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CAPÍTULO 5

NORMALIDAD
Y ANORMALIDAD PSIQUICA

Es más fácil estar enfermo que definir la enfermedad.


AJURIAGUERRA

OBJETIVOS
1. Establecer diversos criterios para definir la norma-
lidad desde el punto de vista psicológico.
2. Conocer diversos criterios para definir la normali-
dad desde el punto de vista médico.
3. Distinguir los elementos de anormalidad.
4. Reconocer los elementos de normalidad.
5. Sentar las bases para aprender a evaluar las propias
actuaciones en el campo psicológico-psiquiátrico y
someterse a contraste, evaluación y supervisión de
consultores y tutores.

CONCEPTOS BÁSICOS
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El término normalidad tiene tal carga semántica de valores y actitudes que no


es fácil explicar por qué sigue siendo un tema favorito de la psicopatología. De
serlo, debería emplearse para subrayar la dificultad de decidir en un momento
determinado si algún fenómeno o persona son normales y para afirmar que, aun
en los casos más extremos, anormalidad no debe significar motivo de discrimi-
nación o estigmatización. Es difícil hablar de lo normal, en última instancia, sin
abstraerse de la propia ideología.
La complejidad del enfermar humano permite adelantar que ningún con-
cepto unilateral de normalidad es aceptable. La definición ideal de salud de la
OMS tiene la ventaja de incluir los planos biológico, psicológico y social, y, re-
cientemente, espiritual (OMS, 1998) que la conforman.
La tabla 5-1 recoge los conceptos de normalidad de diferentes autores, casi to-
dos ellos del ámbito psicoanalítico.

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104 Il Persona que enferma: persona y personalidad

Tabla 5-1. Conceptos de normalidad

Autor Concepto tedrico


S. Freud La normalidad es una ficción ideal
La salud mental es la capacidad de amar y trabajar
K. Eissler Es imposible alcanzar la normalidad absoluta porque la persona nor-
mal debe ser absolutamente consciente de sus pensamientos y de
sus sentimientos
M. Klein La normalidad está determinada por la fortaleza del carácter, la capaci-
dad de enfrentarse a conflictos emocionales, la capacidad para ex-
perimentar placer sin conflicto y la capacidad para el amor
E. Erikson La normalidad es la capacidad de saber manejar los distintos períodos
de la vida: confianza versus desconfianze, autonomía versus duda y
vergienza, iniciativa versusculpabilidad, identidad del yo versuscon-
fusión de roles, intimidad versus aislamiento, creatividad versus es-
tancamiento e integridad del yo versus desesperación
L. Kubie La normalidad es la capacidad de aprender de la experiencia, de ser fle-
xible y de adaptarse a los cambios del entorno
H. Hartmann Las funciones libres de conflicto del yo representan el potencial de nor-
malidad de cada persona: la salud mental está relacionada con la ca-
pacidad del yo para adaptarse a la normalidad y ser autónomo
K. Menninger La normalidad es la capacidad de saber adaptarse satisfactoriamente
al mundo exterior y manejar el proceso de aculturación
A. Adler La salud mental de una persona está relacionada con su capacidad para
desarrollar sentimientos sociales y ser productivo: la capacidad de
trabajo aumenta la autoestima y permite la adaptación del individuo
0. Rank La normalidad es la capacidad de vivir sin angustia, culpabilidad o an-
siedad y saber responsabilizarse de los propios actos

CRITERIOS PARA DEFINIR LA NORMALIDAD

Los criterios de normalidad pueden agruparse en unos pocos modelos inde-


pendientes, pero complementarios. Entre todos ofrecen una visión de conjunto
de las distintas aproximaciones al concepto de normalidad que se han llevado a
cabo desde las ciencias sociales y del comportamiento. Offer y Sabsin (1984) des-
cribieron cuatro tipos de normalidad: la normalidad como salud, la normalidad
como utopía, la normalidad como promedio y la normalidad como proceso. A
ellos hay que añadir otros cuatro: la normalidad como bienestar subjetivo, la nor-
malidad como adaptación, la normalidad como ventaja biológica y la normali-
dad definida legalmente.

