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Revista de Biología Térmica 92 (2020) 102664

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Revista de Biología Térmica

revista Página de inicio: http://www.elsevier.com/locate/jtherbio

Revisar

Avances en termografía infrarroja: aspectos quirúrgicos, alteraciones vasculares y

monitorización del dolor en veterinaria

Alejandro Casas-Alvarado a, Daniel Mota-Rojas B,*, Ismael Hernández-Ávalos C, Patricia

Mora-Medina D, Adriana Olmos-Hernández mi, Antonio Verduzco-Mendoza mi, Brenda
Reyes-Sotelo B, Julio Martínez-Burnes F
a Programa de Maestría en Ciencias “Maestría en Ciencias Agropecuarias”, Universidad Autónoma Metropolitana, Recinto Xochimilco, Ciudad de México, México
B Neurofisiología del Dolor, Comportamiento y Evaluación del Bienestar en Animales Domésticos, DPAA, Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Ciudad de México, México
C Farmacología Clínica y Anestesia Veterinaria, Departamento de Ciencias Biológicas, FESC, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), México
D Departamento de Ciencias Ganaderas, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), FESC, Estado de México, México
miSubdirección de Investigación Biotecnológica, Dpto. Bioterio y Cirugía Experimental, Instituto Nacional de Rehabilitación-Luis Guillermo Ibarra Ibarra (INR-LGII), Ciudad
de México, México
F Departamento de Posgrado e Investigación, Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, Universidad Autónoma de Tamaulipas, Ciudad Victoria, Tamaulipas, México

INFORMACIÓN DEL ARTÍCULO ABSTRACTO

Palabras clave: Una de las principales funciones de la termografía infrarroja (IRT) consiste en detectar cambios de temperatura en los organismos provocados por variaciones en la circulación sanguínea superficial. La TRI es una herramienta útil que se ha utilizado

Imágenes termográficas principalmente como método de diagnóstico para diversas patologías que causan estrés, aunque sugerencias recientes indican que se puede utilizar para evaluar la calidad del bloqueo de determinadas regiones corporales. En el campo de la

Bienestar
anestesiología, la TRI se ha aplicado a bloqueos braquiales y epidurales, mientras que en algología se han investigado los cambios en la circulación sanguínea superficial asociados con la actividad simpática. La termografía también se ha utilizado para
Microcirculacion
complementar las escalas de nivel de dolor basadas en las expresiones faciales de pacientes en estado crítico o después de la cirugía. Además, se ha utilizado como herramienta en investigaciones diseñadas para evaluar diferentes procedimientos
Biología termal
quirúrgicos en medicina humana, como en el caso de las fresas quirúrgicas para la colocación de implantes dentales, donde la TRI ayuda a evaluar el grado de calentamiento asociado con la desvascularización ósea, la reducción de la perfusión vascular
Algología
como consecuencia del ictus y los cambios en el sistema nervioso autónomo, o el grado de cambios vasculares en colgajos aplicados a pacientes quemados. En medicina veterinaria, la termografía ha traído varios beneficios para los animales en

términos de evaluación de lesiones, enfermedades y procedimientos quirúrgicos. El objetivo de esta revisión es evaluar cómo se puede utilizar la TRI como herramienta en procedimientos quirúrgicos, casos de alteración vascular y monitorización del

dolor en medicina veterinaria con énfasis en animales pequeños. reducción de la perfusión vascular como consecuencia de un accidente cerebrovascular y cambios en el sistema nervioso autónomo, o el grado de cambios vasculares en los colgajos

aplicados a pacientes quemados. En medicina veterinaria, la termografía ha traído varios beneficios para los animales en términos de evaluación de lesiones, enfermedades y procedimientos quirúrgicos. El objetivo de esta revisión es evaluar cómo se

puede utilizar la TRI como herramienta en procedimientos quirúrgicos, casos de alteración vascular y monitorización del dolor en medicina veterinaria con énfasis en animales pequeños. reducción de la perfusión vascular como consecuencia de un

accidente cerebrovascular y cambios en el sistema nervioso autónomo, o el grado de cambios vasculares en los colgajos aplicados a pacientes quemados. En medicina veterinaria, la termografía ha traído varios beneficios para los animales en términos

de evaluación de lesiones, enfermedades y procedimientos quirúrgicos. El objetivo de esta revisión es evaluar cómo se puede utilizar la TRI como herramienta en procedimientos quirúrgicos, casos de alteración vascular y monitorización del dolor en

medicina veterinaria con énfasis en animales pequeños.

1. Introducción técnica de diagnóstico no invasiva específica en el trastorno

La termografía infrarroja (IRT) se utiliza actualmente en una amplia gama de
campos que incluyen la industria, la construcción y la medicina. Aplicaciones en
ciencia médica humana y veterinaria (Mota-Rojas et al., 2016, 2020c;McGowan y
col., 2018; Pérez-Pedraza et al., 2018; Yang-Yang, 2020) enfatizan su uso como
herramienta de diagnóstico general en áreas como la oncología (Pavelski et al.,
2015), ortopedia (Infernuso et al., 2010; Ringer y col., 2005; Vainionpää et al., 2012
), cirugías reconstructivas como la reconstrucción mamaria autóloga
microvascular (Weerd de et al., 2009) y rehabilitación; mientras que en cirugía y
anestesiología se usa para monitorear el dolor (Küls et al., 2017; Bruins et al., 2018
). IRT se ha utilizado como
temporomandibular miógeno en mujeres (Dibai Filho y otros, 2013),
evaluación de la gestación en yeguas de gestación tardía (Bowers et al., 2009
), bienestar animal en conejos (Ludwig et al., 2007), caballos destetados (
Autio et al., 2007), mala condición corporal asociada con alopecia en focas (
Lynch y col., 2011) y condiciones isquémicas intestinales en ratas (Malafaia et
al., 2008). Además, la termografía se utiliza para evaluar algunos
cuestionarios de dolor en gatos (Vainionpää et al., 2013). Luzi y col. (2013)Sin
embargo, también informó los resultados y ventajas de esta técnica en la
reproducción animal, así como su potencial aplicación en el estudio de las
enfermedades infecciosas y la producción animal, en relación a la evaluación
de la calidad del transporte animal. Además describieron infrarrojos

