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por cierto que el arrendatario, que ha tenido bajo su posesión y total con-
trol al buque, conoce perfectamente su estado y condición. Por eso se es-
tablece que el buque habrá de ser entregado "como está" (as she is).
Estos dos formularios de contratos-tipo (standard bareboat charters)
recibieron una amplia acogida desde el mismo momento en que fueron
dados a luz, y durante casi dos décadasjugaron un papel importante en el
mercado naviero mundial.
Sin embargo, la evolución de este mercado, particularmente en el
área de los cambios de registros y del abanderamiento exterior (fZagging-
out), lo que dio entrada a instituciones financieras en el campo del arren-
damiento de buques, indujo a BIMCO a estudiar los cambios que el nuevo
entorno y la experiencia de varios años aconsejaban introducir en los for-
mularios de 1974. Ea labor de BIMCO estuvo precedida por aportes $m-
portantes de otras entidades, tales como el Simposio organizado en París,
en 1987, por la Cámara de Comercio Internacional (CCI) sobre el, registro
de los contratos de arrendamiento de buques, y el Seminario llevado a
tL
I
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a) Poner el buque convenido a disposición del fletador. 3
los puertos en los que el buque h a debido hacer escala, siguiendo instruc-
ciones del fletador, los gastos resultantes están a cargo de este último,
mientras que las demás fiunigaciones son por cuenta del fletante. El mis-
mo criterio es de aplicación en los casos de cuarentena, sobre todo en los
fletamentos por tiempo que involucran el trasporte de carga seca; en cuanto
l
a los relacionados con petróleo, salvo acuerdo en contrario, el fletante
asume esos gastos (cláusula 17, SHELLTIME).
La enumeración de funciones y gastos a cargo del fletador pone de
manifiesto que la contratación de un buque en fletamento por tiempo
conduce a una operación compleja, la cual requiere, a su vez, una estruc-
tura mfnima y un buen conocimiento del negocio marítimo, para que esa
operación no produzca resultados desastrosos.
Es vital que esa organización esté en condiciones de adoptar decisio-
nes adecuadas y óptimas, que comprenden la capacidad de hacer estima-
ciones provisionales de los resultados de cada viaje, la capacidad de nego-
ciar buenos contratos de agencia, buenos contratos de remolque (donde
ello sea posible), buenos contratos de suministro de combustibles, buenos
contratos acerca de las operaciones de carga y descarga, etc. Hay que
recordar que cada una de estas acciones tiene un significado económico
que, aunque pueda parecer individualmente bajo, produce, en su conjun-
to, un impacto en la viabilidad y rentabilidad de los proyectos; de ahí la
necesidad del conocimiento profundo de los factores que intervienen en el
negocio marítimo, de su control efectivo y de la actitud vigilante y perma- .
1 nente para reducir sus costes.
b) Pagar el flete convenido.
La prestación fundamental del fletador consiste en el pago del flete
al fletante, en los períodos convenidos, generalmente por adelantado, cada
treinta días o cada mes calendario, calculado según diversas fórmulas:
una cantidad cierta diaria (i.e., USD 10.000), o una cantidad mensual
por cada tonelada de peso muerto (o de porte) de verano (deadweight), que
es el tonelaje utilizado habitualmente (i.e., USD 12,251SDVVS).
En este ultimo supuesto, usando el mismo valor indicado preceden-
temente, y a simple título de ejemplo, el fletador de un buque de 15.000
toneladas de peso muerto de verano (SDWT), a razón de 30,4375 días
(promedio de días por mes teniendo en cuenta los años bisiestos), tendría
que pagar un flete diario de USD 6.037, es decir: 15.000 SDWT x USD
12,25 = USD 183.750 + 30,4375 = USD 6.037 por día.
Cuando hablamos de flete o hire, nos referimos al flete bruto (gross
hire) pagadero al fletante, del cual deben ser deducidos algunos concep-
tos, tales como la llamada "address commission" para el fletador, l a
"brokerage commission" para el corredor marítimo o broker, en s u caso,
y cualesquiera otras cantidades debidas por el fletante al fletador, o anti-
cipadas por éste por cuenta del primero.
El flete debe pagárselo en el lugar convenido, en la fecha exacta y de
la manera previstos en el charter, desde el día en que el buque es puesto
a las órdenes del fletador hasta que éste lo reintegra al fletante al término
del contrato; si dicha fecha coincidiera con un día festivo, el fletador debe
tomar las medidas necesarias para que el pago sea efectuado un día antes.
La falta de pago del flete, el atraso en tal pago o la deducción indebi-
da de cantidades por el fletador, otorga al fletante el derecho a retirar el
buque del servicio (withdrawal of the chip), debiendo hacer, antes de
ejercerlo, una previa e inequívoca comunicación a dicho fletador (notice
of withdrawal), la cual debe ser hecha sin demora alguna, ya que una
actuación tardía puede ser interpretada en el sentido de que el fletante h a
renunciado a ese derecho (waiver of the right to withdraw). En algunos
contratos de fletamento por tiempo se pacta que, luego de recibida la men-
cionada comunicación por el fletador, éste cuenta con un muy breve pe-
ríodo de tiempo (48 o 96 horas, o 5 o 10 días) para regularizar la situación
financiera con el fletante, trascurrido el cual, el retiro del buque es inevi-
table y legítimo.
En los fletamentos por períodos de tiempo muy largos es frecuente
prever un aumento progresivo del flete en relación directa con la inflación
o con el índice de precios, de igual manera que, en determinadas cir-
fletante y fletador. - 3
.3
En el régimen legal vigente, el tema de la responsabilidad en el $8
fletamento a tiempo está tratado en el art. 235 de la Ley de la Navega- ,-"
ción, que de manera no muy feliz h a reunido los arts. 296 y 301 del Pro- zT?
'
yecto Malvagni. En cuanto a la responsabilidad frente a terceros (carga- .+
dores o consignatarios de las mercaderías), aquella ley establece que por
las obligaciones asumidas por el capitán en la gestión del trasporte, o :
resultantes del uso que el fletador haga del buque, o por las culpas en que
puedan incurrir tanto el capitán como los tripulantes en lo que respecta I
al giro o negocio asumido por dicho fletador, el fletante no responde cuan-
do el fletador utilice documentación propia, sin perjuicio de los privilegios
sobre el buque y sobre 10sfletes (arts. 476 y SS.,Ley de la IVav.) (conf. art.
235). Esta norma de la Ley de la Navegación debe ser analizada cuidado-
samente.