NORMALIDAD COMO SALUD

Para la mayoría de los médicos lo normal es la salud, que se concibe como un


fenómeno casi universal. Se considera que un comportamiento está dentro de
los límites normales cuando no se observa psicopatología. Si se incluyeran todos
los comportamientos en una escala, la normalidad ocuparía casi todo el conti-
nuo y lo anormal sería sólo una zona residual.
5. Normalidad y anormalidad psiquica 105

Esta definición de normalidad se corresponde con el modelo tradicional del mé-


dico que trata de liberar al paciente de los signos y síntomas de la enfermedad. Para
este médico la ausencia de signos y sintomas es indicativa de salud. En este contexto
la salud se entiende como un estado funcional razonable más que óptimo.

NORMALIDAD COMO UTOPÍA

Su definición se basa en la definición de Freud: Un ego normal es como la nor-


malidad en general, un ideal de ficcion. La normalidad se considera como una mez-
cla armoniosa y perfecta de los distintos elementos de la mente (ello, yo y su-
peryó) que permiten un funcionamiento óptimo.

NORMALIDAD COMO PROMEDIO

Este concepto suele utilizarse en los estudios normativos de conducta, y se basa


en el principio matemático de la curva en forma de campana (curva de Gauss).
Esta definición considera normal el rango medio, y ambos extremos se corres-
ponden con las desviaciones de la normalidad. Este a1 s describe a cada per-
sona en términos de valoración general y puntuación total. En este modelo se
asume que los rasgos del carácter pueden medirse estadísticamente. Este análi-
sis es el más utilizado en el campo de la biología y de la psicología (cuando uti-
lizan los tests para valorar diferentes funciones o rasgos de la personalidad).
Este criterio ha sido criticado porque no distingue las anormalidades por ex-
ceso o por defecto y porque considera normal enfermedades tan frecuentes como
la caries.

NORMALIDAD COMO PROCESO

Este enfoque considera que la conducta normal es el resultado final de una


serie de sistemas interactivos. Lo básico de esta definición es considerar que los
cambios temporales son esenciales a la hora de definir la normalidad. Es decir,
esta perspectiva se interesa más por los cambios o procesos que por una defini-
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ción transversal de la normalidad. Esta idea está presente en todas las ciencias
sociales y del comportamiento, diversos autores, como por ejemplo Erikson, uti-
lizan este enfoque en el desarrollo de la teoría de la personalidad. Su concepto
de crisis en los distintos momentos de la vida proporciona un esquema de la con-
ducta normal y un análisis transversal del comportamiento a lo largo de la vida.
De esta manera, ha sido posible establecer modelos específicos de adaptación.

NORMALIDAD COMO BIENESTAR SUBJETIVO,


PERSONAL E INDIVIDUAL

Se trata de la propia valoración del individuo respecto a su estado de salud (en-


Jfermo es el que va al médico, según Von Weizsiker). Pero el que no se siente en-
106 ll, Persona que enferma: persona y personalided

fermo, ¿no está enfermo? Éste es un criterio que no puede ser aceptado univer-
salmente. Existen enfermos que no reconocen su enfermedad, como ciertas per-
sonas que padecen esquizofrenia.

NORMALIDAD COMO ADAPTACIÓN

La normalidad como adaptación es un criterio social. Luerton define la en-


fermedad como un modo de adaptación particular del individuo entre objetivos cultu-
ralmente aceptados y medios institucionalizados para adaptarlos.

NORMALIDAD COMO VENTAJA BIOLÓGICA

La enfermedad se definiría por sus consecuencias, es decir, porque produci-


ría una disminución en la expectativa de vida del individuo y se acompañaría de
una reducción en la fertilidad. Lo que diversos estudios han demostrado para al-
gunas de las enfermedades mentales, como la esquizofrenia, los trastornos bi-
polares, las anomalías sexuales y algunas toxicomanías, produciría una desven-
taja biológica (scadding).

NORMALIDAD DEFINIDA LEGALMENTE

Los códigos definen criterios de normalidad en relación con los derechos y


deberes civiles (mayoría de edad, responsabilidad civil) y penales (mayoría de
edad, imputabilidad).