* Autor correspondiente.
Correos electrónicos: animalwelfaremota@gmail.com, dmota@correo.xoc.uam.mx, dmota100@yahoo.com.mx (D. Mota-Rojas).

https://doi.org/10.1016/j.jtherbio.2020.102664
Recibido el 16 de noviembre de 2019; Recibido en forma revisada el 2 de julio de 2020; Aceptado el 6 de julio de
2020 On-line el 29 de julio de 2020
0306-4565 / © 2020 Elsevier Ltd. Todos los derechos reservados.
A. Casas-Alvarado y col.
la termografía como una herramienta innovadora y prometedora para mejorar nuestra
comprensión de los organismos con miras a mejorar la interacción entre humanos y
animales.
La termografía funciona cuantificando y evaluando las
temperaturas superficiales en los milímetros más externos de la piel (
Meola y Carlomagno, 2004; Huggins y Rakobowchuk, 2018), que
dependen de la circulación sanguínea (Ringer y col., 2005; Redaelli et
al., 2014; Luzi et al., 2013). La temperatura corporal cambia
constantemente a lo largo del día, y es importante entender que esta
variación se debe a varios factores, entre ellos la actividad física que
realiza el organismo, su entorno, las condiciones climatológicas y la
posible presencia de un proceso infeccioso (Holmes y col., 2003).
El flujo sanguíneo depende de una forma compleja de regulación
controlada por el sistema nervioso y algunos factores locales. A medida que
aumenta la circulación, es posible ver el estado de los órganos internos
mediante termografía infrarroja. Esto permite evaluar la probable existencia
de procesos patológicos como tumores (Pavelski et al., 2015), inflamación (
Infernuso et al., 2010; Vainionpää et al., 2011), o daño y degeneración
tisular, porque el desarrollo de estos procesos impacta la temperatura de la
piel. Estos procesos subyacentes conducen a reacciones vasculares y
nerviosas que se manifiestan como patrones de calor distintos
(termogramas o imágenes térmicas) que pueden ser detectados por IRT
como diferentes tonalidades de color.
Recientemente, la termografía se ha empleado en procedimientos quirúrgicos
y anestesiología debido al creciente interés por determinar y registrar alteraciones
vasomotoras, y para estudiar el comportamiento de las fibras simpáticas C (
Holmes y col., 2003; Bruins et al., 2018). La TRI es replicable y no invasiva, y causa
poca o ninguna molestia a los pacientes, ya que explora la integridad del
componente vasomotor del sistema nervioso autónomo (SNA) con gran precisión (
Soroko et al., 2016). El uso de esta técnica en medicina veterinaria está creciendo
como una herramienta auxiliar para evaluar varios procesos patológicos. Sin
embargo, pocos estudios han utilizado la termografía en el contexto de los
procedimientos quirúrgicos y el dolor que generan. Por estos motivos, el objetivo
de este artículo es hacer una revisión de las bases fisiológicas de la
microcirculación y los avances científicos recientes en el campo de la termografía
infrarroja en relación con los aspectos quirúrgicos y la monitorización del dolor en
pequeños animales.
2. ¿Qué es la termografía infrarroja?
La termografía infrarroja es una técnica utilizada en medicina veterinaria y
humana para cuantificar la temperatura de la superficie de la piel basándose en
visualizaciones de cambios termográficos (Stewart y col., 2007;Redaelli et al., 2014
). Se ha propuesto como herramienta para evaluar el estado de salud de las
articulaciones (Grossbard et al., 2014) y para validar la administración de fármacos
para efectuar bloqueos nerviosos regionales. También se considera una
herramienta de diagnóstico (Werdehausen et al., 2007).
3. Bases fisiológicas de la circulación sanguínea y la temperatura
superficial.
IRT detecta la radiación infrarroja (calor) emitida desde la superficie de
un organismo y calcula la temperatura de la superficie. La cámara térmica
produce una imagen en falso color para mostrar las temperaturas en la
superficie (Autio et al., 2006; Stewart y col., 2007). Ciertas funciones
corporales, como las contracciones musculares, generan un exceso de calor
que debe eliminarse para mantener la homeostasis y las funciones normales
del cuerpo (Mota-Rojas et al., 2020c). Gran parte de la energía metabólica
producida por los animales y los seres humanos se transfiere desde el
órgano generador del cuerpo hacia el medio ambiente en forma de calor a
través de radiación, convección, conducción y evaporación; el último en
forma de sudoración o jadeo (Weissenböck et al., 2010). Otra vía para el
intercambio de calor en los organismos involucra el metabolismo celular y el
flujo sanguíneo local, que mantienen las temperaturas relativamente
constantes (Van Hoogmoed y Snyder, 2002). Sin embargo, este fenómeno
puede verse afectado por procesos fisiológicos o patológicos como el local.
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Revista de Biología Térmica 92 (2020) 102664
heterotermia debida a la inflamación, que aumenta el flujo sanguíneo hacia la
región afectada mediante vasodilatación (Vianna y Carrive, 2005). El aumento del
flujo sanguíneo produce una mayor distribución de calor, lo que facilita la pérdida
de calor en la superficie del cuerpo. El calentamiento de la superficie de la dermis
está relacionado directamente con la microcirculación dérmica local
(vasoconstricción-vasodilatación), que está controlada por el SNA (Küls et al., 2017
).
Es importante enfatizar que la presencia de pelaje grueso protege a los
animales de una pérdida excesiva de calor. Autio et al. (2007)sugieren que la
presencia de cabello se correlaciona negativamente con la pérdida de calor; por
ejemplo, observaciones de caballos han demostrado que el pelaje afecta el tiempo
de aclimatación al medio ambiente (Tunley y Henson, 2004). Por esta razón, es
necesario un buen aislamiento del cabello para detectar cambios vasculares
superficiales en los animales (Phillips y Heath, 2004).
La termografía puede detectar la liberación de calor superficial en forma