Como lo hemos indicado anteriormente, y creemos que con claridad,
el fletamento a tiempo, en los casos en que el fletante toma al buque para
celebrar contratos de trasporte con terceros, nos coloca ante dos esferas
de acción jurídico-económicas diferentes, pero con un elemento tangencia1
que es el buque. En consecuencia, fletante y fletador tienen obligaciones y
derechos resultantes del tirne-charter, y el trasportador y los cargadores
de las mercaderías -o sus consignatarios- tienen también derechos y
obligaciones, pero emergentes de los contratos de trasporte respectivos,
todo ello alrededor del mismo buque. De manera que frente a los terceros
con quienes contrata el fletador, en cuanto trasportista contractual, éste,
y solamente este, es responsable de las consecuencias derivadas de los
contratos de trasporte con esos terceros, con el alcance que resulte de la
normativa aplicable.
Ello es así independientemente del hecho de que el capitán haya
firmado los conocimientos de embarque, pues ese acto forma parte del
complejo de medios que el fletante (trasportador efectivo) debe proveer en
cumplimiento de sus obligaciones dentro de1 contrato de fletamento a tiern-
po. Obviamente, esa conclusión supone que este contrato (si el buque tie-
ne diez toneladas, o más, de arqueo total) ha sido inscrito en el Registro
Nacional de Buques, dejándose, además, constancia en el certificado de
matrícula del buque, ya que sólo luego del cumplimiento de estas forma-
lidades publicitarias tiene validez frente a terceros, y siempre que, por
otra parte, se haya hecho por escrito (conf. art 228, Ley de la Nav.).
Nos movemos dentro del supuesto de que el contrato está celebrado
en.la República Argentina, pero en los casos de contratos de time-charter
ejecutados en el exterior, con efectos en nuestro país, las conclusiones
precedentes, avaladas por la normativa vigente sólo serían validas si el
contrato hubiera sido inscrito en algún registro que le diera publicidad,
ya que con esta formalidad tendría total e indiscutida validez frente a
terceros.
Tales conclusiones suponen igualmente que las partes no han con-
venido nada en contrario, es decir, que los negocios jurídicos time-charter
y contrato de trasporte se mantienen separados, como lo hemos indicado
anteriormente y como es habitual. Sin embargo, sucede en la práctica del
negocio marítimo, que en algunos casos las partes acuerdan que el fletante
(trasportador efectivo) tome a su cargo las reclamaciones derivadas de la
inejecución o mala ejecución de los contratos de trasporte convenidos por
el fletador (trasportador contractual) con terceros, pero este acuerdojue-
ga principalmente entre fletante y fletador, proyectándose sobre el valor
del flete que éstos discuten antes de concluir el contrato, ya que las recla-
maciones de los cargadores -o receptores- ejercen una influencia deci-
siva sobre el índice de siniestralidad de una u otra parte frente a sus
respectivos aseguradores y, por consiguiente, el fletante pretenderá reci-
bir un flete más elevado si el fletador le impone aquella condición.
Según el art. 235 de la Ley de la Navegación, el fletante no respon-
de (frente a terceros) cuando el fletador utilice documentación propia, lo
cual significa, a contrario sensu, que el fletante responde frente a terce-
ros cuando el fletador usa documentación del fletante. En realidad, la
norma de la Ley de la Navegación no es clara, pues nadie usa documen-
tación propia o ajena sin razón alguna, debiendo agregar que esa termi-
nología es confusa, con lo que aiiade dificultades a un problema de por sí
complejo.
Según el art. 298 de la Ley de la Navegación, los conocimientos de
embarque deben indicar el nombre y el domicilio del trasportador, que es
la contraparte del cargador o del destinatario de las mercaderias, o, para
ser más preciso, del tenedor legítimo de aquel documento.
Como lo veremos mas adelante, el conocimiento de embarque es el
recibo de la carga a bordo del buque, pero es además el documento que
instrumenta el contrato de trasporte y el titulo representativo de la mer-
cadena, de manera que la mención del nombre del trasportador identifica
a la persona contra quien puede y debe accionar dicho tenedor legítimo.
Considerado como documento probatorio del contrato de trasporte, esta
conclusión resulta de las normas de derecho común, según las cuales los
contratos tienen fuerza de ley entre las partes (conf. art. 1197, Cód. Civ.),
y sólo producen efecto entre las partes que los otorgan (conf. arts. 1195 y
1199, Cód. Civ.), y considerado como título representativo de la mercade-
ría, la conclusión deriva del hecho de que, en cuanto documento circulato-
rio, el conocimiento de embarque es literal, autónomo y causal.
En otras palabras, la paternidad del título determina la persona
que asume las obligaciones indicadas y resultantes de él. Esto frente a los
terceros, ya que salvo convención en contrario entre fletante y fletador,
este último es quien normalmente tiene a su cargo la prestación de entre-
gar el receptum en destino, asumiendo las obligaciones inherentes a todo
trasportista, sin perjuicio de que, cuando el crédito en cuestión tenga
privilegio sobre el buque y sobre los créditos en favor del buque (conf. arts
476 y 478, Ley de la Nau.), el fletante, si es al mismo tiempo el propieta-
rio del buque, o éste, si aquél no lo fuera8,queda inevitable y paradójica-
mente vinculado a las consecuencias de la gestión comercial. Desde lue-
go, el fletador debe indemnizarle por los daños que sufra con motivo de las
acciones originadas en dicha responsabilidad y que se hagan efectivas
sobre el buque (art. 235, Ley de la Nav.).
Sobre este tema de la identidad del trasportador (identity of the
carrier) ya volveremos al referirnos a los procedimientos marítimos.
b) Entre fletante y fletador la situación presenta dos aspectos: la
del fletador frente al fletante y la de éste frente al primero.
El fletador es responsable de todos los daños y perjuicios que por su
culpa sufra el fletante, y este último de los que sufra aquél por l a negli-
gente conducción náutica del buque o por la falta de cumplimiento de su
obligación de hacerlo navegar, no s610 gn cua.g$~-estoshechos impidan o
limiten el aprovechamiento del buque, sino en cuanto se traduzcan en
pérdidas, averías o retraso respecto de las mercaderías cargadas a bordo
por quienes han contratado su trasporte con el fletador. Si una mercade-
*
ría determinada ha sufrido una avería durante el viaje, el fletador, como
Serfa el caso de una sucesión de contratos: el propietario que da el buque
en arrendamiento a un arrendatario quien a su vez, trasformado en fletante, lo
da en time-charter a un fletador que asume el papel de trasportista frente a
terceros.
trasportador, responderá frente al cargador o el receptor, pero podrá re-
clamar del fletante la cantidad que ha debido pagar como indemnización
si la avería deriva de una culpa náutica; de ahí que en los contratos-tipo
se recurra a la aplicación del régimen de la responsabilidad del trasporta-
dor para regular las relaciones entre fletante y fletador, aun cuando entre
ambos no exista un contrato de trasporte.
