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La Iglesia es confesada desde los primeros siglos en el Credo como una, santa, católica y
apostólica. Estas notas están íntimamente relacionadas entre sí: es a la vez solo una y
plural en su catolicidad. Es santa y acoge en su seno a pecadores. Su apostolicidad abarca
la tradición y la sucesión apostólica, teniendo al papado como centro de unidad.
No, Cuando afirmamos "Creo en la Iglesia", debemos tener en cuenta que el acto de creer
está reservado exclusivamente a Dios. La primera declaración del Credo, "Creo en Dios",
es la más fundamental y todos los demás artículos dependen de ella. El Credo habla
principalmente de Dios, y los demás elementos, incluida la Iglesia, se relacionan con Él.
Los fieles reconocen que lo más importante es creer en Dios.
La Iglesia, por sí misma, no es objeto de creencia de la misma manera que Dios lo es. La
conexión con Dios es esencial para que la Iglesia sea creída, ya que es receptora de los
dones del Espíritu Santo. Una Iglesia que se desconecta de su origen y no está unida a
Dios puede convertirse en un motivo de escándalo en lugar de ser un fundamento para la
fe. Como indica el Catecismo, la Iglesia depende totalmente de los artículos relacionados
con Cristo Jesús. La Iglesia, comparada a menudo con la luna que refleja la luz del sol,
no tiene otra luz que la de Cristo. Una Iglesia desconectada de Cristo puede ser motivo
de rechazo y, por el contrario, una Iglesia unida a Él es fundamental para el acto de creer.
Cuando nos referimos a la Iglesia, siempre lo hacemos en relación con su fuente y origen,
que es Dios Uno y Trino. Todas las características atribuidas a la Iglesia, encuentran su
fundamento en esta conexión fundamental con Dios, siendo conceptos intrínsecamente
relacionales. La santidad de la Iglesia se manifiesta en su identidad como morada del
Espíritu Santo, se puede afirmar que la Iglesia es santa porque el Espíritu Santo la habita,
convirtiéndola en el Templo de Aquel que es Santo (1 Corintios 3,16; cf. 6,19). La esencia
de la Iglesia radica en su santidad, y esta no es simplemente una cualidad externa, sino
una realidad profunda que emana de su unión con el Espíritu Santo, como Kasper destaca
este aspecto al afirmar que los miembros de la Iglesia son santos porque han sido
santificados por la presencia del Espíritu de Dios que reside en ellos. La Iglesia ya no es
concebida solo como un edificio de piedra, sino como la comunidad de creyentes, el
verdadero templo de Dios y morada del Espíritu Santo.
La presencia del Espíritu Santo en la Iglesia no solo impulsa a sus miembros hacia la
santidad desde dentro, sino que también acoge en su seno a los pecadores con el propósito
de guiarlos hacia la santificación (Mateo 5,48; 1 Pedro 1,16; 1 Juan 3,3). La Iglesia, al ser
habitada por Aquel que es Santo, se convierte en un faro que ilumina el camino hacia la
santidad, abrazando a aquellos que buscan la transformación espiritual.
NOMBRA?
“El divino Maestro y Modelo de toda perfección, el Señor Jesús, predicó …. (L.G 40-42).
“La Iglesia es, pues, "el Pueblo santo de Dios" (L.G 12), y sus miembros son llamados
"santos" (cf Hch 9, 13; 1 Co 6, 1; 16, 1).
¿CUÁLES SON LOS TEMAS RELACIONADOS CON ESTA CATEGORÍA EN EL CEC O EN LOS
MANUALES?
La santidad se vincula al camino de la perfección, que pasa por la cruz. No hay santidad
sin renuncia y combate espiritual. El progreso espiritual implica ascesis y mortificación,
conduciendo gradualmente a vivir en la paz y el gozo de las bienaventuranzas (CEC
2015).
La caridad se presenta como el alma de la santidad a la que todos están llamados. Dirige
todos los medios de santificación, los informa y los lleva a su fin (CEC 826, LG 42).
Escribe tu síntesis
De María, la madre del Mesías, habla la Sagrada Escritura, de manera velada el Antiguo
Testamento y explícita-mente el Nuevo Testamento. A partir del testimonio bíblico, los
concilios y el Magisterio han perfilado la figura y misión de María en el misterio de Cristo
y de la Iglesia, como Madre de Dios, siempre Virgen, concebida sin peca-do y asunta a
los cielos. Esta perspectiva católica de la Mariología ha de confrontarse en el diálogo
ecuménico.