de imágenes termográficas. La IRT detecta así la microcirculación periférica
controlada por el SNA, cuyo elemento parasimpático provoca la
vasoconstricción periférica de los capilares más próximos a la piel (Varjú et
al., 2004) producida por la neurosecreción de catecolaminas (Jerem et al.,
2019). Por el contrario, cuando hay un aumento del tono parasimpático, la
liberación de las sustancias vasodilatadoras prostaglandinas, bradicinina e
histamina, contrarresta la actividad simpática al reducir el gasto cardíaco y la
presión arterial y vasodilatar los capilares. Esto, a su vez, aumenta el flujo
sanguíneo como consecuencia de la mayor estimulación de las fibras
parasimpáticas, lo que resulta en la detección de temperaturas superficiales
más elevadas (Küls et al., 2017; Stewart y col., 2010).
El flujo sanguíneo está modulado por dos mecanismos, uno nervioso y otro
hormonal. Al establecer la presión arterial en la misma dirección de regulación
estos mecanismos permiten la correcta irrigación de todos los órganos y la
adaptación a sus necesidades energéticas. Asimismo, dentro de estos mecanismos
confluyen dos acciones para controlar la microcirculación: una rápida (nerviosa), la
otra hormonal (Herman et al., 2016). El mecanismo nervioso, o de acción rápida,
comienza unos segundos después de que la presión arterial aumenta o disminuye.
Esta acción de tipo nervioso está relacionada con la actividad del centro
cardiovascular y el SNA. De esta forma, la presión arterial se genera a través de
receptores sensoriales periféricos (barorreceptores) ubicados en los senos
carotídeo y aórtico. Estos son los encargados de desencadenar una descarga
simpática como reflejo que normaliza la presión arterial. Los quimiorreceptores
están formados por células sensibles a la pO2, pCO2 y H+ encontrado en la
bifurcación carotídea y el arco aórtico. Cuando la presión arterial desciende, el
flujo sanguíneo se ralentiza, lo que permite altas concentraciones de CO2 y H+
acumular, con una disminución simultánea de pO2 (Muir, 2006;Hubbell y Muir,
2015). Estas condiciones estimulan los quimiorreceptores y, a través de otra acción
refleja, elevan la presión arterial. Este aumento también se desencadena cuando
la presión arterial es muy baja. Los impulsos eferentes provocados por los
quimiorreceptores se denominan "controles reflejos"; es decir, mecanismos de
retroalimentación negativa que mantienen involuntariamente los niveles de
presión arterial dentro de los límites de la homeostasis (Ledowski et al., 2005;
Kataja et al., 2007). Estos impulsos eferentes viajan desde el centro cardiovascular
a través de las fibras nerviosas del sistema nervioso simpático (SNS) y el sistema
nervioso parasimpático (PSNS) (Vieira et al., 2018).
El SNS es uno de los componentes más importantes del ANS que interviene en
la regulación de la circulación sanguínea. Los impulsos simpáticos aumentan la
frecuencia cardíaca y la contractibilidad del miocardio, mientras que los nervios
vasomotores simpáticos de los vasos sanguíneos regulan su diámetro
modificando la resistencia vascular. La vasoconstricción en las arteriolas aumenta
la resistencia vascular al impedir el rápido flujo de sangre en las arterias más
adelante, elevando así la presión arterial. Además, la vasoconstricción en las venas
aumenta el retorno venoso (Fischer y Pinnock, 2004). Sumado a esto, el PSNS
controla las funciones cardíacas a través de fibras parasimpáticas mediante el
nervio vago (par craneal X), que enerva el corazón. El objetivo principal de la
estimulación parasimpática es reducir significativamente la frecuencia cardíaca y
disminuir levemente la contractibilidad miocárdica, acciones que se traducen en
vasodilatación de las arterias, arteriolas y venas con la consiguiente reducción de
la resistencia vascular (Kimmerly,
A. Casas-Alvarado y col.
2017).
En cuanto al mecanismo hormonal, este es un sistema de acción más lenta
para controlar la presión arterial. Esta función se activa después de unas horas y
actúa secretando hormonas para regular el volumen sanguíneo, el gasto cardíaco
y la resistencia vascular (Höglund et al., 2011). Las hormonas a cargo de esta
regulación incluyen:
una. El sistema renina-angiotensina-aldosterona: al reducir el flujo
sanguíneo renal (RBF), las células del aparato yuxtaglomerular en los
riñones secretan renina a la sangre. La renina y la enzima convertidora
de angiotensina (ECA) actúan en sus respectivos sustratos para producir
la forma activa, angiotensina II, que aumenta la presión arterial a través
de dos mecanismos (Lin et al., 2017), como sigue: vasoconstricción
arteriolar que aumenta la resistencia periférica (Levet et al., 2009); y
estimulación de la secreción de aldosterona, que aumenta la reabsorción
renal de Na+ y agua y, a su vez, aumenta el RBF (Lin et al., 2017).
B. Adrenalina y noradrenalina: estas hormonas se liberan en la médula
suprarrenal mediante la activación del SNS. Esta acción intensifica el gasto
cardíaco para aumentar la contractibilidad y la frecuencia cardíaca. También
se observa un aumento de la resistencia periférica debido a la generación de
vasoconstricción arteriolar. Estas hormonas inducen además la
vasoconstricción venosa en la piel y las vísceras abdominales y, de esta forma,
generan un aumento del retorno venoso. La adrenalina también produce
vasodilatación arterial en el miocardio y los músculos esqueléticos (Vieira et
al., 2018).
C. Hormona antidiurética (ADH): esta hormona hipotalámica se libera en la
hipófisis a medida que disminuye el RBF para estimular la reabsorción de
agua en los riñones, acompañada de vasoconstricción arteriolar (
Höglund et al., 2011).
D. Péptido natriurético auricular: se libera en las células auriculares del
corazón y es responsable de reducir la presión arterial al causar
vasodilatación y aumentar la excreción de iones y agua en el riñón (
Desborough, 2000).
mi. Dopamina: presenta receptores en los vasos sanguíneos y