En el art. 235 de la Ley de la Navegación se establece que salvo su
responsabilidad en la gestión náutica del buque, el fletante no responde
frente al fletador por las obligaciones asumidas por el capitán en la ges-
tión del trasporte, o en el uso que el fletador haga del buque, o por las
culpas en que puedan incumr tanto el capitán como los tripulantes, en lo
que respecta al giro o negocio asumido por el fletador. Se determina ade-
más en dicha norma, que a menos que se haya convenido otra cosa en
contrario, el fletante no responde por incumplimiento de sus obligaciones,
cuando sean consecuencia de alguno de los hechos o supuestos de exone-
ración previstos en la ley para la responsabilidad del trasportador de
mercaderías (art. 275) y de personas (arts. 317 y SS.), pudiendo limitar
dicha responsabilidad según resulta de los arts. 278 ', para el caso de
mercaderías, 331, para el caso de personas, y 337, para e1 caso de los
equipajes.
La referencia que el art. 235 de la Ley de la Navegación hace al
caso de los pasajeros y sus equipajes aparece ratificada en el art. 342 de
ese régimen legal, en cuanto establece que el propietario del buque y el
armador, cuando sean personas distintas del trasportador, así como sus
dependientes, pueden ampararse en las limitaciones de responsabilidad
establecidas en la sección 6"el capítulo 11, en caso de ser accionados
directamente por responsabilidad contractual o extracontractual deriva-
da de muerte o de lesiones corporales sufridas por un pasajero, o por pér-
dida o daño sdridos en sus equipajes.
En materiá de mercaderías, la referencia al art. 275 de la Ley de la
Navegación implica que el fleQnte puede invocar como factores de exone-
ración a los casos fortuitos o de fuerza mayor, a los hechos de guerra, a
las detenciones por orden de la autoridad, a las detenciones por cuarente-
na, a los tumultos, conmociones o revoluciones, etc. Vista la obligación
del fletante de hacer los viajes que disponga el fletador, su responsabili-
dad en cuanto a la gestión náutica del buque cobra una significación espe-
cial, y a pesar de la remisión a la norma de dicho art. 275, pensamos que
Una estiba inadecuada puede dar lugar a la fractura del buque al afec-
tar su estructura, que puede asumir la forma de un "quebranto" o de un "amifo".
La designación de la entidad estibadora se hace por el fletadodcar-
gador, o por el consignatario de la carga cuando aquél, o éste, asumen los
gastos de las operaciones de carga, o de descarga, lo que ocurre cuando se
han pactado condiciones F.I.O. o similares, mientras que tal designación
queda a cargo del fletantdtrasportador cuando es éste quien asume tales
gastos. En algunas situaciones, en las que la designación corresponde al
fletadorlcargador, o al receptor, se acuerda que el fletante/trasportador
procede a esa designación, aunque lo hace por cuenta y a riesgo de los
primeros.
Ver: "RlfcLeanc. Fleming" (1871))L.R. 2 Sc. & Div. 128; "Kish c. Taylor"
(19.12)) A.C. 604; "New York and Cuba Mail SS. Co. c. Guayaquil and Q.R.",.
270 F. 200 (2Tircuito) (1920).
lo Estos márgenes suelen tener como explicación, aparte de las comer-
ciales, la limitación en la cantidad de carga que todo buque tiene por razones
de seguridad, ya que los buques no deben navegar sin respetar s u reserva de
notabilidad (francobordo), por lo que dicha limitación está referida, desde este
punto de vista, a las toneladas que un buque puede admitir en función de sus
características técnicas, de la densidad de las aguas en las cuales se hallan los
puertos de carga y de descarga y de la mar por la cual tiene que navegar, etc.
MANUALDE DERECHO DE LA NAVEGACI~N 381
,
La necesidad de alterar algunas disposiciones de la Convención
CONOCIMIENTOS 1924 provocó, aparte de extensos comentarios biblio-
gráficos, reuniones internacionales con miras a mejorar y a actualizar su
texto.
El 23 de febrero de 1968 se aprobó en Bruselas durante la duodéci-
ma sesión de la Conferencia Diplomática de Derecho Marítimo un Proto-
colo modificatorio que fue firmado por la República Federal Alemana, la
República Argentina, Bélgica, Canadá, la República de China, el Vatica-
no, los Estados Unidos de América, Finlandia, Reino Unido de Gran Bre-
taña, Grecia, Italia, Eiberia, Mauritania, Filipinas, Polonia, Suecia, Sui-
za, la República Oriental del Uruguay y Zaire.
Este Protocolo también es conocido con el nombre de Reglas de La
Haya-Visby.
Una modificación importante introducida por este Protocolo es la
relativa a la aplicación de la Convención mediante el nuevo art. 10, según
el cual aquél regirá las relaciones entre las partes cuando el contrato de
trasporte de mercaderías se cumpla entre dos Estados diferentes y siem-
pre que el conocimiento de embarque haya sido emitido en un Estado con-
tratante, o que el trasporte haya sido iniciado en un Estado contratante.
También queda previsto que la Convención será aplicable cuando el
conocimiento prevea que sus disposiciones o las de cualquiera otra legis-
lación que las aplique habrá de regir el contrato.
La aplicación en los casos indicados tendrá lugar cualquiera sea la
nacionalidad del buque, del cargador, del destinatario o de toda otra per-
sona interesada.
El Protocolo debía entrar en vigor tres meses después de la fecha de
depósito ante el gobierno belga de diez instrumentos de ratificación o de
adhesión, de los cuales por lo menos cinco deben corresponder a Estados
que poseyeran individualmente un tonelaje igual o superior a 1.000.000
de toneladas de registro bruto. La ratificación por un Estado que no es
parte del Convenio CONOCIMIENTOS 1924 implicará la adhesión a este
último.
3. Carga de la mercadería.
Habitualmente, el cargador toma contacto previamente con el
trasportador o con sus agentes para reservar el espacio necesario para su
mercadería, y antes de comenzar las operaciones de embarque, aquél debe
suministrar al trasportador, usualmente por escrito, una declaración con
el detalle de la naturaleza y calidad de la mercadería, el número de bultos
o piezas, cantidad y peso, y las marcas principales de identificación, ga-
rantizándole la exactitud de lo expresado en esa declaración. En caso de
MANUALDE DERECHO DE LA NAVEGACI~N 397
'"
los demás contratos de trasporte.
E) En la práctica de1 negocio naviero son utilizados también otros
documentos similares: el conocimiento "recibido para embarque", el cono-
cimiento directo y las "órdenes de entrega" ("delivery orders").
Sabemos que el conocimiento de embarque se lo debe emitir cuando
la carga ha sido embarcada en el buque, constituyendo inter alia el recibo
que el trasportado'i-entrega al cargador respecto de dicha carga, no obs-
tante lo cual, el comercio marítimo ha impuesto otras modalidades
operativas y documentales. En efecto, es habitual que el cargador envíe
sus mercaderías a los depósitos o almacenes del trasportador en tierra,
antes de la llegada del buque, lo que permite una programación de las
operaciones de carga ajustada a las exigencias del trasporte marítimo
actual, tras lo cual dicho trasportador emite un conocimiento Vecibido
para embarque", en el cual se puede indicar el nombre del buque o no.
