Jueves 30 de marzo de 2023
17
w LA NOVEDAD ES QUE REÚNE LAS NORMAS ORTOGRÁFICAS ESTABLECIDAS YA DESDE 2010
ÓSCAR ORDÓÑEZ ARTEAGA.
LA PAZ
A yer, en el IX Congre-
so Internacional de la Lengua
Española, celebrado en Cádiz
(España), se presentó la ver-
sión actualizada del nuevo
Diccionario panhispánico de
dudas (DPD). Este ‘alumbra-
miento’ ya trae consigo algu-
nos descontentos. Por ejem-
plo, debemos decirle ‘adiós’ a
la tilde en los pronombres de-
mostrativos. Y, quizá lo más
grave y serio, a la vez, es que
ahora, y en ningún caso, el ad-
verbio solo debe llevar el acen-
to ortográfico.
Pero antes, en 2005, la regla
era distinta. Por eso, el descon-
tento. La primera edición del
DPD si bien decía que el ad-
verbio solo no lleve tilde, su ex-
cepción rezaba: cuando se la
interprete “en un mismo
enunciado como adverbio o
como adjetivo, se utilizará
obligatoriamente la tilde en el
uso adverbial para evitar am-
bigüedades”.
Luego, en la Ortografía de
la lengua española, de 2010,
la Real Academia Española
SALVADOR G
Presentan en Cádiz el nuevo
Panhispánico de dudas
EL ADJETIVO SOLO
significa ‘único/a’, ‘en
soledad’, ‘sin compa-
ñía’ y nunca lleva
acento ortográfico:
“leí un solo libro”.
EL ADVERBIO SÓLO
complementa al verbo
y significa ‘solamente’,
‘únicamente’: “hay
sólo un libro”.
(RAE) eliminó la tilde del ad-
verbio solo, incluso en aque-
llos casos en los que haya po-
sible ambigüedad.
UTIÉRREZ ORDÓÑEZ
Lengua. La nueva entrega de este diccionario mantiene
la ambigüedad de si tildamos o no el adverbio sólo
Hasta ahí, la norma ha sido
contundente. Pero hay dos ‘sin
embargos’ que atentan su es-
tabilidad. El primero: varios
usuarios del idioma rechazan
esta ‘¿imposición?’. El propio
académico y novelista Arturo
Pérez-Reverte, por ejemplo.
El segundo ‘sin embargo’
surgió este 2 de marzo, debido
a las ambigüedades de la pro-
pia RAE que dijo: “En el caso
del adverbio sólo es obligato-
rio escribirlo sin tilde en con-
textos en los que su empleo
no entrañe riesgo de ambi-
güedad. Será optativo en con-
textos en los que, a juicio del
que escribe, su uso entrañe
riesgo de ambigüedad”.
De inmediato, los solinó-
manos (quienes aman la tilde
en sólo) estallaron de alegría,
pues creyeron que le ganaron
la batalla, nada menos que a
la propia RAE. En Twitter, le
dicen doña RAE.
Pero no. Salvador Gutié-
rrez Ordóñez, académico y di-
rector de la Ortografía de la
lengua española y del DPD, ar-
gumentó que eso de “a juicio
del que escribe” no significa
un cambio en la norma orto-
gráfica, sino “una redacción
más clara”.
Por ello es que no se apa-
garon las llamas de la polé-
mica sobre si tildamos o no
el adverbio sólo. Ante las du-
das legítimas, la tilde se
convierte en una especie de
salvavidas que impide que
nos ahoguemos en la tem-
pestad ambigua de una
mala ortografía.
Ese es el desacuerdo
que existe detrás de esa
‘tilde sentimental’. El te-
rreno de este debate es
inestable. Y nadie va a
ceder. Los académicos se
aferran a la norma de quitar
la tilde; escritores y periodistas
se apegan —más que a lo tra-
dicional— a la precisión de los
enunciados.
Así lo dice en su libro El es-
tilo del periodista, Álex Grijel-
mo, escritor y especialista en
el lenguaje: “(…) las oraciones
periodísticas deben tener un
significado y sólo uno”.
Historia de solo-sólo. El ad-
jetivo solo (sin tilde) ha sido
documentado en 1040, en El
cantar del Mio Cid. También
existen registros del adverbio
sólo con acento ortográfico;
pero, “en combinación con
no”, se empleaba la forma apo-
copada “sol non”, que significó
“ni aún, ni siquiera”.
La forma apocopada supri-
me el o los sonidos finales de
una palabra o vocablo: sol por
sólo; la voz latina non por no;
primer, en vez de primero.
Recién, en 1739, el Diccio-
nario distingue entre el adje-
tivo y el adverbio, pero sin
acento ortográfico. Y en el Dic-
cionario de la Academia
Usual, de 1925, el sólo, con til-
de, tiene una entrada propia.
Son 80 años de vida que
esa tilde permaneció en el ad-
verbio sólo. Cuatro generacio-
nes, por lo menos. Desde
1925, todos los diccionarios
enseñaron a la gente a poner
una tilde en ese adverbio sólo,
urgido de ser él mismo.
Ahora, según la visión aca-
démica, esa tilde sí es un error
ortográfico, porque, el adver-
bio y el adjetivo —en última
instancia— se refieren a un
solo hecho: excepción, diferen-
cia, separación del resto.
¿Cuándo le dieron a sólo
esa tilde que no le correspon-
día? Cuando la creyeron una
palabra diacrítica. Es decir, el
adverbio debería diferenciarse
de su homónimo adjetivo, que
se escribe igual, pero cuya ca-
tegoría gramatical es diferente.
Por ejemplo, el pronombre tú
frente al determi-
nante posesivo tu.
Los adverbios aún
(todavía) y aun (in-
cluso).
En 1959, la mis-
ma RAE recomendó
que solo no lleve tilde.
Y recién en 2005,
esa instrucción (debi-
do al flujo masivo de la
información a través de
internet) cobró más pre-
sencia. Cinco años más
tarde, la recomendación
se convirtió en norma or-
tográfica.
Y por último, la RAE,
como si se hubiera dispa-
rado en el pie, va contra su
propia norma y deja a crite-
rio de quien escribe si desea
o no tildar el adverbio sólo.
He ahí que los solinóma-
nos se consideran triunfado-
res por defender a esa tilde
FOTOS: REAL ACADEMIA ESPAÑOLA
sentimental, útil para el perio-
dismo, para la literatura y para
la vida diaria, pero que está
por de más para la propia RAE
que —tal parece— no ha de-
mostrado tener el carácter
normativo que debería asis-
tirle en estos casos.