Para Marcos, María es presentada como la mujer creyente en la Palabra de Dios, su papel
como Madre de Jesús se destaca en el contexto de su fe, como se muestra en el pasaje de
Marcos 3:31-33. Mateo, por otro lado, utiliza un esquema de promesa y cumplimiento
para transmitir su intención teológica, destaca el árbol genealógico de Jesús como el
cumplimiento de las promesas, y su nacimiento, de acuerdo con la visión profética de
Isaías 7:14, subraya que Jesús nace del Espíritu Santo. En el Evangelio de Lucas, María
aparece en varias escenas significativas, como la Anunciación, la Visitación a su prima
Isabel, el Magníficat, la Presentación de Jesús en el Templo y la pérdida de Jesús en el
Templo a los 12 años. Lucas presenta a María como la portavoz de las esperanzas de los
"anawin" (los pobres y humildes) a través del Magníficat (Lucas 1:39ss). Y en el
Evangelio de Juan, María desempeña un papel importante en las bodas de Caná,
apresurando la hora de Jesús y demostrando una fe firme y determinada (Juan 2:5). En la
crucifixión, Jesús confía a María al discípulo amado, simbolizando a la Iglesia y al pueblo
de Dios. Este momento se refleja en Juan 19:25-27.
En el libro de los Hechos de los Apóstoles, escrito por Lucas, vemos a María reunida con
los discípulos, siendo asidua en la oración e impulsando a la primera comunidad cristiana
(Hechos 1:14).
¿POR QUÉ APARECE LA MARIOLOGÍA EN EL CONTEXTO DEL CONCILIO?
El Concilio Vaticano II tuvo como uno de sus principales propósitos definir la identidad
de la Iglesia, planteándose la famosa interrogante: "Iglesia, ¿qué dices de ti misma?" En
este contexto, el Concilio describe a la Madre de Dios como un prototipo de la Iglesia,
respaldando esta afirmación con la enseñanza de San Ambrosio. Según el documento
Lumen Gentium (63), María es presentada como figura emblemática de la Iglesia,
destacando su papel en el ámbito de la fe, el amor y la unión perfecta con Cristo. La
Iglesia, por su parte, es reconocida como madre y virgen en su misterio. En la perspectiva
de Kasper, se resalta que la presentación más completa de la Iglesia se encuentra en María
como mujer y portadora de un carisma personal único, desvinculando esta idea de la mera
consideración del ministerio o la jerarquía eclesiástica. Según esta interpretación, María
encarna la esencia de la Iglesia incluso antes de que los apóstoles fueran llamados a
cumplir su misión.
En el Concilio Vaticano II, cuando hablamos de María en relación con Cristo y la Iglesia,
la describimos como la madre tanto del Pueblo de Dios como del cuerpo de Cristo. En la
declaración del concilio llamada Lumen Gentium, se destaca que María es realmente la
madre de los miembros de Cristo, ya que colaboró con su amor para que los creyentes,
quienes son esencialmente los componentes de ese cuerpo, nacieran en la Iglesia bajo la
guía de Cristo, que es la cabeza.
¿EN QUÉ CONTEXTO SURGIERON LOS DOGMAS ‘CONCEBIDA SIN PECADO’ Y ‘ASUNTA A
LOS CIELOS’?
Es crucial notar que la idea del dogma no surgió en el siglo XIX; sus raíces se encuentran
en discusiones teológicas previas, desde el siglo VII en España hasta el XIII y XIV en
Francia e Inglaterra. La proclamación del dogma fue el resultado de una consulta mundial,
donde la mayoría de los obispos respondieron positivamente, destacando la colaboración
de todo el pueblo de Dios en su definición.
Escribe tu síntesis
Desde los evangelios, la figura de María brinda lecciones valiosas para nuestro tiempo.
Su papel como mujer de fe y obediencia, su conexión con el cumplimiento de promesas
divinas, y su papel como portavoz de esperanzas para los desfavorecidos, son ejemplos
que pueden inspirar la búsqueda de justicia y solidaridad en la actualidad. La
representación de María como una mujer de fe firme y determinada en el Evangelio de
Juan puede motivar a las personas a actuar con convicción y confianza, acelerando el
avance de la justicia y el amor en el mundo. Su papel como madre de la comunidad,
simbolizado en la crucifixión, destaca la importancia de la comunidad, el cuidado mutuo
y la responsabilidad compartida en el camino espiritual. Finalmente, su participación
activa en la comunidad cristiana, según se relata en los Hechos de los Apóstoles, sugiere
la importancia de involucrarse activamente en la vida comunitaria y en el servicio a los
demás.