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Análisis topográfico

El sujeto, al que nos referiremos por el nombre Juan, es un hombre de 20 años que cursa
segundo del Grado de Historia en la Universidad de Málaga. Su motivo de consulta y, por tanto,
el objeto de evaluación y tratamiento, es su continuo estado de ansiedad y angustia ante
estímulos académicos, especialmente un examen. Este malestar se evidencia en las
preocupaciones excesivas, en un malestar generalizado que cursa con pensamientos negativos
y recurrentes, y en la frustración por el mal rendimiento. Además, experimenta sueños
confusos y desagradables, así como palpitaciones, molestias estomacales y sudoración excesiva.
Esta sensación incapacitante le ha llevado a no acudir a varios exámenes finales, y a tener que
arrastrar gran parte de las asignaturas del año anterior. Teme que este problema se interponga
y le impida tanto desarrollar sus facultades como materializar sus futuras aspiraciones, y no
desea que su avance siga demorándose por estas dificultades.

En su historial clínico, cuando cursaba la Enseñanza Secundaria Obligatoria, refiere que se


recogen varias asistencias al Centro de Salud de su región por dolores estomacales y
taquicardia, que no obtuvieron un diagnóstico concreto, y que fue derivado a un psicólogo, del
que recibió una ayuda satisfactoria.

La historia prenatal cursó con normalidad y la situación familiar fue estable durante ese
periodo, así como su desarrollo psicomotriz. En cuanto al desenvolvimiento en la etapa escolar
y en la adolescencia temprana, refiere que sus relaciones interpersonales también fueron
escasas en esa época. R se considera una persona tranquila y solitaria, aunque también le
agrada en exceso la compañía, y relata que la pérdida de sus abuelos paternos, a la edad de 9
años, significó mucho para él.

Juan relata, en posición distendida, que presenta episodios de ansiedad desde una edad
temprana, cuando él y su familia sufrieron la pérdida de sus abuelos paternos en un accidente
de tráfico, y que se acrecentó en la Enseñanza Secundaria Obligatoria ante el aumento y la
significación de los exámenes. Los síntomas comenzaron a presentarse con dificultad para
conciliar el sueño e hiperactividad. Acudió en cinco ocasiones a un psicólogo que añadió a su
repertorio conductual tanto la respiración abdominal como la progresiva. Desde entonces, ha
podido hacer frente a las diversas evaluaciones, con calificaciones bajas, y ha prescindido de las
exposiciones orales. Sin embargo, su ansiedad y los problemas de sueño han vuelto a
dispararse en la Universidad, por el aumento de exámenes y exposiciones ineludibles e
indispensables para el aprobado. Relata no ser capaz de hacer frente a esta situación, "escapa a
mi control", y no desea desfraudar más a sus familiares, quienes ponen toda su confianza en él.
No obstante, le interesa aprender y está hondamente comprometido con sus estudios, de lo que
deducimos un fuerte y necesario componente motivacional.

Refiere vivir con sus progenitores, con quienes tiene muy buena relación, aun existiendo
diversas trifulcas por el problema en cuestión: su madre, de 48 años, trabaja en la inmobiliaria,
y su padre, de 57, obtuvo una jubilación anticipada por complicaciones médicas, trabajaba
como guardia de seguridad en un centro comercial. Además de ellos, convive con su hermana,
de 15 años, que cursa cuarto curso de la Enseñanza Secundaria Obligatoria, y que, según relata,
está obteniendo altas calificaciones y es el orgullo de la familia. El nivel socio-económico y
cultural de la familia es medio-alto. Desde siempre ha recaído sobre sus hombros el peso de la
imposición, y esto le ha causado muchos disgustos, pues arrastra, como él mismo dice, una
larga historia de "deberías" y autoexigencias.

Actualmente, se encuentra en paro y, aunque ha ocupado pequeños puestos de trabajo, como


repartidor y ayudante en un mecánico, no ha trabajado más de un mes. Así, Juan, que se
cataloga como una persona reservada e introvertida, de pocos pero certeros amigos e
integrante de un equipo de baloncesto, refiere estar satisfecho con su vida social.