Este documento no acredita el embarque de la mercadería, pero sí el con-
trato de trasporte.
Una vez producido el embarque de la carga en el buque, el traspor-
tador puede entregar un conocimiento de embarque normal, contra entre-
ga del "recibido para embarque" por el cargador, o bien estampar sobre
& ~ N U A LDE DERECHO DE LA NAVEGACI~N 401
l1 A veces, la emisión estA a cargo del banco que tramita el crédito docu-
mentan~.
que se refiere cada orden de entrega, o bien se procede al retiro de dicho
conocimiento de la circulación, sin que estos procedimientos afecten la
del contrato de trasporte tail como h e pactado entre el trasportador
y el cargador.
Las órdenes de entrega impropias son las emitidas por el legítimo
tenedor del conocimiento de embarque (o el tenedor de u n conocimiento
recibido para embarque), pero carecen de la eficacia posesoria que haría
de ellas documentos útiles en el comercio marítimo; son declaraciones
unilaterales que contienen una obligación de hacer a cargo de quien las
emite, pero que no obligan al trasportador.
F) El conocimiento de embarque (bill of lading) cumple tres funcio-
nes fundamentales: a ) constituye el recibo de las mercaderías a bordo; b )
es el documento probatorio del contrato de trasporte de mercaderías por
agua; y c ) es el título representativo de las mercaderías.
Conforme lo exige el art. 298 de la Ley de la Navegación, el conoci-
miento de embarque debe contener diversas menciones, tales como el nom-
bre y el domicilio del trasportador y del cargador, el nombre y la naciona-
lidad del buque, los puertos de carga y de descarga (o hacia el que deba
dirigirse el buque "a órdenes"), el nombre y domicilio del destinatario de
la mercadería, si es nominativo, o de la persona o entidad a quien se le
deba notificar la llegada de la carga, si el conocimiento fuera a la orden
del cargador o de un buque intermediario, la naturaleza y calidad de la
mercadería, el número de bultos o piezas o la cantidad o el peso, y las
marcas principales de identificación, el estado y la condición aparentes de
la carga, el flete convenido y el lugar de pago de dicho flete, el número de
conocimientos originales entregados, y el lugar, la fecha y la firma del
trasportador, del agente marítimo o del capitán.
Si la mercadería se recibiere sin haberse extendido una póliza de
fletamento, se entenderá celebrado el contrato de trasporte, con arreglo a
las constancias del conocimiento, pero en los contratos de fletamento (to-
tal o parcial) por viaje, en que se emite primero una póliza y un conoci-
miento de embarque después, puede plantearse el problema de una dife-
rencia entre ambos documentos, a lo que ya nos hemos referido al tratar
dichos contratos.
El trasportador, como todo depositario, al recibir la cosa ajena con
la obligación de guardarla y restituírla, con cuya entrega queda consti-
tuído el depósito,.debe otorgar una constancia que acredite el recibo de la
cosa de que se trata; en el caso del contrato de trasporte de mercaderías
por agua, el trasportador entrega, en primer lugar, un recibo provisional
(mate's receipt), documento que prueba la carga de las mercaderías a
bordo del buque y que, posteriomente,,el cargador canjea por el corres-
pondiente conocimiento de embarque. Este, entre otras funciones, cum-
ple la de confirmar que las mercaderías descritas en él han sido cargadas
en el buque.
MANUALDE DERECHO DE LA NAVEGACI~N 405
de fines del siglo m,en el trasporte aéreo desde 1929 y también en el traspor-
te por carretera (1956); en Francia se los conocía como "lettre de voiture".
natario. Esta manifestación permite al comprador el pago contra docu-
mentos, y otorga al banco emisor de la carta de crédito garantías respecto
de las mercaderias.
Otro problema que plantean los sea waybills es el de la legitimación
procesal, ya que en principio este documento pone de manifiesto una rela-
ción contractual entre el trasportador y el cargador exclusivamente, si
bien en algunos formularios se autoriza al receptor de las mercaderías a
subrogarse en los derechos y acciones del cargador.
Dado que la prestación final del trasportador marítimo consiste en
la entrega de las mercaderías en el puerto o lugar de des tino convenido,
no hay duda alguna de que quien puede exigir esa entrega es el destinata-
rio de tales mercaderías, que en el supuesto de tratarse de conocimientos
de embarque tradicionales, es el legítimo tenedor de este documento. En
el caso de los sea waybills, la legitimación para reclamar esa entrega
corresponde a la persona que figure designada como receptora de la car-
ga, la que debe identscarse ante el trasportador. Mientras ese nombre no
haya sido cambiado por el cargador, tal destinatario es el acreedor de la
obligación del trasportador de entregar las mercaderías, y consiguien-
temente está legitimado para accionar contra ese trasportista respecto
del contenido total del contrato de trasporte, incluyendo los incumpli-
mientos contractuales anteriores al momento de la entrega de la carga en
destino.
Las Reglas de La Haya-Visby se aplican a los 'contratos de traspor-
te de mercaderías por mar" (art. 2), entendiéndose por tal-al contrato
formalizado en u n conocimiento o en cualquier documento similar que
sirva como título para el trasporte de mercaderías por mar (art. 1, b).
Estas normas parecen excluír a los sea waybills del marco de aquellas
reglas, pero el propio art. 2 se refiere al art. 6, que autoriza al trasportador
a eludir la aplicación de las reglas en los casos en que se justifique un
acuerdo especial respecto de cargamentos que no sean los comerciales
ordinarios, instrumentado mediante un recibo que debe ser un documen-
t o no negociable y que debe 'llevar ]la indicaclóri de este carácter.
Estos textos nos permiten concluír que, excepcionalmente, los sea
waybills están cubiertos por las Reglas de La Haya-Visby.
En las Reglas de Hamburgo el problema se simplifica, ya que la
defmición de "contrato de trasporte marítimo" es más amplia (art. 1.6),y
sus disposiciones se aplican a todos los contratos de trasporte marítimo.
entre dos Estados diferentes (art. 2. l), siempre que "el conocimiento de
embarque u otro documento que haga prueba del contrato de trasporte
marítimo se emita en un Estado contratante" (art. 2.1, d).
Si bien las Reglas de Hamburgo se refieren al conocimiento de em-
barque, ellas contemplan documentos distintos de él en su art. 18, de los
que debe surgir la evidencia del recibo de las mercaderías que han de ser
trasportadas.