neuronas posganglionares del SNS, y se encarga de regular el
equilibrio entre agua y electrolitos. Así, regula la presión arterial
inhibiendo la actividad de la bomba de iones, tanto directa como
indirectamente. Este efecto se produce mediante la regulación de la
expresión de estas proteínas modulando la ingesta de agua y
electrolitos (Armando et al., 2011).
4. Aspectos técnicos de la termografía infrarroja
4.1. Tipos de cámaras y lentes
Actualmente, las cámaras IRT utilizadas en medicina se dividen en dos clases:
con detectores refrigerados o no refrigerados. El uso de detectores refrigerados
se ha limitado en la medicina clínica porque este equipo necesita ser refrigerado
antes de tomar imágenes, lo que significa que el proceso debe organizarse con
mucha anticipación (Tattersall, 2016).
El tipo no refrigerado, por el contrario, utiliza materiales piroeléctricos o
ferroeléctricos para detectar la radiación infrarroja y formar píxeles. El
funcionamiento de estas celdas se basa en cambios en la resistencia de la celda
detectora provocados por la radiación infrarroja (calor). Esto elimina la necesidad
de recalibrar constantemente estos detectores de acuerdo con la temperatura
ambiente, por lo que son adecuados para su uso en aplicaciones clínicas (Denoble
et al., 2010; Infernuso et al., 2010; Lynch y col., 2011; Douthit et al., 2014;
Figueiredo et al., 2013).
Los detectores refrigerados carecen de la capacidad de generar una
temperatura absoluta fija debido a la necesidad de recalibraciones
constantes. Por lo tanto, medir la temperatura absoluta de un sujeto no es
posible sin programas que compensen la temperatura interna del propio
detector (Pedreros et al., 2012).
Debido a que la radiación infrarroja no puede penetrar el vidrio común, los
materiales utilizados en la fabricación de las lentes deben permitir la transmisión.
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Revista de Biología Térmica 92 (2020) 102664
y refracción del calor radiante. Por este motivo, los materiales empleados en
la producción de cámaras termográficas tienen un recubrimiento tipo
diamante o germanio con un recubrimiento antirreflectante de banda ancha
de sulfato de zinc, silicona y fluoruro de calcio (Vainionpää, 2014).
4.2. Resolución
Otro aspecto clave a la hora de realizar imágenes termográficas es la
resolución. Por ejemplo, si se informa una resolución de 320 x 240 píxeles,
entonces el aparato consta de una serie de detectores de luz, todos los
cuales tienen la misma capacidad en el plano focal de la lente. En otras
palabras, este tipo de resolución, que se usa comúnmente en termografía,
limita la medición de temperatura a objetos pequeños (Loughin y Marino,
2007; Malafaia et al., 2008). La medicina veterinaria informa que el rango de
resolución recomendado para estudios de equinos, bovinos y aves es de 320
x 240 a 640 x 480 píxeles (Autio et al., 2007; Stewart y col., 2007; Ringer y col.,
2009;McCafferty, 2013; O'Brien et al., 2016).
4.3. Emisividad
Se refiere a la cantidad de radiación que emite un objeto frente a la
radiación de un objeto con un cuerpo completamente negro (a la que se le
asigna un valor de 1 porque absorbe toda la radiación y, por tanto, produce
una tonalidad de color negro a temperatura ambiente) . En teoría, la
superficie de un radiador con cuerpo negro constituye un límite ideal, pero
que no ocurre de forma natural. Del mismo modo, cuando un objeto refleja
toda la radiación, su valor teórico de emisividad es 0, pero esta situación
tampoco ocurre en la naturaleza. Como resultado, la emisividad
normalmente observada en los objetos varía de 1 a 0 (Galvin y col., 2006;
Dibai Filho y otros, 2013).
La emisividad en animales no se ha estudiado en profundidad. Por esta
razón, la emisividad aplicada no ha sido reportada en estudios publicados.
No obstante, los valores estudiados y aplicados en caballos han oscilado
alrededor de 0,95 (Autio et al., 2006), 0,96 (Bowers et al., 2009) y 0,98
(Westermann et al., 2013), mientras que el valor aplicado a conejos es 0,97 (
Ludwig et al., 2007).
4.4. Aspectos adicionales (ángulo y distancia)
En cuanto a consideraciones adicionales para el uso del IRT, es
necesario establecer aspectos como el ángulo de la lente. Varios
estudios recomiendan un ángulo de 90◦ (Gorbach et al., 2004; Simon et
al., 2006; Stewart y col., 2007). Sin embargo, se ha informado que un
cambio de ángulo a 20◦ no tiene un efecto significativo sobre la
temperatura obtenida (Westermann y col., 2013b).
La distancia de captura de la imagen también puede alterar el número
de píxeles y, por tanto, la temperatura obtenida, influyendo así en las
interpretaciones. Por esta razón, se ha sugerido que una distancia de 1 m es
adecuada para una visión general (von Schweinitz, 1999;Eddy y col., 2001;
McCafferty, 2007). Al respecto, un estudio realizado en caballos que, referido
a un aumento de distancia de 1 a 1,5 m, no encontró efecto significativo
sobre la temperatura obtenida en la imagen (Westermann y col., 2013a).
Algunos investigadores han sugerido que la distancia dependerá de
aspectos como el requisito de evaluar áreas específicas que requieren una
distancia menor, como 0,5 m (Durrant y col., 2006; Caprano et al., 2008).
5. Aplicaciones clínicas en medicina veterinaria
En general, la TRI se ha utilizado como herramienta para la evaluación del
estrés (Travain et al., 2015); por ejemplo, en la gestión de procesos que involucran
animales de granja (Orihuela et al., 2018; Mota-Rojas et al., 2020a,Mota-Rojas et
al., 2020b), como las orquiectomías (Pérez-Pedraza et al., 2018), enriquecimiento
ambiental (Orihuela et al., 2018), equilibrio térmico (Bertoni y col., 2020a;
Guerrero-Legarreta et al., 2020; Bertoni y col., 2020b), evaluaciones del estado de
salud (McCafferty, 2007; Wen, 2020), la evaluación de estados febriles (Soerensen y
Pedersen, 2015), Cola de acoplamiento
A. Casas-Alvarado y col. Revista de Biología Térmica 92 (2020) 102664