No acude a las convocatorias por elevada ansiedad, somatizada a través de palpitaciones,


sofocos, sueño fragmentado y molestias estomacales, y esto compromete su futuro académico
y profesional. Cuando evita la situación desencadenante del malestar, presentarse a un
examen, siente un alivio momentáneo, piensa que, si no se examina, no defraudará a nadie. No
obstante, le siguen de inmediato pensamientos negativos y catastrofistas y frustración
asociada a la culpa, pues se siente descorazonado por no haberlo intentado. Aún así, refiere no
poder hacer otra cosa que evitar el evento, salvo en ciertas ocasiones, cuando el examen era de
menor envergadura y fue acompañado hasta la puerta. A veces sufrió experiencias de bloqueo
y sudoración.

Refiere que no tiene problemas para organizarse y estructurar la información de la asignatura


a examinar, esto se complica únicamente cuando la fecha se acerca, alrededor de las dos
semanas y media. En esos momentos, no es capaz de concentrarse y aprehender los contenidos
de la materia, y la preocupación se va extendiendo a otras áreas de su vida: el sueño, la vida
social, el apetito... Relata, además, que antiende en exceso detalles de escasa relevancia e
información con baja probabilidad de ser evaluada, lo que le impulsa a evitar la situación.

Por tanto, los síntomas, no sólo psicológicos, también fisiológicos, derivados de la ansiedad,
disparada ante la posibilidad de acudir a un examen, incluso aunque queden dos semanas,
precipitan el estado de incapacidad, y aquí encontramos la anticipación del posible fracaso, las
consecuencias que tendrá para él y su familia o qué pensarán de él los compañeros más
allegados. De este modo, variables sociales como la imposición, real o percibida, por parte del
círculo más cercano influirían en la respuesta de ansiedad de Juan, así como variables
ambientales: las aglomeraciones en sitios cerrados.

El proceso de evaluación consistió en una entrevista con el sujeto para conocer la naturaleza
del problema y las variables implicadas, así como la historia clínica, y en la observación general
y directa de Juan. También se hizo uso de otro instrumento de evaluación, esta vez para medir
el grado de ansiedad, el Cuestionario de Ansiedad ante Exámenes (CAEX de Valero, 1997).
Consta de 50 ítems en escala Likert (0 - no siento nada, 1 - ligera ansiedad, 2 - un poco
intranquilo, 3 - bastante nervioso, 4 - muy nervioso, 5 - completamente nervioso) divididos en
cuatro factores: respuestas cognitivas de preocupación (p. e. "Mientras estoy realizando el
examen, pienso que lo estoy haciendo muy mal"), respuestas fisiológicas (p. e. "No consigo
dormirme la noche anterior al examen"), situaciones (p. e. "Un examen de entrevista
personal") y respuestas de evitación (p. e. "Me pongo malo y doy excusas para no hacer un
examen").

Además, hemos querido que cumplimentase un cuestionario que evalúe las habilidades y
estrategias de aprendizaje, y hemos utilizado el Cuestionario de Evaluación de las Estrategias
de Aprendizaje de los Estudiantes Universitarios (CEVEAPEU de Gargallo, Suárez-Rodríguez y
Pérez-Pérez, 2009), que consta de 88 ítems en escala Likert con cinco opciones de respuesta (1 -
muy en desacuerdo, 2 - en desacuerdo, 3 - indeciso, 4 - de acuerdo, 5 - muy de acuerdo): los
primeros 53 ítems pertenecen a la Escala 1, donde se recogen las estrategias afectivas, de apoyo
y control, y los 35 ítems restantes de la Escala 2 o estrategias relacionadas con el
procesamiento de la información. Por consiguiente, está estructurado por dos escalas, seis
subescalas, 25 microescalas y 88 ítems. En las tablas siguientes se recogen los datos obtenidos
en ambos cuestionarios.