]El desarrollo y la difusión de la técnica denominada 'Tratamiento
electrónico de datos" (TED) o "Electronic data treatment" ( E D T )penetra-
ron también el campo del trasporte marítimo, pasando de pequeñas ta-
reas a una cobertura casi total de los sistemas tácticos y estratégicos de
las empresas relacionadas con ese medio. Surgió el "Intercambio electró-
nico de datos" (IED) o "Electronic data interchange" (EDI), de gran utili-
dad en las transacciones comerciales y administrativas, tanto nacionales
como internacionales, y que consiste en la trasferencia de ordenador a or-
denador de datos relativos a dichas transacciones realizada mediante una
norma acordada para estructurar esos datos 18. La Cámara de Comercio
Internacional adoptó en 1987 unas reglas de conducta uniformes (UNCID)
sobre el intercambio de datos comerciales por vía electrónica, y el Comité
Maritime International aprobó en 1990 las Reglas para los Conocimien-
tos de Embarque Electrónicos.
El conocimiento de embarque electrónico puede definirse de una
manera simple diciendo que consiste en uno o más mensajes que contie-
nen la misma información que puede figurar en un conocimiento de em-
barque escrito sobre papel; es un soporte informático en el que la represen-
tación de las ideas por escrito se puede realizar a través de la codiGcación
binaria de los datos.
Respecto de las dos primeras funciones que hemos comentado ante-
riormente, es decir, la de recibo de la carga a bordo y la de prueba del
contrato de trasporte, parece que tratándose de mera (aunque importan-
te) información, puede figurar escrita sobre papel o bien ser archivada
electrónicamente en uno o más ordenadores, aun cuando puede haber
dificultades en cuanto a la acreditación de la autenticidad y del contenido
del documento electrónico. En cuanto a la tercera, las dificultades son
evidentes, partiendo de la necesidad de la traditio a la que ya nos hemos
referido, dificultades que pueden afectar la seguridad de las transaccio-
nes a las que se refieren las comunicaciones informatizadas de datos.
Sin embargo, podemos decir, en principio al menos, que aquel so-
porte informático tiene características semejantes, incluyendo su validez
jurídica, a las de los documentos escritos sobre papel.
Como medios de prueba, parecería que los conocimientos de embar-
que electrónicos deben aceptarse, ya que caen dentro del género de los
documentos admitidos. , . - . ..- ,,. ,>-. .
.
Como ya lo hemos dicho, la mayor dificultad que plantean los cono-
cimientos de embarque electrónicos está relacionada con su función como
título representativo de las mercaderías, con su condición de título-valor,
concretamente con su eficacia traslativa, cuando su titular legítimo deci-
l9 Según las Reglas del Comité Maritime International, esos pasos son:
1)notificación por el tenedor del conocimiento de la intención de'trasferir el
documento (y consiguientemente las mercaderlas); 2) confirmación del traspor-
tador en el sentido de que ha sido notificado; 3) trasmisión por el trasportador
del contenido del conocimiento de embarque; 4)aceptación por el trasportador;
y 5') anulación por el trasportador de la clave privada en uso y emisión de una
nueva clave a favor del nuevo tenedor del conocimiento.
s e ~ c i o ssi, éstos producen un resultado útil. Bien es cierto que no siem,-
pre es fácil distinguir las situaciones de salvamento exclusivo de bienes
de las de salvamento de vidas humanas y de bienes, debiéndose recordar
que el salvamento de vidas humanas es obligatorio con arreglo a los con-
venios internacionales sobre esta materia (art. 11, Convenio MISTEN-
CIA, y SALVAMENTO, 1910,y art.10, Convenio SALVAMENTO, 1989).
La consecuencia liberatoria mencionada se extiende a los demás casos
considerados como desviaciones razonables.
En la práctica, los trasportadores maritimos suelen incorporar en
sus formulalios de conocimientos de embarque, cláusulas específicas so-
bre las desviaciones de ruta, expresando que el buque queda autorizado a
hacer, aparte de las escalas habituales o las anunciadas, cuantas decida
hacer el trasportador, a los fines de cargar o descargar mercaderías, o por
cualquier otra causa, estén dentro o fuera de la ruta correspondiente,aun
si el buque debe navegar más allá del puerto de descarga o final previsto,
o incluso, si debe navegar en dirección contraria o alejarse de la ruta
pactada, de la directa o de la usual. Estas cláusulas merecen una inter-
pretación restrictiva, estimando que en la mayoría de los casos deben
considerarse nulas por violentar la esencia del contrato de trasporte de
mercaderías pormar.
194. OBLIGACIONES
DEL CARGADOR Y DEL DESTINATARIO O RECEPTOR.
Estas obligaciones son prácticamente las mismas que las que he-
mos examinado al tratar del contrato de fletamento por viaje, con exclu-
sión, desde luego, de las formalidades o instituciones relativas a eseplus
que implica el fletamento, sea total o parcial. Consiguientemente, nos
remitimos a lo ya expuesto en la medida en que no se refiera exclusiva-
mente a los contratos de fletamento por viaje.
bajo conocimiento de embarque, salvo las que guarden una estrecha rela- i
ción con aquella modalidad contractual, incluyendo, obviamente, la reso- 9
lución por acuerdo entre las partes. Las causas de rescisión de pleno dere-
cho en los contiatos de trasportes de mercaderias por agua han quedado
{i
eliminadas. T
bles;
d ) caso fortuito o fuerza mayor;
e) hechos de guerra;
fi hechos de enemigos públicos;
g) detenciones por orden de la autoridad o por hechos del pueblo, ,
embargo o detención judicial;
h) demoras o detenciones por cuarentena;
i) hechos u omisiones del cargador o propietario de la mercadería,
de su agente o de quien los represente;
J] huelgas, cierres patronales, paros, suspensiones o limitaciones
en el trabajo, cualquiera que sea la causa, parciales o generales;
k ) tumultos, conmociones o revoluciones;
i) salvamento de bienes o de personas en el agua, tentativa de ello
o cambio razonable de ruta que se efectúe con el mismo fin, el que no debe y
Z:
ponsabilidad que el régimen legal ha fiiado pa'ñ.aél, incluyendo el límite
de cuatrocientos pesos argentinos oro, que es la cantidad máxima por la
que deben responder el trasportador y sus dependientes. Sin embargo, el
dependiente no puede prevalerse de las disposiciones legales relativas a,
exoneraciones y limitaciones si el cargador --o la parte interesada-
prueba que.el daño o la pérdida fueron consecuencia de un acto u omisión
de aquel realizados con la intención de provocarlos, sea temerariamente o
con conciencia de que su conducta probablemente provocaria un daño o
una pérdida (art. 290, Ley de la Nav.).
Las disposiciones legales vigentes no obstan a la aplicación de las
leyes y de las convenciones internacionales relativas a la responsabilidad
por daños nucleares (conf. art. 991,Ley de la Nau.), convenciones que se
refieren a los explotadores de buques nucleares (Convención hternacio-
nal de Bruselas de 1962)y al trasporte de mercaderias nucleares (Con-
venio Internacional de Bruselas de 1971),entre otras, relacionadas con
la contaminación marina por hidrocarburos o por otras sustancias noci-
vas, etc.