en perrosReyes-Sotelo et al., 2020) y lesiones crónicas (Vainionpää et al.,

2012). Pero estas aplicaciones se han centrado en especies grandes como
los equinos (Soroko et al., 2016) y cerdos (Zhang et al., 2019). En el caso de
especies pequeñas (perros, gatos), el uso de la TRI se ha extendido a otras
áreas, incluyendo evaluaciones del dolor perioperatorio, de la efectividad de
los bloqueos regionales y del estado de perfusión de los tejidos recién
injertados (Tenorio et al., 2009). El motivo es que la TRI puede aportar
información importante sobre el estado hemodinámico de los tejidos
periféricos, que se modifica durante los procesos dolorosos (Lush y Ijichi,
2018) o en casos de lesión aguda (Redaelli et al., 2019).

5.1. Predecir un bloqueo regional correcto

Se especula que la administración de anestésicos locales como lidocaína,

bupivacaína o mepivacaína aumenta la temperatura local. Este mecanismo opera
a través de la vasodilatación provocada por el propio bloqueo simpático (Holmes y
col., 2003). Las observaciones en la medicina humana muestran que el bloqueo de
las fibras nerviosas simpáticas causado por los agentes anestésicos locales
produce vasodilatación y aumenta el flujo sanguíneo transitorio, lo que resulta en
una mayor temperatura de la piel, específicamente en los dedos de los pies o en
las falanges distales de los dedos de la región bloqueada (Werdehausen et al.,
2007; Küls et al., 2017). Como hemos visto, los mecanismos que regulan la presión
arterial tienen un efecto indirecto sobre la retención o liberación del flujo
sanguíneo, lo que puede determinarse en función de las variaciones de
temperatura reveladas por la radiación infrarroja. El término ventana térmica
infrarroja se refiere a las regiones del cuerpo donde las disposiciones de los
capilares son tales que el intercambio de calor se puede maximizar en caso de
sobrecalentamiento, o minimizar para reducir la pérdida de calor (Andrade, 2015;
Tattersall, 2016).
Por estas razones, la termografía infrarroja se considera hoy en día un
indicador confiable del correcto desempeño de los bloqueos regionales, aunque el
campo de la anestesiología humana ha utilizado tradicionalmente la estimulación
con frío / calor o pruebas de pellizco para confirmar la eficacia o el éxito de esta
técnica (Freise y col., 2008). Sin embargo, esas pruebas son subjetivas y requieren
la cooperación del paciente, por lo que no pueden usarse cuando el bloqueo se
administra bajo sedación profunda o anestesia general (Larsson y Gordh, 2010;
Leurcharusmee et al., 2015; García-Pereira, 2018).
El aumento de temperatura provocado por un bloqueo exitoso se debe a
la inhibición de las fibras simpáticas que viajan a lo largo de todos los
nervios principales y son responsables de controlar el tono vasomotor de los Fig. 1. Cambios termográficos en la región preescrotal debido a la administración de
vasos sanguíneos en el área inervada (Asghar et al., 2014). Cuando se utiliza un anestésico local (lidocaína al 2%) A. Antes de la administración del anestésico
la termografía infrarroja para determinar la eficacia de los bloqueos, se local: la región pre-escrotal se ilustra en el recuadro. El borde superior derecho muestra
obtienen resultados más rápidos que con las pruebas sensoriales o motoras valores de temperatura promedio de 37,8◦C, con temperaturas máximas y mínimas de
38,3 ◦C (triángulo rojo) y 36,9 ◦C (triángulo azul), respectivamente, antes de la
tradicionales (Bruins et al., 2018). La termografía como técnica corroborativa
administración local de lidocaína al 2% y una dosis de 2 mg / kg; B. Después de
ha sido descrita en investigaciones porAsghar y col. (2014)bajo la hipótesis
administrar lidocaína al 2%: la región pre-escrotal muestra una reducción de
de que un bloqueo infraclavicular puede estar precedido y corroborado por
temperatura a un promedio de 35,4 ◦C con un máximo y mínimo de 37,9 ◦C (triángulo
un aumento de la temperatura del segundo y quinto dedo, donde la
rojo) y 33,2 ◦C (triángulo azul), respectivamente, debido a la redistribución de la
aplicación de un bloqueo infraclavicular guiado por ecografía mostró que las temperatura local. Obtenido con una cámara FLIR E 50 con lente FOL de 18 mm a una
imágenes termográficas infrarrojas evaluadas tienen un aumento ipsilateral resolución de 240 x 180 píxeles, (emisividad = 0,95, distancia = 1 m.).
simultáneo de 1 ◦C en la temperatura de la piel de esos dos dedos. Esto llevó
a la conclusión de que los bloqueos se realizaron satisfactoriamente en el
100% de los casos estudiados. en contraste con lo reportado con otro tipo de bloques, que encontraron
Se han informado resultados similares con el uso de analgésicos aplicados por temperaturas locales más altas. Bruins y col. (2018), observaron una reducción de
vía epidural. En este caso, el método de evaluación de la eficacia analgésica la temperatura local que atribuyeron principalmente a una redistribución del calor
adquiere una mayor importancia en el momento de la administración, ya que se corporal y vasodilatación desde el centro hacia la periferia (Figura 1).
ha demostrado que el éxito de estos fármacos varía de forma bastante amplia, del En medicina veterinaria, sin embargo, no se ha estudiado ampliamente el uso
3 al 32% (Larsson y Gordh, 2010). A este respecto,Bruins y col. (2018)utilizó de termografía para verificar la eficacia de la administración epidural. La
termografía infrarroja para evaluar la eficacia con la que se aplicó una solución investigación deKüls y col. (2017)describe y compara dos métodos de bloqueo
epidural a 61 pacientes humanos adultos de entre 46 y 91 años sometidos a (epidural, ciático) en perros sometidos a cirugía ortopédica. Allí, solo cuatro de los
procedimientos quirúrgicos abdominales o torácicos. Concluyeron que la doce animales (33%) que recibieron analgesia epidural, y uno de cada ocho
termografía infrarroja puede predecir el éxito de la epidural con una sensibilidad (12,5%) que recibieron un bloqueo ciático, tuvieron aumentos de temperatura en
del 54% y una especificidad del 67%, cifras superiores a las obtenidas con la la almohadilla plantar. Mientras tanto, las evaluaciones de equinos informan que
prueba de sensación de frío. Por esta razón, la termografía se considera una las respuestas termográficas a los bloques regionales son similares a las que se
herramienta objetiva adicional para evaluar la eficacia de la epidural o la encuentran en la medicina humana. Utilizando un modelo de laminitis con
evaluación del bloqueo axilar que las pruebas de frío o pinchazos (Galvin y col., caballos se pudo confirmar, a través de imágenes termográficas, la
2006). Los hallazgos de Bruins et al. (2018), sin embargo,

