde, luego que de
mí no les llegaba la ciencia. Todo iba muy
bien, hasta que un día me enseñaron una
carta de un portugués auténtico amigo su«
yo, comerciante de Ooimbra, que le anun-
ciaba desde París su próxima llegada a
Berlín. Me prometieron presentármela.
Debíamos comer todo3 juntos. Por la no-
che hubo consejo con toda la pandilla en
la cervecería. Los prudentes creían que
debía retirarme con un pretexto digno;
los otros rae tacharon de cobarde y mal
bohemio. El amor propio me hizo ir más
allá. A la otra mañana no me desayuné ni
me afeitó, y subí de tres en tres las esca-
leras de la casa de mis alumnos. Me vie-
ron llegar algo pálido y descompuesto, y
yo les dije que padecía ataques cardíacos
y nerviosos. Parecieron extrañarse. Para
cuando me presentasen al intruso, tenía
yo estudiado y ensayado un ataque; algu-
nas convulsiones alcanzarían al de Coim-
bra; perdería el conocimiento primero y
la paiabra después, y mal habrían de ir
las cosas si no me llevaban a casa en co-
che. Podía haberme ahorrado todas aque-
llas congojas, porque aquella misma tar-
de entraban los franceses en la cuenca del
Rurb y le negaban al portugués el visado
del pasaporte en París. También el matri-
monio se dio de baja; a mí se me figura
que por miedo al ataque. Está visto que
ni en broma se puede mentir, y eso que
de las tres clases de mentiras, la mentira
habitual, las estadísticas y la mentirijilla
para salirse del paso, ésta no se me anto-
ja ni pecado venial. He tenido que dejar
hasta mi cuarto. Vivo de milagros. Traba-
jo, ain embargo. Nadal me ha cedido un
rincón de su habitación, duermo en ei so-
fá aquel de ai lado de IH ventana. Tú le
conoces. ¡Ban! Ya vendrán días mejores.
Me hizo traición el cielo gris, sin esperan-
zas, del Tiergetrten. Ya. saldrá el sol.
GADIR
Berlín, febrero de 1923.
A TRAVÉS DEL DESIERTO
El automóvil en el Sahara
ir
Anunciamos en uno" de nuestros artículos,
<ú raid automóvil organizado .a. travos del
Sahara, desde Tuggurt a Timbucíu, y cuyo
objeto principal ora mostrar Ja posibilidad ele
hacer circular coches en el desierto, sobre la ,
arena, en pais desprovisto de caminos, tan
sólo adaptando a la superficie de las ruedas
motrices del vehículo, una banda, sin ñn de
tela y caucho. Quedó pendiente el resultado
de esta expedición, que podía presentar difi-
cultades imprevistas, ya «que* en el trayecto
había regiones poco conocidas.-Hoy ya se sa-
be, que se llevó a cabo con buen éxito y que
los cuatro vehículos'.dé la misión Haardt-Au*
douin-Dubreuil, han llegado a Tlmbuctu. sin
obstáculos.
La experiencia fue .tan concluyente, que se
decidió volver a llevar Jos coches, no por el
Senegal a. Dakar coino se acordó en principio,
sino por el Sahara a Argel, rehaciendo • en
sentirlo inverso la travesía del desierto. La
misión antes citada se puso en marcha
misión antea citada se ha puesto en marcha
a principios- de febrero, siguiendo el mismo
itinerario de la ida: Bourem, Kidal In-Salah-
Inifel-Tuggurt, siendo fácil hayan llegado ya
a este líltimo punto, pues dada la velocidad
de- marcha, y .recoirido a «efectuar, se puede
calcular en 15 a 20 días el tiempo necesario
para ello.
El constructor de los automóviles del raid,
acaba de terminar tres nuevos coches, más
rápidos que los que han atravesado por pri-
mera vez el desierto, partiendo con uno de
ellos al encuentro do los expedicionarios; dos
de los coches son para viajeros -* el otro es.
de aprovisionamiento. Como particularidades
del nuevo coche, podemos citar, que los pisto"
nes son de aluminio y que la compresión se
halla ligeramente aumentada, lo que permite
alcanzar un régimen, un poco más elevado
Las carrocerías de los coches para pasaje-
ros, son apropiadas al objeto perseguido, es
decir, aí transporte confortable de tres per-
sonas; llevan dos alas delante y dos aletas de-
trás, que protegen a los ocupantes del vehí-
culo, contra las proyecciones de arena y dos
parabrisas guarnecidos de celuloide contra
el viento. Una' tienda de campaña muy lige-
ra, ee arrolla al costado izquierdo y se des-
pliega por dos montantes, sostenidos por dos
cables que los unen en triángulo. En el inte-
rior de esta tienda, se colocan doe camas ple-
gables provistas de mosquitero y cuatro asion,
tos, extremadamente ligeros, para descansar
en el vivac.
El coche de aprovisionamiento, tiene im.
chassiis idéntico al do los otros vehículos; la
carrocería se compono de una simple plata-
forma sobre la cual van colocados dos depó-
sitos de gasolina, el aparato cinematografíen
y cestos de mimbre, conteniendo el material
de campamento, piezas de recambio, reserva
de víveres, etc.
La reserva de gasolina; que lleva cada'co-
che es suficiente para un recorrido mínimo
de 760 kilómetros; si a esto unimos la reserva
del coche de aprovisionamiento, el recorrido
posible llega a 1.000 Ums. Mientras que los
automóviles de la misión Haardt-Audouin-
Dubreuil. no podían alcanzar una marcha su-
perior a 35 kms. por hora, los nuevos coches
podrán llagar a 45. El haber sido aligerados
de peso y la reducción en el consumo de gaso-
lina," les permitirá cubrir etapas diarias de
300 kilómetros y por tanto atravesar el de-
sierto en diez días.
La caravana de M. Citroen ea'lró de Tug-
gurt el 13 de febrero, el 18 debió llegar a In-
Salah desde donde irradiará sobre varias
pistas, esperando a la de Timbuctu para des-
pnós remontarse juntas, hacia el norte.
Podemos concluir diciendo, que apenas de-
mostrada la posibilidad de unir. Argelia con
el Senegal por convoy de automóviles, se ma-
nifiestan ya Tos progresos, puesto que autos
rápidos y confortables pueden ahora abordar
el Satara. . -„,.
Oréttitra.