2109. =N DE LA ~ S P O N ~ ~ ~ ~ DEL
U D TRASPORTADOR
A D MARITEMO
EN LA CONVENCI~N
DE BRUSELAS
DE 1924.
'
Aunque sin una sistemática adecuada, la Convencion establece en
su texto un régimen en materia de responsabilidad del trasportador ma- ,
211. CL.~USULAS
VALIDAS Y NLTLAS S E G ~ NLA CONVENCI~N.
en el caso anterior.
El mencionado convenio prevé asimismo que el estado de,lamerca-
dería pueda se? verificado de forma contradictoria al tiempo de su recep-
ción por el destinatario. En esta situación y para el supuesto de que las
partes no se pusieran de acuerdo acerca de la forma de practicar esa
com$robación conjunta, que de llevarse a cabo en un tiempo lo más
inmediato al de la descarga del buque sería de suma utilidad, deberá
recurrirse al régimen de reconocimiento pericial.
217. LA COIMPROBACI~N
DE AvERÍAS EN LAS REGLAS
DE ~ U R G O ,
219. C O ~ A R T HNUS
OS SOBRE LAS ~ ~ 6 0 .
* -
I
1 *-... ... e) a diferencia del Convenio de Bruselas de 1924, que nada estable-
?;. Te sobw $06hasport- s ~ c e s i v o s , ~Ra ~~ a d Hamburgo
e contienen una
.
' " -. - n o v a a3 respecto;
i.
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' * d .
A?- L
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I *: trasportador contractual y el trasportá&7' é ~ e c t i ~decir,
e s entre quien
-.=-contratay quien ejecuta, estat>leti{ndo4unmrégimeride responsabilidad
' 3
- solidaria-entre ambos; O
e
DE LONDRES,
221. h C O N V E N C I ~ NINTERNACIONAL DE 3 DE *O DE 199431,
RELATNA A LA RESPONSABILIDAD Y A LA COMPENSACI~N POR DANOS
Ebu~rvosAL TRASPORTE DE SUSTANCIAS
PELIGROSAS Y NOCIVAS
POR m.
Dentro del marco de la Organización Marítima Internacional (OMI)
se llevó a cabo en Londres, del 15 de abril al 3 de mayo de 1996, una
conferencia al término de la cual se adoptó una Convención Internacional
sobre la Responsabilidad y la Compensación.porDaños relativos al Tras-
porte de Sustancias Peligrosas y Nocivas por Mar, conocida en idioma
inglés como laHNS Convention 1996, significando las letras HNS "ha-
zardous and noxious substances" (sustancias peligrosas y nocivas).
La Convención trata de distribuír la responsabilidad financiera
derivada de accidentes producidos por estas sustancias, entre los
trasportadores y los cargadores, siguiendo la comente de las normativas
internacionales relativas a la contaminación marina por hidrocarburos,
si bien, en principio, el mayor peso recae en los primeros.
- Un tema prioritario es el identificar a las sustancias peligrosas y
nocivas, lo que la Convención hace en el art. 1,inc. 5, que incluye al
petróleo trasportado a granel, tal como aparece definido en el Anexo 1 de
OILPOL 1973, las sustancias nocivas liquidas trasportadas a granel, las
sustancias peligrosas líquidas trasportadas a granel, etc. El trasporte de
carbón h a quedado excluído.
La Convención cubre los daños causados por la pérdida de vidas
humanas y por daños personales tanto a bordo como fuera de los buques
que trasportan HNS, y también por pérdidas o aven'as a bienes fuera de
dichos buques. También queda cubierta la contaminación medioambiental
dentro de márgenes de razonabilidad y el costo de las medidas preventi-
vas para evitar tal contaminación.
La Convención es de aplicación a los daños y perjuicios causados en
el territorio o aguas terribriales o zona económica exclusiva de un Estado
contratante, pero se aplica también a otros daños que no resulten de la
contaminación medioambiental y que se produzcan en el territorio o en
las aguas territoriales de cualquier Estado.
Del texto resulta iana responsabilidad objetiva del propietario del ,
buque, a quien se le concede un limitado cuadro de defensas, semejantes
a las contempladas en las convenciones sobre contaminación por hidro-
carburos: hechos de guerra, hechos dolosos de terceros'. A estas' defensas
hay que añadir una propia de esta Convención, la consistente en la
prueba de que el cargador no le suministró información suficiente acerca
de la naturaleza peligrosa y nociva de la carga, por lo cual dicho propieta-
rio no pudo concertar el aseguramiento de los riesgos consiguientes.
Frente a la naturaleza objetiva de la responsabilidad, la Con~ención
h a establecido un esquema de limitación financiera a ella, comenzando
con buques de hasta 2.000 toneladas, para los que la limitación básica es
de 10 millones de Derechos Especiales de Giro (DEG), incrementándose
en 1.500 DEG por cada tonelada adicional hasta buques de 50.000 tonela-
das y, luego, en 360 DEG por cada tonelada hasta buques de 100.000
toneladas; para los buques de un tonelaje superior a las 100.000tonela-
das, el límite máximo es de 100 millones de DEG. Existe un segundo
nivel de limitaciones respecto de los daños por pérdida de vidas humanas
y por daños personales, que se añade al esquema precedente: para buques
de hasta 2.000 toneladas la limitación es de 2 millones de Derechos
Especiales de Giro (DEG),incrementándose en 800 DEG por cada tonela-
da adicional hasta buques de 30.000 toneladas y, luego, en 600 DEG por
cada tonelada hasta buques de 70.000 toneladas, en 400 DEG por cada
tonelada para buques que excedan de 70.000 toneladas. Respecto de otras
reclamaciones la Convención establece para buques de hasta 2.000 tone-
ladas una limitación de l millón de Derechos Especiales de Giro (DEG),
incrementándose en 400 DEG por cada tonelada adicional hasta buques
de 30.000 toneladas, luego, en 300 DEG por cada tonelada hasta buques
de 70.000 toneladas y finalmente en 200 DEG por cada tonelada para
buques que excedan de 70.000 toneladas.
La Convención prevé la formación de un Fondo, cuya responsabili-
dad financiera m k i m a es de 250 millones de DEG.
I Las acciones prescriben en el trascurso de tres años a contar de la
1 fecha en que quien ha sufrido el daño ha tomado conocimiento de él, o
pudo razonablemente tomarlo. Son competentes los tribunales del Estado
en el que ocurrió el hecho, pero si se hubiera constituído un Fondo en un
Estado, los tribunales de este Estado serán los wiicos competentes para
l entender de las acciones pertinentes.