ELEMENTOS DE LA ANORMALIDAD

Los criterios para definir la anormalidad no son excluyentes y en la práctica


se mezclan en proporciones diversas. La anormalidad no es fácil de definir, pero
se reconoce en cualquier parte, en cualquier cultura, por cada persona.
Para definir la anormalidad es necesario tener en cuenta una serie de ele-
mentos, que permiten definir un comportamiento como anormal. Cuanto más
elementos estén presentes, más posibilidades hay de que un comportamiento,
pensamiento o persona sea considerado como anormal.

SUFRIMIENTO
La anormalidad produce sufrimiento. Así, una persona que está depri-
mida sufre mucho; para ella el pensar, por ejemplo, que debe afrontar un
nuevo día es una situación intolerable. Pero no todo aquello que produce su-
5. Normalidad y anormalidad psíquica 107

frimiento debe ser considerado como anormal; así, por ejemplo el llanto
de un niño porque se le ha muerto su mascota no se considera un comporta-
miento anormal.
El contexto en el que se produce el sufrimiento es determinante para consi-
derar aquello como anormal.

DESADAPTACIÓN
El que un comportamiento sea funcional y adaptativo, es decir, que permita
al individuo conseguir unos objetivos, es fundamental para que sea considerado
como normal o anormal. En biología, se considera adaptación a todo aquello
que permita la supervivencia de las especies y produzca una situación de bie-
nestar en el individuo o en la sociedad. Una situación de bienestar personal es
la que permite al individuo relacionarse con otros y la habilidad para trabajar (la
salud mental es la capacidad para amar y para trabajar, según Freud). Una persona
que padece agorafobia, o miedo a los lugares abiertos, tenderá a quedarse en
casa lo que le impedirá disfrutar de la vida, no podrá trabajar y no se relacionará
con otros. Lo anormal también interferirá con el bienestar de la sociedad: los
asesinos muchas veces son denominados psicópatas indicando que su compor-
tamiento es anormal.

IRRACIONALIDAD E INCOMPRENSIBILIDAD

Cuando una persona presenta un comportamiento incomprensible, que no


tiene un significado racional, se tiende a considerar, tanto a la persona como al
comportamiento, anormales. Un ejemplo claro de ello es el trastorno del pen-
samiento de los enfermos que padecen esquizofrenia.

PÉRDIDA DE CONTROL
Suele esperarse de las personas que se controlen a sí mismas. La necesidad de
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controlar el ambiente y mantener la libertad individual requiere que el com-


portamiento de las personas que rodean a uno sea predecible y que, por tanto,
tenga consistencia y control.

EXCENTRICIDAD

Generalmente, la gente reconoce como aceptable y convencional aquellas ac-


ciones que ellos mismos harían, es decir, se tiende a juzgar un comportamiento
normal o anormal en función del nuestro.
También influye la frecuencia: los comportamientos raros o poco frecuentes
se consideran anormales, a no ser que se consideren socialmente deseables, y en-
tonces son considerados como un don.
108 l. Persona que enferma: persona y personalidad

INCOMODIDAD PARA EL OBSERVADOR

Cuando una persona viola o no cumple lasnormassociales, su comportamiento


se considera anormal; así, por ejemplo, una persona que va desnuda, en las cul-
turas occidentales se considera anormal y produce malestar o incomodidad en
el observador.

VIOLACIÓN DE NORMAS MORALES

Muchas veces el comportamiento no se juzga en función de lo que es con-


vencional y frecuente, sino en función de si cumple las normas morales, lo que
quiere decir que uno debe comportarse de cierta manera,y, si no lo hace, su com-
portamiento se considerará anormal. Así, por ejemplo, es normal trabajar (a no
ser que no se encuentre trabajo o padezca alguna enfermedad), y no lo es el no
hacerlo; se considera normal ser leal y fiel, y no el ser demasiado tímido, dema-
siado agresivo, demasiado ambicioso o muy poco ambicioso.

ELEMENTOS DE LA NORMALIDAD

En términos psicológicos, la normalidad se define simplemente como la au-


sencia de anormalidad. Para ser considerado normal, se puede tener alguno de
los elementos que definen la anormalidad, pero en tan poca intensidad que nin-
gún observador considerará el comportamiento anormal.
/ — Existen seis elementos necesarios para conseguir la normalidad y defenderse
í de la anormalidad:

Actitudes positivas hacia uno mismo. Aceptarse a uno mismo implica que la
persona ha aprendido a conocerse a sí misma, sus limitaciones y posibilidades.

