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Durante este período tiene lugar la ocupación de la cuenca del Ruhr por los franceses y el
consiguiente desencadenamiento de la hiperinflación en Alemania, con el objetivo de pagar las
deudas de guerra, lo que también provoca que la moneda alemana del marco pierda valor
enormemente.
El segundo período corresponde con los denominados “Felices años veinte”, que en realidad
solo van desde 1924 hasta 1929, y están caracterizados por el espíritu pacifista. Durante esta
época se produce un fuerte crecimiento económico y demográfico en todo el mundo al
superarse la crisis de post guerra.
El espíritu pacifista de este período se ejemplifica en una serie de acuerdos como el Tratado de
Rapallo entre Alemania y Rusia (1922), la Conferencia de Locarno entre Alemania y los aliados
(1925), el “Espíritu Pacifista” de Locarno (1926), el Pacto Briand – Kellog (1928) que rechaza la
guerra como forma de resolver los conflictos, la Convención de Lausana (1932) para resolver
las reparaciones alemanas de guerra, la Conferencia de Stressa (1935) que condena el
imperialismo de Hitler, los Planes Dawes (1924) y Young (1930) para refinanciar el pago de las
deudas por las reparaciones de guerra por parte de Alemania, etc.
La cuarta y última fase corresponde al auge de los totalitarismos, lo que tiene lugar entre 1933
y 1939. Este auge de los regímenes dictatoriales viene, propiciado por la crisis de la
Democracia Parlamentaria Liberal, como sucede con los problemas internos de la Segunda
República en España.
Es el momento del apogeo de las dictaduras totalitarias que preparan el camino hacia la
guerra, como ocurre tras el surgimiento del Fascismo italiano de Mussolini a partir de 1922, del
Nazismo alemán de Hitler desde 1933 y del Comunismo ruso de Stalin a partir de 1924.
Es en esta etapa cuando también comienza una incompleta recuperación económica. Esta se
inicia tras la puesta en marcha del New Deal por Roosevelt en Estados Unidos para salir de la
depresión, y cuyas consecuencias van a ser un crecimiento económico basado tanto en el
imperialismo, como en el desarrollo de una política armamentística .
Sin duda, el hecho más trascendental de todo el período de entreguerras es la depresión
económica de los años treinta. Para conocer cuál fue su gestación es necesario analizar, en
primer lugar, cómo evolucionó la economía mundial durante la década de los años veinte. Esta
siguió a grandes rasgos, las etapas que antes hemos empleado para subdividir el período de
Entreguerras.
De esta forma, se produjo la crisis de post guerra entre 1918 y 1924, cuyas consecuencias
principales fueron la desorganización de la economía mundial lo que conllevó repercusiones
negativas como la inflación, devaluación de las monedas, desempleo, huelgas,
manifestaciones, etc.
“Los Felices años veinte”, se desarrollan desde 1924 hasta 1929, y van a estar caracterizados
por una serie de rasgos como el ser una época de prosperidad que tiene en la construcción de
rascacielos; es la época de los grandes negocios, como por ejemplo sucede en la industria del
motor con el Ford T; es también la época del auge del American way of life, o el estilo de vida
americano.
En 1928 comienzan los problemas económicos con el inicio de una crisis de tijera o de
superproducción, que se desencadena en sectores como el, carbón, el textil, el ferrocarril o en
la agricultura.
La crisis de 1929 tiene lugar a finales del mes de octubre, cuando se produce el crash o crack
de la bolsa de Wall Street en Nueva York. Su consecuencia más importante es que el índice
bursátil Dow Jones se desploma entre el año 1929, y principios del año 1933, cuando
desciende a la novena parte de lo que valía cuatro años antes. Las causas de la crisis se
explican por el hecho de un pésimo funcionamiento del sistema de inversión bursátil, que no
estaba controlado eficazmente por el Estado, lo que permitió la especulación desmedida con
las acciones.
Las principales consecuencias de la crisis son la ruina y quiebra de los bancos, así como la
desaparición de la inversión; el cierre de las empresas y el aumento del desempleo; el
endeudamiento de los agricultores ante la imposibilidad de pagar los créditos; la disminución
general de los beneficios, debido al aumento de los stocks de productos almacenados, lo que
también implica un descenso de los precios, etc.
Todos estos hechos tienen como repercusión más importante la quiebra del sistema capitalista
en Estados Unidos, ya que disminuyen las importaciones y las exportaciones, a consecuencia
de la reducción del comercio. Los efectos de la crisis llegan a Europa, por lo que se produce el
denominado efecto dominó que afecta a la economía de la mayor parte de los países del
mundo. Para acabar con esta situación se realizaron diferentes intentos de solución, como
sucedió con el presidente Hoover (de 1929 a 1933) presentó una serie de medidas ineficaces
para solucionar el problema, que lo único que conllevaron fue un agravamiento de la crisis.
Roosevelt, que gobernó entre 1933 y 1945, era por el contrario demócrata e intervencionista
en cuestiones económicas, por lo que decidió llevar a cabo una planificación estatal de la
economía, dando fin al Laissez Faire. De esa forma, se inauguró el período denominado de los
“Cien Días”, en el que se diseñó y se puso en marcha el New Deal. Este consistía en una
propuesta para reformar la economía y salir de la crisis y había sido elaborado por el llamado
Brain Trust o “consorcio de cerebros”, dirigidos J. M. Keynes.
Con todas estas medidas, Roosevelt consiguió aumentar el consumo y mejorar el nivel de vida,
por lo que, a partir de mediados de 1933, Estados Unidos empezó a salir de la recesión.
En Gran Bretaña se produjo el abandono del librecambismo y del patrón oro, llevándose a
cabo la creación de la Commonwealth con las ex colonias, una organización que suponía un
intento para reactivar los intercambios comerciales.
La crisis, finalmente, condujo al estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939, con la que se
inicia una nueva etapa en la Historia.