CONTRATO DE TRASPORTE DE PERSONAS POR MAR,
2
Los derechos y obligaciones del trasportador y del pasajero quedan 3
reflejados en las cláusulas del boleto de pasaje, pero cabe destacar que, .j;
como resulta de la Ley de la Navegación, todos los derechos establecidos
en ella en favor del pasajero son deorcjen público, y sólo con válidas las 1'
condiciones contractuales que los aumenten, y no las que los disminuyan
o eliminen (art. 346). En el caso del trasporte de pasajeros en lineas regu-
lares, o sea, el que se lleva a cabo mediante buques que cumplen horarios
e itinerarios fijos y que trasportan mas de doce pas,ajsros(art. 347,Ley de
la Nav .), el trasportador publica generalmente tarifas y condiciones rela-
tivas al trasporte, que está obligado a cumplir, salvo pacto especial entre
las partes (conf. art. 348, Ley de la Nav.), pero siempre dentro de aquel
principio general que impide toda modificación de los derechos de los
pasajeros, tal como resultan del régimen legal vigente, a menos que sea
para mejorarlos.
..
l
normativas nacionales e internacionales en materia de seguridad de la
I vida humana en el mar que fueran de aplicación y, con mayor razón en
I
este caso, la de cumplir íntegramente las deberes que,.@pone el ya men-
l
cionado ISM CODE, o Código Internacional para la Seguridad de la Direc-
ción. t .
C
.-.
1 b) Puesta del buque a la disposición del pasajero.
,
El trasportador debe poner a disposición del pasajero en la época y
lugar pactados el buque convenido, a fin de que aquél pueda embarcar en
éste. Debe tratarse de un buque concreta, ya que por lo común, no es
indiferente para el pasajero las especificaciones y características de él,
siendo muy probable que su decisión de viajar y de realizar un viaje
determinado, guarde relación directa con ese buque en particular, y no
con otro.
La fecha convenida es un elemento importante del contrato, por lo
que luego del embarco del pasajero, el trasportador, en la fecha prevista,
anunciada o pactada, debe iniciar el viaje, y si ello no sucediera, se
pueden plantear distintas situaciones:
a) si el retardo en zarpar no reconoce causa alguna, el trasportador
deberá alojar al pasajero a bordo y alimentarlo durante ese tiempo si la
manutención está incluida en el precio del pasaje; pero en los viajes de
cabotaje, nacional o internacional, cuya duración sea inferior a veinticua-
tro horas, el pasajero puede resolver el contrato y pedir la devolución del
precio del pasaje, y cuando la duración del viaje de cabotaje (nacional o
internacional) sea superior a veinticuatro horas, el pasajero tiene el mis-
mo derecho si el retardo excede dicho plazo. En el caso de los viajes de
ultramar, si el retardo excede de la tercera parte del tiempo normal de su
duración, el contrato puede rescindirse por parte del pasajero, quien, a su
vez, tiene derecho a que se le reintegre el precio del pasaje (conf. art. 328,
l Q a r t e , Ley de la Nav .).
b) si el retardo se basara en culpa del trasportador, además de las
obligaciones precedentemente señaladas, éste debe indemnizar al pasaje-
r o por los daños y perjuicios resultantes (conf. art. 328, úItima parte, Ley
de la Nav.);
c) para el caso de trasporte de pasajeros en líneas regulares, laLey
de la Navegación establece que si el buque demora su partida más allá de
los plazos arriba indicados, el trasportador tiene la obligación, si hay pla-
zas disponibles, de trasportar al pasajero en el buque programado para
salir después de aquél, siempre que el pasajero no prefiera resolver el
contrato, haciendo uso de los derechos mencionados en el art. 328 (conf.
art. 350), y
d) cuando el retardo deriva de un caso fortuito o de fuerza mayor,
debemos entender que no surge responsabilidad alguna para ninguna de
las partes.
F
viaje, a fm de que el pasajero cuente con las calorías suficientes y disfrute %
de uno de los elementos que sin duda lo llevaron a convenir con el traspor- :J+
%
.: S
tista el contrato de pasaje respectivo. .a
-4
5:g
fl Cumplimientodel viaje.
El viaje debe ser ejecutado dentro de las condiciones previstas, es
decir, en el tiempo convenido y haciendo el buque las escalas que resulten
del acuerdo entre las partes.
Puede ocurrir que el viaje no tenga lugar o que, iniciado, se inte-
rrumpa, lo cual puede resultar de causas diferentes.
Si el viaje no se lleva a cabo por culpa del trasportador, el pasajero
tiene derecho a la devolución del precio del pasaje y a una indemnización
por los perjuicios sufridos, pero si la cancelación se debiera a un caso
fortuito o de fiierza mayor relativa al buque o a un conflicto bélico, el
contrato quedá resuelto sin indemnización alguna entre las partes, pero
con devolución al pasajero del precio del pasaje que hubiera recibido el
trasportador (conf. art. 326,2"arte, Ley de la Nav.).
Si el viaje ha comenzado, pero el buque no está en condiciones de
continuarlo por culpa del trasportador, o el pasajero ha debido desembar-
car en un puerto de escala por culpa del trasportador, este debe indemni-
zar al pasajero por los daños y perjuicios sufridos. En el caso de que el
viaje no se continúe por fuerza mayor inherente al buque o a la persona
del pasajero, o por un acto de alguna autoridad, o por conflicto bélico, el
valor del pasaje debe ser pagado en proporción al trayecto recorrido. En
ambos casos, el contrato queda rescindido. Si el trasportador ofrece ter-
minar el viaje convenido en un buque de características análogas y alojar
y alimentar al pasajero durante el período de tiempo comprendido entre
la interrupción del viaje y su reanudación, y el pasajero se niega, el
contrato se resuelve en la forma indicada precedentemente para cada
caso, pero el trasportador tiene derecho a recibir (o a conservar) el valor
total del pasaje (conf. art. 327,2"arte, Ley de la Nav.).
Si la interrupción del viaje tiene un carácter temporario, por cau-
sas inherentes al buque, el trasportador debe alojar y alimentar al pasa-
jero, quien tiene el derecho de esperar la reanudación del trasporte sin
pagar mayor precio que el estipulado o el de resolver el contrato pagando
el trasportador dicho precio en proporción al trayecto recorrido. La reso-
lución no es procedente si el trasportador le ofrece u n buque de caracterís-
ticas análogas para continuar el viaje y el pasajero no acepta tal ofreci-
miento, en cuyo caso éste debe pagar el precio de su alojamiento y de su
alimentación hasta que se reanude el viaje (art. 329, Ley de la Nav.).
En el caso del trasporte de pasajeros en líneas regulares, si el buque
no puede iniciar el viaje, el trasportador tiene la obligación de trasportar
al pasajero en el buque programado para salir después de aquél, siempre
que el pasajero no prefiera resolver el contrato haciendo uso de los dere-
chos que le otorga el art. 326 de la Ley de la Navegación (art. 350).