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A. Casas-Alvarado y col.
correcto bloqueo de los extremos nerviosos después de administrar
anestésicos locales para mitigar el dolor (Turner, 1991, 2001). Hallazgos
similares fueron reportados porHolmes y col. (2003)quienes evaluaron seis
caballos, pero no encontraron evidencia clínica de anomalías en las
extremidades debido al efecto de la terapia perineural con 3 ml de
mepivacaína aplicada en las caras medial y lateral de la región sesamoidea.
Estas imágenes termográficas se tomaron a intervalos de 0, 5, 10, 15, 30 y 45
min. Se informó que la adición de la administración de mepivacaína no
generó modificaciones artificiales de la temperatura superficial en la región
estudiada. Varios estudios han concluido que la combinación de la
termografía infrarroja con otras herramientas de evaluación de estándar (
Douthit y col., 2012) o conjunta (Figueiredo et al., 2013) cojera, podría
mejorar las capacidades de diagnóstico en medicina clínica; afirmando así
que el uso de termografía infrarroja es confiable (Douthit et al., 2014).
Claramente, tanto en la medicina humana como en la veterinaria, se debe
prestar mayor atención a los procedimientos preparatorios para evitar fallas al
realizar bloqueos debido, por ejemplo, a la colocación incorrecta de la aguja, la
colocación inadecuada del paciente, los sitios de punción incorrectos, el mal
funcionamiento del equipo o la elección de una dosis y / o volumen insuficientes
de anestésico local (Hermanides et al., 2012). Finalmente, es importante señalar
que se ha demostrado que el uso de la termografía infrarroja como herramienta
de evaluación objetiva en la medicina humana es aplicable en técnicas para el
manejo de la analgesia perioperatoria (Lush eInfernuso et al., 2010;Redaelli et al.,
2019); sin embargo, un límite de su uso en medicina veterinaria es que aún no ha
sido completamente validado para algunos procedimientos quirúrgicos.
5.2. Evaluar el dolor durante la cirugía
El dolor postoperatorio impacta negativamente en los pacientes y afecta
su recuperación porque puede volverse crónico en algunos procedimientos
y porque es muy desagradable para las personas que lo perciben. Por esta
razón, la detección temprana y el tratamiento exitoso del dolor son de vital
importancia para implementar tratamientos oportunos y efectivos, incluidas
las dosis correctas de los analgésicos adecuados (Czaplik et al., 2017; Grimm
et al., 2015; Mota-Rojas et al., 2018; Hernández-Ávalos et al., 2019;Lezama-
García et al., 2019,B). Algunas investigaciones se han centrado en el diseño
de dispositivos médicos a través de algoritmos que permitan mediciones
objetivas del dolor basadas en diversos fenómenos fisiopatológicos. Un
ejemplo es la variabilidad de la frecuencia cardíaca, que puede detectarse
mediante el índice de nocicepción-antinocicepción en humanos (ANI) y los
monitores de actividad del tono parasimpático en medicina veterinaria (PTA).
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Revista de Biología Térmica 92 (2020) 102664
Fig. 2. Regiones evaluadas para expresión facial y
temperatura mediante termografía infrarroja en perros y
humanos. A. Regiones de la expresión facial en perros: la
principal diferencia es visible en la región AU101, compuesta por
la Angulo occuli medialis músculo, que está mejor desarrollado y
se utiliza para transmitir emociones como la tristeza y el miedo.
Claramente, un ojo es más grande. En contraste, la región AU109,
constituida por elLabii maxillaris en esta especie, está poco
desarrollado y solo está presente durante los estornudos. B.
Regiones de la expresión facial en humanos: en humanos, el
equivalente a la región AU101 del perro es el área AU4, aunque
está menos desarrollada. Impresiones más detalladas de esta
región muestran que puede estar relacionada con la intensidad
del dolor al considerar, además, las regiones AU6 (tensión de la
mejilla) y AU10 (elevador del labio superior), que se consideran
indicadores de dolor. Otra área que se cree que es un indicador
prometedor del dolor en humanos es la temperatura de la
glándula lagrimal, un aspecto que aún no se ha estudiado en
perros. Obtenido con una cámara FLIR E 50 con lente FOL de 18
mm a una resolución de 240 x 180 píxeles, (emisividad = 0,95,
distancia = 1 m.).
(Jeanne y otros, 2012; Mansour et al., 2017). Los eventos fisiopatológicos que ahora se
reconocen como atribuibles al dolor incluyen un aumento de la frecuencia cardíaca y la
presión arterial, ya que indican un mayor tono simpático-suprarrenal. Sin embargo, estos
eventos no se consideran "específicos". El parámetro de variabilidad de la frecuencia
cardíaca, en cambio, refleja alteraciones en la actividad del SNA, que aumenta
notablemente durante eventos dolorosos o estresantes (Szatajzel, 2004).
Observaciones recientes muestran la importancia de implementar escalas de
dolor más objetivas que proporcionen indicadores confiables del dolor en los
individuos (Kim et al., 2018), especialmente aquellos que no tienen la capacidad de
verbalizarlo, como los niños y los animales (Lucey et al., 2011; Lezama-García et al.,
2019). Los investigadores han intentado evaluar el fenómeno del dolor mediante
la implementación de escalas que identifican cambios específicos como
indicadores de la actividad del equilibrio entre el SNS y el PSNS (Jeanne y otros,
2012; Sabourdin et al., 2013). Un enfoque se basa en evaluar los cambios en la
temperatura de la superficie percibidos en respuesta a estímulos dañinos o
adversos (Sahngun, 2013). Los casos en los que se observaron tales cambios de
temperatura involucraron a niños sometidos a procedimientos quirúrgicos para
extracciones dentales (Kolosovas-Machuca et al., 2016), pero se ha intentado
generar indicadores complementarios que podrían incluir la identificación de
cambios de temperatura en las regiones afectadas (Polidori et al., 2018), así como
evaluaciones de las expresiones faciales que se muestran cuando se produce el
dolor.
Con este objetivo en mente, Czaplik y col. (2017)realizó un estudio en medicina
humana diseñado para probar si las características o expresiones faciales pueden
servir como indicadores de la intensidad del dolor (Figura 2). Su evaluación incluyó
alteraciones morfológicas como la posición de la nariz y los labios, junto con otros
efectos fisiológicos, como lagrimeo y sudoración. Se grabaron videos térmicos de
los individuos durante 2 minutos después de la cirugía. A las características de las
expresiones faciales evaluadas se les asignó un valor entre 0 y 5. Posteriormente,
esos valores se aplicaron a un algoritmo que definió un “índice de dolor asociado
al calor” para los pacientes posquirúrgicos o en estado crítico. En sus hallazgos,
informaron una correlación significativa entre las puntuaciones, las escalas de
dolor univariables y los signos vitales; por tanto, concluyeron que el índice de
dolor asociado a la temperatura muestra resultados prometedores para evaluar el
dolor en pacientes anestesiados o en cuidados críticos.
Por tanto, se ha demostrado que medir los cambios en la temperatura de la
superficie es una técnica útil para la identificación temprana del dolor. Si bien
estos métodos no se han aplicado en medicina veterinaria, deben considerarse
herramientas útiles para la detección precoz de grados de dolor, dadas las
importantes repercusiones asociadas a la percepción de esta sensación.
A. Casas-Alvarado y col. Revista de Biología Térmica 92 (2020) 102664

