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El documento habla sobre la santidad de la Iglesia. Explica que la santidad de la Iglesia proviene principalmente de Dios, quien otorga su santidad a los principios que profesa la Iglesia y a sus miembros. También dice que la Iglesia comparte esta santidad con los demás y funciona como signo y sacramento de santificación. Finalmente, señala que aunque la santidad viene de Dios, los hombres deben esforzarse por alcanzarla cada día como miembros del cuerpo de Cristo.
El documento habla sobre la santidad de la Iglesia. Explica que la santidad de la Iglesia proviene principalmente de Dios, quien otorga su santidad a los principios que profesa la Iglesia y a sus miembros. También dice que la Iglesia comparte esta santidad con los demás y funciona como signo y sacramento de santificación. Finalmente, señala que aunque la santidad viene de Dios, los hombres deben esforzarse por alcanzarla cada día como miembros del cuerpo de Cristo.
El documento habla sobre la santidad de la Iglesia. Explica que la santidad de la Iglesia proviene principalmente de Dios, quien otorga su santidad a los principios que profesa la Iglesia y a sus miembros. También dice que la Iglesia comparte esta santidad con los demás y funciona como signo y sacramento de santificación. Finalmente, señala que aunque la santidad viene de Dios, los hombres deben esforzarse por alcanzarla cada día como miembros del cuerpo de Cristo.
Al hablar de santidad de la Iglesia muchas veces podemos mal interpretar o
reducir esta noción a una simple dimensión, pero es necesario destacar cada una de sus acepciones respecto a la forma en la cual nuestra iglesia a si como cada uno de sus miembros tienen ese carácter de santidad. Primeramente, llama la atención desde luego que es algo que principal mente proviene de arriba. Esto es una santidad de la cual Dios nos hace participes dándole otorgándole su santidad a cada uno de los principios que profesamos como Iglesia. A la vez que el Dios que es santo nos elige y nos comparte de su santidad nosotros como iglesia a la vez compartimos a los demás de esta participación por eso la iglesia se vuelve signo y sacramento de santificación, porque es en ella que Dios transmite su santidad al mundo por la acción del Espíritu Santo. Ante todo, somos elegidos por Dios mismo, de el proviene toda iniciativa y llamamiento, es pues su voluntad el suscitar en nosotros su deseo de santificación, dando espacio a la libertad del hombre a cooperar en su acción salvífica, el Dios que te creo sin ti, no te salvara sin ti. El hombre en su imperfección debe pues esforzarse a alcanzar esta santidad que Dios ya le ha otorgado pero que requiere como la creación de Miguel Ángel que el hombre extienda su dedo al de Dios que ya esta extendido. Diría el Papa francisco: la santidad no se compra no se gana con las propias fuerzas, sino que es “simplemente de todos los cristianos” y aquella “que debemos hacer todos los días. Es por tanto un ejercicio diario la búsqueda de la santidad en la iglesia como miembros del cuerpo de Cristo que es Santo.