Cuando el viaje se interrumpe definitivamente en un puerto de escala, el
trasportador tiene la obligación de hacer llegar al pasajero a destino, sea
en un buque con fecha de zarpada inmediatamente posterior al buque
original, sea por cualquier otro medio de trasporte equivalente (art. 351,
Ley de la Nav.).
233. PASAJEXOS
CLANDESTINOS.
buques de mar (art. 1, inc. d), ya sea de propiedad privada o estatal; en .,VI
este segundo caso sólo cuando esté afectado a una explotación comercial Y
(art. 13), comprendiéndose al propietario, fletador o armador del buque, 2
c.tando cualquiera de éstos sea parte en aquellos contratos (art. 1, inc. a).
La Convención cubre el período en que el pasajero está a bordo del f
instalación portuaria.
Queda igualmente cubierto el periodo en que el pasajero es traslada- I
do del muelle al buque por agua si el precio de este trasporte está incluido
en el valor del pasaje, o si el vehículo utilizado para dicha operación h a
sido puesto a disposición del pasajero por el trasportador (art. 1, inc. e).
El trasporte debe ser internacional, calificación que corresponde a
los que según el contrato; el lugar de partida y el de destino están situa-
dos en dos Estados diferentes o en un solo Estado, siempre que haya en
otro Estado un puerto intermedio de escala (art. 1,inc. f). -
Pensamos que aun a riesgo de aparecer como superfluo, se debió ;i
haber hablado de "escala prevista", tal como lo hace la Convención Inter- @
ejecutado por dicha persona como por el trasportador efectivo. Este últi-
mo es una persona distinta del trasportador que, ya siendo el propietario,
el armador, el fletador o la empresa explotadora del buque, efectúa de
hecho la totalidad o parte del trasporte.
Con relación al concepto de "pasajero", el Convenio introduce una
novedad, pues aparte de considerar como tal a la persona que viaja en un
buque en virtud de un contrato de trasporte, incluye a quien, con consen-
timiento del trasportador, viaja acompañando a un vehículo o a animales
vivos, amparados por un contrato de trasporte de mercaderías que no se
rige por ese Convenio.
Al igual que en la Convención Internacional de Bruselas de 1967, el
Convenio de Atenas de 1974 separa conceptualmente al "equipaje de
camarote", que es el que el pasajero mantiene bajo su custodia o vigilan-
cia, de todo otro artículo o vehículo del pasajero trasportado en el buque
por el trasportador en virtud de un contrato de trasporte, con exclusión de
los que estén cubiertos por una póliza de fletamento, por un conocimiento
de embarque, o que sean trasportados en virtud de cualquier otro contra-
to cuyo objeto primordial sea el trasporte de mercaderías y de los anima-
les vivos.
En cuanto al período del trasporte, y por consiguiente al período
durante el cual se mantiene la responsabilidad del trasportador tal como
está definida en el Convenio, este contempla tres supuestos:
1) Con relación al pasajero y a su equipaje de camarote, es el
período durante el cual el pasajero y su equipaje, o el uno o el otro, están
a bordo del buque o en curso de embarcar o desembarcar, y el período
durante el cual el pasajero y su equipaje de camarote son trasportados
por agua desde tierra al buque o viceversa, si el precio de este trasporte
auxiliar está incluido en el del pasaje o si la embarcación utilizada para
realizarlo ha sido puesta a disposición del pasajero por el trasportador.
Respecto del pasajero, el trasporte no comprende el período durante el
cual aquél se halla en una estación marítima o en un muelle o en cual-
quier otra instalación portuaria.-
2) Con relación al equipaje de camarote, es, además, el período
durante el cual el pasajero se halla en una estación marítima o en un
muelle o en cualquier otra instalación portuaria, si el trasportador, o sus
dependientes o su agente, se han hecho cargo de dicho equipaje y no lo
han ent;egado al pasajero. fl
-- .
Ya mencionamos este Protocolo, conocido como PAL PROT 1976,
que entró en vigor el 10 de abril de 1989, y según el cual la unidad
monetaria debe ser el Derecho Especial de Giro (DEG) (Special Drawing
Right), que es la unidad definida por el Fondo Monetario Internacional
sobre la base de una "canasta" de 16 monedas mundiales sólidas y que se
estima que ofrece mayor estabilidad por presentar una amplitud de fluc-
tuación limitada.
Los valores de limitación mencionados en el Convenio de Atenas de
1974 han quedado modificados por el PAL PROT 1976 de la siguiente
manera:
los 700.000 francos Poincaré son ahora 46.666 DEGs;
los 12.500 francos Poincaré son ahora 833 DEGs;
los 50.000 francos Poincaré son ahora 3.333 DEGs;
los 18.000francos Poincaré son ahora 1.200 DEGs;
los 1.750 francos Poincaré son ahora 117 DEGs;
los 200 francos Poiccaré son ahort? 13 DEGs.
A fin de dar cabida a los Estados que no son miembros del Fondo
Monetario Internacional, y cuya legislación no les permite la conversión
de los Derechos Especiales de Giro a sus monedas locales, se establece en
el Protocolo que, como una alternativa a la adopción de la unidad del
Fondo, aquéllos pueden utilizar el franco Poincaré. Sin embargo, si la
conversión a la moneda local es efectuada sobreda base del franco Poincaré,
deberá ser hecha de tal manera que refleje en la medida de lo posible el
mismo valor que el indicado por el Protocolo
Especiales de Giro).
. en. ~ i d a d e DEG
C.
s (Derechos
del buque en peligro, es decir que todo remolque que no responda a esos
requisitos no constituye un salvamento. La situación de peligro debe ser
real y existir al tiempo en que se realiza el remolque y no debe ser un
peligro semejante al que están usualmente expuestos los buques en la
mar, y la operación debe ser voluntaria, en el sentido de que no debe
derivar de una obligación legal o contractual preexistente. Éste es el caso
habitual de los remolcadores en que hay un vínculo contractual preexis-
tente que excluye la noción de salvamento.
En el art. 4 del Convenio Internacional para la Unificación de
ciertas Reglas en Materia de Asistencia y Salvamento en el Mar, adopta-
do en Bruselas el 23 de setiembre de 1910 (Convenio SALVAMENTO
1910),ligeramente modificado mediante el Protocolo de Bruselas de 27 de
mayo de 1967, se establece que "el remolcador no tiene derecho a compen-
sación por la asistencia o el salvamento del buque por él remolcado o de su
carga, sino cuando haya prestado servicios extraordinarios que no pue-
dan ser considerados como el cumplimiento del contrato de remolque". En
todo caso, cada situación debe ser analizada individualmente.
246. OBLIGACIONES
DEL ARMADOR DEL BUQUE R E M O ~ A D O
EN EL REMOLQUE-TRASPORTE.
a. INSTR-OS INTERNACIONALES.