Fig. 3. Lesión por quemadura química en la región proximal del codo de la extremidad torácica izquierda en un perro de 3 meses (Raza caniche estándar). A. Antes: esta imagen
muestra la lesión con una marcada reducción de la temperatura media de la superficie de 30,0 ◦C (cruz central) por pérdida de vascularización en la región y sutura de la herida previa al
tratamiento con O local3 a una concentración de 72 μg / mL durante 30 min. B. Después: esta imagen muestra la misma lesión postexposición a O3. El aumento de la temperatura media
a 35,1◦Es evidente la C por hiperemia localizada y la probable promoción de la vascularización en la zona. C, D, E. Evolución: estas imágenes muestran la evolución de 3 días de la herida
con cambios en la temperatura promedio a 35 ◦C, 34 ◦C y 37 ◦C respectivamente, debido a la evolución de la vascularización y la reducción de la hiperemia en la región. Esta evolución se
produjo gracias a la reparación de la lesión provocada por la exposición a O3 durante 30 min para favorecer la cicatrización. Obtenido con una cámara FLIR E 50 con lente FOL de 18 mm
a una resolución de 240 x 180 píxeles, (emisividad = 0,95, distancia = 1 m.).

5.3. Evaluación de procedimientos quirúrgicos
Con respecto a diversas técnicas quirúrgicas realizadas tanto en medicina
humana como veterinaria, las aplicaciones de la termografía no se limitan a
evaluar la temperatura superficial, pues esta técnica se ha empleado para evaluar
la temperatura de los tejidos adyacentes y compararlos con los que producen un
proceso térmico intenso (Côrte et al., 2019). Un ejemplo es el uso de técnicas de
aplicación de implantes dentales, procedimiento para el cual existen reportes de
problemas de adhesión y curación ósea retrasada que prolongan la recuperación
de la región afectada porque requiere la proliferación y diferenciación de células
óseas. Los estudios realizados para evaluar los patrones de desgaste de las fresas
quirúrgicas (herramientas dentales de mano) y su efecto sobre el calentamiento
de la zona involucrada han determinado que el tiempo de preparación y el uso
excesivo de estos instrumentos quirúrgicos repercuten en la desnaturalización de
la fosfatasa alcalina, desvascularización de tejido óseo y pérdida de vitalidad en el
periostio, todo lo cual reduce la duración del implante y extiende el período de
recuperación de la lesión causada por el trauma inducido por el calor (Omar y
McKinley, 2018). Tales repercusiones negativas se han demostrado también en los
procedimientos quirúrgicos ortopédicos, donde la osteonecrosis causada por el
sobrecalentamiento debido a la elección del método de intervención es el principal
efecto que debe prevenirse durante los procedimientos quirúrgicos mínimamente
invasivos del pie en humanos (Karaca y col., 2011; Augustin et al., 2012). En casos
similares, la termografía se está utilizando como una opción eficaz para el
diagnóstico.Denoble y col. (2010)
utilizó este método para evaluar la reproducibilidad de mediciones infrarrojas seriadas
de la rodilla y para evaluar la asociación de la temperatura de la rodilla por región de
interés con la gravedad radiográfica de la osteoartritis de rodilla. Llegaron a la conclusión
de que la obtención de imágenes de la rodilla mediante termografía es fiable y es una
medida objetiva de los signos de inflamación y temperatura y, por tanto, del grado de
daño de la rodilla.
Se han realizado estudios similares en medicina veterinaria para evaluar
los cambios en la temperatura de las extremidades en perros (Loughin y
Marino, 2007) y la extremidad anterior distal en caballos (Westermann y col.,
2013a). Utilizando huesos femorales de bovinos,Scarano y col. (2011)
evaluado in vitro, la temperatura de la región cortical del hueso y la región
apical de la fresa quirúrgica en dos sistemas de perforación (uno con fresa
cilíndrica con triple torsión, el otro con fresa cónica con torsión cuádruple).
Se encontró una diferencia de temperatura significativa en la porción apical
de la fresa quirúrgica entre los dos grupos, lo que lleva a la conclusión de
que la geometría de la fresa puede ser un factor importante en términos del
calor generado al preparar el sitio del implante. Se sugirió que la evaluación
de la geometría de la fresa podría reducir significativamente el riesgo de
osteonecrosis térmica iatrogénica al mantener la temperatura por debajo
del nivel umbral.
Además, la termografía se ha utilizado para monitorizar injertos de tejido en lesiones