Crecimiento y desarrollo. Supone el deseo de utilizar las habilidades que


uno posee.

Autonomía. Supone generar un grado de libertad emocional frente a las de-


mandas sociales y tomar responsabilidad de nuestras propias acciones.

Percepción adecuada de la realidad. Supone la capacidad de decir no lo sé


cuando no se tiene la información suficiente para juzgar una situación. Esta ca-
pacidad permitirá tener una percepción adecuada de la realidad.

Competencia ambiental. Ser competente en las diferentes actividades, tanto en


el trabajo como en las relaciones personales, implica un sentimiento de eficacia.

Relaciones interpersonales positivas. Son la habilidad para disfrutar de la


compañía de los otros, dar y recibir apoyo, respetar al otro independientemente
5. Normalidad y anormalidad psíquica 109

de su posición, la capacidad de amar y ser amado. Algunos investigadores man-


tienen que su ausencia provoca malestar, pérdida del sentimiento de pertenen-
cia a una comunidad y, finalmente, miedo a los otros.

ANORMALIDAD Y NORMALIDAD EN LAS ENFERMEDADES


PSIQUIATRICAS

El tema de la normalidad es especialmente candente en el caso de la patolo-


gía psiquiátrica, que en este caso es una caricatura de lo que sucede en el resto
de los acontecimientos morbosos. Por ejemplo, posturas como las de la antipsi-
quiatría, que sostiene que las enfermedades mentales no existen y son un mito in-
ventado por los médicos (Szasz), y que considera la esquizofrenia como una de-
fensa ante intolerables presiones de la familia o de la sociedad, han resultado no sólo
falsas, sino además dañinas, al promover el alta de enfermos incapaces de so-
brevivir con dignidad sin ayuda.
Para Kurt Schneider, enmarcado en la tradición psicopatológica alemana, la
psiquiatría se ocupa de las enfermedades mentales (que él llama psicosis), defi-
nidas como enfermedades cerebrales, y de unas variaciones del modo de ser psíquico, de-
finidas como los extremos de una distribución normal (tabla 5-2). Cualquier carac-
terística psicológica puede medirse aunque sea de un modo indirecto. Tomemos,
por ejemplo, la laboriosidad de un grupo de estudiantes, según el criterio del
número medio de horas diarias que dedican al estudio. De acuerdo con él, una
mayoría dedica, supuestamente, tres horas al día; los más estudiosos quizá al-
cancen las seis horas, y los que menos seguramente no estudiarán nada. Lo más
probable es que la distribución sea normal, es decir, pueda representarse por una
curva de Gauss, cuyos extremos incluyen a los anormalmente estudiosos y a los
normalmente estudiosos. En términos generales, los modos de ser y de com-
portarse distintos de los de la mayoría, son personalidades anormales.
De estas personalidades anormales algunas interesan al médico porque pro-
ducen sufrimiento, y se llaman personalidades psicopáticas o reacciones vivenciales

Tabla 5-2. Formas básicas del enfermar psiquico (según Schneider)


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Psicosis
Unas son orgánicas (se acompañan de le- Enfermedades, lesiones, degeneraciones y
siones evidentes) y otras endógenas malformaciones cerebrales
(funcionales)

Variaciones del modo de ser psíquico


Algunas producen sufrimiento (y por eso Variaciones no morbosas de la norma es-
los pacientes acuden al médico) tadística:
Reacciones vivenciales anormales (neu-
rosis, trastornos de ansiedad)
Personalidades psicopáticas (trastornos
de la personalidad)
Variaciones (no morbosas) de la inteli-
gencia
110 Il Persona que enferma: persona y personalidad

anormales. Las primeras se llaman hoy trastornos de la personalidad, las segundas


son las neurosis, hoy llamadas trastornos de ansiedad. También se incluyen aquí los
rendimientos intelectuales bajos que no están ocasionados por un daño cerebral,
Schneider utiliza dos criterios de anormalidad, uno estrictamente médico (en-
fermedad cerebral) en su concepción en extremo dualista, y otra psicológica de-
finida por la anormalidad estadística y el sufrimiento. Además, entre estas últi-
mas distinguía dos tipos, aquellas en las que el psicópata sufre y aquellas en las
que hace sufrir a los demás, lo cual supone incluir un tercer plano, el social. Hoy
día, desde una perspectiva más integradora (bio-psico-social) puede equipararse
la anormalidad a la enfermedad, en sus tres niveles, biológico, psicológico y so-
cial, en cada uno de ellos con características y exigencias diferentes.