Como resultado de evaluación se concluye que Juan presenta un elevado grado de Ansiedad de
Evaluación.

Análisis funcional

El problema que causa mayor pesar a Juan es la imposibilidad de asistir a un examen. De esta
forma, nos centraremos en esta conducta. Entre los antecedentes que precipitan la conducta de
evitación, encontramos el mismo hecho activador -el examen-, las preocupaciones recurrentes
e intrusivas que abarcan esquemas personales subyacentes y distorsiones cognitivas, como
excesivas autoexigencias e hipersensibilidad a la crítica, y la activación fisiológica en forma de
sudor, palpitaciones y molestias estomacales. Por otro lado, como consecuencia de no
examinarse, Juan, aun sintiéndose ligeramente aliviado, presenta pensamientos automáticos
negativos y catastrofistas sobre lo que sucederá y los efectos que tendá a corto y largo plazo, ya
sea en la percepción que tendrán de él sus familiares o en el alcance de su futuro profesional.
Todo esto provoca, como hemos comentado, sentimientos de indefensión, pérdida de control
sobre la situación y el deseo de escape. No haberlo afrontado con anterioridad podría estar
mateniendo la conducta problema.

La hipótesis principal es que la ansiedad está relacionada principalmente con su inseguridad


ante el fracaso, por desconocer sus potencialidades y por temor a decepcionar a los demás, y
no disponer de adecuadas estrategias de aprendizaje, tal y como recogen los resultados
obtenidos en la evaluación.
Los objetivos de tratamiento son:

· Disminuir tanto las respuestas fisiológicas asociadas a la ansiedad como las cognitivas
de preocupación.

· Adaptar los esquemas cognitivos.

· Mejorar las estrategias de aprendizaje.

Para la consecución de los citados objetivos se propone la intervención con técnicas cognitivo-
conductuales de control de la ansiedad, el ensayo anticipado de exámenes y refuerzo en
estrategias de aprendizaje a partir de sesiones informativas. Las técnicas cognitivo-
conductuales incluirán

El tratamiento consistirá, por tanto, en dos horas semanales a lo largo de cuatro meses, que
sumarían un total de 32 horas de duración. En los primeros encuentros, se analizarían las
principales metas del sujeto y él evaluaría la probabilidad de logro. Además, tendrá que
monitorizar personalmente sus actividades, para posibilitar el autorefuerzo. Se practicará
respiración diafragmática en las siguientes sesiones, así como identificación de pensamientos
automáticos y discusión de las creencias irracionales. En las últimas sesiones, se ofrecerían,
además de estrategias para optimizar el estudio, fuentes de ayuda académica, y se ensayaría
con exámenes.

El programa de intervención incluyó 12 encuentros de 2 horas de duración, con periodicidad


semanal. En los 4 encuentros iniciales, correspondientes al primer módulo se realizó la
presentación de los participantes, la comunicación de expectativas y el replanteo de estas
como cambios pequeños, graduales y progresivos, asociados al cumplimiento de tareas
programadas y la práctica semanal; el análisis de metas personales de desempeño y la
evaluación de su probabilidad de logro, en función de fuentes internas y externas de apoyo y
amenaza; la redacción de un contrato personal, con una agenda y monitoreo de su
cumplimiento, autorreforzándolo y registrando las dificultades que surgieran. En el segundo
módulo, de 5 encuentros, se practicó el entrenamiento en respiración diafragmática, la
identificación de pensamientos automáticos, la discusión de creencias irracionales, las
autoinstrucciones y el modelado de un guión alternativo de afrontamiento, combinando
procedimientos vicarios y encubiertos. En los últimos 3 encuentros, correspondientes al tercer
módulo, se recuperaron y compartieron estrategias para optimizar la preparación previa y el
desempeño durante las evaluaciones en sus diferentes formatos, se promovió la identificación
de fuentes de ayuda académica y se ensayó el desempeño en examen oral, con feedback de los
compañeros respecto de la ejecución.

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