provocadas por quemaduras, malformaciones o cirugía oncológica, donde es
indispensable una adecuada perfusión sanguínea. En este campo, la termografía puede
detectar rápidamente cualquier compromiso vascular en el uso de colgajos, como
sugiereTenorio et al. (2009), que estudió a 23 ratas Wistar. Ese trabajo

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A. Casas-Alvarado y col. Revista de Biología Térmica 92 (2020) 102664

Fig. 4. Cambios en la microcirculación vascular de una lesión traumática por ataque en la región cervical de un perro de 3 años (mestizo). Esta imagen ilustra la
evolución de la cicatrización en una lesión provocada por la mordedura de un conespecífico en la región lateral derecha de las vértebras cervicales, detallada en el
recuadro, mostrando las temperaturas máxima (triángulo rojo) y mínima (triángulo azul).UNA. Lesión reciente antes de la sutura. Las observaciones muestran hiperemia e
hipertermia de la región debido a un proceso inflamatorio local.B. Este termograma muestra la herida después de la sutura, con marcada hipotermia en la región a una
temperatura mínima de 26,7ºC. ◦C (triángulo azul), por la reducción de la vascularización en la lesión recién suturada. C. La región de interés se amplifica para mostrar la
evolución de la cicatrización a los 7 días, con un aumento de la temperatura mínima a 32,1ºC. ◦C, asociado a la creciente vascularización de la zona. Obtenido con una
cámara FLIR E 50 con lente FOL de 18 mm a una resolución de 240 x 180 píxeles, (emisividad = 0,95, distancia = 1 m.).

Llevó a la conclusión de que la termografía infrarroja es una herramienta
complementaria para determinar la correcta cicatrización de las heridas
postratamiento (Fig. 3) donde las fallas en el uso de los colgajos, o en su
cicatrización, pueden evitarse mediante la detección precoz en sitios donde se
percibe una ausencia o reducción de la microcirculación (De Weerd et al., 2011).
En conclusión, el uso de imágenes termográficas infrarrojas es una
herramienta objetiva que permite la detección de fallas en la microcirculación en
casos de injertos o colgajos en cirugía plástica (Figura 4). Además, es una
metodología útil para controlar el sobrecalentamiento en los tejidos adyacentes
durante la cirugía ósea. Finalmente, la termografía infrarroja y el análisis de
expresiones faciales constituyen herramientas complementarias para la detección
precoz de cambios que puedan prevenir complicaciones posquirúrgicas. Sin
embargo, las imágenes termográficas deben evaluarse correctamente para
proporcionar información confiable (Bajwa et al., 2010).
la termografía en la medicina humana ha facilitado la determinación exitosa del
uso correcto de los fármacos empleados para desensibilizar las terminaciones
nerviosas de las regiones de interés; sin embargo, la utilidad de esta técnica en
medicina veterinaria es un área aún abierta a la investigación.
El potencial de la termografía para el diagnóstico de patologías no se limita a los
problemas existentes, ya que también puede predecir y prevenir eventos futuros, como
los casos de osteonecrosis en cirugías de alto impacto. Finalmente, se requiere el uso de
técnicas no invasivas para examinar el sobrecalentamiento de los tejidos vitales para
prevenir las iatrogenias. De manera similar, las modificaciones de las expresiones faciales
de un individuo podrían determinar oportunamente el grado de dolor que está
experimentando un paciente y, por lo tanto, indicar la necesidad de tratamiento de
manera oportuna.
Fondos

6. Conclusiones Esta investigación no recibió ninguna subvención específica de agencias de

financiamiento en los sectores público, comercial o sin fines de lucro.
La detección de cambios hemodinámicos en tejidos vasculares mediante TRI
es una herramienta complementaria para evaluar el funcionamiento del SNA en Declaración de intereses en competencia
casos de dolor quirúrgico y posquirúrgico porque proporciona un abordaje
objetivo y preciso. La técnica IRT no se limita a detectar cambios patológicos (es Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
decir, los causados por enfermedad o inflamación) sino que, más bien, permite a
los especialistas identificar cambios en la microcirculación causados por el uso de
medicamentos, incluidos los anestésicos locales. Aplicaciones de infrarrojos

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A. Casas-Alvarado y col. Revista de Biología Térmica 92 (2020) 102664

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