GENIO Y LOCURA

La genialidad no es una cuestión de rendimiento intelectual, ni de mera ca-


pacidad de razonamiento. Desde Aristóteles se acepta una relación entre genio
y melancolía. El filósofo se refiere al temperamento melancólico más que a la en-
fermedad de la melancolía, a pesar de lo cual son frecuentes las alusiones a la
creatividad de la enfermedad mental. La relación puede resumirse de la siguiente
manera:

1. Existe la idea que la irracionalidad, la embriaguez (dionisíaca o la más co-


tidiana y prosaica) y la exaltación del estado de ánimo amplían las puertas de la
percepción (Ese es el título de una obra de Huxley), y así puede ser. Entre las per-
sonas creativas hay muchos que padecen un trastorno bipolar, con alteraciones
periódicas del ánimo en el sentido de la euforia (manía).
2. En términos generales, la enfermedad mental grave destruye la creatividad.
Muy pocos esquizofrénicos han sido creativos, y cuanto más avanza la enferme-
dad más se sume el enfermo en su mundo interior y menos creativo es (el poeta
Hólderlin es un buen ejemplo de ello). Blankenburg explicó la diferencia entre
un enfermo suyo, que escribió unos versos muy poderosos, análogos a unos de
Rilke. La diferencia, señaló Blankenburg, está no en el contenido sino en lo que
cada uno hizo después de escribirlos. Rilke acudió a su editor, para que fueran
publicados, el enfermo los metió en un cajón. No eran para él, a diferencia del
poeta, un vehículo de comunicación. A veces se ha dicho que algún gran artista
padeció una esquizofrenia, como Van Gogh. La mayoría de las veces se trata de
diagnósticos no comprobados. En el caso de este último, las alteraciones psico-
patológicas que padeció fueron probablemente inducidas por el consumo de
ajenjo, es decir, se trataría de una psicosis tóxica y no de una esquizofrenia.
3. La depresión conlleva un gran potencial de creatividad. Mejor dicho, el es-
fuerzo por no caer en la depresión logra a veces, en personas creativas, ser el me-
jor acicate para su genialidad (Tellenbach).
4. Existe un elemento sociocultural importante en la creatividad que ha sido
muy estudiado por la psicohistoria. Los grandes personajes de la historia se ca-
racterizan por haber encontrado soluciones a conflictos Íntimos que, a su vez,
5. Normalidad y anormalidad psíquica 111

fueron solución para conflictos del grupo social o nación a qué pertenecía. Por
ejemplo, el joven Gandhi padeció una crisis de identidad en Sudáfrica, país en
el que además de las dos razas en pugna, blanca y negra, existía una población,
mestiza, de origen hindú, lo cual acentuó aún más sus inquietudes. La solución
a su identidad personal se reflejó en dibujar una identidad de la India, que llevó,
al cabo del tiempo, a su independencia.

LO ANORMAL Y LO PATOLÓGICO

Lo anormal no es necesariamente patológico; en principio, más bien viene


marcado por la desviación de la norma correspondiente a la totalidad del grupo.
Lo normal, en consecuencia, queda delimitado desde el ámbito de la esfera so-
ciocultural y únicamente indica una adaptación adecuada al contexto social. Lo
anormal, por tanto, es patológico, doloroso, inadaptado, pero en muchas oca-
siones puede resultar sano, asintomático y adaptado.
La naturaleza de un fenómeno o conducta patológicos no viene dada por su
anormalidad o desvío de la norma, sino porque bajo tal fenómeno existen me-
canismos que comportan al sujeto una restricción de su libertad, y una pérdida
de posibilidades de autorrealización.
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